Ruta a la Guerra Civil

Elegimos una de las tres rutas de este  recorrido donde podemos encontrarnos con estas fortificaciones; Artemio, presidente de la asociación ARAMA nos explica como se construyeron estos nidos de ametralladoras.

     A lo largo de este recorrido les mostraremos estos enclaves fortificados al igual que estas trincheras escavadas en esta parte de la ladera del monte de la Escrita, donde controlaban al bando enemigo que se encontraba en las faldas del monte. Es una sensación única el pasear por el interior de estas trincheras y experimentar de alguna forma lo que los soldados  sentían cuando estaban en ellas bajo el fuego enemigo. 

     A lo largo del recorrido nos encontramos con carteles que nos indican las posiciones que hay a lo largo de estas rutas. Artemio no explica que función tenía este lugar que se encuentra en la zona conocida como la Degollada.

                                                                                                                                                                
 Comenzaba a caer la noche y nuestra sensación no era la misma que cuando llegamos a este lugar; con la luz del día era una perspectiva diferente, la sensación de moverte en plena oscuridad por aquellos laberintos, entre recodos y puestos de vigilancia hacían a florar una sensación de soledad y de amargura. Mientras recorríamos estos laberintos de trincheras en plena oscuridad se nos hacia difícil ver mas aya de dos metros por delante de nosotros y cualquier ruido por pequeño que fuese, hacia sobresaltarnos y nuestro sentido se ponía alerta.

     De regreso a la base, decidimos hacer una pequeña prueba en la que consistía en quedarse uno solo con una grabadora en un lugar apartado y experimentar la sensación de estar solo en plena oscuridad y intentar percibir y grabar esas sensaciones que uno siente o percibe cuando se encuentra en un lugar donde tiempo atrás hubo un acontecimiento histórico, la Guerra Civil Española.

    


 Seguramente en este lugar tiene que haber una impregnación de esos sentimientos y rabia que a vitaban  en cada persona que se encontraba en este lugar, confesiones, arrepentimientos, heridos, muertos, todo un conjunto que de alguna forma quedan impregnaron estos lugares de contienda.

     Nuestras grabadoras eran colocadas en varios puntos de esta lugar, al igual que nuestras cámara de videos buscaban entre la oscuridad, algo que se dejara ver; tal vez pedíamos demasiado en nuestra primera visita.  Decidimos comenzar con la prueba en la que cada uno elegiría un lugar
para estar a solas e intentar captar algo con nuestras grabadoras y nuestros sentidos. Estaríamos comunicados através de walkitalkis por si en algún momento alguien necesitaba ayuda.  Durante varios minutos permanecimos en silencio, en plena oscuridad y con los cinco sentidos alerta, así por espacio de diez minutos, los cuales se nos hicieron interminables. 




 Decidimos dar por concluida esta primera visita a este enclave, donde la historia aun sigue latente y con vista a visitar otros lugares relacionados con la guerra civil en Asturias; un lugar que al parecer nuestros amigos de ARAMA, nos tienen preparado, un lugar del cual solo ellos saben lo que allí ocurrió y que el equipo de Tiempo Cero se trasladara a este lugar para intentar obtener registros Psicofónicos e imágenes, esos resultados se comprobaran con la documentación que nuestros amigos de ARAMA tienen.

Agradecer una vez más al Gurpo ARAMA 36-37 por querer compartir estos lugares con Tiempo Cero. Unos lugares de gran interes cultural que un día marcaron la vida de muchos. La Guerra Civil Español.

 

El Curiosity halla un cauce de agua en Marte

La NASA asegura que se han encontrado rocas talladas y moldeadas por corrientes en la superficie

Aunque ya se habían encontrado indicios de agua en Marte, ahora el Curiosity ha dado un paso más en esta investigación. El robot de la NASA ha encontrado evidencias de que por el Planeta Rojo discurrió en su momento un riachuelo, a juzgar por las rocas con las que cuenta el planeta, que fueron talladas y moldeadas por corrientes de agua en la superficie.

La NASA ha sido la encargada de dar a conocer esta noticia y asegura que los científicos están ya estudiando las imágenes de piedras, cuyos tamaños y formas pueden ofrecer muchas pistas sobre la velocidad y el flujo de la corriente que, en su momento, discurrió por el Planeta Rojo.

«Por el tamaño de las gravas, podemos interpretar que el agua se movía alrededor de 3 pies por segundo, con una profundidad que a una persona le llegaría al menos hasta los tobillos, y quizás hasta la cadera», ha explicado uno de los investigadores de la misión, William Dietrich, de la Universidad de California. «Llevamos mucho tiempo trabajando en esto y se ha especulado mucho. Se han lanzado múltiples hipótesis sobre los canales de Marte. Pero esta es la primera vez que realmente hemos visto piedras que fueron transportadas por agua en la superficie de planeta. Ya no estamos especulando sobre el tamaño de los sedimentos, sino que lo estamos observando directamente», ha dicho Dietrich.

Vía: www.abc.es

Una mutación genética favoreció la expansión del 'Homo sapiens' en África

Tres equipos científicos estadounidenses que han analizado patrones de variación genética en diferentes poblaciones han dado con una mutación, que debió producirse hace más de 85.000 años, y que permitiría a los Homo sapiens del centro de África migrar por todo el continente. La mutación está en un grupo de genes del cromosoma 11 implicados en al conversión de ácidos grasos poliinsaturados de origen vegetal en ácidos poliinsaturados necesarios para aumentar el tamaño del cerebro, su complejidad y sus funciones, según explican los investigadores, que logran así asociar la base genética con la llamada gran expansión africana del Homo sapiens.

Diversas investigaciones genéticas y arqueológicas apuntan hacia el origen del H.sapiens hace unos 180.000 años, pero permanecerían confinados unos 100.000 años en una zona con abundantes lagos en el centro de África, según explican los investigadores del Centro Médico Wake Forest Baptist que forman uno de los tres equipos de la investigación, presentada en la revista Plos One y liderada por Joshua M. Akey (Universidad de Washington). Su hipótesis es que este confinamiento territorial se debió, al menos en parte, a que los humanos primitivos necesitaban, para alimentar sus funciones cerebrales, un ácido graso específico (DHA) que contienen los peces. Y en la región centroafricana habría agua y, por tanto, fuentes de alimentos con DHA.

“Ha habido un considerable debate acerca de cómo los humanos primitivos lograban obtener el suficiente DHA necesario para mantener su tamaño cerebral y su complejidad”, comenta Floyd Chilton, uno de los autores de la investigación, en un comunicado de Wake Forest. “Es sorprendente que hayamos descubierto la región de la variación genética que debió surgir aproximadamente al tiempo que aquellos hombres primitivos salieron de esa región africana central en lo que se ha llamado la gran expansión”, añade.
Con la variación genética los humanos podían alejarse de las zonas con agua y los productos alimenticios necesarios que en ella obtendrían. Y a partir de ese momento, según muestran los resultados expuestos en Plos One, se produjo una intensa presión selectiva en la población y rápidamente se difundió la mutación por todo el continente africano.

La capacidad de conversión de ácidos grasos de origen vegetal en alimento del cerebro significaría que los primeros humanos ya no dependían de una única fuente, el pescado, y eso era importante porque cuando aparece esta mutación aún no existía la caza y pesca organizada que pudiera mejorar el suministro de esos ácidos grasos, recuerda Akey.

Los investigadores han analizado los genomas de poco más de mil individuos de 15 poblaciones humanas diferentes que formaban parte del proyecto Genoma Humano más otros tantos de 52 poblaciones de la base de datos Diversidad del Genoma Humano. Los científicos de Wake Forest se han ocupado de los estudios de bioquímica de los ácidos grasos, los de la Universidad de Washington han hecho la genética de poblaciones y otro equipo, de la Universidad John Hopkins, se ha ocupado de la genética estadística.

www.elpais.com

En busca de los exploradores perdidos.


¿Quién no se ha perdido alguna vez? Perderse forma parte de la experiencia humana. Nos perdemos de niños, nos perdemos de adultos, nos perdemos al enamorarnos y nos perdemos inexorable y definitivamente entre las brumas de la vejez. Pero hay gente que se pierde más, que casi han hecho de perderse un desafío, si no un destino. Son los que se adentran en los confines, los que escapan de los caminos trillados, los que buscan nuevas sendas, retos y horizontes. Famosos aventureros y exploradores se han perdido a puñados a lo largo de la historia. Algunos han tenido la fortuna de reencontrar el camino o de que los rescatasen. O de no haberse realmente perdido, como Livingstone, que se sorprendió cuando Stanley le dijo que lo buscaban, y que paradójicamente es el icono de los exploradores perdidos. Pero muchos han desaparecido completamente y se sigue ignorando su suerte —seguramente mala—. Rastrearlos, como han hecho y hacen diferentes expediciones, resulta iluminador y emocionante, una gran aventura. Encontrarlos, estén en el estado que estén, sería la caraba.


El gran paradigma de explorador perdido e infructuosamente buscado hasta el momento es el coronel británico Percy Harrison Fawcett, desaparecido en 1925 en el Matto Grosso brasileño con su hijo y un amigo en una de sus expediciones en busca de la legendaria ciudad escondida de Z en la Amazonia. Convertido él mismo en un mito, Fawcett ha sido tratado de hallar sin resultado por numerosas expediciones cuyos miembros lo han pasado tan fatal como el mismo explorador perdido: más de 100 personas han muerto durante la búsqueda. Seguramente el coronel fue asesinado por los indios o murió de enfermedad en el infierno verde de la jungla infestada de anacondas, pero los más soñadores le imaginan un destino como rey de una ignota civilización, émulo afortunado de su kiplingnesco compatriota Daniel Dravot en el Kafiristain.
Tampoco se ha encontrado aún ni rastro de Friedrich Wilhelm Ludwig Leichhardt, explorador alemán y desertor del ejército prusiano desaparecido en 1848 mientras trataba de cruzar Australia con seis acompañantes y 80 animales de carga. Es difícil decir dónde se habrán metido.
Es un misterio también la suerte de otro explorador desaparecido mucho antes, John Cabot o Giovanni Caboto, el gran navegante italiano al servicio de Inglaterra que zarpó de Bristol en 1498 con cinco barcos en busca de Cipango —la misma idea de Colón, pero por el norte— y del que no ha vuelto a saberse nada más.
Tampoco se conoce bien qué fue del gran Henry Hudson, aunque podemos temer lo peor dado que la última vez que se le vio, el 23 de junio de 1611, fue al abandonarlo arteramente en una chalupa en las inmensidades heladas de la bahía que lleva su nombre la tripulación del Discovery, amotinada al grito de “¡mejor ahorcados en casa que muertos de hambre lejos!”.
A nuestro Hernando de Soto quizá se lo encuentre algún día drenando el Misisipi: allí, en el río que él mismo descubrió, cerca de Natchez, arrojaron en secreto en 1542 su cadáver sus hombres para impedir que los indios, que creían que el explorador era un dios, salieran de su gran error. La desaparición fluvial la comparte De Soto con Mungo Park, que yace en algún lugar del río Níger, al que se lanzó para escapar de los hostiles hausas.
Al conquistador Francisco de Orellana lo enterraron en 1546 al pie de un árbol en la Amazonia. Indiana Jones lo encuentra momificado con armadura y todo en su última película, pero dado que lo hace en Nazca, a más de 2.000 kilómetros de la zona donde murió, podemos seguir buscándolo.
Entre los navegantes perdidos de la edad de oro de la exploración náutica figuran Giovanni da Verrazzano, prosaicamente desaparecido en las barrigas de los indios caribes, y los portugueses Gaspar Corte Real, desaparecido tras alcanzar la península de Labrador, y su hermano Miguel, que fue a buscarlo y también se perdió.
Es un clásico tratar de encontrar a un explorador desaparecido —en plan Los hijos del capitán Grant— y desaparecer también. Ocurrió con varias de las ¡más de 50 expediciones! enviadas en pos de sir John Franklin, cuya misteriosa desaparición al frente de sus barcos de exploración en busca del paso del noroeste Erebus y Terror en 1846 conmovió y obsesionó a los británicos durante más de una década —“In Baffin’s Bay where the whale-fish blow / The fate of Franklin no man can know”—. Finalmente, en 1859, se dio con las tumbas, esqueletos y mensajes de algunos de los exploradores. Hubiera sido mejor no encontrarlos porque era evidente que, por mucho eufemismo que se le echara, habían practicado el canibalismo.
El propio Franklin aún no ha aparecido. Uno de los barcos enviados en busca de su expedición, el HMS Investigator (!), también perdido, ha sido hallado 150 años después, en 2010, por arqueólogos canadienses que buscaban (y siguen haciéndolo) el Erebus y el Terror. En 1985 el análisis de algunos de los restos de los marinos de Franklin —varios de ellos preservados abracadabrantemente en el permafrost— reveló envenenamiento por el metal de las latas de comida.
Entre los muchos desaparecidos en las dunas (como el ejército entero del rey persa Cambises, camino de Siwa: algún día aparecerá) figura el explorador irlandés Daniel Houghton, cuyo último despacho antes de adentrarse en el Sáhara data de 1793; aún no ha salido, pongámonos pues en lo peor. El navegante moderno perdido más famoso quizá sea Joshua Slocum desaparecido con su Spray en 1909. En 1939 se perdió en el mar el aventurero Richard Halliburton —autor de la primera foto aérea del Everest y que una vez llevó a volar con él al jefe de los cazadores de cabezas dayak—. Halliburton, al que se le acredita un romance con Ramón Novarro, trataba de atravesar el Pacífico de Hong Kong a San Francisco en un junco chino, el Sea Dragon.
La exploración polar nos ha dejado un sinnúmero de exploradores perdidos y presumiblemente congelados. Tengo una querencia por Belgrave Edward Sutton Ninnis, teniente de los Fusileros Reales y miembro de la expedición de Mawson, que en 1912 se cayó en una grieta en la Antártida y no volvió. Como también la tengo por otro que sigue en aquel reino helado, Titus Oates, el corajudo miembro de la derrotada partida de ataque de Scott al Polo Sur y que dejó la tienda en plena ventisca, rumbo a una muerte cierta, para dar una oportunidad a sus camaradas. A Oates nunca se le ha hallado. Cherry-Garrad dio con sus calcetines: no habría ido muy lejos sin ellos en la Antártida. Quién sabe, quizá se lo encuentre ahora Ranulph Fiennes en su travesía del continente blanco.
Cosas más raras han pasado: miren el caso de George Mallory, perdido en el Everest en 1924 y encontrado en 1999 como si por él no hubieran pasado los años, por así decirlo —excepto si le mirabas la cara—. Por cierto, añadan en la lista de los más importantes personajes a encontrar a su acompañante de cordada, el bello y resuelto joven Andrew Irvine, que quizá lleve aún consigo la prueba fotográfica de que hubieran hecho cima (es una remota posibilidad) antes de caer.
Regresemos a los exploradores polares para recordar que a Amundsen, el rival y vencedor de Scott, no se le ha encontrado nunca: desapareció sobrevolando el mar de Barents en 1928 mientras participaba, precisamente, en la búsqueda de otro explorador, Nobile (que fue hallado vivo). En 2004 y 2009 la marina noruega trató sin éxito de localizar con un submarino no tripulado los restos del hidroavión Lathman en que volaba Amundsen.
¿Tiene sentido buscar a toda esa legión de desaparecidos? (¡y no nos dejemos a la legendaria legión perdida, la IX Hispania!). Aparte de los enigmas históricos que plantean muchas de esas desapariciones y que podrían quedar resueltos, no olvidemos que al igual que perderse es algo indisociable de nuestra naturaleza (a pesar del GPS), la curiosidad y el afán de esclarecer misterios se cuentan entre nuestros impulsos más fuertes. Así que mientras haya un explorador perdido, qué caramba, lo seguiremos buscando.

Fuente: elpais.es







Arqueólogos de la Universidad de Nebraska descubren un enorme mosaico romano en Turquía




Fuente: EurekAlert| 18 de septiembre de 2012 (Traducción: G.C.C.)


Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Nebraska-Lincoln (UNL) ha descubierto un enorme mosaico romano en el sur de Turquía, una obra decorativa de unos 148 metros cuadrados realizada meticulosamente a mano durante el cenit imperial en la región.


Se cree que es el mayor mosaico de su tipo en la región y demuestra el sorprendente alcance, y la influencia cultural, del imperio romano en la zona durante los siglos III y IV d. C., dijo  Michael  Hoff (izquierda) profesor Hixson-Lied de Historia del Arte en la UNL y director de la excavación.

"Su tamaño refleja, en gran parte, que los signos externos del imperio eran muy fuertes en esta área lejana", dijo Hoff. "Estamos sorprendidos de haber encontrado un mosaico de tal magnitud y de tal calibre en esta región, que es un área que ha estado por lo general fuera de las pantallas de radar de la mayoría de los historiadores de la antigüedad y de los arqueólogos, y de repente este mosaico sale a la vista y nos hace cambiar nuestro enfoque acerca de lo que pensábamos sobre esta región en la antigüedad".

Desde 2005, el equipo de Hoff ha estado excavando los restos de la antigua ciudad de Antiochia ad Cragum, en la costa sur de Turquía. Antíoco IV de Comagene, un cliente-rey de Roma, fundó la ciudad en la mitad del siglo I d.C.

"Esta región no ha sido bien entendida en términos de historia y arqueología", dijo Hoff. "No es un lugar en el cual los arqueólogos hayan pasado mucho tiempo, así que todo lo que encontramos agrega más evidencias a nuestra comprensión de esta zona del Imperio Romano".

"Estamos comenzando a comprender ahora que estaba más romanizada, más en dicha línea que el resto del mundo romano que se sospechaba antes. La naturaleza del mosaico subraya cómo era realmente esta ciudad romana".
 

 Foto: El punto rojo indica la ubicación de Antiochia ad Cragum.
 
Antiochia ad Cragum tenía muchos de los elementos que se esperan de una ciudad romana provincial: templos, baños, mercados y calles porticadas, dijo Hoff. La ciudad prosperó durante el imperio basada en una economía de productos agrícolas, especialmente el vino y la madera.

La excavación se ha centrado en un templo imperial del siglo III y también en una calle porticada llena de tiendas. En julio el equipo comenzó a explorar el mosaico, el cual formaba parte de un baño romano.


 La decoración consiste en grandes cuadrados, cada uno lleno con diferentes diseños geométricos de colores y adornos.

"Esto habría sido un pavimento muy formal asociado al baño", advierte Hoff. "Es un mosaico precioso y su tamaño no tiene precedentes". De hecho, es tan grande que los equipos de trabajo han descubierto tan sólo un 40 por ciento de su superficie total.

Hoff dijo que parece que el mosaico servía como un patio para el baño grande adyacente, y que por lo menos en un lado la evidencia muestra que había un techo que cubría los cuadrados geométricos, el cual habría estado apoyado por pilares. Los restos de estos pilares han sido conservados, señala.

Por lo demás, la mitad del mosaico estaba equipado con un revestimiento de mármol, tenía una piscina de unos 7,5 metros de largo y estaría descubierta y abierta al sol. La otra mitad del mosaico adyacente al baño aún no sido revelada, pero se espera que contenga el mismo tipo de decoración, dijo Hoff. Los arqueólogos esperan descubrir toda la obra el próximo verano.



Los miembros del equipo apreciaron por primera vez el mosaico en 2001, cuando un gran proyecto de inspección arqueológica, que incluyó Hoff, notó que el arado de un granjero local había obtenido piezas de un mosaico en una zona próxima a la estructura del baño que aún se mantiene en pie. El hallazgo atrajo la atención del museo arqueológico de Alanya, quien, dos años más tarde, hizo una investigación que reveló una pequeña parte del mosaico.

El año pasado el museo invitó a Hoff a limpiar el mosaico y preservarlo para los turistas y estudiosos. El equipo de 60 personas de Hoff también incluyó a Birol Can, un profesor asistente de arqueología en la Universidad Ataturk, en Ezrurum, Turquía, una universidad hermanada con la Universidad de Nebraska; a estudiantes de la UNL; otros estudiantes procedentes de Turquía y de los Estados Unidos; y operarios de una aldea cercana. Alrededor de 35 estudiantes participaron en el proyecto como parte de una campaña escolar de verano que Hoff organizó.


Hoff dijo que la importancia del descubrimiento de este verano lo tiene impaciente para volver al lugar y ver lo que el resto de la excavación descubre.

"Como arqueólogo, siempre estoy emocionado al hacer nuevos hallazgos. El hecho de que este sea tan grande, y asimismo incompletamente descubierto, lo hace doblemente emocionante", dijo. "Ya estoy esperando con ilusión al próximo año, aunque acabo de regresar de Turquía".
 

Egipto reabre al turismo la necrópolis sagrada del Serapeum en Saqqara

El arqueólogo egipcio Mohamed Abdul-Satar, señala un sarcófago en la tumba Serapeum de Saqqara, en Giza Efe / Khaled Elfiqi

Las catacumbas excavadas en las rocas donde se enterraron momificados los toros que representaban al antiguo dios Apis han sido restauradas tras diez años de trabajo

El Cairo. (dpa) - El Serapeum de Saqqara, la necrópolis subterránea donde fueron enterrados los toros sagrados que representaban al dios Apis durante el transcurso de más de mil años, fue reabierto ayer al público en Egipto después de diez años de restauración.

El ministro de Antigüedades egipcio, Mohamed Ibrahim, señaló que el monumento, situado a unos 20 kilómetros al sur de El Cairo, fue reabierto a tiempo para la nueva estación turística, "para mostrar que Egipto es un país seguro y espera a millones de visitantes y amantes de su herencia y sus antigüedades".

Interior de la tumba Serapeum de Saqqara en Giza Afp / Khaled Desouki

El serapeum, situado al norte de Saqqara, cerca de la antigua capital egipcia Menfis, son las catacumbas excavadas en las rocas donde se enterraron, momificados, los toros que representaban al antiguo dios egipcio Apis. Se cree que fue creado por el faraón Amenofis III (aproximadamente entre los años 1379-1340 a.C.) de la dinastía 18, en el siglo 14 antes de Cristo, pero los toros sagrados siguieron enterrándose allí hasta los tiempos del Imperio Romano.

Cuando el complejo fue redescubierto por el egiptólogo francés Auguste Mariettte en 1851 contenía 24 sarcófagos de granito y basalto, de entre 60 y 70 toneladas cada uno.
El turismo es una fuente de ingresos clave para Egipto, que ha visto cómo mermaba esta industria tras la revolución que derrocó a Hosni Mubarak hace más de un año.

Además de este monumento, el país espera éxitos con el nuevo Museo Egipcio, que abrirá sus puertas en 2015 cerca de las pirámides de Guiza y que se convertirá en el mayor museo del mundo de ese tipo, con más de 100.000 exponentes del tiempo de los faraones.