La cultura Maya no estuvo aislada

Las profecías mayas sobre el fin de los tiempos no sólo despertaron la curiosidad y la superstición popular, sino el interés científico por esta civilización asentada durante casi tres milenios en las tierras que hoy corresponden a México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador.
 
Si hace unos meses se difundió la teoría de que el cambio climático pudo suponer el colapso del esplendor maya, alrededor del siglo XI, un estudio de la Universidad de Arizona que hoy publica “Science” sugiere que este pueblo pudo haber desarrollado su cultura y arquitectura por contacto con otros grupos. Hasta ahora se daba por buena la teoría de que los mayas eran la continuación de los olmecas, la “cultura madre” de las civilizaciones mesoamericanas, o que habían surgido “espontáneamente” sin vínculos ni influencias de otros pueblos.

Takeshi Inomata, Daniela Triadan y su equipo de investigadores sostienen que ninguna de estas teorías puede contar la historia completa de los mayas. “En términos de los orígenes de la civilización maya del bajío, su relación [con los olmecas] es siempre el foco de debate. Ahora decimos que probablemente no fueron sólo los olmecas, sino varios otros grupos –por ejemplo, los asentados en Chiapas central y en la costa sureña del Pacífico– quienes mantuvieron importantes interacciones con los mayas”, explica Inomata.
Cuando las comunidades sedentarias comenzaron a aparecer en las tierras bajas mayas del sur de México, Guatemala y Belice, durante el conocido como Periodo Preclásico Medio –entre los años 1.000 y 700 A.C.–, los olmecas de la Costa del Golfo ya estaban bien establecidos en regiones cercanas, sostienen los estudios tradicionales. Ellos habrían aportado el arte y las estructuras políticas a otras poblaciones. Así, el centro costero olmeca de La Venta presenta estilos arquitectónicos reconocibles en el enclave maya de Ceibal. Pero Inomata y su equipo, a través de mediciones de datación mediante radiocarbono, hacen retroceder algunas estructuras ceremoniales en Ceibal, como plazas y plataformas, dos siglos antes del desarrollo de La Venta. Eso supondría que las pirámides en Ceibal probablemente se originaron tras amplios intercambios culturales que se dieron a lo largo del sur de Mesoamérica desde 1.150 a 800 A.C.

Cambio social

“El principal complejo de Ceibal está compuesto por un área de plaza, una plataforma occidental o pirámide y un montículo. Esto es generalmente conocido como un ‘Conjunto Grupo-E’, y pueden ser encontrados a lo largo de Mesoamérica”, dice Inomata. Varios investigadores se han resistido a usar el término para referirse a las estructuras de La Venta, dado que éste fue originalmente acuñado para describir la arquitectura maya, pero Inomata y su equipo argumentan que las construcciones ceremoniales de La Venta también deberían ser clasificadas como Conjuntos Grupo-E: “Posiblemente, sus usos fueron muy similares”.
Considerados en su conjunto, los hallazgos no sugieren que la civilización maya fuera anterior a la olmeca, ni que los mayas se hayan desarrollado independientemente, sino que los mayas participaron activamente en un importante cambio social que se dio en una amplia área. “Estamos viendo esta nueva forma de arquitectura, la cual probablemente refleja una nueva forma de sociedad y orden social que no emergió desde un centro como el olmeca de la Costa del Golfo, sino a través de amplias interacciones entre diversos grupos, incluyendo a los mayas del bajío”.

Vía: www.abc.es

La Bastida: El misterio de la tumba 18

La Bastida está a la espera de la financiación que permita seguir desvelando los secretos que atesora este asentamiento de hace 4.000 años, al que comparan con la ciudad de Troya

Corre el año 2200 antes de Cristo. El ocaso se cierne sobre el Imperio Antiguo de Egipto y sus pirámides; no muy lejos, Mesopotamia también entra en declive tras vivir una época dorada con el poderoso Sargón de Akkad, fundador del imperio acadio. Pero a miles de kilómetros, en el sureste de la península ibérica, otra sociedad florece encaramada en una colina, entre la rambla de Lébor y el barranco Salado. La Bastida, en Totana, conocida popularmente como la Troya de Murcia, todavía sorprende hoy a los arqueólogos porque supuso una ruptura con el mundo que se conocía entonces, al inicio de la Edad del Bronce, en la Europa Occidental. Claro que hubo en épocas anteriores otros asentamientos complejos (como Los Millares en Almería o, más próximo, el de Cabezo Cueva del Plomo, cerca de Bolnuevo), pero no tan monumentales y desarrollados en sus trazados, y menos aún con esa especialización en arquitectura militar. Así, La Bastida surge, aún en la prehistoria, como una poderosa ciudad, habitada por mil almas y protegida por una imponente muralla, capital de unos dominios que se extendían por el Valle del Guadalentín, probablemente desde Mazarrón a Barqueros. Para buscar algo parecido hay que mirar hacia Oriente, de ahí la comparación con la legendaria ciudad citada en La Iliada. «Solo le falta la escritura para entrar en el club de las grandes civilizaciones», remarca Rafael Micó, uno de los cuatro codirectores del proyecto La Bastida. Puede que ésta sea la próxima sorpresa que arroje el yacimiento, aún con secretos por desvelar.

¿Quién ideó esa urbe tan bien amurallada? ¿Por qué se eligió ese emplazamiento en un cerro perdido? ¿Tenían enemigos? ¿De dónde procedía su alta cualificación militar? ¿Cómo vivían y de qué morían los habitantes de esa ciudad? ¿Por qué desapareció? La campaña de trabajos llevada a cabo durante los últimos cuatro años (2009-2012) ha permitido dar respuesta a algunas de esas cuestiones. Pero sobre La Bastida aún sobrevuelan muchos interrogantes, que los expertos esperan resolver si llegan los fondos para seguir adelante con las investigaciones. Porque, de momento, las labores se mantienen al ralentí con las únicas aportaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), mientras se espera que cristalicen las promesas de la Administración para seguir financiando los trabajos. A la vez, se busca ayuda privada procedente de empresas de la zona, para abrir más el abanico de posibilidades. Micó considera que «las perspectivas son buenas» y confía en que en breve se disponga de un presupuesto cerrado con el que seguir adelante y evitar que el abandono se repita en La Bastida. Porque este yacimiento, conocido desde 1869, «ha sido maltratado debido al expolio y a que no ha habido una continuidad en la excavación y en la conservación».

La Bastida, perteneciente a la cultura argárica, una sociedad urbana, guerrera y con conocimientos avanzados en metalurgia y cerámica, ha recuperado protagonismo gracias al trabajo emprendido por el equipo de la UAB que codirigen, además de Micó, Vicente Lull, Roberto Risch y Cristina Rihuete. En la campaña que acaban de terminar han aflorado vestigios que permiten arrojar luz sobre esta comunidad, una de las más grandes de la época. Queda claro que un grupo dominante, del que no se descarta vínculos con Oriente, decidió levantar la ciudad en ese cerro de la sierra de Tercia porque su ubicación estratégica les aseguraba una buena protección, pese a encontrarse alejada de las zonas de cultivo y pastoreo. En esta «guarida», como la define Rafael Micó, podrían mantener a salvo su estatus a costa de someter a otras aldeas de menor rango de los alrededores, que debían pagarles tributos en forma de materias primas y a cambio de no ser atacadas. Porque el Argar es otro mundo, del que desaparece el modelo de convivencia anterior basado en que todos los individuos colaboran en las mismas condiciones por el bien y la prosperidad de la comunidad. Esa filosofía cooperativa se rompe ahora, y se impone un sistema desigual en el que es la clase dominante la que ostenta sus privilegios apoyándose en la fuerza, la violencia y la explotación.

Los arqueólogos que han estudiado La Bastida se decantan por la hipótesis de que ese grupo trajo consigo unos conocimientos militares que le permitieron levantar el sistema defensivo que ha salido a la luz en esta campaña. Micó comenta que los casos más parecidos de construcciones militares se han hallado en Palestina, Israel y Jordania, además de la ciudad de Troya. Esa posición de dominio hace pensar a los investigadores que, en sus buenos tiempos, el yacimiento de Totana ejerció como una auténtica capital, que custodiaba un amplio territorio formado por pequeños núcleos que abastecían de alimentos y herramientas a la urbe. No muy lejos también se ha localizado y excavado La Tira del Lienzo, un poblado secundario que ejerció labores de apoyo a La Bastida para el control administrativo de los bienes.

Una muralla maciza
La muralla protege, de arriba a abajo de la montaña, el lado norte del asentamiento, el menos resguardado, ya que los otros flancos están cubiertos por los cauces de la rambla de Lébor y el barranco Salado. Pero no es un recinto fortificado como los que se conocían hasta entonces en esta parte del continente. «En el Cabezo del Plomo, por ejemplo, sus habitantes forman una sociedad doméstica que se parapeta detrás de unos muros. Pero La Bastida es otra cosa. Se trata de una fortificación espectacular con una muralla dotada de torres cuadradas y macizas», indica Micó. Sus constructores demuestran tener conocimientos en poliorcética, el arte de atacar y defender las plazas fuertes. Los arqueólogos han encontrado una puerta en recodo, lo que en caso de invasión dificulta la entrada del enemigo. Y no solo eso, también se ha descubierto una poterna, una puerta secundaria camuflada en la muralla que permite atacar a traición a los adversarios.

De la sociedad violenta que habitó esta capital argárica dan cuenta también los ajuares hallados en las tumbas. «Antes había muchos objetos que podían hacer daño, como un cuchillo o un punzón. Pero ahora se diseñan las primeras armas de la prehistoria, fabricadas expresamente para matar, como alabardas y espadas», indica el codirector de las excavaciones y catedrático de la UAB. Estos objetos forman parte de los ornatos que acompañan al más allá, siempre en tumbas de hombres. En el Argar, los muertos reciben sepultura bajo las casas, generalmente en cistas y vasijas de barro. Pero no todos. Los investigadores tratan de averiguar por qué solo una minoría era enterrada dentro del poblado, debajo de las viviendas. «Desde luego no era una cuestión de clases, porque hemos encontrado tumbas con ajuares más o menos ricos. Puede que solo fueran sepultados miembros de determinados linajes», avanza el catedrático de Prehistoria.
El equipo de La Bastida ha excavado 83 sepulturas que han mostrado una enriquecedora información. Por ejemplo, que la mortalidad infantil era muy elevada, ya que el 40% no llegaba a cumplir el año de vida, y que el destete de los infantes se producía entre el tercer y el duocécimo mes. Eso hace pensar que la natalidad también registraba niveles altos, debido a que cuando la mujer deja de amamantar, su cuerpo vuelve a generar la hormona que permite la ovulación. Los investigadores también han encontrado huesos con marcas de traumatismo por golpes o armas blancas, y señales de enfermedades infecciosas, como la meningitis, lo que puede vislumbrar cuáles eran las condiciones de salubridad del poblado. La mayoría de los enterramientos eran individuales; si aparecen dobles son, por lo general, de adultos de distinto sexo, de adulto y niño o de dos niños. La tumba que más intriga es la marcada con el número 18. Es un caso único porque han aparecido los cuerpos de dos guerreros. Las pruebas de ADN no han permitido aclarar si eran hermanos o guardaban otro parentesco. Los expertos no descartan que pueda tratarse de una pareja homosexual, y sustentan esta hipótesis en el hecho de que a los pies de la vasija que contenía los huesos de ambos hombres apareció un cenotafio, esto es, una tumba pero sin restos humanos, lo que ha hecho suponer que este elemento simboliza una «unión estéril».

La tumba 18 es un misterio, pero La Bastida atesora más incógnitas. Así no está aún del todo claro cómo desapareció esa gran ciudad. En sus cuatro hectáreas y media vivían unas mil personas. El cerro se aterrazó para levantar las casas, separadas por estrechísimos callejones. Para hacerse una idea, desde lejos el asentamiento ofrecería una estampa parecida a la que muestra Mojácar, colgada en una ladera. Las viviendas estudiadas son de planta alargada, «sólidas y bien construidas», de entre 20 y 90 metros cuadrados con paredes enlucidas con barro y cal. Dentro se han localizado zonas de talleres para la elaboración de vestidos, cerámica, objetos de hueso... También ha salido a la luz una balsa monumental con capacidad para 300.000 litros de agua, la más grande de Europa. La zona excavada y documentada corresponde a un barrio de «la clase intermedia». Por encima (un 10% de la población) se situaría la casta privilegiada, y en el último escalón, la servidumbre y los esclavos (un 40% del censo). Micó explica que en el asentamiento no se han hallado, de momento, zonas públicas, como plazas, templos o lugares de decisión política. Eso sí, los investigadores pretenden ampliar los trabajos (si llega el dinero) a la zona alta del cerro, donde residiría la élite. Esa área podría arrojar nuevos detalles acerca de aquel grupo dominante con conocimientos militares que 'fundó' el poblado. Hay algunos indicios que apuntan por ese camino. Por ejemplo, los restos de un edificio de grandes dimensiones y una cámara de piedra (de dos metros de largo por uno de ancho) que contenía los restos de una mujer con un rico ajuar. Esta es la tumba más importante localizada hasta el momento.

En esa sociedad clasista, la mujer ocupaba «un papel importante en la transferencia de los derechos y en la gestión del poblado». El catedrático de Prehistoria señala que era una comunidad «matrilocal». Esto es, las mujeres «nacían y se criaban con sus familiares femeninos en la ciudad, y los que se marchaban cuando se casaban solían ser los hombres». El modelo apenas tuvo que cambiar en los seis siglos que perduró La Bastida. Las investigaciones apuntan a que fue una sociedad rígida, centralista y estandarizada hasta en los últimos detalles, como demuestra la cerámica hallada en la excavación. En esos seiscientos años, los modelos de vasijas no variaron. El control de sus dirigentes llegó hasta ese extremo.

Lo que no pudo evitar esa poderosa casta privilegiada fue que a La Bastida también le llegara su fin. Hacia el año 1600 antes de Cristo se abandonó el asentamiento. Desde luego, no fue por un hecho violento, por ejemplo, una invasión, porque no se han hallado indicios de casas arrasadas por el fuego. Sus habitantes se mancharon casi con lo puesto: los utensilios, pertenencias y objetos menos pesados que pudieron llevar con ellos. El despoblamiento se produjo en poco tiempo. Hay quien apunta a que La Bastida creció tanto que terminó por agotar los recursos naturales del entorno. Esa crisis ambiental, unida a una revuelta social, pudo provocar el colapso definitivo. «Fue una bomba, porque se desplomó todo el sistema y organización territorial», remarca Micó. Los habitantes se desperdigaron, en un regreso al modelo anterior de subsistencia, y La Bastida no volvió a florecer nunca más. Hasta ahora, que sale a la luz su legado.

Por: MIGUEL RUBIO
http://ababol.laverdad.es 

Arqueólogos descubren una antigua presa de vino en Israel

La instalación pudo servir para la exportación de la bebida hacia Europa hace más de mil años

JERUSALÉN.- Los trabajos preparatorios para la construcción de un jardín de eventos en el sur de Israel hicieron posible el hallazgo de un tesoro arqueológico del período bizantino: la mayor presa de vino del país encontrada hasta ahora, que data de hace aproximadamente 1400 años y que podría haber servido como instalación clave en una industria de exportación de vino a Egipto y Europa en la época bizantina (324-638).

Como parte de sus tradicionales “excavaciones de salvamento”-destinadas a garantizar que no sean arruinados sitios de valor arqueológico cuando se realizan trabajos de desarrollo e infraestructura- la Autoridad de Antigüedades de Israel llevó a cabo trabajos en la zona de Hamei Yoav y encontró en el lugar restos de una localidad que data del período bizantino. La presa de vino es su elemento más destacado, que los arqueólogos calificaron de “impresionante”, tanto por su tamaño como por su forma octogonal, poco común en aquellos tiempos.

La presa, de una superficie superior a los 100 m2, tiene un área central rodeada por seis compartimientos utilizados para la fermentación de las uvas; además posee dos cavidades usadas para la recolección del vino y todo conectado por un sistema de cañerías, según explicó Rina Avner, directora de la excavación.
Se estima que el dueño de la presa era cristiano, dado que en el lugar fue hallada una lámpara (o linterna) de cerámica en excelente estado decorada con formas de cinco cruces religiosas, cuyas figuras se proyectan sobre el techo, paredes del lugar y otras superficies al encenderla con fuego.

Sa’ar Ganor, arqueólogo del distrito de Ashkelon en la Autoridad de Antigüedades de Israel, comentó que en los alrededores de Hamei Yoav fueron halladas otras tres presas similares, aunque de menor tamaño e imponencia y que todas se encuentran en la carretera que conectaba la zona de Beit Guvrin con la antigua Ashkelon y su puerto. “Seguramente esto era parte de un esfuerzo de exportación del vino”, señaló.

Más noticias de Arqueología en: www.historiayarqueologia.com

Demostrado, los Hombres jamás podrán entender a las Mujeres

Aviso a navegantes: este post está lleno de lugares comunes, pero no es (sólo) culpa del redactor.
Hasta ahora, sin base científica que lo sustentara, hombres y mujeres estábamos de acuerdo en una cosa, principalmente: los hombres no entienden a las mujeres. Puede que a vosotras os desesperara y sonara a excusa esta expresión, pero el investigador alemán Boris Schiffer acaba de demostrar (¿?) que los varones estamos genéticamente incapacitados para entender a las féminas. ¡Ahí queda eso!

Según el estudio de Schiffer, que trabaja en el Hospital Universitario de Duisburgo-Essen, nosotros no somos “capaces de entender la mente de ellas, ni deducir lo que piensan o sienten”. Para demostrarlo, el investigador y su equipo tomaron como cobayas a 22 hombres con edades comprendidas entre 21 y 52 años. Los individuos fueron sometidos a una resonancia magnética a la vez que veían 36 imágenes con los ojos de 18 hombres y otras tantas mujeres. Tenían que explicar si la mirada de cada fotografía era de desconfianza o de temor.

La resonancia magnética concluyó que las partes del cerebro masculino que están ligadas a la emoción no se activaban con tanta determinación ante los ojos de las mujeres, de forma que los caballeros dudaban en el momento de tomar una decisión ante ellas y erraban en su diagnóstico con mayor frecuencia que ante los ojos de otro hombre.

Lo que no aclara el estudio del equipo de Schiffer es el motivo por el que ocurre esto. Se limita a decir que puede estar relacionado con el pasado evolutivo de la especie humana, un argumento bastante poco sólido. Quizá podrían haber completado su labor investigadora echando mano del Manifiesto masculino (2001), según el cual hay una verdad absoluta que aplica a todos los hábitos de comportamiento del varón: LOS HOMBRES SOMOS SIMPLES.

Fuente: http://blogs.20minutos.es

El secreto de Adolf Hitler era el Odio

Hitler cultivaba su carisma y cuidaba su imagen al detalle. En la foto, durante un mitin a finales de los años treinta.
Creemos saberlo prácticamente todo de Adolf Hitler, pero quedan secretos irreductibles de su personalidad y su liderazgo. Para el célebre historiador y documentalista británico Laurence Rees (Ayr, Escocia, 1957), ninguno como de qué manera consiguió arrastrar tras de sí, en la terrible espiral de la guerra y el genocidio, a millones de alemanes. A tratar de dilucidar eso y a explicar las claves de la fatal atracción del líder nazi, el autor de Auschwitz, El holocausto asiático, Una guerra de exterminio y A puerta cerrada, ha dedicado su nuevo libro, El oscuro carisma de Hitler(en Crítica, como todos los anteriores). Rees destaca en los rasgos de Hitler "su ilimitada capacidad de odio". Y advierte: "El poder del odio está infravalorado. Es más fácil unir a la gente alrededor del odio que en torno a cualquier creencia positiva".

Como persona, señala Rees, Hitler era bastante lamentable. Un tipo psíquicamente “muy dañado”, incapaz de amistades y afectos verdaderos, bañado en odio y prejuicios. “Solitario y con una visión de la vida como lucha y de los seres humanos como animales". Pero tenía carisma. "Solemos creer que el carisma es un valor positivo, pero lo pueden poseer personas despreciables", reflexiona. Rees "Lo más importante que hay que entender del carisma de Hitler es que dependía de la gente. El carisma no existe sin conexión. No se puede ser carismático en una isla desierta. Buena parte lo pone el otro". Vaya, como el amor. "Sí, la idea es que cuando sentimos una conexión especial con alguien creemos que depende de ese alguien pero en realidad depende en parte de nosotros. El carisma de Hitler procedía tanto de la gente que lo seguía como de él. Por eso ahora no lo percibimos en fotografías o películas. No nos habla a nosotros. No somos de su tiempo. Lo que ha cambiado no es él, sino la percepción que tenemos de él".

El historiador y documentalista Laurence Rees.
Rees explica cómo entre los propios alemanes fue cambiando la influencia del carisma de Hitler. "Personas que lo veían como un personaje ridículo o perturbado en 1928 pasaron a considerarlo un salvador en 1933". Siempre hubo, sin embargo, gente inmune a su carisma. Philipp Von Boeselager, que se conjuró para matarlo, lo encontraba indigno y decía que era repugnante verlo comer: un patán. "Bueno, pero hay que recordar que para muchos alemanes los políticos educados eran los que les habían llevado al Tratado de Versalles y al desastre: tiempos no convencionales requerían líderes no convencionales".

Había que estar predispuesto para seguir a Hitler, dice Rees, aunque él, el líder, aportaba su intransigencia, su absoluta seguridad de su papel como figura providencial, su habilidad para conectar con las esperanzas y los deseos de millones de alemanes, su descontrolada emotividad y, sobre todo, su contagioso odio. “Una de las cosas más difíciles del mundo es asumir las culpas y responsabilidades propias, todos estamos predispuestos a proyectar nuestras frustraciones sobre el otro, en forma de odio”.

¿Dependía el carisma de Hitler del éxito? "Sí, ese aspecto fue vital. Si alguien dice que va a hacer algo extraordinario y lo hace, la siguiente vez es más fácil tenerle fe. Hitler jugaba fuerte, al todo o nada, y cada triunfo fortalecía su carisma. Muchos militares, por ejemplo, que lo miraban con suspicacia, se rindieron a su genio, a su intuición, el famoso Fingerspitzengefühl, tras la larga serie de victorias que parecían inexplicables. Aunque hoy retrospectivamente no lo veamos así y Montgomery dijera que la regla número uno de la guerra era no invadir Rusia, para la mayoría parecía mucho más increíble vencer a Francia que a la URSS".
Entonces, ¿cómo sobrevivió su carisma a las derrotas a partir de Stalingrado? "Al revés que Mussolini, Hitler desmanteló las estructuras del estado, así que era más difícil apearlo del poder, además, a los alemanes se les había inculcado el miedo al Ejército Rojo y su venganza, que se iba a producir con la derrota aunque se deshicieran de Hitler, y por supuesto, Hitler incrementó el terror de su aparato represivo en proporción directa a la pérdida de su liderazgo carismático".

Hitler cultivaba su carisma. "Absolutamente, de muchas maneras pequeñas incluso. Usaba gafas pero nunca se dejaba ver y retratar con ellas. Cargaba una lupa. Hasta fabricaron una máquina de escribir especial con caracteres muy grandes para escribirle los textos que tenía que leer, la Führeschreibmaschine. También estudiaba mucho su imagen en el espejo y practicaba su famosa mirada penetrante”.
Rees señala las diferencias entre Hitler y Stalin en términos de carisma. "Stalin practicaba el carisma negativo, toda la imagen de Hitler le parecía una sandez. Con Stalin no había reglas para evitar ser asesinado. Nadie estaba seguro. En la Alemania nazi estaba claro quienes iban a ser perseguidos por el régimen, en la URSS estalinista no. Stalin unía con el miedo como Hitler con el odio".

Rees es un hombre afable, acostumbrado a tratar con la gente. Ríe y bromea a menudo pero debajo de esa capa alegre y aparentemente desenfadada se percibe la profundidad de un hombre que lleva años, toda su carrera, enfrentándose a lo peor del ser humano. Para sus libros y famosos documentales de la BBC ha entrevistado a innumerables personas que vivieron la II Guerra Mundial, soldados y civiles, víctimas y verdugos. Cuando le pregunto cuál de todos esos testigos de la barbarie le ha impresionado más, pensando que me dirá que algún miembro de Einsatzgruppen o Kenichiro Oonuki, el piloto kamikaze fracasado, se ensimisma un buen rato antes de contestar: "Toivi Blatt, un judío polaco deportado en 1940 al campo de exterminio de Sobibor, donde toda su familia fue asesinada. Blatt participó en la revuelta de prisioneros de 1943 y logró escapar con un balazo en la mandíbula. Hablábamos sobre lo que son capaces de hacer los seres humanos, y le pregunté qué había aprendido de su experiencia. Me contestó: ‘Solo una cosa, nadie se conoce de verdad a sí mismo'”.

Vía: www.elpais.com

Los Secretos Genéticos de las Momias Egipcias

Biólogos alemanes han aprendido a descifrar el ADN de momias egipcias y han demostrado que su genoma puede ser leído con las actuales tecnologías de secuenciación.

Hasta hace poco se consideraba que la avanzada técnica de secuenciación del ADN en la reconstrucción genética es posible solo para las momias que se han conservado en condiciones de congelación y no para las de climas cálidos.

El estudio de los científicos está publicado en la revista 'Journal of Applied Genetics'. Los investigadores, dirigidos por Carsten Pusch, genetista de la Universidad de Tübingen, Alemania, descodificaron el ADN de cinco momias del Museo de la Universidad de Tübingen y, como un control adicional, dos esqueletos de Bolivia. Las momias pertenecían a personas que vivían en épocas relativamente recientes (el Antiguo Egipto, desde 806 a. C. a 124 d. C.).

Los científicos han sido capaces de encontrar en los fragmentos del ADN descodificados secuenciación de la malaria y la toxoplasmosis, así como secuencias de ácidos nucleicos de pino y abeto, plantas que se utilizaron para embalsamar los cuerpos.

Recientemente los biólogos han leído los genomas de varias muestras de pueblos de la antigüedad conservadas en frío, incluidas las de un paleoesquimal llamado Saqqaq (hallado en Groenlandia) de hace 4.000; las del hombre Denisovsky, un  homínido hallado en Siberia; y las de Ötzi, o el hombre de Hielo, una momia de 5.300 años de antigüedad.

Muchos científicos todavía dudan de que el ADN de las momias que se mantuvieron en la condiciones cálidas de Egipto esté lo suficientemente bien conservado para sacar de ellos el genoma completo.

Fuente: http://actualidad.rt.com