Los primeros agricultores de Anatolia fueron cazadores-recolectores locales que adoptaron la agricultura

El entierro de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años. Crédito: Douglas Baird.

Un equipo internacional liderado por científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en colaboración con científicos del Reino Unido, Turquía e Israel, ha analizado ocho individuos prehistóricos, entre los que se incluye el genoma de un cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años, y han hallado que los primeros granjeros anatolios eran descendientes directos de cazadores-recolectores locales.

Esta conclusión proporciona apoyo a la evidencia arqueológica de que la agricultura fue adoptada y desarrollada por cazadores-recolectores locales que cambiaron sus estrategias de subsistencia, en lugar de ser introducida por un gran movimiento de personas de otra área. Curiosamente, si bien el estudio muestra la persistencia a largo plazo del acervo genético de cazadores-recolectores de Anatolia durante más de 7.000 años, también indica un patrón de interacciones genéticas con grupos vecinos.

La agricultura se desarrolló hace aproximadamente 11.000 años en el Creciente Fértil, una región que incluye el actual Irak, Siria, Israel, Líbano, Egipto y Jordania, así como las franjas del sur de Anatolia y el oeste de Irán. Alrededor del 8.300 a.C., ya se había extendido a Anatolia central, en la actual Turquía. Estos primeros agricultores anatolios emigraron posteriormente a toda Europa, llevando consigo esta nueva estrategia de subsistencia y sus genes. Hoy en día, el componente más grande de la ascendencia de los europeos actuales proviene de estos agricultores de Anatolia. Sin embargo, durante mucho tiempo se ha debatido si la agricultura fue llevada a Anatolia de manera similar por un grupo de agricultores provenientes del Creciente Fértil, o si los cazadores-recolectores locales de Anatolia adoptaron las prácticas agrícolas de sus vecinos.

Una curva ancha del río Danubio, vista desde el lado serbio que mira hacia Rumanía, es el hogar de Lepenski Vir (a la izquierda) y de varios otros sitios arqueológicos que datan de hace más de 8.000 años y que trazan la llegada de la agricultura. Zarko Djokic / Shutterstock.

El nuevo estudio, publicado en Nature Communications, confirma, pues, la evidencia arqueológica existente de que los cazadores-recolectores de Anatolia adoptaron la agricultura por sí mismos, y los agricultores posteriores fueron descendientes directos de un conjunto genético que se mantuvo relativamente estable durante más de 7.000 años.

Los cazadores-recolectores locales adoptaron un estilo de vida agrícola

Taal como se informa más arriba, para este estudio los investigadores analizaron el ADN de 8 antiguos individuos y lograron recuperar por primera vez los datos del genoma completo de un cazador-recolector de Anatolia de 15.000 años de antigüedad. Esto permitió que el equipo pudiera comparar el ADN de este individuo con los agricultores de Anatolia posteriores, así como con los individuos de las regiones vecinas, a fin de determinar cómo se relacionaban. También los compararon con los datos existentes de otros 587 individuos antiguos y con 254 poblaciones actuales.

Los investigadores descubrieron que los primeros agricultores de Anatolia derivaban en su mayoría de sus ancestros (alrededor del 90 por ciento), es decir, de una población relacionada con el cazador-recolector de Anatolia de hace 15.000 años analizado en el estudio. "Esto sugiere que hubo una estabilidad genética a largo plazo en Anatolia central durante más de cinco milenios, a pesar de los cambios en el clima y en las estrategias de subsistencia", explica Michal Feldman (izquierda), del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.

"Nuestros resultados proporcionan apoyo genético adicional a las evidencias arqueológicas anteriores que sugieren que Anatolia no fue simplemente un escalón en el movimiento de los primeros agricultores del Creciente Fértil hacia Europa", afirma Choongwon Jeong (derecha), también del Instituto Max Planck y co-autor del estudio. "Más bien, fue un lugar donde los cazadores-recolectores locales adoptaron las ideas, las plantas y la tecnología que llevaron a la subsistencia agrícola".

Las interacciones genéticas con los vecinos merecen un estudio adicional
Además de la estabilidad a largo plazo del componente principal de la ascentralidad de los anatolios, los investigadores también encontraron un patrón de interacciones con sus vecinos. Para cuando la agricultura se había afianzado en Anatolia, entre 8.300 y 7.800 a.C., los investigadores descubrieron que la población local tenía una contribución genética de alrededor del 10 por ciento de las poblaciones relacionadas con las que viven en lo que hoy es Irán y el vecino Cáucaso, siendo todo el 90 por ciento restante de los cazadores-recolectores de Anatolia. Sin embargo, alrededor del 7.000-6.000 a.C., los agricultores de Anatolia derivaron aproximadamente el 20 por ciento de su ascendencia de las poblaciones relacionadas con gentes que vivían en la región del Levante.

"Hay algunos grandes vacíos, tanto en el tiempo como en la geografía, en los genomas que actualmente tenemos disponibles en estudio", explica Johannes Krause (izquierda), uno de los directores del Instituto Max Planck y autor principal del estudio. "Esto provoca que sea difícil decir cómo tuvieron lugar estas interacciones genéticas más sutiles, si fue a través de grandes movimientos de gentes a corto plazo, o debido a interacciones más frecuentes pero de bajo nivel".

Los investigadores esperan que una mayor investigación en esta y en las regiones vecinas pueda ayudar a responder estas preguntas.

Fuente: phys.org | lefigaro.fr | 19 de marzo de 2019

Autovican y la Fundación Atapuerca firman un convenio de colaboración

La empresa automovilística cede un Renault Kangoo a la Fundación como apoyo a la investigación que se realiza en los yacimientos

Burgos, 25 de marzo de 2019. El concesionario Autovican ha firmado un convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca por el que la empresa automovilística cede un vehículo Renault Kangoo. El objetivo es favorecer el trabajo que se desarrolla en el entorno de los yacimientos de la sierra de Atapuerca y durante las campañas de excavación. En marzo del pasado año, Autovican hacía entrega de un vehículo de esta misma marca, un año después renueva su compromiso con Atapuerca, sustituyendo dicho vehículo por uno nuevo. A la firma del convenio y al acto de entrega han acudido Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca; Javier Gutiérrez, director general de la Fundación Atapuerca, y Fernando de Santiago, gerente de Autovican.

Autovican, concesionario oficial Renault y Dacia, cuenta con una experiencia de más de 70 años en el sector de la automoción. Cuenta con sede en Burgos, Miranda de Ebro y Aranda de Duero.

Por su parte, la Fundación Atapuerca tiene, entre otros objetivos, apoyar al Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) a través de ayudas para la investigación predoctoral y posdoctoral; difundir las investigaciones y hallazgos sobre la evolución humana (en especial los vinculados a los yacimientos de la sierra de Atapuerca) mediante el diseño y desarrollo de programas de divulgación científica, y contribuir a mejorar el entorno territorial donde se enmarcan los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Como complemento a la financiación que la Junta de Castilla y León destina a las excavaciones, la Fundación Atapuerca coordina el funcionamiento de la campaña dándola respaldo organizativo, administrativo, económico, logístico, de mantenimiento, de comunicación y de organización de eventos.

Hallan arte rupestre en el Parque Nacional de Ordesa (Huesca) a 2.200 metros de altitud

Ordesa. Foto: SobrarbeDigital.

Investigadores del Grupo de Arqueología de Alta Montaña localizan las pinturas prehistóricas de mayor altitud de la Península Ibérica, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Los resultados de estas y otras investigaciones serán presentados en Boltaña en el marco de las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y arqueología del territorio, los días 22, 23 y 24 de marzo, en el salón de actos Pedro Santorromán sede de la Comarca de Sobrarbe.


Desde el año 2015 arqueólogos del Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM) han efectuado trabajos de prospección arqueológica en el interior del Parque Nacional deOrdesa y Monte Perdido prestando una atención especial al valle de Góriz, en la vertiente sur del Monte Perdido.
Estas investigaciones, realizadas bajo la dirección de Javier Rey (Gobierno de Aragón), Ignacio Clemente (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y Ermengol Gassiot (Universidad Autónoma de Barcelona), han permitido documentar numerosos yacimientos arqueológicos de diversas cronologías inéditos hasta la fecha.

La campaña de prospecciones del verano de 2018 ha proporcionado un hallazgo sorprendente: la localización de diversos paneles de arte rupestre en dos abrigos en el valle de Góriz, en el camino de acceso al Monte Perdido, a casi 2.200 metros de altitud.
Concretamente, se tratan de pinturas de arte prehistórico denominado por los especialistas como “arte esquemático”. Este tipo de pinturas habitualmente se vinculan al período Neolítico.

Participantes en la campaña de arqueología en Sobrarbe. Heraldo.es.

En los últimos años ya se había localizado arte pictórico prehistórico en el interior del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El mismo GAAM en 2015 documentó un panel de arte levantino cerca del pueblo de Fanlo, a 1.650 metros de altitud. El hallazgo actual sorprende fundamentalmente por el lugar dónde se ha realizado y por su altitud. Aporta, además, otra prueba de la frecuentación por parte de poblaciones de las zonas más altas del Pirineo ya en épocas antiguas de la prehistoria.

Este nuevo hallazgo se relaciona con el conjunto de arte rupestre de diversos yacimientos de Sobrarbe, Aragón y el resto del levante español, que conforman el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Las investigaciones se han llevado a cabo dentro del Proyecto “Arqueología del Pastoralismo”, enmarcado en el programa de Estudio y difusión del pastoralismo en el bien Pirineos Monte Perdido Patrimonio Mundial, promovido por la Comarca de Sobrarbe/Geoparque Mundial UNESCO Sobrarbe-Pirineos y financiado principalmente por el Ministerio de Cultura.

En 2018, los trabajos consistieron en la realización de prospecciones arqueológicas en el valle de Góriz y de una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Coro Trasito (Tella).

Excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Coro Trasito (Tella). Foto Nacho Pardinilla.

Ambas actuaciones han arrojado interesantísimos resultados que serán expuestos con detalle, junto con los los estudios realizados por otros equipos de arqueólogos en Sobrarbe, en las IV Jornadas de Arqueología de Sobrarbe: Prehistoria y arqueología del territorio que van a tener lugar en Boltaña los días 22 a 24 de marzo.

Este viernes 22 de marzo a las 11:30 horas tendrá lugar en la sala de prensa de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), la presentación de las jornadas en rueda de prensa a cargo del presidente de la Comarca de Sobrarbe, Enrique Campo Sanz, y de los tres directores del proyecto Ignacio Clemente, Ermengol Gassiot y Javier Rey.

Un nuevo estudio genético arroja nueva luz sobre los orígenes de los humanos modernos

Mapa que muestra los primeros enclaves arqueológicos africanos con evidencia de material simbólico y herramientas de piedra microlítica. Crédito: NASA Goddard Space Flight Center Imagen de Reto Stöckli.

Investigadores de la Universidad de Huddersfield, junto con colegas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Minho, en Braga, Portugal, han empleado un enfoque genético para abordar una de las preguntas más difíciles de todas: cómo y cuándo nos convertimos en verdaderos humanos.
El Homo sapiens moderno surgió por primera vez en África hace más de 300.000 años, pero existe una gran controversia entre los especialistas acerca de si los primeros individuos de este tipo habrían sido 'como nosotros' en sus capacidades mentales, en el sentido de que si ellos fueran educados por una familia de Yorkshire de hoy en día, por ejemplo, ¿serían indistinguibles del resto de la población? De hecho, los arqueólogos creen que individuos como nosotros vivieron en pequeñas comunidades en un refugio de la Edad de Hielo en la costa sudafricana hace al menos 100.000 años.

Entre aproximadamente 100.000 y 70.000 años atrás, estas personas dejaron abundantes evidencias de que pensaban y se comportaban como los humanos modernos: en tal sentido, hay pruebas de sus capacidades simbólicas, como el uso de pigmentos (probablemente para pintura corporal), dibujos y grabados, cuentas de concha y pequeñas herramientas de piedra llamadas microlitos que podrían haber formado parte de arcos y flechas. Parte de estas evidencias, que algunos arqueólogos las achacan a un "comportamiento humano moderno", se remontan a más de 150.000 años atrás.

Foto: La capa roja es una mezcla de ocre que quedó depositada en la concha de abulón encontrada en la cueva sudafricana de Blombos. Foto por cortesía de © Grete Moell Pedersen.

Pero si estos logros de alguna manera hicieron que estas personas fueran especiales, sugiriendo un vínculo directo con la gente de hoy en día, la genética de sus modernos descendientes "Khoisan", del sur de África, no parece que lo confirme. Nuestros genomas implican que casi todos los no africanos modernos del mundo, y también la mayoría de los africanos, no derivan de un pequeño grupo de personas que vivieran en Sudáfrica, sino en África Oriental, hace unos 60.000-70.000 años. Hasta ahora no hay señales de que los africanos del sur hubieran contribuido a la enorme expansión del Homo sapiens fuera de África y por todo el resto del mundo cuando tuvo lugar en aquellos tiempos.

Pero eso ha sido hasta el momento. El equipo de genetistas de Huddersfield-Minho, dirigido por el profesor Martin Richards (izquierda) desde Huddersfield y por el profesor Pedro Soares (derecha) desde Braga, junto con el eminente arqueólogo de Cambridge, el profesor Sir Paul Mellars, han estudiado el ADN mitocondrial -heredado por vía materna- de los africanos a un nivel de detalle sin precedentes, y ha identificado una clara señal de que hubo una migración a pequeña escala desde el sur hasta el este de África hace aproximadamente 65.000 años. Tal señal solo es evidente en la actualidad en el ADN mitocondrial. El resto del genoma se puede decir que ha quedado reducido a la nada por recombinación, es decir, por la reorganización de los genes cromosómicos paternos de cada generación -y que no afecta al ADN mitocondrial- en los milenios intermedios.

La señal de semejante migración tiene sentido en función del clima. Durante la mayor parte de los últimos cientos de años, diferentes zonas de África han estado desfasadas entre sí en términos de la aridez del clima. Solo durante un breve período, hace 60.000-70.000 años, hubo un periodo durante el cual el continente africano en su conjunto experimentó una humedad suficiente como para abrir un corredor entre el sur y el este. Y, curiosamente, fue hace aproximadamente 65.000 años cuando algunos de los signos simbólicos, y la complejidad tecnológica observada anteriormente en Sudáfrica, comenzó a aparecer en África oriental.


La identificación de esta señal abre la posibilidad de que la migración de un pequeño grupo de individuos desde el sur hacia el este, hace aproximadamente 65.000 años, pudo transmitir aspectos de su sofisticada cultura humana moderna a los individuos que poblaban África oriental. Los pueblos del este de África eran biológicamente muy poco diferentes de los sudafricanos: todos eran modernos Homo sapiens, sus cerebros eran igual de avanzados y, sin duda, estaban preparados cognitivamente para recibir los beneficios de las nuevas ideas y la actualización derivadas de las mismas. La forma en que pudo haber sucedido no habría sido muy diferente a como cuando una cultura actual aislada y muy atrasada termina por encontrarse y quedar abarcada por la civilización occidental de hoy en día.
En cualquier caso, parece que algo sucedió cuando los grupos del sur se unieron con los de la zona este de África, con el resultado de ser la diáspora más grande del Homo sapiens que se haya conocido, tanto en África como fuera de la misma, asentándose posteriormente en gran parte de Eurasia y llegando hasta Australia dentro de un marco temporal de tan sólo unos pocos miles de años.

El profesor Mellars (izquierda) comentó al respecto: "Este trabajo demuestra que la combinación de la genética y la arqueología, cuando trabajan juntas, puede proporcionar avances muy significativos en nuestra comprensión de los orígenes del 'Homo sapiens'".

El artículo, "A dispersal of Homo sapiens from southern to eastern Africa immediately preceded the out-of-Africa migration" ("Una dispersión del Homo sapiens desde el sur hasta África oriental inmediatamente anterior a la migración fuera de África"), se puede encontrar en línea en Nature, Scientific Reports.

Fuente: Universidad de Huddersfield | 20 de marzo de 2019

Un Stonehenge subterráneo en Huelva: el dolmen de Soto conserva grabados de hace 6.000 años de figuras armadas

Dolmen de Soto de Trigueros, en Huelva (Junta de Andalucía)

El marqués Armando de Soto recibió al albañil Manuel Guijarro, que estaba levantando una caseta para el guarda en su finca La Lobita. El trabajador le explicó que habían hallado unas enormes y raras piedras en el paraje del Zancarrón, en el municipio onubense de Trigueros. De Soto se acercó a ver de qué se trataba y, tras inspeccionarlo, e... Posteriormente, envió un informe con sus averiguaciones a la Real Academia de la Historia. Corría 1923.

Casi un siglo después, y gracias a las nuevas tecnologías, expertos de cuatro universidades españolas y otra estadounidense tienen ya los resultados definitivos: un dolmen, bajo un túmulo de 60 metros de diámetro, con más de 60 grabados de figuras que portan hachas, báculos y puñales. Muchos de ellos fueron representados con mantos de dibujos geométricos en rojo y negro sobre fondo blanco. Su antigüedad aproximada, unos 6.000 años.

Mimi Bueno-Ramírez (izquierda), catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), comenta orgullosa: Si hubiese estado ubicado en Reino Unido, por ejemplo, ya sería uno... Es, sencillamente, espectacular”.
El descubrimiento de las cuevas de Altamira (solo reconocidas mundialmente en 1902) llamó la atención de los mejores arqueólogos de Europa a principios del siglo XX. España se estaba convirtiendo en una especie de 'Salvaje Oeste' de la arqueología donde todos querían encontrar 'El Dorado'. Entre aquellos expertos se hallaba el alemán Hugo Obermaier, quien recibió una invitación de la Real Academia de la Historia para investigar en profundidad los descubrimientos en la finca del marqués.

En 1924, Obermaier publicó un libro que se convirtió pronto en referencia sobre uno de los monumentos megalíticos más conocidos en la bibliografía especializada europea, que no por el público. Pero no contaba con los medios actuales para su labor. Hace ahora tres años, las universidades de Alcalá, Huelva, Sevilla, Castilla-La Mancha, la UNED y la norteamericana de Texas en Austin decidieron unir sus esfuerzos y aplicar en el monumento las tecnologías más avanzadas.
Los resultados señalan que el conjunto megalítico está recubierto por un gran montículo de unos 60 metros de diámetro y rodeado, a su vez, por un círculo de piedras de otros 65 metros. En su interior alberga una galería compuesta por 63 soportes pétreos, una losa frontal y otras 30 que lo recubren. Un corredor de 21,50 metros se inicia de manera angosta hasta alcanzar más de tres metros de anchura y altura en el fondo del monumento. Todas las piedras están grabadas, talladas o pintadas, según desvela el estudio, plasmado en el libro Símbolos de la muerte en la Prehistoria reciente en el sur de Europa, el dolmen de Soto, publicado por la Junta de Andalucía.

Imagen aérea del túmulo del dolmen de Soto. JOSÉ ANTONIO LINARES.

¿Y de dónde sacaron sus constructores semejantes moles? “Desmontaron un círculo anterior [al estilo de Stonehenge en Inglaterra] y lo transportaron al interior del túmulo, aunque desconocemos los motivos, pero lo más plausible es que fuera el centro de una gran necrópolis”, precisa Bueno-Ramírez.

Para enterrar las piedras, y dado que su altura era superior a la del túmulo, tuvieron que fracturarlas y rebajarlas. “El caso más vistoso es el de la cabecera. Aparecía muy fragmentada por arriba, incluso con grabados antiguos cortados. Hemos conseguido demostrar que este fragmento debió de alcanzar una altura próxima a los seis metros”, señala la catedrática.

Alzado con fotografías de los dos laterales de soportes decorados en el dolmen de Soto. RODRIGO DE BALBÍN | EPV.

El dolmen, a su vez, está rodeado por un círculo de piedras fragmentadas. Las excavaciones confirman que esta circunferencia es más antigua que el propio dolmen y que de ella se extrajeron soportes que sirvieron para la construcción subterránea. De ahí el estado actual de las piedras del círculo, muchas cortadas al ras.

Gracias a las pruebas de carbono 14 los expertos han datado la construcción en el cuarto milenio antes de Cristo. Los soportes que conforman sus paredes están decorados. Los más notables son los del corredor y todos disponen de una decoración inicial con grabados y pintura roja que procede del primer círculo o de otras estructuras que se hubiesen levantado en el entorno. Sin embargo, al construir el nuevo dolmen, la población neolítica los regrabó y comenzó a reproducir personajes armados.


Dibujo del personaje armado con espada del Bronce Final en el dolmen de Soto. BUENO Y OTROS

“No existe un solo monumento megalítico en Europa que disponga de tantas estelas armadas en sus paredes”, indica Bueno-Ramírez. "De hecho, se distinguen dos filas de figuras que constituyen una exhibición única de armas dibujadas”. En el exterior del túmulo, los especialistas localizaron un taller metalúrgico del tercer milenio, lo que significa que las imágenes con armas del interior se corresponden con los conocimientos metalúrgicos logrados entonces.

Otro descubrimiento excepcional es una figura con una espada del tipo lengua de carpa, una tipología propia del Bronce Final (3.000 años a.C.) y del ámbito de Tartesos, lo que significa que es el primer caso de estela armada de esta época en un dolmen. Ello supone que los siguientes ocupantes del complejo “tenían interés por integrarse en el monumento de los antiguos ancestros para reforzar su prestigio”.

Los expertos también han hallado restos humanos. Obermaier describió ocho cuerpos con sus correspondientes ajuares, que entregó al dueño de la finca, quien, a su vez, los transportó al Reino Unido, donde su rastro se pierde. “Una pena, porque nunca se han podido analizar”, se encoge de hombros la catedrática, algo contrariada a pesar del éxito de las universidades.

Fuente: elpais.com | 19 de marzo de 2019

La villa romana de Castellón ya tiene centro de interpretación

El conseller de Cultura, acompañado de la edila de Castellón, y técnicos y expertos, con la mirada puesta en el yacimiento romano, en la visita técnica. - MANOLO NEBOT.

El centro de interpretación del yacimiento romano de Vinamargo ya está terminado y la Conselleria de Cultura, que ha financiado el proyecto valorado en más de 158.000 euros, lo cederá en las próximas semanas al Ayuntamiento de Castellón para que lo gestione, con el objetivo de abrirlo al público en el segundo semestre del año, en verano.

El conseller de Cultura, Vicent Marzà, hizo ayer una visita técnica a las obras que ha llevado a cabo la empresa Cyrespa Arquitectónico, SL. In situ, valoró que «con este centro de interpretación se acercará el máximo posible a la ciudadanía el yacimiento arqueológico romano de Castellón, el más importante de nuestras comarcas y el único romano de la capital». «Las instalaciones son ya una realidad y permitirán aumentar el atractivo turístico y cultural de la ciudad», recalcó el conseller. «Abrir este centro es un paso importantísimo para que la cultura y el patrimonio de Castellón, que los anteriores gobiernos no habían puesto en valor, estén reconocidos y puedan ser visitados por el conjunto de la ciudadanía», insistió.



El edificio reproduce una villa romana con porche, que da paso al interior de la zona expositiva, porticada y cubierta con teja con pendientes hacia el interior, que pretende evocar el patio de una villa en cuya zona central, descubierta, estaría el impluvium (diseñado para recoger agua de lluvia que se encontraba en el vestíbulo de las antiguas casas romanas). Al fondo del patio se disponen las dependencias de administración y recepción y locales de servicio.

En cuanto al acondicionamiento del interior de la parcela en al que se asienta el nuevo inmueble, se disponen zonas aptas para el aparcamiento de vehículos y otras para la estancia de los visitantes, convenientemente pavimentadas y con pinos y cipreses.


APUESTA POR EL PATRIMONIO

Marzà estuvo acompañado por la concejala de Cultura, Verònica Ruiz, y ambos coincidieron en la apuesta por el patrimonio de la ciudad. Destacaron la construcción del centro de intepretación del Castell Vell, la apertura del refugio antiaéreo y la puesta en marcha del Museu de la Ciutat (Mucc), del que forma parte también Vinamargo, y cuya constitución se oficializará en el próximo pleno, según avanzó Ruiz.

La villa romana de Vinamargo, cuyos restos se descubrieron en el año 2009 en las obras de canalización del Barranco de Fraga, fue un gran centro productor agropecuario y distribuidor de mercancías. Es uno de los yacimientos arqueológicos romanos más importantes de la provincia de Castellón y el único romano de la ciudad. Durante las excavaciones se hallaron restos de cultura material del Neolítico y final del Epipaleolítico (4.000-2.000 a.C.) y sobre todo de la cultura ibérica (ss. V-I a. C.).

Fuente: elperiodicomediterraneo.com | 21 de marzo de 2019