Confirmada la autenticidad de códices de plomo con los textos más antiguos conocidos sobre Jesús

Símbolos en uno de los códices de plomo. (© David Elkington)

En el año 2007 se mostraron a Jennifer Solignac y David Elkington imágenes de un conjunto de libros, códices para ser exactos, recientemente descubiertos. Eran sorprendentes de una manera particular: estaban compuestos casi enteramente de plomo impuro. Los intentos de llevar los códices de plomo ante los ojos del público muy pronto condujeron a la controversia y a las críticas de quienes opinaban que eran falsos, críticas procedentes de personas e instituciones que ni siquiera los habían analizado jamás.

Sin embargo, el paciente análisis y la investigación han puesto de manifiesto el hecho de que los códices de plomo son auténticos y antiguos.

Una visita a la patria de los códices de plomo

"Se nos había mostrado un conjunto de libros o códices de extraño aspecto – una serie de placas de plomo unidas por alambre de plomo - setenta en total, y conseguimos tomar numerosas imágenes detalladas de alta definición. Ahora teníamos que descubrir el valle de donde provenían los códices. Se encuentra en el norte de Jordania. En el transcurso de varias visitas que hicimos en los años 2009 y 2011 descubrimos mucho: una cámara funeraria intacta del primer siglo, una almazara y todas las señales de que había sido habitado durante largo tiempo. Había cuevas en todas partes, y no solo eso, además sabíamos que los primeros cristianos habían estado aquí: aún había una celda monástica cristiana intacta en el acantilado".

Tumba cristiana primitiva en el yacimiento del valle situado en el norte de Jordania. (© David Elkington)

“Más importantes que los Manuscritos del mar Muerto”

Lo que estábamos viendo eran libros muy antiguos. El descubrimiento muy pronto fue descrito por el Director de Antigüedades de Ammán (Jordania) como ‘más importante que los Manuscritos del mar Muerto, y aquí estábamos en el norte de Jordania, en busca de documentos que muy bien podían cambiar todo lo que sabemos sobre el origen del cristianismo.

Los documentos vieron por primera vez la luz en el año 2007, cuando nos solicitaron una primera evaluación inicial. A primera vista parecían poco llamativos - extraños libros de cuero con un aspecto bastante machacado y, francamente, este tipo de objetos a menudo están a la venta. Desde el descubrimiento de los textos de Nag Hammadi en 1945 códices de todo tipo han inundado el mercado, la mayoría de ellos falsos.

Sin embargo, fue cuando nos informaron de que estaban hechos enteramente de plomo en lugar de cuero cuando nos dimos cuenta de que estábamos ante algo único. Este hecho pronto fue confirmado por una consulta realizada al Fondo de Exploración de Palestina con sede en Londres: no pudimos encontrar nada relacionado con códices de plomo.

Símbolos grabados sobre uno de los códices de plomo. (© David Elkington)

Los códices son auténticos

El análisis inicial realizado en varios laboratorios importantes confirmó la procedencia romana del plomo. El trabajo era ahora descubrir si se trataba de plomo romano reutilizado: reutilizado por astutos falsificadores a la caza de ávidos y ricos compradores, a menudo bastante crédulos.
Diez años y quince análisis independientes más tarde supimos que los códices eran auténticos. Pero para entonces ya había comenzado una campaña para acallarlos. Surgieron voces disonantes afirmando que el metal podía ser antiguo, pero había sido trabajado de nuevo para crear estos códices.

Fue el profesor Roger Webb, del Ion Beam Centre de la Universidad de Surrey, trabajando con Matthew Hood, un analista independiente, quien finalmente fue capaz de refutar por completo esta suposición. El metal no solo era viejo, sino que además presentaba todos los signos de ser muy antiguo. Los códices eran auténticos.

La corrosión y el desgaste en torno a los agujeros y el alambre con que se encuadernaron las láminas sugieren que estas páginas se pasaron a menudo en el pasado. (© David Elkington)

En busca de señales de radiación y corrosión

La primera observación fue realmente sencilla: si no había ninguna radiación activa procedente del metal entonces no era un producto de la era moderna. Esto se debe a que en 1945 se detonaron las primeras bombas atómicas en los desiertos de nuevo México. Este acontecimiento envió polonio radiactivo al cielo, y desde ese día cualquier metal fabricado en las fundiciones de todo el mundo contiene polonio radiactivo. La ausencia de este elemento en los códices fue uno de muchos factores críticos.

Otro fue el estado de la corrosión en la superficie de los códices.

El plomo moderno no sólo es muy puro, sino también muy maleable al tacto; es como la plastilina cuando es golpeado para formar láminas. El plomo de los códices es muy impuro pero, significativamente, es frágil y en algunos casos se fractura con facilidad. Dicho en pocas palabras, nunca nadie había visto o manipulado un plomo como éste –una observación habitual de aquellos que han estado en contacto con él. Bajo el microscopio exhibe todas las cualidades de una gran antigüedad, con impurezas cristalinas brotando del metal y dejando agujeros a su paso– un proceso que requiere más de 1.800 años.

Importante acumulación de compuestos minerales en el interior de agujeros y grietas. (© David Elkington)

Dibujos de símbolos sagrados

El trabajo de los metalúrgicos estaba hecho. Ahora teníamos que averiguar qué eran –y la respuesta fue impactante: ya que en el corazón del descubrimiento había algo asombroso, algo de una profunda santidad, tanto si se es creyente como si no.

El conjunto de libros que Jennifer y yo habíamos visto tanto en Jordania como en Israel eran en su mayoría de pequeño tamaño, no mucho más grandes que el libro de bolsillo promedio. Algunos son incluso más pequeños, no mayores que la palma de la mano de un hombre. Todos ellos tienen ilustraciones de palmeras y menorás en sus láminas, además de otros símbolos. La escritura que predomina en ellos es el paleo-hebreo, una lengua que se remonta a unos mil años antes de Cristo. De forma reveladora también se observa el arameo: la lingua franca del tiempo de Jesús. Así pues, tenemos un vínculo entre dos periodos separados.

Curiosamente, uno de los aspectos más llamativos de las ilustraciones de los códices es la presencia de la arquitectura típica del Templo. En un códice puede verse el interior del Templo: en términos de la época esto habría sido visto como una imagen prohibida, así como la representación del candelabro de siete brazos. En su día éste era considerado mobiliario de Dios – y procedía del lugar más sagrado del templo, el Sancta Sanctorum o ‘Santo de los Santos’.

Representación de la menorá de siete brazos en uno de los códices. (© David Elkington)

¿Fue esta la razón por la que los códices fueron sellados y escondidos en cuevas? ¿Porque eran objetos santos que representaban secretos prohibidos a todo el mundo menos a los iniciados? El Segundo Libro de Esdras (14,25-46), un antiguo texto hebreo-cristiano, nos habla de la confección de noventa y cuatro libros - setenta de los cuales fueron más tarde escondidos en una cueva.

Sin embargo, más reveladora resultaba la mención de un pequeño libro en Apocalipsis 5 . (Éste se traduce a menudo – y erróneamente – como un rollo manuscrito, pero el griego original dice biblioridion – término que significa libro, no rollo). Este libro coincide con la descripción del códice principal del descubrimiento, un pequeño libro con siete sellos por un lado. En su portada hay un retrato de una típica figura del Nazareno. La descripción de éste parece que concuerda con la dada en el Apocalipsis, lo que significa sólo una cosa: que se trata de un Apocalipsis. No nos referimos al fin del mundo evidentemente, sino más bien a un libro sobre una visión, acerca de los secretos del templo.

Según los eminentes expertos hasta ahora implicados en la evaluación de la lengua y la iconografía de los códices, el hecho de que estos textos existan bajo la forma de un libro apunta a la probabilidad de que sean documentos del cristianismo primitivo – los más antiguos descubiertos hasta ahora. Las traducciones realizadas hasta el momento parecen apuntar en esa dirección.
Pero el texto no parece ser más que un conjunto aleatorio de citas de Proverbios, Salmos, Daniel y otros libros del Antiguo Testamento. ¿Qué es lo que estaban intentando transmitir realmente?

Testimonia

Bueno, la respuesta es que si leemos el resto de las citas estos pasajes comienzan a revelar mucho. En esencia estos libros son testimonia. Dan testimonio da la verdad tal y como fue revelada de boca del Mesías. Estos libros nos hablan de la venida de un Mesías, de un gran Rey que liberará a su pueblo – y los liberará de la opresión: pero nos hablan de una liberación de este mundo, de la liberación de la carga de tener que pagar impuestos al César. Hablan de un gran acontecimiento que el Mesías ha venido a supervisar, y también de muchas otras cosas.

La aparición de estos libros ya había sido predicha. En la década de 1950, el Dr. Hugh Schonfield estaba traduciendo el Documento de Damasco, uno de los Manuscritos del mar Muerto, cuando se dio cuenta de que el texto hablaba de un libro de metal, un objeto muy sagrado que, según sugería el texto, tenía un retrato del Santo en su cubierta. Ésta es una buena descripción del códice principal del descubrimiento.

‘El rostro de Dios’ en los códices de plomo. (© David Elkington)

¿Podría ser éste el primer icono de la historia? ¿El icono del que derivan todos los demás iconos? ¿Ha vuelto Cristo, como él mismo predijo en el Nuevo Testamento?

El cristianismo tiene sus secretos.

Y cuando se tiene un secreto, se tiene poder sobre quienes lo desconocen. Tal vez por esa razón ciertas personas y organizaciones tienen miedo de estas reliquias sagradas. También podría ser la razón por la que un Papa medieval, Inocencio III, dio instrucciones para que estas reliquias fuesen localizadas y posteriormente destruidas.
Sólo el tiempo lo dirá.

Autor: David Elkington
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuente: ancient-origins.es | 14 de septiembre de 2018

El alucinante nuevo hallazgo arqueológico de Canarias

El Cabildo de Gran Canaria ha anunciado el hallazgo, en la última excavación arqueológica llevada a cabo en la Cueva Pintada de Gáldar, de ocho burgaos decorados de características realmente singulares.

Estas muestras ponen de relieve un género de piezas que desvela una concepción estética que va más allá de lo hasta ahora conocido en el mundo prehispánico insular y que destaca por implicar un trabajo artesano de una sutileza inédita.
Y es que alcanzar la decoración de estos burgaos exige una destreza técnica que desposee a la pieza de su superficie para mostrar el nácar, dejando al descubierto una delicada estética que podría ser calificado de filigrana.

El presidente de los grancanarios, Antonio Morales (NC), apunta que tanta es la precisión que se exige, que los expertos que han abordado en el presente la tarea de imitar la técnica utilizada por los antepasados de la isla tan sólo lo han logrado con la ayuda de un bisturí.


Esta decoración diferencia claramente estos burgaos de los encontrados en este centro del Cabildo en campañas anteriores, caracterizados por incisiones que van trazando motivos lineales y geométricos en la superficie de la última espira o vuelta que muestran variadas composiciones, algunas muy simples y otras de mayor complejidad.

En estas ocho piezas la decoración realizada demanda gran precisión para eliminar las capas superficiales del molusco para dejar visible el nácar en la mayor parte de la concha.
A medida que se trabaja la superficie, también se va dejando una línea de esa capa externa, la que recorre la sutura entre dos espiras o vueltas, dando la impresión de un pequeño cordón que recorre la pieza de forma sutil.

El ejemplar más llamativo es, sin duda, uno de forma cónica, de dureza y tamaño considerable, que fue trabajado de forma concienzuda y posee un intenso pulido. Al día siguiente del impactante hallazgo se recuperó un ejemplar casi «gemelo», de menor tamaño pero de idéntica ejecución. Un mismo diseño, una misma factura que habla, con toda probabilidad, de una misma mano artesana.
Morales recalca junto al consejero de Cultura, Carlos Ruiz, que estos descubrimientos confirman la importancia del legado prehispánico y ayudan a comprender las dinámicas sociales que tenían lugar en el antiguo poblado de Agáldar. En esta línea, expone la necesidad de seguir apoyando la investigación para ahondar en el conocimiento y la difusión de este saber entre la ciudadanía.

En cuanto al registro completo del material recuperado, ascienden a 187 nuevos registros clasificados en función del tipo de material: cerámica (principalmente prehispánica aunque también hay fragmentos de cerámica colonial) y entre la cual destaca una pintadera triangular, así como restos de fauna terrestre, marina y malacofauna, además de elementos variados de industria lítica (tallada y pulimentada) y algunos elementos metálicos.

La campaña de excavación arqueológica de 2018 en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada en Gáldar fue llevada a cabo en la estructura 61 y dio continuidad a los trabajos realizados durante las campañas emprendidas desde 2013 en este yacimiento arqueológico.


El trabajo de campo se realizó del 16 al 28 de julio, a lo que habría que sumar las dos primeras semanas de agosto, dedicadas exclusivamente al estudio y procesado de material recuperado, en el que participaron una decena de estudiantes de seis universidades españolas, incluidas las dos canarias.

Hasta la conclusión de esta campaña se desconocía la relación existente entre los dos espacios principales de la estructura 61. Uno de los frutos del trabajo de este año ha sido precisamente la confirmación de que sí fueron ámbitos conectados, lo cual ha permitido delimitar el espacio total conservado de esta estructura.

En la línea de alimentar la dimensión pública y volcada de manera decidida en la ciudadanía, los registros de esta última campaña también se incorporarán al Sistema de Información Arqueológica y Patrimonial, que dotará al Museo y Parque Arqueológico de un completo sistema documental y, además, de un portal web al que podrá acceder la comunidad científica y por el conjunto de la población.

Fuente: abc.es | laprovincia.es | 27 de septiembre de 2018

La compasión como supervivencia del hombre Neandertal

Benjamina, la niña preneandertal de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, nació con una lesión craneal, craneosinostosis, una fusión prematura de las suturas del cráneo que hace que la cabeza sea deforme y provoca retraso mental. Miguelón, el cráneo más completo del registro fósil mundial y otro de los habitantes de este yacimiento burgalés, muestra que su propietario padeció terribles infecciones bucales que incluso le perforaron la mandíbula y que no le dejaban masticar. Ambos individuos vivieron hace 450.000 años. Seguramente, eran muy dependientes de su grupo y por sí solos no hubieran podido sobrevivir. Y, sin embargo, lejos de ser considerados lastres y abandonados, los cuidaron.

No son casos aislados: en Dmanisi (Georgia) se han hallado restos de un individuo viejo, que vivió hace 1,8 millones de años, con un severo desgaste de los dientes, a quien seguramente alguien ..., se la masticaría y luego se la daría, como también le sucedería a Miguelón. Y hay más ejemplos similares en el registro fósil, como el caso del neandertal de La Chapelle aux Saints (Francia), un hombre de entre 25 y 40 años que vivió hace entre 60.000 y 50.000 años, y que tuvo muchos problemas de salud.

Pero, ¿por qué nuestros ancestros en aquellas primeras sociedades primitivas tomaban riesgos para que otros sobrevivieran y cómo surgió el comportamiento de cuidar a los otros que nos caracteriza como humanos? Un equipo de investigadores de la Universidad de Durham (Reino Unido) ha utilizado modelos computacionales para resolver a esas cuestiones. En un estudio que publican en Scientific Reports sugieren que cuidar a individuos enfermos permitió a aquellos primeros humanos prehistóricos controlar la transmisión de enfermedades.

“El cuidado permitió a los homínidos suprimir la expansión de enfermedades a medida que la complejidad social y, por tanto, el riesgo de enfermedades transmitidas socialmente aumentaba”, afirma Sharon Kessler (izquierda), de la Universidad de Durham, en el Reino Unido. “La evolución del cuidado en el linaje humano proporcionó a nuestros ancestros una capacidad sin precedentes para modificar la propagación de enfermedades a través de sus poblaciones y es probable que tuviera más implicaciones para la evolución tanto de los patógenos como del sistema inmunitario humano. Esto significaba que al controlar la diseminación de la enfermedad, los primeros humanos podían desarrollar una mayor complejidad social sin sufrir mayores niveles de enfermedad", añade.

Los científicos simularon la evolución del cuidado en cuatro sistemas sociales distintos. Se basaron en comunidades formadas por entre 50 y 200 individuos de Homo habilis, Homo erectus, Homo heidelbergensis, Homo neandertalensis y Homo sapiens.

Vieron que primero se originó un sistema de cuidados en la familia más cercana (padres, hermanos, tíos, primos). Los parientes compartían el coste de cuidar así como la exposición a enfermedades, lo que limitaba el riesgo individual de infección. Así, también, la transmisión de patógenos quedaba limitada dentro del círculo familiar. Luego ese sistema de cuidados se extendió a otros individuos del grupo y, según los autores de este trabajo, “contribuyó a la complejidad y diversidad de los sistemas sociales humanos”.



"Nuestros modelos muestran que el cuidado de los enfermos probablemente evolucionó a lo largo de las redes familiares por esta razón, y que una vez que las poblaciones mejoraron la calidad de su cuidado, las redes de atención a los pacientes se volvieron más flexibles permitiendo el cuidado de miembros no familiares también. Esto permitió que las redes de reciprocidad indirecta también tuvieran éxito", aduce la profesora Kessler.

Y es que aquellos primeros grupos de humanos tuvieron que ir haciendo frente a cada vez más nuevos tipos de patógenos, con la domesticación animal y el inicio de la agricultura, pero también con la llegada a nuevos lugares, el contacto con animales hasta el momento desconocidos y la hibridación con otras especies de homínidos, con las que, además, adquirieron variabilidad genética.

“En el registro arqueológico ya hay muestras de individuos que no hubieran podido sobrevivir solos y que, si lo hicieron, fue ayudados por la sociedad. En el origen más primitivo del género Homo ya hay algún tipo de cuidado”, señala Robert Salas (izquierda), arqueólogo y director del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES). “El individuo que vivió en Dmanisi, en Georgia, hace 1,8 millones de años, fue alimentado por la sociedad a la que pertenecía. ¿Por qué tomar esos riesgos? ¿Por qué hacer subsistir a personas como esta? Por conocimiento”, añade este experto, que no ha participado en el estudio.
Robert explica que en aquellas sociedades primitivas el conocimiento residía en personas mayores, que “eran las que recordaban dónde había agua en caso de sequías, dónde encontrar recursos cuando son escasos. Preservaban una información básica para el grupo”.

Que se cuidaran unos a los otros demuestra, para este arqueólogo, que aquellos primeros Homo ya reconocían al otro como "un ser especial, que había que mantener vivo. Demuestra un progreso en la concepción de la vida humana”.

Fuentes: lavanguardia.com | dailymail.co.uk | 27 de septiembre de 2018

Los neandertales no fueron torpes sino hábiles usando las manos

El análisis de las manos de los neandertales reveló que las usaban para fines delicados y precisos, no para agarrar con fuerza. Crédito: KARAKOSTIS, ET AL.


Los neandertales han sido vistos hasta hace poco como simples salvajes: potentes cazadores pero con poca capacidad de atención y destreza manual. Sin embargo, en los últimos años, los científicos se han dado cuenta de que eran mucho más refinados de lo que se había pensado, capaces de cuidar a los débiles, enterrar a sus muertos e incluso adornarse con plumas y abalorios.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances, y dirigido por la profesora de la Universidad de Tübingen, Katerina Harvati (izquierda), revela que los neandertales eran también muy similares a los humanos modernos en su expresión física. El estudio, que analiza los huesos de las manos y los brazos de los neandertales, revela que estos individuos en realidad no dependían principalmente de la fuerza en sus actividades cotidianas, pues usaban el agarre manual con la misma de precisión que nosotros lo hacemos.

"La robusta anatomía de los huesos de la mano de Neanderthal nos llevó a creer que manejaban sus tareas diarias principalmente por la fuerza, aunque los descubrimientos arqueológicos indican cada vez más que mostraban un comportamiento cultural sofisticado", explica la Dra. Katerina Harvati en un comunicado.

Los resultados del estudio fueron posibles gracias a un nuevo enfoque en orden a investigar y descifrar las diminutas marcas que dejan en los restos esqueléticos los músculos de los dedos y pulgares. Durante muchas décadas, se ha sabido que el esqueleto de cualquier individuo responde a las fuerzas resultantes del uso habitual de los músculos a lo largo de su vida, y, en consecuencia, los huesos se vuelven más robustos en los puntos de mayor tensión.

Por tanto, se puede comparar las lesiones y las áreas de robustez esquelética distintiva de los neandertales con datos modernos. Uno de los estudios previos descubrió que las lesiones esqueléticas de los neandertales eran similares a las de los jinetes profesionales de rodeo. Los autores sugieren que esto podría deberse a que el tipo de caza que llevaban a cabo los neandertales implicaba acercarse mucho a la presa para lancearla, obligándolos a aferrarse a su arma cuando el animal herido se revolvía.

Se muestran los huesos de la mano con el accesorio muscular para ambos tipos de agarre. Azul: precisión, rojo: fuerza. Crédito: Copyright Katerina Harvati, Universidad de Tübingen.


Albañiles versus escritores

En el nuevo estudio los investigadores analizaron datos esqueléticos comparativos modernos de 50 humanos póstumos que habían donado sus cuerpos a la investigación científica. Todos ellos tenían historias de vida bien documentadas, aunque los orígenes precisos de la muestra no fueron presentados. Un grupo tenía una historia ocupacional caracterizada por el agarre manual con fuerza: albañiles, canteros y carpinteros. Otro grupo se caracterizaba por haber realizado un trabajo manual menos intensivo, con mayores requisitos de precisión, entre los que se incluían sastres, zapateros, ensambladores, un escritor y un pintor.

El análisis estadístico resultante fue ejemplar, proporcionando un marco que relaciona ciertas combinaciones de marcas esqueléticas con el trabajo pesado y el trabajo más liviano, respectivamente. Sin embargo, las suposiciones que sustentan la selección de los grupos podrían ser cuestionadas, dado que puede ser el caso de que los albañiles y carpinteros también confíen en la precisión manual de su trabajo.

Dos ejemplos de agarre de precisión que involucran principalmente el pulgar y el dedo índice durante la producción y el uso de escamas líticas.


Aún así, los datos obtenidos fueron interesantes y los investigadores los compararon con los datos arqueológicos de seis restos de neandertales y seis especímenes humanos modernos tempranos. Los resultados fueron muy claros en lo que respecta a la muestra neandertal. Todos sus restos esqueléticos mostraban similitudes fuertes y consistentes con el grupo moderno de humanos tempranos con agarre de precisión. Sorprendentemente, los resultados fueron menos claros para la muestra de humanos modernos tempranos. Solo tres especímenes coincidieron con este grupo con agarre de precisión. En cambio, dos estaban consistentemente relacionados con el grupo de trabajo pesado y, para el último de ellos, los resultados fueron ambiguos.

La sorpresa aquí no es que se haya demostrado que los neandertales tenían una adaptación que implicaba destreza manual y agarre de precisión, sino más bien que esto haya sido alguna vez una cuestión de duda.

Tecnología lítica levallois. Crédito: Didier Descouens / wikipedia, CC BY-SA.


Pistas sobre las sociedades prehistóricas

La tecnología lítica levallois, utilizada a menudo por los neandertales para elaborar una gama de lascas y herramientas líticas de forma predeterminada requeriría una capacidad cognitiva esencialmente moderna para concebirla y una gran destreza manual para lograrla.

Por lo tanto, este trabajo continúa la tendencia de las últimas décadas de incorporar a los neandertales a la familia humana como seres complejos. Claramente, estos individuos gestionaron sus mundos sociales y culturales a través del poder del cerebro y la sofisticación tecnológica.
Tal vez los resultados mixtos de la muestra humana moderna temprana tengan una importancia aún mayor. Aquí tenemos indudables miembros de la familia humana que no han demostrado evidencia de un uso habitual del agarre con precisión a lo largo de su vida. ¿Cómo podemos explicar esto? Se puede sugerir que estos antepasados pudieron haber sido más especialistas en términos de trabajo que los neandertales. Es decir, podría haber habido una estratificación social en los grupos de humanos modernos tempranos del Paleolítico superior en la que determinados individuos tenían diferentes ocupaciones y tal vez estatus.

Con todo, la muestra es bastante pequeña, por lo que se necesitarán más investigaciones para resolver esta cuestión. El siguiente paso será aplicar estas técnicas a nuevos materiales en mayores cantidad, y quizás con una base más refinada del material comparativo.

No obstante, en general, esta es una valiosa y sólida investigación que refuerza lo que debería ser una amplia aceptación de los neandertales como seres complejos y sensibles equivalentes a nosotros mismos.

Fuente: Phys.Org | 27 de septiembre de 2018

Un simposio sobre el Reino de Asturias y Europa reúne a expertos de seis paises

Otilia Requejo y Vidal de La Madrid, junto al cartel oficial del Simposio. LUISMA MURIAS

La imagen de un incipiente Reino de Asturias aislado del mundo -el aislamiento como factor de supervivencia- será debatida y muy probablemente superada en el Simposio Internacional "El Reino de Asturias y Europa: Siglos VIII y IX. Contexto histórico de su origen y desarrollo".

Especialistas llegados del Instituto Max Planck alemán, de las Universidades de París y Padua, de la Universida de Nova de Lisboa y la Universidad de Roma-La Sapienza, la Escuela Superior Diplomática del Vaticano y el University College Cork, de Irlanda, compartirán conocimientos con expertos de las universidades de Oviedo, País Vasco, Jaén, Alcalá de Henares y la Universidad Eclesiástica San Dámaso, del arzobispado de Madrid.

El simposio se celebrará del 2 al 5 de octubre en Oviedo (hotel de La Reconquista). La directora general de Patrimonio, Otilia Requejo, hizo hincapié en el mecenazgo de seis empresas asturianas que hace posible que "podamos tener en el simposio una docena de ponentes del máximo nivel científico".

Más conocimiento

Con ella en la rueda de prensa de presentación del congreso, el historiador de la Universidad de Oviedo, Vidal de La Madrid. La Universidad organiza, junto al Principado y el Arzobispado de Oviedo, que tiene en Juan José Tuñón su principal representante. Coordinando los trabajos está César García de Castro Valdés, del Museo Arqueológico de Asturias.

"Queremos enriquecer el conocimiento sobre el Reino de Asturias, hacer una contextualización rigurosa y profundizar en sus relaciones con la Europa de los siglos VIII y IX, una etapa de reconstrucción", explicó Vidal de La Madrid. La inscripción será gratuita y los alumnos de la Universidad de Oviedo lograrán un crédito por su participación.

La increíble historia del cráneo de Harbin

Cráneo de Harbin. © Zhang Yaodong

Cuando pueda leerse este post estaré llegando a Pekín, para seguir estudiando fósiles recuperados de algún yacimiento de este enorme país. Justo poco antes de hacer la maleta me ha llegado información sobre la increíble historia de un hallazgo inesperado ocurrido precisamente en China.
Según las noticias que llegan de allí, el cráneo que ilustra este post fue descubierto en 1933 por dos personas desconocidas entre los sedimentos del río Songhua, en la provincia de Hebei. Esta se localiza en el este de China, rodeando la provincia en la que se encuentra Pekín; es decir, estamos hablando de una latitud similar a la de Barcelona.

Uno de los descubridores del cráneo era el abuelo de un agricultor. Este agricultor, cuya identidad tampoco se ha revelado, debió de ser un hombre avispado, a quién no pasó inadvertido el aspecto tan extraño del cráneo. Ante la amenaza de la invasión japonesa de China, que se consumó en 1937, el agricultor escondió el cráneo en un pozo, donde permaneció oculto durante años. Fue su gran secreto, que terminó por revelar a su hijo y a su nieto poco antes de fallecer.
Aunque la idea de sus descendientes fue entregar el cráneo a las autoridades, no supieron cómo hacerlo. Seguro que no resultaba sencillo explicar el origen de un cráneo humano. Tal vez tuvieron miedo. Así que el fósil debió de quedar a buen recaudo en el hogar de aquellas personas. Imagino que pronto conoceremos mejor la historia de todos estos años y de cómo en 2017 fue por fin entregado al investigador Ji Qiang, del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia de Ciencias de China, a donde llegaré quizá en pocas horas. Casualidades de la vida.

También según la información que ha llegado desde esta institución, pronto se constituirá un equipo para explorar y excavar en el lugar donde apareció el misterioso ejemplar. A simple vista, el cráneo es comparable al de Petralona, encontrado en una cueva de Grecia y cuya antigüedad también se desconoce. El cráneo de Harbin también tiene rasgos que recuerdan a los de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca y a otros cráneos africanos del Pleistoceno Medio, como el de Bodo y el de Kabwe. Particularmente, los caracteres faciales tienen mucho en común con los neandertales.

Sin conocer la antigüedad o un mínimo contexto (fauna, herramientas, etc..) es imposible aseverar nada con garantías científicas. Hay que limitarse a especular, aunque contemos con una realidad tangible. El cráneo es real y se encuentra delante de nuestros ojos. Habrá que esperar con paciencia. Sin embargo, también se pueden adelantar predicciones, sabiendo que existe un cuerpo de datos muy sólido sobre la evolución humana en el Pleistoceno Medio.

Es muy posible que este cráneo esté relacionado con un proceso evolutivo, que muchos pensamos ocurrió en el suroeste de Asia, hace posiblemente un millón de años. Este proceso habría consistido en la separación de una población humana relacionada con Homo erectus. Este proceso de “cladogénesis” sería el origen de varias especies humanas, entre las que habría que contar a Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis, Homo sapiens y quizá a los propios denisovanos, de los que solo se conoce su ADN.

Las poblaciones de este nuevo clado habrían sustituido poco a poco a las poblaciones de Homo erectus en distintas parte de África y Eurasia. En China persistieron los llamados Homo erectus clásicos, como los encontrados en los yacimientos de Zhoukoudian (desparecidos durante la guerra entre China y Japón), Hexian y Yiyuan, entre otros. Los humanos incluidos en la especie Homo heidelbergensis pudieron tener la capacidad para expandirse hacia África, Europa y Asia. Aunque el nombre de esta especie está en continuo debate, no cabe duda de que existieron en Europa y África unos humanos muy parecidos al encontrado en 1933 en los sedimentos del río Harbin. Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que Homo heidelbergensis hubiera llegado al este de Asia. Pues bien, aquí podemos tener una evidencia a tener en consideración.

Seguiremos pues esta historia con gran interés, porque puede interesar a la propia historia evolutiva de Europa.

Fuente: quo.es | 26 de septiembre de 2018

¿Somos los ‘Homo sapiens’ los únicos humanos que hemos habitado la Tierra?

Varios cráneos de neandertales y, al final de la hilera, un cráneo de sapiens. / Comunicación CSIC.

Por Antonio Rosas (CSIC), investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y autor de los libros de divulgación Los neandertales, Los primeros homininos y La evolución del género ‘Homo’ (CSIC-Catarata). El texto del post ha sido extraído de este último libro.

Hoy en día la situación es algo más compleja y la respuesta a la pregunta ¿qué significa ser humano? ya no resulta tan inmediata. El avance de la ciencia ha puesto de nuevo en entredicho conceptos que teníamos casi por absolutos. En la actualidad sabemos que hace apenas 100.000 años coexistieron en el planeta Tierra al menos cinco linajes (especies) humanos, cada uno con un acervo cultural propio.

Durante algún tiempo, los humanos anatómicamente modernos (nosotros: Homo sapiens) habitábamos el África subsahariana; los neandertales (Homo neanderthalensis), centrados en Europa, poblaban el extremo occidental de Eurasia; los pequeños Homo floresiensis, cuyo cuerpo conserva reminiscencias muy arcaicas, vivían en la Isla de las Flores (Indonesia); las últimas poblaciones de Homo erectus perduraban en la Isla de Java y quizá también en el continente asiático; y un nuevo linaje humano –los llamados ‘denisovanos’ –, descubierto recientemente en las cuevas de Denisova (Siberia) e identificado a partir de su ADN fósil, habitó extensas áreas de Asia. En resumen, nada menos que cinco linajes humanos coexistiendo, cuya simple enumeración detrae un buen pedazo de arrogancia a nuestro ego de ‘especie elegida’.

Esquema de la filogenia de las cinco especies humanas. / Antonio Rosas

¿Cómo impacta sobre la noción de humanidad el hecho de haber existido diferentes especies humanas? En buena medida, creo que carecemos de los conceptos formales que nos permitan pensar con solidez en este asunto. Nos enfrentamos colectivamente al reto de articular un nuevo discurso antropológico basado en el conocimiento empírico y serio de la paleontología humana.

Pero, además, la definición de lo humano encuentra nuevas dificultades. Actualmente existe un interesante debate en torno al origen del género Homo y quienes fueron sus representantes. Así, mientras algunos especialistas consideran que la primera especie humana fue H. habilis, –de la que se han encontrado evidencias de hasta 2,8 millones de años–, para otros, entre los que me encuentro, dicha especie debería ser excluida del género, cuyo origen sería mucho más reciente.
En paralelo, la producción de herramientas ha sido, desde que así fuera propuesto por Darwin, uno de los rasgos más sintomáticos y esenciales de lo humano. Sin embargo, hoy conocemos herramientas, así como las marcas de su uso dejadas sobre los restos de animales, encontradas en yacimientos con antigüedades que rondan los 3,3 millones de años y que se remontan a tiempos muy anteriores al origen de Homo. Obviamente fueron otras criaturas las artífices de estos utensilios, que asociamos con alguna especie de Australopithecus. Por toscos que puedan ser esos utensilios son, de facto, herramientas concebidas y elaboradas por homininos no humanos.

Por lo común, la noción clásica de humanidad –conjunto de todos los seres humanos actuales y la manifestación de sus capacidades– encierra el carácter de ‘ser única’. De forma implícita, se admite que humanidad solo hay una. Visto desde el presente, por muy dispares que pudieran parecer los grupos raciales o sus etnias, hoy reconocemos en todos ellos una comunidad de rasgos y cualidades que los agrupan bajo una misma entidad que llamamos Homo sapiens. Frente a concepciones racistas, admitimos que todos los seres humanos tenemos un mismo estatus evolutivo y jurídico.
Sin embargo, acabamos de nombrar cinco linajes humanos diferentes. ¿Debemos acaso hablar de cinco humanidades diferentes? Ante la pregunta de qué es el ser humano, la ciencia nos pone hoy frente a una cuestión previa: ¿de qué ser humano hablamos? ¿Hablamos de los humanos anatómicamente modernos: Homo sapiens? ¿Nos referimos a Homo floresiensis? ¿O acaso hablamos de los neandertales? Nuestra humanidad sapiens podría ser solo un subconjunto de lo potencialmente humano.


Fuente: 20minutos.es | 27 de septiembre de 2018