El enigma de la procedencia del estaño en la Edad del Bronce

Lingotes de estaño hallados en Haifa, Israel, y analizados en el estudio de investigación.

El origen del estaño utilizado en la Edad del Bronce ha sido durante mucho tiempo uno de los mayores enigmas en la investigación arqueológica. Sin embargo, ahora, investigadores de la Universidad de Heidelberg y el Centro de Arqueometría Curt Engelhorn, en Mannheim, han resuelto parte del rompecabezas y publicado su trabajo de investigación en PLoS ONE .

Mediante la utilización de métodos de las ciencias naturales, examinaron lingotes de estaño del II milenio a.C. encontrados en yacimientos arqueológicos de Israel, Turquía y Grecia. De este modo, pudieron demostrar que el estaño en forma de lingotes no provenía de Asia Central, como se suponía anteriormente, sino de depósitos de este metal en Europa.

Lingotes de estaño hallados en Mochlos (Creta) en fase de desintegración. La forma original del lingote solo pudo reconstruirse mediante la decoloración del suelo (fotos: JS Soles).

Los resultados demuestran que, incluso en la Edad del Bronce, debió haber existido rutas comerciales complejas y de largo alcance entre Europa y el Mediterráneo Oriental. Las materias primas altamente apreciadas como el estaño, así como el ámbar, el vidrio y el cobre, fueron las fuerzas impulsoras de esta temprana red de comercio internacional. El bronce, una aleación de cobre y estaño, ya se estaba produciendo en Oriente Medio, Anatolia y el Egeo, a fines del IV y III milenio a.C. El conocimiento sobre su producción se extendió rápidamente a través de amplias franjas del Viejo Mundo.

"El bronce se usó para fabricar armas, joyas y todo tipo de objetos cotidianos, y legó su nombre a toda una época histórica. El origen del estaño ha sido durante mucho tiempo un enigma en la investigación arqueológica", explica el profesor Dr. Ernst Pernicka (izquierda), quien hasta su retiro trabajó tanto en el Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Heidelberg como en el Centro Curt Engelhorn de Arqueometría.

"Los objetos y depósitos de estaño son raros en Europa y Asia. La región del Mediterráneo Oriental, donde se originaron algunos de estos objetos que hemos estudiado, prácticamente no tenía ningún yacimiento de estaño. En consecuencia, esta materia prima tuvo que haber sido importada", explica el investigador.

Depósitos de estaño en el continente euroasiático y distribución de hallazgos de estaño en el área estudiada que data de 2500-1000 a.C. La flecha amarilla no indica la ruta comercial real, sino que simplemente ilustra el supuesto origen del estaño israelí basado en los datos. Crédito: Berger et al. 2019 (mapa preparado por Daniel Berger).

Los metales comercializados en forma de lingotes son particularmente valiosos para la investigación porque las cuestiones sobre su origen pueden objetivarse específicamente. Mediante el empleo de datos de isótopos de plomo y estaño, así como el análisis de oligoelementos, el equipo de investigación de Heidelberg-Mannheim, dirigido por el profesor Pernicka y el Dr. Daniel Berger (derecha), examinó los lingotes de estaño encontrados en Turquía, Israel y Grecia. Esto les permitió verificar que este metal realmente procedía de Europa. Los artefactos de estaño de Israel, por ejemplo, coinciden en gran medida con el estaño de Cornwall y Devon, en Gran Bretaña.

"Estos resultados identifican específicamente el origen del metal de estaño por primera vez y, por lo tanto, dan lugar a nuevas ideas y preguntas para la investigación arqueológica", dice el Dr. Berger.

Fuente: phys.org | 13 de septiembre de 2019

Los primeros humanos usaron pequeñas herramientas 'quirúrgicas' de sílex para descuartizar elefantes

Corte de piel con la réplica de una pequeña lasca. Revadim (israel). Crédito: Ran Barkai, Universidad de Tel Aviv.

La cultura Achelense perduró en la zona mediterránea del Levante durante más de un millón de años en el transcurso del Paleolítico Inferior (hace entre 1,4 millones a 400.000 años). El empleo de bifaces o herramientas de corte grandes como hachas manuales y cuchillas se considera un sello distintivo de su sofisticación o, según algunos investigadores, la falta de ella.

Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Tel Aviv, y publicado en Nature's Scientific Reports, revela que estos primeros humanos de la cultura Achelense también elaboraron pequeñas herramientas de sílex a partir de instrumentos desechados más grandes como parte de un completo kit de herramientas para la carnicería de animales. Esto sugiere que su cultura material era, de hecho, mucho más sofisticada de lo que se creía anteriormente.

El equipo internacional de investigadores, dirigido por la Dra. Flavia Venditti (izquierda) y el profesor Ran Barkai (derecha), del Departamento de Arqueología y Culturas del Antiguo Cercano Oriente en la Universidad de Tel Aviv, junto con colegas de la Universidad La Sapienza de Roma, descubrió un gran número de pequeñas lascas de sílex en el yacimiento del Paleolítico Inferior tardío de Revadim, en Israel. En el pasado, este yacimiento proporcionó varias colecciones de herramientas líticas, entre las que se incluyen docenas de hachas de mano, así como restos de animales, principalmente de elefantes.

La nueva investigación se basa en un análisis experto de 283 pequeñas herramientas de sílex de entre unos 500.000 y 300.000 años de antigüedad.

(a) La ubicación y las áreas de excavación del yacimiento Achelense tardío de Revadim. (b) Hacha de mano bifacial hallada en el nivel C3. (c) Un grupo de pequeñas lascas producidas por reciclaje lítico. (d) Primer plano del nivel C3. (e) Área del yacimiento vista hacia el noreste.

"El análisis implicó observaciones microscópicas de desgaste por uso, así como de residuos orgánicos e inorgánicos", explica el Dr. Venditti. "Buscábamos signos de desgaste en los bordes, estrías, esmaltes y residuos orgánicos atrapados en las depresiones en las pequeñas lascas de sílex, a fin de comprender para qué se usaban las mismas".


Residuo óseo atrapado en una lasca, de hace 500.000 años, utilizada para extraer la carne del hueso. (Dra. Flavia Venditti y Prof. Ran Barkai / Universidad de Tel Aviv).

De acuerdo con las señales de uso microscópicas y los residuos orgánicos encontrados, estas pequeñas lascas de sílex no eran simplemente desechos fruto de la producción de herramientas más grandes. Eran el producto de artefactos desechados, pero deliberadamente reciclados y destinados a un uso específico.

"Durante décadas, los arqueólogos no prestaron atención a estas pequeñas lascas. La atención se centraba en las grandes hachas manuales y otras herramientas de piedra impresionantes", dice el profesor Barkai. "Pero ahora tenemos evidencia sólida que demuestra el uso vital de lascas de unos cinco centímetros".

"Mostramos aquí, por primera vez, que estas pequeñas herramientas fueron fabricadas deliberadamente a partir de material reciclado y que jugaron un papel importante en la antigua caja de herramientas humana dentro de las estrategias de supervivencia", agrega el Dr. Venditti.

La extracción de carne de un hueso utilizando la réplica de una pequeñalasca. Revadim (Israel). Crédito: Ran Barkai, Universidad de Tel Aviv.

La cultura Achelense, que también prevaleció en África, Europa y Asia en el periodo temporal considerado, se caracterizó por la producción estándar de grandes e impresionantes herramientas de piedra utilizadas principalmente en el descuartizamiento de los animales de gran tamaño que poblaban la Tierra.

"Los humanos antiguos dependían de la carne y especialmente de la grasa de los animales para su existencia y bienestar. Por lo tanto, la calidad de la carnicería y despiece de los animales grandes, así como la obtención de cada posible caloría, era de suma importancia para ellos", dice el profesor Barkai.

Según el estudio, que se llevó a cabo en el transcurso de tres años, estas pequeñas herramientas se utilizaron en las etapas del proceso de carnicería y despiece que requería un corte preciso, tal como la separación de tendones, cortar o trocear la carne y la extracción del periostio para la adquisición de la médula. Unas 107 pequeñas lascas mostraban signos de procesamiento de cadáveres de animales, y otras 11 lascas también revelaron residuos orgánicos e inorgánicos, principalmente de hueso, pero también de tejido blando. Los experimentos llevados a cabo mediante reproducciones de este tipo de herramientas mostraron que debieron haber sido utilizadas para tareas delicadas, realizadas conjuntamente con las herramientas de carnicería más grandes.

Fibras óseas de 500.000 años de antigüedad atrapadas en el borde de una pequeña lasca. Revadim (Israel) (Flavia Venditti y Ran Barkai / Universidad de Tel Aviv)

"Tenemos una imagen de los antiguos humanos como criaturas voluminosas y grandes que atacaban a los elefantes con armas de piedra de gran tamaño. Luego ellos engullían la mayor cantidad posible de carne de estos elefantes y se iban a dormir", dice el profesor Barkai. "De hecho, eran mucho más sofisticados que todo eso. Las pequeñas lascas que utilizaban actuaban como herramientas quirúrgicas para cortar delicadamente partes exactas de los elefantes, a fin de obtener el mayor número de calorías posibles".

"No se desperdiciaba nada. Las herramientas de piedra desechadas se reciclaban para producir nuevas y pequeñas cuchillas de corte. Tal actividad refleja una cultura refinada, precisa, reflexiva y respetuosa con el medio ambiente. Esta conciencia ecológica permitió que los humanos antiguos prosperasen durante miles de años", concluye el profesor Barkai.

Fuentes: phys.org | timesofisrael.com | 11 de septiembre de 2019

Proteínas de hace 1,7 millones de años hablan tanto como el ADN

Cráneo de Stephanorhinus de Dmanisi - Mirian Kiladze, Georgian National Museum

El ADN antiguo ofrece una información valiosísima acerca de la evolución de la vida en la Tierra, incluidos nuestros propios pasos como especie. Sin embargo, es frágil y su obtención está limitada en el tiempo. El genoma más antiguo secuenciado hasta ahora es el de un caballo que vivió hace 700.000 años en Canadá, recuperado de un hueso congelado en el permafrost cerca del Ártico. Y entre la familia humana, el de un Homo heidelbergensis, un pariente que habitaba la Sima de los Huesos de Atapuerca hace 400.000 años.

Ahora, una nueva investigación publicada en la revista Nature ha fulminado el récord de lectura de datos genéticos al secuenciar proteínas en el diente de un rinoceronte que vivió hace 1,7 millones de años en Dmanisi, Georgia. Nada menos que un millón de años antes que el caballo canadiense. Los resultados, dicen los investigadores, abren las puertas a una «revolución» en el estudio de la evolución desde tiempos remotos que podría también cambiar lo que sabemos sobre nuestros propios orígenes.

El equipo internacional, formado por 48 investigadores entre los que se encuentran dos profesores de investigación ICREA del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) en Tarragona, utilizó una tecnología innovadora llamada espectrometría de masas para analizar el diente de un Stephanorhinus etruscus, un rinoceronte extinto que vivió en Eurasia durante el Pleistoceno. El fósil fue descubierto en el yacimiento de Dmanisi, Georgia.

Los resultados permitieron conocer nuevos datos sobre el linaje de este rinoceronte de dos cuernos y de dos metros y medio de longitud, adaptado a espacios abiertos, grácil y de hábitos corredores. Por ejemplo, que corresponde a un grupo hermano del rinoceronte lanudo y que «tiene al de Sumatra, en peligro de extinción, como pariente vivo más próximo», explica Jordi Agustí (izquierda), del IPHES.

Más atrás en la evolución humana

El ajuste del linaje evolutivo de una especie puede parecer un pequeño avance, pero las repercusiones de secuenciar proteínas de fósiles tan antiguos son muchas. Mientras que el ADN sólo parece sobrevivir durante unos cientos de miles de años, las proteínas pueden aguantar en buen estado millones de años. Y la información que se obtiene de ellas es equivalente a la que ofrecería el ADN si fuera tan estable. «Desde luego, con las proteínas no se puede reconstruir un individuo, pero sí establecer relaciones de unos grupos con otros», explica Agustí. Además, el esmalte de dientes es un material duradero, abundante en los fósiles, que proporciona más información genética que el colágeno, la única otra proteína hasta ahora recuperada de fósiles de más de un millón de años.

Reconstrucción de 'Stephanorhinus etruscus' - Mauricio Antón

Esta técnica podría permitir a los científicos de todo el mundo construir una imagen más grande y precisa de la evolución de cientos de especies, incluida la nuestra. Los datos de ADN que rastrean genéticamente la evolución humana solo cubren los últimos 400.000 años. Pero los linajes que condujeron a los humanos modernos y al chimpancé, la especie viviente genéticamente más cercana a nosotros, se separaron hace unos seis o siete millones de años, lo que significa que los científicos actualmente no tienen información genética para más del 90% del camino evolutivo que llevó a la aparición de Homo Sapiens.

Tampoco se entienden bien los vínculos genéticos entre nosotros y especies extintas como Homo erectus, el homínido más antiguo con proporciones corporales modernas similares a las nuestras, porque todo lo que se sabe actualmente se basa casi exclusivamente en información anatómica, no información genética.

Por eso, los autores creen que sus resultados «revolucionarán los métodos de investigación de la evolución», como asegura uno de los autores principal del artículo, Eske Willerslev, investigador de las universidades de Cambridge y Copenhague. De forma parecida se expresa Agustí: «El fósil (del rinoceronte) viene de Dmanisi, un lugar donde se han encontrado los homínidos más antiguos de Eurasia, los primeros que salieron de África. Se ha abierto una vía de investigación fantástica», subraya.

Fuentes: abc.es| phys.org | 11 de septiembre de 2019

Antonio Monclova: "El origen del ser humano es un tema que levanta pasiones exacerbadas"


El profesor Antonio Monclova

Hablar con Antonio Monclova es hacerlo con un experto en Prehistoria. Doctor en esta materia y también en Paleontología, desde hace años se dedica, además de a la enseñanza, a la literatura. Ha publicado dos libros: "Neandertales, los últimos homínidos de Europa" y "La conspiración neandertal". Esta tarde ofrece una conferencia a las 20.30 horas en el salón de actos de la Alhóndiga dentro de las primeras Jornadas de Prehistoria de Zamora.

"Los neandertales: un fenómeno social". Este es el título de la conferencia que ofrece esta tarde. ¿Sobre qué va a tratar?
–La conferencia versará sobre el último libro que he publicado "La conspiración neandertal", que forma parte de una trilogía sobre esta especie. La idea es mostrar cómo han cambiado los estudios sobre los neandertales a lo largo del último siglo teniendo en cuenta el aspecto social. También hablaré de cómo ciertas ideas sobre ellos han calado en la población y de cómo la relación con la sociedad ha transformado la investigación.

–¿Cómo ha ido evolucionando la imagen que tenemos de los neandertales a lo largo de este siglo?
–Los primeros estudios que se realizaron sobre esta especie en el siglo XIX no tenían repercusión entre el pueblo. Sin embargo, a principios del siglo XX, la prensa empezó a publicar multitud de artículos, principalmente en Francia e Inglaterra, sobre lo que los científicos iban descubriendo. Esto hizo que el público mostrara interés y que los científicos comenzaran a adquirir cierta fama. También que los políticos empezaran a interesarse y que se estableciera una protección sobre el patrimonio prehistórico. Los científicos se sentían, a la vez, casi en la obligación de seguir publicando información. Comienzan entonces a aparecer hipótesis y teorías de todo tipo que no tenían base, pero que van calando entre el público. Hasta el punto de que muchas de ellas han quedado para siempre en el imaginario colectivo, como por ejemplo la idea de que el neandertal era un ser bruto. En la parte final de la charla, daré unas pinceladas sobre cómo hoy en día se ha pasado de considerar a los neandertales como casi animales y con un aspecto simiesco, a todo lo contrario, a pensar en ellos como seres totalmente humanos, algo que tampoco es cierto.

–No es cierta entonces esa idea de que los neandertales eran nuestros antepasados...
–No son nuestros antepasados. Esta es una de las ideas que al principio sirvieron para crear la imagen animalesca que se les ha dado. Hoy ya lo sabemos, y aunque compartimos cierto ADN con ellos, porque nos cruzamos, no son nuestros antecesores. Nosotros llegamos a Europa cuando ellos ya estaban aquí. Ese es uno de mis caballos de batalla, luchar contra la desinformación que se ha creado en estos años.

–Las últimas dataciones confirman que fue la primera especie en realizar pinturas...
–Precisamente por esto hecho se puede suponer que esta especie no era tan simiesca como se ha presentado. A partir de los años 50, se les ha comenzado a presentar como unos seres más humanos, un extremo que llega ahora a su máximo apogeo. Y es que se han descubierto algunas pinturas, algunas manchas, que están en estudio, pero que han derivado en la idea del neandertal como pintor, lo que ha alentado a que algunas personas los empiecen a considerar como nosotros. Se ha pasado de un extremo al otro. Que hicieran algunas pinturas no supone la mayor rareza. Simplemente refleja que tenían una cultura, una estructura social, que se relacionaban entre ellos... Y de eso es de lo que voy a hablar en la conferencia. También de cómo la sociedad ha tenido mucho que ver, porque hay una reciprocidad con el investigador. Así, mientras en el año 1910 se representaba al neandertal en la prensa como una especie de gorila con cachiporra incluida, hoy en día se muestra una imagen suya acariciando a un niño pequeño, cuando ni siquiera sabemos cómo trataban a los niños... Hoy el público es más sensible a este tipo de cosas y en aquella época, previa a la I Guerra Mundial, la sociedad era más proclive a la agresividad. De ahí que vaya variando la imagen que se ha ido dando de los neandertales.

–Los Homo sapiens y los neandertales convivieron en Europa hasta que estos últimos desaparecieron. ¿Qué sucedió para que esta especie se erradicase?
–El tercer libro de la trilogía, en el que estoy aún trabajando, trata precisamente de eso, de la desaparición de los neandertales, una desaparición en la que parece que los humanos modernos tuvieron algo que ver, pero que fue, sobre todo, una cuestión poblacional. Porque esta especie está formada por un grupo pequeño que se fue quedando aislada en una zona del sur de Europa y cuyos métodos de caza eran inferiores a los de los humanos modernos.

–En su libro habla sobre el hombre de Piltdown, la historia de una de los grandes fraudes de la Paleontología, pero sin embargo bastante desconocida...
–En realidad, no tiene que ver con los neandertales directamente..., pero lo cierto es que en 1912 se dio a conocer al público un hallazgo que los británicos presentaron como nuestro antepasado, como el famoso eslabón perdido. Esta idea fue toda una mentira, porque no eran más que unos restos unidos de un humano medieval con un chimpancé. Lo habían hecho a propósito para que pareciese lo que ellos querían que pareciese. Y sin embargo, no fue hasta cincuenta años más tarde cuando se descubrió la farsa que habían urdido. Así que entre la I Guerra Mundial y los años 50, muchos antropólogos pensaban que este hallazgo era auténtico y eso influía en la colocación del neandertal en nuestro árbol evolutivo. Cuando se descubre el engaño, comienza una ola de escepticismo que los medios se encargaron de eliminar, por eso de esta historia no se habla. Sucedió lo mismo cuando aparecieron las pinturas en Altamira...

–Cada vez que se anuncia un descubrimiento nuevo, parece que se descoloca todo lo que se sabe hasta ahora sobre la evolución del hombre...
–Por eso este libro lo titulé "La conspiración del neandertal". No quiero decir que los investigadores eliminen pruebas, sino que cada uno tiene su propia escuela y cuando ven otra explicación, procuran descuadrarla, aunque lo hagan científicamente, no con mala praxis. Existe una gran competencia entre equipos de investigación. El caso más claro es el ADN, que ha descolocado absolutamente todos los descubrimientos de Siberia, por ejemplo, donde al final resultó que no eran los neandertales los únicos que habitaban en Europa. Los descubrimientos hacen avanzar, pero el tema del origen del hombre es muy delicado porque toca temas religiosos, filosóficos o el ego humano. Lo veo como un tema especialmente social. El origen del hombre es doliente. Por eso cuando doy conferencias el público se muestra muy exacerbado, sea en un sentido o en el otro.

–¿Aún queda mucho por saber y por descubrir de nuestros antepasados?
–Por suerte, queda mucho por saber y mucho por investigar y por aprender. He tenido la gran suerte de entablar relación con investigadores de todo el mundo y realmente lo que admiro es el progreso tan enorme que se ha vivido en el campo de la Paleontología y de la Prehistoria. El sacrificio que han hecho estos investigadores... Y a la vez la sociedad, que se muestra muy receptiva y con interés, lo que anima sin duda al científico a seguir investigando.

Fuente: laopiniondezamora.es | 10 de septiembre de 2019

Descubren en Jerusalén un sello de la época del Templo con el nombre de una figura bíblica

Foto: Eliyahu Yanai / Ciudad de David

Arqueólogos en la Ciudad de David en Jerusalén encontraron recientemente un artefacto único que sirve como evidencia de la presencia del pueblo judío en la tierra de Israel durante la época del Templo y que hace referencia directa a una figura mencionada en la Biblia.

Los arqueólogos encontraron un sello de alrededor de un centímetro que data de la época del reino de Judá, hace unos 2.600 años.

En el sello se puede leer la inscripción en hebreo antiguo con las palabras "perteneciente a Adonías (Adoniyahu), mayordomo real".

Adonías aparece varias veces en la Biblia y, según Eli Shukron, quien realizó las excavaciones iniciales en los cimientos del Muro Occidental en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel, "Esta es la primera vez que se realiza este tipo de descubrimiento arqueológico en Jerusalén. El término bíblico 'Asher Al HaBayit' fue la posición ministerial de más alto rango debajo del rey durante los reinados de los reyes de Judea e Israel, sin duda es de gran importancia".


Foto: Eliyahu Yanai / Ciudad de David

Los sellos como el que se encontró eran utilizados en la época del Primer Templo para firmar y sellar documentos oficiales del reino de Judá.

El término traducido como "mayordomo real" (Asher al Habait, en hebreo) era el cargo más importante dentro de la jerarquía real en el reino de Judá y aparece en el listado de posiciones de los ministros del rey Salomón. Es un término que aparece varias veces en la Biblia y que es utilizado para mencionar a un ministro importante que era cercano al rey.

El sello fue encontrado por un voluntario del servicio nacional hace unas tres semanas entre partes de tierra que fue excavada en el año 2013 cerca del Muro de los Lamentos.

Fuente: aurora.israel.co.il | 11 de septiembre de 2019

Los restos más antiguos de consumo de leche en dientes de hace 6.000 años

La evidencia proviene de la placa dental de restos neolíticos. SOPHY CHARLTON / DORSET COUNTY MUSEUM.

La evidencia directa más temprana del consumo de leche del mundo ha sido encontrada en los dientes de granjeros británicos que vivieron en el período Neolítico hace unos 6.000 años.
Un equipo de investigación, dirigido por arqueólogos de la Universidad de York, identificó una proteína de la leche llamada beta lactoglobulina (BLG) enterrada en la placa dental mineralizada de hasta siete personas.

Las muestras de placa dental humana en el estudio son las más antiguas analizadas en busca de proteínas antiguas hasta la fecha en todo el mundo y el estudio representa la identificación más temprana de la proteína de suero de leche BLG hasta el momento.

El período Neolítico en Gran Bretaña fue de 4.000 a 2.400 antes de Cristo y vio el surgimiento de la agricultura, con el uso de animales domesticados como vacas, ovejas, cerdos y cabras, junto con cultivos como el trigo y la cebada. Los arqueólogos también han descubierto evidencia de prácticas culturales complejas, con comunidades neolíticas construyendo grandes sitios monumentales y de entierro.

Los antiguos restos humanos probados en el estudio provienen de tres sitios neolíticos diferentes: Hambledon Hill y Hazleton North en el sur de Inglaterra, y Banbury Lane en East Midlands. Las personas de los tres sitios mostraron la presencia de proteínas de la leche de vacas, ovejas o cabras, lo que sugiere que las personas estaban explotando múltiples especies para obtener productos lácteos.
La placa dental puede ofrecer una visión única de las dietas de las personas de la antigüedad, dado que las proteínas de la dieta quedan atrapadas en su interior cuando los componentes de la saliva la mineralizan para formar sarro o “cálculo dental”.

La autora principal del estudio, Sophy Charlton, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, dijo: “El hecho de que encontramos esta proteína en el cálculo dental de individuos de tres sitios neolíticos diferentes puede sugerir que el consumo de lácteos fue un práctica dietética generalizada en el pasado”.


La Dra. Charlton tomando muestras de la placa de dientes antiguos.

El descubrimiento de las proteínas de la leche es particularmente interesante, ya que estudios genéticos recientes sugieren que las personas que vivían en este momento aún no tenían la capacidad de digerir la lactosa en la leche. Para evitar esto, los antiguos agricultores pueden haber estado bebiendo solo pequeñas cantidades de leche o procesándola en otros alimentos como el queso (que elimina la mayor parte de la lactosa), dicen los investigadores.

La ‘persistencia de la lactasa’, que permite el consumo continuo de leche en la edad adulta, es el resultado de una mutación genética en una sección del ADN que controla la actividad del gen de la lactasa. Sin embargo, los mecanismos detrás de cómo y cuándo evolucionamos esta habilidad siguen siendo un misterio.

El Neolítico vio la introducción de animales domesticados, como ovejas, vacas y cabras.

Charlton agregó: “Debido a que beber algo más que cantidades muy pequeñas de leche habría enfermado a las personas de este período, estos primeros agricultores pueden haber estado procesando la leche, tal vez en alimentos como queso, para reducir su contenido de lactosa”.
“La identificación de individuos más antiguos con evidencia de BLG puede en el futuro proporcionar más información sobre el consumo y el procesamiento de la leche en el pasado, y aumentar nuestra comprensión de cómo la genética y la cultura han interactuado para producir la persistencia de la lactasa”.

Fuentes: elperiodico.com.gt | bbc.com | 10 de septiembre de 2019