Homenaje a José Antonio Lasheras

Arqueólogo, investigador, museólogo innovador José Antonio Lasheras fue director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira desde 1991 hasta el día de su fallecimiento. Con este documental realizado por José Luis López Linares para Morena Films y en el que el propio José Antonio habla de la cueva de Altamira, de su descubridor y de lo que hoy ya todos califican como el descubrimiento del Primer Arte de la Humanidad, los que fueran sus compañer@s en el Museo de Altamira quieren rendirle, una vez más, un merecido homenaje.

Porque José Antonio aquel fatídico día de 26 de febrero de 2016 no se fue;  su vitalidad y su entusiasmo se quedaron para siempre en su País de Altamira.

Descubren en México el sitio arqueológico bajo el agua más grande del mundo

Exploradores en el sistema Sac Actún, en Tulum. H. MEYRL (PROYECTO GAM)

Uno de los rincones del inframundo maya ha salido a la luz. El mayor sistema de cuevas inundadas del que se tenga registro ha sido descubierto en Tulum, en la Riviera Maya de México. Un grupo de exploradores del proyecto Gran Acuífero Maya ha hallado que los sistemas de Sac Actún y de Dos Ojos están conectados, lo cual ha abierto un nuevo pasadizo en un laberinto subterráneo que mide alrededor de 347 kilómetros.

Los investigadores encontraron cientos de objetos arqueológicos que dan visos de los primeros pobladores de América, la cultura maya y de animales extintos. "Esta inmensa cueva representa el sitio arqueológico sumergido más importante del mundo", asegura Guillermo de Anda (izquierda), especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y director de la investigación.

Los cenotes (del maya dzonoot), como se conoce en México a los inmensos hundimientos acuíferos u ojos de agua, ocupaban un lugar central en la cosmogonía maya, explica De Anda. Eran el inframundo y el tercer nivel del universo maya, después del cielo y la tierra, pero sin una connotación negativa como el infierno del cristianismo.

"Es una región muy poderosa, mágica, donde reina lo sobrenatural, donde habitaban los dioses y las deidades, donde convive lo bueno y lo malo, y era también de donde surgían los hombres", relata el investigador. Los cenotes, eran en palabras de De Anda, el escenario principal del mito de la creación de esa civilización, que se extendió desde el sureste de México hasta Honduras y El Salvador.


Los hallazgos de la investigación dan cuenta de ese sentido místico. Se encontraron restos de vasijas de cerámica maya, objetos que datan de la época de la Colonia y contextos funerarios o sacrificiales, que los investigadores aún analizan. Había también restos humanos y de una gran cantidad de animales como elefantes, perezosos gigantes, osos, tigres y caballos antiguos. "Es un túnel del tiempo, que nos trasporta en algunos casos a entre 12.000 y 10.000 años atrás", señala De Anda. El difícil acceso a los cenotes ha ayudado a que los materiales arqueológicos se conserven en condiciones óptimas para su estudio, sin alteraciones ni desgaste por el contacto de los hombres.

Los investigadores del Gran Acuífero Maya han necesitado 10 meses para descifrar la conexión entre ambos sistemas de cuevas inundadas, lo que han descrito como una “intensa” temporada de trabajo que comenzó en marzo del año pasado. Algunos miembros del equipo, como el buzo jefe Robert Schmittner (izquierda), han pasado más de 20 años recorriendo las galerías bajo el agua y 14 años buscando la conexión entre las grandes cavernas.

"Habíamos estado muy cerca antes, en alguna ocasión nos quedamos a un metro de conectar ambos sistemas", comenta Schmittner. "Era como recorrer las venas de un cuerpo, un laberinto de caminos que se unían y se separaban y teníamos que ser muy cuidadosos", agrega el buzo sobre los pasajes de agua, que en algunos casos solo tenían un metro de profundidad y en las partes más hondas alcanzan los 120 metros bajo tierra.


Los exploradores han realizado el hallazgo el pasado 10 de enero y, al estar unidos, el "nuevo" sistema ha adoptado el nombre de Sac Actún (del maya cueva blanca), el más grande de los dos y el sistema Dos Ojos ha dejado de existir. Sac Actún era hasta hace un par de días el segundo mayor sistema de cenotes, detrás de Ox Bel Ha, que se traduce al español como tres caminos de agua, mide unos 270 kilómetros y también se encuentra en la Riviera Maya.

Pese al hallazgo, los investigadores continúan la titánica labor de encontrar las conexiones de Sac Actún con otros dos grandes sistemas subterráneos. Se calcula que tan solo en el norte de Quintana Roo, en península de Yucatán, hay 1.400 kilómetros subterráneos de agua dulce, repartidos en 358 sistemas, de acuerdo con la encuesta espeleológica del sureño estado mexicano. Los próximos pasos del grupo de trabajo incluirán el análisis del agua subterránea y el estudio de la diversidad, así como la adopción de medidas que ayuden a conservar el sitio.


Fuente: elpais.com | 17 de enero de 2018

La cueva escondida de los trepanadores del pelo rojo

Los investigadores inspeccionan la cueva de Biniadrís, en la isla de Menorca. PROYECTO BINIADRÍS

La arqueóloga Eva Alarcón (izquierda) recuerda perfectamente el día del verano de 2015 en el que entró por primera vez a aquel rincón olvidado durante milenios. “Sentí escalofríos”, rememora. La investigadora se había encaramado a la pared de un barranco, a 16 metros del suelo. Allí, en una cueva prácticamente inaccesible de apenas 10 metros cuadrados, había multitud de cráneos humanos cubiertos por una capa de lodo. Algunos de ellos mostraban un orificio perfecto: habían sido trepanados. “Es emocionante pensar que estás en un lugar donde parece que el tiempo se detuvo hace 3.000 años”, relata.

Alarcón es la codirectora de las excavaciones en la cueva de Biniadrís, descubierta en 2013 en la isla de Menorca. Su equipo ha identificado huesos de alrededor de un centenar de personas, según sus cálculos preliminares. La gruta, explica, se usó desde hace unos 3.300 años hasta hace unos 2.600 como un lugar de enterramiento, “un espacio sagrado” en el que se llevaban a cabo enigmáticos rituales funerarios.


Cráneos apiñados en el interior de la cueva de Biniadrís (Menorca). PROYECTO BINIADRÍS

“No sabemos cómo llevaban los cadáveres hasta la cueva. Parece que los envolvían en una especie de sudario de lino y los transportaban a la espalda”, señala. “Colocaban el cadáver en el centro de la cueva, espolvoreaban ocre rojo por encima y lo dejaban allí, hasta que había que hacer sitio para otro cadáver. Entonces, apiñaban los restos antiguos en los laterales de la cueva”, detalla la arqueóloga, de la Universidad de Granada.

Alarcón muestra fotografías de uno de los hallazgos más impactantes de Biniadrís: mechones perfectamente conservados de pelo coloreado por el ocre. “A las personas que morían les cortaban un mechón y lo metían en un tubito, de cuero, de madera o de otro material”, describe. En las tapas de estos recipientes, elaboradas con hueso, grababan series de círculos concéntricos casi perfectos (izquierda). Es imposible saber qué significaban estas ceremonias para ellos. En la misma época, los asirios alababan a Enki, el dios del agua dulce; y los egipcios adoraban a Osiris. Como otras miles de creencias que fueron la verdad revelada y motivo de guerras para generaciones enteras de seres humanos, hoy ya no significan nada.

El equipo de la arqueóloga acaba de publicar los primeros resultados de sus investigaciones en la revista especializada Quaternary International. En Biniadrís han aparecido también botones de hueso, similares a los de una trenca actual, que indican que los cadáveres estaban vestidos. “Los botones eran piezas de artesanía, que quizá pasaban de generación en generación”, apunta el arqueólogo Manuel Altamirano (derecha), también de la Universidad de Granada.

En su estudio, el grupo de Alarcón describe cinco cráneos trepanados, con agujeros prácticamente perfectos. En algunos de ellos apenas cabe un lápiz, pero otros orificios llegan a los tres centímetros. Sus rebordes indican que el hueso se regeneró tras la operación. Los individuos siguieron viviendo.

“La trepanación era una operación médica habitual desde el Neolítico para aliviar la presión de las meninges, ante fuertes dolores de cabeza”, explica la arqueóloga Marta Díaz-Zorita (izquierda). Esta especialista de la Universidad de Tubinga (Alemania) lleva a cabo las investigaciones antropológicas de los restos hallados en Biniadrís, pertenecientes a la cultura talayótica, la Edad del Bronce de Menorca. “Las trepanaciones eran realizadas por personas que tenían un cierto conocimiento. Hacían los agujeros por abrasión, con una herramienta de piedra, como una lija, y luego con una punta. Tendrían algún tipo de analgésico para evitar el dolor”, especula.

La cueva de Biniadrís es la última sorpresa del territorio funerario de Calescoves, en el término municipal de Alaior, donde desde la década de 1990 se han encontrado otras cavidades con inhumaciones similares, como las de Es Mussol, Es Càrritx y Es Pas. Pero, incluso en este marco extraordinario, Biniadrís es “excepcional” por la calidad de sus restos, según Díaz-Zorita. Las excavaciones, financiadas por la Fundació Rubió i Tudurí y el Consell Insular, continuarán el próximo verano. La cueva todavía esconde mucha información sobre los trepanadores del pelo rojo.

Calescoves es una zona arqueológica ubicada en el municipio de Alaior. Se accede desde la carretera de Maó a Cala en Porter, a través del desvío hacia el camino rural de Biniadrís.

CAMINO DE SER PATRIMONIO MUNDIAL

La cueva de Biniadrís es la última joya de la Menorca talayótica, una cultura presente en más de 1.500 yacimientos en apenas 700 kilómetros cuadrados de isla, según las cifras del Consell Insular. La institución ha promovido en los últimos años la candidatura de una selección de estos lugares arqueológicos a entrar en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Sin embargo, tras un informe del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios que recomendaba reformular la propuesta, el Consell Insular anunció en mayo que retrasaba la candidatura. El documento reconocía el potencial de la Menorca talayótica, pero alertaba de algunas faltas, como pintadas y vegetación en algunos yacimientos.

Fuente:elpais.com | 17 de enero de 2018

El achelense y el concepto de la simetría

Bifaz simétrico realizado con sílex. Fuente: The Exeter Daily (Mary Youlden).

Se considera que la aparición del achelense fue un salto técnico trascendental en la cultura del género Homo. No es ninguna exageración, pues por primera vez nuestros antepasados impusieron una forma concreta a la materia prima de manera deliberada. Los bifaces, hendedores y picos, las tres herramientas esenciales del achelense, tenían diferentes funciones y su fabricación seguía una cadencia de golpes bien definida y planificada. Los expertos relacionan el surgimiento del achelense con determinadas habilidades cognitivas, la capacidad para dominar el entorno de una manera más flexible o la posibilidad de conseguir piezas mediante una caza bien organizada.

El investigador Thomas Wynn (Universidad de Colorado) es uno de los mayores especialistas en el conocimiento del achelense y de sus implicaciones a nivel cognitivo. Para este investigador, hace 1,8 millones de años la humanidad cruzó un umbral cognitivo. Con anterioridad a ese momento, la producción de las herramientas más antiguas conocidas (Olduvayense) tenían formas distintas, sin duda producto del azar. No obstante, es importante recordar que los expertos han sido capaces de encontrar cierta capacidad de planificación en la producción de este tiempo de herramientas (genéricamente conocidas como Modo 1), como demuestran ciertos conjuntos de África y Eurasia. Pero, qué duda cabe, el achelense supuso un avance espectacular.

Quizá tenemos la percepción de que el achelense constituyó una innovación conservadora, que se mantuvo inalterada durante más de un millón de años. Los expertos ya nos advierten que los tres tipos herramientas fueron perfeccionadas en el transcurso de ese largo período de tiempo. Ante todo, resulta sorprendente que esta tecnología tuviera un recorrido temporal tan largo, quizá producto de una relativa estasis cognitiva en las especies humanas del Pleistoceno. O tal vez no.


Algunos expertos, como John McNabb (Universidad de Southampon) se han preguntado por la simetría de las herramientas achelenses de los yacimientos del Reino Unido de la segunda mitad del Pleistoceno. Su investigación, realizada junto a los expertos James Cole y Steven Hoggard, se ha publicado en fecha reciente en la revista Journal of Archaological Science. Los bifaces, hendedores y picos se distinguen por el hecho de haber sido fabricados a partir de lascas de cierto tamaño y de haber sido trabajadas por las dos caras. El resultado permite clasificar las herramientas achelenses según su forma. La estandarización mediante una secuencia de golpes bien diseñado, la planificación en la búsqueda de la materia prima más apropiada, así como la elección del tamaño de la piedra que se deseaba tallar nos habla de los avances cognitivos de una mente flexible. Pero la posible búsqueda de la simetría supone un paso adicional, no menos importante, que interesa a McNabb y sus colegas. Los bifaces encontrados en yacimientos del Pleistoceno del Reino Unido (siempre posteriores a medio millón de años) se caracterizan por una perfección extraordinaria que incluye una notable simetría. Este rasgo no puede considerarse una consecuencia del azar sino que, en mi opinión, denota una manifiesta intencionalidad ¿Se perseguía tal vez mejorar la funcionalidad de estas herramientas?

La simetría bilateral es común a muchos animales. No es pues extraño que nuestros ancestros aprehendieran esta forma de la naturaleza y la incorporaran a su mente. La fabricación de un bifaz busca una forma determinada, asociada a funciones concretas. Pero si le añadimos el ingrediente de la simetría quizá nos estamos acercando a un objeto artístico, y tal vez al nacimiento de la mente simbólica.

Fuente: quo.es| 18 de enero 2018

La colina de los tigres dientes de sable, en el Museo Arqueológico Regional de Madrid

El Museo Arqueológico Regional inaugura la primera exposición monográfica sobre los yacimientos del Cerro de los Batallones.

Fósiles, reconstrucciones de animales y paisajes, vídeos, maquetas… nos trasladan al Madrid de hace 9 millones de años. Es en la exposición La colina de los tigres dientes de sable del Museo Arqueológico Regional, que estará en Alcalá de Henares hasta finales de octubre.

La muestra pretende concienciar del valor patrimonial y cultural de estos yacimientos únicos en el mundo coincidiendo con el 25 aniversario del descubrimiento de esta joya de la paleontología.
En la localidad de Torrejón de Velasco, una explotación minera dejó al descubierto una enorme cantidad de fósiles de animales antiguos. Tras numerosas campañas de excavación dirigidas por el paleontólogo Jorge Morales, se han recuperado innumerables especies –representadas en la exposición a través de montajes anatómicos, una nutrida selección de fósiles y numeroso material de apoyo entre el que destacan las ilustraciones de Mauricio Antón- además de una incuantificable información sobre nuestro pasado, no sólo en lo que se refiere a la paleontología, sino también otras ramas del conocimiento como la geología o la tafonomía.

Fue un fenómeno geológico el que permitió la acumulación y conservación de este tesoro científico: la formación de cavidades naturales donde los animales quedaron atrapados hace 9 millones de años.

Inauguración de la exposición

Ver vídeo en este enlace.

En los 25 años transcurridos desde su descubrimiento, los yacimientos del Cerro de los Batallones se han convertido en una referencia mundial, no sólo para el estudio de la evolución de los carnívoros, sino también de la tafonomía de las trampas naturales, de la paleoecología y de los cambios faunísticos durante el Mioceno. Numerosos artículos científicos, tesis doctorales y monografías han sentado las bases de la justa fama de estos yacimientos en círculos académicos, mientras que la realización de publicaciones divulgativas, exposiciones y reportajes ha contribuido a dar a conocer los valores de estos yacimientos al público general.

Pero el potencial aún sin explotar de Batallones es enorme. Por un lado, aún queda mucho trabajo por hacer en la descripción de las especies encontradas en los yacimientos, mientras que la interpretación de los datos está sujeta a un refinamiento continuo a medida que se desarrollan y aplican nuevos métodos de análisis.

Por otro lado, y a pesar de los esfuerzos divulgativos realizados, el público general, y en particular los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, aún son poco conscientes de la existencia y el valor patrimonial de estos yacimientos únicos en el mundo.
Saber que hace millones de años Madrid era un paraíso natural que nada tenía que envidiar a un Serengueti, y que por un proceso geológico milagroso se han preservado vestigios que nos permiten conocer en detalle aquel pasado espectacular, es algo que no sólo causa asombro y orgullo a cualquier madrileño, sino que también aumenta la curiosidad científica, y fomenta la sensibilidad y responsabilidad hacia el medio ambiente.


Batallones es un recurso educativo de primer orden, una joya del patrimonio y por supuesto una fuente de conocimientos científicos que está contribuyendo a poner la investigación española en el nivel más alto de la ciencia internacional. Darlo a conocer no es sólo un deber hacia la ciudadanía, sino que debe generar un proceso de retroalimentación donde las propias autoridades de la investigación cobren renovada conciencia de la importancia del trabajo de los científicos españoles.
El objetivo de esta exposición es marcar un hito en la divulgación de los yacimientos, de los datos que nos aportan sobre la evolución de las faunas de Madrid y de la labor detectivesca de los especialistas que los estudian.


Un recorrido por la historia del Cerro de los Batallones

La muestra se estructura en cinco grandes áreas; Introducción, contexto geológico, origen y formación, la fauna del cerro y más allá de los fósiles.

La Introducción consta de una presentación del significado del Cerro de los Batallones, la historia de los yacimientos, su edad y la historia de su descubrimiento a través de las diferentes campañas de excavación. Por último se explican sus resultados científicos a través de las publicaciones.
En el contexto geológico se hace referencia al medio que ha hecho posible la formación de los yacimientos, deteniéndose en la geología de la cuenca de Madrid y la “crisis vallesiense”, fenómeno producido durante el Vallesiense superior, hace entre 10 y 9 millones de años, en el que se produjeron de forma escalonada importantes cambios faunísticos.

El origen y formación de Batallones recorre aspectos como su estructura geológica, la excepcionalidad de los yacimientos de carnívoros y la tafonomía como herramienta de investigación.


La fauna del cerro hace un repaso a las diferentes especies que han sido halladas en los yacimientos: desde grandes predadores como los tigres dientes de sable a enormes mastodontes, rinocerontes, jiráfidos –entre los que destaca una nueva especie identificada; el decenaterium- hasta la microfauna, los reptiles o las aves. En esta sección se pueden contemplar los montajes anatómicos de algunos de estos animales así como una nutrida colección de fósiles.

Por último la exposición se cierra con la sección más allá de los fósiles, donde se analiza la comunidad de Batallones en su conjunto, las asociaciones de carnívoros, la evolución de las distintas especies, las nuevas tecnologías en el estudio de los fósiles con especial atención a la Paleontología Isotópica, los cambios ambientales de la Cuenca de Madrid y una reflexión sobre el futuro de Batallones.

Ilustraciones y audiovisuales

Toda la muestra se apoya en las ilustraciones de gran formato de Mauricio Antón, donde se reconstruye la fauna y su entorno y cuya calidad y rigor aportan no solo contenido sino un valor estético fuera de toda duda. Además. Vídeos donde podemos ver a los animales en movimiento hacen fácil entender y reconstruir este apasionante periodo paleontológico. Otros materiales de apoyo, como maquetas y réplicas, como la del esqueleto completo de un tigre dientes de sable, completan la visita.

Los fósiles

En total se exponen más de 160 piezas, muchas de ellas integradas en 8 montajes anatómicos, también forman parte de la colección expuesta el caparazón completo de una tortuga gigante, 2 cráneos completos de Tigres diente de sable o un cráneo y una mandíbula de mastodonte.

Más información

Horario: De martes a sábado de 11:00 a 19:00 horas. Domingos y festivos de 11:00 a 15:00 horas. Lunes cerrado
Visitas guiadas: sábados y domingos previa reserva en el teléfono 91 879 66 66

Fuente: dream-alcala.com | 16 de enero de 2018

La mandíbula de Mountmarin-La Niche desvela la complejidad del origen de los neandertales

La mandíbula de Mountmarin-La Niche, tras el estudio que se realizó sobre ella / PLOS ONE.

Un equipo de científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), liderado por José María Bermúdez de Castro (izquierda), junto con la investigadora francesa Amélie Vialet (derecha), del Museo de Historia Natural de Paris, acaba de publicar en la revista PLOS ONE un artículo sobre la mandíbula del Pleistoceno Medio de Mountmaurin-La Niche (Francia), que desvela la complejidad del origen de los neandertales.

Esta mandíbula fue encontrada por Raoul Cammas el 18 de junio de 1949, en las cavidades cársticas de Mountmaurin dentro de la cueva La Niche, donde aparecieron herramientas de piedra y restos fósiles de diferentes especies de cánidos, équidos y úrsidos que ayudaron a situarla en el tiempo.
La presunta antigüedad de esta mandíbula, entre 200.000 y 240.000 años, hacía presumir una estrecha similitud morfológica con la mandíbula de los neandertales europeos, particularmente en los dientes; pero las técnicas matemáticas aplicadas al estudio de una muestra muy amplia de mandíbulas, incluido un grupo de ejemplares africanos recientes, revela que se alinea con los especímenes más arcaicos de Europa, incluidos los de Dmanisi.

“Nos encontramos con una mandíbula arcaica y unas piezas dentales que taxonómicamente son indiscutiblemente neandertales, lo que viene a respaldar la hipótesis de que la evolución del linaje neandertal no fue lineal sino en mosaico”, explica Bermúdez de Castro.

Diferentes aspectos morfológicos de la mandíbula Montmaurin-La Niche:
a) Aspecto interno de la sínfisis, que muestra la fosa genioglossa; b) Vista izquierda de la mandíbula. Nótese la pared que retrocede de la sínfisis, la posición del foramen mental, la superficie plana del corpus y la rama, y ​​el perfil gonion regular; c) Detalle de la mandíbula que muestra la posición medial del borde del entalle mandibular en el proceso condilar; d) Aspecto interno de la rama derecha. Obsérvese la posición baja de la línea milohioidea con respecto a M3, la geometría pequeña pero casi horizontal del área retromolar, la presencia de un tubérculo pterigoideo medial (flecha), foramen mandibular (MF), la língula (L) o la gran distancia entre el extremo del surco milohioideo

Estudios comparativos

Considerada el resto fósil humano más antiguo encontrado en Francia durante dos décadas, la mandíbula ha formado parte de diferentes estudios comparativos, destacando la descripción publicada por G. Billy y Henri V. Vallois en 1977. El estudio fue realizado hace más 40 años, en el marco de cuanto se conocía entonces y de las teorías vigentes sobre la colonización del continente europeo.
Pero, la evolución humana en Europa fue sin duda mucho más compleja de lo que se pensabas hace tan solo un par de décadas, como se explica en este artículo titulado A reassessment of the Montmaurin-La Niche mandible (Haute Garonne, France) in the context of European Pleistocene human evolution, en el que también han participado Mario Modesto, María Martinón-Torres y Marina Martínez de Pinillos.

La posibilidad de que hubieran coexistido al menos un par de linajes de homininos, y de que el mestizaje, los aislamientos prolongados, la deriva genética y otros procesos fueran habituales en el Pleistoceno Medio de Europa va cobrando fuerza, a la par que se abandonan hipótesis lineales, como la “acreción”.

“El surgimiento de los neandertales clásicos del Pleistoceno Tardío es una cuestión a la que no se puede dar carpetazo. Quedan muchos interrogantes, y la mandíbula de Montmaurin-La Niche se suma ahora a la lista de expedientes X”, concluye Bermúdez de Castro.

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Montmaurin-La Niche. El yacimiento olvidado

Las cavidades del carst de Montmaurin se localizan cerca de la villa de Saint Gaudens, a unos 75 kilómetros al sureste de la ciudad francesa de Touluse. Aunque estas cuevas se conocen desde principios del siglo XX, los primeros hallazgos de interés datan de 1945. Ya entonces pudieron distinguirse hasta ocho cavidades cársticas, rellenas con sedimentos fosilíferos de épocas distintas. En la cueva denominada La Niche aparecieron herramientas de piedra y restos fósiles de diferentes especies de cánidos, équidos y úrsidos, que ayudaron a situar en el tiempo a la mandíbula humana encontrada por Raoul Cammas el 18 de junio de 1949. Una vértebra dorsal y fragmento de tibia completaron la pequeña colección de homininos. Las primeras excavaciones llegaron hasta 1961 y solo se reactivaron durante un breve lapso de tiempo en la década de 1980.

Aunque puede resultar extraño, las diferentes cavidades de este sistema y sus correspondientes yacimientos aún no han sido explotadas de manera sistemática desde el punto de vista científico. Ningún equipo ha tenido capacidad o interés en continuar lo que algunos expertos comenzaron hace más de 70 años. Y estamos hablando del país donde se desarrolló el ámbito de la prehistoria durante el siglo XX.

La mandíbula fue objeto de varios estudios, destacando la descripción publicada por G. Billy y Henri V. Vallois en 1977. El estudio fue realizado hace más 40 años, en el marco de cuanto se conocía entonces y de las teorías vigentes sobre la colonización del continente europeo. Los escasos datos del contexto de la mandíbula apuntaban a una antigüedad de entre 200.000 y 240.000 años. Algunos investigadores piensan que esa antigüedad podría llegar hasta los 300.000 años, pero solo se trata de una opinión sin contrastar. La mandíbula ha formado parte de diferentes estudios comparativos, a propósito de la investigación de diferentes hallazgos y revisiones. Sin embargo, nadie se ha ocupado de revisar las conclusiones de Billy y Vallois. En mi opinión, tanto los fósiles y herramientas del yacimiento de la cueva de la Niche como los rellenos sedimentarios del carst de Montmaurin han permanecido de manera inexplicable en un segundo plano. Es evidente que otros hallazgos han eclipsado el interés por este fósil durante décadas.

Recreación de un neandertal, por Elisabeth Daynes. Museo de la Evolución Humana de Burgos.

Conocimos hace ya algunos años a la investigadora Amélie Vialet, que actualmente investiga en el Museo de Historia Natural de Paris. Su paso por las excavaciones de Atapuerca y nuestra coincidencia en varios congresos internacionales han ido forjando una buena amistad. En septiembre de 2016, a propósito de un nuevo encuentro en el congreso anual de la Sociedad para el Estudio de la Evolución Humana en Europa (ESHE), decidimos poner en marcha un proyecto para revisar la mandíbula de La Niche, que podría suponer un nuevo impulso para excavar en el carst de Montmaurin. Las herramientas ya formaban parte de un estudio en marcha y se había planeado la toma de muestras para obtener datos geocronológicos. Aunque parezca mentira, nadie se había preocupado de datar los niveles geológicos del yacimiento de La Niche.

Un viaje a Paris en febrero de 2017 fue el inicio del nuevo estudio de la mandíbula, que acabamos de publicar en la revista PLoS ONE. Tal y como era de esperar, la mandíbula de La Niche presenta algunos rasgos característicos de los neandertales, particularmente en los dientes. Estos resultados, que ya habían sido notados en publicaciones previas, no resultan sorprendentes habida cuenta de que la población neandertal tiene raíces muy profundas en el Pleistoceno de Europa. Sin embargo, la presunta antigüedad de la mandíbula hacía presumir una estrecha similitud morfológica de la mandíbula con la de los neandertales europeos. Pero no es así. Nuestras investigaciones han puesto el foco en aquellos caracteres que invariablemente aparecen en los neandertales y tienen, por ello, una señal taxonómica indiscutible. Las técnicas matemáticas aplicadas al estudio de una muestra muy amplia de mandíbulas, incluido un grupo de ejemplares africanos recientes, revela que la mandíbula de La Niche se alinea con los especímenes más arcaicos de Europa, incluidos los de Dmanisi. El aspecto primitivo de algunos caracteres, que algunos habían advertido en notas aisladas, se manifiesta abiertamente en nuestros análisis.

Tendremos que esperar a los resultados de las dataciones en el yacimiento de La Niche, pero sospecho que se confirmará una antigüedad de finales de Pleistoceno Medio. La fauna asociada y las herramientas apuntan claramente en esa dirección.

Pese a todo, y gracias a los hallazgos más recientes, los expertos ya no se sorprenden de que algunos fósiles europeos relativamente recientes, como el cráneo de Ceprano (Italia) (izquierda) o la mandíbula de Mala Balanica (Serbia) carezcan de rasgos neandertales.

La evolución humana en Europa fue sin duda mucho más compleja de lo que fue asumido hace tan solo un par de décadas. La posibilidad de que en Europa hubieran coexistido al menos un par de linajes de homininos, y de que el mestizaje, los aislamientos prolongados, la deriva genética y otros procesos fueran habituales en el Pleistoceno Medio de Europa va cobrando fuerza, a la par que se abandonan hipótesis lineales, como la “acreción”. El surgimiento de los neandertales clásicos del Pleistoceno Tardío es una cuestión a la que no se puede dar carpetazo. Quedan muchos interrogantes, y la mandíbula de La Niche se suma ahora a la lista de expedientes X.

Fuentes: cenieh.es | quo.es| 16 de enero de 2017