El Pleistoceno de Grecia: un mundo por descubrir

Portada de la revista 'Evolutionary Anthropology', en la que se muestran los cráneos de Apidima 2 y Petralona.

En septiembre de 1998 tuve la oportunidad de visitar un yacimiento, todavía enigmático, situado en la península griega de Mani, en el sur del Peloponeso. Fui invitado a presentar una ponencia sobre Atapuerca en un congreso internacional sobre la Paleoantropología de esta región de Grecia, que organizaban dos instituciones del país, con el apoyo del “Collége de France”, la Universidad de Paris I y el Museo de Historia Natural de Leiden (Holanda). No me cabe duda de que estas últimas tres instituciones promovieron y posibilitaron el encuentro científico, a juzgar por la desastrosa organización. Pero, a pesar de las dificultades para saber cómo y dónde teníamos que estar en cada momento, la experiencia tuvo muchos momentos positivos. Discutir con otros colegas, visitar lugares tan bellos e increíbles como la península de Mani y conocer más sobre la idiosincrasia de una de las cunas de la civilización mediterránea compensó las pequeñas “lagunas” logísticas del viaje y de la estancia. Aún recuerdo la imagen del amable obispo ortodoxo de la localidad dándonos la bienvenida y bendiciendo el acto. Una mezcla de folklore y surrealismo que los asistentes no olvidaremos.

El motivo de organizar un evento científico en aquel lugar era dar a conocer el hallazgo de dos cráneos fósiles, obtenidos de el yacimiento de la llamada cueva de Apidima, nada menos que en 1978. Los cráneos habían permanecido casi olvidados durante veinte años en algún museo local. Querían mostrarnos aquellos tesoros de la paleoantropología. A decir verdad, apenas tuvimos unos minutos para observarlos cuando finalmente se decidieron a enseñarlos. Al menos pudimos ver la entrada de la cueva desde una pequeña embarcación. Ciertamente, la cueva de la cueva del yacimiento de Apidima se localiza en el acantilado de la costa y solo es accesible por barco. Muy posiblemente, como sucede con los yacimientos de Gibraltar, la costa del sur de Peloponeso se ha ido hundiendo durante el Pleistoceno Superior. Los humanos de aquella época tendrían un acceso directo desde tierra; pero en la actualidad solo se puede llegar navegando desde el pequeño puerto de la localidad próxima.


Todos pensamos que había llegado el momento en el que los colegas griegos darían a conocer los dos cráneos a la comunidad científica. Pero no fue así. Durante el largo viaje en autocar desde Atenas tuve ocasión de charlar durante varias horas con la investigadora Katerina Harvati (izquierda). Su apellido delata su nacionalidad de origen. Katerina era entonces una estudiante de doctorado, que en pocos años ha llegado a la cima del éxito en el ámbito de la paleoantropología con sus magníficas aportaciones al estudio de la evolución humana desde instituciones de Estados Unidos y de Alemania.

Y ha sido Katerina Harvati quién comenzó a ofrecer algunos datos de uno de los cráneos, Apidima 2, algo mejor conservado que el catalogado con el número 1. Su origen griego y su profesionalidad le abrieron las puertas al estudio de especímenes, sin duda merecedores de mayor atención. No hay dataciones del yacimiento, que se encuentra en una de las cinco cuevas que se abren al mar. Las herramientas y los restos fósiles de algunas especies sugieren que el yacimiento se formó durante el Pleistoceno, pero sin mayor precisión. Algunos arqueólogos presentaron información en revistas de escasa difusión y el yacimiento ha permanecido prácticamente invisible para la comunidad científica.


Las investigaciones de Katerina Harvati, apoyada por colegas muy experimentados, como Chris Stringer, sugieren que el cráneo Apidima 2 perteneció a la población neandertal. La imagen que acompaña al texto muestra la portada de la revista “Evolutionary Anthropology” (uno de los números de 2009), en la que se describe el cráneo y se compara, entre otros muchos, con el cráneo de Petralona. Este último, encontrado por un espeleólogo en 1960 en una cueva de Grecia, tampoco cuenta con una datación precisa. En diciembre de 2015 tuve ocasión de escribir sobre este cráneo en este mismo blog.

Verdaderamente, el “paisaje” arqueológico y paleoantropológico del Pleistoceno de la península griega es desolador. No cabe duda de que esta región del sur de Europa posee una riqueza arqueológica de la prehistoria extraordinaria y que los hallazgos podrían ser importantes. Los proyectos de carácter europeo iniciados por Katerina Harvati para conocer la prehistoria de esta península merecen todo nuestro apoyo. Se necesitan equipos experimentados y medios económicos para afrontar excavaciones en lugares tan señalados como Apidima, o en el de Kalamaki (también en la península de Mani), que ya ha proporcionado algunos restos neandertales. Seguiremos con gran interés el curso de estas investigaciones.

Fuente: quo.es| 21 de febrero de 2017

Increíble descubrimiento de una plaza bizantina del siglo VI bajo el metro de Grecia

Trabajadores del metro en Grecia descubren una plaza del siglo VI (Twitter @helenprotopapa)

Las obras para la construcción de la primera línea de metro en la ciudad griega de Salónica (norte) han revelado los restos de una plaza ovalada de la época bizantina del siglo VI, según publicó la prensa griega.

Dicha plaza, constituida por columnas en su perímetro y pavimentada en mármol, es un hallazgo arqueológico relevante, ya que solamente se ha encontrado una construcción de estilo romano similar a esta en la ciudad de Gerasia, en la actual Jordania.

No obstante, el yacimiento encontrado en la segunda ciudad de Grecia se encuentra en muy malas condiciones, a diferencia del buen grado de conservación en la ciudad jordana, y será decisión del Consejo Central Arqueológico (KAS) los siguientes pasos a dar para la conservación parcial o total del hallazgo.

El descubrimiento se encuentra muy cerca de otro yacimiento arqueológico salido a la luz por las obras del metro: la avenida bizantina de Salónica, el ‘decumanus maximus’ de la ciudad en la época romana.

El acuerdo para la restauración y conservación de esta última fue firmado recientemente por el KAS y la ministra de Cultura helena, Lydia Koniordu.

La abundancia de restos arqueológicos en el subsuelo griego es habitualmente razón de retrasos en las grandes obras públicas del país y, por tanto, fuente de polémicas.

Hallan una cueva pintada con motivos únicos en Telde (Gran Canaria)

Gran Canaria aún custodia en secreto valiosos legados del pasado indígena. El último hallazgo ha sacado a la luz otra cueva pintada, una nueva estación de manifestaciones rupestres de los prehispánicos. La descubrió en uno de sus pateos el arqueólogo Pedro Javier Sosa. Fue el pasado 21 de enero y está en Telde. El Cabildo ya tiene un informe sobre el yacimiento.

La cueva, de dos metros de ancho por 1,20 de alto, se halla en un lugar muy poco accesible y alberga una serie de pinturas elaboradas con almagre, según explica Sosa, que prefiere no desvelar el emplazamiento exacto de la estructura para no comprometer su conservación hasta tanto no se tomen las medidas de protección necesarias. En concreto, el conjunto lo conforman hasta seis paneles rupestres en los que se representan varios motivos de filiación indígena, «similares» a los localizados en otros enclaves de Gran Canaria, como, por ejemplo, la cueva de Majada Alta, en Tejeda.

Pedro Sosa, coodirector de la empresa Arqueología D3, advierte de que no se trata de la única cueva pintada de la Isla, valga si no el ejemplo de la de Gáldar, pero subraya, y lo dice con conocimiento de causa, dado que está especializado en el mundo rupestre, que «se trata de un conjunto único por la exclusividad de sus motivos». Y se explica. Los trazos que los indígenas pintaron en esta cueva solo habían aparecido hasta ahora «en forma de grabados en la piedra, pero no pintados».

Entre los elementos que destaca Sosa están los de tipo antropomorfo (figuras con forma humana) y los geométricos. De los primeros dice que recuerdan a los motivos que fueron grabados sobre la piedra en el barranco de Balos, en Agüimes (derecha). Apunta que en algunos aún se distinguen los dedos marcados de su autor. Mientras que los segundos los asemeja a la decoración pintada de las cerámicas anteriores a la conquista, que, por cierto, «también se realizaban con almagre».
Este joven arqueólogo descubrió la cueva al mediodía del 21 de enero de 2017 en compañía de María Dolores González, pero el 30 del mismo mes decidió compartir su secreto con sus compañeros en Arqueología D3, los también arqueólogos Hacomar Babón y Abel Galindo, con quienes advirtió el potencial arqueológico del enclave en el que se halla esta estación rupestre, en cuyo entorno se conservan más cuevas de habitación, que, según Sosa, «darán más que hablar sobre el modo de vida de los antiguos canarios».

Así se ve...
Se aprecian, con cierta dificultad por la pérdida de intensidad del almagre, cuatro motivos. Hay uno pisciforme o ramiforme, dos de tipo geométrico y otro, el inferior, antropomorfo.

Imagen tratada.
A través de la aplicación de DStretch, un programa informático especializado que resalta los pigmentos al tratar las imágenes, Pedro Sosa logra identificar los motivos más nítidamente.

Una mancha.
No todo lo que está pintado en la cueva tiene una forma definida. Valga el ejemplo de la derecha. En el saliente de esta roca se vislumbra tenuemente una mancha rojiza de almagre.

¿O un dibujo?
Al darle un tratamiento digital a la imagen, la mancha ya no parece una simple mancha. Se atisban pequeñas nervaduras, pero podrían ser fruto de la erosión del almagre, que se habría difuminado.

Fuente: Canarias7 | 18 de febrero de 2017

Descubren bajo tierra una gran ciudad romana que identifican con Caraca en Driebes (Guadalajara)

La ciudad romana de Caraca estaría oculta bajo una colina y ocuparía una extensión de 12 hectáreas. Cipriano Pastrano.


Ha sido descubierta la que los arqueólogos identifican con una ciudad romana perdida, de nombre Caraca, en el municipio de Driebes (Guadalajara, cerca del límite de Madrid), en la comarca de la Alcarria Baja. Ya había indicios arqueológicos de la importancia del lugar, puesto que en 1945, durante la construcción del canal de Estremera, fue localizado a los pies de este cerro un tesorillo de plata, con un peso de casi 15 kilos, formado por tortas de pesos, recipientes, lingotes, sortijas, torques, fíbulas, y monedas.

El tesoro, datado a finales del siglo III a.C., se expone actualmente en el Museo Arqueológico Nacional y, pese a su importancia, se desconocía todo sobre su contexto arqueológico en esa zona, que no se había explorado y la mayor parte de los estudiosos tenía como carente de importancia. Posteriormente sólo se habían realizado algunas prospecciones en la década de los ochenta por parte de los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal.


Pero, desde este pasado otoño, un equipo de arqueólogos dirigido por Emilio Gamo Pazos (profesor-tutor del Centro Asociado de la UNED en Madrid) y Javier Fernández Ortea (gestor del Monasterio de Monsalud) ha desarrollado una prospección arqueológica intensiva y geotécnica del cerro de la Virgen de la Muela, en Driebes, descubriendo un hallazgo de enorme relevancia: toda una ciudad romana, de considerables dimensiones (unas 12 hectáreas), oculta bajo la colina.
Para explorar ésta se formó un equipo multidisciplinar formado por profesionales del CAI de Arqueometría y Análisis Arqueológico en colaboración con el Departamento de Física de la Tierra, Astronomía y Astrofísica I (Sección departamental de Astronomía y Geodesia), de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense. Así como por los arqueólogos e historiadores Jerónimo Sánchez Velasco, David Álvarez Jiménez y Saúl Martín González. Las prospecciones fueron financiadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, así como por el Ayuntamiento de Driebes y la Asociación de amigos del Museo de Guadalajara, con la inestimable cooperación de los dueños del terreno que permitieron el desarrollo de esta investigación.

Georradar 3D

Se ha trabajado con las técnicas y métodos de investigación históricos y arqueológicos más punteros, desde estudios de toponomia, cartografía y fotografía histórica, a un intenso trabajo de campo que incluyó la recogida de materiales arqueológicos en superficie –fundamentalmente cerámica, pero también piezas de estuco con restos de pinturas murales– y el uso de un georradar 3D. Esta técnica actual permite poder «ver» con detalle los restos arqueológicos a una profundidad de hasta 1,5 metros en tres dimensiones, con una recreación fiel por ordenador, sin necesidad de tener que excavar, a fin de saber con qué se van a encontrar los arqueólogos en la zona de la sospechan. Aunque los expertos esperaban resultados alentadores, lo obtenido ha superado con creces todas las expectativas y constituye un hallazgo seguramente revolucionario, como se detallará en las publicaciones científicas del equipo que actualmente se encuentran en prensa.

En efecto, se pudo confirmar en el plano la presencia de una gran ciudad romana con un urbanismo propio y muy desarrollado. A través del georradar se observa con claridad toda una ciudad, con sus espacios públicos, incluido un foro porticado, su cardo y decumanus, es decir, sus avenidas principales, posiblemente un mercado (macellum) y unas termas, además de una tupida malla de manzanas de viviendas que parecen solaparse en diversas fases cronológicas.

Por otro lado, es posible que la ermita de la Virgen de la Muela, patrona de Driebes, erigida en el siglo XVI y que aún pervive en estado ruinoso, se superponga a un antiguo templo de una divinidad pagana en el centro del yacimiento. La identificación con la ciudad romana de Caraca, citada en las fuentes clásicas, pero cuya ubicación era hasta el momento desconocida, es muy probable, según los arqueólogos. Estos apuntan que los restos más antiguos son del final de la Edad de Bronce, es decir, de los comienzos del primer milenio antes de Cristo, y el lugar continuó ocupado por los carpetanos y luego, con la conquista romana, el lugar albergó esta importante ciudad que podría haber alcanzado, a la vista de los recientes descubrimientos, la categoría de municipium. Además, los arqueólogos han localizado un acueducto de opus caementicium (el hormigón romano) con nada menos que 112 metros de canalización e idénticas características al de Segobriga y con cabecera en el manantial de Lucos, también situado en Driebes. La construcción de este tipo de obras iba en consonancia con la monumentalización de las urbes con estatus municipal.

Un paso necesario

Para cerrar el círculo, el otro hallazgo significativo es la identificación de unos sillares de grandes dimensiones con decoración almohadillada, pertenecientes a edificios públicos, y los restos de la vía romana que uniría a esta ciudad con Segobriga y Complutum, la llamada vía Complutum-Carthago Nova.
Sin embargo, para terminar de confirmar las hipótesis planteadas desde un inicio y los hallazgos constatados con las nuevas tecnologías, resulta necesario dar el siguiente paso. De este modo es la intención de los arqueólogos continuar en este año los trabajos en el lugar con el objeto de desvelar más detalles de este yacimiento excepcional para el conocimiento del interior de la Hispania romana. El espectacular hallazgo de una nueva ciudad romana como la de Caraca supone una oportunidad, no sólo para el conocimiento científico, sino también para el desarrollo sociocultural y económico de la comarca de la Alcarria. Para saber más detalles acerca de este descubrimiento los implicados en las labores de investigación han convocado una conferencia pública en el Museo de Guadalajara el próximo 9 de marzo.



Expertos y autoridades están de acuerdo en la enorme importancia de la ciudad romana encontrada en Driebes, que ha sido posible gracias la colaboración entre universidades, administraciones públicas y particulares.

El alcalde de la localidad, Pedro Rincón, constata «la gran expectación creada por los restos arqueológicos» descubiertos, al tiempo que agradece «la colaboración de los dueños del terreno en el desarrollo del proyecto de investigación». Mientras que María Luisa Cerdeño, profesora de la Universidad Complutense, resalta «la importancia del descubrimiento de este nuevo yacimiento, casi intacto, porque puede proporcionar una valiosa información sobre el contacto de los romanos con las poblaciones indígenas y sobre su posterior desarrollo cultural».

El interés del yacimiento radica en que «documenta una amplia secuencia cultural que abarca desde los primeros ocupantes del cerro al final de la Edad del Bronce, el desarrollo de los carpetanos en la Edad del Hierro y su proceso de romanización», destacando la importancia de esta «gran ciudad romana que pervivió hasta finales del siglo II», completa. Teresa Sagardoy, arqueóloga de la Junta de Castilla-La Mancha, también se ha posicionado sobre el tema, que lo califica como «uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de los últimos años».
Respecto a los modernos métodos utilizados en la prospección arqueológica, con herramientas como el georradar 3D, Teresa Chapa –catedrática de la Complutense– destaca que ésta ha permitido detectar con gran precisión estructuras enterradas: «Bajo un campo arado casi pueden verse plazas, calles y casas de época romana». Con esta información, afirma la catedrática, «la arqueología puede contribuir decisivamente a la conservación de unos restos que de otro modo correrían el peligro de desaparecer».

Finalmente, Fernando Aguado, director del Museo de Guadalajara, califica como excelente el trabajo del equipo de investigación –con Emilio Gamo y Javier Fernández a la cabeza– que recabó desde el primer momento el apoyo de diversos actores públicos y privados, como la Asociación de Amigos de Guadalajara, y declara que, aun en esta fase inicial de resultados, «los datos que arroja la prospección suponen ya dar un vuelco al conocimiento que se tenía hasta ahora de la presencia romana y viene a completar el mapa de la organización territorial de Hispania». Sólo cabe esperar –continúa– que las excavaciones saquen a la luz restos de entidad para poder ir completando las colecciones de época romana del Museo e ilustrar con ellos esta apasionante etapa cultural.

Fuente: larazon.es | 20 de febrero de 2017

El descubrimiento que cambiará el conocimiento de la Historia Antigua

Se entiende que la imagen del puente representa a Hércules vestido con la piel del león de Nemea

El descubrimiento de dos nuevas ciudades hasta ahora desconocidas en dos lugares clave de la historia antigua, Grecia y la Hispania romana, van a cambiar sustancialmente el conocimiento que teníamos de la antigua realidad de esos espacios y de su desarrollo histórico.

Se trata de dos hallazgos únicos, y, en cierto modo, paralelos: bajo dos colinas de dos zonas que hasta ahora eran tradicionalmente consideradas poco urbanizadas en la antigüedad.

En cuanto a la primera, ya Homero ponderaba la rica Tesalia, de pastos opulentos y famosa por sus caballos y su ganado. En la antigüedad era proverbial también, aparte de la destreza de sus jinetes, el poco desarrollo urbano y escasa sofisticación de la zona, que se tenía como una cierta periferia del mundo griego antiguo de las ciudades-estado, plagada de leyendas antiguas, brujería y magia. Sin embargo, un grupo de arqueólogos suecos, británicos y griegos han sacado de debajo de la colina de Strongilovoúni una importante ciudad griega básicamente desconocida en el yacimiento de Vlochós.

En la nueva polis, que ahora toca identificar sobre las fuentes literarias a la espera de materiales que desvelen más información, han aflorado restos de un valor muy notable y que dan testimonio de una ciudad de proporciones que nada tienen que envidiar a otras del Peloponeso o del vecino sur y cuyo apogeo se encuentra en el siglo IV a.C. Había, pues, grandes «poleis» en Tesalia, cuyo auge, sin duda propiciado por el declinar del poderío de Atenas y de Esparta, habría coincidido con las hegemonías de Tebas y la posterior estrella ascendente de Macedonia. Tesalia, una llanura de paso, habría estado dominada por este emplazamiento privilegiado, en una colina desde la que se podría controlar el rico territorio de tránsito, que se habría beneficiado así de un cambio del peso específico del poder griego en la política de las «poleis» del siglo IV a.C., justo antes del ascenso de Filipo II y de su hijo Alejandro.

La ciudad tiene su apogeo en todo ese siglo y prolonga su actividad durante el reino antigónida, sucesor de Alejandro, y hasta la conquista romana. Parece que es la llegada de los romanos, a partir del siglo II y con la simbólica toma de Corinto, la que marca el principio de su declive. En todo caso el hallazgo de la colina de Strongilovoúni desvela otra historia antigua de Grecia y revaloriza una zona hasta hace poco consideradas marginal y carentes de importancia.

Núcleo urbano

Otro tanto ocurre con los espectaculares datos que arroja la nueva prospección arqueológica realizada en la provincia de Guadalajara, que apunta a una gran ciudad romana, de unas 12 hectáreas, comparable en tamaño con grandes centros provinciales de la Hispania antigua, como por ejemplo la antigua Pamplona. El hallazgo de la ciudad romana del Cerro de la Virgen de la Muela, en Driebes, no lejos del límite con la Comunidad de Madrid, constituye una importante novedad en el panorama de la investigación arqueológica de la Hispania romana en una zona de su centro que no se tenía por urbanizada. El equipo que lo ha investigado no sólo ha constatado la existencia de un núcleo urbano, sino que –y a diferencia de lo ocurrido en Grecia– también ha querido postular una posible identificación con la Caraca de las fuentes antiguas, ciudad sobre cuya localización se ha vertido mucha tinta desde el Renacimiento.

Aunque algunos autores han considerado que este yacimiento antiguo se corresponde con otras poblaciones como Taracena o Carabaña, la situación geográfica de este cerro encajaría perfectamente con la información ofrecida por Ptolomeo y, en especial, con el itinerario tardorromano del Anónimo de Rávena, que localizaba Caraca entre las ciudades de Segóbriga (Saelices, Cuenca) y Complutum (Alcalá de Henares) en una calzada que conectaba esta última urbe con Carthago Nova (Cartagena), uno de los puertos más importantes de la antigua Hispania. Esta vía parece haberse fundamentado principalmente en la explotación y transporte de una de las principales exportaciones que el interior peninsular ofrecía al Imperio romano, el espejuelo o lapis specularis, un mineral transparente emparentado con el yeso usado en las ventanas romanas que, finalmente entró en crisis con la difusión del vidrio en el siglo II, lo cual está posiblemente en relación con el final de la ciudad.

También fue importante en este núcleo urbano la explotación de la fértil vega del Tajo y el esparto, planta herbácea que tuvo múltiples usos en la Antigüedad.

Por último, el empleo de las nuevas tecnologías en la arqueología, como el georradar, permite realizar importantes avances en la investigación. En este caso se aprecian, por ejemplo, los restos de las calles (Cardo y Decumanus), el foro, las termas y un posible mercado, así como múltiples viviendas se encuentran en un estado de conservación excepcional, lo cual debe ser confirmado mediante la realización de excavaciones arqueológicas en tan importante enclave.

Hay que destacar también la exitosa colaboración de entidades públicas y privadas, universidades y administraciones, y los buenos oficios del equipo de investigación, encabezado por Emilio Gamo, profesor-tutor de la UNED de Madrid, y Javier Fernández, gestor del Monasterio de Monsalud. No todo está escrito en la historia antigua y tanto Vlochós como Driebes proporcionan pistas valiosísimas sobre el devenir histórico de sus áreas y contextos, cambiando la visión que los historiadores de la antigüedad teníamos de esos lugares. En suma, dos ciudades hasta ahora ignotas, en Grecia y en España, vienen a cambiar el conocimiento de nuestro pasado.

Fuente: David Hdez. de la Fuente / La Razón

La egiptología española ha sido premiada por un descubrimiento de 2016

Fotografía de una excavación arqueólogica en la zona monumental de Luxor. EFE/Edu Marín

La misión española que dirige la egiptóloga Myriam Seco ha sido galardonada con un premio por haber logrado uno de los diez mejores descubrimientos en Egipto durante su campaña en 2016, otorgado por la revista Luxor Times.

En una ceremonia celebrada hoy en El Cairo, la arqueóloga ha recogido el galardón que reconoce el descubrimiento del cartonaje colorido del “sirviente de la Casa Real”, llamado Amon Renef, y que fue hallado en el templo de Millones de Años de Tutmosis III (1490-1436 a.C.), en el que trabaja desde 2008 en Luxor.

“Estoy muy contenta de que uno de los descubrimientos haya tenido tanta repercusión mediática, es una gran satisfacción para nosotros”, aseguró Seco (Sevilla, 1967) en declaraciones a Efe.

Diez proyectos premiados

Un total de diez proyectos, procedentes la mayoría de misiones extranjeras, han sido premiados en la categoría de “mejor descubrimiento”, y han recibido el galardón en una sala del Ministerio de Antigüedades.

Además, han reconocido a los cinco mejores proyectos de restauración del pasado año, así como a los cinco mejores hallazgos en lo que va de año.

Sobre Luxor Times, que vio la luz el año pasado y que le ha concedido el premio a la arqueóloga sevillana y a su equipo de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Seco consideró que “es una iniciativa muy buena ya que publican todos los descubrimientos (en Egipto) y les dan mucha difusión”.

Egiptólogos españoles

Seco, que comenzará el próximo septiembre de 2017 la que será la décima edición de su campaña en Luxor, agradeció, con el premio entre las manos, que se reconozca lo que consiguen los arqueólogos en Egipto.

Bajo el lema de “Necesitamos aprender nuestra historia para mejorar nuestro futuro”, el responsable de la publicación, Mena Melad, entregó por segundo año consecutivo estos galardones, y anunció que el año que viene la ceremonia tendrá lugar en Alejandría, en el norte de Egipto.

Vía EFE Futuro