Los perros perdieron el sentido de la solidaridad al domesticarse

Después de una elección de 'dar' por el perro de la derecha, el perro de laizquierda fue recompensado. Una puerta transparente entre los dos recintos permitía a los perros ver si una pareja era recompensada por sus acciones o no, así como comprobar la identidad de tal pareja.

Hace unos 15.000 años algunos lobos dejaron de serlo. Se convirtieron en animales dóciles y leales a su nueva compañía, la humanidad. Durante ese proceso de domesticación, lobos asiáticos y europeos comenzaron a acompañar a las personas en sus asentamientos gracias a su capacidad para adaptar su dieta a las basuras que desechaban. Además, tenían una gran comprensión de los comportamientos sociales humanos y a estos les venían de perlas durante sus cacerías. Poco a poco, se fue asentando esa amistad hasta que los lobos se transformaron en perros domésticos. Y al jurar fidelidad a sus nuevos compañeros, perdieron el sentido de la solidaridad con su propia especie.

"Nuestros hallazgos ciertamente sugieren que los perros perdieron cierta prosocialidad entre ellos, en comparación con los lobos", explica Rachel Dale (izquierda), del Wolf Science Center en Viena, especializada en el comportamiento animal. Su equipo acaba de publicar los resultados de su trabajo con estos dos grupos de animales y su sentido de la solidaridad. El estudio, publicado en PLOS One, muestra que los lobos mantienen con salud de hierro esta camaradería, mientras que los perros parecen haber perdido la propensión a ayudar al compañero. "Esto sugiere que durante la domesticación, los perros perdieron cierta confianza mutua y, por lo tanto, ya no necesitan tener tanta consideración por las necesidades de los perros como los lobos", concluye Dale.

Los investigadores realizaron una serie de pruebas con perros y lobos para medir esa "prosocialidad" de la que habla Dale, como una acción voluntaria de la que se beneficia un tercero. En la prueba, a la que los cánidos estaban habituados, tenían la oportunidad de accionar un mecanismo que le regalara una pieza de comida a un compañero en una estancia contigua. Tanto lobos como perros realizaban la prueba junto a miembros de su manada, es decir, congéneres con los que se han criado y conviven. Los lobos tuvieron un comportamiento notablemente solidario hacia sus compañeros de grupo y les proporcionaban comida muy por encima de los escenarios de control establecidos por los científicos.

"Los perros no", zanja el estudio, "en esta prueba, los perros no mostraron ninguna respuesta prosocial hacia su compañero". Incluso accionaban más veces el mecanismo para enviar comida a la otra estancia cuando estaba vacía que cuando había otro perro. Todos los animales conocían perfectamente el mecanismo y las consecuencias del mismo. Cuando los perros tenían la oportunidad de enviarse comida a sí mismos, recuperaban el interés en la prueba.
Sin embargo, los lobos mantuvieron siempre un robusto interés en lo que hacían, aunque fuera enviar premios a otro camarada. Los lobos también dejaron claro que la suya no era una generosidad universal: solo mandaban comida a lobos de su manada. Con los lobos de otro grupo, aunque los conocieran, no mostraban esa fraternidad.


¿Hemos convertido en egoístas a los perros por medio de la domesticación? "Como científica, es difícil para mí ser tan directa como decir que los perros pueden ser más egoístas que los lobos. No hemos demostrado que le quitarían activamente la comida a otros", advierte Dale. "Sin embargo, puedo decir que a través de nuestra serie de estudios hemos demostrado que tienen menos probabilidades que los lobos de donar alimentos a otros de su propia especie", resume esta experta del vienés Instituto de Etología Konrad Lorenz.

Los lobos dependen de la cooperación en gran medida para muchos aspectos de su vida, incluida la reproducción, la caza y la defensa del territorio. Los perros criados en libertad, explican en el estudio, cooperan menos que los lobos, usualmente alimentándose solos y criando en soledad, aunque en algunos estudios se ha visto que los perros tienen ese sentido de la solidaridad hacia otros perros de su entorno.

Hasta ahora, algunas hipótesis sobre la domesticación sugerían que su relación con los humanos los llevó a desarrollar este comportamiento prosocial, mientras que otros planteamientos argumentan que este rasgo es solo una herencia de sus antepasados, que ya tenían estas aptitudes sociales. "Estos resultados sugieren que los comportamientos prosociales que están presentes en las poblaciones de perros mascota probablemente se deriven de rasgos ancestrales", concluye el estudio.

"Desde una perspectiva evolutiva, nuestros hallazgos refuerzan el vínculo que algunos han sugerido entre la cooperación y el comportamiento prosocial, lo que mejora nuestra comprensión del altruismo y la cooperación", afirma Dale. Es decir, que los perros tienen cierto carácter solidario gracias a su origen lobuno, pero que seguramente ha quedado muy reducido por sacarlos de sus manadas y meterlos en nuestras casas durante miles de años.

Fuente: elpais.com | 2 de mayo de 2019

El hombre de Denisova habitó también el Tibet hace 160.000 años

La mandíbula hallada en Siahe, China. D. ZHANG, LANZHOU UNIVERSITY.

En 1980, un monje tibetano encontró un extraño hueso en una cueva sagrada de la montaña de Dalijiashan, cerca de su monasterio, en Baishiya (región china de Xiahe). Por su apariencia, pensó que podría tratarse de una mandíbula humana muy antigua y se la dio al sexto buda viviente Gung-Thang. Consciente de su importancia, Gung-Thang la entregó a los investigadores de la Universidad de Lanzhou. Hoy, ese resto óseo acaba de ser analizado. Tiene 160.000 años y perteneció al misterioso hombre de Denisova, el pariente más cercano de los neandertales.


De los denisovanos se sabe muy poco. Hasta la fecha sólo se habían encontrado tres muelas y un pequeño hueso de la falange de una mano, todos ellos excavados al sur de Siberia, en la cueva de Denisova (San Denis), que le da su nombre. Para diferenciarlo de los neandertales o del Homo sapiens hizo falta un análisis completo de su ADN. El hallazgo de la mandíbula de la cueva de Karst Baishiya, en la meseta tibetana, completa ahora este registro. Lo hace en otro lugar, fuera de Rusia y en un ambiente distinto, a 3.280 metros de altitud.

Para identificarlo, los científicos Jean-Jacques Hublin, Frido Welker, Dongju Zhang y sus colegas han recurrido a un método distinto. No han secuenciado el ADN. Como este material biológico es frágil y no siempre se conserva en el tiempo, a veces no es posible analizarlo. Pero han encontrado restos de proteínas (ocho tipos de colágeno) y, al ver en qué orden se disponen sus componentes principales (los aminoácidos), han obtenido una secuencia proteica antigua, muy similar a la de las proteínas del homínido de Denisova.

El estudio, publicado este miércoles en la revista Nature, abre la puerta a la paleoproteómica como método para identificar fósiles muy antiguos en los que no queda ni rastro de ADN. Con esta técnica, se ha determinado que los denisovanos no sólo vivieron en Siberia e invita a los investigadores de todo el mundo a revisar cualquier hueso no identificado. "En China hay un número de especímenes que no son ni 'Homo erectus', ni hombres modernos y que son buenos candidatos para ser denisovanos chinos. Esto ha sido imposible de demostrar hasta la fecha, porque en la mayoría de estos fósiles no ha quedado preservado su ADN antiguo", ha señalado por teleconferencia Jean-Jacques Hublin (izquierda), investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) y autor principal de este trabajo.

"Las proteínas antiguas de la mandíbula -afirma Frido Welker (derecha) otro de los miembros del equipo- están altamente degradadas y son, por lo tanto, claramente distinguibles de las proteínas modernas que podrían contaminar una muestra. Nuestro análisis de proteínas indica que la mandíbula de Xiahe pertenecía a una población de homininos que estaba estrechamente relacionada con los denisovanos de la cueva Denisova".

De poder aplicarse este tipo de análisis en otras muestras, el mapa de los denisovanos podría ampliarse aún más. "Si las proteínas se conservan en esos otros fósiles chinos, entonces sería posible analizarlas de una manera idéntica, comparar las secuencias de las proteínas con las recuperadas del hominino de Xiahe y de otros denisovanos, neandertales y humanos modernos y determinar si también están estrechamente relacionados con los denisovanos", ha afirmado a EL MUNDO Frido Welker, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Copenhagen (Dinamarca) y del Instituto Max Planck. "Ahora estamos estableciendo esta próxima fase de investigación", ha adelantado Welker.

La cueva de Baishiya-Kararst está orientada al sureste y a unos 40 metros por encima del moderno lecho del río Jiangla. Es a la vez una cueva budista famosa a nivel local y un lugar turístico famoso. Foto: Dongju Zhang, Lanzhou University.

UNA GRAN MANDÍBULA

Los denisovanos encontrados en Xiahe se han datado con radioisótopos midiendo la antigüedad de una costra de carbonato pesado depositada por encima del hueso. Los autores han calculado que pertenecen al Pleistoceno Medio, con más de 160.000 años de antigüedad, por lo que representan al homínido más antiguo encontrado en la meseta tibetana y son anteriores al Homo sapiens.
No obstante, la datación y el análisis de las proteínas no han sido lo único que han estudiado Hublin y sus colaboradores. El fragmento de mandíbula encontrado en China es el primer hueso que nos da una idea del aspecto que podrían tener los denisovanos. Pertenece al maxilar inferior derecho. Es muy grande y conserva seis piezas dentales, también de considerable tamaño.
Se cree que era un individuo juvenil, posiblemente un adolescente, aunque esto no se puede afirmar con total seguridad, ya que no se sabe cómo era el desarrollo de los dientes en esta especie. El gran tamaño de esta mandíbula, mayor que la nuestra y muy robusta, podría también indicar su joven edad, aunque este es un hueso que suele variar a lo largo de la vida, incluso de adulto.

"En cuanto al aspecto físico, probablemente se parecieran a las formas más primitivas de neandertales. En Europa tenemos neandertales tempranos en la Sima de los Huesos (en España) y es posible que los denisovanos se parecieran un poco a estos seres, pero siendo menos neandertales que ellos", ha explicado Hublin.

PERMITIRÁ IDENTIFICAR A MÁS DENISOVANOS

La forma de los dientes no encaja con el del Homo erectus, aunque tiene reminiscencias asiáticas, y está más próximo a Homo sapiens y a neandertales, sin ser como ellos. Por esta razón, y tras los resultados del trabajo de Hublin y sus colaboradores, la misma incógnita se centra en restos hallados en otros lugares de China que podrían ser denisovanos y que aún no se han catalogado como tal.

María Martinón-Torres, paleoantropóloga y directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), ha tenido en sus manos varios de ellos. En 2015 trabajó, junto a José María Bermúdez de Castro y otros investigadores, con los dientes del yacimiento de Xujiayao, al norte de China. "Este fósil no encajaba en ninguna de las especies hasta entonces conocida, y dejábamos abierta su posible clasificación taxonómica", ha comentado a este periódico Martinón.
Dos años más tarde ya apuntaban hacia los denisovanos, "una hipótesis que está pendiente de comprobar hasta que se obtenga ADN o proteínas de estos fósiles", ha remarcado. "Nos alegra el hallazgo de Xiahe porque, de alguna forma, es una evidencia que viene a apoyar nuestras predicciones. Gracias a esta mandíbula, tenemos ahora más pistas para tratar de identificar a los denisovanos en el registro fósil".

A GRAN ALTITUD Y POCO OXÍGENO

Sin embargo, si hay algo que ha sorprendido a los investigadores es el ambiente en el que se han encontrado los restos. A diferencia de Denisova, que está a 700 metros sobre el nivel del mar, la cueva china de Karst Baishiya se localiza en plena meseta tibetana, a 3.280 metros de altitud. Este dato indica que los denisovanos se habrían adaptado a la vida en bajas condiciones de oxígeno en este lugar y podría explicar por qué los sherpas actuales, los tibetanos y las poblaciones vecinas muestran una variante genética peculiar: el alelo EPAS1.
Esta versión de este gen está relacionada con la adaptación a la altitud y está presente en los denisovanos de Siberia. También lo tienen las poblaciones actuales del Himalaya, pero si, de alguna forma, la han heredado de los denisovanos es algo que no se podía demostrar. El hecho de encontrar denisovanos en China que vivieran a gran altitud hace 160.000 años, prueba que lo lograron antes que los humanos modernos, cuyos restos más antiguos de altitud en la zona son de hace entre 30.000 y 40.000 años.

Valle del río Jiangla, China.D. ZHANG, LANZHOU UNIVERSITY.

Además, la mayor altitud que se conoce para neandertales está a 2.000 metros sobre el nivel del mar. Aunque existen evidencias de altitudes mayores, estas se corresponden con periodos estivales, cuando pudieron desplazarse ocasionalmente para cazar. Por el contrario, los denisovanos de la Meseta del Tibet no habitaron su cueva a más de 3.000 metros de forma ocasional, sino que se asentaron allí, según datos no publicados de la excavación, de forma permanente.

Para decir que el hombre moderno de la zona adquiriera esta adaptación a la altitud de los denisovanos tibetanos, los científicos están algo más cerca. Tomàs Marquès-Bonet (izquierda), investigador ICREA y director del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), es uno de los antropólogos que publicó en 2010 el análisis genético del hombre de Denisova de Siberia. Algo más tarde, "Un análisis genómico permitió aventurar la idea de que los Tibetanos habían heredado una genética única, adaptada a vivir a gran altura, gracias, precisamente, a cruces ancestrales con esta especie. Este artículo, permite cerrar el circulo de conjeturas presentando en sociedad la primera mandíbula de denisovanos, encontrada precisamente en el hábitat esperado: en el Tíbet", ha destacado a este medio Marquès-Bonet.

Fuente: elmundo.es | 1 de mayo de 2019

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Una misteriosa especie humana conquistó el techo del mundo hace 160.000 años

Científicos chinos y europeos han identificado un fósil como perteneciente a un denisovano, la misteriosa especie humana que pobló Asia hace miles de años y con la que los Homo sapiens tuvimos una corta pero fructífera historia de sexo.

Un estudio publicado hoy en Nature describe los restos —la mitad de una mandíbula inferior y dos molares— que fueron encontrados en 1980 por un monje budista en la cueva de Baishiya, en la provincia china de Gansu, que comprende parte de la meseta tibetana. “Esta cavidad natural está considerada un lugar sagrado y los huesos humanos que aparecen aquí se suelen machacar para hacer medicinas tradicionales con supuestos poderes curativos”, explica Jean-Jacques Hublin, paleoantropólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del estudio. "No se sabe por qué, el monje prefirió salvar los restos y regalárselos al sexto buda viviente de Gung-Thang, una autoridad religiosa, quien a su vez los donó a una universidad china”, explica. Ahora, 39 años después y gracias a la colaboración entre investigadores chinos y europeos, se ha demostrado que el hueso no era de un santo, sino de un denisovano adolescente de sexo desconocido que vivió hace al menos 160.000 años.

Los denisovanos son una especie humana sin rostro. Fueron descubiertos en 2010 y de ellos apenas se conocían cinco restos fósiles de menos de dos centímetros, todos hallados en la cueva rusa de Denisova, al sur de Siberia, que no permiten conocer el aspecto físico de estos humanos. Sin embargo, el frío de la cueva preservó el ADN, lo que ha permitido ensamblar todo su genoma a partir del diminuto diente de una niña. La genética los identificó como una especie hermana de los neandertales que apareció hace unos 400.000 años. Mientras los neandertales ocuparon Europa, los denisovanos se expandieron por Asia.

Después de que los Homo sapiens salieran de África por primera vez, hace unos 100.000 años, se encontraron con los denisovanos y tuvieron sexo e hijos con ellos en varias ocasiones. Fruto de aquellos cruces hay unas gotas de ADN denisovano en los asiáticos, sus descendientes los nativos americanos (un 0,2% del genoma) y los habitantes de Oceanía (hasta el 5%). Por razones desconocidas, los denisovanos se extinguieron hace unos 40.000 años, el mismo destino que siguieron los neandertales en la misma época.

Entrada de la cueva de Baishiya, un santuario budista. D. Z.

El nuevo hallazgo demuestra que los Homo sapiens no fuimos los primeros en ocupar la meseta del Tíbet, el techo del mundo sobre el que se asienta el Himalaya, la cordillera más alta del planeta. El trabajo, coliderado por Fahu Chen (izquierda), de la Academia de Ciencias China, Dongju Zhang (derecha), de la Universidad de Lanzhou, y el equipo de Hublin, ha extraído proteínas de colágeno de uno de los dientes del fósil. Su secuencia de aminoácidos, aunque muy degradada, parece diferente de la de otras especies humanas e identifica los restos como denisovanos. Esto no solo implica que hubo otros humanos que conquistaron la meseta, con una altitud media de 4.500 metros, 120.000 años antes que nosotros, sino que probablemente fueron ellos los que nos pasaron algunas variantes genéticas necesarias para sobrevivir en este entorno hostil con escaso oxígeno, como han demostrado estudios recientes entre pobladores del Himalay...

“Neandertales y denisovanos vivieron durante cientos de miles de años en Eurasia y se adaptaron a estos entornos. Los humanos modernos llegaron de África y se mezclaron con ellos un poco, lo que les permitió adquirir variantes genéticas ventajosas. Esas variantes se hicieron cada vez más frecuentes. Por ejemplo, el 80% de los tibetanos actuales las portan”, resalta Svante Pääbo (izquierda), genetista del Instituto Max Planck y autor principal de la secuenciación del genoma neandertal y denisovano. "Es muy interesante que se empiecen a encontrar denisovanos más allá de la cueva de Denisova. Presumiblemente ocuparon la mayoría de Asia en el pasado, así que espero que se encuentren muchos más restos en el futuro", comenta el genetista.

La técnica que analiza paleoproteínas puede ser la próxima revolución en evolución humana y probablemente permita aclarar qué aspecto tenían los denisovanos, si es que no lo ha hecho ya. “A juzgar por la mandíbula y lo que sabemos de otros fósiles ya conocidos de China como Maba [sur de China], Xujiayao [norte] y Penghu [Taiwán], que también pueden ser de denisovanos, estamos ante unos humanos muy parecidos a los de la Sima de los Huesos [en Atapuerca, Burgos], con una cabeza grande, los arcos de las cejas muy marcados, dientes voluminosos y frente huidiza”, explica Hublin.

El trabajo también confirma a Asia como una segunda cuna de la evolución humana más allá de África. “En China se conocen muchísimos fósiles humanos raros o inclasificables que ahora podrían ser adscritos a los denisovanos con las nuevas técnicas de análisis de ADN y paleoproteínas”, opina Antonio Rosas (derecha), paleoantropólogo del CSIC.

“Nuestra especie, aunque solitaria, es en realidad un crisol de humanidades ya extintas, y esa mezcla ha sido particularmente importante para nuestro éxito actual”, resalta María Martinón-Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos. “Es curiosa la forma en que relatamos siempre como hazañas muchas de nuestras capacidades. Sin embargo, es una cura de humildad descubrir que parte de nuestros superpoderes estaban presentes en otras poblaciones humanas mucho antes que en la nuestra, y que, de hecho, les debemos a ellas su herencia”, destaca.

Fuente: elpais.com | 2 de mayo de 2019

Un modelo 3D permite viajar a la época romana en el Museo Bíblico Tarraconense

Estos visitantes del Museo Bíblico Tarraconense se encuentran dentro del espacio que ocupaba el antiguo pórtico del Templo de Augusto. FOTO: Alfredo González.

Delante de un ordenador y después de muchos meses de documentación, la arqueóloga Silvia Fibla ha hecho una recreación en 3D de cómo era una parte del Templo de Augusto hace más de 2.000 años.

En concreto, se ha centrado en interpretar las estructuras que se conservan en el interior del Museo Bíblico Tarraconense. Un trabajo que se ha realizado después de que las diferentes excavaciones arqueológicas determinaron qué parte de las salas se ubican en el antiguo pórtico del recinto de culto del templo, y que en la sala dedicada a la Judea Romana había una de las exedras –una especie de capilla en forma de ábside en la que colocaban figuras de los dioses que veneraban– de este conjunto religioso romano.
La presentación de las imágenes en 3D de los restos romanos se hizo en la sede del Museo Bíblico.

Fibla ha realizado el trabajo después de cursar el grado de Arqueología en la Universidad Autónoma de Barcelona y un máster en Patrimonio Virtual en la Universidad de Valencia. El diseño de este modelo ha sido su trabajo de fin de máster. «Me gusta mucho la tecnología y las recreaciones que ésta te permite», aseguraba antes de la presentación. En este trabajo ha contado con la colaboración de los arqueólogos Andreu Muñoz, director del Museo Bíblico Tarraconense, y de Josep Maria Puche, de la Unidad de Documentación Gráfica del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC).
Afirmaba que la maqueta del antiguo templo, que se expone en el Museo Bíblico Tarraconense, ha sido una de las principales fuentes de documentación. A partir de ésta entró en los detalles para «dibujar» cómo era el pórtico, de once metros de ancho, así como la exedra, de unos 7,5 metros de ancho por unos 9 metros de altura.

Respresentación virtual del espacio que ocupa el Museu Bíblic en la época romana, con los pórticos y la exedra del recinto de culto. FOTO: Silvia Fibla

«Diseñar» la estructura

La autora de este proyecto afirmaba que «cuando estás modelando es como si estuvieras construyendo en edificio en aquella época». Este ejercicio de arquitectura ha permitido tener un nivel de conocimiento mucho más concreto sobre cómo era esta estructura. «Van surgiendo incoherencias que te permiten seguir afinando», afirmaba Puche.

Las dimensiones de los sillares, así como el color y la textura de los diferentes materiales son otros de los aspectos que pueden apreciarse en el resultado final. Éste podrá verse a través de las pantallas que hay instaladas en el Museo Bíblico Tarraconense así como a través de la plataforma Sketchfab, en la que tan solo habrá que poner el concepto ICAC en el buscador, para poder consultarlo gratuitamente.
El director del Museo Bíblico Tarraconense destacó que a partir de esta herramienta podrán hacerse «inteligibles» las estructuras romanas que se conservan en el interior de la Casa de los Concilios. «Intentamos hacer excavaciones y recursos pedagógicos para transferir el conocimiento de la evolución histórica de la acrópolis», aseguraba Muñoz.

Por su parte, el representante del ICAC defendía que la tecnología, y en este caso, «los modelos 3D, es un complemento que ayuda a entender la arqueología». Los profesionales que han intervenido en este proyecto destacan el nivel de conocimiento que aportan los arqueólogos en un campo de la reconstrucción en el que «hay mucho 'fake'».

Fuentes: diaridetarragona.com | diarimes.com | 27 de abril de 2019

Descubiertas por primera vez falsificaciones de piezas de ámbar prehistórico en la península ibérica

Expertos de las universidades de Sevilla y Barcelona y el CSIC afirman que los procesos de intercambio durante la Prehistoria podrían haber favorecido la presencia de piezas de ámbar falso.


Las comunidades prehistóricas de la Edad del Bronce (2500-1500 a.C.) de la península ibérica crearon cuentas de collar de ámbar falso recubriendo distintos tipos de soportes con resina de árboles, según un estudio publicado en la revista PLOS ONE, liderado por Carlos Odriozola (izquierda), de la Universidad de Sevilla, y con la participación de los investigadores J. Daura y M. Sanz, del Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la Universidad de Barcelona, y J.M. Martínez-Blanes y M.A. Avilés, del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla (centro mixto CSIC-US).

Muchos estudios arqueológicos han demostrado la importancia que tuvo el ámbar en cuanto a simbolismo y decoración para las poblaciones prehistóricas de Europa. Este estudio es el primero que habla de la presencia de piezas de ámbar falso en la península ibérica y en Europa, las cuales se habrían hecho recubriendo el núcleo de las cuentas de collar con resina de árboles.
Los autores del estudio obtuvieron las piezas de ámbar falso en dos enterramientos prehistóricos de España: uno de ellos es la cueva de La Molina, en Sevilla, donde se hallaron dos cuentas del III milenio antes de Cristo; y el segundo la cueva del Gegant, cerca de Barcelona, donde se encontraron cuatro cuentas del II milenio antes de Cristo. Los autores estudiaron la composición y estructura química de las seis piezas y los recubrimientos de resina con el uso de espectroscopia infrarroja, microscopio electrónico y difracción de rayos X.

Cueva de la Molina, Sevilla.

Las piezas de la cueva del Gegant tenían el núcleo realizado sobre un esqueleto de concha marina, cubierta por varias capas hechas con resina de árbol, probablemente de pino. Las cuentas estaban recubiertas también con un sedimento blanco con calcio. Las piezas de la cueva de la Molina también presentan una resina parecida al ámbar y las cubrían una capa de cinabrio y calcita en la zona más externa.

Los autores del estudio consideran que estas técnicas sirvieron para revestir distintos soportes con resinas de árboles que se usaron para imitar el brillo y color del ámbar original, puesto que, durante este periodo prehistórico de la Edad del Bronce, este material no era muy abundante y había mucha demanda en toda Europa.

Los dos yacimientos también presentan otros materiales poco comunes de esta época, como son el marfil, el oro o el cinabrio; por lo tanto, se desconoce por qué estos individuos, que ya disponían de materiales exóticos y poco comunes, utilizaron alternativas al ámbar real.

Fuente: diariodesevilla.es | 1 de mayo de 2019

Los últimos secretos de la catedral de Santa Sofía salen a la luz: del baptisterio a la biblioteca

Exterior de la catedral de Santa Sofía.


En el año 532, una serie de disturbios en Constantinopla pusieron en jaque al Imperio bizantino de Justiniano I. La revuelta, desatada en la zona del Hipódromo, en el centro de la actual Estambul, unió a los azules (aristócratas) y a los verdes (comerciantes) contra las fuerzas imperiales. No lograron derrocar al poder, pero sí arrasaron algunos de los edificios públicos más emblemáticos de la ciudad, como la iglesia de Santa Sofía, construida en 360 por el emperador Constantino.

Con la rebelión sofocada, Justiniano ordenó levantar un catedral colosal sobre los restos que había sobrevivido de Santa Sofía, y para ello mandó ir en búsqueda de los materiales más ricos del Imperio, como las columnas del templo de Artemisa, mármol verde de Tesalia o roca negra del Bósforo. Tras cinco años de trabajo —el edificio fue construido por Isidoro de Mileto y Antemio de Trales—, la basílica se inauguró el 27 de diciembre de 537. Según el historiador Procopio de Cesárea, Justiniano exclamó al ver su deseo realizado: "¡Salomón, te he vencido!", en referencia al templo de Jerusalén.
Santa Sofía se convertiría de esa forma en la iglesia más grande construida por el Imperio romano de Oriente, una joya de la arquitectura bizantina que caería en manos otomanas tras la conquista de Constantinopla por el sultán Mehmed II, el Conquistador, en 1453. Pero antes de esa fecha, el templo se convertiría en la catedral operativa más grande de la ciudad durante todo el período bizantino y en el lugar de coronación de los emperadores.

Este fresco muestra una gran cruz en un círculo rodeado de un diseño geométrico. Encontrado en una estructura conocida como la rampa noreste, el fresco se halló mientras la restauración se estaba llevando a cabo en 2008. (Foto de Jan Kostenec, Copyright: Oxbow Books, Ken Dark y Jan Kostenec 2019).


Un muro de piedra verde, que se muestra aquí, es parte de una estructura rectilínea ubicada al norte de la catedral de Santa Sofía. Esta estructura puede ser restos del Gran Baptisterio, donde se realizaba el bautismo en la Epifanía y la Vigilia Pascual, y donde se bautizaban los hijos de los emperadores. (Foto de Jan Kostenec, Copyright Oxbow Books, Ken Dark y Jan Kostenec 2019).


Pero no solo eso: una investigación de un grupo de arqueólogos realizada entre 2004 y 2018 ha sacado a la luz lo que se cree que es el Gran Baptisterio perdido de la catedral cristiana más grande jamás construida en el mundo antiguo. Según Ken Dark y Jan Kostenec, los líderes del estudio, que acaban de publicar los resultados en un libro titulado Hagia Sophia in Context: An Archaeological Reexamination of the Cathedral of Byzantine Constantinople, en este recinto habrían bautizado los emperadores a sus hijos.

Se trata de un muro de piedra color verdoso, parte de una estructura rectilínea ubicada al norte de la catedral y que se enmarca dentro de otros descubrimientos en el complejo de edificios eclesiátiscos que rodean a la catedral, convertida en mezquita en 1453. Además del baptisterio, los arqueólogos han sido capaces de reconstruir el aspecto del Palacio Patriarcal y de identificar el lugar exacto —un círculo de roca ígnea— donde el emperador Justiniano se colocaba durante la liturgia y otras ceremonias religiosas.

Los arqueólogos creen que el disco de pórfido en el suelo era el lugar exacto en que Justiniano I se ponía durante las cereonias (Foto: Jan Kostenec, Copyright Oxbow Books, Ken Dark and Jan Kostenec, 2019).


En 2012, se descubrió un mosaico geométrico en el interior de la iglesia a nivel del suelo. Se utilizó una mezcla de colores en oro y verde. Los motivos geométricos encontrados en el mosaico incluyen esvásticas, las cuales se utilizaron con frecuencia en el mundo antiguo. ((Foto: Jan Kostenec, Copyright Oxbow Books, Ken Dark and Jan Kostenec, 2019).


"Nuestro trabajo de campo entre 2004 y 2018 en el área que rodea la iglesia del siglo VI ha revelado nuevas estructuras bizantinas al norte, oeste y sur", escriben Dark y Kostenec en el libro, según recoge el portal especializado LiveScience. Entre esas estructuras se han hallado también restos del mármol blanco del patio que una vez rodearon a la catedral, convertida en 1935 en museo por Kemal Atatürk.

Un fragmento de pavimento de mármol blanco hallado en Santa Sofía está decorado con un hexágono u octógono dentro de un rectángulo. La investigación sugiere que una parte considerable de la Santa Sofía estaba revestida de mármol blanco, lo que habría reflejado la luz solar, aumentando así la visibilidad de la Basílica, dándole un aspecto casi luminoso. ( Foto de Jan Kostenec, Copyright: Oxbow Books, Ken Dark y Jan Kostenec 2019).


Por si eso no fuese suficiente, los investigadores, asimismo, han descubierto lo que parece ser una antigua librería situada debajo del gran salón; y basándose en su tamaño, aseguran que puede haber albergado miles de pergaminos. Por último, han determinado que la estructura conocida como el vestíbulo noroeste fue construida durante la etapa justiniana y no durante el período otomano.

Los investigadores encontraron que este espacio abovedado puede ser los restos de una antigua biblioteca que contenía miles de rollos. El espacio está ubicado debajo de una estructura conocida como el gran salón en Santa Sofía. ( Foto de Jan Kostenec, Copyright: Oxbow Books, Ken Dark y Jan Kostenec 2019).


Los investigadores encontraron que el vestíbulo noroeste, que se muestra aquí, se construyó durante el reinado de Justiniano I. Originalmente, se creía que se había agregado mucho más tarde, durante la época del Imperio Otomano. (Foto de Jan Kostenec, Copyright: Oxbow Books, Ken Dark y Jan Kostenec 2019).


"El descubrimiento de una parte tan grande de la iglesia justiniana de Santa Sofía no tiene precedentes en las décadas previas... y altera de forma significante el conocido plan de este edificio mundialmente famoso", señaló Dark a LiveScience.

Además, los autores del trabajo han asegurado que todavía quedan muchas partes de Santa Sofía, cuyas paredes están adornadas con hermosos mosaicos de oro y plata, sin descubrir, a la espera de la mano de los arqueólogos.

Fuentes: elespanol.com | livescience.com | revistagalileu.globo.com | 30 de abril de 2019

Un diente neandertal descubierto en Serbia revela pistas sobre la migración humana en Europa

Recreación en 3D del diente neandertal descubierto en la cueva Pešturina (Serbia).


Por , profesora de la Universidad de Winnipeg, y , ayudante de investigación en la Universidad de Winnipeg (Canadá).

En 2015, nuestro equipo de investigación arqueológica serbio-canadiense estaba trabajando en una cueva llamada Pešturina, en el este de Serbia, donde habíamos encontrado miles de herramientas de piedra y huesos de animales. Un día, un estudiante serbio nos trajo emocionado un fósil que habían descubierto: era un pequeño diente molar, que inmediatamente reconocimos como humano.
Un solo diente puede no parecer mucho, pero se puede extraer de él mucha información. Sabíamos que tenía unos 100.000 años de antigüedad, ya que la capa en la que se encontraba se había datado anteriormente. Pudimos construir un modelo en 3D de alta resolución para estudiar la forma de su corona, las raíces y la estructura interna. Además, realizamos mediciones detalladas e hicimos análisis estadísticos que se publicaron en la edición de junio de 2019 del Journal of Human Evolution.

Los resultados de nuestro estudio son claros: este pequeño diente pertenecía a un neandertal. Se han encontrado fósiles de neandertales en Croacia y Grecia, pero aún son relativamente raros en los Balcanes en comparación con Europa occidental y Oriente Medio. Este diente pertenece, pues, al primer neandertal encontrado en Serbia.

El primer fósil neandertal hallado en Serbia

Los neandertales eran un grupo de antiguos humanos que vivieron en Eurasia occidental durante la época del Pleistoceno. Sus primeros antepasados habitaron en lo que hoy es España hace casi medio millón de años, y gradualmente se expandieron hacia el este a través de Europa y el Levante llegando hasta Siberia. Pero hace unos 100.000 años, los humanos modernos (como nosotros) comenzaron a migrar desde África hacia Eurasia. Y hace unos 40.000 años, los neandertales comenzaron a desaparecer de Europa, retirándose hacia el oeste a medida que los humanos modernos ocupaban su territorio. Posteriormente, hace unos 30.000 años, los últimos neandertales que quedaban en la península ibérica se extinguieron.

El momento de la desaparición de los neandertales y la conquista del continente europeo por los humanos modernos no puede ser una coincidencia. Hace diez años, la mayoría de los paleoantropólogos te habrían dicho que nuestros dos grupos eran competidores: los neandertales eran más grandes y más fuertes, pero nosotros éramos más inteligentes, y en la batalla por la supervivencia en los duros paisajes, los cerebros derrotaron a la fuerza muscular.

Las actitudes cambiaron rápidamente en 2010, cuando se secuenció el genoma neandertal por primera vez, y se descubrió que todos los seres humanos vivos fuera del África subsahariana portan una pequeña cantidad de ADN neandertal. Más recientemente, se ha descubierto que también ellos tenían algunos de nuestros genes.

Esto significa que, al menos en algunas ocasiones, ambos grupos fueron compañeros sexuales y no luchadores entre sí. Ahora bien, nunca hemos encontrado esqueletos de humanos modernos y neandertales juntos en un mismo sitio, por lo que es posible que sus aventuras románticas hayan sido raras excepciones. Y, por otro lado, tampoco tenemos evidencias claras de violencia entre los dos grupos, por lo que la pregunta sobre la causa de la desaparición de los neandertales sigue abierta.

La cueva Pešturina, en el desfiladero de Jelašnička, está en una reserva natural situada cerca de la ciudad de Niš. © Joshua Lindal

La encrucijada de Europa

Los Balcanes Centrales podrían tener la clave para responder a este interrogante. Asentada en la "encrucijada de Europa", la península balcánica representa la intersección de varios corredores de migración importantes. Ríos como el Danubio abren caminos a través de las cadenas montañosas creando zonas de paso para la migración de animales y personas. Los humanos modernos siguieron estas rutas cuando emigraron por primera vez a Europa, concentrándose a través de los mismos valles que los neandertales consideraron su hogar.

La cueva Pešturina se encuentra a lo largo de una de estas rutas de migración, al lado de la garganta de Jelašnica, la cual mira hacia la gran llanura de inundación del río Nišava, cerca de la moderna ciudad de Niš. Aunque nadie antes había encontrado un fósil de neandertal en Serbia, estábamos bastante seguros de que habían vivido allí, puesto que hemos encontrado restos de su cultura lítica, llamada "cultura Musteriense". También sabemos que los primeros humanos modernos emigrantes hicieron de Pešturina, posteriormente, su hogar, dado que también hemos encontrado sus herramientas líticas habituales. Esto hace que la cueva Pešturina sea uno de los pocos sitios en Serbia donde sabemos que ambos grupos vivieron en el mismo lugar, si bien en diferentes momentos.
Desafortunadamente, aún no sabemos mucho sobre la prehistoria de los Balcanes Centrales, a pesar incluso de la larga tradición de investigación arqueológica en la región. Los arqueólogos del siglo XX optaron por concentrarse en los primeros agricultores, los palacios romanos y las fortalezas medievales. Menos visible y más difícil de interpretar, la arqueología paleolítica ha ha quedado reducida a un segundo plano, hasta ahora.

Mapa en el que se muestra la ubicación de Pešturina.

Rellenando huecos

Dirigido por el profesor de arqueología, Dušan Mihailović, de la Universidad de Belgrado, y por Bojana Mihailović, conservador del Museo Nacional de Serbia, nuestro equipo internacional de investigadores ha estado identificando y excavando diversas cuevas en toda Serbia con el fin de llenar los vacíos existentes en nuestro conocimiento de la prehistoria de esta importante región. Junto con Predrag Radović, coautor en el artículo de investigación, nuestro papel en el equipo ha consistido en estudiar los restos humanos fósiles.
Hace una década, en una cueva no muy lejos de Pešturina llamada Mala Balanica, hallamos una mandíbula humana que fue datada con una antigüedad de aproximadamente medio millón de años, siendo así el fósil humano más antiguo descubierto en los Balcanes Centrales y uno de los más vetustos de Europa. Esta mandíbula no pertenecía a un neandertal, sino a un tipo de humano más antiguo (y diferente) llamado Homo heidelbergensis. Sin embargo, esperamos encontrar restos aún más antiguos que los fósiles humanos hallados en Georgia con una datación de hace 1,8 millones de años, o el fósil hallado en España con una datación de hace 1,4 millones, pues la encrucijada de los Balcanes se encuentra justo en el medio.

Mandíbula hallada en Mala Balanica (serbia).

La cueva Pešturina también ha proporcionado otros regalos. En el mismo nivel que se halló el diente mencionado, nuestro equipo encontró un hueso de oso de las cavernas con una serie de marcas de corte paralelas hechas con herramientas de piedra. No son cortes característicos de un descuartizamiento, ya que parece que podrían tener un propósito simbólico. Tal circunstancia constituye un gran problema, dado que, hasta hace poco, la mayoría de los investigadores han venido pensando que el simbolismo y la expresión artística eran comportamientos únicos de los humanos modernos. Esta percepción está cambiando, pues recientemente se ha descubierto que los neandertales muy probablemente se adornaron con plumas, garras y conchas, y que incluso realizaron pinturas rupestres en las cuevas que habitaron.

El hallazgo del diente de Pešturina es un paso pequeño, pero emocionante, hacia la reconstrucción de la compleja prehistoria de la migración humana y el contacto cultural en los Balcanes Centrales. Fruto de la colaboración entre la Universidad de Belgrado y la Universidad de Winnipeg hemos podido ofrecer una experiencia práctica de campo a estudiantes canadienses e internacionales. A través de esta colaboración, los Balcanes Centrales continuarán entregando más y más pistas sobre nuestros primeros ancestros y su relación con los misteriosos neandertales.

Los arqueólogos excavando la cueva Pešturina, donde se descubrió el molar neandertal. © Joshua Lindal

Fuentes: theconversation.com | news-centre.uwinnipeg.ca | 23 de abril de 2019