Últimas conclusiones sobre 'La Gioconda' del Prado

Martes, 21 de Febrero de 2012 14:42 hoyesarte.com
El Museo del Prado ha presentado hoy el proceso y conclusiones del estudio técnico y la restauración de la copia de La Gioconda que conserva en sus colecciones desde su fundación. El trabajo ha puesto de manifiesto que la obra fue realizada en paralelo al retrato original de Leonardo da Vinciconservado en el Museo del Louvre y que se trata de su copia más antigua, además de la "versión más importante que se conoce hasta la fecha" del famoso retrato.


Los hallazgos, apoyados fundamentalmente en el estudio cruzado de las dos obras y de los documentos técnicos de la obra del Prado obtenidos durante su estudio, constituyen un descubrimiento de especial relevancia para entender mejor el cuadro original y apreciar detalles del mismo que hasta ahora habían pasado desapercibidos o cuya comprensión no era fácil.

Colecciones reales

Procedente de las colecciones reales españolas, aunque aún se desconoce la forma y fecha de su ingreso en las mismas, la copia de La Gioconda del Museo del Prado ha sido sometida a un estudio técnico y de restauración con motivo de la solicitud del Louvre, hace dos años, para su préstamo para la exposición que inaugurará el próximo mes de marzo: L’ultime chef-d’œuvre de Léonard de Vinci, la Sainte Anne (29 de marzo-25 de junio de 2012).

Gracias a este proceso, que ha permitido recuperar la imagen original del cuadro del Prado, éste se sitúa ahora como uno de los testimonios más representativos de los procedimientos del taller de Leonardo, al haberse desvelado como obra de alguno de los discípulos del maestro florentino que trabajaban en su taller al mismo tiempo que éste pintaba la original. Por esta razón, la obra del Prado se considera ahora la versión más importante, conocida hasta el momento, de la pintura de Leonardo conservada en el museo parisino.

Tecnología avanzada

El interés que suscitó la comparación del resultado de la primera reflectografía infrarroja con la del original llevó a profundizar en el examen de la obra y, finalmente, abordar su restauración. El estudio técnico realizado ha sido el habitual e incluye reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con luz ultravioleta y examen con lupa binocular. Una de las aportaciones de interés que avalan también las conclusiones alcanzadas durante estos estudios, realizados para conocer cómo se pintó y determinar su estado de conservación, fue la identificación del soporte de esta obra como tabla de nogal –madera habitual en obras de pequeño formato de Leonardo y su taller y utilizada, entre otras, en La Dama del Armiño, La Belle Ferronière o San Juan Bautista– y la constatación de que la pintura carece de la tradicional preparación de yeso, sustituida en su caso por una doble capa compuesta por blanco de plomo y aceite de lino, un tipo de preparación que, siendo inusual, aparece en numerosas obras de Leonardo y su taller.

La reflectografía infrarroja y el examen de la superficie con luz rasante descubrieron la existencia de un paisaje bajo el fondo negro. Los análisis químicos concluyeron que este fondo se trataba de un repinte no anterior a 1750 y que existía una capa orgánica que lo aislaba físicamente de la pintura original, preservando su óptima conservación. A pesar de su diferente calidad pictórica respecto a la original, el paisaje recobrado es acorde con el cromatismo y las formas evanescentes de los escenarios de Leonardo.

Extraordinario interés

El extraordinario interés de esta copia reside en que, desde el dibujo preparatorio y casi hasta los últimos estadios, repite el paulatino proceso creativo de la Gioconda aunque sin pretender hacerse pasar por ella. El análisis comparado de las reflectografías infrarrojas de la obra original del Louvre y de la copia del Prado revela detalles idénticos, subyacentes a la pintura, que evidencian un proceso de elaboración paralelo. Las figuras son prácticamente iguales en dimensiones y formas, y lo que es más importante, cada una de las correcciones del dibujo subyacente del original se repiten en la obra del Prado: la transformación del contorno de la cintura, la posición de los dedos, el contorno del velo y el de la cabeza, incluso ajustes menores de los perfiles de las mejillas y el cuello. Un copista "tradicional" transcribiría lo que ve en superficie y no lo que está oculto bajo la pintura; sin embargo, tal y como demuestra su dibujo subyacente, el autor de la tabla del Prado dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluidos los que ninguno de los dos pintaron posteriormente y, por tanto, no son visibles en la superficie pictórica.

La conclusión de estos estudios apunta a un miembro del taller de Leonardo y a una elaboración paralela de ambos retratos. En cuanto a la posible autoría, la factura pictórica difiere de la producción de discípulos o colaboradores de Da Vinci como Boltraffio, Marco d'Oggiono o Ambrogio di Predis, que tienen una personalidad muy definida. No obstante es posible situarla estilísticamente en un entorno milanés, próximo a Salaï (1480-1524) o quizás a Francesco Melzi (1493-1572/73), los alumnos de más confianza del maestro, herederos de su obra.

Copia sincrónica

Por otro lado, la gran calidad de los materiales empleados en la tabla de Madrid sugiere un encargo importante, a diferencia de las demás copias conocidas hasta la fecha, todas ellas posteriores y realizadas ya con la conciencia de estar reproduciendo lo que ya era un original famoso. Los análisis técnicos demuestran que la Gioconda del Prado fue realizada a la par que el original, lo que da sentido a la hipótesis de un "duplicado" de taller, realizado al mismo tiempo y con acceso directo al paulatino proceso de ejecución del cuadro de Leonardo.

Tras el análisis de esta información se inició la restauración con la limpieza de la superficie pictórica, eliminando los barnices oxidados que transmitían una tonalidad amarillenta, especialmente a las carnaciones. Esta intervención permitió recuperar las tonalidades originales, así como los volúmenes de las telas y las transparencias de los velos.

Terminada esta limpieza se procedió a la eliminación del repinte negro que cubría por completo el fondo de la composición de manera progresiva mediante la aplicación de disolventes orgánicos hasta su total eliminación. Una vez incorporado el paisaje a la superficie pictórica y para lograr la correcta transición entre la figura y el fondo restableciendo la unidad y equilibrio entre ambos, se eliminó el repinte que cubría el velo y parte del cabello en el lado izquierdo de la cabeza, lo que permitió recuperar la transparencia del velo y la visión del paisaje a través de él. Esta zona tan significativa de cuadro recobró así el aspecto etéreo original, captándose mejor el aire y el espacio que rodean la cabeza. Dado el buen estado de la pintura, en la fase final de reintegración cromática se ha ejecutado una intervención mínima y limitada a pérdidas de pequeña consideración.
  • El estudio técnico ha sido realizado por Ana González Mozo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Prado, en colaboración con todos los departamentos del Área de Restauración, y la intervención ha sido ejecutada por Almudena Sánchez Martín, restauradora del Museo. Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700), ha coordinado los trabajos.



La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal


Esta copia forma parte de las colecciones del Prado desde su fundación en 1819 por proceder de las colecciones reales españolas, germen de la institución.

Aunque se desconoce el dato exacto acerca de la forma y fecha de su ingreso en las colecciones reales, probablemente se trate de la obra que aparecía ya en 1666 citada en el inventario de la Galería del Mediodía del Alcázar como un retrato femenino vinculado a Leonardo.

El jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700) del Museo, Miguel Falomir, cree muy posible que esta copia estuviera ya en España en las primeras décadas del siglo XVII.

Expuesta de forma habitual en el Museo hasta su traslado al taller de restauración en junio de 2011, la obra constaba catalogada en ese momento como copia antigua anónima del primer cuarto del siglo XVI pintada sobre tabla de chopo.

En función de los nuevos datos aportados por su estudio técnico y restauración, la pintura queda ahora catalogada como: La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal.


Publicado en: www.historiayciencia.es

Últimas conclusiones sobre 'La Gioconda' del Prado

Martes, 21 de Febrero de 2012 14:42 hoyesarte.com
El Museo del Prado ha presentado hoy el proceso y conclusiones del estudio técnico y la restauración de la copia de La Gioconda que conserva en sus colecciones desde su fundación. El trabajo ha puesto de manifiesto que la obra fue realizada en paralelo al retrato original de Leonardo da Vinciconservado en el Museo del Louvre y que se trata de su copia más antigua, además de la "versión más importante que se conoce hasta la fecha" del famoso retrato.


Los hallazgos, apoyados fundamentalmente en el estudio cruzado de las dos obras y de los documentos técnicos de la obra del Prado obtenidos durante su estudio, constituyen un descubrimiento de especial relevancia para entender mejor el cuadro original y apreciar detalles del mismo que hasta ahora habían pasado desapercibidos o cuya comprensión no era fácil.

Colecciones reales

Procedente de las colecciones reales españolas, aunque aún se desconoce la forma y fecha de su ingreso en las mismas, la copia de La Gioconda del Museo del Prado ha sido sometida a un estudio técnico y de restauración con motivo de la solicitud del Louvre, hace dos años, para su préstamo para la exposición que inaugurará el próximo mes de marzo: L’ultime chef-d’œuvre de Léonard de Vinci, la Sainte Anne (29 de marzo-25 de junio de 2012).

Gracias a este proceso, que ha permitido recuperar la imagen original del cuadro del Prado, éste se sitúa ahora como uno de los testimonios más representativos de los procedimientos del taller de Leonardo, al haberse desvelado como obra de alguno de los discípulos del maestro florentino que trabajaban en su taller al mismo tiempo que éste pintaba la original. Por esta razón, la obra del Prado se considera ahora la versión más importante, conocida hasta el momento, de la pintura de Leonardo conservada en el museo parisino.

Tecnología avanzada

El interés que suscitó la comparación del resultado de la primera reflectografía infrarroja con la del original llevó a profundizar en el examen de la obra y, finalmente, abordar su restauración. El estudio técnico realizado ha sido el habitual e incluye reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con luz ultravioleta y examen con lupa binocular. Una de las aportaciones de interés que avalan también las conclusiones alcanzadas durante estos estudios, realizados para conocer cómo se pintó y determinar su estado de conservación, fue la identificación del soporte de esta obra como tabla de nogal –madera habitual en obras de pequeño formato de Leonardo y su taller y utilizada, entre otras, en La Dama del Armiño, La Belle Ferronière o San Juan Bautista– y la constatación de que la pintura carece de la tradicional preparación de yeso, sustituida en su caso por una doble capa compuesta por blanco de plomo y aceite de lino, un tipo de preparación que, siendo inusual, aparece en numerosas obras de Leonardo y su taller.

La reflectografía infrarroja y el examen de la superficie con luz rasante descubrieron la existencia de un paisaje bajo el fondo negro. Los análisis químicos concluyeron que este fondo se trataba de un repinte no anterior a 1750 y que existía una capa orgánica que lo aislaba físicamente de la pintura original, preservando su óptima conservación. A pesar de su diferente calidad pictórica respecto a la original, el paisaje recobrado es acorde con el cromatismo y las formas evanescentes de los escenarios de Leonardo.

Extraordinario interés

El extraordinario interés de esta copia reside en que, desde el dibujo preparatorio y casi hasta los últimos estadios, repite el paulatino proceso creativo de la Gioconda aunque sin pretender hacerse pasar por ella. El análisis comparado de las reflectografías infrarrojas de la obra original del Louvre y de la copia del Prado revela detalles idénticos, subyacentes a la pintura, que evidencian un proceso de elaboración paralelo. Las figuras son prácticamente iguales en dimensiones y formas, y lo que es más importante, cada una de las correcciones del dibujo subyacente del original se repiten en la obra del Prado: la transformación del contorno de la cintura, la posición de los dedos, el contorno del velo y el de la cabeza, incluso ajustes menores de los perfiles de las mejillas y el cuello. Un copista "tradicional" transcribiría lo que ve en superficie y no lo que está oculto bajo la pintura; sin embargo, tal y como demuestra su dibujo subyacente, el autor de la tabla del Prado dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluidos los que ninguno de los dos pintaron posteriormente y, por tanto, no son visibles en la superficie pictórica.

La conclusión de estos estudios apunta a un miembro del taller de Leonardo y a una elaboración paralela de ambos retratos. En cuanto a la posible autoría, la factura pictórica difiere de la producción de discípulos o colaboradores de Da Vinci como Boltraffio, Marco d'Oggiono o Ambrogio di Predis, que tienen una personalidad muy definida. No obstante es posible situarla estilísticamente en un entorno milanés, próximo a Salaï (1480-1524) o quizás a Francesco Melzi (1493-1572/73), los alumnos de más confianza del maestro, herederos de su obra.

Copia sincrónica

Por otro lado, la gran calidad de los materiales empleados en la tabla de Madrid sugiere un encargo importante, a diferencia de las demás copias conocidas hasta la fecha, todas ellas posteriores y realizadas ya con la conciencia de estar reproduciendo lo que ya era un original famoso. Los análisis técnicos demuestran que la Gioconda del Prado fue realizada a la par que el original, lo que da sentido a la hipótesis de un "duplicado" de taller, realizado al mismo tiempo y con acceso directo al paulatino proceso de ejecución del cuadro de Leonardo.

Tras el análisis de esta información se inició la restauración con la limpieza de la superficie pictórica, eliminando los barnices oxidados que transmitían una tonalidad amarillenta, especialmente a las carnaciones. Esta intervención permitió recuperar las tonalidades originales, así como los volúmenes de las telas y las transparencias de los velos.

Terminada esta limpieza se procedió a la eliminación del repinte negro que cubría por completo el fondo de la composición de manera progresiva mediante la aplicación de disolventes orgánicos hasta su total eliminación. Una vez incorporado el paisaje a la superficie pictórica y para lograr la correcta transición entre la figura y el fondo restableciendo la unidad y equilibrio entre ambos, se eliminó el repinte que cubría el velo y parte del cabello en el lado izquierdo de la cabeza, lo que permitió recuperar la transparencia del velo y la visión del paisaje a través de él. Esta zona tan significativa de cuadro recobró así el aspecto etéreo original, captándose mejor el aire y el espacio que rodean la cabeza. Dado el buen estado de la pintura, en la fase final de reintegración cromática se ha ejecutado una intervención mínima y limitada a pérdidas de pequeña consideración.
  • El estudio técnico ha sido realizado por Ana González Mozo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Prado, en colaboración con todos los departamentos del Área de Restauración, y la intervención ha sido ejecutada por Almudena Sánchez Martín, restauradora del Museo. Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700), ha coordinado los trabajos.



La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal


Esta copia forma parte de las colecciones del Prado desde su fundación en 1819 por proceder de las colecciones reales españolas, germen de la institución.

Aunque se desconoce el dato exacto acerca de la forma y fecha de su ingreso en las colecciones reales, probablemente se trate de la obra que aparecía ya en 1666 citada en el inventario de la Galería del Mediodía del Alcázar como un retrato femenino vinculado a Leonardo.

El jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700) del Museo, Miguel Falomir, cree muy posible que esta copia estuviera ya en España en las primeras décadas del siglo XVII.

Expuesta de forma habitual en el Museo hasta su traslado al taller de restauración en junio de 2011, la obra constaba catalogada en ese momento como copia antigua anónima del primer cuarto del siglo XVI pintada sobre tabla de chopo.

En función de los nuevos datos aportados por su estudio técnico y restauración, la pintura queda ahora catalogada como: La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal.


Publicado en: www.historiayciencia.es

Aparecen unos dibujos desconocidos de El Bosco en una de sus obras


A la izquierda, un dibujo oculto tras una granada (en el centro). /FUNDACIÓN LÁZARO GALDIANO
Una investigación internacional desvela sorprendentes detalles en 'Las meditaciones de San Juan Bautista' del museo Lázaro Galdiano de Madrid
Ángeles García / El País

Las meditaciones de San Juan Bautista, pintada por El Bosco entre 1485 y 1510, es una de las obras más conocidas del Museo Lázaro Galdiano. En el cuadro, 60 por 40 centímetros, el santo aparece rodeado por extrañas montañas (espejo de la lujuria y el pecado), animales de granja mezclados con criaturas extrañas y plantas fantástica propias de una película de ciencia ficción. En esa tabla destaca lo que podría ser una especie de granada trepadora. En la restauración realizada por el museo en 1995, se intuía la existencia de una figura masculina ocupando la parte central de la fruta. Ahora se puede ver casi cada detalle de la cabeza y el dibujo que realizó el artista antes de pintar y se sabe que, como hizo en otras obras, el rostro corresponde al donante, la persona que encargó la obra.¿Por qué lo hizo desaparecer? Las causas pueden ser muchas: no le agradó al pagador. No funcionó la composición a ojos del artista. Se arrepintió sobre la marcha y la imagen del mecenas queda como otros muchos arrepentimientos del artista...
Los descubrimientos que hoy miércoles da a conocer el Lázaro Galdiano sobre una de sus joyas más famosas es debido al trabajo de investigación que desde hace un año realiza el Bosch Research and Conservation Project para revaluar la obra fundamental de El Bosco.

Con un presupuesto de dos millones de euros, el equipo estudia alrededor de cincuenta obras maestras que formarán parte de la exposición que en 2016 se le dedicará en el Noordbrabants Museum de Hertogenbosch (el Museo de Brabante ) a propósito de los cinco siglos que su muerte. Brabante es la región en la que vino al mundo el maestro de Brueghel el Viejo, donde, sin embargo, no poseen ninguna obra del pintor. Todas las piezas que entonces se exhiban serán prestadas por museos y coleccionistas privados.

Pero antes de que la exposición se pueda disfrutar, Matthijs Ilsink explica en los talleres del Lázano Galdiano en qué consiste el trabajo del equipo que él coordina. Acompañado de tres expertos que no despegan la vista del ordenador, Ilsink señala la cámara que a unos cinco centímetros de distancia fotografía sin parar Las meditaciones de San Juan Bautista. Con luz visible e infrarroja, la cámara va tomando macrofotografías que, divididas en cuadrículas, dan detalles del cuadro que hasta ahora nunca se habían podido ver. Al menos, con tal nitidez.

Ilsink aclara que no se trata de desenmascarar falsas atribuciones (caso de Rembrandt) ni aportar nuevos descubrimientos (aunque sí estudian algunos cuadros de su entorno). “Se trata de conocer la obra de El Bosco hasta el último detalle. No solo las figuras ocultas que se están descubriendo en algunos de sus trabajos, sino de analizar como era su pincelada (fina en unos casos, gruesa en sus comienzos) y que no volcaba la pintura directamente, como otros pintores flamencos, sino que, previamente, dibujaba cada elemento con todo detalle, incluidos los sombreados”.

Amparo López Redondo, conservadora jefe de la Fundación Lázaro Galdiano, pone todo el entusiasmo del mundo para detallar otros asuntos fundamentales que confirman las nuevas pruebas. Como, por ejemplo, que este cuadro presenta tantas similitudes con el San Juan en Patmos que conserva el Staatliche Museo de Berlín que se puede asegurar que ambos cuadros forman parte de un tríptico escultórico con dos tablas.Una vez descubierto el hecho de que la planta oculta una figura humana que se intentó hacer desaparecer del cuadro, la explicación que manejan los expertos es que se cortó la parte inferior y se rehizo la pieza manteniendo los elementos primitivos.

Aunque en España puede haber una docena de obras de El Bosco, el equipo investigador seguirá su gira en cuanto concluya el trabajo en el Lázaro Galdiano. Ilsink explica que solo se fotografían los que pueden aportar novedades para entender la esencia de la obra de El Bosco. El Prado tiene una de las mejores representaciones del mundo, gracias al fervor que Felipe II profesaba por este pintor. En sus salas se encuentra El carro de heno, La Adoración de los magos, El jardín de las delicias, Los siete pecados capitales o Las tentaciones de San Antonio. En el palacio de San Lorenzo de El Escorial se exhibe otra de las grandes obras de El Bosco: Jesús con la cruz a cuestas.

Las meditaciones de San Juan Bautista consta como propiedad del Lázaro Galdiano desde 1913. En 1936, antes de que comenzara la Guerra Civil, el museo Boymans van Beuningen de Rotterdam se había llevado el cuadro para una exposición. Al estallar la guerra, la pinacoteca holandesa se ofreció a custodiar la obra y el Galdiano aceptó. Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuadro se salva de las llamas que consumieron la ciudad gracias a que junto a otros muchos fue escondido en una gruta. Pasada la guerra, y pese a las numerosas ofertas económicas recibidas, Jerónimo Seisdedos -entonces conservador del Prado- viajó a Rotterdam para llevar el cuadro a Madrid. Lo entregó el 2 de abril de 1949.

Arqueólogos egipcios y japoneses inician el desafío de reconstruir una barca solar del faraón Keops


Armados con mascarillas y enfundados en trajes de faena, varios arqueólogos egipcios y japoneses descendieron este lunes hasta el fondo de la oquedad que albergó durante 4.500 años la segunda barca solar del faraón Jhufu (Keops) (2579 a.C.-2556 a.C.), a los pies de su pirámide en la meseta de Giza. Un puzle de 600 listones de madera que, tras ser extraído y restaurado, será ensamblado y expuesto al público en el plazo de cinco años.


Fuente: Francisco Carrión, El Cairo | El Mundo.es, 20 de febrero de 2012
"Tenemos ganas de terminar los estudios y los análisis técnicos de la madera para saber si hay algo deteriorado", señaló en castellano el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Amin, a varios medios de comunicación españoles, entre ellos, ELMUNDO.es. "Es maravilloso. Se puede considerar como una momia porque se desmontó en piezas que fueron tratadas con productos para conservarlas", agregó.


Las heridas de la madera
No obstante, Amin precisó que los primeros datos indican que los listones resultaron dañados por la entrada de aire y agua mezclada con cemento durante las obras de construcción del museo que a unos metros de la pirámide exhibe desde 1982 la primera de las naves descubierta en 1954. Los análisis previos, efectuados mediante rayos X, ya sugirieron que los principales componentes de la madera habían sufrido un deterioro severo.


Acompañada por la habitual ceremonia de flashes y declaraciones, las autoridades egipcias y los investigadores de la Universidad nipona de Waseda inauguraron la tercera fase de un proyecto que fue presentado el pasado junio. Entonces un primitivo sistema de poleas comenzó a retirar los 41 bloques de 16 toneladas de piedra caliza que sellaban una fosa localizada en 1954 pero que no fue estudiada hasta 1987.
A partir de aquel año el equipo asiático investigó el perímetro a través de ondas electromagnéticas y hallo el vacío horadado en la tierra que unos meses después un equipo del National Geographic logró penetrar con una minúscula cámara. Sin embargo, el proyecto definitivo solo se inició en 2008.


Una cura de cinco años
Según el profesor de Waseda y director de la misión, Sakuji Yoshimura, durante los dos próximos años los listones de madera serán analizados y restaurados y se necesitarán otros tres para recomponer el fascinante esqueleto de una de las cinco naos que acompañaron la vida de ultratumba del rey Jhufu, bautizado como Keops por el griego Herótodo y descrito como un cruel tirano que sojuzgó a su familia y su pueblo para erigir una de las siete maravillas del mundo antiguo.
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La suerte de las barcas solares ha sido dispar. La primera estaba formada por 651 piezas que el arqueólogo egipcio Kamal el Mallaj tardó en ensamblar 13 años. Mide 43,4 metros de eslora, 5,6 metros de manga y 1,5 metros de calado. Está construida con madera de cedro originario del Líbano y las tablas del casco están unidas por cuerdas.
A juicio de Amin, la segunda embarcación es de menor tamaño y su montaje requerirá menos tiempo "por las nuevas técnicas y la experiencia anterior". "Otras dos fueron robadas y la quinta aún no ha sido desenterrada", precisó.

Los enigmas de su principio y fin
Recomponer las piezas también podría arrojar luz sobre la utilidad de estos barcos. La teoría del destronado ministro de Antigüedades Zahi Hawas es que no se trata de "un bote funerario usado para trasladar el cuerpo del faraón desde la capital hasta su enterramiento", sino un símbolo en honor al dios solar Ra.
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Con las dos naves encontradas, el difunto rey navegaría durante el día (una barca denominada 'mandyet') y al caer la noche ('mesketet'). Por su parte, Amin consideró que podría haber sido usado durante la vida terrenal de Keops o como un símbolo de poder y ostentación: "Igual hoy que un monarca posee cinco coches o yates".

Su origen es, de momento, tan misterioso como su destino. Inicialmente se había proyectado exhibirlo en el Gran Museo Egipcio de El Cairo, un proyecto faraónico que se levanta en las proximidades de las pirámides de Giza y cuya inauguración está prevista para 2015. Pero Amin barrunta otra alternativa: "Dejarlo aquí, en su lugar original".

En busca de las raíces culturales de la Evolución Humana


El arqueólogo Chris Henshilwood explora una cueva en el Cabo del sur, Sudáfrica. En la cueva de cercana de Blombos, Henshilwood ha encontrado una de las evidencias más antiguas de pensamiento simbólico por parte de los seres humanos.


Vía: Nature | Jeff Toleffson| Extremadura Digital | 15 de febrero de 2012 (Traducción: G.C.C.)
Raspaduras de metal saltan en la dura arena mientras el arqueólogo Chris Henshilwood cepilla la capa superior de sedimentos en la Cueva de Blombos. Después de unos momentos, la punta de su paleta descubre el húmero de una tortuga del tamaño de un vaso, la cual caminaba por el cabo sur de Sudáfrica hace muchos milenios. Lo siguiente que sale son conchas de mejillones locales y caracoles en medio de un suelo ennegrecido, así como pequeños trozos de madera carbonizada, restos de un antiguo festín. Todo ello sería uno de los muchos disfrutes gastronómicos realizados por un grupo distinto de los primeros seres humanos que visitaron la Cueva Blombos en el transcurso de miles de años.


Herramientas de piedra halladas en la cueva de Blombos. Foto: Henshilwood

La cultura de Still Bay fue una de las más avanzadas de los grupos de la Edad de Piedra Media en África, cuando surgió hace unos 78.000 años atrás, como un sorprendente primer florecimiento de la mente humana. Las excavaciones de Henshilwood en la Cueva de Blombos han revelado herramientas distintivas, incluyendo puntas de piedra cuidadosamente labradas que probablemente sirvieron como cuchillos y puntas de lanza, así como trozos de rocas inscritas con aparentes diseños simbólicos. Pero la evidencia de la tecnología desaparece bruscamente en los sedimentos de 71.000 años de antigüedad, junto con todas las pruebas de presencia humana en el sur de África. Ello fue 7.000 años antes de que una nueva cultura apareciera, con un conjunto de herramientas marcadamente diferentes, incluyendo hojas en forma de media luna, probablemente utilizadas como puntas de flecha.

¿Qué motivó el ir y venir de estas primeras culturas? Con el tiempo la cultura Still Bay desapareció, y el mundo -ya en medio de un período glacial - comenzó a enfriarse aún más, provocando que los niveles del mar retrociedaran. "Los seres humanos son muy adaptables", dijo Henshilwood, "pero creo que el clima debe haber jugado algún papel en la desaparición de la cultura de Still Bay".

Si hay un vínculo podría tener implicaciones más amplias. Los datos genéticos sugieren que la población entera de humanos modernos se contrajo en torno al mismo tiempo, luego se recuperó y amplió en África y en otros continentes.



Varios equipos están ahora en camino de determinar el tiempo climático que podía haber influido en el impulso de la evolución humana durante este período. La Cueva de Blombos, con su detallado registro arqueológico en la Edad de Piedra Media, podría convertirse en un campo de pruebas clave.

Con Francesco d'Errico (izquierda) un antropólogo del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS), en Burdeos, Henshilwood ha reunido un equipo de arqueólogos, modeladores del clima y palaeoclimatólogos, durante cinco años, en un proyecto de 2,5 millones de euros para tratar de examinar las correlaciones entre el clima y la cultura durante el período de la prehistoria, lleno de acontecimientos, que incluye la cultura de Still Bay y los comienzos de la conducta humana moderna.

"Estas son, de hecho, preguntas de enormes proporciones, pero creo que ellas admiten respuestas", dice Henshilwood, natural de Ciudad del Cabo, y que ahora trabaja en la Universidad de Bergen, en Noruega. "Si podemos conseguir algunos buenos datos climáticos, podremos, al menos, aventurar algunas conjeturas".



Los investigadores haceb una pausa en sus excavaciones para tomar un descanso y almorzar en la cueva de Blombos. El litoral de hoy podría ser similar al habitado por la cultura Still Bay hace más de 70.000 años atrás.


Historia personal

Fuera de la cueva una brisa fresca de noviembre recorre la empinada ladera de la orilla que Henshilwood ha conocido desde que era un niño. Su abuelo compró esta tierra en el cabo sur como un retiro para pescar en 1961 y Henshilwood pasó en ella sus vacaciones buscando en las colinas y cuevas objetos antiguos.

Esas experiencias le sirvieron bien en 1985, cuando, por puro aburrimiento, a sus treinta y tantos años, decidió dejar los negocios de grandes almacenes de la familia e inscribirse en un curso de arqueología en la Universidad de Ciudad del Cabo. En 1991, como estudiante de doctorado con una beca de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, regresó a Blombos en busca de la misma clase de objetos que había encontrado cuando era niño. Lo que descubrió fue mucho más importante y mucho más antiguo: una serie de herramientas de hueso y puntas de piedra de doble cara que fueron claramente vinculados a la época enigmática de la cultura de Still Bay.


"Fue justo ahí mismo", dice, señalando la parte posterior de la cueva. "Nadie nos creía, porque nadie había encontrado el yacimiento de Still Bay durante 40 años". La Edad de Piedra Media no era parte de su tesis, por lo que Henshilwood recubrió el yacimiento y siguió su camino. Sólo en 1997 obtuvo financiación para una excavación completa de la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU. En 2002, Henshilwood publicó un estudio en Sciencedocumentando piezas rojizas, ricas en hierro, lo que llaman ocre, las cuales fueron grabadas con patrones de líneas cruzadas. Él sostuvo que los grabados, de 77.000 años de antigüedad, eran ejemplos de un comportamiento simbólico, y representaban la evidencia más antigua conocida del pensamiento abstracto. Estos y otros hallazgos han desafiado la idea, antes dominante, de que la cultura humana -ejemplificada por el arte, tal como grabados y ornamentos- apareció en una transformación explosiva durante la Edad de Piedra tardía, hace unos 40.000-50.000 años atrás, en el norte de África y Europa. Blombos y otros yacimientos sugieren un desarrollo cultural y tecnológico más gradual, comenzando mucho antes, durante la Edad de Piedra Media en toda África.


Vista desde el exterior, la cueva de Blombos se parece un poco a un búnker de guerra. Los sacos de arena cubren casi toda la entrada para evitar la erosión y los daños causados por el tránsito peatonal.

En una visita a Blombos en noviembre pasado, la cueva se ve como un búnker de guerra, rellena con un generador, luces y sacos de arena. El equipo ha excavado la tierra lo suficiente como para crear un espacio de trabajo para un equipo de cinco personas. Cientos de pestañas de acero marcan los estratos en las paredes verticales de sedimentos.
Mientras Henshilwood trabaja en la capa superior de la cueva, de hace 72.000 años, su socia y co-excavadora, Karen van Niekerk (izquierda) tamiza a través de las capas inferiores de sedimentos, los cuales tienen alrededor de 100.000 años de antigüedad. A centímetros de distancia, la misma capa proporcionó a Henshilwood el hallazgo más reciente de mayor éxito: un conjunto de herramientas de conchas, piedras de moler y machacar, utilizadas para procesar y almacenar el ocre, posiblemente para usarlo como pigmento o para fines utilitarios como el curtido de pieles o la limpieza de heridas. Todo ello era una evidencia, además, de que el Homo sapiens había desarrollado habilidades planificadas y sostificadas mucho antes de lo que se creía.


Henshilwood se prepara para excavar en una capa de sedimentos de 72.000 años de antigüedad en Blombos. Esta capa ha proporcionado las herramientas producidas por la enigmática cultura Still Bay, la cual ocupo lugares del sur de África durante unos 6.000 años.



Mientras Henshilwood trabaja en la capa de sedimentos superior, la co-excavadora Karen van Niekerk termina una capa de 100.000 años de antigüedad, cerca de la parte inferior de la cueva.

A día de hoy, la investigadora postdoctoral de la Universidad de Bergen, van Niekerk, lleva trabajando con Henshilwood desde los primeros días en Blombos. Es una buena vida, dice ella, "con un montón de trabajo". En este día ella termina temprano y se dirige a la casa de la playa y base científica de Henshilwood para ayudar a una estudiante de "master", Cornelia Albrektsen, a realizar un experimento utilizando herramientas de piedra y hueso hechas en casa. Ellas se esfuerzan durante cerca de una hora en tratar de reproducir la forma en que las antiguas homínidos podían haber abierto los mariscos. A continuación Henshilwood lo muestra.


"Dame una", dice, agarrando una concha. En cuestión de minutos, Henshilwood abre varios caracoles y determina qué herramientas funcionan mejor. A continuación, sale a limpiarse para la cena, dejando al pasmado equipo que termine el experimento. "Fue realmente impresionante", dijo Albrektsen más tarde. "Él lo hace todo como un hombre de las cavernas".



Una curiosa vista de la costa

Durante un receso en las excavaciones, Henshilwood mira hacia el mar y se pregunta en voz alta si el océano Índico tiene respuestas. Los registros paleoclimáticos de los sedimentos marinos y núcleos de hielo sugieren que en la época en que la cultura Still Bay desapareció las temperaturas globales cayeron y crecieron las capas de hielo polares. Los niveles del océano se redujeron, y las gentes de la cultura de Still Bay pudieron haber seguido la línea del mar sobre la plataforma continental, la cual se habría convertido en una llanura productiva.

Si esta idea es acertada, la mayoría de las pruebas se habrían sumergido cuando el océano retornó durante los últimos 15.000 años. Henshilwood ha inspeccionado más de 240 kilómetros de costa en busca de cuevas que podrían contener pistas sobre el destino de la cultura Still Bay. Todavía no ha encontrado nada, pero está comenzando a excavar en un sitio llamado Klipdrift Shelter, al oeste de Blombos, el cual podría permitir observar el nacimiento de la cultura sucesora de Still Bay: la cultura Howiesons Poort, cuya aparición se remonta a 65.000 años atrás y persistió en el tiempo durante cerca de 5.000 años.


Henshilwood caminando a lo largo de un sendero costero hacia la cueva de Blombos

El tiempo y la marea

Henshilwood deja en descanso Blombos y visita el nuevo yacimiento con Simon Armitage (abajo en la foto) un especialista en datar minerales de la Universidad Royal Holloway de Londres. Armitage utiliza una técnica llamada luminiscencia óptica estimulada para determinar la última vez que una muestra de tierra vio la luz del sol antes de ser enterrada. El método requiere que Henshilwood y otros cubran a Armitage con una lona negra y espesa, y se sienten en los bordes para evitar que alguna luz afecte a las mediciones. Mientras esperan, Henshilwood habla acerca de la importancia del yacimiento, el cual ya ha proporcionado un diente humano y algunos artefactos con marcas que pueden representar grabados. Él dice que los hallazgos pueden llegar a ser más fascinantes que las piezas de ocre decoradas que han hecho famosa la cueva de Blombos.


Henshilwood y Simón Armitage Simón analizan cómo datar los sedimentos en Klipdrift Shelter, una nueva excavación situada al oeste de Blombos a lo largo de la costa.

Una vez que el yacimiento ha sido datado, los investigadores agregarán el resultado a los registros ambientales y culturales del sur de África y Europa. Para construir un registro del clima, el equipo de Henshilwood toma muestras de los depósitos de la cueva en busca de pistas sobre antiguas precipitaciones y temperaturas. Ellos también examinan los núcleos de sedimentos oceánicos atendiendo al polen y a los rastros de carbón de leña que aludan a la vegetación, la lluvia y la frecuencia de los incendios.

Los datos paleoclimáticos permitirán que un equipo del CNRS construya un modelo de alta resolución del clima en Europa y en el sur de África, empezando por el tiempo que abarca la cultura de Still Bay y la cultura de Howiesons Poort. El último paso es la superposición de los datos climáticos y culturales en un modelo ecológico que permita analizar el espacio medio ambiental ocupado por culturas específicas a través del tiempo. Posteriormente, el equipo puede buscar las interrelaciones. ¿Fue una industria, por ejemplo, siempre asociada con un ambiente en particular? ¿Similares culturas ocuparon paisajes similares o respondieron a los cambios climáticos de manera semejante?.

"Podemos comenzar a probar nuestras hipótesis acerca del papel jugado por la ecología y el medio ambiente", dice William Banks, quien dirige la elaboración del modelo en el CNRS, en Burdeos.

Henshilwood y sus colegas tienen una competencia amistosa. Curtis Marean (izquierda) un arqueólogo de la Universidad Estatal de Arizona, en Tempe, llegó al cabo poco después de Henshilwood, inspirado por la evidencia genética de un desplome de la población en la Edad de Piedra Media, y pensando que la región de El Cabo habría sido un buen lugar para que los seres humanos pudieran sobrellevar tiempos difíciles. Participó con Henshilwood en un documento que examinaba las herramientas de hueso de Blombos en 2001, y llegó a documentar el uso de pigmentos y el tratamiento térmico de las herramientas de piedra hace 164.000 años en Pinnacle Point, a menos de 100 kilómetros al este de Blombos.

Él también está mirando al mar en busca de respuestas. Curtis Marean y un equipo de investigadores ya han realizado una evaluación de los niveles históricos del mar alrededor de Pinnacle Point, y ahora han recibido financiación de la Sociedad Geográfica Nacional, en Washington DC, y de la Fundación Nacional de Ciencias, en EE.UU, para construir un mapa geofísico detallado de la plataforma continental. Marean piensa que la plataforma expuesta habría sido un ecosistema de diversos matorrales con raíces comestibles, con grandes posibilidades para la caza y la obtención de recursos marinos. Su objetivo es reconstruir la vegetación y luego usar los modelos para analizar cómo la gente podría haber aprovechado esos recursos.


"Tenemos que desarrollar un espeso registro empírico y colocarlo en una escala de tiempo muy ajustado", dice Marean. "Una vez que tengamos eso, podemos comenzar a debatir los porqués".
Alison S. Brooks, directora del Centro de Estudios Avanzados de Homínidos y Paleobiología en la Universidad de Washington, en Washington DC, dice que Henshilwood y otros están produciendo datos e hipótesis muy necesarios, pero ella advierte contra los peligros de la simplificación.
Brooks es co-autora de una próxima publicación que alinea los datos paleoclimáticos con los datos arqueológicos en toda África, y argumenta que cada región del continente parece haber tenido su propia historia. "Hay una gran cantidad de complejidad".

Henshilwood reconoce que la comparación de los datos ambientales y culturales no pueden dar respuestas concretas. La desaparición de la cultura de Still Bay, dice él, podría ser el resultado de los cambios climáticos, la migración, la llegada de gente nueva o simplemente de la evolución cultural en el transcurso de miles de años.

Henshilwood sale del sitio de Klipdrift Shelter, el cual sólo es accesible a través de cuerdas cuando la marea es muy alta.

De vuelta a la cueva, Henshilwood se instala en una rutina familiar excavando cuidadosamente a través de los sedimentos y pensando en el pasado. Él descubre los restos de una almeja que vivió a lo largo de las arenas de la playas y un mejillón que prefería las costas rocosas, evidenciando que la gente de Still Bay tuvo acceso a una variada línea de costa muy parecida a la que ha estado explorando durante toda su vida. Justo detrás de Henshilwood hay otro agujero cuidadosamente relleno de sacos de arena. Él cavó este agujero en el 2007 como una parcela de ensayo y encontró que los sedimentos en el interior de Blombos se remontan al menos a 130.000 años atrás, con artefactos dispersos por todo el lugar. "Pero eso es para otro día", dice, echando un vistazo a la pared de tierra sucia delante de él. "O dentro un año más, o una década más".

LAS RUINAS DEL PATRIMONIO HISTÓRICO EXTREMEÑO