El Martillo de Thor, clave para resolver el misterio de los amuletos vikingos

Desde hace siglos se vienen hallando por todo el norte de Europa unos amuletos vikingos a los que se ha denominado genéricamente amuletos Mjöllnir. Éstos, de los que existen más de mil ejemplares, tienen una forma que puede ser identificada con un martillo, y de hecho muchos arqueólogos los asocian con el Martillo de Thor.

El problema es que la forma no es estrictamente clara, podrían ser martillos pero también cualquier otra cosa con formas parecidas. Y además, lo cual acrecentó el misterio a lo largo de la historia, ninguno lleva inscripciones que pudieran dar pistas de lo que realmente eran.

Hasta ahora. Porque un amuleto similar del siglo X hallado en la localidad danesa de Kobelev en la isla de Lolland lleva por fin una inscripción clara y concisa en runas nórdicas: Hmar x is. O lo que es lo mismo: Esto es un martillo.

Así que resuelto el misterio, los amuletos Mjöllnir son martillos, y por extensión representan el Martillo de Thor, un motivo que habría influido fuertemente todo el arte de joyería vikingo.

Aunque sólo sea por las recientes películas y los comics de Marvel, todo el mundo sabe quien es Thor, el dios que protege Asgard con su martillo Mjolnir y que está omnipresente en toda la mitología escandinava. Incluso ha hecho apariciones, más o menos afortunadas, en series como La Guía del Autoestopista Galáctico.

El nuevo martillo encontrado que ha resulto el enigma de tantos siglos es obra de un artesano de la isla de Lolland, con gran habilidad puesto que tuvo que inscribir las runas de una altura de entre 3 y 7 milímetros con gran precisión. Eso sí, se dejó la a de hammer y represento inventida la runa S.

Vía: La Brújula Verde

El tesoro de Atapuerca

Pocas áreas científicas resultan tan estimulantes para la imaginación como las relativas a los orígenes, y entre ellas ninguna nos afecta tan de cerca como la evolución humana. Cuesta creer que hace solo un siglo y medio, cuando Darwin publicó su teoría de la evolución en el origen de las especies, la mera idea de que los humanos actuales procedieran de los monos era una herejía, literalmente, y que las evidencias fósiles de formas intermedias tardarían aún muchos años en descubrirse y aceptarse. Si Darwin y los demás científicos de la época hubieran podido conocer los yacimientos de Atapuerca, todas esas dudas habrían quedado despejadas de inmediato. Con los últimos descubrimientos presentados esta semana, la Sima de los Huesos en Atapuerca se confirma como el mayor tesoro paleoantropológico del mundo. En una disciplina donde no es infrecuente que los investigadores tengan que deducir sus conclusiones a partir de un par de falanges de la mano o un fragmento de mandíbula, disponer de 17 cráneos humanos en buen estado de conservación pese a su casi medio millón de años de antigüedad va más allá del sueño más osado de cualquier paleontólogo.

Pero eso es lo que Juan Luis Arsuaga y sus colegas de medio mundo han atesorado en la Sima. Con ese material, han puesto el foco sobre ese periodo crítico de la evolución humana con una precisión sin precedentes. Los cráneos, de unos 430.000 años, muestran una cara y unos dientes que los sitúan claramente en el linaje neandertal, aunque una forma general más arcaica. Los neandertales propiamente dichos tardarían aún cientos de miles de años en aparecer, por lo que los científicos piensan que los humanos de la Sima de los Huesos tenían relación con sus ancestros, aun cuando no lo fueran directamente: creen por tanto que la Sima ilumina los inicios de la evolución neandertal, y que este no fue un proceso uniforme y continuo, sino un ejemplo de la llamada evolución en mosaico, con distintos rasgos apareciendo en distintos tiempos. Y con varias especies humanas coexistiendo en el mismo espacio.
Atapuerca ha multiplicado el conocimiento sobre la evolución humana, y todavía no ha dicho su última palabra: la investigación sigue.

Fuente: www.elpais.com

El antepasado católico de la Mezquita de Córdoba

Poca gente sabe que los musulmanes derribaron una importante basílica cristiana y reutilizaron los materiales para construir en el mismo lugar su templo tras la invasión de la Península 

Pocos son los que dudan de que la Mezquita de Córdoba es, por su extraordinaria belleza y complejidad artística, uno de los edificios más impresionantes que se pueden ver hoy en el mundo. Un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco que popularmente se asocia al arte musulmán, pero del que la mayoría desconoce que fue construido sobre las ruinas del templo cristiano más importante que había en esta ciudad andaluza: la Basílica de San Vicente.

Más de dos siglos estuvo en pie este gran templo dedicado al culto católico que hizo las veces de sede episcopal del obispo Osio de Córdoba, mano derecha del emperador Constantino. En concreto, desde que fuera construido en una fecha indeterminada del siglo VI, hasta finales del siglo VIII, 75 años después de la invasión musulmana. «Los cristianos del norte de España recordaron la Basílica de San Vicente Mártir hasta el Reinado de Alfonso VI, en el siglo XI. Las crónicas del Monarca aluden a que la Reina vino a Córdoba a dar a luz y quiso hacerlo, decía, “en la iglesia que se encontraba en la parte occidental de la Mezquita”, que es, efectivamente, el lugar en el que están los restos de la basílica», cuenta a ABC el canónigo archivero de la Mezquita-Catedral de Córdoba, Manuel Nieto Cumplido, considerado uno de los grandes estudiosos del monumento y autor de varios libros sobre su historia.

«Después cayó en el olvido durante siglos –añade–, porque las crónicas musulmanas son muy concisas en recoger los acontecimientos católicos de las ciudades que dominaban. Los cristianos cordobeses se convirtieron en una minoría que acabó exiliándose a Castilla tras la conquista de los almohades y la diócesis quedó despoblada, lo que sin duda influyó en el recuerdo de la existencia de esta iglesia. Tras la reconquista en 1236, tampoco se recuperó su memoria, porque ya no se tenía conocimiento de ella. No la conocía ni el mismo Alfonso X El Sabio, que contó la Reconquista de la ciudad refiriéndose a Córdoba únicamente como una antigua colonia patricia romana. Se saltó de golpe dos siglos y medio de historia».

Una mezquita con los restos de la Basílica

El 19 de julio del 711 había tenido lugar la batalla de Guadalupe, cerca de Sevilla. La derrota de don Rodrigo y las tropas cristianas dejó el paso franco a los bereberes. La invasión musulmana avanzaba inexorable y Córdoba no tardó en ser conquistada ni tres meses. Sin embargo, la Basílica de San Vicente aún estuvo en pie unas cuantas décadas, las que pasaron hasta que Abd al-Rahmán I fijó su residencia en la ciudad, en el 756, y el tiempo que pasó después moldeando en su cabeza la idea de construir un gran templo islámico digno de su dinastía, la de los Omeya de Damasco.

Fue finalmente en el 785 cuando comenzó su gran proyecto. Hasta esa fecha, la basílica se hallaba repartida, a efectos de culto, entre cristianos y musulmanes, pero Abd al-Rahmán I decidió entonces negociar con los mozárabes la compra de su parte a cambio de dinero y la autorización para reedificar algunas de las iglesias que se habían demolido durante la invación. 

Pero el destino de la Basílica de San Vicente era otro bien distinto. Abd al-Rahmán I ordenó derribarla de inmediato y, un año después, levantar sobre sus ruinas la gran mezquita. Y no solo eso, sino reutilizar todo los materiales de esta para la construcción del nuevo templo, especialmente fustes, capiteles o, incluso, las mesas del altar. «Se puede decir, por supuesto, que el origen de la Mezquita es católico. La basílica se encontraba allí antes dedicada al culto católico y, además, en la parte fundacional de esta no hay nada creado por los musulmanes. Solo usaron las piedras de esta y de otros templos de Córdoba», explica Nieto Cumplido.

La Basílica olvidada

Se cerraba así un ciclo de la historia Córdoba: el que había comenzado a mediados del siglo VI, cuando se trasladó la sede episcopal a intramuros, construyéndose la Basílica de San Vicente, y se organizó aquella zona como un auténtico centro de poder. La basílica y sus alrededores debían servir como elemento integrador de una futura planificación urbanística desarrollada conscientemente desde Bizancio. Y así fue, porque actualmente el lugar conserva todavía su prestigio.

Pero la Basílica fue arrasada y su existencia cayó en el más absoluto olvido en el siglo XI, y así continuó durante los ocho siglos siguientes. «No se volverá a tener conocimiento de ella hasta el siglo XIX, con la traducción de las crónicas hispano-musulmanas que aparecieron durante la conquista francesa del norte de África. Estos textos hablan de la entrada de los musulmanes en Córdoba y de los tratos hechos para el establecimiento de una mezquita en la Basílica de San Vicente, con la compra del patio del edificio para comenzar a construirla», asegura el archivero de la Mezquita-Catedral.

Fue precisamente uno de los textos de Alfonso VI el que utilizó el arquitecto español Félix Hernández para encontrar, durante la Segunda República, la antigua Basílica de San Vicente, de la que consiguió recuperar una parte: «No se conocen las medidas exactas, porque no se excavó en su totalidad. Al comenzar la Guerra Civil, la parte de Abd Al Rahman I, que es donde se encontraba, estaba totalmente levantada por las excavaciones, pero la autoridad militar competente amenazó a Félix Hernández diciéndole que o lo tapaba o acababa con él. Tuvo que taparlas totalmente y no le dio tiempo a levantar planos de lo que había excavado. Es por eso que es imposible conocer el tamaño exacto, aunque se sabe que fue grande porque en el patio aparecieron restos de los edificios administrativos de antigua basílica», declara.
Algunos de esos capiteles y fustas que reutilizó Abd al-Rahmán I para la construcción de su templo islámico en el 786, e incluso el mosaico original de la basílica cristiana, están hoy expuestos en Córdoba como relato de aquella primera página histórica del actual edificio de la Mezquita. Una página oculta y enterrada durante muchos siglos.

Fuente: www.abc.es

Comienzan las excavaciones en la Sierra de Atapuerca

Comienzan las excavaciones en los yacimientos de la sierra de Atapuerca dirigidas por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. Este año la campaña de excavaciones se desarrollará solo durante el mes de julio, por la necesidad de concentrar esfuerzos en la organización del Congreso Mundial de Prehistoria y Protohistoria de la UISPP en septiembre. Solo habrá dos turnos de excavación, con una participación total de 150 personas, en su gran mayoría miembros del Equipo de Investigación de Atapuerca. Se espera que la campaña 2015, como en años anteriores, vuelva a ser de 45 días.

Los yacimientos y lugares en los que se va a trabajar son:

1 Sima del Elefante: Ubicado en la Trinchera del Ferrocarril. Aquí se han descubierto fósiles humanos de más de 1,2 millones de años. El objetivo de esta campaña es la excavación de una superfície de alrededor de 10m2  de la base del nivel TE9c que permitirá conocer si en la base de ese nivel existen evidencias de presencia humana, ya sea a través de sus fósiles, de restos de animales antropizados (con huellas de intervención humana), o de herramientas. El segundo objetivo se centra en continuar la excavación del nivel TE7 (el más antiguo de toda la Trinchera del Ferrocarril documentado hasta ahora) y poder ver su potencia sedimentaria y la naturaleza de los restos recuperados en ese nivel.

2 Galería: Está en la Trinchera del Ferrocarril, a unos 50m del yacimiento de Gran Dolina. Abarca un rango cronológico amplio, entre 500.000 y 250.000 años de antigüedad. Los objetivos de esta campaña se centran en continuar la excavación de la Unidad IIIb (nivel TG11). Las herramientas líticas y los restos faunísticos que se recuperen tendrán una antigüedad en torno a los 250.000 años.

3 Gran Dolina: También en la Trinchera del Ferrocarril. Es el yacimiento donde se ha hallado la especie Homo antecessor. Se va a continuar excavando en dos niveles distintos: el nivel TD10 con una antigüedad de unos 400.000 años y el nivel TD4 de entre 1.000.000 y 900.000 años de antigüedad. Por un lado, en el tramo superior de Gran Dolina se va a excavar en extensión la unidad TD10.3. Esta unidad tiene una antigüedad de unos 420.000 años, y se conoce solo lo que apareció en el sondeo realizado en 1993 y en el perfilado de una parte de la sección llevado a cabo entre los años 2000 y 2001. Por los datos obtenidos hasta el momento, tras haber documentado en TD10.2 unos campamentos de cazadores de bisontes altamente especializados, se vuelve a encontrar un registro producto de estrategias de subsistencia diversificadas (en cuanto a animales procesados y rocas utilizadas para la producción de instrumentos), características de los yacimientos pleistocenos de Atapuerca.

La excavación durante esta campaña y las siguientes de las unidades TD10.3 y TD10.4 permitirá entrar de lleno en el mundo del Modo 2 Achelense, del que se tiene también información relevante en el yacimiento de Galería y, por supuesto, en el completo registro paleoantropológico de la Sima de los Huesos.

En la parte baja de Gran Dolina se procederá a excavar el nivel TD4 de 1 millón de años de antigüedad. Este nivel se caracteriza por ser el hogar de un antepasado de los osos de las cavernas, el Ursus dolinensis. Junto a estos animales también es frecuente recuperar fósiles de grandes herbívoros, principalmente rinocerontes y ciervos gigantes, que caían al interior de la cueva por la gran fisura que había en el techo. La presencia humana en la cueva está atestiguada por herramientas de piedra (industria lítica) y parece estar relacionada con el aprovechamiento de estos animales caídos. Durante esta campaña se espera aumentar la colección de artefactos líticos, así como de restos de estos magníficos animales.
4 Cueva del Mirador: Se sitúa en el extremo meridional de la sierra de Atapuerca, dominando el valle del río Arlanzón. En Mirador se continuará la excavación de los sectores 100 y 200. En el sector 100 se finalizará la excavación del nivel 105, con una cronología de la Edad del Bronce medio, y se continuará profundizando. En el sector 200 está previsto finalizar la excavación del sepulcro colectivo del Calcolítico durante los primeros días de campaña e iniciar la excavación del nivel de ocupación que se halla por debajo, con una cronología probablemente del Neolítico.

5 Fuente Mudarra: Durante la campaña de 2014 se trabajará en el yacimiento al aire libre de paleolítico medio Fuente Mudarra. Este lugar se abrió hace ya dos años y se trabaja en una cata de 12 m2 en donde se han encontrado varios niveles de cronología neandertal. Un equipo de 8/9 personas, coordinado por la profesora de la UBU, Marta Navazo, trabajarán en este paraje recuperando las herramientas de piedra que allí abandonaron los diferentes grupos de neandertales que habitaron ese paraje durante miles de años.

6 Portalón de Cueva Mayor: Es la entrada de Cueva Mayor. Se trata de un yacimiento excepcional para el estudio de la prehistoria reciente (los últimos 10.000 años). Actualmente se han detectado ocupaciones humanas desde el mundo Medieval y Romano hasta las diferentes fases de la Edad del Bronce, el Calcolítico y el Neolítico.

7 Sima de los Huesos: Es una pequeña cavidad al pie de una sima vertical de unos catorce metros de caída, enclavada a casi un kilómetro de la actual entrada de Cueva Mayor. En este yacimiento se encontraron los primeros fósiles humanos de la sierra de Atapuerca en 1976. Se trata de un lugar único en el mundo, donde se ha hallado el 90% de fósiles humanos encontrados en todo el planeta de la especie Homo heidelbergensis. Recientemente, la revista Science publicaba con el máximo rango un artículo de investigación sobre los 17 cráneos hallados en este yacimiento, único en el mundo.

8 Galería de las Estatuas: Este yacimiento se encuentra ubicado a unos 350 metros de la actual entrada de Cueva Mayor. Aquí se está interviniendo en sedimentos del Pleistoceno Superior que registran ocupaciones de neandertales, siendo el único yacimiento de esta época conocido en la sierra de Atapuerca.

9 Instalación de lavado del río Arlanzón: El lavado de sedimentos sirve para la recuperación de la microfauna de Atapuerca, es decir los diminutos fósiles de mamíferos, anfibios, aves, reptiles y peces de los yacimientos de la sierra Atapuerca. Se realiza en las orillas del río Arlanzón a su paso por Ibeas de Juarros, donde se lava todo el sedimento de cada uno de los yacimientos que se excavan en  Atapuerca.

La mayoría de los investigadores que excavan en la sierra de Atapuerca pertenecen a distintos Centros de Investigación del Proyecto Atapuerca, de los que los principales son: la Universidad de Burgos (UBU), el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos (CENIEH), el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social, de Tarragona (IPHES), el Centro de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Salud Carlos III, de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM - ISCIII), la Universidad de Alcalá de Henares y la Universidad de Zaragoza (UNIZAR). Pero una buena parte de ellos procede de otras universidades y centros de investigación nacionales e internacionales.

La Fundación Atapuerca, en el marco de su labor de apoyo a la investigación, y como complemento a la financiación de la Junta de Castilla y León para las excavaciones, colabora en coordinar y optimizar los esfuerzos que se reúnen en torno a la campaña de excavaciones.