Segeda: el abandono de la antigua ciudad aragonesa que cambió el calendario

Imagen de las ruinas de Segeda.Fundación Segeda

Entre los pueblos de Mara y Belmonte de Gracián, en Calatayud (Zaragoza), se esconden las ruinas de la que durante un tiempo fue una de las ciudades más importantes del norte de lo que hoy es España. Los antiguos Belos, pueblo celtíbero, erigieron en este entorno la ciudad de Segeda o Sekeida, una urbe que llegó a acuñar moneda, consiguió reunir a 30.000 hombres para combatir al ejército romano, y que incluso obligó a sus cónsules a cambiar la fecha de su calendario para poder actuar con mayor celeridad ante la posible rebelión de sus habitantes.

El yacimiento de Segeda creció en nombre y repercusión después de que el Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, Franciso Burillo (izquierda) comenzara a investigarlo a mediados de los ochenta. Fue objeto de una importante dotación económica en materia de patrimonio cultural con el fin de afianzar sus excavaciones desde el año 2004, sin embargo ahora, desde hace cuatro años, sus ruinas permanecen sin apenas cuidados y sin mayor material que unos paneles para quien quiera visitarlos.

“Estamos hablando de una población que consiguió alterar la política romana por su magnitud, lo que nos da una idea de la cantidad de personas que vivían ahí, en una zona que hoy paradójicamente sufre la despoblación. Segeda fue la ciudad más importante de inicios del siglo II a.C en su zona de acción, con 44 hectáreas de extensión. Para hacerse una idea, Numancia tiene 7,6”, explica Burillo.

Segeda fue hasta el año 153 antes de Cristo uno de los núcleos más importantes de las distintas tribus celtibéricas preexistentes a la llegada de los romanos junto con Numancia. Las fuentes documentales cuentan que, en medio de la tregua tras las primeras Guerras Celtibéricas, el Senado Romano tomó como casus belli que los Belos quisieran ampliar las murallas de Segeda para acoger a poblaciones vecinas. El miedo de los romanos a no poder enviar sus tropas antes de la llegada del invierno obligó a adelantar su año político -que entonces se iniciaba en los llamados Idus de Marzo- para elegir antes a los nuevos cónsules. Una modificación que dio como resultado que hoy todo el mundo occidental tenga el 1 de enero, y no la mitad de la primavera, como fecha de inicio de cada año.

Foto: zona arqueológica de Segeda.

El yacimiento de Segeda vivió sus años de mayor investigación entre 2004 y 2011, cuando el equipo dirigido por Burillo firmó un convenio con la DPZ -entonces presidida por Javier Lambán- que llegó a contar con unos 300.000 de euros de presupuesto anual y un equipo de unas 30 personas. “Se hizo un proyecto para hacer vino como se hacía en la época, se hacían visitas, y se consiguió sacar a la luz hitos arqueológicos importantes”, comenta Burillo.

En la zona de esta antigua urbe se encuentran tres asentamientos distintos: el primero el yacimiento de Segeda I, la ciudad original en El Poyo de Mara, Segeda II, ciudad construida ya bajo control romano tras la destrucción de la primera en Durón de Belmonte y un campamento romano en los Planos de Mara desde donde se supone que se sitió la ciudad. Estos restos, junto con lo que parece un santuario astronómico, dan a Segeda un valor fundamental para conocer la evolución de la cultura celtibérica, carente en muchos casos de grandes restos por su solapamiento con la romana tras la invasión.

Foto: La plataforma celtibérica de Segeda, con los movimientos astronómicos del sol y la luna. © UNIZAR.

Burillo recuerda que en torno a Segeda se crearon muchas actividades en su época de apogeo divulgativo. “Se realizaron las fiestas históricas más antiguas de la provincia de Zaragoza, con los Idus y la Vulcanalia. Un programa de Segeda Didáctica. Arqueología experimental con el descubrimiento del lagar, el más antiguo de los conocidos del Tajo y la recuperación de 5.000 adobes para construir la primera fase del Museo del Vino, donde se hacía vino al modo celtibérico. Además, el santuario con orientación astronómica permitió el desarrollo del proyecto Cosmóbriga” señala el profesor.

La llegada de la crisis económica hizo que la Fundación creada para gestionar el yacimiento quedara inactiva al restringirse los fondos para patrimonio cultural, y el Ayuntamiento de Mara, miembro de la fundación, solicitó su disolución. Desde entonces no se ha vuelto a excavar. “El peligro en casos como estos no es solo el hecho de no poder investigar y sacar partido a un patrimonio que podría traducirse en turismo y visitas, sino también la falta de acondicionamiento para mantener lo que ya se ha conseguido”, señala el profesor.

La historia de este yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural y de Interés turístico, en cierto modo es similar a otras decenas que han languidecido a raíz de la crisis, con presupuesto cero, y que la mejora económica de momento no ha recuperado a excepción de algunos puntos, como Bílbilis (izquierda), que tras años con solo labores de acondicionamiento el verano pasado se valló con fondos del Ayuntamiento de Calatayud. Otros, como la villa romana de La Malena, también abandonada, se recuperará en 2018 esta vez sí con fondos de la DGA tras las protestas de Apudepa y vecinos de la zona.

Por el momento, el mayor recuerdo que queda vigente del pasado de Segeda es la fiesta que los vecinos de Mara celebran cada mes de agosto, recreando con ambientación antigua la Vulcanalia y el momento en el que las tropas celtibéricas y las romanas chocaron por primera vez después de que Segeda obligara a cambiar el calendario.

Fuente: heraldo.es | 15 de enero de 2018

Un estudio confirma que la diadema de Moñes fue hallada en Piloña (Asturias) y abre la puerta a nuevos descubrimientos

Diadema de Moñes. / MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL


Un nuevo número, el 36, del Boletín del Museo Arqueológico Nacional, vuelve a centrar uno de sus reportajes, firmado por el Arqueólogo del CSIC, Óscar García-Vuelta, en la diadema de Moñes, confirmando así la tesis de su origen piloñés (Piloña, Asturias).

Se trata de un capítulo apasionante en la historia de Piloña, que busca desvelar el origen de algunos importantes restos arqueológicos que apuntan, según algunos expertos, a que el entorno de esta localidad podría esconder aún muchos tesoros antiguos.

Constituye un conjunto de siete piezas, repartidas entre el Museo Arqueológico Nacional, el​ Musée des Antiquités Nationales de Saint Germain-en-Laye y el Instituto Valencia de Don Juan. Aunque aún hay datos por confirmar, se considera que los restos podrían pertenecer a dos diademas.


(1-3) Fragmentos de las «diademas» ingresados en el Museo del Louvre en 1884: 1. Según Schlumberger (1885); 2. Según Cartailhac (1886); 3. Fragmentos actualmente conservados en el MAN; 4. Fragmento de la colección Soto Cortés, hoy en el IVDJ; 5. Colgante compuesto de R. Salomón, en la misma institución. Fotos 3 a 5: OGV

En cuanto al origen de su localización, a pesar de que en el pasado se debatió sobre su aparición en Cáceres, Los Oscos o Ribadeo, actualmente parece confirmarse que su descubrimiento tuvo lugar en Moñes, en el concejo de Piloña. También hay varias hipótesis sobre su procedencia, bien atlántica o mediterránea. Su cronología podría estar situada en torno a los siglos III y II a.C.

En este nuevo reportaje, el autor examina los documentos del coleccionista Soto Cortés que aportarían «argumentos para aceptar, a falta de nuevos datos, la pertenencia a un mismo hallazgo de los materiales de R. Salomón». Es decir, que otros restos similares, que hasta la fecha no tendrían confirmada su procedencia, también podrían ser originarios del yacimiento de Villamayor.


«Su aparición pudo producirse en el entorno de Moñes», lugar donde también se habrían encontrado «los restos de colgantes y de torques que Soto adquirió en 1882, así como el broche vendido en 1889, hoy desaparecido», señala el arqueólogo.

De esta forma, «la procedencia coincidente establecida para estos hallazgos, y las semejanzas formales y técnicas apreciables entre los colgantes de Salomón y Soto Cortés permiten defender la hipótesis de una relación de origen o de taller entre estos objetos».

García-Vuelta advierte, eso sí, de que «estos datos documentales deben manejarse con precaución». Aunque alguno de los testimonios de Soto Cortés sugiere la pertenencia de todos los materiales comentados a un mismo conjunto «no siempre los datos aportados confirman esa hipótesis».
Consecuentemente, cabría plantear hipótesis alternativas, «como la pertenencia de las piezas a un conjunto cuyos materiales pudieron ver la luz en varios momentos, o la existencia de al menos dos conjuntos descubiertos a lo largo del tiempo en el entorno de Villamayor-Moñes».

Materiales adquiridos por Soto Cortés en 1882: 1. Fragmentos de un colgante compuesto -a, b y c– y dos elementos de suspensión –c y d– tras su recomposición (Archivo MAN, n.º 2001/101/FF0009); 2 y 3. Restos correspondientes al cuerpo en «reloj de arena» del colgante compuesto, hoy en el IVDJ. Anverso (2) y reverso (3); 4. Fragmentos de un torques, hoy conservados en el MAN (n.os Inv.: 33133; 33137 y 33138). Fotos 2 a 4: OGV.

Según se apunta en el artículo divulgativo, un primer hallazgo se produce probablemente a principios de los años 1860. «Lo integrarían, al menos, una o dos bandas laminares con decoración figurada y un colgante compuesto. Los objetos fueron fragmentados por sus descubridores», que podrían haber sido unos campesinos y que fueron vendidos, al menos parcialmente, en Oviedo.
El segundo hallazgo ocurriría a principios de 1882. Soto Cortés adquirió parte de los restos, igualmente fragmentados, el 2 de febrero de 1882, probablemente en la localidad de Cangas de Onís. Ese lote incluyó al menos parte de un torques y de un colgante compuesto, así como dos elementos de suspensión que pudieron pertenecer a otros objetos. Según el mismo Soto, «sus descubridores fueron unos canteros, que habrían descubierto las piezas al excavar los cimientos para una casa, y que poco tiempo después las habrían vendido. El primer testimonio de Soto situaría el hallazgo en el pueblo de Villamayor».


Detalles de las piezas de Villamayor. 1 a 3. Objetos del supuesto hallazgo de 1882: 1. Cuerpo superior del colgantecompuesto; 2. Elemento de suspensión del mismo conjunto; 3. Detalle de la decoración de la parte posterior del terminal de torques MAN 33137; 4. Cuerpo semicircular decorado del colgante de R. Salomón, en su estado actual. 1-2. Obtenidos a partirdel original n.º 2001/101/FF00009 del Archivo del MAN; 3-4: Fotos OGV.

En marzo de 1889, se vende un posible broche, hoy en paradero desconocido. García-Vuelta afirma que el estudio de la documentación de Soto Cortés, «ha aportado información arqueológica e historiográfica relevante sobre piezas destacadas de la orfebrería castreña».

Los datos ahora publicados, ponen de relevancia «el importante perjuicio que la falta de información ha supuesto para la investigación de la orfebrería castreña, cuyo inventario integra un buen número de objetos procedentes de descubrimientos casuales antiguos poco documentados».

Fuente: elcomercio.es | 16 de enero de 2018

¿Cómo caminaban en el Pleistoceno?

Un grupo de Neandertales caminando. (Dibujo original de Diego Fernández Cueto)


Por: Marco Vidal Cordasco, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH)

A lo largo del Pleistoceno, el mundo estuvo habitado y compartido por varias especies de homínidos muy diferentes en cuanto a su arquitectura corporal. Algunas llegaron a convivir y reproducirse entre ellas. Un ejemplo es la ocupación de Europa por el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis, una especie con una estatura media más baja que la nuestra, más anchos y bastante más robustos. En base a estas y otras diferencias, algunos investigadores propusieron que los Neandertales tendrían un coste de la locomoción muy superior al nuestro, situándolos en una “desventaja competitiva” respecto a H. sapiens. Pero, ¿por qué cabría esperar que el coste de la locomoción fuese mayor en los Neandertales?

La cantidad de energía que se necesita para caminar es un aspecto fundamental dentro de la ecología humana, pues un gasto muy alto puede afectar negativamente al balance energético necesario para la supervivencia. Y ese coste depende, en gran medida, de las proporciones corporales, de manera que desde la biomecánica y la bioenergía se pueden hacer inferencias muy relevantes sobre el coste de las actividades físicas en especies humanas extintas.

Si observamos la evolución del esqueleto en el género Homo, llama la atención que nosotros tenemos unos huesos gráciles y unas pelvis muy estrechas, lo que hace que el parto sea más difícil para las mujeres de nuestra especie. Una hipótesis propuesta a mediados de los años sesenta para explicar este fenómeno es la hipótesis del dilema obstétrico.

Ese dilema al que hace alusión la hipótesis se refiere a que las pelvis de las mujeres de H. sapiens experimentan dos presiones selectivas diferentes: por un lado, es necesario mantener cierta anchura de la pelvis para dar a luz bebés con cerebros relativamente grandes; pero por otro lado, una pelvis más estrecha hace que el coste de la locomoción sea más bajo. Por tanto, las estrechas pelvis de nuestra especie habrían supuesto una ventaja energética al reducir el coste de la locomoción pero, como contrapartida, el parto se habría hecho más difícil. Para entender por qué unas pelvis estrechas pueden ser ventajosas para la locomoción tenemos que fijarnos en los abductores.

Los músculos abductores de la cadera son fundamentales para la bipedestación, pues estabilizan la pelvis durante la fase de balanceo de la marcha. Por tanto, cuando los primeros homininos empezaron a andar sobre dos patas, esta región anatómica sufrió algunos cambios de calado. La fuerza que tienen que ejercer estos abductores de la cadera depende de la conocida como “ventaja mecánica efectiva” (EMA), que obedece a un efecto palanca. Si recordamos la frase de “dame un punto de apoyo y moveré el mundo”, atribuida a Arquímedes, sabremos que la clave está en la longitud de la palanca, pues esa longitud puede multiplicar o dividir una fuerza, en este caso, la de los abductores para estabilizar la pelvis al caminar. Es más fácil de entender con una imagen. En la figura de abajo “r” es el efecto palanca que tendrán los abductores de la cadera cuando se activen, ejerciendo una fuerza que se señala con la flecha discontinua (Fm). La acción de estos músculos debe vencer a otra fuerza (Fg), la de la gravedad y la masa corporal del sujeto, que viene definida, a su vez, por el efecto palanca de “R”: Fg/Fm=r/R

Dibujo de una pelvis que muestra el efecto palanca “r” de los abductores, cuya fuerza representa la línea discontinua Fm. Esa fuerza debe vencer la fuerza Fg, que es la del peso corporal.

Por tanto, cuanto mayor sea la palanca R respecto a la r, los abductores de la cadera tendrán que hacer más fuerza. Como la longitud de estas dos palancas se puede medir fácilmente en algunos fósiles, este ha resultado ser un método atractivo en Paleontología para estimar la fuerza que tendrían que hacer ciertos músculos en especies fósiles o la tensión que tendrán que soportar los huesos. Y de esta manera se explica que los abductores de los homininos cuyas caderas eran más anchas, a nivel inter-acetabular, tuvieran que ejercer más fuerza. Sin embargo, ¿significa esto que la energía gastada al caminar era significativamente mayor para los individuos cuya palanca R era más grande?

La cantidad de energía que se gasta en la locomoción depende, principalmente, de la fuerza producida para mantener y propulsar el peso corporal. Por tanto, el principal rasgo que va a afectar al coste es la masa corporal: a mayor masa, mayor gasto. Por otro lado, la longitud de la pierna es un rasgo anatómico que influye en la de producción de fuerza: las piernas más largas permiten aumentar la longitud de zancada sin que se desestabilice el centro de gravedad corporal, de modo que personas con piernas más largas tienen que dar un menor número de pasos para recorrer una determinada distancia, lo que hace que el gasto calórico sea menor. De ahí que se haya propuesto que los Neandertales tenían un mayor coste energético al caminar, puesto que tienen: un peso corporal alto, unas piernas relativamente cortas y, además, una palanca R relativamente larga.
Sin embargo, en un reciente estudio mostramos los resultados de una investigación en la que medimos estas proporciones corporales y su influencia en el coste energético de caminar a 46 personas adultas de ambos sexos. En un primer momento, nos pareció interesante observar que las mujeres no tienen una locomoción menos eficiente que los hombres, evidencia de que las diferencias que hay en la pelvis entre sexos no supone un coste adicional para ellas. Pero además, vemos que las pelvis más anchas, a nivel de la cresta ilíaca, hacen que el gasto energético de caminar sea significativamente más bajo, justo lo contrario a lo que cabría esperar de acuerdo con la hipótesis del dilema obstétrico, al menos tal y como se planteó en los sesenta.
Entonces, si los Neandertales eran más anchos que nosotros, ¿eran más eficientes que nosotros al caminar? Y el siguiente interrogante que se abre es: si las pelvis estrechas no suponen una ventaja para la locomoción, ¿a qué se debe la mayor gracilidad de H. sapiens y sus pelvis tan estrechas?
En cuanto a la primera pregunta, en el trabajo realizamos un modelo para estimar el gasto energético de la locomoción en otras especies humanas en base a su masa corporal, la longitud del fémur, y la anchura de la pelvis. Cuando lo aplicamos a las especies del Pleistoceno vemos que todas estas son prácticamente tan eficientes como nosotros. Esto se debe a que dentro de la muestra de humanos actuales hay una amplia variabilidad en cuanto a la arquitectura corporal. Respecto a la segunda pregunta, hay varias hipótesis en las que se tendrá que seguir trabajando en el futuro. Por un lado, el dilema obstétrico todavía es válido, sólo que ya no debe basarse en la eficiencia energética de caminar.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la mayor estrechez de nuestras pelvis puede responder a las reglas termorreguladoras de Bregman y Allen, que se basan en la observación de que en los climas cálidos las especies suelen ser más estrechas, menos pesadas y con extremidades más largas que en los climas fríos, lo que permite disipar mejor la temperatura corporal. Como ejemplo, podemos pensar en las proporciones corporales de los masái y los inuit. Otra posibilidad es que una disminución de los niveles de actividad física en H. sapiens haya favorecido una mayor gracilidad en nuestro esqueleto, lo cual tendría importantísimas implicaciones a nivel metabólico.
De lo que no cabe duda es de que el panorama de la evolución humana se hace cada vez más complejo e interesante. La eficiencia de la locomoción goza de una larga trayectoria de investigación dentro del campo de la Paleoantropología y, a medida que se van cerrando unos interrogantes, otros se abren.

REFERENCIA:

Vidal‐Cordasco, M., Mateos, A., Zorrilla‐Revilla, G., Prado‐Nóvoa, O., & Rodríguez, J. (2017). Energetic cost of walking in fossil hominins. American journal of p..., 164(3), 609-622.

Fuente: adelantosdigital.com | 12 de enero de 2018

Resuelto el misterio de las Momias Hermanas

Los dos hermanos forman parte de la colección del Museo de Manchester y se encuentran entre los restos más antiguos de la universidad. Crédito: Manchester Museum, the University of Manchester

Según un pionero estudio de ADN, son de la misma madre, pero de diferente padre

Khnum-nakht y Nakht-ankh vivieron alrededor del 1.800 a. de C. en Deir Rifeh, un pueblo a unos 400 kilómetros al sur de El Cairo. O al menos allí fueron encontradas sus momias, a principios del siglo XX, por obreros egipcios dirigidos por los egiptólogos Flinders Petrie y Ernest Mackay. Las inscripciones jeroglíficas en los ataúdes indicaban que ambos hombres eran hijos de un gobernador local sin nombre y tenían madres con el mismo nombre, Khnum-aa. Obviamente los científicos bautizaron esta momias como los Dos Hermanos.

Cuando el contenido completo de la tumba se envió a Manchester, en 1908 y las momias comenzaron a ser estudiadas por la primera egiptóloga profesional del Reino Unido, la Dra. Margaret Murray, su equipo concluyó que las morfologías esqueléticas eran bastante diferentes, lo que sugería una ausencia de relación familiar. Basándose en los que decían los jeroglíficos, se propuso que uno de los hermanos fue adoptado.

Pero el misterio perseguía a los hermanos y no había una respuesta clara. Al menos hasta ahora. Un nuevo estudio, liderado por Konstantina Drosou, ha recurrido a la secuenciación de ADN para descubrir que sí, son hermanos… al menos por parte de madre.

Todo comenzó cuando en 2015 se extrajo ADN de los dientes de ambas momias y se secuenció por un método de última generación. El análisis mostró que tanto Nakht-Ankh como Khnum-Nakht pertenecían al haplotipo mitocondrial M1a1, lo que sugiere una relación materna. Las secuencias del cromosoma Y, en cambio, fueron menos completas pero mostraron variaciones entre las dos momias, lo que indica que Nakht-Ankh y Khnum-Nakht tenían padres diferentes.

“Fue un largo y agotador viaje hacia los resultados – señala Drosou en un comunicado –, pero finalmente estamos aquí. Estoy muy agradecido de poder agregar una pequeña pero muy importante pieza al gran rompecabezas de la historia y estoy segura de que los hermanos estarían muy orgullosos de nosotros. Estos momentos son los que nos hacen creer en el ADN antiguo ".

El estudio, que se publicará en el Journal of Archaeological Science, es el primero en utilizar con éxito la tipificación de ADN mitocondrial y cromosómico  en momias egipcias.

Fuente: Quo.es

El MAN dedica su Vitrina CERO "Al servicio del culto" en la Edad Media

• “Al servicio del culto” pondrá a disposición del público, a partir de hoy y durante los próximos tres meses, piezas extraordinarias que documentan la producción artística y la religiosidad de la Edad Media hispánica y que aún no habían podido ser contempladas. 

16 enero-2018.- La “Vitrina CERO”  del Museo Arqueológico Nacional (MAN) se ha convertido en un espacio destinado a mostrar piezas y temas singulares, que complementan y enriquecen la exposición permanente, para darlos a conocer a todos nuestros visitantes.

Este espacio tan reciente se renueva con una propuesta excepcional que nos traslada  a la Edad Media a través de un conjunto de piezas, datadas en los siglos XIII al XV, relacionadas con el culto y la piedad cristianas. Estas obras, han sido recientemente adquiridas para el MAN por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

La vitrina mostrará cuatro piezas extraordinarias que documentan aspectos esenciales de la producción artística y la religiosidad de la Edad Media hispánica. Una cruz del taller de Limoges, un cáliz de taller castellano, un molde para confeccionar hostias y una talla de Virgen con Niño, son ejemplos de la piedad cristiana del medievo y su profundo sentir religioso, materializado en la celebración de la liturgia eucarística o el culto mariano.

La cruz presentada en la Vitrina CERO supone la oportunidad de contemplar uno de los bellísimos ejemplos del trabajo con el esmalte que durante la Edad Media se desarrollaba en los talleres de Limoges, y disfrutar del brillante colorido y de la suntuosidad de la luz dorada de sus creaciones. Otro gran ejemplo de la producción medieval es el cáliz en plata fundida y cincelada, muestra del destacado nivel alcanzado por la platería medieval hispánica.

El principal acto del culto cristiano en la Edad Media, como hoy, es la misa, y dentro de ésta la liturgia eucarística. Juegan un papel esencial en la Eucaristía el pan, a través de la hostia consagrada, y el cáliz con el vino, representando el cuerpo y sangre de Cristo y su sacrificio en la cruz. El molde para fabricar hostias con representaciones  de la  Santa Faz, la Crucifixión, la Imago Pietatis e inscripciones del evangelio de San Juan, es otro de los objetos expuestos que está íntimamente relacionado con la celebración de este rito.

Dentro de la piedad cristiana del medievo cabe destacar el gran auge del culto mariano que propició la creación de esculturas como la magnífica talla de madera policromada de la Virgen con el Niño de escuela navarra, que encierra ese gran valor devocional que poseen las obras  de arte medievales.

Descubren una extraordinaria tumba de un príncipe escita en la república de Tuva, Rusia

Vista aérea del túmulo funerario Tunnug 1 (Arzhan 0). Se puede apreciar un círculo de piedras y arbustos en el plano fotográfico. [Crédito: © Gino Caspari, Universidad de Berna].

El Fondo Nacional Suizo (FNS) anunció el pasado jueves el descubrimiento por parte del arqueólogo helvético Gino Caspari de una tumba, completamente preservada, de un príncipe escita en el corazón de una zona pantanosa en la república rusa de Tuva.

Foto: Gino Caspari es un arqueólogo y explorador suizo. Alumno Fulbright y graduado por la Universidad de Columbia se centra en el descubrimiento y análisis de tumbas y ruinas milenarias. https://www.facebook.com/gino.caspari/ (Crédito de la foto: M. Jendryke).

El hallazgo comprende una de las tumbas más grandes y más antiguas del sur de Siberia (denominada Tunnug 1 o Arzhan 0) perteneciente a los escitas, que además se cree podría albergar tesoros en buen estado de conservación.

Los escitas constituyeron, desde el primer milenio antes de Cristo, un imperio instalado en las estepas de Eurasia del que se ha sabido gracias a sus sepulturas: los "kurganes".

Foto: En el verano de 2017 Gino Caspari recibió su doctorado y lideró su primera expedición a Siberia reanudando su búsqueda de una tumba escita intacta. Reunió a un equipo de arqueólogos del Museo del Hermitage y la Academia Rusa de Ciencias en San Petersburgo. Aquí está el equipo con la bandera del Explorers Club. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Trevor Wallace (cineasta de expedición), Dr. Gino Caspari (líder de expedición), Anatolie Luboshnikov (conductor), Valeria Makarova (arqueóloga voluntaria), Maxim Eltsov (científico de suelos), Timur Sadykov (líder de expedición rusa, titular de la licencia), Jegor Blochin (líder técnico), Katarzyna Langenegger (arqueóloga voluntaria), Jegor Mazurkievich (cocinero). No está en la foto Kezhik Mongush (estudiante).

Financiado por el FNS, Caspari descubrió una estructura circular en el valle Ujuk a través de imágenes satelitales de alta resolución.

Una primera excavación de prueba efectuada el verano pasado por científicos de la Universidad de Berna, en colaboración con la Academia de Ciencias de Rusia y del Museo del Hermitage de San Petersburgo, confirmó su hipótesis.

Las vigas de madera encontradas por Caspari en las excavaciones de prueba datan la tumba en el siglo IX a.C., por lo que es un poco más antigua que otras tumbas similares escitas descubiertas anteriormente que se enmarcan entre los siglos IX y VIII a.C.

"Nos encontramos ante una gran oportunidad", dice encantado Caspari, al comentar los resultados de la prueba publicada en el número actual de Archaeological Research in Asia .

"Desde la década de los años 70 los métodos arqueológicos se han afinado considerablemente. Hoy tenemos mejores oportunidades para examinar el material y aprender sobre la transición de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro", sostiene Caspari.

El túmulo de Arzan 0 (izquierda) es inaccesible, pues se encuentra en medio de una zona pantanosa y a cinco horas en coche de la localidad más próxima, lo que también lo protege de los ladrones de tumbas.

Además, el arqueólogo considera que las condiciones meteorológicas y geográficas de la zona son idóneas para la conservación de la tumba y su contenido.
"En el valle de Ujuk, una capa permanente de hielo comienza unos pocos metros por debajo de la superficie del suelo y, además, la gruesa capa de piedra que protege el túmulo impide que los rayos del sol descongelen el suelo", explica Caspari.

"Así pues, se forma una lente de hielo incluso por debajo de los túmulos que evita la descomposición de la materia orgánica y preserva los materiales delicados", añade.

El responsable de las excavaciones espera hacer nuevos descubrimientos como parte de su proyecto y asegura que, "con suerte, podemos encontrar tallas de madera, tejidos o tal vez una momia de hielo bien conservada".

Fuentes: panamaamerica.com.pa | archaeology news network | 11 de enero de 2018