Descubren un misterioso barco de la antigua Roma que naufragó en Baleares hace 1.800 años

Un submarinista contempla el pecio de Cabrera, que contiene cientos de ánforas JORDI CHIAS QUALITY
Un equipo de arqueólogos ha descubierto un barco de la antigua Roma que naufragó frente a las costas de la isla de Cabrera, en Baleares, hace unos 1.800 años. El pecio se encuentra a 70 metros de profundidad y fue explorado y fotografiado en detalle por dos buzos profesionales en octubre de 2016. Los responsables del hallazgo creen que muchas de las ánforas que portaba el navío están aún en su posición original y que el yacimiento ha permanecido a salvo de los expoliadores todo este tiempo. El barco está enterrado bajo las ánforas.
Momento de la intervención de los arqueólogos Sebastián Munar y Javier Rodríguez Pandozi. 

Según sus descubridores, que han presentado hoy el hallazgo en Palma de Mallorca, se trata del pecio mejor conservado del archipiélago balear y uno de los pocos que existen intactos en todo el Mediterráneo Occidental. “Que nosotros sepamos, es la primera vez que se encuentra un pecio en aguas españolas completamente inalterado desde su hundimiento”, resalta Javier Rodríguez, uno de los arqueólogos subacuáticos que ha participado en la exploración y documentación de los restos. La dificultad de acceso y el hecho de que estas aguas son parte de un Parque Nacional han sido claves para preservarlo.
Los pescadores en busca de nuevos bancos de peces fueron los primeros en intuir la existencia de un antiguo naufragio al sacar fragmentos de ánforas prendidos en sus redes cerca de Cabrera, al sur de la isla de Mallorca. Siguiendo sus indicaciones, los responsables de una expedición científica estudiaron el fondo con un robot de exploración submarina en abril del año pasado. A bordo de su barco, en la pantalla, aparecieron las primeras imágenes del enorme montón de ánforas de varios tamaños tendidas a lo largo de 15 metros de arena.
En octubre, por encargo del Servicio de Arqueología del Consell de Mallorca, dos buzos profesionales comandados por tres arqueólogos del Instituto Balear de Estudios en Arqueología Marina (IBEAM), realizaron tres inmersiones durante dos días para documentar el pecio. La expedición supuso un reto físico y técnico debido a la profundidad a la que se encuentran los restos. Unas 2.000 imágenes subacuáticas han servido para componer un plano a tamaño real del pecio, lo que ahora permitirá estudiarlo en detalle y publicar el hallazgo en una revista científica en unos meses, según Rodríguez.
El vicepresidente Miralles con el consejero Vidal, los alcaldes de Palma y Ses Salines, la directora insular de Patrimonio, arqueólogos, representantes del Sector Naval y del Parque Nacional de Cabrera.

Salsa de pescado

Los arqueólogos creen que la nave data del siglo III o IV. Contiene entre 1.000 y 2.000 vasijas de barro que pueden aclarar el origen del navío. La mayoría son grandes ánforas de un metro de largo que se fabricaban en el norte de África. El resto son recipientes de menor tamaño probablemente procedentes del sur de Portugal. Los arqueólogos creen que la embarcación debía tener unos 20 metros de eslora y que era un barco mercante que transportaba garo, una salsa hecha con tripas y otros desechos de pescado salados y secados al sol. “En la antigüedad era considerado un manjar y se convirtió en un producto muy demandado por la sociedad romana”, explica Sebastiá Munar, director científico deI IBEAM, que define el hallazgo como una “joya arqueológica”.
Los investigadores creen que el barco estaría cubriendo la ruta entre el Norte de África e Hispania, el sur de Francia o incluso Roma. “Las islas Baleares estaban justo a medio camino y eran un buen refugio para las naves que tenían que realizar una aguada o guarecerse de un temporal”, argumenta Rodríguez. “Posiblemente no consiguieron llegar a puerto por el mal tiempo y el barco se hundió”, añade.
Bajo varias hileras de vasijas es posible que se conserve parte del casco, explican los arqueólogos. El análisis de la madera podría permitir desvelar de dónde procedía exactamente, aunque los responsables del hallazgo señalan que, en esta primera fase de estudios, no se espera realizar más trabajos en el pecio más allá de la vigilancia para evitar que sea expoliado.
Con este, ya son 12 los naufragios de la época Clásica que se han hallado en las aguas del Parque Nacional de Cabrera, según sus descubridores, lo que da idea de la importancia arqueólogica del enclave. Munar resalta la necesidad de explorar las aguas de Baleares en busca de más restos para detectarlos antes de que puedan ser dañados o robados. “Mallorca no tiene una carta arqueológica subacuática, por lo que aún no sabemos lo que hay, esperamos que este sea el principio”, señala.

El hallazgo, bautizado como Cabrera XIV, ha sido presentado esta mañana por sus descubridores junto al consejero de Cultura y Patrimonio del Consell de Mallorca, Francesc Miralles.

Fuentes: elpais.com | conselldemallorca.net 27 de enero de 2017

Los Neandertales y la frontera del Ebro

Mandíbula neandertal de Zafarraya. Fuente: www.ventalaparra.es.

Siguiendo con la relación de yacimientos de la península Ibérica en los que se han encontrado restos humanos neandertales sería imperdonable olvidarnos de la cueva de Zafarraya, en la provincia de Málaga. Por sus peculiaridades, se trata sin duda de uno de los yacimientos más interesantes de Pleistoceno Superior. La cueva del Boquete de Zafarraya contiene restos de un valor excepcional, no tan solo para conocer el aspecto de los neandertales, sino para estudiar su comportamiento. La cueva se sitúa a 1.100 metros de altitud, en la cara sur de la sierra de Alhama y en el término municipal de Alcaucín. Cecilio Barroso Ruíz inició la exploración sistemática de esta impresionante cavidad en 1979, que pronto se haría famosa por el hallazgo entre 1981 y 1983 de un fragmento de fémur y, sobre todo, de una de las mandíbulas mejor conservadas de la población Neandertal.

Gracias a estos hallazgos, la excavación del yacimiento pasó tener un carácter internacional en los inicios de los años 1990s, con mejores medios humanos y materiales. El equipo incluyó a los arqueólogos Francisca Medina y Jean-Jaques Hublin, actual director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck de Alemania. Los resultados fueron espectaculares. A la industria lítica musteriense y numerosos restos de animales del Pleistoceno Superior se sumó el hallazgo de una antigua hoguera en la misma entrada de la cueva, donde se encontraban restos óseos quemados. Se reconocieron varios fragmentos humanos de fémur, tibia y mandíbula, que presentaban signos evidentes de descarnado. Una vez más se demostraba que los neandertales practicaron el canibalismo con cierta frecuencia.
La cueva pudo ser usada de manera esporádica y no continuada. La presencia tanto de herbívoros (cabras, caballos, ciervos y bisontes) como carnívoros (leones, hienas, perros salvajes y osos) sugiere ocupaciones tanto de humanos como de otros depredadores. Es posibles que los neandertales utilizaran ocasionalmente la cueva como refugio y aprovecharan su abrigo para prender hogueras y consumir sus presas.

Impresionante aspecto de la entrada del Boquete de Zafarraya. Alhama.com
Las primeras dataciones del yacimiento arrojaron cifras inferiores a los 30.000 años que, junto a las obtenidas en otros yacimientos del sur de la península Ibérica, levantaron una gran polvareda a finales del siglo XX. En el norte de la península Ibérica había buenas dataciones, que demostraban el recambio de la población neandertal por poblaciones de Homo sapiens hacia los 40.000 años antes del presente. Quizá los neandertales habían resistido el avance de nuestra especie al sur del valle del Ebro, que aparecía así como una frontera natural entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis. El debate ha sido motivo de numerosas publicaciones y temática de sesiones en diferentes congresos. Sin embargo, nuevas dataciones mediante el método del 14C “envejecieron” el yacimiento de Zafarraya hasta los 36.000 años antes del presente. Finalmente, las investigaciones en geocronología demostraron que los yacimientos del sur de la península Ibérica eran todavía más antiguos. Las muestras se purificaron eliminando contaminantes (Wood et al., 2012, Proceedings of the National Academy of Sciences, USA, número 110) y el yacimiento de la cueva del Boquete de Zafarraya llegó hasta los 46.000 años antes del presente. La hipótesis de la frontera del Ebro quedó así rechazada por las nuevas evidencias proporcionadas por la geocronología. La rápida desaparición de los neandertales de toda la faz de Europa en pocos miles de años sigue pues siendo un enigma. Algunas de las hipótesis ya han sido descartadas por las evidencias, mientras que otras se han quedado en la categoría de la especulación. Para esa época, en la que todo sucedía mucho más despacio que ahora, un período tan corto de tiempo implica que el recambio de la población europea fue muy brusco. No podemos olvidar que los neandertales constituían una especie humana dotada de grandes recursos para la supervivencia.

Nueva campaña de excavaciones en la cuenca de Engel Ela-Ramud, en Eritrea

Se desarrollará durante febrero en codirección del arqueólogo Eudald Carbonell y el paleontólogo Bienvenido Martínez-Navarro, con la participación del Dr. Tsegai Medin, beneficiario de una ayuda posdoctoral de la Fundación Atapuerca para el Proyecto Fundación Palarq “Cuna de la Humanidad: Eritrea-Valle del Rift”, que gestiona íntegramente la Fundación Atapuerca.

Intervenciones anteriores en esta región han aportado fósiles de grandes mamíferos y de otros vertebrados, así como herramientas de piedra de hasta dos millones de años de antigüedad. Este proyecto se presentará próximamente por los científicos responsables en el Mobile World Congress 2017, que se celebrará en Barcelona.

El próximo 28 de enero parte hacia Eritrea un equipo de investigación dirigido por Eudald Carbonell, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Atapuerca y catedrático de Prehistoria de la universidad Rovira i Virgili de Tarragona, y Bienvenido Martínez-Navarro, del Equipo de Investigación de Atapuerca, adscrito al IPHES de Tarragona y profesor de investigación ICREA. Se trata de realizar una nueva campaña de prospección y excavación en la cuenca de Engel Ela-Ramud, en la depresión de Danakil (valle del Rift), junto a la frontera con Etiopía.

La depresión de Danakil es una de las regiones más inhóspitas del mundo. Es un desierto pedregoso donde prácticamente todos los días del año se superan los 50º e incluso los 55ºC, y en muy raras ocasiones se baja de los 20ºC. Está habitada por la tribu de los Afar, que viven todavía en unas condiciones muy precarias, en chozas de piedra y troncos, con mucha escasez de agua, especialmente de agua potable, y con una economía basada en el pastoreo de pequeños rebaños de cabras, asnos y camellos, animales que soportan bien el calor y la sed.

En esta cuenca durante las últimas cuatro campañas de campo realizadas en 2012, 2013, 2014 y 2016, el equipo de investigación ha localizado una serie estratigráfica muy completa que abarca desde hace más de 6 millones de años hasta prácticamente la actualidad, y en ella se han encontrado fósiles de grandes mamíferos (elefantes, hipopótamos, cerdos, grandes bóvidos, gacelas, caballos, hienas) y otros vertebrados como cocodrilos y tortugas, además de abundantes muestras de industria lítica, algunas de ellas muy antiguas, del Pleistoceno inferior, en proceso de datación, que podrían tener más de dos millones de años de antigüedad.

El equipo de trabajo e investigación incluye también al arqueólogo Xosé-Pedro Rodríguez-Álvarez, del Equipo de Investigación de Atapuerca y jefe de investigación del IPHES, los paleontólogos Tsegai Medin, científico eritreo beneficiario de una ayuda posdoctoral de la Fundación Atapuerca, y Sergio Ros-Montoya (de la Universidad de Málaga), así como el cooperante granadino Francisco Pérez-Benítez, además de diversos miembros del Museo Nacional de Eritrea, como su director el Dr. Yosief Libsekal, y el miembro de su equipo Dawit Araia.

Entre el 27 de febrero y el 2 de marzo, los científicos responsables presentarán el proyecto de Engel Ela-Ramud en el Youth Mobile Festival Barcelona (YoMo Barcelona), que se celebrará en el marco del Mobile World Congress 2017, en la Feria de Montjuïc, donde más de 20.000 estudiantes de ESO y bachillerato participarán durante cuatro días en esta muestra internacional de ciencia y tecnología.

El proyecto de investigación sobre Engel Ela-Ramud, titulado "Cuna de la Humanidad: Eritrea-Valle del Rift", está promovido y costeado por la Fundación Palarq, que tiene encomendada su gestión a la Fundación Atapuerca.

Hallan una especie de marcador solar en una pintura rupestre

"Al fin y al cabo, lo que estoy intentando averiguar es hasta donde llegaban los conocimientos astronómicos en la Prehistoria, porque si los tenían es algo que yo creo que ya está clarísimo". Fue este afán de continuar ampliando nuestras miras sobre la relación del hombre y la naturaleza en los albores de nuestra historia el que ha llevado a la arqueóloga Mercedes Versaci a descubrir un marcador solar agrícola en una pintura rupestre localizada en un abrigo de la tarifeña Sierra de la Plata. Un descubrimiento único en la Península Ibérica donde, hasta ahora, no hay registrado ningún fenómeno de este tipo. "Y en Europa habría que hacer un filtrado de artículos pero diría que tampoco hay un marcador así publicado", valora.

La investigadora, que pertenece al Grupo PAID HUM-812 del departamento de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, dio con las propiedades de esta figura soliforme cuando en diciembre de 2014 se encontraba realizando uno de sus trabajos de campo para la tesis que está preparando titulada El sol, símbolo de continuidad y permanencia: un estudio multidiscilpinar sobre la figura soliforme en el arte esquemático de la provincia de Cádiz.

"Aquí, en la laguna de La Janda, en el campo de Gibraltar, tenemos registrados aproximadamente unos 300 abrigos con pinturas rupestres. Yo me he centrado para mi estudio en 22, los abrigos en los que aparece la figura soliforme y, de ellos, para realizar las observaciones astronómicas elegí los que por su orientación pensé que podían ser candidatos a que tuvieran algo que ver con los conocimientos astronómicos en la Prehistoria", explica la argentina, que reside en Conil desde hace 30 años, que recuerda que al afrontar un trabajo multicisciplinar se implican otras disciplinas.


Así, en una de aquellas observaciones astronómicas "en un abrigo de pequeñísimas dimensiones, con apenas 16 pinturas y situado muy cerquita de Baelo Claudia, llamado la Cueva del Sol", descubre "en el solsticio de invierno un clarísimo marcador solar, un marcador agrícola" perteneciente presumiblemente -a falta de hacer un estudio más profundo- "a la Prehistoria reciente, toda vez que el hombre ya conocía la agricultura".

Allí, en esa "covacha redondita y pequeñita colgada de un risco de dificilísimo acceso pero de una visibilidad enorme", Versaci encontró "una figura del sol de unos 24 centímetros más o menos, geométricamente casi perfecta, con 12 rayos y orientada hacia el ocaso". "El único repinte que la figura tiene es uno de sus rayos, junto donde llega apenas un dedo de luz del último rayo de sol del atardecer del solsticio de invierno, parece que está como marcando ese momento, como diciéndonos 'aquí tiene que dar el sol", detalla la arqueóloga que envió las fotografías al Instituto de Astrofísica de Canarias donde los expertos le confirmaron lo que ya sospechaba, "me felicitaron y me dijeron que clarísimamente era un marcador solar".

La descubridora de este fenómeno baraja que "esto le serviría al hombre de aquel tiempo para marcar las temporadas, para empezar a sembrar, para saber cuándo los días se hacían más largos, como una especie de calendario, digamos". Pero, además, Versaci recuerda que "en aquel tiempo los mundos profano y sagrado eran una única cosa, y dado que las figuras soliformes siempre aparecen en abrigos de todo el mundo relacionadas con otras figuras ramiformes (la que representa a las plantas) e ídolos no es descabellado pensar que estas pinturas y marcadores estuvieran relacionadas con ciertos rituales mágicos que tendrían la misión de que el ciclo -la salida del sol cada día, que las plantas crecieran, las cosechas- no dejara de cumplirse puesto que estas comunidades tenían una concepción del tiempo circular y no lineal como nosotros".

Fuente: europasur.es | 22 de enero de 2017

DESCUBREN UNA IMPORTANTE CIUDAD ROMANA EN GRANDAS DE SALIME



El pasado de Grandas de Salime sale a la luz

Un equipo de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid descubre la primera ciudad romana de Asturias.




La excepcional escasez de lluvia combinada con los arduos trabajos de los animosos arqueólogos ha permitido que se descubran los restos de la primera ciudad romana documentada en Asturias.

¡Ocelia, Ocelia! resonó como un trueno salido de las gargantas del alborozado equipo que tras haber perforado media Asturias estaba ya al borde de arrojar la toalla.
¡Por fin! por fin habían descubierto la ciudad romana de sus sueños.
Ironías del destino no fue Gigia/Gijón ni Lucus Asturum/Lugo de Llanera sino la modesta población de Grandas de Salime la que redimió una frustración asfixiante que se prolongaba por décadas.
Un respiro de alivio que tras la euforia dio paso a los primeros movimientos de exploración.

Se dio aviso rápidamente a la mayor autoridad arqueológica en la zona que se desplazó de forma inmediata en un helicóptero.

Una vez en tierra y de forma solemne declaró: "tenemos ante nosotros la primera ciudad romana conocida de Asturias y con toda probabilidad es Ocelia; la creía destruida por un terremoto y no por una inundación de tales dimensiones".

Monitorizando desde Madrid las operaciones se seguía con gran expectación el desarrollo de los acontecimientos.

Se espera a la mayor brevedad una rueda de prensa en la capital del Principado.


Hexian y variabilidad de Homo erectus

Diversas vistas de la mandíbula de Hexian. Imagen cedida por el Profesor Liu Wu y publicada en la revista American Journal of Physical Anthropology

Acabamos de publicar un nuevo trabajo en la revista American Journal of Human Evolution con nuestros colegas de Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (IVPP, por sus siglas en inglés) de la Academia de China.

Invitados una vez más por nuestro colega el profesor Liu Wu, la Dra. María Martinón-Torres y quién escribe estas líneas tuvimos la oportunidad de estudiar un nuevo resto fósil del yacimiento de Hexian. Este yacimiento forma el relleno sedimentario de la cueva de Longtan, que se localiza en el condado de Hexian de la provincia de Anhui, en el centro-este de China. El yacimiento se ubica en la ribera del río Yangtze, a unos 300 kilómetros de su desembocadura en el océano Pacífico. En este yacimiento se obtuvo la parte superior de un cráneo, varios dientes y un fragmento de mandíbula, datados en poco más de 400.000 años. El 29 de marzo de 2015 se publicó en este mismo blog una reflexión sobre los rasgos craneales y dentales de los homininos de Hexian, que se recuperaron entre los años 1980 y 1981. En el nuevo trabajo publicamos el fragmento de la mandíbula, siglada como PA-831.

El fragmento de mandíbula es muy pequeño y, aparentemente, tiene poca información para conocer a los homininos de esta época y este lugar de la China del Pleistoceno Medio. Aunque se trata de un único ejemplar y muy fragmentario este fragmento de mandíbula permite obtener algunos datos sorprendentes. La mandíbula es tan gruesa como la de los homininos más primitivos de África, Homo habilis y Homo rudolfensis. Su robustez recuerda a la de las primeras especies del género Homo, incluyendo los especímenes más antiguos de la isla de Java, y se diferencia de los Homo erectus más conocidos de China (Zhoukoudian o Lantian).

Un estudio detallado de la mandíbula de Hexian revela también caracteres derivados compartidos con otros homininos contemporáneos de Europa y Asia. Los dientes de esta mandíbula y los encontrados en sus proximidades también revelan la retención de rasgos arcaicos y la adquisición de otros caracteres exclusivos de estas poblaciones de Homo erectus. Por ejemplo, la dentina de los dientes (observada mediante micro-CT) muestra muchas rugosidades, que no se encuentran en ninguna otra población de homininos. La raíces son verdaderas “vigas”, que anclaban los dientes al hueso alveolar.


Nuestras conclusiones sugieren que Asia fue colonizada hace al menos 1,8 millones de años por una o más poblaciones del género Homo de características primitivas. El paso del tiempo (más de un millón de años de años) no afectó demasiado a estas poblaciones, que permanecieron casi inalteradas en las vastísimas regiones de Asia continental. Y lo más sorprendente es que la extrema robustez de esta mandíbula y de otras encontradas en la isla de Java y Taiwan ya no aparece en otros ejemplares de Homo erectus de China. Esta observación nos lleva de nuevo a cuestionar que Asia albergase una única especie durante el Pleistoceno, como se ha venido manteniendo desde hace años. Desde la “perspectiva occidental” el continente asiático se ha percibido como el hogar de una población homogénea, que había que incluir en Homo erectus sin ningún tipo de debate.

Desde los años 1990s algunos colegas han llamado la atención sobre la diversidad de las poblaciones de China. Pero la conclusión final es que tal diversidad no es sino el resultado del escaso o nulo contacto entre unas poblaciones y otras. Es una explicación muy razonable, pero no la única. En varias ocasiones hemos defendido la llegada a Europa de poblaciones diferentes, quizá desde un mismo lugar y con un origen común. Esta visión es compartida con otros colegas. Me pregunto si el mismo modelo puede aplicarse al continente asiático. Por descontado, todos los homininos tienen rasgos en común, que denotan un mismo origen; pero esto no significa que la colonización de Asia ocurriera solo una vez, y que la diversidad se debiera a la dispersión y aislamiento de las poblaciones resultantes. Asia pudo ser colonizada en sucesivas oleadas, compartiendo incluso el mismo origen que las poblaciones europeas del Pleistoceno.

En mi opinión, cuanto más sepamos sobre las poblaciones pleistocenas de Asia, que han permanecido casi invisibles para la ciencia occidental, tendremos más información para proponer hipótesis diferentes e imaginativas. La simplicidad está dejando paso a la complejidad, y no solo en el campo de la paleoantropología, sino también en el de la arqueología. En los próximos años seguiremos investigando el mundo apasionante del lejano oriente, gracias a la apertura de China a la ciencia moderna en todos los ámbitos.

Fuente: quo.es | 24 de enero de 2017