La basílica romana de San Pablo desvela los restos de su pasado amurallado

La imponente basílica, una de las cuatro papales y propiedad extraterritorial del Vaticano, comenzó a construirse donde se cree que fue sepultado el apóstol San Pablo, después de que el emperador Constantino promulgara el fin de la persecución cristiana en el 313.
En un primer momento se erigió un pequeño templo de tres naves pero, con el paso del tiempo y ante el incesante aumento de los peregrinos, se levantó una enorme basílica patriarcal, embellecida y ampliada después por los distintos papas a lo largo de la historia.
Se alza, imponente, en la vía Ostiense, entonces una vasta necrópolis a las afueras de Roma, pero ya entre el siglo VIII y el X a los pies del templo se empezaron a construir edificios, todos dentro de unas murallas contra posibles ataques sarracenos.
En concreto las inmediaciones de la basílica fueron fortificadas por orden del papa Juan VIII y la ciudadela, conocida desde entonces como Iohannipolis, permaneció así hasta el siglo XIV, cuando un terremoto echó abajo los muros, hoy completamente desaparecidos.


Esta área arqueológica, de alto interés histórico, fue sacada a la luz en 2007 y ahora puede apreciarse con unas modernas instalaciones con paneles, esquemas cronológicos, una iluminación precisa y un recorrido elevado en metacrilato sobre las ruinas.

La profesora de topografía cristiana, Lucrezia Spera (izquierda), que ha trabajado en la exposición, explicó a Efe que "finalmente abre al público en un modo más claro una zona que detalla los complejos asentamientos que se formaron en torno a los grandes santuarios".

Permite al visitante imaginar la vida entre aquellos muros, los huertos de los frailes, el tránsito de los peregrinos o la vida en un auténtico burgo enclavado en los suburbios de la Ciudad Eterna.

Precisamente la importancia de este yacimiento reside en que es "único" pues, a pesar de que estas urbanizaciones se dieron alrededor de otros templos de la ciudad, como San Pedro del Vaticano o San Lorenzo, estas acabaron desapareciendo.

"Son evidencias que permiten tocar lo que se conocía solo por las fuentes históricas", celebró la experta.
Así puede constarse la transformación de la enorme necrópolis en toda una ciudad amurallada en torno a la tumba del apóstol de los gentiles: "Los antiguos lugares de sepultura se convirtieron en un lugar de casas y de actividad que normalmente se hacían en la ciudad. Fue un fenómeno extraordinario", subrayó Spera.

En el lugar se aprecia el basamento de las columnas que formaron parte de un corredor cubierto de 2 kilómetros que unía el templo con la puerta de la ciudad, para facilitar la llegada de los peregrinos que en el siglo VIII visitaban el sepulcro de san Pablo de Tarso.


También constan los restos del monasterio que el papa Gregorio II (715-731) mandó levantar para unificar el femenino de San Estéfano y el masculino de San Cesáreo, así como otras construcciones urbanas como un pozo y objetos cotidianos, presumiblemente del convento.

En el lugar también puede apreciarse la que con toda seguridad es su construcción más antigua, la esquina de un edificio de ladrillos que corresponde a una de las "casas de pobres" (pauperus habitacula) que el papa Símaco mandó construir en el remoto siglo V.

Así como una torreta cuadrangular que podría corresponder a uno de los campanarios con los que se convocaba a los frailes, uno de los pocos ejemplos de estos edificios en la ciudad, pues por su pequeño tamaño no podía responder a funciones defensivas.

En el espacio hay incluso una tubería en plomo que ha sobrevivido al tiempo y en la que aún puede leerse una inscripción en latín que no deja lugar a dudas de su ubicación: "Pertenencia de San Pablo".


De este modo la basílica recupera una parte importante de su hoy extinto pasado fortificado, que cayó en declive entre el siglo XI y el XV, con graves carencias de manutención, y finalmente abandonado por su insalubridad, dadas las continuas inundaciones del río Tíber. De hecho la zona, según se explica, acabó siendo empleada para el cultivo y la ganadería, estabulando las bestias en aquellos muros que tantos peregrinos y romanos habitaron en el pasado.

En el proyecto de examen, conservación, restauración y exposición han colaborado los Museos Vaticanos, el Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, la Universidad de La Sapienza y la abadía de San Pablo Extramuros.

Fuente: canarias7 | 12 de julio de 2018

El plural "Asturias" para definir al territorio se usa desde el 790

El tránsito desde el vocablo romano "Asturia" al plural "Asturias" para definir el territorio fue un cambio drástico, que se puede fechar en el 790, y que marca el nacimiento de un proyecto político que florecerá durante el reinado de Alfonso II. Esta es la hipótesis de defendió ayer el historiador Ángel Ocejo Herrero en la primera jornada del congreso internacional "1300 años del origen del Reino de Asturias. Del fin de la Antigüedad Tardía a la Alta Edad Media en la Península Ibérica (650-900)", que se celebra en el Museo Arqueológico de Asturias.

Durante su comunicación, Ocejo retrocedió hasta la época de la ocupación romana para explicar como los romanos usaron el vocablo "Asturia", relacionado con los "astures" que poblaban la zona, para definir una zona algo superior a la actual Asturias, sobre todo hacia el sur, dentro de su división administrativa.

El nombre "Asturia" se mantendría en época visigoda y también durante casi todo el siglo VIII. No es hasta el año 790, en un documento firmado por Bermudo I, que Ocejo localiza la primera alusión a "las Asturias", algo que conecta con el nacimiento de un proyecto político. En el 791, Bermudo I abdica en favor de su sobrino, que pasa a reinar con el nombre de Alfonso II. Desde ese momento, señala Ocejo, "Asturias", en plural, sustituye a "Asturia" en todos los documentos. Aunque el historiador incluye un matiz: la duda de si esa alusión original, la de época de Bermudo I, puede ser una modificación a posteriori, por tratarse de una copia del documento original. En todo caso, insiste, a partir de la época alfonsina se habla siempre de "Asturias".

Foto: Miembros asistentes al congreso visitan el Museo Arqueológico de Asturias.

"Cuando hablamos de 'las Asturias' es porque hay dos o más partes formando ese territorio. No es algo casual, es una solución culta que remite a las 'Etimologías' de San Isidoro de Sevilla", sostiene Ocejo. A su juicio, es la integración de una parte del territorio de la actual Cantabria, fruto de la expansión del reino hacia el este, lo que propicia esta modificación. Tanto es así, señala, que el nombre de "Cantabria", también de origen romano, "queda totalmente eclipsado durante esta época".

Lo que no cambiará en esta época es el nombre de los pobladores: en los documentos siguen apareciendo como "astures", una continuidad desde la época romana que se mantendrá hasta la Baja Edad Media. "Es algo curioso porque ni siquiera define a la totalidad del territorio original, que llegaba más al sur. Los pobladores de esa zona, de más allá de la cordillera, no mantienen el nombre, hay una división ahí", reflexiona Ocejo.

El gentilicio "astures" evolucionará hacia el actual "asturianos" entre el siglo X y el XII, estima el historiador, en un cambio que es seguro que fuese mucho más gradual que el que marcó el cambio de "Asturia" a "Asturias".

Además de la ponencia de Ocejo, en esta primera jornada del congreso Iñaki Martín Viso, de la Universidad de Salamanca, impartió una ponencia sobre las jerarquías territoriales en la meseta del Duero, entre los siglos VII y IX, y se presentaron diversas comunicaciones sobre la ordenación social y del territorio en Galicia, Tarragona, Al-Andalus y las zonas rurales de Asturias en la Alta Edad Media. La jornada concluyó con una visita al Museo Arqueológico guiada por César García de Castro.

Fuente: LNE.es | 12 de julio de 2018

Herramientas de piedra recuperadas en China sugieren que nuestros ancestros salieron de África antes de lo pensado

Imagen tomada en el sitio en que se han descubierto las herramientas por el momento más antiguas halladas fuera de África. (Prof. Zhaoyu Zhu | Nature)

Hace unos 6 millones de años los primeros homínidos se originaron en África y pocos millones de años después se lanzaron a explorar nuevos territorios y lograron conquistar el mundo. Y sin embargo, en ese relato de nuestra especie aún quedan episodios por esclarece, como cuándo exactamente empezaron a migrar los primeros homínidos, quiénes eran o qué rutas siguieron.
Un nuevo hallazgo realizado en China arroja luz sobre al menos una de esas cuestiones, el cuándo. Al parecer, los primeros humanos emprendieron el out of Africa mucho antes de lo que se pensaba. Investigadores de la Academia China de las Ciencias han descubierto un conjunto de herramientas líticas en una meseta al sureste de China algunas de las cuales datan de hace 2,12 millones de años. Son, por el momento, los herramientas de Homo más antiguas encontradas fuera del continente africano y retrasan en al menos 270.000 años la salida de África.

Hasta el momento, se tomaba como referencia para calcular el momento de ese éxodo el fósil homínido africano más antiguo conocido, que es una mandíbula hallada en Etiopía de 2,8 millones de años; y también, fuera del continente africano, los restos esqueléticos y herramientas de piedras encontradas en Dmanisi, en Georgia,de 1,85 millones de años de antigüedad.

Los investigadores trabajan en el altiplano de Loes en el lugar en el que se han encontrado casi un centenar de herramientas líticas que datan de entre 1,2 y 2,12 millones de años de antigüedad. (Prof. Zhaoyu Zhu | Nature)

“La edad del artefacto más antiguo que hemos encontrado es de aproximadamente 2,12 millones de años, lo que implica que los homínidos tuvieron que haber salido de África antes de la fecha sugerida por las pruebas de Dmanisi. Y eso hace que haya que reconsiderar el tiempo en que se produjo la dispersión oficial de los primeros homínidos por el viejo mundo”, escriben los autores de este trabajo, que recoge la revista Nature.

El equipo de arqueólogos ha encontrado en Shangchen, en el sudoeste de China, en la meseta de Loes, un área de unos 270.000 km2, un total de 82 utensilios laminados y otros 14 sin laminar, del Pleistoceno temprano. Entre las herramientas halladas hay lascas, puntas, núcleos, perforadores, percutores, y todos ellos muestran signos de haber sido usados y haber sido creados de forma intencionada. La mayoría están hechos de cuarcita y de cuarzo, materiales que los autores del trabajo apuntan que podrían proceder de las montañas Qinling, a entre 5 y 10 km al sur de donde está ubicado el yacimiento.

“De poderse determinar el origen exacto de esas piedras, obtendríamos información relevante acerca de cómo de lejos transportaban esos primeros homínidos la materia prima”, apunta en un artículo complementario John Kappelman (izquierda), del departamento e antropología y ciencias geológicas de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.). “También sería interesante saber para qué las usaban”, añade.

Junto a esas herramientas, los arqueólogos han hallado huesos de bóvidos, cérvidos y cerdos, pero en el trabajo no han investigado si las habían usado para procesar la carne.

Foto: Herramientas de piedra halladas en China con una antigüedad de 2,1 millones de años. Crédito: Zhu et al./Naturaleza 2018

Ochenta de los utensilios hallados fueron encontrados en 11 capas distintas del suelo fósil, que son coherentes con un clima húmedo y frío, mientras que otros 16 se hallan en capas de loes, un sedimento de cieno formado por la acumulación del polvo en el viento, que indica un clima seco y frío. Esas 17 capas, afirman los autores, se formaron durante un periodo de casi un millón de años y demuestran que distintos tipos de humanos habitaron la meseta, aunque no quizás continuadamente, bajo distintas condiciones climáticas hace entre 1,2 y 2,12 millones de años.

Yacimientos antiguos con presencia de homínidos.

Para datar las capas y poder obtener la edad de las herramientas, se basaron en las propiedades magnéticas de las capas, una técnica que se conoce como paleomagnetismo. Se basa en el hecho de que el campo magnético de la Tierra se invierte cada cierto tiempo, y el polo norte magnético se convierte en el sur y viceversa.

Kappelman explica que los minerales magnéticos que hay en los sedimentos actúan como pequeñas brújulas que registran la polaridad. Es más, cuando los sedimentos se aglutinan y forman rocas, esa polaridad queda atrapada. Y es precisamente en eso en lo que se basaron los arqueólogos para datar los instrumentos.

“Nuestro descubrimiento implica que hay que reconsiderar el tiempo en que los primeros humanos salieron de África”, concluye en un comunicado Robin Dennell, investigador de la Universidad de Exeter y coautor de esta investigación.

Fuente: lavanguardia.com | Nature | 11 de julio de 2018

El origen del hombre no es uno, sino muchos distintos

El mosaico de fósiles, artefactos y ambientes en toda África indica que nuestra especie surgió de las interacciones entre un conjunto de poblaciones cuya conectividad cambió a través del tiempo - Yasmine Gateau/Max Planck Institute for the Science of Human History

La historia de la evolución humana dista mucho de ser lineal. Es un intrincado mosaico de especies, cruces y migraciones en el que no es fácil colocar cada pequeña pieza. Los nuevos descubrimientos arrojan luz sobre el laberinto de nuestros orígenes, pero en vez de simplificarlo lo enredan más y más. Un buen ejemplo es la última investigación presentada por un equipo internacional de científicos.
Hasta ahora, muchos habían supuesto que los humanos primitivos se originaron en África como una sola población ancestral relativamente grande, pero el nuevo consorcio científico cree que los comienzos fueron mucho mas diversos, con ancestros diseminados por el continente madre, separados entre sí temporalmente por los diferentes hábitats, como bosques o desiertos. Milenios de separación dieron lugar a una asombrosa diversidad de formas humanas, cuya mezcla finalmente dio origen al Homo sapiens.

Artefactos culturales de la Edad de Piedra del norte y sur de África- Eleanor Scerri / Francesco d'Errico / Christopher Henshilwood

Si bien está ampliamente aceptado que nuestra especie nació en África, no está muy claro cómo evolucionamos dentro del continente. En un artículo publicado esta semana en la revista «Trends in Ecology and Evolution», el equipo pone en cuestión la idea de que existiera una sola población que intercambiaba genes y tecnologías, como las herramientas de piedra, de una manera más o menos aleatoria.

A partir del estudio de huesos, piedras, genes, y algo mucho menos habitual como son las reconstrucciones nuevas y más detalladas de los climas y hábitats de África en los últimos 300.000 años, los investigadores han llegado a sus propias conclusiones, mucho más complejas.

«Las herramientas de piedra y otros artefactos, generalmente conocidos como cultura material, tienen distribuciones notablemente agrupadas en el espacio y en el tiempo», dice la autora principal del estudio, Eleanor Scerri (izquierda), de la Universidad de Oxford en Reino Unido y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania.

«Si bien existe una tendencia continental hacia una cultura material más sofisticada, esta 'modernización' claramente no se origina en una región ni ocurre en un período determinado. Por primera vez, hemos examinado todos los datos arqueológicos, fósiles, genéticos y ambientales relevantes para eliminar los sesgos y suposiciones específicos de campo y confirmamos que una mezcla de origen panafricano concuerda mucho mejor con los datos que tenemos».

"Esto encaja con un modelo de población subdividido en el que los intercambios genéticos no son aleatorios ni frecuentes y nos permite comenzar a detallar los procesos que configuraron nuestra historia evolutiva".

Los fósiles humanos cuentan una historia similar. «Cuando observamos la morfología de los huesos humanos en los últimos 300.000 años, vemos una compleja combinación de rasgos arcaicos y modernos en diferentes lugares y en diferentes momentos», explica Chris Stringer (derecha), investigador del Museo de Historia Natural de Londres y coautor en el estudio. «Al igual que con la cultura material, sí vemos una tendencia continental hacia la forma humana moderna, pero diferentes características modernas aparecen en diferentes lugares en diferentes momentos, y algunas características arcaicas están presentes hasta muy recientemente».

Ciclos de aislamiento

Los genes están de acuerdo. «Es difícil conciliar los patrones genéticos que vemos en los africanos vivos y en el ADN extraído de los huesos de los africanos que vivieron en los últimos 10.000 años, con la existencia de una población humana ancestral», dice el profesor Mark Thomas (izquierda), genetista del Universite College de Londres y también coautor del estudio.

«Vemos indicios de una conectividad reducida muy profunda en el pasado, algunos linajes genéticos muy antiguos y niveles de diversidad general que a una sola población le costaría mantener».

Cambios evolutivos de la forma de la caja craneana desde una forma alargada a una forma globular. Este último evoluciona dentro del linaje de Homo sapiens a través de una expansión del cerebelo y un abultamiento del parietal - Philipp Gunz, Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva

Para entender por qué las poblaciones humanas estaban tan divididas, y cómo estas divisiones cambiaron a través del tiempo, los investigadores observaron los climas y los ambientes pasados de África, que dan una imagen de las zonas habitables cambiantes y a menudo aisladas.

Muchas de las regiones más inhóspitas de África en la actualidad, como el Sahara, fueron una vez húmedas y verdes, con redes entrelazadas de lagos y ríos, y abundante vida silvestre. Del mismo modo, algunas regiones tropicales que hoy son húmedas y verdes fueron una vez áridas. Estos entornos cambiantes influyeron en las poblaciones humanas, que habrían atravesado muchos ciclos de aislamiento. Esto llevaría a la adaptación local y al desarrollo de una cultura material y una composición biológica únicas, seguidas de una mezcla genética y cultural.

En el futuro, según los autores, esta investigación permitirá a los modelos de historia evolutiva humana rechazar la progresión lineal simple de lo que podría denominarse "morfología arcaica" hacia una explicación más precisa de la complejidad e irregularidad involucrada en la evolución.
«La evolución de las poblaciones humanas en África era multirregional. Nuestra ascendencia era multiétnica. Y la evolución de nuestra cultura material era multicultural», afirma Scerri. «Tenemos que mirar a todas las regiones de África para comprender la evolución humana».

Fuente: abc.es | lavanguardia.com | 11 de julio de 2018

La variabilidad climática acabó con el ' Paranthropus robustus'

Hasta ahora, los registros climáticos de África parecían contradictorios: mientras el norte se volvía más árido, los datos del lago Malawi sugieren exactamente lo contrario. La nueva investigación resuelve esas contradicciones.CC BY-SA 4.0

La alta variabilidad climática y el aumento de la aridez pusieron fin hace 600.000 años a una especie de homínido primitivo, Paranthropus robustus, que vivía en África hacía 2 millones de años.

África desempeña un papel destacado en la evolución humana, y los investigadores la consideran la cuna de la humanidad. A mediados del siglo XX, los antropólogos encontraron fósiles de Paranthropus robustus en Sudáfrica, que pertenecen a una rama lateral evolutiva del Homo sapiens.
Las posibles razones de la extinción ahora han sido sacadas a la luz por un equipo internacional de antropólogos y geocientíficos dirigido por Thibaut Caley de la Universidad de Burdeos. En este esfuerzo, combinaron varios indicadores para reconstruir las condiciones climáticas en el sudeste de África en este momento. Los resultados ahora se publican en la revista Nature.

Misterio climático

La idea de combinar diferentes métodos surgió de una aparente contradicción: mientras que los registros climáticos del norte de África indican que las condiciones se estaban volviendo más áridas, los datos del lago Malawi sugieren exactamente lo contrario. ¿Era realmente cierto que el sudeste de África se volvió más húmedo a medida que el norte de África se volvió más seco? ¿Qué podría haber llevado a la extinción de Paranthropus robustus?
El lago Malawi se encuentra al noreste de la cuenca hidrográfica del Limpopo, uno de los ríos más grandes de África. En la bahía de Maputo (Mozambique), el Limpopo desemboca en el Océano Índico. El núcleo del sedimento, el archivo investigado por los investigadores para este estudio, fue tomado de aquí.
Los núcleos de sedimentos marinos permiten a los investigadores observar una secuencia de cambios climáticos durante largos períodos de tiempo. Los microfósiles y el polen de la tierra también son arrastrados al océano por el río Limpopo y depositados en el fondo del océano. Esto permite que los hallazgos de los sitios en la tierra se comparen con su desarrollo temporal.

Como señala la coautora Lydie Dupont (derecha), de la Universidad de Bremen, los datos de la tierra a menudo solo abarcan períodos de tiempo cortos, pero pueden proporcionar pistas importantes sobre las ocurrencias de las especies y sus fuentes de alimentos. Con la ayuda de los núcleos de sedimentos, los científicos tuvieron acceso a un registro climático que abarca aproximadamente 2,14 millones de años.

El equipo combinó diferentes tipos de análisis. Se investigaron el hidrógeno y los isótopos de carbono (permiten calcular la antiguedad de un fósil) de los fósiles de plantas moleculares, y estos se compararon con los resultados de los análisis de polen y las composiciones de los elementos. Cada análisis fue una pieza de un complejo rompecabezas que els permitió "ver", o al menos calcular, como era el clima de la región en las épocas del Paranthropus.

Además, el equipo determinó los cambios en las temperaturas de la superficie del mar durante este período de tiempo, lo que les permitió evaluar la influencia del océano en el clima terrestre. Combinando sus resultados con los datos de la literatura, los investigadores pudieron sacar conclusiones sobre las causas de los cambios climáticos que ocurrieron durante el tiempo en que Paranthropus robustus vivió y finalmente desapareció.

El área de captación del río Limpopo. Aquí vivió un ancestro del hombre, el 'Paranthropus robustus', hace unos dos millones de años. Crédito: MARUM - Centro de Ciencias Ambientales Marinas de la Universidad de Bremen

Los resultados combinados de Limpopo muestran una imagen diferente a la del estudio del lago Malawi. Desde hace aproximadamente un millón de años hasta hace 600.000 años el clima se volvió sustancialmente más árido. Al mismo tiempo, la variabilidad climática aumentó notablemente.

"Lo que finalmente llevó a la extinción es difícil de decir", dice el coautor Enno Schefub, también de la Universidad de Bremen. Los cambios climáticos siempre conducen a adaptaciones por parte de los organismos, incluida la adaptación de sus hábitos de alimentación. Si las condiciones cambian extremadamente rápido en un corto período de tiempo, los organismos son menos aptos para adaptarse evolutivamente a las circunstancias alteradas.

De acuerdo con los hallazgos en la región de Limpopo, Paranthropus robustus murió hace 600.000 años precisamente por esas causas.

Fuentes: elespectador.com | PHYS ORG | 10 de julio de 2018

Los romanos podrían haber cazado ballenas en el Mediterráneo, según un estudio

Fotografía facilitada por la Universidad de Cádiz de algunos de los tanques de salazón de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia, cerca de la actual Tarifa, uno de los yacimientos arqueológicos de ciudades romanas en los que se han encontrado 25 restos arqueozoológicos que revelan que el Mediterráneo fue hace 2.000 años hogar de dos especies de ballenas hoy desaparecidas / Efe / Carmen Rodríguez


El Mediterráneo fue hace 2.000 años hogar de dos especies de ballenas hoy desaparecidas de ese mar, como revelan los restos óseos descubiertos en varios yacimientos arqueológicos de España, los cuales sugieren que los romanos tuvieron industria ballenera.

Foto: Restos óseos de ballenas hallados en la costa gaditana

Un equipo internacional de ecólogos, arqueólogos y genetistas realizó análisis moleculares de ADN para establecer que los restos pertenecían a la ballena gris y a la franca glacial.
Antes de este estudio, que publica hoy Proceedings of the Royal Society of London B, se había asumido que el Mediterráneo estaba fuera del área de distribución histórica de ambos ejemplares, que hoy son dos especies muy amenazadas que subsisten en el Atlántico norte y en el Pacífico norte, respectivamente.

El profesor de arqueología marina Darío Bernal Casasola (izquierda), de la Universidad de Cádiz y coautor del estudio, dijo a Efe que el equipo por él dirigido encontró 25 restos arqueozoológicos en las ciudades romanas de Baelo Claudia (Tarifa), Iulia Traducta (Algeciras), Septem (Ceuta) y en el de Tamuda, en la ciudad marroquí de Tetuán.

Ambas ballenas son especies migratorias y su presencia al este del estrecho de Gibraltar es «un fuerte indicio» de que entraban en el Mediterráneo para que nacieran sus crías, señala el estudio.
Durante el periodo romano, el estrecho de Gibraltar era el centro de una gran industria de tratamiento pesquero, cuyos productos se exportaban a todo el imperio y los restos han aparecido -señaló- en yacimientos vinculados a la explotación y producción del atún en salazón y de salsas que consumían los romanos como el garum.

Vista aérea de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia (cerca de Tarifa, Andalucía). Las instalaciones de tratamiento de pescado [en el cuadrado rojo] están situadas justo al lado de la playa / UCA

El estudio demuestra -dijo Bernal- que esas especies de ballenas estuvieron en el estrecho de Gibraltar en época romana, «lo que no se sabía» y «permite reforzar» la idea de que antes del inicio de la pesca de la ballena, que tradicionalmente se atribuye a los vascos en el Medievo, ya debía de haber una aprovechamiento de los cetáceos.

El descubrimiento de los restos hace plausible esa hipótesis, pues esos dos tipos de cetáceos y sus crías «debían llegar muy cerca de la costa, incluso para ser vistos desde tierra», por lo que pudieron ser cazados con barcos de remos y arpones de mano, según la autora principal del texto, Ana Rodrigues (derecha), investigadora del francés Centro Nacional para la Investigación Científica.

La identificación de los esqueletos fue posible con técnicas moleculares basadas en el código de barras del ADN antiguo y la huella de colágeno, métodos que «abren una nueva ventana al pasado de los ecosistemas», dijo Camila Speller (izquierda), de la británica Universidad de York, en un comunicado.
Estas técnicas confirmaron además la existencia de una escápula de ballena gris en un poblado prerromano costero de Asturias con señales de haber sido descarnado, lo que podría tratarse del «embrión de la industria ballenera desarrollada en la costa cantábrica durante la Edad Media», según Carlos Nores (derecha), de la Universidad de Oviedo.

El hecho de saber qué especies de ballenas costeras estaban presentes en el Mediterráneo hace 2.000 años aporta una nueva luz a las fuentes históricas antiguas.
Así, «finalmente podemos entender adecuadamente la descripción, hecha en el siglo I por el famoso naturalista romano Plinio el Viejo sobre las orcas atacando a una ballena y sus crías en la bahía de Cádiz», relató otra de las autoras del estudio Anne Charpentier (izquierda), de la Universidad de Montpellier (Francia).

Los autores aconsejan a historiadores y arqueólogos que reexaminen sus conocimientos sobre las ballenas costeras cuando formaban parte de ecosistema marino mediterráneo y que «consideren la posible existencia de una industria ballenera romana».
«Parece creíble que hayamos perdido y luego olvidado dos grandes ballenas en un región tan bien conocida como es el Mediterráneo», indicó Rodrigues. «Una se pregunta cuántas cosas habremos olvidado».

El estudio ha sido realizado, entre otros organismos, por la Universidad de Cádiz, el Instituto de recursos naturales y ordenación del territorio de la Universidad de Oviedo y el Centro de experimentación pesquera de Gijón. EFE

Fuentes: larazon.es| SINC | 11 de julio de 2018