El día que la Luna tapo al Sol



El eclipse anular de sol ha podido verse en una franja comprendida entre China y EEUU




A las 07.30 hora local de hoy (22.30 GMT del domingo) Tokio acogió, en un día parcialmente nublado, uneclipse anular de sol que generó una gran expectación e hizo que muchos japoneses salieran a la calle para no perderse el fenómeno. El eclipse pudo ser apreciado en gran parte del país, y fue seguido en las principales ciudades del centro y la costa este del archipiélago, en una jornada gris que hizo que su visionado solo pudiera hacerse en breves intervalos.
En la capital, la mayor metrópolis del mundo desde la que hoy se pudo contemplar el fenómeno, grupos de aficionados se reunieron hasta dos horas antes en algunos de los principales miradores de la ciudad. En la torre Mori, situada en una zona de la capital conocida como Roppongi Hills, centenares de personas llenaron paulatinamente desde las 05 de la mañana (20.00 GMT del domingo) el helipuerto del colosal edificio, situado en la planta 54, a unos 270 metros de altura, y convertido para la ocasión en un improvisado observatorio.
En la cúspide de la torre, padres con niños, parejas, trabajadores y familias enteras ataviados con gafas especiales, filtros, cámaras o telescopios no apartaron su vista del cielo para no perderse el lento recorrido de dos horas hasta que la Luna tapó el Sol para convertirlo en un anillo de luz. La emoción de los asistentes fue creciendo hasta el momento culminante en el que el eclipse alcanzó el 94 por ciento, y fue anunciado con megáfonos y celebrado con una cuenta atrás entre grandes aplausos y el asombro de los participantes.
"Ha sido muy emocionante ver como la Luna iba cubriendo el Sol hasta convertirse en un anillo. Eso ha sido increíble", aseguró visiblemente emocionada Ayumi, una madre nipona que no quiso perderse el eclipse desde el helipuerto acompañada por su hija. Las dos desafiaron el desapacible frío de las alturas y el madrugón para no perderse el primer eclipse solar que puede verse en la capital desde hace 173 años: "Ha merecido la pena levantarse tan pronto, aunque ha sido una lástima que no haya hecho un buen día con menos nubes", lamentó Ayumi.
Durante la última semana, numerosos grandes almacenes y pequeñas tiendas de Japón llenaron sus estanterías con gafas, filtros o libros sobre astronomía para ofrecer a la gente todos los utensilios necesarios para no dañarse la vista y permitir la correcta visión del eclipse.

Fuente: Publico.es 

Bajo las aguas: iglesia de Sau, Osona

  


El condado de Osona fue constituido hacia el 798, sobre la base del antiguo obispado de Osona, su capital era Vich (Vicus). El primer conde fue Borrell de Osona, quien murió antes del 820. En el 826 fue ocupado por el conde de Conflent y Rasés, el rebelde Guillemó, y el capitán Aissó y sus gentes, con lo cual el condado quedó despoblado durante muchos años.
A comienzos del siglo XII el condado forma ya parte del de Barcelona. Es entonces cuando empieza a expandirse e incorpora el condado de Manresa, nombre que adoptará todo el condado de Osona. 

Entre los muchos castillos de la comarca se encontraba el de Cornil o Corneli, vigía de una zona repleta de vestigios de un pasado remoto y una larga ocupación humana. Desde la cascada de más de ochenta metros de altura que vierte sus aguas al valle se llega al pueblo de Tavertet y a su entorno dolménico (dólmenes de  St.Corneli, la Vena, Rajols, Can Tafura). Existen también restos neolíticos, en las cuevas de Pixarelles y Can Feló;  y otros íberos como el Poblado de la Cau y la Muralla del Castell.

Entre los pueblos del valle inundado por el pantano de Sau en los años sesenta destaca la iglesia parroquial de Sant Romá, dependiente al igual que el resto de casales y aldeas del castillo de Corneli. La iglesia aparece documentada en 1025 y 1050, antes de que la "obra vieja" sea sustituída por un nuevo templo consagrado por Guillem de Balsareny, obispo de Vic, en 1061.

La tipología lombarda es característica de las iglesias del siglo XI, si bien se hicieron numerosos cambios y reformas hasta entrado el XVIII. Entonces, por motivos poco claros, desapareció el ábside, se colocó una cubierta piramidal al campanario y la orientación del templo fue cambiada.

Durante los años de sequía es posible acceder al templo. También puede llegarse a pie hasta el campanario en momentos puntuales de aquellos inviernos cuyas temperaturas extremas llegan a helar las aguas. 



Fuente: www.romanicat.net

Ellos no fueron solos

Descendiente de españoles, sor Juan Inés de la Cruz, a la derecha, nació en México en 1651. Brillante, culta, aguda y sensible, reivindicó el papel de las oprimidas mujeres





sabel Barreto. La única almiranta de Felipe II y su nombre no dice nada. Aventurera a la altura de Magallanes y Orellana. Soñadora capaz de ajusticiar a un marinero desobediente y avisar a navegantes: “Señor, matadlo o hacedlo matar… y si no, lo haré yo con este machete”. Una de tantas mujeres que protagonizaron gestas épicas en el Nuevo Mundo y olvidos legendarios en el Viejo. América no solo fue cosa de hombres. Pisando los talones de Colón se movilizaron un tropel de pioneras como Isabel Barreto, recordadas en una exposición en el Museo Naval de Madrid cuyo título lo dice todo: No fueron solos.
En 1595, tras enviudar, Isabel Barreto asumió el mando de la expedición que había partido de Perú en busca de las islas Salomón, donde ella y su marido, Álvaro de Mendaña y Neira, ubicaban Ophir, un reino de oro y piedras preciosas, otro Eldorado de los tantos de la época. Ni le intimidó la idea de cruzar el Pacífico ni le atemorizó hacerse cargo de una tripulación de héroes y villanos a partes iguales, que conspiraban para amotinarse cada dos por tres, que a la mínima amenazaban con beber en la calavera del prójimo, que malvivían a fuerza de agua con cucarachas podridas y tortitas amasadas con el mar.
Barreto se puso a la altura de aquellos marinos que navegaban con la muerte enrolada entre ellos. “Apenas había día que no echasen a la mar uno o dos [cadáveres], y día hubo de tres y cuatro”, escribió Pedro Fernández de Quirós, piloto y cronista de la travesía. A él debemos esta descripción de su jefa: “De carácter varonil, autoritaria, indómita, impondrá su voluntad despótica a todos los que están bajo su mando, sobre todo en el peligroso viaje hacia Manila”. En su búsqueda de las Salomón se toparon con las desconocidas islas Marquesas, donde fondearon. No cabe duda de que Isabel Barreto desconocía el desaliento. Con 7.000 millas náuticas a sus espaldas, el descontento de la tripulación soplándole en el cogote y un marido recién fallecido, ordenó zarpar hacia Filipinas. Pocos discutirían sus cargos (almiranta, gobernadora de Santa Cruz y adelantada de las islas de Poniente) cuando avistaron Manila. Allí se casaría con Fernando de Castro, al que contagió su arrebato y embarcó en otra enfebrecida travesía hacia las Salomón.
No fue Barreto la única protagonista de aquellos días de choque de civilizaciones. Sin embargo, fuera del circuito académico apenas han trascendido sus historias. “Mucho se ha hablado y escrito de la participación del hombre, del caballo e incluso del perro en la conquista del Nuevo Mundo. Muy poco, sin embargo, acerca de la participación de la mujer y de su importantísima labor en todos los aconteceres de lo que supuso el descubrimiento, conquista y colonización de las tierras americanas”, escribe el historiador de la Universidad de Vermont Juan Francisco Maura en el libro Españolas de ultramar en la historia y la literatura, publicado por la Universidad de Valencia.
¿Cuándo fueron las primeras? De la mano de Colón. En el tercer viaje del almirante (1497-1498) iban a bordo 30 mujeres a petición de los reyes Isabel y Fernando, aunque en los últimos años, según Maura, se ha constatado la presencia de embarcadas en el segundo (1493) y algún historiador sostiene que podrían haber participado en el primero (1492). Se desconoce con exactitud cuántas partieron hacia América porque muchas no figuran en los registros y otras viajaron ilegalmente, pero entre 1509 y 1607 se han contabilizado, según la investigadora de la Universidad de Alicante Mar Langa Pizarro, 13.218 pasajeras. Emigraron muchas –el 36% de los inscritos–, y entre ellas, algunas poderosas. María de Toledo, nuera de Cristóbal Colón –se casó con su hijo Diego–, fue virreina de las Indias Occidentales entre 1515 y 1520, aunque no le concedieron el permiso para dirigir la Armada y colonizar tierra firme después de la muerte de su esposo. María sufrió prejuicios sexistas (no se libró pese a sus redes familiares: era sobrina de Fernando de Aragón) y practicó prejuicios raciales (en una carta da poderes para que le lleven a las Indias “300 piezas de esclavos negros”). Bueno, en puridad histórica, no fueron tales, aclara el catedrático de Historia Moderna Carlos Martínez Shaw: “En la época no había prejuicios racistas, simplemente los europeos veían la esclavitud de los negros como la cosa más natural del mundo”.

Una de las razones por las que se ha borrado la presencia femenina es malévola: “Para presentar a los españoles como una panda de piratas que solo buscan sexo y oro. Las mujeres humanizan el proceso”, expone Juan Francisco Maura, que achaca el silenciamiento al gran peso de la historiografía anglosajona para contar la aventura americana hispana. “En general presentan a los anglosajones como colonos, sin el matiz violento de la conquista, mientras que dibujan a los españoles como saqueadores y violadores que querían hacerse ricos”, contrasta. Desde luego, subraya, las pioneras en llegar a América no iban en el Mayfloweren 1620. Hacía décadas que miles de españolas de todo pelaje habían recomenzado su vida al otro lado del océano. “Y no solo en un segundo plano como muchos quieren pensar, sino a la vanguardia de una sociedad naciente”, aclara Maura.

En menos de un siglo emigraron 13.218 mujeres de variada clase. Todas se Iban "a valer más", según Pérez Canto
Hubo armadoras como la sevillana Francisca Ponce de León, que fleta su nao San Telmo a Santo Domingo 17 años después del descubrimiento; gobernadoras como Beatriz de la Cueva, que rigió los destinos de Guatemala; innovadoras como María Escobar, la primera en importar y cultivar trigo en América; empresarias como Mencía Ortiz, que funda una compañía para enviar mercancías a las Indias en 1549, o feroces conquistadoras como la extremeña Inés Suárez, que embarcó en 1537 como servidora de Pedro de Valdivia y acabó siendo su amante y guerreando contra los araucanos en Chile, a cuyos caciques (presos) decapitó sin contemplaciones. No eran tiempos de convenciones que defendiesen derechos de prisioneros de guerra.
Parte del trasiego hacia América se debe a una orden de la Corona (1515), que pronto obligó a todos los cargos y empleados públicos a embarcarse con sus esposas. “Las mujeres seguían a sus maridos, padres o hermanos o un alto funcionario con séquito o servicio, pero esto enmascara muchas situaciones, y a partir de 1550, más o menos, muchas viajaron solas buscando el cónyuge que no siempre encontraron o llevadas por otros bajo fórmulas muy distintas, criadas, amigas, institutrices. Todas, fuera cual fuera su posición, llegaron a América a valer más”, sostiene Pilar Pérez Canto, catedrática de Historia y coordinadora, junto a Asunción Lavrín, del volumen La historia de las mujeres en España y América Latina (Cátedra).
El sueño transoceánico contagió a toda la población. Las solteras no se arredraron: fueron el 60% de las que emigraron. Ricas, pobres, religiosas, prostitutas o aventureras con certificado de buena conducta, imprescindible para viajar legalmente. Las trabas migratorias no son un invento moderno: en una real cédula de 1549 se prohibía el viaje de “judíos y moros conversos, reconciliados con la Iglesia, hijos y nietos de quemados por herejía, extranjeros nacidos fuera de los territorios del imperio español y esclavos blancos y negros sin licencia especial”. Tampoco los subterfugios ni los burladores de la ley son modernos… ni masculinos (en exclusiva). Francisca Brava hizo las Américas sin dejar tierra firme. En un documento del Archivo de Indias se da cuenta de su negocio: “Quien quiera comprar una licencia para pasar a las Indias, váyase entre la puerta de San Juan y de Santiesteban, al camino que sale a Tudela, cabo de una puente de piedra, y allí pregunte por Francisca Brava, que allí se la venderá”.
Lo que las une a todas, según Carolina Aguado, comisaria de la exposición del Museo Naval de Madrid, son sus narices. “Eran mujeres de armas tomar. Abandonan un país en el siglo XVI y una sociedad donde la mujer era un cero a la izquierda y se meten en un barco cuando esos viajes eran terroríficos, con riesgo de pirateo y naufragio para llegar a una sociedad que no conocían”. A la comisaria le impresiona la peripecia de Mencía Calderón, que viaja con sus tres hijas y toma las riendas de la expedición al fallecer su marido, Juan de Sanabria: “Tardan seis años en llegar a Asunción, afrontan una tempestad, les atacan piratas y luego los indios tupis, ella pierde a una hija, y cuando en Brasil no les dejan volver a embarcar, se pone al frente del grupo que cruza el Mato Grosso. Del medio centenar de mujeres que habían zarpado llegan solo diez”. La gesta de Calderón se ha popularizado en los últimos años gracias a la novela de Elvira Menéndez El corazón del océano (Temas de Hoy), que ha inspirado una serie que emitirá Antena 3, con Ingrid Rubio, Clara Lago y Hugo Silva en el reparto.

Cada día de la expedición que dirigió Isabel Barreto "echaban uno o dos cadáveres al mar"
Uno de los testimonios femeninos más notables en la conquista americana fue narrado en primera persona por Isabel de Guevara, una de las fundadoras de Asunción y Buenos Aires, en una carta enviada a la princesa Juana, hermana de Felipe II, el 2 de julio de 1556, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. En ella detalla las penalidades sufridas por los 1.500 hombres y mujeres del grupo que encabezó Pedro de Mendoza hasta el río de la Plata. “Al cabo de tres meses murieron mil, esta hambre fue tamaña que ni la de Jerusalén se le puede igualar, ni con otra ninguna se puede comparar. Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos los trabajos cargaban de las pobres mujeres, así lavarles las ropas, como curarles, hacerles de comer lo poco que tenían, limpiarlos, hacer centinela, rondar los fuegos, armar las ballestas cuando algunas veces los indios les vienen a dar guerra (…), dar arma por el campo a voces, sargenteando y poniendo en orden los soldados (…). Si no fuera por ellas, todos fueran acabados; y si no fuera por la honra de los hombres, muchas más cosas escribiera con verdad y los diera a ellos por testigos”.
La investigadora Mar Langa, que ultima el libro Mujeres de armas tomar, que editará Servilibro en Paraguay, cree que “probablemente” lo que omite es el canibalismo, detallado por testigos que sobrevivieron a la hambruna. En Viaje al río de la Plata (1567), el bávaro Ulrico Schmidl narró lo siguiente: “Tres españoles se robaron un rocín y se lo comieron sin ser sentidos, mas cuando se llegó a saber los mandaron prender e hicieron declarar con tormento; y luego que confesaron el delito los condenaron a muerte en la horca (…). Esa misma noche, otros españoles se arrimaron a los tres colgados en las horcas y les cortaron los muslos y otros pedazos de carne (…) para satisfacer el hambre”.
Los archivos españoles tutelan historias similares. Maura destaca que son un territorio inexplorado, “formidable pero sin catalogar”. No sabemos lo que no sabemos. Una cosa sí: cada documento deteriorado (y sin digitalizar) esparce una nube de amnesia sobre el pasado. Gracias a los archivos conocemos cuándo se fundaron el primer convento y el primer prostíbulo, aunque no lo hicieran precisamente en este orden. Cuatro beatas que habían viajado con Hernán Cortés abrieron las puertas del primer monasterio femenino (en el que acabarían ingresando dos nietas del emperador Moctezuma) en Ciudad de México en 1540. Para entonces la primera “casa de mujeres públicas” autorizada por la corona española era ya una institución consolidada en la ciudad de Santo Domingo, desde que el rey aprobó su construcción en agosto de 1526, “por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas de ella y por excusar otros daños e inconvenientes”.

Tras compartir 11 meses agónicos, Ana de Ayala enterró a Orellana junto al Amazonas
Viajaron rameras, pero no todas las aventureras eran meretrices como a veces algunos interpretan. Alfonso Dávila, director del Archivo General de la Administración, investigó la biografía de la sevillana Ana de Ayala, esposa de Francisco de Orellana, para una exposición sobre la exploración del Amazonas. “Es una de las grandes incógnitas de la historia de España, unos la convierten en noble y otros en prostituta que vive amancebada con Orellana en Sevilla mientras prepara la segunda incursión en el Amazonas, debió de ser una mujer de clase media, de grandes redaños, porque se casó en contra de todos con Orellana”, explica Dávila.
Orellana y Ayala zarparon en 1544 a pesar de las órdenes de cancelar la travesía. La flota, que salió con 400 hombres y cuatro capitanes, se diezmó nada más llegar a Cabo Verde, “posiblemente por el agua corrompida y la falta de provisiones”. Orellana desoyó todos los presagios que anticipaban el desastre y dividió el menguado grupo en dos lanchas con las que embocaron el Amazonas. Surcaron el gran río durante 11 meses, perdidos, extinguiéndose uno tras otro, incluido Orellana, al que Ana de Ayala enterró en la orilla izquierda, bajo la sombra de un árbol. Sobrevivieron 44 personas, entre ellas la sevillana, que tuvo la valentía de afear al rey que la falta de medios les había precipitado al fracaso.
Quizá la única trayectoria que se impuso al olvido fue la de Catalina de Erauso, la singular monja alférez. Su asombrosa vida se transmitió y agrandó en diversas obras, que es la vía más directa para abrirse un hueco en la eternidad. Erauso, novicia en un convento español, zarpó para América, donde luchó vestida de soldado en un sinfín de combates que acabaron granjeándole el respeto de compañeros y superiores. Todas sus vulneraciones de la norma fueron toleradas. Incluida su sexualidad, porque Erauso jamás ocultó sus preferencias: “A pocos días me dio a entender que tendría a bien que me casase con su hija, que allí consigo tenía; la cual era muy negra y fea como un diablo, muy contraria a mi gusto, que fue siempre de buenas caras”. Lo dejó escrito en sus memorias hace casi cuatrocientos años, poco antes de coger de nuevo otro barco para América.
La exposición ‘No fueron solos’ podrá visitarse en el Museo Naval de Madrid desde el 21 de mayo hasta el 30 de septiembre.
Fuente: El pais.es 

Las Capacidades simbólicas y espaciales del Homo Sapiens frente al Neandertal

Vía: Université de Montreal| 8 de mayo de 2012
Si bien la desaparición de los neandertales sigue siendo un misterio, los paleoantropólogos tienen una mayor comprensión de lo que permitió a sus jóvenes primos, el Homo sapiens, conquistar el planeta.

De acuerdo con 
Ariane Burke (izquierda), profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, y según un estudio publicado en Quaternary International, la rápida dispersión de los humanos anatómicamente modernos no se debió tanto a una inteligencia superior o a mejores técnicas de caza y recolección, sino más bien a la creación de objetos simbólicos que les permitieron ampliar sus relaciones sociales a través de vastos territorios.


Simbolismo e intercambio social
El
 Homo sapiens llegó a Europa hace unos 45.000 años, procedente de África. En menos de 15.000 años se las arregló para ocupar la totalidad de Europa y Eurasia, una expansión extremadamente rápida. Los neandertales, por el contrario, nacieron de Europa, apareciendo en el continente hace más de 250.000 años, después de que sus antepasados, el
 Homo ergaster, se hubieran establecido 600.000 años antes. Aunque fisiológicamente bien adaptados al clima frío de los períodos glaciales y postglaciales, ¿por qué los neandertales no tuvieron tanto éxito como sus recién aterrizados rivales en la colonización del continente?
 "Los neandertales eran capaces de cazar animales de manada, de realizar caza mayor", dijo la investigadora.
 "También sabían cómo alimentarse de crustáceos, plantas y frutos secos".
Por otra parte, ocuparon diversos territorios con variedad de climas, que van desde la Península Ibérica hasta Oriente Medio y las montañas de Altai. Sin embargo, nunca ocuparon las llanuras del norte de Europa, donde habrían sido capaces de sobrevivir bastante bien.
Con base a estos hechos, y teniendo en cuenta que los territorios ocupados por los neandertales eran pequeños y distantes entre sí, Burke especula que la superioridad del
 Homo sapiens se encontraba en su organización social, la cual se desarrolló durante el Paleolítico Medio entre 200.000 y 35.000 años atrás. Este organización social "moderna" se caracterizaba por el mantenimiento de relaciones personales, a pesar de la ausencia de las personas implicadas y de las largas distancias.
La extensión de estas relaciones fue posible gracias a la invención de objetos culturales y simbólicos, los cuales facilitaron el intercambio entre grupos.


Imagen cortesía del usuario de Flickr mharrsch

"Los objetos de valor simbólico, tales como adornos, ornamentos personales, dientes de animales y collares de conchas, armas decoradas, e incisiones estéticas sobre piedras, abundan durante la rápida dispersión del 'Homo sapiens' en Eurasia", dice la investigadora. La presencia de estos objetos a través de vastos territorios indica que los intercambios se llevaron a cabo; "estos objetos permitían a aquellos que los poseían recordar el vínculo social que habían establecido y, a su vez, el desarrollo de una obligación de reciprocidad".
Estos contratos sociales, consolidados por matrimonios intergrupales, trajeron nuevos territorios, promovieron el intercambio de información útil para la supervivencia y permitieron confiar en aliados en el caso de condiciones ambientales adversas.
Los neandertales también hicieron objetos culturales simbólicos, posiblemente destinados al intercambio, pero mucho más tarde, en el período paleolítico superior (hace unos 30.000 años).
 "Probablemente fue demasiado poco y demasiado tarde", dice Burke.



Habilidades de orientación
La expansión de estos intercambios sociales durante milenios ejerció una presión selectiva sobre las capacidades cognitivas del
 Homo sapiens. De hecho, la ocupación de un vasto territorio requería de habilidades especiales de orientación. También, de acuerdo con Burke, fue durante este período que los humanos desarrollaron su sentido de la orientación a través de una brújula interna, o mapa cognitivo, lo que les permitía la proyección espacial. Este modo de locomoción es especialmente adecuado para viajar a largas distancias a través de las llanuras, donde los nómadas tienen pocas pistas visuales. Por otro lado, la orientación usando puntos de referencia topográficos se adaptaba bien a los pequeños espacios ocupados por los neandertales.
Para Burke, sin embargo, fue la plasticidad del cerebro lo que más benefició este efecto selectivo. Según la antropóloga, los dos modos de orientación estaban basados en habilidades por separado; las diferencias intersexuales que se observan hoy en día en esta área, en la que los hombres tienen más éxito en la proyección espacial y las mujeres en la memorización de puntos de referencia, son, en su opinión, habilidades de una conducta social separada y sexualmente diferenciada.
Si bien estos elementos puede explicar la rápida dispersión del 
Homo sapiens, son menos capaces de explicar la desaparición de los neandertales. Burke culpa de esto a la gran cantidad de estrés localizada en los neandertales: estrés ambiental, estrés climático y estrés demográfico, causado por la competencia de sus rivales, los cuales podían hacer mejor frente a ello debido a sus redes sociales más amplias.

La Terapia para alargar la Vida, todo un éxito

Ha sido probada en ratones adultos de uno y dos años y ha tenido un efecto "rejuvenecedor" sobre ellos 

Madrid. (Efe).- Especialistas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en colaboración con investigadores catalanes, han desarrollado un tratamiento que actúa sobre los genes y que, aplicado en animales adultos, una única vez, consigue de manera segura alargar la vida media de los individuos.

Diversos estudios han demostrado que actuando sobre distintos genes es posible alargar la vida media de organismos de numerosas especies, incluidos mamíferos.
Hasta ahora, este tipo de investigaciones obligaba a modificar permanentemente los genes de los animales desde la fase embrionaria, algo que no se plantea en humanos. Sin embargo, la terapia génica desarrollada por el CNIO para combatir el envejecimiento ha sido probada en ratones adultos de uno y dos años, y tuvo un efecto "rejuvenecedor" sobre ellos.

El trabajo, publicado en EMBO Molecular Medicine, ha sido desarrollado por investigadores del CNIO en colaboración con Eduard Ayuso y Fátima Bosch, del Centro de Biotecnología Animal y Terapia Génica de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Los ratones de un año vivieron, de media, un 24 por ciento más y los de dos años, un 13 por ciento más, pero además, la terapia mejoró sensiblemente su salud, retrasó la aparición de enfermedades asociadas a la edad, y mejoró algunos indicadores de envejecimiento, como la coordinación neuromuscular.
La terapia consiste en tratar al animal con un virus cuyo ADN ha sido modificado: sus genes virales han sido sustituidos por uno de los genes más importantes para el envejecimiento: el que codifica la enzima telomerasa.
Los telómeros son estructuras que durante un tiempo limitado protegen los extremos de los cromosomas: con cada división de la célula se acortan y reducen hasta que ya no pueden desempeñar su función, con lo que la célula deja de dividirse y envejece o muere. La telomerasa frena este efecto, reconstruye los telómeros y "resetea" el reloj biológico de la célula.

Por su parte, el virus con el ADN tratado e inoculado en el animal actúa como un vehículo (vector) que deposita el gen de la telomerasa en las células. "El envejecimiento hoy no se considera una enfermedad, pero cada vez más los investigadores tendemos a verlo como la causa común de enfermedades como la resistencia a la insulina o las cardiovasculares, cuya incidencia aumenta con la edad. Si tratáramos el envejecimiento de las células, prevendríamos estas enfermedades", explica la directora del CNIO, María Blasco.
Los investigadores del CNIO han visto que los ratones tratados con la nueva terapia tampoco tienen cáncer. Lo atribuyen a que la terapia se inicia cuando ya son adultos y por tanto no tienen tiempo de acumular el número de multiplicaciones aberrantes necesarias para que aparezcan los tumores.

Aunque a corto plazo la terapia ensayada no sea aplicada a humanos contra el envejecimiento, sí puede abrir una nueva vía al tratamiento de enfermedades relacionadas con la presencia en las células de telómeros anómalamente cortos.

Vía: www.lavanguardia.com
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