Mostrando entradas con la etiqueta Antropologia. Mostrar todas las entradas

El hallazgo en el Tíbet de un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano arroja nueva luz sobre esta especie humana

Los investigadores excavaron un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano que vivió en la cueva cárstica de Baishiya, en el Tíbet, hace entre 48.000 y 32.000 años. Crédito. Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Los denisovanos sobrevivieron y prosperaron en la meseta tibetana a gran altitud durante más de 100.000 años, según un nuevo estudio que profundiza en la comprensión científica de estos enigmáticos humanos antiguos identificados por primera vez en 2010.

Los investigadores analizaron miles de fragmentos de huesos de animales desenterrados en la cueva kárstica de Baishiya, a 3.280 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Xiahe, en la provincia china de Gansu, uno de los tres únicos lugares donde se sabe que vivieron estos humanos extintos. Su trabajo reveló que los denisovanos podían cazar, descuartizar y procesar diversos animales grandes y pequeños, tales como rinocerontes lanudos, ovejas azules, yaks salvajes, marmotas y aves.

El equipo de arqueólogos que ha trabajado en la cueva también descubrió un fragmento de costilla en una capa de sedimento que data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que lo convierte en el más joven de los pocos fósiles denisovanos conocidos, un indicio de que la especie existió más recientemente de lo que los científicos pensaban.

a) Fragmento de costilla perteneciente a un denisovano (denominado Xiahe 2) que vivió en la cueva cárstica de Baishiya hace entre 48.000 y 32.000 años. b) Árbol filogenético para el espécimen Xiahe 2. Crédito: Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Debido a la escasez de pruebas fósiles, los detalles sobre cómo vivían estos antepasados humanos arcaicos han sido escasos. Pero el nuevo estudio publicado en Nature revela que los denisovanos que vivieron en la cueva kárstica de Baishiya eran increíblemente resistentes, pues sobrevivieron en uno de los entornos más extremos de la Tierra durante los periodos más cálidos y fríos, mediante el aprovechamiento al máximo de los diversos recursos animales disponibles en un paisaje de pastizales.

"Sabemos que los denisovanos vivieron y ocuparon la cueva de Baishiya, en la meseta tibetana, durante mucho tiempo, pero lo que realmente queríamos saber, es ¿cómo vivieron allí y cómo se adaptaron al entorno?", explica Dongju Zhang (izquierda), arqueóloga y profesora de la Universidad de Lanzhou (China) al tiempo que coautor del estudio publicado en la revista Nature. "Los denisovanos utilizaron todos los animales que tenían a su disposición, lo que significa que su comportamiento era flexible", añadió Zhang.

"El fragmento de costilla hallado pertenecía a un denisovano que probablemente vivió en una época en la que los humanos modernos se dispersaban por el continente euroasiático", explica Frido Welker (derecha), coautor del estudio y profesor asociado del Grupo de Paleoantropología Biomolecular del Instituto Globe de la Universidad de Copenhague."Futuras investigaciones en el yacimiento y en la región podrán arrojar luz sobre si los dos grupos humanos interactuaron allí, dado que la costilla fósil y la capa de sedimentos se sitúan en un contexto en el que sabemos que en una región más amplia es probable que hubiera humanos modernos, y eso es interesante", afirma.

La mandíbula de Xiahe hallada en 2019. Vista anterior (a), oclusal (b), lateral (c, d) e interna (e) de la muestra. a, b, d, e, son vistas después de la eliminación digital de la matriz de carbonato adherida. La preservación de la región sinfisaria de la mandíbula permite una reconstrucción virtual de los dos lados de la misma. La zona virtual es color gris. La sección sinfisaria y el ángulo infradental-gnatión se muestran en e.

Un rastro de pistas denisovanas

Los denisovanos fueron identificados por primera vez hace poco más de una década en un laboratorio utilizando secuencias de ADN extraídas de un diminuto fragmento de hueso de un dedo. Desde entonces, se han encontrado menos de una docena de fósiles denisovanos en todo el mundo.

La mayoría de ellos se hallaron en la cueva de Denísova, en los montes Altai de Siberia, de donde procede el nombre del grupo. Posteriormente, los análisis genéticos revelaron que los denisovanos, al igual que los neandertales, se habían cruzado con los humanos modernos. Los restos de ADN denisovano hallados en personas actuales sugieren que esta antigua especie probablemente vivió en gran parte de Asia.

Sin embargo, no fue hasta 2019 cuando los investigadores identificaron el primer fósil denisovano fuera de la cueva homónima.

Una mandíbula con dos dientes encontrada por un monje en la cueva kárstica de Baishiya, un lugar sagrado para los budistas tibetanos, databa de hace al menos 160.000 años y contenía una firma molecular denisovana. El descubrimiento de ADN en los sedimentos del yacimiento, publicado un año después, aportó más pruebas de que los denisovanos habían habitado la zona.

La cueva de Baishiya está orientada al sureste y a unos 40 metros por encima del moderno lecho del río Jiangla. Es a la vez una cueva budista famosa a nivel local y un lugar turístico famoso. Foto: Dongju Zhang, Lanzhou University.

En 2022, los científicos identificaron como denisovano un diente desenterrado en una cueva de Laos que pertenecía a una niña que vivió hace al menos 131.000 años, una pista que situaba por primera vez a la especie en el sudeste asiático. Al igual que con la mandíbula de Xiahe, no se pudo extraer ADN del diente, por lo que los investigadores estudiaron en su lugar los restos microscópicos de proteínas, que se conservan mejor que el ADN, aunque son menos informativos.

El reciente estudio publicado en Nature, aludido más arriba, ha examinado también más de 2.500 trozos de huesos de animales recuperados durante las excavaciones en la cueva de Baishiya en 2018 y 2019.

La mayoría de los fragmentos eran demasiado pequeños para ser identificados a simple vista, por lo que los investigadores recurrieron a una técnica relativamente nueva conocida como zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS), que permite a los científicos extraer información valiosa de especímenes que podrían haber sido pasados por alto en el pasado.

Basándose en pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos del colágeno conservado en el interior del hueso, ZooMS ayudó a los investigadores a determinar a qué tipo de animal pertenecían los restos óseos hallados.

El molar de una niña denisovana hallado en una cueva de Laos. Crédito de la imagen: Fabrice Deméter.

El lugar de Baishiya en la historia denisovana

Además de herbívoros grandes y pequeños, el análisis reveló la existencia de carnívoros como las hienas, y algunos de los animales, como la oveja azul, siguen siendo comunes en el Himalaya hoy en día.

Muchos de los huesos de animales presentaban marcas de corte que indicaban que los denisovanos procesaban los animales para obtener sus pieles, así como carne y médula ósea. Según el estudio, algunos de estos huesos se utilizaron como herramientas.

En conjunto, la diversidad de especies animales encontradas sugiere que en los alrededores de la cueva de Baishiya predominaba un paisaje de pastos con algunas pequeñas zonas boscosas, similar al actual, aunque la arqueóloga Zhang señaló que la mayoría de los animales que viven allí en la actualidad son yaks y cabras domesticadas.

Muchos de los huesos recuperados en la cueva kárstica de Baishiya, como esta vértebra de hiena manchada, contienen huellas de actividades humanas, como marcas de cortes. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

Durante el laborioso proceso de clasificación de los huesos, que duró varios meses, el equipo identificó el fragmento de costilla mencionado, de 5 centímetros de longitud. Sin embargo, la resolución de la información proteínica no fue lo bastante clara como para determinar inmediatamente a qué tipo de humano había pertenecido. Un análisis más detallado de las proteínas antiguas conservadas en el fragmento de costilla, dirigido por el paleoantropólogo biomolecular, Welker, reveló que se trataba de un denisovano.

El hueso de costilla procedía de una capa de sedimentos de la que el equipo ya había extraído ADN denisovano, y Zhang explicó que los investigadores están intentando recuperar ADN del nuevo espécimen. Ese proceso podría proporcionar información genética más detallada sobre el propietario de la costilla y la población denisovana más amplia que vivió en la zona.

"Con tan poca información sobre los denisovanos, cada descubrimiento es de gran importancia y el análisis zooarqueológico llevado a cabo por los autores del nuevo estudio fue "particularmente perspicaz", dijo la arqueóloga Samantha Brown (izquierda), jefa del grupo júnior de paleoproteómica de la Universidad alemana de Tubinga, la cual ha trabajado con los restos óseos de la cueva de Denísova.

"La corta antigüedad del fragmento de costilla hallado fue sorprendente. En esa época tenemos pruebas de que los humanos modernos ocuparon territorios hasta en Australia. Esto abre realmente el debate sobre la posibilidad de que estos grupos interactuaran a medida que los humanos modernos se adentraban en Asia y el Pacífico, pero es probable que se necesiten más pruebas para comprender la naturaleza de estas interacciones", declaró Brown, que no participó en el estudio publicado.

Los trabajos continúan en la cueva kárstica de Baishiya, y la arqueóloga Zhang está excavando otro yacimiento paleolítico en la región que podrían haber ocupado los denisovanos o los humanos modernos que vinieron después de ellos, dijo.

El análisis de fragmentos óseos desenterrados durante las excavaciones en la cueva cárstica de Baishiya ha revelado qué animales descuartizaban, comían y procesaban los denisovanos. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

"A diferencia de la cueva de Denísova, que estuvo ocupada por los primeros humanos modernos y neandertales, además de por los denisovanos, las pruebas actuales sugieren que éstos fueron el único grupo de humanos que vivió en la cueva kárstica de Baishiya", explicó Zhang. Esto convierte a la meseta tibetana —una zona apodada "el techo del mundo"— en un lugar especialmente importante en la búsqueda de respuestas a las muchas preguntas que quedan por responder sobre quiénes eran los denisovanos, qué aspecto tenían, cómo desaparecieron y qué lugar preciso ocupan en el árbol genealógico humano.

Fuentes: cnnespanol.cnn.com | nytimes.com | 4 de julio de 2024

Una mujer enterrada hace unos 12.000 años en Turquía podría haber sido una chamana

El entierro de la posible chamana corresponde a una mujer acurrucada sobre su lado derecho y acompañada de una variedad de huesos de animales. Crédito: Profesor Ergül Kodaş.

Un pequeño equipo de arqueólogos de la República de Turquía ha identificado a una mujer que fue enterrada como una posible chamana hace aproximadamente 12.000 años en un asentamiento neolítico ahora llamado Çemka Höyük, -ubicado a unos 150 kilómetros del más famoso Göbekli Tepe, y a unos 75 kilómetros de Çatal Hüyuk, un sitio conocido como la primera ciudad de la historia.

En su artículo, publicado en la revista L'Anthropologie, el grupo de arqueólogos describe su estudio sobre la mujer y los animales que fueron enterrados a su alrededor, así como cuál pudo haber sido su papel en la aldea neolítica precerámica en la que vivió.

Çemka Höyük (que significa el "montículo junto al agua") es un pequeño asentamiento del Epipaleolítico Final - Neolítico Temprano situado aproximadamente a 1100 m al suroeste de la presa de Ilısu. Ergül Kodas.

Vista aérea del sector 1 de Çemka Höyük y evolución cronológica del asentamiento. Ergül Kodaş y Yunus Çiftçi.

En 2019, los excavadores de Çemka Höyük descubrieron los restos de esta mujer perteneciente a una época en la que los habitantes de la zona todavía eran cazadores-recolectores, pero que también habían comenzado a establecer pequeños asentamientos. Los investigadores creen que tenía entre 25 y 30 años cuando murió.

La mujer había sido enterrada bajo el suelo de un edificio construido con barro, mientras que otras 14 personas fueron enterradas bajo otros edificios cercanos. Investigaciones anteriores han demostrado que enterrar a los muertos bajo las casas era una práctica común en la época. Pero, a diferencia de otros entierros contemporáneos, ella fue encontrada enterrada con restos de una gran variedad de animales.

En el momento de su muerte la domesticación de los animales aún no había comenzado, por lo que todos eran salvajes. Tal vez aún más sorprendente es que el cuerpo de la mujer estaba cubierto por un gran bloque de piedra caliza.

Algunos otros ejemplos de entierros hallados en Çemka Höyük. E. Kodaş

Un estudio minucioso de los animales enterrados con la mujer mostró que habían sido colocados con cuidado: el cráneo de un uro había sido dispuesto justo encima de su cuerpo, por ejemplo, con la mandíbula separada y colocada a sus pies. Otros huesos incluían alas de perdiz, patas de marta y huesos de oveja o cabra esparcidos al azar por toda la tumba.

Los investigadores sugieren que enterrar animales junto a esta mujer, una práctica que no se observaba en otros lugares, sugiere la posibilidad de que la mujer ocupara un lugar especial en la sociedad, tal vez ejerciendo como chamana, es decir, una persona que habría tenido una conexión especial con los espíritus, especialmente con aquellos con malas intenciones. A menudo se ha considerado que los chamanes de otras sociedades tenían una conexión estrecha con los animales y los espíritus que pueden habitarlos.

Sin embargo, los investigadores reconocen que las extrañas características del enterramiento podrían deberse también a otras prácticas rituales, como el culto a los animales, la metonimia (como la idea de que un hueso del ala de un pájaro podría provocar el vuelo) o la práctica de festines durante los enterramientos, más que al chamanismo, propiamente dicho.

Distribución de los distintos elementos del entierro. Ergül Kodaş et al.

Tumba dañada por las obras de una carretera

Aunque la parte sur del entierro resultó parcialmente dañada debido a la construcción de una carretera entre Çemka Höyük y el río Tigris, la mayor parte permaneció intacta. La joven fue enterrada en decúbito prono, tumbada sobre el lado derecho, con orientación noroeste-sureste y mirando al oeste.

“Teniendo en cuenta que el individuo femenino y los huesos de animales fueron depositados juntos en un mismo entierro, podemos suponer algunas relaciones simbólicas entre los animales y los cazadores-recolectores-pescadores de Çemka Höyük, los cuales ya se habían embarcado hacia una vida sedentaria”, escriben los autores en el estudio.

Marginados que vivían solos

“Un chamán o chamana se diferencian de la gente corriente y pueden aparecer como una figura carismática, a veces religiosa, pero posiblemente también 'loca'. Es muy probable que tales personas fueran diferentes también en sus hábitos, y es posible que hayan tenido una discapacidad o marcadores visuales que los hicieran diferentes. Tal vez eran marginados que vivían solos a pesar de su papel como viajeros entre mundos. Por esta razón, en muchas sociedades, las ceremonias funerarias de los chamanes son diferentes a los ritos del resto de su comunidad”, concluyen.

Fuentes: phys.org | nationalgeographic.es | 31 de julio de 2024

¿Qué hacía la gente con todo el metal de la Edad del Bronce? Una nueva investigación reaviva viejos debates sobre la naturaleza del dinero

Uno de los mayores hallazgos de la Edad del Bronce tardía: este tesoro descubierto en Weißig, cerca de Dresde (Alemania), pesa alrededor de 20 kilogramos y consta de 63 objetos completos y 328 fragmentos. Foto: Oficina Estatal de Arqueología de Sajonia / J. Lipták

No tenemos evidencia escrita sobre cómo vivía la gente en Europa durante la Edad del Bronce (2300–800 a. C.), por lo que los arqueólogos reconstruyen su mundo a partir de los artefactos y materiales que dejaron atrás. A diferencia de aquellos perecederos como la lana o la madera, es el metal el que se ha conservado bien.

Los miembros de la élite de la sociedad reciben una considerable atención arqueológica, en gran medida porque la gente común dejaba menos rastros. Un nuevo estudio sugiere que podemos aprender algo sobre esta gente común a partir de los tesoros de metal enterrados, y que sus vidas económicas eran muy parecidas a las nuestras.

¿Por qué la gente enterraba montones de metal?

Durante la Edad del Bronce era una práctica común en toda Europa depositar montones de objetos de metal bajo tierra o los colocaba en un lugar especial, como un pantano o un lindero.

A veces, estos tesoros incluían muchos objetos, y otras solo unos pocos. En ocasiones estaban compuestos por un solo tipo de objeto (un ejemplo conocido son los tesoros de decenas de hachas de la misma forma). Otras, por el contrario, incluían una variedad de objetos, e incluso fragmentos de objetos rotos.

A pesar de su variedad, los hallazgos muestran que el mundo de la Edad del Bronce estaba interconectado en toda Europa y que los objetos de bronce tenían un valor especial en la mayor parte de ella.

¿Por qué la gente enterraba estos tesoros? Los arqueólogos llevan décadas intentando responder a esta pregunta.

¿Se trataba de un acto religioso? ¿De una destrucción intencional de bienes valiosos con el fin de reducir las desigualdades en materia de riqueza? ¿De chatarra oculta en épocas de conflicto o guardada para su uso futuro en la metalurgia?

Solo se han encontrado unos pocos personajes de la Edad del Bronce. A menudo se trata de personas enterradas en enormes montículos de tierra y se supone que eran figuras importantes: líderes rituales, jefes u otras élites. Los arqueólogos han tendido a suponer que estas personas pertenecientes a la élite social y sus alianzas dieron forma a los movimientos de los metales en la Edad del Bronce.

Recreación de una fundición de bronce.

¿El bronce como dinero para la gente común?

En el nuevo artículo, publicado en Nature Human Behaviour, los arqueólogos Nicola Ialongo y Giancarlo Lago proponen una forma diferente de entender los tesoros enterrados. En lugar de centrarse en las élites como los protagonistas, sugieren que tales tesoros muestran cómo la gente común contribuyó al mundo interconectado de la Edad del Bronce y a la difusión de los objetos de metal en él, lo que indica que las raíces de la economía de mercado son antiguas.

Ialongo y Lago analizaron casi 25.000 objetos de estos tesoros procedentes de Italia, Suiza, Austria, Eslovenia y Alemania, datados entre el 2.300 y el 800 a.C. Descubrieron que, a lo largo de los siglos, surgió un sistema de pesaje estandarizado que fue ampliamente compartido en todo el mundo de la Edad del Bronce.

El artículo continúa argumentando que esta estandarización indica que pequeñas piezas de bronce de pesos estándar podrían haber sido utilizadas como moneda para transacciones cotidianas por parte de gente común.

La difusión de las normas europeas

Mucho antes del año 2300 a. C., parece que se produjo una creciente estandarización de las formas de los artefactos, al menos a nivel superficial. Surgieron distintos tipos de objetos, como dagas o ciertas vasijas de cerámica, que parecen similares en grandes áreas, pero que tenían usos locales diferentes en distintos lugares.

Los arqueólogos creen que este tipo de estandarización surgió de una mezcla de ritos religiosos compartidos y un creciente interés en los viajes de larga distancia. Cuando se conoce a personas nuevas cuyo idioma no se habla, tener una forma compartida de vestirse o de actuar puede ser una especie de lubricante social que facilita la comunicación y el intercambio de historias y bienes.

Durante la Edad del Bronce esto se manifestó en personajes sociales ampliamente reconocidos o que jugaban un papel importante en la sociedad. El más conocido de ellos es “el guerrero”, con su característico equipo y armadura de bronce, que era común en gran parte del continente.

Pero ¿de ahí se deduce que este interés por las formas estandarizadas –y, más tarde, por los pesos– significa que estamos asistiendo al desarrollo de un sistema monetario naciente? Y, si es así, ¿significa esto que debemos suponer que el comportamiento económico de los pueblos de la Edad del Bronce era el mismo que el nuestro?

Armas y herramientas de la Edad del Bronce encontradas en Havering, Londres. Fuente: Museo de Londres.

¿Qué es, en definitiva, el dinero?

Hay muchas opiniones sobre qué es el dinero y qué hace por las diferentes sociedades, tanto hoy como en el pasado.

Muchos economistas modernos se centran en la utilidad del dinero como medio de intercambio en las transacciones, lo que pone énfasis en la compra y venta en el mercado.

Otros economistas aplican la "teoría cartalista” (que deriva del término latino "charta" o "carta") para destacar el dinero como unidad de cuenta. En esta perspectiva, el dinero puede utilizarse para la “contabilidad social”, para llevar un registro de actividades socialmente importantes, como obsequios, deudas, tributos y ofrendas. Esta no es solo una idea histórica, ya que incluso algunas deudas modernas funcionan a través de garantías sociales.

La distinción entre estas dos visiones del dinero puede parecer una cuestión de nimiedades, pero apunta a un profundo desacuerdo.

Más allá del mercado

¿Cómo podemos saber qué visión del dinero es más correcta? Para entender la función del dinero en una sociedad, los arqueólogos y antropólogos sugieren empezar por el significado social y tecnológico de los propios objetos materiales, es decir, los trozos de bronce enterrados por aquellas antiguas gentes.

Ialongo y Lago sostienen que el descubrimiento de unidades de cuenta estandarizadas revela un sistema de intercambio y, por lo tanto, mercados. Pero eso plantea una pregunta más importante: ¿la estandarización hace algo más que indicar un valor de intercambio para esos trozos de metal?

Sabemos que había otros objetos que circulaban a largas distancias, además del metal, y que los sistemas de intercambio eran probablemente complejos. Los arqueólogos creen que la lana, los vellones y los textiles eran objetos valiosos clave de la Edad del Bronce y motores de la comunicación a larga distancia, aunque son más difíciles de encontrar arqueológicamente.

La estandarización también tiene muchos usos más allá de la cohesión social y económica. Por ejemplo, los herreros de la Edad del Bronce necesitaban un control cuidadoso de las proporciones de los distintos metales (cobre, estaño, antimonio, plomo y otros) para fabricar distintos tipos de bronce que utilizarían en su sofisticada metalistería. No sabemos exactamente cómo conseguían este control, pero los textos sumerios de la misma época nos dicen que los herreros sumerios lo hacían a través del pesaje.

Ialongo y Lago muestran cómo los tesoros de metal pueden enseñarnos sobre las vidas cotidianas de las comunidades de la Edad de Bronce, no solo de las élites. Pero si enfatizamos demasiado el papel del intercambio en sus mundos económicos, corremos el riesgo de convertirlos de marionetas de las élites en esclavos de la mano invisible.

Entender el dinero como una forma de contabilidad social y la estandarización como una tecnología puede revelar mucho más sobre sus vidas.

Fuentes: theconversation.com | mdzol.com | uni-goettingen.de | de julio de 2024

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Economía de la Edad del Bronce: una economía de mercado prehistórica

Ilustración de la Edad del Bronce tardía. Rasmus Christiansen. Fuente: Dandebak

Un análisis exhaustivo de 20.000 objetos de metal de la Edad de Bronce de Europa sugiere que el comportamiento económico humano se ha mantenido notablemente constante a lo largo de los últimos 3.500 años. Esta investigación desafía la visión tradicional de que el control de las élites dominaba las economías de la Edad de Bronce y, en cambio, propone que los principios de la economía de mercado estaban en juego mucho antes de lo que se creía anteriormente.

Los europeos de la Edad del Bronce, que abarca desde el 3300 al 800 a. C., se dedicaban a actividades económicas similares a las de la actualidad, lo que indica que las raíces de la economía de mercado son antiguas.

Nicola Ialongo (izquierda), de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), destacó que la Edad del Bronce no fue un período idílico en el que los campesinos vivieron bajo la benevolencia de los señores, sino que “era un mundo muy familiar en el que la gente tenía familia, amigos, una red social, mercados y un trabajo, y, en última instancia, tenía que averiguar cómo llegar a fin de mes”.

A diferencia de los meticulosos conservadores de registros como los mesopotámicos, los europeos de la Edad del Bronce dejaron tras de sí fragmentos de metal, conocidos como tesoros, que proporcionan información sobre su comportamiento económico.

Los investigadores Ialongo y Giancarlo Lago (derecha), de la Universidad de Bolonia analizaron más de 20.000 objetos de metal de tesoros en Italia, Suiza, Austria, Eslovenia y Alemania. Alrededor de 1500 a. C., estas piezas de metal comenzaron a estandarizarse en peso, lo que sugiere que se usaban como una forma de dinero anterior a la acuñación de monedas.

“El descubrimiento de un sistema de medición y pesaje ampliamente utilizado permite modelar cosas que se conocen desde hace siglos de una manera que nunca antes se había hecho, afirma Ialongo. “Esto abre nuevos resultados a viejas preguntas, pero también a nuevas preguntas que nadie se había planteado antes”.

El equipo descubrió que la distribución del peso de estos objetos refleja los patrones de gasto de un hogar occidental moderno, donde predominan los pequeños gastos cotidianos y los gastos mayores son poco frecuentes. Este hallazgo coincide con el comportamiento económico moderno, donde las billeteras contienen muchos billetes de baja denominación y pocos de alto valor.

La investigación sugiere que las economías de la Edad del Bronce estaban reguladas por las fuerzas del mercado de la oferta y la demanda, y que los individuos participaban en ellas en función de sus ingresos. Esta hipótesis desafía la influyente opinión de Karl Polanyi de la década de 1940, que postulaba que las economías monetarias modernas eran distintas de los antiguos sistemas de trueque e intercambio de regalos.

Richard Blanton (izquierda), de la Universidad de Purdue (indiana), apoya el estudio y afirma que probablemente suscitará debates entre arqueólogos y antropólogos económicos que desde hace tiempo tienen ideas erróneas sobre la antigüedad de las economías de mercado. Cree que el artículo ofrece nuevas perspectivas sobre la función de los tesoros de bronce como unidades de intercambio.

Sin embargo, Erica Schoenberger (derecha), de la Universidad Johns Hopkins (Maryland), se muestra escéptica y advierte que no se debe suponer que las sociedades premodernas utilizaban el dinero de maneras familiares, y cita a los campesinos ingleses medievales que utilizaban el dinero principalmente para satisfacer las demandas de los señores, en lugar de para transacciones personales.

Lago e Ialongo esperan que sus hallazgos inspiren investigaciones similares en otras regiones y culturas, lo que sugiere que las economías de mercado pueden haber surgido de manera natural en diferentes épocas y lugares. Argumentan que si la evidencia puede explicarse mediante un modelo de economía de mercado, no hay necesidad de suponer una explicación más compleja.

Ialongo concluyó que, si bien su investigación no prueba de manera definitiva la existencia de una economía de mercado en la Edad del Bronce, desafía la suposición predominante de que no existía. Se preguntó por qué la explicación más simple (una economía de mercado) debería descartarse si se ajusta a la evidencia observada.

Fuente: ceoworld.biz | 30 de julio de 2024

Un nuevo estudio revela que el famoso fósil del Niño de Taung, hallado en Sudáfrica, tiene 2,58 millones de años

Reproducción del cráneo del niño de Taung, el cual era un Australopithecus africanus que vivió hace más de dos millones de años. (Crédito de la imagen: Peter Horree / Alamy Stock Photo).

Hace cien años, el descubrimiento de un cráneo en la provincia del Noroeste de Sudáfrica alteró nuestra comprensión de la evolución humana. El cráneo juvenil fue bautizado como el Niño de Taung por Raymond Dart, un anatomista de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), quien lo describió por primera vez. En 1924, Dart no pudo decir exactamente qué edad tenía, pero anunció que pertenecía a una nueva especie a la que llamó Australopithecus africanus. Fue la primera evidencia que confirmó la afirmación del naturalista británico Charles Darwin de que los simios y los humanos compartían un ancestro común hace mucho tiempo y que la humanidad se originó en África.

Tras el descubrimiento del Niño de Taung se realizaron nuevos descubrimientos de Australopithecus africanus, muchos de ellos en Sterkfontein , a unos 70 km al suroeste de Pretoria. Sterkfontein se encuentra en la "Cuna de la Humanidad", declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco .

En el siglo transcurrido desde que se encontró y describió al Niño de Taung, se ha desarrollado un gran debate sobre las edades geológicas de los fósiles de Australopithecus encontrados en Sterkfontein, así como los de Taung y un tercer sitio, Makapansgat.

'Australopithecus africanus', mandíbula inferior de un niño (MLD 2), Makapansgat, 1947

Gran parte de la controversia se centra en Sterkfontein. Algunos investigadores estiman que los fósiles de una zona concreta (denominada "Miembro 4") tienen entre 3,4 y 3,7 millones de años. Otros estiman que esos fósiles son mucho más recientes, de entre 2 y 2,6 millones de años de antigüedad. Las diferencias surgen de los métodos de datación utilizados por los equipos opuestos. Cada uno ha publicado artículos en los que rechaza los métodos del otro.

Ahora la controversia puede estar un paso más cerca de resolverse. Con mi colega Sue Dykes (que lamentablemente falleció en 2019), he utilizado un enfoque diferente aplicado directamente a los dientes fósiles de los homínidos (parientes lejanos de la humanidad), para estimar las edades de los fósiles de Australopithecus de Sterkfontein. Nuestros resultados para el Miembro 4 sugieren que los fósiles tienen una edad de entre 2 y 3,5 millones de años. Esto comprende un período más amplio de lo que se pensaba anteriormente, y abarca las edades estimadas por los equipos opuestos.

Nuestro método también nos permitió datar el Niño de Taung hace 2,58 millones de años.

Creemos que nuestro método es preciso, pero sin duda se realizarán otros estudios que utilicen otros métodos. Estamos tratando con una cuestión que ha desconcertado a los científicos durante décadas y la búsqueda para determinar con certeza cuándo existieron estos antiguos miembros de nuestro árbol genealógico en Sudáfrica continuará.

Réplica del Niño de Taung. Colección de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica.

Lamentablemente, en Sudáfrica no se encontraron volcanes activos en el período de estudio, entre 2 y 5 millones de años atrás. Sin embargo, se pueden hacer comparaciones entre fósiles de especies de las dos áreas, incluidos bóvidos (antílopes como ñus, alcéfalos y kudús), suidos (como facóqueros) y monos, además de babuinos gelada.

Dado que los fósiles del este de África se pueden datar con precisión utilizando el método radiométrico K/Ar, se pueden estimar las edades de las mismas especies en Sudáfrica. Este enfoque se conoce como biocronología y es la forma en que un grupo de investigadores que participaron en el debate llegó a su conclusión: los fósiles de Sterkfontein procedentes de la cavidad denominada Miembro 4 tienen entre 2 y 2,6 millones de años. Se han obtenido esencialmente las mismas edades a partir de estudios paleomagnéticos y de uranio-plomo.

Mientras tanto, el grupo que establece las edades de los fósiles entre 3,4 y 3,7 millones de años utilizó un método llamado datación por nucleidos cosmogénicos. Llegaron a sus conclusiones utilizando los elementos de berilio y aluminio para estimar las edades del sílex (un tipo de roca sedimentaria) en los depósitos de la cueva de Sterkfontein asociados con los fósiles de homínidos del Miembro 4.

Cráneo original completo (sin dientes superiores ni mandíbula) de un ejemplar de 'Australopithecus africanus' de 2,1 millones de años llamado 'Señora Ples', descubierto en Sudáfrica. Colección del Museo Transvaal, Northern Flagship Institute, Pretoria, Sudáfrica. (número de catálogo STS 5, cueva de Sterkfontein, fósil de homínido número 5).

Nuestro enfoque

También utilizamos un enfoque biocronológico para la datación, pero en lugar de utilizar dientes de animales, trabajamos directamente a partir de las medidas de los dientes de los fósiles de Australopithecus.

Examinamos las proporciones de longitud y anchura de los primeros molares inferiores de los homínidos del este de África. Luego, mediante una ecuación que desarrollamos, cuantificamos una relación entre esas proporciones y la edad geológica de nuestra muestra de fósiles de Tanzania, Kenia y Etiopía, incluidos los Australopithecus afarensis y especies tempranas de Homo como el Homo habilis. Las fechas para estos fósiles están bien establecidas.

Reconstrucción de Lucy, un Australopithecus afarensis.

Partiendo del supuesto de que la edad de los fósiles sudafricanos que representan los mismos géneros podía estimarse a partir de la misma relación, aplicamos la ecuación a los primeros molares inferiores de Sterkfontein, en particular a los atribuidos a los Australopithecus y a los primeros individuos Homo, para los que se pudieron determinar las proporciones dentarias. De esta manera, hemos podido obtener fechas para molares individuales.

Nuestro enfoque se ha aplicado a los molares del Niño de Taung, con un nuevo resultado de 2,58 millones de años para este espécimen de Australopithecus africanus.

También se han datado con nuestro método dos dientes de Australopithecus de Makapansgat. Los especímenes tienen 3,07 millones y 3,00 millones de años, respectivamente, lo que concuerda con estimaciones anteriores realizadas mediante paleomagnetismo.

El cráneo del homínido Malapa 1 (MH1) de Sudáfrica, llamado "Karabo". Los restos fósiles combinados de este macho juvenil se designan como el holotipo de 'Australopithecus sediba'.

También hemos utilizado nuestro método para intentar datar fósiles atribuidos a la especie de homínido denominada Australopithecus sediba, hallada en Malapa, cerca de Sterkfontein. Nuestras fechas para dos dientes que representan a esta especie (catalogados como MH1 y MH2) son respectivamente de 2,14 millones y 1,93 millones de años. Esto se corresponde muy bien con la edad de 1,98 millones de años obtenida mediante métodos que utilizan uranio, plomo y paleomagnetismo.

Estamos especialmente agradecidos a Jacopo Moggi-Cecchi por proporcionarnos algunas de las mediciones utilizadas en nuestro estudio.

Fuente: theconversation.com | | 15 de julio

Un estudio desvela que los 'Homo sapiens' cazaron especies de la megafauna en la actual Argentina hace 21.000 años.

Martín De Los Reyes (izquierda) y Guillermo Jofré, dos de los investigadores que han participado en el estudio, desentierran el fósil de un pariente extinto del armadillo de la Edad de Hielo conocido como 'Neosclerocalyptus' descubierto a orillas del rio Reconquista, Argentina. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.)

La teoría más extendida hasta hace poco tiempo defendía que los primeros humanos que cruzaron el estrecho de Bering y se internaron en América lo hicieron en una migración que tuvo lugar hace unos 16.000 años. Pero, como casi todas las cronologías relacionadas la evolución humana y sus hitos, los nuevos métodos de análisis están desvelando un escenario mucho más complejo.

Los arqueólogos han hallado unas huellas de niños y adolescentes fosilizadas en Nuevo México (Estados Unidos) con una antigüedad de al menos 21.000 años. Según el ADN antiguo, el primer gran viaje del Homo sapiens de Eurasia hacia el continente americano se registró entre hace 26.000 y 19.500 años, durante un episodio extremo de frío conocido como Último Máximo Glacial.

Este puzle tiene además piezas más polémicas y que parece que no encajan. En el centro-oeste de Brasil han salido a la luz tres fragmentos de hueso de un perezoso gigante que habrían sido pulidos como una suerte de ornamentos, según la interpretación de sus descubridoras. Lo sorprendente es que este animal, una de las especies de megafauna que habitaron Sudamérica durante el Pleistoceno, vivió hace entre 27.000 y 25.000. ¿La llegada de los humanos a América se registra en una fecha todavía más temprana? Eso parece confirmar el nuevo hallazgo realizado en el moderno territorio de Argentina y publicado este miércoles en la revista PLOS ONE.

Mapa que muestra la ubicación del sitio investigado. Perfil litoestratigráfico del sitio donde se encontró el ejemplar CRS-10 (en la orillas del río Reconquista, Argentina), incluyendo las fechas radiocarbónicas calibradas obtenidas. Mapa base: sombreado MDE-Ar v2.1 y capas vectoriales 1:250000 del IGN (Instituto Geográfico Nacional, República Argentina).

El paleontólogo Guillermo Jofré, en la excavación donde extrajo los restos fósiles del gliptodonte; fueron hallados de manera fortuita, por operarios que trabajaban en la barranca del Río Reconquista, Merlo, Argentina.

Mariano Del Papa (izquierda), antropólogo de la Universidad Nacional de La Plata y su equipo, han descubierto unos restos fósiles con marcas de corte de un espécimen de Neosclerocalyptus, un género extinto de grandes mamíferos acorazados -emparentado con los armadillos actuales- los cuales vivieron en Sudamérica durante el Pleistoceno. La datación de los huesos, hallados en la orilla del río Reconquista, en el norte de la región pampeana, indica que el animal fue cazado por humanos hace unos 21.000 años.

Los análisis en el laboratorio han documentado marcas de corte en zonas de la pelvis, la cola y la coraza del gliptodonte consistentes con impactos hechos con herramientas de piedra. Estas marcas antrópicas, según los investigadores, muestran que los humanos descuartizaron a su presa con artefactos líticos en busca de las áreas más abundantes de carne. La antigüedad del animal se ha podido precisar bastante —entre hace 21.090 y 20.811 años— gracias a las dataciones por radiocarbono de los huesos y de los sedimentos de la secuencia estratigráfica en la que aparecieron.

Modelo de 'Neosclerocalyptus ornatus'. Museo de La Plata.

El estudio proporciona nuevos elementos para indagar sobre los orígenes del poblamiento humano de Sudámerica y conocer las interacciones de estos individuos con la megafauna presente en esta parte del mundo en el periodo considerado. Según los autores del artículo, este descubrimiento retrasa casi en 6.000 años la presencia del Homo sapiens en esta parte del mundo teniendo en cuenta las cronologías fiables de otros yacimientos, que van de los 15.000 a los 8.000 años de antigüedad.

Para determinar si las marcas de corte eran de origen humano, los investigadores fotografiaron y crearon escaneos en 3D de los huesos del animal. Algunas de las marcas tenían una sección transversal en forma de V, lo que el equipo cree que es muy indicativo de marcas de descuartizamiento con herramientas de piedra. En total, los investigadores contaron 32 marcas de corte en los huesos del animal. Utilizando una variedad de técnicas estadísticas para clasificar y comparar las marcas cuantitativamente, concluyeron que el patrón no podía haber sido aleatorio: los cortes fueron hechos por humanos utilizando herramientas.

Un examen detallado de las marcas de corte en los fósiles reveló que fueron hechas por herramientas de piedra en una secuencia deliberada. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.).

Los expertos, analizando las partes del esqueleto del 'Neosclerocalyptus' descubierto. Foto: Conicet.

El equipo descartó otras posibles causas de las marcas, incluidos los carnívoros (cuyas marcas de dientes suelen tener forma de U) y la erosión natural del hueso después de la muerte del animal, ya que había evidencia significativa de que el cuerpo del animal fue enterrado rápidamente después de su muerte, lo que evitó la degradación causada por el clima o los carroñeros.

La ubicación de las marcas de corte en diferentes áreas del cuerpo revela una secuencia de carnicería, concluyeron los investigadores, e implica que los humanos antiguos adquirieron, y presumiblemente comieron, una gran cantidad de carne de los músculos de la pelvis y la cola del armadillo gigante.

La interpretación de un artista de cómo los humanos de la Edad del Hielo pudieron haber masacrado a un gliptodonte hace unos 20.000 años en lo que hoy es Argentina. (Crédito de la imagen: Damián Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (Colegio Don Bosco), San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires, CC-BY 4.0 ).

"Es posible que la gente haya tenido como objetivo a los gliptodontes debido a su tamaño (unos 300 kilos) y los grandes paquetes de músculos que poseen", dijo a Live Science en un correo electrónico el coautor del estudio Miguel Delgado (izquierda), paleoantropólogo de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.

"Este trabajo pone en duda el marco temporal de que el primer poblamiento humano de América se registró hace 16.000 años", destaca Mariano Del Papa. El antropólogo y sus colaboradores señalan que los fósiles del armadillo son otra evidencia más proporcionada por el registro arqueológico que apoya la teoría de un poblamiento mucho más temprano de las Américas y del Cono Sur en particular. "Es decir, la fecha más probable para la primera entrada humana se habría producido hace entre 21.000 y 25.000 años o incluso antes", señala Delgado. Estamos ante un debate que está todavía lejos de resolverse.

Una ilustración de un ejemplar de 'Neosclerocalyptus' que muestra los elementos esqueléticos marcados con cortes en azul claro.(Crédito de la imagen: Del Papa et al., 2024, PLOS ONE, CC-BY 4.0)

Loren Davis (derecha), un arqueólogo de la Universidad Estatal de Oregon, que no participó en el estudio, dijo a Live Science en un correo electrónico que "el enfoque avanzado de los autores en esta investigación es encomiable, pero requiere más estudios, particularmente porque no se encontraron herramientas hechas por humanos en el sitio".

"Es necesario establecer el grado en que las acciones humanas de carnicería son similares y diferentes a la amplitud de los procesos naturales que modifican los huesos para respaldar su afirmación de presencia humana en este sitio hace unos 21.000 años", afirma Davis.

Para la paleoantropóloga Briana Pobiner (izquierda), científica investigadora del Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington, "los autores han aportado pruebas convincentes de que hubo seres humanos que descuartizaron un armadillo extinto hace 21.000 años".

"Los autores han hecho un trabajo sólido al demostrar mediante análisis cualitativos y cuantitativos que las marcas de corte en los fósiles de armadillo son muy probablemente hechas por humanos", dice Pobiner, la cual no participó en el estudio.

El antropólogo colombiano Miguel Delgado sostiene un hueso fosilizado de un Gliptodonte con evidencias que sugieren que el animal fue cazado. Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, Argentina, el 1 de julio de 2024. FOTO: REUTERS.

Los investigadores, en la sala de vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata: Miguel Delgado, arqueólogo (izq); Mariano Del Papa, arqueólogo y antropólogo (centro), y Martín de los Reyes, paleontólogo (der)Pilar Camacho.

Para Delgado, con la aparición de estos resultados, más la aparición de otros sitios con evidencia en América, incluidas huellas humanas “muy bien datadas cronológicamente” y herramientas encontradas en Brasil, se puede empezar a documentar que hubo un poblamiento más temprano. “Con nuestro trabajo, a medida que fuimos haciendo los estudios, ese rompecabezas cada vez va teniendo más sentido”, indicó.

“Este es un debate candente en la actualidad y, con estos datos bien comprobados con las mejores técnicas disponibles, aportamos nuestro granito de arena a un cambio de paradigma sobre el poblamiento de América”, subraya Delgado.

Los investigadores señalaron, no obstante, que son conscientes de "la necesidad de establecer un vínculo más fuerte entre los huesos fósiles hallados con marcas de corte y el registro arqueológico", pero esperan hacerlo pronto.

"Si bien aún no hemos encontrado todavía ninguna herramienta, vale la pena señalar que sólo hemos excavado una pequeña porción del lugar donde se hizo el hallazgo y puede haber más evidencias, tal como herramientas líticas", concluye el paleoantropólogo Delgado.

Fuentes: elespanol.com | livescience, com | lanacion.com.ar | cnnespanol.cnn.com | 17 de julio de 2024

Nuevas dataciones geológicas sitúan a los primeros homínidos europeos en el sur de la península ibérica hace 1,3 millones de años

Los yacimientos de Orce, en Granada, ofrecen cada año hallazgos importantes para entender el proceso de la evolución humana. En la foto, arqueólogos trabajando en el yacimiento de Fuente Nueva 3.

Una de las controversias más importantes sobre la evolución y la expansión humana es cuándo y por qué camino llegaron los primeros homínidos a Europa desde el continente africano. Ahora, unas dataciones con técnicas geológicas de los yacimientos de Orce (cuenca de Baza, Granada) sitúan los restos humanos hallados en esta zona como los más antiguos de Europa, con aproximadamente 1,3 millones de años.
Estos resultados refuerzan la hipótesis de la llegada de los seres humanos a Europa por el sur de la península ibérica, a través del estrecho de Gibraltar, en lugar de dando la vuelta al Mediterráneo por la vía asiática. El trabajo, liderado por Lluís Gibert (izquierda), investigador y profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona, ha contado con la participación de investigadores del Centro de Geocronología de Berkeley y de la Universidad Estatal de Murray (Estados Unidos).

Análisis de una nueva área de muestreo

La nueva datación se ha basado en analizar el paleomagnetismo de un área de la región de Orce, donde nunca se había muestreado antes, y que ha estado protegida de la erosión a lo largo de los años. Esta técnica es un método de datación relativo basado en estudiar la inversión de los polos magnéticos del planeta debido a la dinámica interna de la Tierra. Estos cambios no tienen una periodicidad concreta, pero quedan registrados en los minerales y permiten establecer períodos de tiempo a partir de los diferentes eventos magnéticos.

Los nuevos datos obtenidos son muy precisos gracias a la larga secuencia sedimentaria que aflora en Orce. «La singularidad de estos yacimientos es que están estratificados y dentro de una secuencia de sedimentaria muy larga, de más de ochenta metros. Normalmente, los yacimientos se encuentran en cuevas o dentro de secuencias estratigráficas muy cortas, que no te permiten desarrollar secuencias paleomagnéticas largas en las que puedas encontrar diferentes inversiones magnéticas», apunta Lluís Gibert.

«Los investigadores han podido identificar una secuencia de polaridad magnética con cinco eventos magnéticos que permiten situar a los tres yacimientos de Orce con presencia humana entre el subcrono Olduvai y Jaramillo, es decir, entre 1,77 y 1,07 millones de años (Ma)», explica Gibert.

Posteriormente, han aplicado un modelo estadístico de edad para refinar con precisión la cronología de los distintos niveles estratigráficos con un margen de error de solo 70.000 años. El resultado de esta innovadora metodología es que el yacimiento más antiguo con presencia humana de Europa sería Venta Micena con una edad de 1,32 Ma, seguido de Barranco León, con una edad de 1,28 y finalmente Fuente Nueva 3, con una edad de 1,23 Ma.

«Con estos datos, el otro gran yacimiento de la Península, el de Sima del Elefante en Atapuerca, quedaría relegado a un segundo puesto, muy detrás de Orce, entre 0,2 y 0,4 Ma más moderno», añade el investigador.

Yacimiento de Fuente Nueva 3: Lluís Gilbert / Universidad de Barcelona

La fauna apuntala la antigüedad del yacimiento

Para completar la datación, el estudio también ha analizado la fauna que se encuentra en los diferentes yacimientos de Orce, ya que esta es diferente según el período, y la ha comparado con la que se ha encontrado en otros yacimientos del Pleistoceno temprano situados en otros lugares de Europa.

En este sentido, en el trabajo se presenta un análisis detallado de los micromamíferos y grandes mamíferos de todos los yacimientos de Orce, realizado por el experto Robert Martin, a partir de las colecciones paleontológicas almacenadas en el Museo del Instituto Catalán de Paleontología Miguel Crusafont (IPS) de Sabadell. «Los resultados muestran que la fauna pequeña y grande de Orce es más primitiva que, por ejemplo, la de la Sima del Elefante, donde las evidencias muestran que el roedor 'Allophaiomys lavocati' es más evolucionado que el 'Allophaiomys' recuperado de los yacimientos de Orce», detalla Gibert.

Otro indicador relevante de la antigüedad de los yacimientos de Orce es la ausencia de los antepasados ​​de los cerdos. «Son animales que se consideran inmigrantes asiáticos y que no se han encontrado en ningún yacimiento europeo con una antigüedad de entre 1 y 1,5 Ma, mientras que sí se han encontrado en la Sima del Elefante, apoyando que la fauna de Orce es más antigua», explica el investigador.

Migraciones humanas desde el continente africano. Lluís Gilbert et al. / Universidad de Barcelona

Evidencias que apuntan al paso por Gibraltar

Esta nueva datación se añadiría, según Gibert, a otras evidencias que decantarían la balanza de la colonización de Europa por el estrecho de Gibraltar, en lugar de la vía alternativa: la vuelta al Mediterráneo por Asia, como por ejemplo «la existencia de una industria lítica con similitudes a la que se ha encontrado en el norte del continente africano y también por la presencia de restos de fauna africana en el sur de la Península, como los de 'Hippopotamus', hallado en los yacimientos de Orce, y las de 'Theropithecus oswaldi', un primate africano similar a un papión, hallados en la cueva Victoria, un yacimiento cerca de Cartagena (Murcia), inexistentes en ningún otro lugar de Europa».

«También defendemos la hipótesis de que llegaron desde Gibraltar, porque no se han encontrado evidencias más antiguas en ningún otro yacimiento del recorrido alternativo», añade Gibert.

Diente leche de un homínido datado en 1,4 millones de años.

Similitud con los homínidos de la isla de Flores

Con estos resultados, los investigadores señalan un «diacronismo» entre la ocupación más antigua de Asia, de 1,8 Ma, y la más antigua de Europa, que sería de hace 1,3 Ma, de modo que los homínidos africanos habrían llegado al suroeste de Europa más de 0,5 Ma después de salir por primera vez de África hace aproximadamente 2 Ma.

«Estas diferencias en la expansión humana se explicarían porque Europa está aislada de Asia y de África por barreras biogeográficas difíciles de superar, tanto por el este (estrecho del Bósforo, Dardanelos, mar de Mármara) como por el oeste (estrecho de Gibraltar). La humanidad llegó a Europa en el momento en que tuvo la tecnología necesaria para cruzar barreras marítimas, tal y como ocurrió antes del millón de años en la isla de Flores (Indonesia)», apunta Gibert.

En este sentido, el investigador añade que «la ruta de Gibraltar requiere actualmente atravesar hasta catorce kilómetros de vía marítima, pero quizás en el pasado esta distancia era menor en algunos momentos debido a la alta actividad tectónica en esta región y a las fluctuaciones del nivel del mar favoreciendo las migraciones».

«Tal y como se cita en el trabajo —añade—, hemos identificado otras migraciones de fauna africanas a través de Gibraltar en momentos anteriores, hace 6.2 y 5.5 Ma cuando el estrecho de Gibraltar era muy reducido».

Foto de las últimas excavaciones realizadas en el yacimiento de Venta Micena 3 en Orce en 1992, donde se descubrieron los primeros restos humanos. Crédito: Lluis Gilbert / Universidad de Barcelona.

Los vestigios humanos en Orce

Los restos humanos encontrados en los yacimientos de Orce son un total de cinco desde que se iniciaron las excavaciones en 1982 por el paleoantropólogo Josep Gibert. En primer lugar, se encontraron en Venta Micena dos fragmentos de húmero mordidos por las hienas y también partes de un fragmento craneal que consiste en dos parietales y un occipital, asociados a una abundante fauna del Pleistoceno temprano. La procedencia humana de estos restos generó una gran controversia durante años, aunque según estudios paleoproteómicos independientes realizados por las universidades de Granada y San Francisco identificaron que había proteínas humanas en dichos restos.

«El descubrimiento, posteriormente, en los yacimientos cercanos de Barranco León y Fuente Nueva 3 de dos dientes molares humanos y miles de herramientas líticas olduvayenses —una de las primeras industrias líticas humanas—, así como marcas de corte en huesos, sirvieron para consolidar la evidencia de la presencia de homínidos en el Pleistoceno temprano de Orce», concluye Lluís Gibert.

Fuente: web.ub.edu| 12 de julio de 2024

Descubriendo 1.200 años de ocupación humana en el Ártico canadiense

Foto: Equipo de muestreo recolectando un núcleo de sedimento en PaJs-13, un sitio Thule-Inuit en la isla Somerset, Nunavut, con los restos de casas de huesos de ballena visibles en el fondo. Crédito de la foto: Jules Blais, Universidad de Ottawa.

Un estudio reciente, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, aporta nuevos conocimientos sobre las culturas antiguas del Ártico canadiense, centrándose en los pueblos Paleo-Inuit y Thule-Inuit a lo largo de miles de años. Jules Blais, profesor de biología de la Universidad de Ottawa, y un equipo de investigadores detectaron la presencia y los asentamientos humanos en la isla Somerset, Nunavut, mediante el análisis de muestras de sedimentos.

El Ártico ha sido el hogar de varias culturas, como la paleoinuit (2500 a. C. a 1250 d. C.) y la thule-inuit (1200 a 1500 d. C.). Aunque la evidencia histórica es escasa, este estudio llevado a cabo proporciona información valiosa sobre su presencia.

La investigación descubrió evidencias de la presencia de paleoinuit en la isla Somerset, en Nunavut, Canadá, donde no existían. Las innovadoras metodologías de investigación revelaron información detallada sobre la historia humana pasada sin artefactos tradicionales.

El profesor Jules Blais (izquierda) afirma: "Mediante el análisis de muestras de sedimentos de estanques, pudimos reconstruir historias detalladas de la ocupación del lugar. Esto incluye pruebas claras de la presencia del pueblo paleoinuit e indicaciones de que los inuit de Thule llegaron antes de lo que se había estimado previamente".

En el estudio se utilizaron evidencias arqueológicas y biomarcadores sedimentarios para analizar el asentamiento prehistórico en la isla Somerset. Se examinaron núcleos de sedimentos de estanques de la isla en busca de oligoelementos y compuestos orgánicos. Los resultados mostraron que la población Thule-Inuit aumentó entre los siglos XIII y XV. Los investigadores también detectaron altos niveles de metales como plomo, cobre, zinc y níquel en sedimentos del siglo XX, lo que sugiere contaminación del aire durante esa época.

(a) Mapa de los estanques con influencia de Thule (PaJs-3 y PaJs-13) y estanques de referencia (Sav R4 y Sav R5) ubicados en la isla Somerset, Nunavut, Canadá. La imagen insertada es un mapa de Canadá con la isla Somerset delineada por un rectángulo. (b) Disposición circular de los huesos de ballena de Groenlandia en PaJs-13. (c) Restos de estructuras de Thule en PaJs-3. (d) Disposición de los huesos de ballena en PaJs-13. (e) Evidencia de huesos de ballena en el estanque de PaJs-3. Crédito: Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences (2024). DOI: 10.1098/rspb.2023.2915.

Blais afirma: "Hemos utilizado modelos aditivos generalizados y técnicas de datación por radiocarbono para identificar puntos clave en el registro de sedimentos correspondientes a las fechas previstas de llegada de los inuit de Thule y el abandono del sitio. Este enfoque nos permitió detectar períodos de cambio significativo en los indicadores de sedimentos, lo que nos proporcionó un marco cronológico para comprender la historia de la ocupación humana en la isla".

Esta investigación subraya la importancia de los enfoques interdisciplinarios en arqueología y destaca la importancia de los archivos sedimentarios en la reconstrucción de las actividades humanas y las condiciones ambientales pasadas.

Blais explica las implicaciones más amplias del estudio: "El uso de biomarcadores sedimentarios y muestras óseas para descubrir hábitos prehistóricos demuestra la fuerza de los estudios interdisciplinarios. Nuestros descubrimientos no solo mejoran nuestro conocimiento de las comunidades Thule-Inuit y Paleo-Inuit en el Ártico, sino que también demuestran el potencial de las nuevas técnicas arqueológicas".

Fuente: Universidad de Ottawa | 11 de julio de 2024