La estela epigráfica de Montoro (Córdoba) podría ser el primer guión monumental de Iberia

Una mujer contempla la estela ubicada en el Museo Arqueológico de Montoro (Córdoba). Los expertos la califican como la principal de Europa Occidental.

La estela de Montoro, una losa con un código inscrito descubierta en la localidad de ese nombre próxima a Córdoba (Andalucía, España) en 2002, aún supone un misterio para los arqueólogos.
Hasta el momento, los investigadores identificaban sus glifos como imágenes abstractas que también contenían elementos en griego, íbero y cananeo, pero nunca han logrado descifrar esa mezcla.
Sin embargo, un equipo científico encabezado por la Universidad de Sevilla ha empleado "caracterización química, imágenes digitales y análisis litológico y epigráfico" para revelar algunos detalles que podrían arrojar luz sobre esta reliquia o, por lo menos, ofrecer una hipotesis al respecto.


Así, estos especialistas han establecido que la piedra pertenece a la Edad de Hierro y fue elaborada entre los siglos IX y III a. C., algo que indicaría que los autores de los símbolos intrincados eran analfabetos y solo podrían dibujar lo que veían.

Este "enfoque multifacético" ha permitido acotar que el objeto de estudio "es fruto de las primeras interacciones entre las sociedades letradas mediterráneas del Bronce Final y la Edad de Hierro con las sociedades analfabetas íberas".

Y es que, según David Wheatley, de la Universidad de Southampton, esta estela "es la más monumental de la Edad del Hierro de la Península, y posiblemente de Europa Occidental", tal y como se recoge en las conclusiones del trabajo técnico y arqueológico.
Leonardo García Sanjuán, miembro de la Universidad de Sevilla, detalló que «la estela está hecha de piedra local con signos de orígenes diversos y parece que no fue utilizada para formar un texto comprensible».


Sin erosión ni líquenes

En este sentido, "no evidencia pigmentos, ni erosión ni líquenes", ya que, continuó, "estuvo protegida en un edificio o enterrada desde su manufactura", lo que ha permitido su excelente estado de conservación, que ya puede comprobarse en las instalaciones del Museo montoreño.
En su contexto paisajístico, "la pieza se situaba junto a una vía de paso: vía pecuaria o vía de sangre, y en un lugar de valor estratégico". Más concretamente, en las proximidades de la zona conocida como «Llanete de los moros», donde hubo sendos asentamientos durante la Edad del Bronce y Edad del Hierro.

A nivel cultural, "se recoge dentro de la tradición del concepto conocido como piedras levantadas que permiten monumentalizar lugares importantes del territorio", y su escritura tuvo que contener connotaciones mágicas.

Fuente: RT| ABC.es | 14 de agosto de 2017

Catalogan ochenta nuevos petroglifos en el área compostelana en un año

Hace un año el monte de San Miguel de A Portela, en Villestro (La Coruña), sufría un incendio, que afectó a la mayor muestra de arte rupestre de Santiago. Catorce petroglifos concentrados en la zona de Devesa da Rula sufrieron daños, quedando uno de ellos destrozado al pasarle por encima una máquina que realizaba cortafuegos. Entonces, el colectivo A Rula, que llevaba dos años reivindicando la catalogación y puesta en valor de este conjunto sin obtener respuesta de la Xunta y el Concello, demandaba que el suceso, ya inevitable, sirviese para que no se volviesen a repetir hechos similares y acelerar las actuaciones para la protección de los yacimientos. ¿Y qué sucede un año después? El resultado es la catalogación de este patrimonio arqueológico. No solo del situado en Villestro -solo uno de los grabados lo estaba cuando ocurrió el fuego que arrasó el monte-, sino también de otros petroglifos situados en otros puntos de Compostela, Ames y Teo. En total, el resultado del estudio emprendido tras el incendio supuso inventariar 83 nuevos petroglifos, con lo que toda el área pasa a sumar más de 120 grabados. De esta forma, se triplicó el número de estaciones registradas y controladas por la Dirección Xeral de Patrimonio.

El incendio desencadenó un trabajo a tres bandas, con la implicación también del Concello de Santiago y la Xunta. En este sentido, mientras esta última se ocupó de las cuestiones relativas al inventario de los yacimientos y contrató el estudio, el organismo municipal quedaba encargado de las labores de preservación y mantenimiento.

El colectivo A Rula destaca que se ha dado un paso importante para la preservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico, como es la catalogación de los petroglifos, pero aún resta camino por andar y le toca actuar a los ayuntamientos. «Deuse un primeiro paso importante, como é a catalogación, pero agora falta incluír as zonas de protección no PXOM», explica Pablo Sanmartín, secretario de A Rula.

Más allá de los pasos dados a nivel administrativo, el estudio sobre los petroglifos de Villestro también recogía una valoración de los daños que causó el incendio forestal, la mayor parte decoloraciones.

El Concello de Santiago gestiona con los propietarios los permisos para la limpieza del perímetro

El Concello de Santiago también está dando pasos para la preservación de los yacimientos. En este sentido, ya iniciaron la identificación de las parcelas en las que están situadas los 51 grabados catalogados en el municipio y han remitido comunicaciones a los propietarios, para que tengan conocimiento de que tienen un bien protegido en su terreno y solicitarle autorización para proceder a la limpieza de un perímetro de diez metros. El concejal de Espazos Cidadáns, Jorge Duarte, explicó que ya obtuvieron algunas, pero hay casos en los que no lograron contactar aún con los dueños, por lo que tendrán que publicarlo en el BOP. Después, contratarán los trabajos. «A nosa idea é facelo o antes posible, tan pronto como teñamos as autorizacións, para evitar danos en caso de novos incendios», dijo.

A continuación, el Concello iniciará actividades para dar a conocer este patrimonio arqueológico y divulgar sus valores, para lo que acometerán la señalización de los espacios y podrán en marcha rutas, con el centro de interpretación de Villestro como base. La actuación será para el próximo año.


Parque arqueológico
El broche a estas actuaciones será la puesta en marcha un parque arqueológico. Una actuación que A Rula quiere que reúna a los tres ayuntamientos -Santiago, Ames y Teo-, para el que ya hay conversaciones.

En cuanto a la inclusión de los petroglifos en el PXOM, Duarte indicó que no tiene urgencia puesto que, al estar catalogados por Patrimonio, ya cuentan con protección especial.

El trabajo demuestra la relevancia de la comarca en el arte rupestre, destaca A Rula

El colectivo A Rula destaca que el trabajo de inventario y catalogación de los petroglifos de la comarca de Compostela demuestra lo que ya venían defendiendo desde hace años: la relevancia que tiene la zona dentro del arte rupestre gallego «tanto pola gran concentración de xacementos, como pola calidade e excepcionalidade dalgúns conxuntos, cunha boa parte deles que aínda permanecían inéditos».

Para el colectivo, con el trabajo ahora realizado, los investigadores pondrán contar con una visión de conjunto que está cambiando la imagen tradicional que se tenía sobre el arte rupestre en las tierras jacobeas. Indican que sobre este patrimonio arqueológico de la comarca no se había hecho hasta el momento una investigación sistemática, lo que contrasta con lo que sucedido en otras zonas de Galicia.


El inventario realizado constituye, según A Rula, una herramienta esencial para la proyección y futura valoración social del patrimonio cultural de la comarca. «Non se pode protexer o que non se coñece», afirman. De esta forma, las fichas y la planimetría realizada es esencial para iniciar una nueva fase en el proceso de sensibilización social en favor del patrimonio rupestre y dar cumplimiento a las obligaciones legales sobre su protección, estudio y divulgación.

Desde el colectivo destacan la buena sintonía con la empresa encargada de la catalogación, Horizonte Norte, a la que también facilitaron datos que ya tenían.

Fuente: lavozdegalicia.es | Fotos | 13 de agosto de 2017

Teotihuacán: 83 centímetros hacia el inframundo

Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

Fue una casualidad, un 2 de octubre de 2003, la que descubrió la entrada al inframundo de Teotihuacán y su hasta ahora más importante secreto. Tres pasos: primero la lluvia, luego el agua provocando un agujero en el suelo de 83 centímetros de diámetro y, después, la aparición de un arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sergio Gómez, que trabajaba en ese momento en la conservación del Templo de Quetzalcóatl.

Gómez descendió con una cuerda hasta las entrañas de la tierra que se abrieron. «Cuando vi el agujero, delimitamos el agua, conseguí una cuerda y me bajaron con ella. Y ahí es cuando vi que existía el túnel. No se podía pasar porque estaba totalmente bloqueado con tierra y piedra. Y entonces es cuando inicié esta investigación que años después ya denominé proyecto Tlalocan, que significa camino bajo la tierra».

EL MUNDO desciende hasta ese inframundo teotihuacano cuyo paso está prohibido al público a través de un túnel cavado que ha requerido ocho años de trabajo: la planificación, la retirada de 1.000 toneladas de piedra y tierra y el empleo de pequeños robots que se fueron adentrando por ese universo secreto desde el que se intenta desvelar una enigmática civilización que colapsó en el siglo VIII dejando un fabuloso mundo de piedras abandonado.


El arqueólogo Sergio Gómez. Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN.


Hace dos semanas se anunció la posibilidad de que bajo la Pirámide de La Luna pudiera haber un tercer pasillo enterrado en el recinto arqueológico, algo que Sergio pone en duda: hasta ahora sólo se había encontrado el «fallido» túnel de la Pirámide del Sol.

«En 1973 se descubre en la Pirámide del Sol un túnel muy similar a éste. Entonces no había un arqueólogo y el administrador ordenó limpiar todo y cuando llegó el arqueólogo se espantó y preguntó ¿dónde está todo lo que había aquí dentro?», recuerda Sergio.

La cavidad, de 83 centímetros, es hoy una escalera estrecha e iluminada que conduce al centro mismo de la cosmología teotihuacana. «Lo curioso es que los teotihuacanos rellenaron este túnel con todo tipo de cosas, incluso con cosas que ellos habían usado y ya no les servían como collares o ropa. Entonces nuestra labor se complicaba, ya que no se trataba sólo de retirar lo que había, sino ir explorando poco a poco el relleno con el que ellos sellaron el túnel», dice el arqueólogo.
Hubo ayudas: la tecnología electromagnética y láser permitió medirlo antes de recorrerlo y comprobar que el sellado había dejado todo ese ayer inalterado.

Una responsabilidad

La excitación y responsabilidad era enorme. Gómez llegó a plantear la opción de que se encontraran por fin las tumbas nunca halladas de los señores de Teotihuacán. El mundo arqueológico internacional puso sus ojos en un descubrimiento histórico. Se usaron dos robots diseñados especialmente para introducirse por cavidades estrechas con sus cámaras antes de comenzar el lento trabajo manual de desescombro. «Hemos usado instrumentos muy pequeños para no destruir nada. Hemos recuperado más de 100.000 objetos».

El final del trayecto iba enseñando cada vez más ofrendas en las que hallaban cantidad de objetos. «Era un avance casi de centímetros. Hubo dos derrumbes y era peligroso. El túnel tiene 103 metros y quedaban los últimos 36. Allí había ofrendas de caracolas provenientes del mar Caribe traídas por los mayas como regalos, restos de grandes felinos, el jade, inexistente en México y llevado desde Guatemala, y cerámicas con la imagen de Tlaloc, la deidad principal del inframundo», explica el investigador del Instituto de Antropología e Historia. «Sabíamos que había algo importante al final», recuerda.

También se hallaron semillas, más de 19.000, la mayor cantidad nunca encontrada en un sitio arqueológico. Están en excelente estado de conservación y se han pretendido germinar sin éxito: calabaza, maíz, frijol... Milagrosamente se ha encontrado también, en un ejercicio de ciencia milimétrica, un trozo de piel con pelo que se está investigando y parece humana.
Los teotihuacanos desollaban hombres y luego se cubrían con su piel. El sellado del túnel hizo que no hubiera cambios en sus condiciones meteorológicas y todo se ha conservado casi intacto.

Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

La excavación tuvo semanas en las que se avanzaba sólo 10 centímetros. «Al final avanzamos otro metro y una nueva ofrenda. Estábamos en el último tramo y había glifos mayas. La cabecita tenía una escritura maya que sabemos qué dice: 'El señor, el que manda'». La relación comercial y guerrera entre ambos pueblos tiene ahí otra importante señal. «Yo planteo que el túnel es una representación, una metáfora del inframundo. Todos los pueblos mesoamericanos conciben el cosmos en tres niveles. La región celeste, arriba; el plano, donde vivimos nosotros; y, debajo, el mundo subterráneo. En lengua náhuatl se llama Mictlán. Es el lugar no de la muerte, sino de la creación, la vida se genera ahí abajo», dice Gómez mientras avanzamos por el túnel.
«Muchos investigadores dicen que los teotihuacanos querían difundir su ideología y establecer relaciones, pero no, ellos andaban en busca de algo. ¿El qué? El jade de allá, las plumas... las cosas valiosas que necesitaba la élite de aquí para ostentar su poder. Por eso iban allá. Eran expediciones militares y políticas», dice el arqueólogo mexicano. Llegaron hasta las ciudades mayas de Tikal en Guatemala o de Copán en la actual Honduras.

«Llegamos al final del túnel y encontramos dos esculturas. Son una mujer y un hombre. Detrás, decenas de conchas y 14 pelotas de hule (juego de pelota), muchos fragmentos de huesos de grandes felinos traídos de la zona maya a los que cortan la cara. Tenemos grandes colmillos que indican que eran animales enormes. Hay dos mujeres más a los lados. Son, en total, tres mujeres idénticas y un hombre. Ellas son más altas y van vestidas con falda. El hombre va desnudo. Las dos esculturas están de pie, mirando a un punto que es el eje que comunica la cúspide de la pirámide con el inframundo: inframundo, tierra y plano celestial», advierte Gómez.
El inframundo del que habla tiene una expresión muy real en sus restos. En este punto el suelo parece una representación del imaginario moldeado del infierno. La tierra y la piedra se arruga. En las paredes, encima de nuestras cabezas, se observa aún el brillo de pirita espolvoreada y pegada a los muros con la que se pretendía simular el firmamento, las estrellas.


Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

«Cuando levantamos las esculturas vemos que llevan algo cargando. Son espejos de pirita y jade. Esto me llevó a plantear la hipótesis de que estos señores son la representación en piedra de los fundadores de Teotihuacán. ¿Por qué? Porque lo que cargan son objetos que sirven para hacer la magia y la adivinación. El espejo sirve para ver el pasado y el futuro. Son los chamanes», explica Gómez.

Lo que aún no se sabe

Por unas cajas de madera que encontraron pudieron datar que las ofrendas son de entre el año 100 y 250 de nuestra era. «Mi idea es que estas imágenes eran objetos de culto y de pronto deciden enterrarlas y rellenar todo el túnel para guardarlas allí abajo. Se trata de resguardar el secreto de la creación. El que tiene el secreto de la creación puede destruir, porque tiene los elementos para volver a crear. Por eso rellenan el túnel, para que nadie toque esto», explica el descubridor de todo este mundo oculto bajo la pirámide de La Serpiente Emplumada de Teotihuacán.

Pero el descubrimiento arqueológico más importante de las últimas décadas en la vieja ciudad ceremonial teotihuacana no es suficiente para responder las interrogantes de una civilización envuelta en un halo de misterio. Hace poco se anunció la posible aparición de otro nuevo túnel bajo la Pirámide de La Luna. Pronto se sabrá si es verdad su existencia. «No sabemos hasta que no se explore. Los arqueólogos no somos magos, trabajamos con hipótesis. No debería haber túnel por la orientación. Los túneles deben tener orientación este-oeste. El español Fray Bernardino Sahagún preguntó en el siglo XVI a los nobles indígenas:'¿Cómo entendéis el inframundo?'. Entonces le narraron: 'La entrada al inframundo es desde el oeste y la parte más rica y llena de abundancia está en el este'. Lo que corresponde con la orientación del túnel. El sol, cuando se pone, va al inframundo y recorre el camino del inframundo para volver a surgir», señala Sergio. La Pirámide de la Luna no tiene esa orientación.

Entre esas interrogantes en suspenso está también el no haber encontrado las tumbas de los gobernantes de Teotihuacán. «No hemos encontrado el lugar donde deben estar. Yo pensé que podía ser aquí. En todo caso, sabemos que a los gobernantes se les incineraba y quizá sus cenizas las pusieron allí abajo y no las hemos podido detectar. Yo tengo una hipótesis, los teotihuacanos sacaron algo muy pesado del túnel. Tenemos evidencias de que con varias cuerdas sacaron algo muy pesado de adentro hacía fuera. Si había una caja con los restos no lo sabemos, es caer en la especulación».
¿Qué más queda por saber? «Sólo se ha explorado el 5% de lo que fue la ciudad. Visitamos la parte cívico ceremonial, pero fuera están los barrios que habitaba la gente. Allí están las evidencias de la vida teotihuacana», responde Sergio. Ese fuera del que habla el arqueólogo es en 2017 un mundo superpuesto de viviendas y poblaciones modernas.

La última gran duda es el colapso de una civilización que, alrededor del siglo VIII, abandona y destruye en parte una ciudad que dominó, lo que hoy es el actual México, y dejó un mundo de piedra que tapó la naturaleza y no se redescubrió hasta muchos siglos después. Los aztecas, cuando llegaron al Valle de México en el siglo XIV, vieron las ruinas, renombraron algunos lugares y pasaron de largo antes de fundar Tenochtitlán (actual Ciudad de México), mientras que los españoles, dos siglos después, lo que encontraron ya fueron pirámides y edificios ocultos totalmente por la tierra y la vegetación.

«El colapso de Teotihuacán se explica con muchos factores. Había poco desarrollo tecnológico y una población que alcanzó las 200.000 personas. La ciudad abandonó pronto sus obras hidráulicas y se abastecía de los alimentos que le mandaban otras ciudades que quizá dejaron de enviarles esos abastos. Hubo una extrema desigualdad social que se acrecentó con los siglos y que generó mucha inseguridad y conflictos. Hay evidencias de que se cerraron calles y se instalaron casetas de vigilancia en las esquinas alrededor del año 650. Los numerosos drenajes de agua se taparon por la basura arrojada y el agua entró en las casas. El estado dejó de funcionar. Ya no se podía vivir aquí y la gente abandonó el lugar, enfadada e incendiando edificios públicos. Marcharon a otras ciudades».

Así quedó Teotihuacán, la ciudad de los dioses, oculta durante siglos al ser humano. El México moderno la redescubrió a finales del siglo XIX y ha intentado explicarla desde entonces. Ese agujero de 83 centímetros de diámetro provocado por la lluvia tiene algunas de las respuestas. Ahora se está ordenando y estudiando todo el material hallado, del enigmático inframundo teotihuacano que dejamos atrás para regresar al universo de los vivos, del presente, el del hombre.

Fuente: elmundo.es | 16 de agosto de 2017

Arqueólogos hallan en la Cueva del Portillo de Bedmar los restos humanos más antiguos de la provincia de Jaén

Foto: Arqueólogos hallan en la Cueva del Portillo de Bedmar los restos humanos más antiguos de la provincia BEDMAR (JAÉN) | EUROPA PRESS

Los trabajos realizados con motivo del Campus Internacional de Arqueología Bedmar Prehistórico han permitido hallar en la Cueva del Portillo de este municipio "los restos humanos más antiguos de la provincia de Jaén".
Los restos óseos encontrados datan del Paleolítico Superior final, de en torno a 11.600 años, según se ha explicado este miércoles en la presentación de estos hallazgos por parte del prehistoriador de la Universidad de Oxford y director de las excavaciones, Marco Antonio Bernal, el arqueólogo Antonio Santiago y el presidente de la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana, Cecilio Barroso.

En el acto han intervenido, además, el alcalde de Bedmar y Garcíez, Juan Francisco Serrano, y el presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, quien ha destacado la importancia de estas excavaciones para conocer la historia de un territorio, al tiempo que ha considerado "fundamental ponerlas en valor y el colmo es sacarle rentabilidad económica".

En este sentido, Reyes ha apuntado que existen elementos para reforzar el aspecto turístico de Bedmar y Garcíez, "con el Parque Natural de Sierra Mágina y con Úbeda y Baeza, ciudades Patrimonio de la Humanidad a poco más de 20 minutos".


"Podemos ser un centro de referencia si somos capaces de poner en valor todo lo que está saliendo a la luz", ha dicho Reyes sobre un legado arqueológico que, como ocurre con los yacimientos íberos "puede ayudar a la economía provincial, comarcal y local".
Este campus ha sido organizado por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), la Universidad de Jaén, el Instituto de Investigación de Arqueología Íbera y la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana (Fipeh).


Se ha desarrollado desde mediados del pasado mes de julio y en él han participado un total de 26 estudiantes de grado, máster y doctorado en áreas vinculadas a la arqueología, con el apoyo de más de una veintena de profesores procedentes de Andalucía, Cataluña, Reino Unido y Francia.
Las excavaciones, realizadas en el paraje de la Serrezuela de Bedmar, no son las primeras, puesto que en el año 2015 se encontraron en la Cueva de la Rota cerca de 600 piezas del Paleolítico Medio, "unos resultados que auguraban un potencial que ha quedado patente con los restos encontrados en la Cueva del Portillo".


Se trata del "único yacimiento de la provincia con consecuencia estratigráfica del Paleolítico Superior final, donde hasta ahora se habían encontrado estructuras de hogar con varios focos de fuego y un collar de conchas marinas de unos 11.000 años de antigüedad, fabricados por el Homo sapiens".


Fuente: lavanguardia.com | Fotos | 16 de agosto de 2017

La mina de silex de Treviño (Burgos) tiene, al menos, 6.000 años de antigüedad

Andoni Tarriño, en el yacimiento arqueológico de Pozarrate, en la sierra Araico-Cucho. / FOTOS: SERGIO CARRACEDO

La excavación arqueológica de Pozarrate, en Treviño (Burgos), que se enmarca en el complejo minero de Araico-Cucho, sigue aportando datos de gran interés sobre el pasado más remoto de la zona. Los encargados de la excavación, con el geoarqueólogo Andoni Tarriño a la cabeza, han hallado en la escombrera de la explotación minera un cuerno de ciervo, empleado para picar en la cantera, y varios carbones, resultado del fuego que los hombres del neolítico utilizaron para ‘ablandar’ la roca y extraer los nódulos de sílex con mayor facilidad.

Los análisis de Carbono-14 a los que han sido sometidos estos restos han arrojado datos que permiten conocer la antigüedad de esta cantera que aportó sílex a los humanos que habitaron en un amplio arco que va, al menos, desde Asturias hasta Aquitania, en Francia. «Igual hasta Galicia, no hemos mirado», explica este experto que asegura que el sílex de esta zona es único porque se generó en un área pantanosa o de lagos, por lo que «tiene algas o caracolillos fosilizados. No hay otro sílex parecido en todo el Cantábrico».

La movilidad de este mineral se explica por sus «intercambios comerciales» en una época en la que «el sílex era sinónimo de subsistencia, fundamental para tener buenas armas y, por lo tanto, para comer».
El asta de ciervo, según los datos del análisis, data de hace 5.700 años y los carbones de hace 6.000, lo que certifica la antigüedad de la más baja de las canteras, ya que hay otras siete, a mayor cota, que son más antiguas y una gran zanja también explotada. A pesar de ello, el sílex de la zona se conocía con anterioridad al Neolítico. «Los hombres cazadores del Paleolítico no lo explotaron en cantera, pero sí recogían el que aparecía en superficie para hacer sus herramientas», aclara Tarriño. Con la llegada del Neolítico «generan una economía de stock, de ganado y cereales, y con las piedras hacen lo mismo, se dotan de una explotación de buen sílex para hacer sus herramientas».

En esta excavación arqueológica de Pozarrate, que se encuentra entre los municipios de Treviño (Burgos) y Berantevilla (Álava), ha trabajado durante el mes de julio un equipo de 30 investigadores, procedentes de diversas universidades españolas, dirigido desde el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh) por Andoni Tarriño. En ella han procesado unas 50 toneladas de escombros mineros y han recuperado unos doce mil fragmentos de sílex entre residuos y herramientas, producto de la actividad extractiva minera.
Entre los hallazgos cabe destacar dos mazas de ofita –material volcánico de gran dureza– de 9 y 4,5 kilos de peso, respectivamente; así como diversos percutores de sílex. Y no descartan que puedan salir nuevos hallazgos, «hasta restos humanos». También aparece sílex de no muy buena calidad, ya que «los buenos se los llevaron» para trabajarlos y afilarlos en los poblados de la zona, explica el responsable de la excavación. Con ellos construían puntas de flecha, hachas y otras herramientas.

Un nódulo de sílex junto a otro que se comenzó a afilar (arriba), el asta de ciervo hallada en la cantera prehistórica y parte del equipo de investigación, en el proceso de triple cribado del material. / S. CARRACEDO.

Con el objetivo de dar a conocer las estrategias de explotación y abastecimiento del sílex como recurso mineral en la prehistoria, hasta finales de julio, han perseguido el reto de estudiar «al máximo» la explotación minera. Hasta la última piedra. De hecho, han medido con meticulosidad cada una, la han pesado y dejan constancia de su orientación y grados de inclinación para determinar cómo está construida la cantera, «ya que cuando creas una avalancha, las piedras se orientan, así podemos sacar el máximo de información».

La materia de la Prehistoria

Los integrantes de la excavación han rebajado el suelo del yacimiento 1,5 metros, a un ritmo de 25 centímetros cada día. Junto con el volumen analizado en campañas anteriores, se ha alcanzado en esta campaña una superficie total excavada de 116 m2. Asimismo, se ha continuado delimitado el frente de explotación, que en su parte más profunda tendrá un relleno de unos 5-6 metros, y se ha profundizado en otros 41 m2. «El mayor problema son las toneladas de escombros antes de llegar a las estructuras de la cantera. Y esos restos también hay que analizarlos despacio, lo que ralentiza mucho toda la labor», comentó el director de la excavación, que tiene previsto seguir excavando el próximo año «hasta llegar a la roca base de la cantera, al menos en una zanja de 3 metros de anchura y 20 metros de longitud, para descubrir una de las mayores estructuras realizadas por las poblaciones neolíticas en la Península Ibérica».

Pozarrate no es un yacimiento más. «Es muy especial», subraya Tarriño. Se trata de una de las dos minas prehistóricas de sílex de la Península Ibérica y la tercera cantera más antigua de Europa. También se considera la más extensa.

La piedra ha sido el principal y más importante recurso mineral utilizado por los humanos. De entre todas las variedades de materiales líticos, las rocas silíceas de origen sedimentario han sido por sus cualidades para la talla y su abundancia las que han constituido, señala Tarriño, «la materia prima básica de la Prehistoria». Este geoarqueólogo vitoriano es responsable del Grupo de Materias Primas y Materiales Antrópicos y Arqueológicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) con sede en Burgos, y lleva años estudiando las cualidades de los pedernales de esta excavación, unas veces en solitario y otras en colaboración con la Universidad del País Vasco y el Instituto Alavés de Arqueología. Por ello, asegura que este sílex era utilizado por comunidades de hombres prehistóricos tan alejadas de la zona como las cuevas asturianas, las cántabras de Altamira o Brassempouy, en Francia.

Parte del equipo, en pleno trabajo. / S. CARRACEDO


Proyecto nacional

Esta campaña forma parte del segundo año de un proyecto de investigación financiado por el MEIC bajo el título 'El complejo minero prehistórico de sílex de Araico-Cucho (Cuenca Vasco-Cantábrica). Los sílex, sus labores extractivas y su difusión en el Pleistoceno superior y Holoceno', dotado con 59.290 euros.

Este año ha contado con financiación del Servicio de Planificación y Estudios de la Consejería de Cultura y Turismo de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, del Departamento de Euskera, Cultura y Deporte de la Diputación Foral de Álava y del Ayuntamiento de Treviño.

Fuente: elcorreo.com | 15 de agosto de 2017

Descubren una majestuosa estatua desfigurada de 3.000 años de antigüedad en Turquía

Cabeza y busto superior de la estatua

"Las características sorprendentes de la estatua incluyen un anillo de rizos por debajo de un manto que cubre su cabeza, hombros y espalda", expresa Timothy Harrison, de la Universidad de Toronto, el director del Proyecto Arqueológico de Tayinat.

La estatua femenina debió de medir unos 4 ó 5 metros de altura y probablemente fue desfigurada de forma intencionada, con fines rituales

Los restos de una majestuosa estatua de basalto de 3.000 años de antigüedad, que representa a una mujer importante de la época, han sido hallados por un equipo de la Universidad de Toronto en el sitio arqueológico de Tayinat, en el sur de Turquía y cerca de la frontera con Siria, a unos 75 kilómetros al oeste de Alepo, según ha anunciado la universidad canadiense. Los arqueólogos han excavado la cabeza y el torso superior de la estatua (el resto del cuerpo no ha sido hallado), que probablemente fue desfigurada de forma intencionada, con fines rituales. El fragmento conservado mide 1,1 metros de largo y la figura completa de la estatua debió de medir unos 4 ó 5 metros de altura.

La estatua ha sido excavada en un complejo monumental de entrada a la ciudadela superior de Kunulua (posteriormente Tayinat), la capital del reino de Patina, un reino neohitita (surgido después de la caída del Imperio hitita) fechado aproximadamente entre el 1000 y el 738 a.C., durante la Edad del Hierro. "La estatua estaba boca abajo en una capa gruesa de trozos de basalto, entre ellos lo que parecen ser fragmentos de sus ojos, nariz y cara, pero también fragmentos de otras esculturas halladas previamente en la misma zona", dice Timothy Harrison, el director del Proyecto Arqueológico de Tayinat. "Las partes de las esculturas monumentales fueron depositadas juntas, lo que sugiere un elaborado proceso de enterramiento o desmantelamiento que formaría parte de una destrucción", señala.

"Es posible que sea una representación de Kubaba, la madre divina de los dioses de la antigua Anatolia", propone Harrison. "Sin embargo hay ciertas sugerencias estilísticas e iconográficas que indican que podría representar una figura humana, posiblemente la mujer del rey Suppiluliuma o, aún más sorprendentemente, una mujer llamada Kupapiyas, quien fue la mujer, o posiblemente la madre, de Taita, la fundadora dinástica de la antigua Tayinat", concluye. El hallazgo pone de relieve la función, mucho más importante de lo que se creía, de la mujer en la vida política y religiosa de aquellas primeras comunidades de la Edad del Hierro.

Vía: NG