El centro arqueológico Salinae: 2000 años de la historia de Vigo bajo nuestros pies

Salinae en la calle Rosalía de Castro

En la calle Rosalía de Castro se encuentra la entrada de Salinae, el centro arqueológico vigués en el que cualquiera puede retroceder dos mil años bajando unas escaleras.

Lo que hoy conocemos como "Centro arqueológico Salinae" estuvo bajo tierra hasta 1998 cuando resurgió durante la construcción del centro de salud homónimo a la calle. Decidió conservarse y todo el proyecto de construcción del centro de salud fue modificado para musealizar el hallazgo ya que se trata de un resquicio de la que es la única salina marina de evaporación solar conservada de todo el Imperio Romano. Las buenas condiciones de conservación de Salinae son completamente singulares.

Desde el año 2008, cualquier persona puede acceder al yacimiento arqueológico de martes a domingo de once de la mañana a dos de la tarde. Además, los fines de semana pueden realizarse visitas guiadas, también de manera gratuita y con reserva previa, para comprender en profundidad la magnitud de la salina.

Situada en un punto concurrido y de fácil acceso de la ciudad, el centro supone una oportunidad para visitar un lugar único a nivel mundial. Sí, la situación de la salina de Vigo es exclusiva en todo el planeta.

Es cierto que en ocasiones es común escuchar que algo es único en el mundo, de manera desproporcionada, pero no es el caso de los restos de la salina viguesa. No hay una sola salina de evaporación solar conservada que se pueda ver actualmente, excepto la que hay en Vigo en Salinae. Generalmente, las salinas romanas en el mediterráneo han sido reutilizadas para dar lugar a las que tenemos hoy en día, puesto que el sistema de obtención de la sal es el mismo. La de Vigo se mantuvo como consecuencia de la difícil situación climatológica que impedía la extracción de la sal, lo que favoreció que acabase enterrada bajo nuestros pies a día de hoy.

Desgraciadamente, gran parte de los restos de la salina fueron destruidos durante la urbanización de la zona del Areal. Contaba con restos perfectamente conservados de las entradas del agua, los grandes decantadores, los cristalizadores (que podemos ver en el centro de Salinae), los caminos que separaban las diferentes zonas de explotación, los almacenes de la sal, incluso se conservaba la madera con la que se construían los canales, algo tremendamente complicado puesto que la conservación de la madera en climas húmedos no suele darse. La salina contaba con unas nueve hectáreas de superficie.

En el año 2019 se llevó a cabo el proyecto Vicus Salinae dirigido por el profesor e investigador Adolfo Fernández. Se trata de una iniciativa cuya intención es la de visibilizar la salina del Areal y juntar en un mismo espacio a diferentes profesionales de la arqueología que habían participado en las excavaciones de la salina, para estudiar juntos el hallazgo y poder publicar los datos en conjunto. Este proyecto, según señala el propio Adolfo Fernández, dio sus frutos, puesto que, además de publicar numerosos artículos sobre el tema, en un futuro cercano está prevista la publicación del primer artículo definitivo con toda la planimetría conjunta del Areal, donde se podrá ver por primera vez la extensión real de la salina romana.

Imagen del Catálogo Emporium. Autora: Alicia Colmenero

Aunque se trata solo de una pequeña parte de lo que pudo haber sido, en el centro arqueológico, a través de un rápido recorrido, tenemos la oportunidad de ver el proceso de obtención de la sal en la salina, además de algunos objetos conservados de la época en la que tenía actividad. Salinae no sólo permite al visitante entender el proceso sino que puede compartir el mismo espacio por el que caminaban los salineros romanos hace dos milenios.

Talleres para sumergirse en la antigua Roma

El centro también es una visita muy interesante para las escuelas. Salinae tiene una buena afluencia de grupos de escolares, la mayoría de Vigo pero también de otras zonas de Galicia y de España. Esto puede deberse, además de al interés que suscita la salina a nivel académico, a la variada oferta de actividades didácticas de las que disponen.

Talleres como Os sabores de Roma, una actividad destinada a los más pequeños en la que pueden llevar a cabo una aproximación a la cultura romana a través de la gastronomía de la época y realizar un plato siguiendo la propia receta romana.

Restos de calzado romano.

También Lucernas, destinada a secundaria y bachillerato, constituye un taller en el que los estudiantes realizan un recorrido por el mundo de la iluminación y los usos del fuego en la época romana, creando su propia antorcha. Estas actividades no son exclusivas del público escolar, ya que cualquier familia o grupo puede realizarlas con reserva previa los fines de semana. Os sabores de Roma también tiene su propia versión para grupos de adultos.

Aunque estas actividades están paralizadas por la situación epidemiológica, desde Salinae apuntan que ya están trabajando para que puedan volver a ponerse en marcha lo antes posible, cumpliendo todos los protocolos necesarios.

Aprovechar el medio para generar industria

Salinae quizás es un lugar desconocido de la ciudad para el público no especializado pero lo que realmente se desconoce es su importancia. Se trata de una encarnación de la historia industrial de la ciudad de Vigo ya que representa veintiún siglos de industria del mar. Como afirma el conservador del Museo del mar de Galicia al que pertenece Salinae, Vicente Caramés Moreira, el centro representa una filosofía industrial que es la misma que la ciudad mantiene a día de hoy, y no solo eso sino que, actualmente, la ciudad se encuentra realizando actividades industriales en las mismas zonas en las que sabemos que los romanos también disponían de factorías de explotación (Areal, Beiramar...). Han cambiado muchas cosas desde hace dos mil años, pero lo que el área de Vigo sigue siendo es una ciudad marinera que aprovecha el medio para generar industria, algo que los romanos compartían.

En palabras de Adolfo Fernández, "cuando tienes una cosa única en el mundo se convierte en algo muy importante". Todavía hay mucho por excavar y mucho patrimonio conservable bajo nuestros pies. Por ahora, existe la posibilidad de visitar el maravilloso centro de Salinae, que no es poco, pero quizás el día de mañana se puedan destapar los restos de la historia romana de la ciudad. Salinae es la oportunidad de vivir un plan arqueológico único en pleno centro de Vigo.

Fuente: elespañol.com | 28 de octubre de 2020

Un agricultor halla una leona íbera cuando araba un olivar en San Sebastián de los Ballesteros (Córdoba)

Gonzalo Crespo, junto a la leona de San Sebastián de los Ballesteros. / EL DÍA

"Estaba haciendo una faena entre los olivos y el tractor dio un golpe contra una piedra". Es el testimonio de Gonzalo Crespo, un vecino de la localidad cordobesa de San Sebastián de los Ballesteros (Córdoba) y residente en La Victoria que acaba de desenterrar en su olivar una leona íbera en excelente estado de conservación y que las primeras dataciones sitúan en el siglo VI antes de Cristo. El hallazgo se produjo sobre las 08:30 del miércoles pasado. Era una jornada rutinaria en la finca de Cañablanquilla, situada a escasos 50 metros del casco urbano eballente.

Crespo, un profesional del transporte prejubilado, preparaba su olivar para la inminente recogida de la aceituna. "Pasé y noté que el tractor se había encontrado un obstáculo, pero estas máquinas modernas están preparadas para no romper. Continué y cuando me di la vuelta, lo vi", relata.

La pieza arqueológica yacía semienterrada, de costado, las fauces y las patas adormecidas durante siglos bajo el suelo fértil de la campiña. "Llamé a un buen amigo que es cabo de la Guardia Civil y trabaja en la sede judicial de Lucena y me orientó", narra.

Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil llegaron poco más tarde y se realizaron las pertinentes labores de recuperación con la asistencia de técnicos de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. No hizo falta precintar la zona, pues el punto concreto no ha sido desvelado para evitar a los merodeadores. "Los arqueólogos están flipando", dice Crespo.

El alcalde, Francisco Javier Maestre, ha explicado que, aunque en el municipio existen vestigios de la época romana documentados, es la primera vez que se producen hallazgos arqueológicos de esta envergadura. La pieza ha sido trasladada al Museo Arqueológico de Córdoba para ser sometida a una limpieza y estudio completo. Mientras, Gonzalo Crespo bromea: "Tengo un sitio preparado en la chimenea".

En la provincia ya existen hallazgos anteriores, aunque no deja de sorprender cada vez que la tierra escupe un trozo de Historia. El más cercano a San Sebastián de los Ballesteros tuvo lugar en Santaella, igualmente en un cultivo, y se exhibe en el Museo Arqueológico local. En Nueva Carteya, Baena, Bujalance y La Victoria también se han recuperado esculturas zoomorfas de procedencia íbera.

Leona ibérica que se encontró en Nueva Carteya (Córdoba)

León ibérico procedente del yacimiento arqueológico del Cerro de los Molinillos (Baena, Córdoba).

Fuente: eldiadecordoba.es | 29 de octubre de 2020

La tinta de los papiros egipcios desvela antiguas prácticas de escritura

Detalle de un tratado médico (inv. P. Carlsberg 930) de la biblioteca del templo de Tebtunis con títulos marcados en tinta roja. Crédito de la imagen: The Papyrus Carlsberg Collection. Crédito: Colección Papyrus Carlsberg.

Hace 5.300 años, los antiguos egipcios empleaban tinta negra para escribir sus textos y roja para destacar títulos, instrucciones o palabras clave. Saber de qué estaban compuestas es esencial para trazar la historia de la escritura en el Antiguo Egipto y de otras culturas como las mediterráneas de Grecia y Roma.

Hoy, el análisis de doce antiguos fragmentos de papiros del periodo romano (entre el año 100 y 200 d.C.) analizados con microscopios de rayos X ha desvelado que los egipcios utilizaban plomo en la tinta de sus textos pero no como pigmento, sino por sus propiedades secantes, una técnica similar a la empleada por los artistas del Renacimiento en Europa, durante el siglo XV.

El estudio concluye que, 1.400 años antes de que Rafael o Fra Angélico marcasen una época, los egipcios ya sabían cómo conseguir que sus papiros no se emborronaran con tinta fresca, lo que, para los autores del estudio obliga a revisar los antiguos escritos del Mediterráneo, ya que las técnicas de secado podrían haberse difundido mucho antes de lo pensado.

La investigación, liderada por científicos del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF) de Grenoble, Francia, y de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), y publicada en la revista PNAS, desvela la composición de las tintas de una docena de antiguos papiros egipcios de la biblioteca del templo de Tebtunis del antiguo Egipto, y famosa por sus textos científicos y costumbristas, con explicaciones de cómo vivían sus habitantes -muchos griegos y romanos-.

Un fragmento de papiro de un extenso tratado astrológico (inv. P. Carlsberg 89) de la biblioteca del templo de Tebtunis y los mapas de fluorescencia de rayos X del ESRF que muestran la distribución de hierro (rojo) y plomo (azul) en las letras rojas que describe la antigua palabra egipcia para "estrella". Crédito de la imagen: The Papyrus Carlsberg Collection y ESRF. Crédito: Colección Papyrus Carlsberg y ESRF.

Las muestras estudiadas en este proyecto de investigación, por tanto, son excepcionales no solo por las tintas con los que fueron escritos.

"Al aplicar la tecnología de punta del siglo XXI para revelar los secretos ocultos de la antigua tecnología de la tinta, contribuimos a desvelar el origen de las prácticas de escritura", explica Marine Cotte (izquierda), investigadora de la ESRF y coautora del trabajo.

"Algo muy llamativo fue que encontramos que se añadió plomo a la mezcla de tinta, no como un tinte, sino como un secador de la tinta, para que la tinta se quedara en el papiro", dice Cotte.

Los investigadores llegaron a esta conclusión porque no encontraron ningún otro tipo de plomo, como el plomo blanco o el minio, que debería estar presente si servía como pigmento.

Además, "el hecho de que el plomo no se añadiera como pigmento sino como secante implica que la tinta tenía una receta bastante compleja y que no podía ser fabricada por cualquiera", añade Thomas Christiansen (derecha), egiptólogo de la Universidad de Copenhague y coautor del estudio.

"A juzgar por la cantidad de materias primas necesarias para abastecer una biblioteca de templo como la de Tebtunis, creemos que los sacerdotes deben haberlas adquirido o supervisado su producción en talleres especializados muy parecidos a los de los maestros del Renacimiento", añade Christiansen.

Vista aérea del ESRF, el sincrotrón europeo que produce rayos X 10 billones de veces más brillantes que los rayos X médicos. Crédito: ESRF / Stef Candé.

El hallazgo fue posible gracias a las diferentes técnicas que el equipo utilizó en la línea de luz ID21 de la ESRF para estudiar los fragmentos de papiros y que permitieron descubrir que el plomo estaba asociado una compleja mezcla de fosfatos de plomo, a sulfatos de plomo potásicos, a carboxilatos de plomo y a cloruros de plomo. EFE

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 26 de octubre de 2020

‘Materia viviente, vida pensante’, de Eudald Carbonell y Jordi Agustí


Un ensayo sobre la evolución de la vida, la especie humana y los retos de futuro

Materia viviente, vida pensante. Evolución y prospectiva de la conciencia humana, del arqueólogo Eudald Carbonell y el investigador Jordi Agustí, es un ensayo sobre la evolución de la vida, nuestra especie y los retos de futuro. Esta obra se introduce también en el tema de la crisis ecológica y la supervivencia de la humanidad.

La consolidación de la conciencia de especie

En este libro se explica, en la primera parte, la historia de la materia viviente, es decir, cuándo nace esta primera materia y cómo evoluciona, y en la segunda, se expone el tema de la evolución de los homínidos hasta la actualidad, incluyendo los retos del futuro, como el hecho de evitar el colapso de la especie o el movimiento de la transhumanización.

“Nuestro interés por el ser humano nos ha llevado a desarrollar una serie de trabajos y planteamientos que nos permiten delimitar qué es la humanidad y cómo esta evoluciona en el marco de la ecología planetaria. Sobre todo, nos interesa conocer cómo la hominización y la humanización se complementan en este proceso evolutivo para generar la conciencia en nuestro género. Una conciencia de especie que, una vez emergida, se ha de consolidar para que dé los frutos que necesitamos como humanidad”, explican los autores.

Eudald Carbonell i Roura (izquierda), arqueólogo, nació en Ribes de Freser (Gerona), el 17 febrero de 1953. Desde el año 1999, ocupa la cátedra de prehistoria de la Universitat Rovira i Virgili. Además, es investigador del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), codirector del Proyecto Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca. Sus hitos científicos más destacadas son la creación de un sistema de análisis de la tecnología prehistórica llamado “sistema lógico-analítico” y el estudio del poblamiento antiguo de la península Ibérica.


Jordi Agustí
es profesor de Investigación ICREA en el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Tarragona). Especialista en mamíferos fósiles, su actividad investigadora se ha centrado en los cambios ambientales que han influido en la evolución de nuestro linaje. Ha dirigido proyectos en el norte de África y en el Cáucaso, y forma parte del equipo de investigación de la localidad georgiana de Dmanisi, en donde se han encontrado los restos de homínidos más antiguos de Eurasia. En el 2002 recibió el Premi de Literatura Científica de la Fundació Catalana per a la Recerca y un año después la Generalitat de Catalunya le concedió la Medalla Narcís Monturiol al mérito científico y tecnológico. Es autor de numerosas obras, entre ellas La evolución y sus metáforas (Tusquets), Fósiles, genes y teorías (Tusquets), El ajedrez de la vida (Crítica), Los primeros pobladores de Europa (RBA), Alicia en el País de la Evolución (Crítica) y La sonrisa de Leonardo (RBA).

Fragmentos del libro

«Lo que ahora nos hace humanos como especie es la obsesión por conocer y la necesidad de pensar  sobre lo que sabemos. es en esta ecuación que la humanidad se humanizará exponencialmente en el futuro, para deshumanizarse y cambiar de fase evolutiva, pudiéndose modificar somática y exosomáticamente a ella misma. de esta manera la transhumanización, probablemente, sea un destino del género Homo. Pasado y presente son construcciones espaciotemporales en las que están contenidas las realidades que nos permiten evolucionar, también involucionar, cuando las prácticas desafían de forma fatal las leyes y no tenemos alternativas para modificarlas antrópicamente.»

«La evolución es algo que aún no comprendemos en su totalidad, aunque ya entendemos algunos de sus mecanismos básicos; desde nuestra perspectiva, aún pocos. Suponemos que este es el objetivo: avanzar en saber lo que somos de manera esencial y cómo se ha construido esta esencialidad.»

«La revolución científico-técnica ha puesto en cuestión tanto los sistemas económicos como la estructura social del Homo sapiens en el planeta. Ha agudizado la contradicción entre nuestra biología primate y nuestra inteligencia humana hasta alcanzar cotas desconocidas. Así, el colapso se produce como consecuencia de esta situación que nuestro cerebro primate aún no puede gestionar. Tras él, en el siglo XXI, es posible que se abran las puertas a una humanidad más trascendente, que construya a través de la conciencia operativa, y que no se deje llevar por su etología animal, más o menos adaptada a sus condiciones tecnológicas y al conocimiento científico.»

Hallan en Jaén una villa romana y asentamientos íberos en excelente estado de conservación

Las excavaciones en la zona han dado grandes resultados. Foto: Universidad de Jaén.

Una villa romana y varios asentamientos íberos han sido identificados en las excavaciones arqueológicas que lleva a cabo en el entorno del Giribaile, en el término municipal de Rus (Jaén).

Los trabajos, llevados a cabo por el Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén (UJA), han dejado al descubierto una serie de vestigios arqueológicos que corren grave riesgo de destrucción por la acción del agua y del expolio arqueológico.

Las excavaciones tenían como objetivo primero documentar los restos que podrían verse afectados por nuevas subidas del nivel del pantano de Giribaile, aunque estos hallazgos han provocado que se vaya a estudiar la manera de protegerlos y ponerlos en valor para que puedan ser visitables.

Presentación de los trabajos realizada en el Instituto de Arqueología Ibérica de la UJA. Foto: Gema Gómez.

Villa romana de gran extensión

En su trabajo, los investigadores de la UJA han identificado varios asentamientos ibéricos, de los que actuarán concretamente en cuatro, y una villa romana de gran extensión y complejidad perteneciente al siglo I-II d.C.

En ella, se ha documentado una parte rústica, con hornos de producción cerámica y una almazara de aceite y estancias residenciales, y una parte urbana.

Imagen de restos arqueológicos encontrados.

"En un 90 por ciento se encuentra en una conservación excepcional e intentamos documentar el mayor número de restos, que están siendo muy prometedores", explica el investigador José Luis Serrano, que añade que, al tener un estado mejor del esperado: "habrá que evaluar las distintas posibilidades para su conservación".

"El patrimonio que se ha dejado al descubierto es realmente espectacular y hace referencia a una fase íbera inicial en la que conviven elementos prehistóricos, pero donde se introducen elementos como el torno de alfarero o la metalurgia", apunta el director del Instituto de Arqueología Ibérica de la UJA, Manuel Molinos.

Imagen del lugar donde se desarrollan los trabajos.

Molinos ha señalado la importancia de los restos arqueológicos encontrados, tanto por lo que aporta al conocimiento del patrimonio cultural e histórico de Rus, como para comprender otros enclaves importantes en la historia de la Alta Andalucía, como por ejemplo Cástulo, "ya que estos asentamientos son una iniciativa de esta ciudad ibero-romana, en esos momentos emergente, que tiene como uno de sus objetivos la explotación de los recursos de plata de la zona".

Fuentes: elconfidencial.com | diariodigital.ujaen.es | 22 de octubre de 2020

Una pieza dental permite datar uno de los esqueletos que encontraron los descubridores de la Cueva de Nerja en 1959

Imagen de la pieza dental. / SUR

Nuevo hallazgo de interés científico y relevancia internacional en la Cueva de Nerja (Málaga). La catedral de la Prehistoria del sur de España no deja de arrojar sorpresas de sus entrañas, por las que han pasado ya más de 18 millones de visitantes desde que fue abierta al público hace 60 años. El hallazgo de un premolar, estudiado junto con varios antecedentes y las actuales técnicas analíticas, han permitido datar uno de los dos esqueletos humanos que vieron los descubridores el mismo día en que se adentraron en la gruta de la Axarquía por primera vez, el 12 de enero de 1959, lo que supone un nuevo avance en la historia de la cavidad y en su conocimiento científico.

Los dos esqueletos desaparecieron en los confusos meses posteriores al descubrimiento, pero siempre han sido importantes en la crónica de la Cueva de Nerja gracias al relato de sus cinco exploradores, según han informado desde la Fundación en un comunicado. «De aquí el interés permanente por saber algo más sobre ellos. Con este objetivo, se han ido realizando trabajos de prospección en la zona de la Sala de los Fantasmas, donde se hallaron, para tratar de encontrar algún dato relevante sobre esos enterramientos», han apuntado.

Imagen del lugar donde se ha producido el hallazgo. / SUR

Fruto de esta labor, el equipo del Instituto de Investigación de la Cueva de Nerja halló en el suelo de dicha sala una pieza dentaria humana y varios fragmentos óseos también humanos, incluyendo un metacarpo, con alta probabilidad de correspondencia con los depósitos funerarios relatados.

El estudio de la pieza, un premolar inferior derecho, ha proporcionado datos muy interesantes y una datación muy precisa de la pieza. Así, se sabe que perteneció a un individuo cuya muerte se produjo en torno a los 15 años de edad, además presenta algunas líneas en el esmalte que indican que experimentó un déficit alimenticio coincidente con el final de la lactancia. También, se observa un ligero desgaste, que puede haber sido causado por su tipo de alimentación o por el empleo de la boca como tercera mano en tareas domésticas o artesanales.

Detalle de la pieza dental en el lugar que fue localizada, en la Sala de los Fantasmas. / SUR.

Rito funerario

Su dieta era típica terrestre, siguiendo los patrones del consumo alimentario que se observa desde el Neolítico en adelante. La datación de este premolar establece la edad del esqueleto en 3.690 años antes del presente. «Si a esta cronología unimos la ubicación del depósito funerario colocado sobre el suelo de la sala y en un espacio abierto, lo que supone un cambio de ritual en relación a los espacios elegidos durante el Neolítico y el Calcolítico inicial, podemos adscribir este tipo de enterramiento a las etapas finales del mundo Campaniforme andaluz, que sería la última fase prehistórica de ocupación de la cueva», han apuntado desde la Fundación.

La pieza dental ha sido estudiada por el Instituto de Investigación de la Cueva de Nerja mediante técnicas de microscopía binocular y macrofotogrametría de alta resolución, junto con el antropólogo Iván Sánchez. Además se ha enviado a los laboratorios Beta Analytic, especializados en dataciones, para las que combinan el estudio radiocarbónico con otras técnicas. «Con todo, tenemos: una cronología exacta, un tipo de rito funerario, un espacio elegido para el depósito y algunos materiales, lo que ha permitido la datación de al menos uno de estos dos esqueletos tan referidos en la Cueva de Nerja», han argumentado.

Foto: Los descubridores de la cueva de Nerja, Francisco Navas Montesinos, los hermanos Miguel y Manuel Muñoz Zorrilla y José Torres Cárdenas, junto con la viuda de José Luis Barbero de Miguel, en el interior del conjunto. GARCÍA-SANTOS.

Fue a causa de estos esqueletos por los que los cinco descubridores, jóvenes mareños de apenas 20 años, decidieron salir de la cavidad de forma inmediata, ya que al llegar a la ahora denominada Sala de los Fantasmas los encontraron en el suelo y pensaron que se trataba de dos personas que antes que ellos se habían adentrado en la gruta y habían fallecido al no poder encontrar la salida. «No fueron conscientes, en ese momento, de que pudiera tratarse de esqueletos prehistóricos», han finalizado.

Fuente: diariosur.es | 26 de octubre de 2020

Descubren en la Garganta de Olduvai (Tanzania) una punta de hueso dentada elaborada por el 'Homo erectus' hace más de 800.000 años

Foto: Una herramienta de hueso, hecha de un trozo de costilla de un animal grande, presenta tres púas curvas y una punta tallada. El artefacto fue fabricado hace más de 800.000 años, probablemente por el 'Homo erectus'. Cortesía de M. Pante et al.

Un tipo de herramienta ósea, que generalmente se cree que fue inventada por humanos de la Edad de Piedra tuvo su comienzo entre los homínidos que vivieron cientos de miles de años antes de que evolucionara el Homo sapiens, según concluye un nuevo estudio publicado en Journal of Human Evolution.

Un conjunto de 52 huesos de animales, previamente excavados pero poco estudiados y provenientes de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, incluye la punta de hueso dentada más antigua del mundo que se conoce hasta el momento, un artefacto probablemente elaborado por el Homo erectus hace al menos 800.000 años. La herramienta ósea, hecha de un trozo de costilla de un animal grande, presenta tres púas curvas y una punta tallada, informa el equipo de investigadores.

Una vista general de la Garganta de Olduvai (Tanzania).

Entre los restos óseos hallados en la Garganta de Olduvai, el antropólogo y biólogo Michael Pante (izquierda), de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins, junto con sus colegas, lograron identificar otros cinco artefactos óseos de hace más de 800.000 años.

Las puntas de hueso dentadas más antiguas que se conocían previamente se hallaron en un yacimiento de África central y datan de hace unos 90.000 años, y se supone que reflejan un ingenio de fabricación de herramientas propio del Homo sapiens. Esos artefactos incluyen anillos tallados alrededor de su base donde presumiblemente se unían a ejes o palos de madera. Las puntas de huesos con púas encontradas en yacimientos correspondientes a los Homo sapiens probablemente se usaron para pescar así como cazar grandes presas terrestres.

La punta de hueso dentada de la Garganta de Olduvai, que no se había completado por entero, no muestra signos de haber sido sujeta a un mango o eje de madera, y, por tanto, las formas en que el Homo erectus la empleó no están claras, dicen Pante y sus colegas.

Trabajadores en un yacimiento de la Garganta de Olduvai (Tanzania).

Este hallazgo y cuatro de los otros artefactos óseos datan de hace al menos 800.000 años, según las posiciones originales de los estratos de la Garganta de Olduvai, los cuales registran una inversión conocida del campo magnético de la Tierra acontecida hace unos 781.000 años. Otro artefacto óseo data de hace aproximadamente 1,7 millones de años, dicen los investigadores.

“Esta herramienta implica que el 'Homo erectus' fue el inventor de la tecnología de puntas de hueso con púas”, dice Pante, dado que las herramientas de piedra excavadas previamente en el mismo sedimento de la Garganta de Olduvai se parecen a las que se han encontrado en otros sitios africanos con fósiles de Homo erectus.

Las herramientas de hueso descritas en el nuevo estudio provienen de una colección de restos óseos de animales excavados a fines de la década de 1960 y principios de la de 1970 por la afamada y ya fallecida paleontóloga Mary Leakey (derecha), los cuales quedaron almacenados entre miles de fósiles y artefactos en una instalación en la Garganta de Olduvai. Pante descubrió este conjunto de 52 huesos en 2007, mientras realizaba una investigación en la zona.

Ahora bien, el arqueólogo Christian Tryon, de la Universidad de Connecticut, en Storrs, y que no participó en el estudio al respecto, cuestiona que el objeto pueda clasificarse definitivamente como una punta de hueso dentada, dado que no estaba terminada.

Sin embargo el informe de Pante muestra que los homínidos de Olduvai, ya fueran Homo erectus o alguna otra población prehumana, seleccionaban cuidadosamente huesos y piedras para fabricar herramientas, admite Tryon. “Eran hombres o mujeres artesanos expertos”.

El arqueólogo de la Universidad de Nueva York, Justin Pargeter (derecha) está de acuerdo. "Aunque no está claro si el artefacto de Olduvai era una herramienta de hueso puntiaguda comparable a las fabricadas más tarde por el 'Homo sapiens', la existencia de cualquier herramienta de hueso de hace 800.000 años muestra que esta práctica es mucho más antigua de lo que normalmente se venía suponiendo", dice.

Junto con la fabricación de herramientas óseas, se produjeron una serie de avances críticos en el comportamiento de los homínidos antes de la aparición del Homo sapiens hace unos 300.000 años. Estos desarrollos incluyen la invención de herramientas de piedra, el uso controlado del fuego, y la capacidad de sobrevivir en nuevos entornos. La utilización de huesos para fabricar herramientas como puntas dentadas habría ayudado a los antiguos grupos del género Homo a migrar a través de regiones ignotas donde se desconocían las ubicaciones de las fuentes de piedra, aduce Pante.

"La fabricación de ornamentos, las pinturas rupestres y otros actos simbólicos, pueden representar comportamientos humanos modernos que eludían los homínidos como el Homo erectus", dice Pante. "Sin embargo, algunos investigadores sospechan que especies Homo ya extintas también pudieron haber creado elementos simbólicos".

Fuente: sciencenews.org | de octubre de 2020

Descubren en Crimea un cráneo de hace 5.000 años al que se le aplicó una trepanación

Antropólogos del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia detectaron rastros de una trepanación en un cráneo del III milenio a.C., encontrado en Crimea, Rusia.

Aunque la osamenta fue descubierta ya en el año 2017 durante una excavación de un túmulo funerario cerca de la aldea de Lgovskoye en el este de Crimea, en el este de la Península, recién ahora los científicos revelaron los detalles del estudio, que llevó tres años.

En detalle, los arqueólogos hallaron una tumba con los restos de un hombre de entre 20 y 29 años, dentro de una estructura rectangular de madera. El cuerpo del joven había sido colocado sobre una esterilla o una funda de cuero, como lo demostró la capa de elementos orgánicos encontrada sobre la losa de piedra que servía como suelo de la fosa. Junto a él se encontraron dos puntas de flecha de pedernal y dos raspadores, lo que indica que ostentaba un alto estatus social.

El esqueleto del jóven hallado en el túmulo funerario. Imagen: Irina Rukavishnikova.

Los investigadores dicen que se trata de un hallazgo único, ya que da muestra de una de las mayores trepanaciones de la Edad del Bronce y sorprende por su gran tamaño y la precisión del trabajo del cirujano.

"Este es un ejemplo del sorprendente arte de un antiguo maestro cirujano que, con precisión milimétrica, raspó con una herramienta de piedra un área bastante grande del hueso, dejando la placa ósea más delgada, de menos de un milímetro de espesor, sin una penetración letal en la cavidad craneal, donde se encuentran vasos sanguíneos", comentó la doctora María Dobrovólskaya (izquierda), del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia.

Los científicos tardaron varios años en llegar a una conclusión fiable sobre el tipo de cirugía. Todas las áreas restantes fueron recolectadas y pegadas con masilla, lo que permitió reconstruir la bóveda del cráneo y tener una idea general de la operación realizada. Desafortunadamente, debido a la ausencia de algunos de los fragmentos y la destrucción de placas óseas delgadas, los antropólogos no pudieron restaurar todo el cráneo. La trepanación, de unos 140 milímetros por 125, se localiza entre las zonas parietal y occipital del cráneo y cubre un área significativa de la bóveda craneal. Ahora, lo que más interesa a los científicos es el propósito de esa trepanación. En aquella época, tales operaciones se hacían por razones rituales o curativas, como por ejemplo para aliviar persistentes dolores de cabeza.

"En el caso de la trepanación de Lgóvskoye es importante que haya una parte, aunque sea muy pequeña, con rastros del proceso inflamatorio en el interior de la bóveda craneal. Para entender si esta inflamación determinó la trepanación, o si fue su consecuencia, tenemos que seguir investigando", explicó Dobrovólskaya.

El túmulo funerario, cerca del pueblo Lgóvskoye, de 7 metros de altura y 45 de diamétro, donde se halló la tumba. Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Rusia.

Además, la investigadora apuntó que "el joven tuvo mala suerte, pues, a pesar de que la tasa de supervivencia después de las trepanaciones, incluso en tiempos primitivos, era muy alta, probablemente murió poco después de la cirugía", detalló, y explicó que "esto se demuestra por la falta de signos obvios de curación: las marcas del instrumento de trepanación son claramente visibles en la superficie del hueso".

"Paradójicamente, esto es una rareza, porque en la antigüedad la mayoría de las personas sobrevivían con seguridad incluso después de varias trepanaciones", añadió.

En el territorio de Stávropol, en la república de Kabardia-Balkaria, en la región del río Don y en el norte de Crimea, se realizaron trepanaciones en el Calcolítico y durante varios períodos de la Edad del Bronce. En años recientes fueron encontrados unos 15 cráneos con rastros de ese procedimiento quirúrgico, lo que indica la existencia de tradiciones asociadas al uso de esta operación entre la población de la región.

Fuentes: actualidad.rt.com | news.allcrimea.net | 22 de octubre de 2020

Los artistas prehistóricos del norte de la península ibérica ya seguían modas en sus grabados 27.000 años atrás

Fotografía y calco del caballo B.II.1, grabado en la pared derecha de la Cueva de Aitzbitarte III (O. Rivero y D. Garate). Crédito: Garate et al, 2020 (PLOS ONE, CC BY)

Los artistas prehistóricos ya seguían "modas" en las formas de representar su grabados artísticos en las paredes de las cuevas, según ha constatado un grupo de arqueólogos españoles, que ha detectado la existencia de "redes de contacto" entre estos creadores 27.000 años atrás.

Esta es la principal conclusión de un estudio elaborado por expertos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), la Universidad de Salamanca (USAL), el Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana (Cenieh) y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), que ha sido publicado este miércoles por la prestigiosa revista especializada Plos One.

Cuevas decoradas en la región cantábrica oriental (de Nervión a Bidasoa) y Pirineos occidentales (de Bidasoa a los Gaves de l'Adour) (mapa base: https://maps-for-free.com): en negro, cuevas descubiertas durante el siglo XX; en rojo, cuevas encontradas en el siglo XXI; en círculo, conjuntos pre-magdalenienses; triángulo para los magdalenienses y cuadrado para conjuntos complejos (pre-magdalenienses y magdalenienses).

La investigación se basa en la comparación de unos grabados recientemente descubiertos en las cuevas guipuzcoanas de Aitzbitarte (Errenteria) con el arte parietal existente en otras 17 grutas europeas.

"Se trata de grabados, principalmente de bisontes, ejecutados de una manera hasta ahora nunca vista en la cornisa Cantábrica. Una especie de moda a la hora de ejecutar los grabados, más propia del sur de la actual Francia y de algunas zonas del mediterráneo", explica Diego Garate (izquierda), director del proyecto y miembro del IIIPC en una nota de prensa.

Otra de las investigadoras, la especialista en arte paleolítico de la USAL, Olivia Rivero (derecha), precisa que "esta corriente artística, localizada en las cuevas de Aitzbitarte III, V y IX, se define por la representación de animales con los cuernos y extremidades en vista frontal, pero que contienen detalles específicos como la figuración del pelaje o las pezuñas".

Los investigadores han comparado mediante "estadística multivariable" estas figuras con otras localizadas en distintas grutas europeas y han concluido que su distribución coincide con la dispersión de las herramientas más frecuentes en la región hace unos 27.000 años.

Grabados en el panel A de Aitzbitarte III. Arriba: Calco del panel formado por cabeza de un pájaro y un bisonte. Abajo a la izquierda: detalle del grabado de la cabeza del pájaro. Abajo a la derecha: detalle del grabado del bisonte (O. Rivero y D. Garate).

En concreto, el miembro del Cenieh, Joseba Ríos (izquierda), constata que "la dispersión de este estilo coincide en gran manera con la de los buriles de Noailles y las puntas de Isturitz, unos útiles que aparecieron en el Pirineo occidental hace entre 31.000 y 29.000 años y que posteriormente comenzaron a extenderse hacia la zona de Francia, hasta llegar finalmente a la zona Mediterránea".

"Por poner un ejemplo, mientras en Aitzbitarte grababan bisontes siguiendo estas convenciones específicas, en el resto de la cornisa Cantábrica se dibujaban ciervas rojas aplicando la pintura con el dedo", apunta el director del proyecto.

No obstante, Diego Garate, puntualiza que también "existen ciertos detalles comunes para ambos estilos: como la manera de representar los caballos o la ausencia de la perspectiva en las extremidades, una circunstancia que permite deducir que, a pesar de la existencia de peculiaridades en regiones concretas, en aquella época ya existían redes de intercambio cultural de gran distancia".

Calco y fotografía de detalle de las patas delanteras de los uros grabados en Aitzbitarte III (O. Rivero y D. Garate).

Distintos expertos internacionales en el tema, como la directora del proyecto de la cueva de Chauvet y prehistoriadora de la Universidad de Toulouse (Francia), Carole Fritz (derecha), han destacado la importancia de esta investigación ya que, en su opinión, "es una auténtica novedad localizar por primera vez grabados de este tipo en la península ibérica", recuerda la nota.

En la misma línea se pronuncia José Luis Sanchidrián (izquierda), de la Universidad de Córdoba, para quien "el estudio demuestra una fuerte interrelación regional de la expresión gráfica parietal desde momentos muy antiguos".

Además de la financiación de la Diputación de Gipuzkoa y del Ayuntamiento de Errenteria (Gipuzkoa), la investigación ha contado con la ayuda de los espeleólogos de los grupos Félix Ugarte Elkartea y Aizpitarte Elkartea. "Sin su ayuda, este patrimonio seguiría siendo desconocido para la humanidad", concluye Diego Garate. EFE

Fuente: lavanguardia.com | 28 de octubre de 2020

Fotografía y trazado de bisontes grabados en el Sector A de la cueva V de Aitzbitarte (O. Rivero y D. Garate).

Grabados de bisontes en cuevas españolas revelan una cultura artística común en la antigua Europa

El arte rupestre descubierto recientemente en cuevas del norte de España representa un estilo artístico cultural común en la antigua Europa, pero previamente desconocido en la península ibérica, según un estudio publicado en la revista PLOS ONE por Diego Garate, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, España, y un equipo de investigadores afines.

La historia del arte prehistórico incluye varios complejos culturales caracterizados por diferentes estilos y convenciones artísticas. En 2015, se descubrieron nuevas estancias de arte rupestre en tres cuevas del cerro Aitzbitarte (Guipúzcoa), las cuales representan un estilo artístico previamente desconocido en la península ibérica. En este estudio, Garate y sus colegas han comparado este estilo artístico con otros existentes en toda Europa.

Los grabados de Aitzbitarte IX. Arriba: pasaje colapsado en Aitzbitarte IX con el panel decorado a la izquierda. Abajo: fotografía y calco de la cabeza de un bisonte grabada en Aitzbitarte IX (O. Rivero y D. Garate).

Las obras de arte de las cuevas de Aitzbitarte consisten principalmente en grabados de bisontes, con los característicos cuernos y jorobas de estos animales. Los autores subrayan el estilo particular con que se han dibujado los cuernos y las patas de los mismos, generalmente sin la perspectiva adecuada. Las extremidades se representan como una "doble Y", con ambas patas visibles, y los cuernos se dibujan de manera similar uno al lado del otro con una serie de líneas en medio.

Esto es consistente con el estilo artístico del complejo cultural Gravetiense, caracterizado por costumbres específicas en el arte, la elaboración de herramientas y prácticas funerarias hace aproximadamente entre 34.000 y 24.000 años. Esta cultura es conocida en toda Europa, pero no se había visto antes en la península ibérica. Los autores han combinado los descubrimientos de Aitzbitarte con datos del arte rupestre de toda Europa para mostrar que la cultura Gravetiense estaba más extendida y era más variada de lo que se pensaba anteriormente.

Fotografía y calco en el panel B.VII al pie de la rampa en Aitzbitarte III: animal indeterminado; cuernos de bóvidos y los cuartos traseros de un caballo. (O. Rivero y D. Garate).

Los autores añaden: "El estudio analiza las particularidades de los grabados de animales paleolíticos encontrados en las cuevas de Aitzbitarte en 2016. Estas imágenes prehistóricas, principalmente representando bisontes, fueron diseñadas de una forma nunca antes vista en el norte de España, siguiendo una especie de moda en la forma de dibujar los grabados que es más característico del sur de Francia y algunas partes del Mediterráneo. El estudio demuestra, pues, las estrechas relaciones regionales que existían en el arte rupestre de Europa Occidental desde tiempos muy tempranos, al menos hace 25.000 años".

Fuente: phys.org | 28 de octubre de 2020

La primera gran batalla en Europa, hace unos 3.250 años, fue provocada por el control del comercio a grandes distancias

El cráneo de un hombre muestra claramente las huellas de un combate en el río Tollense (Alemania).
Fuente: Picture Alliance / Jens Büttner

Hace 3.250 años, al mismo tiempo que Troya era reducida a cenizas, tuvo lugar en suelo europeo una de las primeras batallas más importantes del continente. En la actual Alemania, cerca del río Tollense —a 150 kilómetros de Berlín y a 50 del mar Báltico—, entre 4.000 y 5.000 hombres de la Edad del Bronce libraron una batalla sin precedentes para hacerse con el control de un puente que cruzaba una ruta de interés para ambos bandos. Ahora, milenios más tarde, se ha descubierto que tal batalla podría en realidad haber sido una masacre y no un combate entre dos pueblos armados.

Un grupo de arqueólogos ha llegado a tal conclusión al analizar los restos de los partícipes de la batalla. "El perfil de algunos no corresponde necesariamente con la de un guerrero, sino con la de gente que se pasó la vida transportando cosas", ha declarado el arqueólogo Detlef Jantzen, arqueólogo de la Oficina Estatal de Cultura y Preservación de Monumentos de Mecklemburgo-Pomerania Occidental al periódico The Times tras examinar varias de las columnas vertebrales. Por ello, los investigadores han llegado a la conclusión de que aquel episodio violento fue realmente una emboscada en lugar de una guerra.

El arqueólogo Detlef Jantzen examinando un cráneo. Fuente: Picture Alliance / Dpa

Esta nueva hipótesis resuelve una de las grandes incógnitas. Cuando se encontró este campo de batalla en 1996, emergieron restos de caballos, dagas, objetos de Mesopotamia, Egipto y hasta cadáveres de mujeres. ¿Cómo podría haberse concentrado tal variedad en el norte de Alemania?

En ningún campo de batalla antiguo de Europa o el Mediterráneo se han descubierto tantos huesos humanos. Hasta el momento, se han recuperado las osamentas de unos 140 combatientes. Una exposición especial del museo arqueológicoal aire libre en Groß Raden cerca de Sternberg (distrito de Ludwigslust-Parchim) presenta actualmente una selección de los hallazgos.

En aquellas tierras perecieron alrededor de 1.400 personas. La mayoría, tal y como indica la nueva lectura de los investigadores, fueron comerciantes que llevaban todo tipo de objetos de lujo. En este sentido, la masacre fue tan agresiva, violenta y numerosa, que fue confundida durante décadas por la guerra más antigua de Europa.

Restos de la batalla del valle de Tollense (S. Sauer / Antiquity).

Arqueros

Las primeras informaciones acerca de los hallazgos del río Tollense eran espectaculares. Se desconocía cómo una zona donde predominaban pequeñas aldeas y granjas aisladas podía haber albergado una batalla de tales magnitudes. Tal y como escribe Geoffrey Parker (izquierda), uno de los historiadores más prestigiosos de la actualidad, en Historia de la guerra (Akal), "las sociedades con territorio abundante y escasez de recursos humanos suelen preferir conflictos de carácter ritual en los cuales solo luchan realmente unos pocos 'adalides', aunque su destino decide el de todos los demás".

Inicialmente, los hallazgos provocaron varias hipótesis. Los científicos interpretaron el lugar como un cementerio prehistórico, cuyas tumbas podrían haber sido destruidas por una inundación. También entraba en juego el que fuera un lugar para ceremonias religiosas, durante las cuales se podían haber realizado sacrificios humanos.

Sin embargo, las conocidas costumbres funerarias de la región hablaban en contra de un cementerio: los residentes de la Edad del Bronce solían enterrar a sus muertos en tierra seca. La proporción de edad y género tampoco coincidía con un lugar de entierro. La gran mayoría de los muertos eran hombres y perdieron la vida, hasta donde se ha podido determinar, entre los 20 y los 40 años. El hecho de que esto no sucediera según algún ritual similar conocido, sino mediante el uso de diferentes armas, habla en contra de un acto de culto.

Foto: Punta de flecha de bronce clavada en un cráneo. Fuente: Picture Alliance / Dpa

Basándose en los rastros de heridas en los restos óseos, los científicos paleoforenses pudieron descifrar qué armas se utilizaron. Los guerreros se atacaban entre sí con lanzas, garrotes, espadas y, sobre todo, arcos y flechas. Alrededor de 50 puntas de flecha de bronce demuestran que la mayor parte de la batalla se libró con esta arma de largo alcance.

Además, las espadas en particular atrajeron el interés de los científicos. Durante mucho tiempo, la tesis fue que las armas de bronce raras, de alta calidad y correspondientemente valiosas, se usaban de modo principal como ostentación con el fin de demostrar el prestigio de sus portadores. Ahora, sin embargo, tanto las heridas como los signos de uso en varias espadas encontradas mostraban que habían sido utilizadas en combate.

Foto: Recreación de la batalla mostrada en una exposición del Museo Estatal de Prehistoria de Halle.

Espadas y jinetes en el campo de batalla.

Otra observación encajaba con esto. Varios de los muertos eran aparentemente jinetes, como lo demuestran los cambios típicos en sus articulaciones óseas, asi como algunas fracturas óseas que se explican por caídas desde cierta altura o ataques desde abajo. Esto podría significar que los guerreros a caballo que lucharon en el río Tollense estaban organizados bajo una jefatura o jerarquía de mando correspondiente a una sociedad estructurada. Aquí no se trata de hordas de campesinos con garrotes que lucharon salvajemente, sino ejércitos organizados.

No está claro quiénes eran los combatientes y por qué lucharon entre sí. El análisis de isótopos de las piezas dentales realizado en la Universidad de Aarhus mostró que algunos de los combatientes comieron mijo durante muchos años. Eso sugirió un hogar en las estribaciones de los Alpes. Dado que inicialmente se asumió que este grano aún era desconocido en Mecklenburg hace 3.250 años, surgió la imagen de migrantes que, viniendo del sur, atacaron a los colonos en el Tollense.

Foto: Cayeron hombres de ambos lados. Más de 1400 murieron y muchos más resultaron heridos. La batalla se extendió por todo el valle en un centenar de focos de lucha.

Pero los científicos rechazaron esta hipótesis dado que el mijo era bien conocido en el norte de Alemania. "La esperanza de poder sacar conclusiones fiables sobre los orígenes de los combatientes con la ayuda del análisis de isótopos no se ha cumplido", dice Detlef Jantzen.

Ahora bien, los hallazgos han hecho cada vez más plausible por qué la pelea comenzó en este punto del río. En las aguas del Tollense, los excavadores encontraron una estructura de madera que probablemente pertenecía a un puente sobre el río, el cual, en su día, era mucho más ancho. La datación por radiocarbono de los restos de madera mostró una antigüedad de 3.900 años, pero la instalación todavía estaba en funcionamiento en el momento de la batalla.

Joyas de oro halladas en el campo de batalla del Tollensetal. Fuente: Picture Alliance / Jens Büttner

Lapislázuli de Afganistán

Presumiblemente, en este lugar se cruzaban dos antiguas rutas comerciales de larga distancia. Los artículos de lujo y estratégicos como el estaño, que era necesario para la fabricación de bronce, llegaban a través de las mismas.

Hace apenas unos días, los arqueólogos de Halle presentaron una perla que se encontró en una tumba de la Edad de Bronce cerca de Esperstedt (Saalekreis). Está fechada en 1200 a. C., y viene de Mesopotamia. Su color azul se debe al lapislázuli, el cual fue extrído en Afganistán. También en Neustrelitz, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, se descubrieron 180 perlas de vidrio provenientes del Mediterráneo y que también datan de alrededor del 1200 a. C.

Foto: Un conjunto de objetos de bronce que incluye herramientas, ornamentos y fragmentos metálicos hallados en el lugar de la batalla. V. MINKUS

Una fuerza del oeste se movió contra el control del puente

Las dimensiones de este comercio de larga distancia se hacen tangibles en el río Tollense. Aquí la vía fluvial se unía a través del Peene y el Tollense hasta el río Havel, al sur en la ruta que iba desde el este a Jutlandia y Baja Sajonia. Al mismo tiempo, en esta encrucijada fluvial chocaron diferentes culturas: en la Edad del Bronce Nórdica, al oeste estab la cultura de Lüneburg, y en el este la cultura lusaciana. Es muy posible que hubiera un centro regional en la zona del asentamiento, al este del Tollense, que aún está pendiente de excavación. Allí se detectaron arcos y muchas puntas de flecha de bronce que apuntan a conexiones hacia el este. Esas flechas rara vez se usaban más al oeste en ese momento.

De acuerdo con el estado actual de las cosas, y con la debida cautela, Detlef Jantzen aventura una hipótesis: hacia el 1250 a. C. Una fuerza avanzó desde el oeste hacia el puente sobre el río Tollense. Es de suponer que fue detectada a tiempo por personas de la orilla este, las cuales bloquearon el puente y tendieron una emboscada. La carnicería que siguió se prolongó durante al menos 2,5 kilómetros río abajo. Y mientras que los vencedores cuidaron de sus muertos, los perdedores dejaron a sus caídos.

La batalla no tuvo lugar por casualidad hace unos 3.250 años. En ese momento, el metal se estaba volviendo notablemente escaso al norte de los Alpes. Los artefactos de bronce usados ​​se tenían que reciclar, mientras que las piezas nuevas eran más fáciles de realizar. Además, las nuevas prácticas funerarias (cremación en lugar de entierro) apuntan a cambios de gran alcance entre la población. El colapso del comercio a larga distancia anticipó un escenario que, 50 años después, abrumaría a las culturas avanzadas de Oriente Medio: invasiones, revueltas, hambrunas y falta de recursos pusieron fin al sistema estatal altamente desarrollado de la Edad del Bronce.

Por el momento, las investigaciones de los arqueólogos continúan para arrojar aún más luz a un conflicto que hasta este año se había tomado como una de las grandes batallas europeas de la protohistoria.

Fuente: elespañol.com | welt.de | dailymail.co.uk| 26 de cotubre de 2020