El final de los neandertales se produjo más tarde en el centro de la península Ibérica

Yacimiento segoviano del Abrigo del Molino/David Álvarez Alonso

Investigadores de la Universidad de Colonia (Alemania), la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) acaban de publicar en la revista Quaternary Research un trabajo sobre las últimas dataciones y estudios geoarqueológicos realizados en el yacimiento del Abrigo del Molino, en Segovia. Los científicos evidencian las más recientes ocupaciones neandertales del centro peninsular, algo más tempranas incluso que las fechas que fijan el final de los neandertales en el norte peninsular.


“Eso significa que cuando los neandertales aún estaban en torno al Sistema Central, es probable que hubieran desaparecido ya de la franja cantábrica, poniendo de manifiesto un retroceso de norte a sur”, explica en declaraciones a DiCYT el investigador de la UCM y coautor del estudio David Álvarez Alonso (izquierda).

Estos datos son reveladores, ya que existe controversia entre la comunidad científica en torno al momento de la desaparición de los neandertales (en el Paleolítico medio, con la denominada cultura Musteriense) y la llegada de los primeros Homo sapiens (en el Paleolítico superior, con la cultura Auriñaciense).

Desde la década de 1990, el debate se ha centrado en el norte de la península donde, gracias a las dataciones de carbono 14, se observó que había niveles auriñacienses (atribuidos a Homo sapiens) muy antiguos, que en algunos casos se solapaban cronológicamente con los musterienses (atribuidos a neandertales).

“A este debate se le une la posibilidad de si, realmente, los neandertales y los sapiens coincidieron en el espacio geográfico, ya que sí sabemos que lo hicieron en el mismo marco temporal”, detalla el investigador de la UCM, quien recuerda que durante muchos años se ha venido especulando con esta posibilidad. “Se sabe que sapiens y neandertales coincidieron en oriente próximo, y hoy en día gracias al ADN sabemos que hubo intercambio genético, pero que este intercambio se produjo antes de la llegada de los sapiens a la península Ibérica. Por esa razón, el debate sobre la coexistencia de sapiens y neandertales en la península ha sido y es muy controvertido”, subraya.

Coexistencia entre especies

Los últimos neandertales del norte desaparecieron hace aproximadamente unos 45.000 años, según las cronologías existentes para el final del Musteriense. También se sabe que hay un Auriñaciense temprano en el Cantábrico en torno a 42-40.000 años. “Pero también existen unos niveles muy controvertidos, escasos y atribuidos a un periodo transicional denominado Chatelperroniense, cuyo autor parece que fueron los neandertales, con fechas en el cantábrico entre 45 y 40.000 años aproximadamente”, indica Álvarez Alonso.

Hace unos años, la revista Nature publicó un trabajo que sugería que los neandertales del occidente europeo (España/Francia) desaparecieron ligeramente antes de la llegada de los primeros Homo sapiens, un modelo de avance de unos y retroceso de otros sin que llegaran a coincidir al mismo tiempo en los mismos lugares, negando así el contacto entre especies en la península.

En cambio, un reciente artículo publicado el mes pasado en la revista Plos One, apunta a que hubo pudo haber coexistencia entre especies a partir del análisis radiocarbónico de varios yacimientos musterienses, chatelperroniense y auriñacienses cantábricos.

“A todas luces, los neandertales fueron desapareciendo progresivamente de la península de norte a sur. Esta desaparición se produjo en el norte entre hace 45 y 42.000 años aproximadamente. La llegada de los Homo sapiens parece que fue casi inmediata, pero se quedaron en la zona norte, pasando al interior y sur de la península ibérica varios miles de años después de su llegada a la península”, precisa el investigador de la UCM.

De este modo, los Homo sapiens tardaron mucho más en llegar a la zona interior y sur de la península “por lo que parece que entre los últimos neandertales del interior y los primeros Homo sapiens hubo miles de años de vacío poblacional”, agrega.

Abrigo del molino

El yacimiento del Abrigo del Molino (Segovia) se descubrió en 2012 y desde 2013 se está excavando a cargo de un equipo dirigido por David Álvarez Alonso, María de Andrés Herrero y Andrés Díez Herrero. El yacimiento tiene tres niveles con ocupación musteriense, realizada por grupos neandertales que usaron el abrigo como refugio, de forma recurrente, pero de manera ocasional. Tal y como explica Álvarez Alonso, el estado de conservación es excepcional y ha permitido obtener dataciones geocronológicas por dos métodos diferentes: Carbono 14-AMS y OSL (Optically Stimulated Luminiscence).

En 2014, comenzó a colaborar con estos investigadores un equipo de la Universidad de Colonia y el Museo Neandertal. Las dataciones realizadas por esta universidad han permitido acotar la cronología de las distintas ocupaciones humanas neandertales del Abrigo del Molino y fijar un rango cronológico para las últimas ocupaciones humanas entre 45.000 y 41.000 años de antigüedad. Así, el Abrigo del Molino contiene una de las evidencias cronológicas más tardías para el Musteriense de la península Ibérica, es decir, para los últimos neandertales del occidente de Europa.

Fuente: dicyt.es | 1 de junio de 2018

El aceite de oliva más antiguo de Italia

La vasija ha sido reconstruida a partir de 400 piezas encontradas en Castelluccio (University of South Florida)

El aceite de oliva es un elemento básico de la cocina italiana y ha sido así durante miles de años. Esa práctica es tan antigua que incluso ha sorprendido a los investigadores, sobre todo después de que un nuevo análisis realizado en una vasija antigua haya demostrado que el oro líquido ha existido en Italia desde cientos de años antes de lo que se creía.

Un equipo de antropólogos de la Universidad de South Florida llevó a cabo un estudio químico para identificar cuál era el contenido que se almacenó en un tarro grande encontrado en la década de 1990 durante unas excavaciones en el sitio arqueológico de Castelluccio, en la provincia de Siracusa (Sicilia).

La necrópolis.

Entre los restos de la Edad de Bronce han aparecido una especie de acrópolis fortificada y una necrópolis con más de 200 tumbas excavadas en las paredes escarpadas de una cantera cercana, la más conocida de las cuales es la Tumba del Príncipe. Durante las distintas excavaciones han encontrado cantidades ingentes de cerámica, así como dos lápidas de bronce grabadas con símbolos espirales.

"Tumba del príncipe", tumba monumental con pilares

Los conservadores del Museo Arqueológico de Siracusa restauraron y volvieron a armar 400 fragmentos de cerámica que formaban parte de un contenedor adornado con bandas de cuerda y tres asas verticales en cada lado. En el mismo Castelluccio los arqueólogos hallaron dos cuencas fragmentadas con un tabique interno, lo que indica que se utilizó para mantener múltiples sustancias juntas, pero separadas, junto con una gran placa de cocción de terracota.

”La forma de este contenedor de almacenamiento y el septo cercano era distinto al resto de objetos encontrados en el sitio de Castelluccio”, explica el doctor Davide Tanasi (izquierda), profesor de historia en South Florida. “Tenía el estilo de la vajilla siciliana de finales del tercer milenio e inicios del segundo antes de Cristo (Edad de bronce temprana). Queríamos aprender cómo se usaba, así que realizamos análisis químicos sobre los residuos orgánicos que se encuentran en el interior“, añadió.

En el estudio publicado en la revista Analytical Methods de la Royal Society of Chemistry , los expertos explican que analizaron tres artefactos con técnicas tradicionalmente utilizadas con éxito en la cerámica arqueológica: cromatografía de gases, espectrometría de masas y resonancia magnética nuclear.

El equipo de investigadores encontró residuos orgánicos en las tres muestras que contenían ácidos oleico y linoleico, firmas de aceite de oliva.
”Los resultados obtenidos se convierten en la primera evidencia química del aceite de oliva más antiguo de la prehistoria italiana, haciendo retroceder las agujas del reloj para la producción sistemática de aceite de oliva al menos en 700 años”, dice Tanasi.

La única identificación conocida de las firmas químicas del aceite de oliva procedían de los recipientes de almacenamiento descubiertos en el sur de Italia en Cosenza y Lecce, que se cree que datan de los siglos XII y XI a.C. (Edad del Cobre).

Fuente: lavanguardia.com| 31 de mayo de 2018

El Museo de Cádiz y la UAH descubren un extraordinario fragmento de calendario romano

La colaboración entre el personal técnico del Museo de Cádiz y el grupo de investigación CIL-II (Corpus Inscriptionum Latiranum II) de la Universidad de Alcalá ha llevado a descifrar la naturaleza de una pieza singular: un fragmento de calendario romano, el segundo de estas características localizado en España. La inscripción en el fragmento corresponde a las ‘Kalendas’ (comienzos) del mes de julio.

Como se ha indicado, se trata del segundo de este tipo localizado en España. El otro se halló en Écija y allí se exhibe. El fragmento de Cádiz está datado entre el siglo I a.n.e y el siglo I d.n.e.
La pieza apareció, junto con otros restos arqueológicos, en las excavaciones realizadas en un solar de la ciudad de Cádiz en el año 2014 con motivo de unas obras de construcción. Después se depositó en el Museo de Cádiz donde, gracias a esta investigación, luce ya con todo su esplendor.
Los proyectos del grupo CIL II de la UAH tienen como finalidad la documentación (manuscritos, impresos, fotografías, calcos) y catalogación de las inscripciones latinas antiguas de la Península Ibérica y su publicación en la nueva edición del Corpus Inscriptionum Latinarum vol II (Inscriptiones Hispaniae Latinae).

El calendario romano servía más para regular la vida política y religiosa que para medir el paso del tiempo. Constaba de diez meses, la mitad de ellos de 31 días y la otra mitad de 29. Los nombres de los meses hacían referencia, en algunos casos a divinidades o emperadores: el primer mes, marzo, estaba dedicado al dios Marte. Junio a Juno, julio al emperador Julio y el sexto mes, agosto, a Augusto. Otros nombres de meses se correspondían con el lugar y orden que ocupaban en el calendario, así septiembre era el séptimo, octubre el octavo y diciembre el décimo.
Esta pieza localizada en Cádiz se añade a los más de cincuenta fragmentos de calendario romano que ya se conocen en todo el mundo.

Fuente: Dream Alcalá, 30 de mayo de 2018

El segundo crucificado de la historia

Por motivos sobre los que no es necesario extenderse mucho, sobre todo en los países de ámbito cristiano, la crucifixión es un tormento que aplicaban los antiguos romanos universalmente conocido. Sin embargo, las evidencias arqueológicas de esta dolorosa forma de ejecutar a un condenado son casi inexistentes. Hasta ahora solo se había descubierto un caso, un hombre llamado Yehohanan, que murió de esta forma atroz en el siglo I en Jerusalén, más o menos en la época de Jesús. Su cuerpo fue descubierto en 1968. Sin embargo, en Italia se ha identificado ahora un segundo esqueleto con muestras de haber sido crucificado.

Prueba de la crucifixión: el hueso del talón y las uñas del osario de Yehohanan, descubierto en Jerusalén en 1968. (Cortesía del Museo de Israel. Fotógrafo: Ilan Shtulman)

Un artículo publicado recientemente por la revista Archaeological and Anthropological Sciences narra la historia del segundo crucificado que ha llegado hasta nosotros: se trata del cuerpo de un hombre de unos 30 años, que fue encontrado por casualidad durante unas excavaciones preventivas antes de la construcción de un gasoducto en Gavello, una localidad del norte de Italia, situada cerca del Delta del Po. Durante una década, estos restos han sido analizados por un equipo científico multidisciplinar.

Imagen del esqueleto encontrado en el norte de Italia, el cual puede ser la segunda evidencia conocida de crucifixión. (Springer-Verlag GmbH Alemania, parte de Springer Nature 2018)

A diferencia del cadáver descubierto en Jerusalén, en este caso no existe ningún dato sobre la identidad del desdichado. Solo que se trata de un cuerpo descubierto en una necrópolis romana en la llamada tumba número 7. "No había ningún otro material ni ningún objeto en la tumba que permitiese una identificación más precisa. Solo se encontró el esqueleto", explican por correo electrónico Ursula Thun (izquierda) y Emanuela Gualdi-Russo (derecha), dos profesoras de la Universidad de Ferrara (Italia) que participaron en la investigación y que firman el artículo junto a otros tres autores. Thun es profesora del departamento de Humanidades, experta en prehistoria y antropología, mientras que Gualdi-Russo pertenece al departamento de especialidades biomédicas y quirúrgicas.

Los exámenes llevados a cabo en el cuerpo mostraron una herida en el talón derecho compatible con una crucifixión. Se trata de una lesión circular y transversal. "Como escribimos en el artículo, puede ser el segundo caso investigado que demuestra el uso de clavos en una crucifixión. Se trataba de un castigo muy complejo y no siempre se utilizaban los clavos", explican las profesoras Thun y Gualdi-Russo. "En numerosos casos los condenados eran atados a la cruz utilizando sogas en vez de clavos, pero de esto no hay evidencias arqueológicas", agregan.

Solo la movilización de un equipo multidisciplinar de dos universidades, las de Ferrara y Florencia, ha permitido llegar a esta conclusión porque era necesario mezclar los conocimientos históricos sobre la forma en que los romanos aplicaban este suplicio con los estudios antropológicos, para determinar qué puede causar ciertas lesiones en un hueso, en esta ocasión un clavo. En el caso del cuerpo descubierto en Jerusalén en 1968 todo fue mucho más claro porque entonces apareció no solo el clavo fundido después de 20 siglos con el hueso del talón, sino también pequeños restos de la madera de olivo con la que fue construida la cruz.

Calcáneo derecho del hombre de Gavello mostrando el agujero del clavo. Universidad de Siena.

Rebelión de Espartaco

Aunque se han barajado muchas hipótesis, entre otras que se pensaba que los clavos de un crucificado tenían propiedades curativas y, por lo tanto, eran muy codiciados, sigue siendo un misterio el motivo por el que se han descubierto tan pocos cadáveres de víctimas de esta condena a muerte, tan común sin embargo en la antigua Roma. Como escribió en un artículo en la revista de Biblical Archeology Society, Vassilios Tzaferis (izquierda), el arqueólogo que descubrió el cuerpo de Yehohanan: "Si nos basamos en fuentes literarias antiguas, sabemos que decenas de miles de personas fueron crucificadas durante el Imperio romano. Sólo en Palestina, fueron miles. Sin embargo, hasta 1968 ni una sola víctima de esta horrible forma ejecución ha sido recuperada por la arqueología".

La crucifixión no era un castigo romano: fue ampliamente practicada por asirios, fenicios y persas durante el primer milenio antes de Cristo. "Al final del primer siglo antes de Cristo, Roma adoptó la crucifixión como pena oficial para ciudadanos no romanos para algunas transgresiones. Al principio no era una forma de ejecución, sino un castigo", escribe Tzaferis en el mismo artículo. Recuerda que Flavio Josefo habla de 800 víctimas crucificadas en un solo día durante la revuelta judía del año 7 de nuestra era y apunta que, en el 71 a.C., 6.000 supervivientes de la rebelión de esclavos de Espartaco fueron sometidos al tormento de la cruz. Por no hablar, claro, de la muerte de Jesucristo.

Fuente: elpais.com| 31 de mayo de 2018

Los islandeses actuales poco tienen ya que ver con los vikingos

Homenaje al sol, un barco vikingo en Reikiavik (Islandia) (tailiwei / tailiwei- iStockphoto).

Cuentan las famosas sagas islandesas que los primeros humanos en arribar a esta isla, situada entre Groenlandia y Noruega, fueron monjes irlandeses en el siglo VIII, aunque poco duraron allí, porque fueron rápidamente expulsados por los vikingos a finales del siglo IX. Según el manuscrito Landnámabók (El libro del establecimiento), el primer asentamiento permanente se fundó en 874 en lo que hoy es la capital islandesa, Reikiavik, con escandinavos que traían consigo esclavos de origen celta. Cuentan las sagas, además, que aquellos vikingos secuestraban a las mujeres celtas más bellas y se las llevaban a esta isla de hielo y fuego.

Y así es como se crea Islandia , cuya historia también está inscrita en el ADN de sus habitantes. Un nuevo estudio, recogido esta semana en Science, demuestra que los primeros pobladores de la isla fueron nórdicos, celtas y también individuos que ya arribaron con mezcla de ADN y que presumiblemente procedían de asentamientos vikingos en lo que es hoy Reino Unido -sobre todo Escocia y norte de Inglaterra- e Irlanda.

Un esqueleto perteneciente a una mujer que data de la Islandia precristiana, antes del año 1000. (Ivar Brynjolfsson / The National Museum of Iceland).

Pero, sorprendentemente, la investigación señala que los actuales islandeses poco tienen que ver, genéticamente, con sus ancestros. De hecho, tras analizar el genoma de 25 restos fósiles hallados en enterramientos antiguos repartidos por toda la isla, los científicos han visto que los primeros colonos islandeses son muy similares genéticamente a la actual población escandinava, pero difieren de los habitantes vivos de esta isla volcánica.

Según este estudio, la genética de los islandeses modernos habría sido modelada a lo largo de los últimos 1100 años por las condiciones de extrema dureza y de aislamiento.

“La actual genética de los islandeses es consecuencia del aislamiento, las repetidas hambrunas y epidemias que han azotado la isla y que nos han llevado a una pérdida sustancial de diversidad genética”, explica a Big Vang Kári Stefánsson (izquierda), científico al frente de de CODE y coautor del trabajo. “Somos un ejemplo fascinante de cómo una población es modelada dramáticamente por el ambiente. Comparar el genoma de los actuales islandeses con el de los primeros pobladores demuestra como esta tierra ha cambiado a sus habitantes”.

Precisamente, al comparar ambos genomas se aprecia que el ancestro vikingo en Islandia pasó del 57%, en el momento de la colonización de la isla a un 70% actual. Según Stefánsson, ese cambio seguramente tiene que ver con un menor éxito reproductivo de los celtas. “Muchos de ellos eran esclavos que fueron traídos a la isla contra su voluntad”. También puede que haya influido una ola de inmigración danesa posterior. Dinamarca mantuvo control sobre Islandia desde 1380 hasta 1944; en 1930, por ejemplo, había 745 daneses en una población de 108.629 islandeses.

“Como cosa curiosa, hemos encontrado el primer caso de una anomalía cromosómica en un individuo, el síndrome de Klinefelter, que hace que un hombre tenga dos cromosomas X. Si bien son hombres, porque el cromosoma Y determina el género masculino, al tener doble cromosoma X, padecen ginecomastia [agrandamiento de las glándulas mamarias] y otros rasgos femeninos; son estériles, y padecen retraso mental”, cuenta a Big Vang el paleogenetista Carles Lalueza-Fox (derecha), investigador del Institut de Biologia Evolutiva (UPF-CSIC) y coautor de este trabajo.

El Dorado de los estudios genéticos

Una pareja contempla una cascada en Islandia (yulkapopkova / Getty Images/iStockphoto)

“Islandia es seguramente la población mejor estudiada genéticamente”, asegura Carles. “Lo que hemos hecho ahora es completar su estudio genético con una base de datos genómicos de los primeros pobladores”, añade.

La historia de esta investigación se remonta a 2001, cuando desde de CODE, la compañía islandesa que lidera los estudios de análisis genético de la isla, le pidió a Lalueza-Fox que les ayudara a instalar un laboratorio de ADN antiguo en el Museo Nacional de Historia de Islandia. El investigador catalán se pasó un verano en Reikiavik asesorándolos y comenzaron de forma conjunta a estudiar las muestras que el museo tenía de restos antiguos.

“Se trata de una población que ha estado aislada durante los últimos 1100 años, que es una muestra pequeña -330.000 habitantes- pero lo suficientemente grande como para que estén todas las enfermedades representadas. Todas esas características convierten a Islandia en un gran laboratorio experimental para encontrar la base genética de muchas enfermedades complejas”, considera este paleogenetista, quien remacha que, asimismo, “combinando la información genética con la genealogía, ya que muchos islandeses actuales son capaces de retroceder en su árbol genealógico incluso hasta los primeros vikingos, se podrá llegar a estudiar cómo emergen determinadas mutaciones o enfermedades”.

Fuente: lavanguardia.com| 31 de mayo de 2018

El Museo Íbero de Jaén y Peal de Becerro acogerán los días 7, 8 y 9 de junio un congreso internacional sobre la Cámara de Toya

Llevará por título ‘El reflejo del poder en la muerte’ y se enmarca en el programa de actividades de conmemoración del centenario de su declaración como Monumento Artístico

28/05/2018.- El Museo Íbero de Jaén y el municipio de Peal de Becerro acogerán los días 7, 8 y 9 de junio el Congreso Internacional ‘El reflejo del poder en la muerte. La Cámara Sepulcral de Toya’, dentro del programa de actividades que se está desarrollando con motivo del centenario de su nombramiento como Monumento Artístico.

“La Cámara de Toya, en Peal de Becerro, es el mayor exponente de la arquitectura funeraria ibérica del siglo IV a.C., reflejo del poder de las élites aristocráticas del momento. De ahí el título del congreso”, explicaba  en la presentación de este encuentro ante los medios de comunicación la Subdirectora de Investigación del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA, Carmen Rísquez Cuenca.

En su opinión, la Cámara de Toya brinda la oportunidad de reflexionar y debatir, desde los nuevos supuestos teóricos y metodológicos en los que se ha ido avanzado en las últimas décadas sobre las dinámicas sociales a partir de los espacios funerarios entre el siglo VII y el siglo I a.C, analizando cómo se expresa el poder de las élites en la muerte y estableciendo un diálogo entre la Península Ibérica y el Mediterráneo,  a través de la cultura Etrusca. “Durante tres días, tendremos ocasión de compartir espacio, contenidos científicos y experiencias con un nutrido grupo de investigadores e investigadoras, relevantes tanto a nivel internacional como nacional, a través de conferencias y ponencias”, explicó.

En la presentación también participaron la Vicerrectora de Proyección de Cultura y Deportes de la UJA, María Dolores Rincón González; el Director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA, Manuel Molinos Molinos; la Delegada Territorial de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía en Jaén, Pilar Salazar Vela; el diputado de Cultura y Deportes de la Excma. Diputación Provincial de Jaén, Juan Ángel Pérez Arjona, y la alcaldesa del Ayuntamiento de Peal de Becerro, Ana Dolores Rubia Soria.


Programa

La primera jornada de este encuentro se desarrollará en el Museo Íbero de Jaén y la abrirá el profesor emérito de la Universitá degli Studi di Perugia y doctor honoris causa de la UJA Mario Torelli, que ofrecerá la conferencia inaugural. A continuación se desarrollarán las tres primeras comunicaciones, centradas en una mirada retrospectiva e historiográfica sobre Juan Cabré y la Cámara de Toya.

El congreso continuará al siguiente día en Peal de Becerro, donde se analizarán, por ejemplo, la necrópolis de la Loma del Boliche (Cuevas del Almanzora, Almería) y la de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén). Los demás bloques permitirán a los participantes hacer un recorrido por distintas áreas ibéricas, con una revisión y nuevas lecturas a partir de la documentación arqueológica reciente, relativas al mundo funerario del  área contestana,  o las necrópolis ibéricas de Murcia. Por la tarde, se analizará la estructura de la familia y del linaje gentilicio en los espacios funerarios del Valle del Guadiana Menor, la necrópolis de Pozo  Moro (Chinchilla, Albacete) y se abordará la imagen de la Dama de Elche, con la reconsideración de esta emblematica escultura. Por último, se expondrán tres nuevos ejemplos de caso, los dos primeros sobre lo que ha supuesto la reexcavacion de dos necropolis emeblemáticas en la provincia de Granada, como la de Tutugi en Galera y  Cerro del Santuario en Baza, para concluir con la Cámara de Piquia (Arjona).

Finalmente el sábado 9 de junio, tras una charla sobre los solsticios y equinocios en la Cámara de Toya, se realizará una visita a la misma para concluir con la conferencia de clausura que pronunciará Rosa María Cannavacciuolo, de la Universitá Degli Studi Del Molise, en la que se volverá de nuevo a la sociedad etrusca para indagar en el imaginario social ideologógico y en la construccion de las identiddes, en este caso destacando el rol de algunas mujeres etruscas.

El congreso está organizado por el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén y el Ayuntamiento de Peal de Becerro, con la financiación de la Diputación de Jaén y la colaboración de la Junta de Andalucía, el Museo Arqueológico Nacional, el Instituto de Estudios Giennenses y el Museo Ibero. Está dirigido a investigadores, estudiantes de Grado y de postgrado y también a toda la ciudadanía y el plazo de matrícula está abierto.