Analizan el maquillaje encontrado dentro de una vieira cerrada y hallada en en una tumba en Mérida

Detalles de las distintas fracciones granulométricas del relleno de la vieira y de los granos de cosmético de mayor tamaño. / IPCE

Un estudio realizado conjuntamente por investigadores del Consorcio de Mérida, la Universidad de Granada (UGR) y el Instituto de Patrimonio Cultural de España ha analizado un estuche de maquillaje del siglo I d.C. que aún contenía restos del producto almacenado. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Saguntum.

El hallazgo se remonta al año 2000, cuando las labores de adecuación y construcción de una nueva nave industrial, en lo que fue la antigua capital de la Lusitania, Augusta Emerita (actual Mérida), se acompañaron de una excavación arqueológica que permitió exhumar una zona funeraria datada en el I d.C.

Una de las tumbas llamó la atención por la presencia de los restos cremados de la posible difunta con un interesante depósito funerario. Entre los objetos que se encontraron destacan copas cerámicas, husos de hueso que rememoraban la práctica textil de la difunta, piezas de vidrio (entre las que se destacaban algunos ungüentarios para contener aceites perfumados) o restos de una caja de hueso desmontable. A ello hay que sumarle una ingente cantidad de clavos, que podrían hacer referencia a un lectus funerario (lecho) que terminó calcinado durante la cremación.

Imagen de las piezas cerámicas y metálicas halladas.

Contenido precintado

En este lugar se encontró un ejemplar malacológico de pecten maximus (vieira) con las dos valvas intactas precintando el contenido interior. Ambas partes presentaban dos pequeños orificios en las ‘orejas’ que, a partir de una serie de filamentos de plata, permitían su cierre. Una vez abierto el molusco, se pudo documentar, además del sedimento que se había filtrado, restos de cosméticos, concretamente, una pequeña bola de conglomerado pulverulento de coloración rosácea parcialmente desmigada en algunos puntos.

Ante la naturaleza del hallazgo y su débil consistencia, se inició un protocolo de toma de muestras que permitiera, primero, su conservación y, segundo, que favoreciera un análisis arqueométrico compositivo posterior. El análisis de la bolita rosácea indica que está compuesta por laca de granza y rose madder obtenida a partir del uso del alumbre frío como fijador.

Detalles de las distintas fracciones granulométricas del relleno de la vieira y de los granos de cosmético de mayor tamaño (IPCE).

La utilización de las vieiras para albergar productos cosméticos es un recurso ampliamente usado para aquellos de consistencia sólida y semisólida, sobre todo, ante el coste y el difícil acceso del soporte estrella, el alabastro, reclutado casi en exclusividad en las canteras de Naukratis en Egipto.
El uso del soporte malacológico como recipiente de cosméticos es antiquísimo, existen minúsculas conchas en la ciudad sumeria de Ur en el 2500 a.C. que contenían ya pigmentos usados con fines cosméticos. Las clases más pudientes, por el contrario, usaban cajas (pyxis) que emulaban tipológicamente las conchas, pero en soportes más lujosos caso del ámbar o en metales preciosos.

Fuente: agenciasinc.es| 24 de enero de 2020

El Museo Arqueológico de Cataluña inaugura el próximo mes de febrero la exposición "Arte Primero. Artistas de la prehistoria"

La exposición "Arte Primero. Artistas de la prehistoria", que inaugurará el próximo 6 de febrero el Museo Arqueológico de Cataluña, abordará el tema de los orígenes del arte en la prehistoria, dedicando una especial atención a las manifestaciones del llamado "arte rupestre levantino", conservadas en los territorios de la fachada mediterránea de la península Ibérica, y, en especial, en Cataluña.

La muestra presentará más de un centenar de objetos únicos de la prehistoria europea, procedentes de los mismos fondos del Museo de Arqueología de Cataluña y de otros museos e instituciones catalanas, francesas y de España, acompañados de numerosos recursos audiovisuales y de realidad virtual para su mejor contextualización y comprensión.

El Arquero de la Valltorta (Castellón).

Con una museografía inmersiva y de estética innovadora, la exposición, que ocupará más de 800 metros cuadrados de las salas de exposición del museo, se estructurará en torno a tres grandes ejes expositivos:

1. LA CUEVA : evocación y presentación del tema de las primeras manifestaciones simbólicas y artísticas en todo el mundo, y, al mismo tiempo, de las culturas y formas de vida características del Paleolítico europeo, haciendo un especial énfasis en la presentación de las manifestaciones artísticas parietales y muebles del área franco-cantábrica.

2. LA BALMA : evocación y presentación de los estilos, temáticas y principales yacimientos del llamado "Arte Rupestre Levantino", objeto principal de la muestra, y, a la vez, de los contextos paleoambientales, humanos y culturales coetáneos, fundamentalmente durante el periodo Neolítico.

3. EL MUSEO evocación y presentación de la historia del descubrimiento y valoración científica y patrimonial del arte levantino, en Cataluña y en el resto de la Península Ibérica, y, especialmente, de las problemáticas contemporáneas ligadas a su datación, conservación y museización sostenible.

Abrigo de la Ermita. Ulldecona. Montsià, Tarragona

La muestra quiere también contribuir al conocimiento y la dinamización de la "Ruta del Arte rupestre" que, con el apoyo del MAC, integra los principales yacimientos y centros de difusión del arte rupestre en Cataluña.

El Museo de Arqueología de Cataluña es pionero en el estudio y valoración del arte rupestre en la Península Ibérica y conserva un importante archivo de calcos y dibujos que abarcan un arco cronológico que arranca de 1917 y llega a la década de 1960 del siglo pasado. Este interesante fondo formará parte también de la exposición.

Fuente: mac.barcelona.cat| 25 de enero de 2020

Las 66 'momias' de Menorca que conservaron restos de músculos y de pelo durante 3.000 años

Una mano de los sujetos prehistóricos de Menorca agarrando restos de cabello. Proyecto de excavación de la Cova des Pas.


Hace 3.000 años, los habitantes de un asentamiento prehistórico de Menorca descubrieron una cueva recóndita en la pared de un barranco del suroeste de la isla, cerca de la localidad actual de Ferreries. Allí, en lo que era una sala única de unos siete metros de largo y cinco de ancho, comenzaron a enterrar los cuerpos de sus difuntos, a quienes trasladaron sobre parihuelas de madera y envueltos, en posición fetal, con una mortaja de piel animal.

La cueva permaneció intacta —debido fundamentalmente a su difícil acceso: se encuentra a 15 metros de altura del suelo y 35 metros por debajo de la plataforma del despeñadero— hasta que en el año 2005 dos espeleólogos y una arqueóloga menorquines lograron acceder a su interior. Observando la fina capa de sedimentos percibieron la presencia de huesos humanos y materia orgánica como trozos de madera o, lo que era más raro todavía, restos de pelo. Rápidamente se dio aviso a las autoridades y se organizó una excavación de urgencia intensiva.

"Decidimos que valía la pena jugársela en el sentido de que no había certeza de que el pelo y los huesos no fuesen de un 'hippie' de los años 60 o de un antiguo romano", explica José María Fullola Pericot (izquierda), catedrático de Prehistoria y director del SERP de la Universidad de Barcelona.

Y vaya si resultó un éxito: los investigadores hallaron en la Cova des Pas —la Cueva del Paso, como así la bautizaron por el pequeño saliente en la roca a través del cual se accedía— los restos de un total de 66 individuos datados entre 1200 y 800 a.C.

Esos hallazgos que el equipo de arqueólogos fue documentando confirmaron la excepcionalidad del yacimiento prehistórico. El primer cuerpo, en la misma entrada de la cavidad, ya deparó la primera sorpresa: "Pudimos observar que se conservaba cuero cabelludo y, sobre todo, una trenza hecha con un pasador de estaño puro", comenta el profesor Fullola, uno de los directores de las excavaciones. Además, en el cráneo de esa mujer —los análisis paleoantropológicos confirmaron que su género era femenino aunque al principio se creyó que era un hombre— se descubrieron restos de cerebro.

La mujer de la trenza que conservaba restos de cerebro. Proyecto de excavación de la Cova des Pas

No fue una anomalía encontrar restos orgánicos entre los individuos depositados en la cueva —son 24 hombres, 23 mujeres y 19 sujetos indeterminados; la mayoría pertenecientes al grupo de los infantiles de los primeros años por los altos niveles de mortalidad de la época o al de los adultos jóvenes, sometidos a duros trabajos—. Adheridos a los huesos, los expertos recogieron restos de musculatura y tejidos blandos. Incluso en uno de los esqueletos se documentó un tumor benigno que había quedado incrustado entre las costillas. También se hallaron diecisiete objetos metálicos como agujas, brazaletes o puntas de lanza.

Una de las dos parihuelas halladas en el yacimiento y su reconstrucción digital. Proyecto de excavación de la Cova des Pas.

Pero la pregunta más obvia es cómo, después de tres milenios, los cuerpos de estos primeros menorquines podían presentar un estado de conservación tan inaudito. La conclusión a la que llegaron los investigadores, después de analizar más de un centenar de muestras de los tejidos humanos, es que se generó un microclima en la cueva con dos etapas diferenciadas. La primera, debido a la reunión de semejante cantidad de cuerpos en descomposición, favoreció la aparición de la adipocera, una sustancia que inhibe la bacteria que causa la putrefacción; la segunda, después de que algún elemento hecho por la mano del hombre cerrase la cueva, alteró las condiciones previas y derivó en una deshidratación de los restos por el aumento de las temperaturas y el descenso de la humedad.

Rituales mortuorios

Tras más de una década de investigación -que todavía sigue en marcha-, los expertos han sido capaces de determinar el curioso ritual mortuorio que emplearon estas gentes talayóticas, habitantes de las Islas Baleares durante finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro.
Los 66 cuerpos fueron hallados en posición fetal, con las rodillas flexionadas hacia el pecho y las manos sobre las clavículas o la cara. Solo había uno que rompía esta armonía: un sujeto de mayor envergadura, de más de 1,80 metros, con los pies atados y cuyas extremidades inferiores no estaban del todo dobladas. ¿La hipótesis? Que se trataba una persona obesa.

Uno de los cuerpos de los 66 individuos, en posición fetal. Proyecto de excavación de la Cova des Pas.

Todos los muertos depositados en la Cova des Pas estaban envueltos con fardos, sudarios de piel de animal, de los que también se conservaban algunos vestigios, que a su vez habían sido atados con cuerdas de esparto.

"Esta fue otra cosa absolutamente excepcional, eran como los lazos de las bandejas de pastelería", expone José María Fullola. "Pudimos empezar a deducir que no solo iban dentro de fardos de piel de vacuno, sino también el tipo de envoltura que hicieron". Eran como una suerte de momias prehistóricas.

Otro hecho sobresaliente fue hallar los restos de dos parihuelas, una especie de camilla de madera compuesta de dos varas gruesas y unas tablas atravesadas, debajo de sendos muertos, uno de ellos infantil, y cubriendo otros anteriores. "Se supone que los trasladaban desde el poblado hasta allí en esos artefactos y luego los reutilizaban, pero hay dos casos en que los dejaron en el lugar", comenta el experto sin saber el porqué. Para separar los cadáveres, según los restos vegetales documentados, utilizaron lechos de ramas.

Restos de las cuerdas con las que se ataron las mortajas. Proyecto de excavación de la Cova des Pas.

Pero el ritual no finalizaba ahí: el estudio de huellas de plantas olorosas —uno de los individuos fue enterrado con un ramo— y de aceites en el pelo de tres mujeres de entre 24 y 40 años, así como el hallazgo de un tubo de cuero con clavos de madera que en su interior escondía una ofrenda de cabello humano, dan a entender que los menorquines de hace tres milenios preparaban a sus muertos en el viaje hacia el más allá. Además, en lo más profundo de la cueva se encontraron pequeños carboncillos que pudieron ser parte de alguna ceremonia de purificación inicial del sitio.

"Nuestras investigaciones han permitido establecer con certidumbre científica este ritual funerario que da como resultado el hallazgo de restos humanos en posición fetal, un hecho tan común a lo largo de la Prehistoria", destaca Fullola, uno de los directores del proyecto.

La cueva se encontró en la pared de uno de los barrancos de Ferreries (Foto: Tolo Mercadal).

Además de resolver el enigma de cómo se introducían los difuntos en una cavidad de tan difícil acceso, queda por determinar la relación de parentesco de estos 66 individuos que sufrían patologías comunes en la mandíbula, la columna o la pelvis —incluso uno de ellos, según los estudios, manifestaba problemas de audición, lo que le podría convertir en el primer sordo de la historia—.

Los análisis del poco ADN que se ha podido extraer, por el momento, no arrojan datos concluyentes. Pero ya hay una nueva movilización en búsqueda de recursos económicos para conducir un nuevo examen genético con técnicas más avanzadas. "No podemos saber aún si se trata de un linaje específico o la familia dominante de un poblado. No hemos encontrado ningún resto de cerámica que arroje pistas, pero si se pone en marcha esta investigación tal vez podamos conocer con profundidad la relación que había entre todos estos individuos e incluso prolongar los análisis hasta poblaciones actuales, como se ha hecho en otros sitios", concluye Fullola. El árbol genealógico de Menorca puede residir en estos 66 cadáveres.

Fuente: elespanol.com | 24 de enero de 2020

Hallan en Armenia restos de un acueducto romano de casi 2000 años de antigüedad

Vista del emplazamiento del acueducto.

Arqueólogos de Armenia y Alemania han hallado restos de un acueducto romano en la antigua ciudad armenia de Artashat construido presumiblemente entre los años 114 y 117 de nuestra era, obra única de su tipo en este país.

“Es un descubrimiento extraordinario, porque los acueductos en Oriente Medio son un fenómeno bastante poco frecuente y para la Armenia antigua se trata de un hallazgo absolutamente único”, ha afirmado el doctor Mkrtich Zardarián, experto del Instituto de Arqueología y Etnografía de la Academia de Ciencias de Armenia.

Según el investigador, que dirige el grupo de arqueólogos que trabaja en Artashat - ciudad descrita por fuentes antiguas griegas como Artaxata-, el descubrimiento es parte de un proyecto de larga duración en cooperación con un equipo de la Universidad de Münster encabezado por Achim Lichtemberger (derecha). "Como resultado de estas investigaciones descubrimos, junto a un nuevo barrio de la ciudad, los restos de un acueducto, cerca de donde se encuentra el monasterio de Jor-Virap”, ha añadido.

Zardarián aseguró que se trata evidentemente de una construcción romana, ya que esta ciudad -entonces capital de Armenia- estuvo bajo dominio de Roma. Debido a que la presencia romana en Artashat fue breve, todo parece indicar que el acueducto no pasó de los cimientos. El acueducto, indica el arqueólogo, rodea la ciudad por el nordeste y luego va hacia el centro de la urbe.

“En la actualidad estudiamos no solo el acueducto sino también las fuentes de agua que podrían haberlo alimentado”, ha comentado. Por su parte, el académico armenio Pável Avetisián (izquierda) explicó -citado por la agencia ArmInfo- que se trata de un total de veinte cimientos ubicados a lo largo de un kilómetro. Supone que el acueducto podría haberse abastecido de las aguas del río Garni.

Además del acueducto, los estudios geomagnéticos permitieron detectar los cimientos de varios palacetes, pero estos se encuentran en terrenos privados, por lo que en la actualidad se busca una autorización de los propietarios para iniciar las excavaciones.

Artashat, ubicada a 20 kilómetros al sur de Ereván, actual capital armenia, llegó a ocupar en su momento de esplendor 700 hectáreas, lo cual permite considerarla una de las pocas megalópolis de la historia antigua. Los romanos la consideraban la Cártago armenia, y no dudaron en destruirla cuando la tomaron las huestes de Trajano. Sin embargo, la ciudad todavía existió durante varios siglos y fue simplemente abandonada por sus habitantes en el siglo V de nuestra era.

Fuente: lavanguardia.com | 22 de enero de 2020

Huellas fosilizadas halladas en Italia muestran que un posible grupo de neandertales subió por la ladera de un volcán activo

Huellas de homínidos en el volcán Roccamonfina, Italia.

Según la leyenda, el Diablo en cierta ocasión caminó por la ladera de un volcán en el sur de Italia, y cada paso que dió quedó preservado para siempre en roca sólida.
Las huellas se conocen como "Ciampate del Diavolo" ("Sendero del Diablo"), pero nuevos detalles obtenidos en una investigación revelan una historia menos diabólica y mucho más interesante sobre cómo surgieron.

Tales huellas misteriosas son bien conocidas por quienes viven cerca de Roccamonfina, un volcán extinto en la región de Campania, cerca del sur de Italia, el cual no ha entrado en erupción en decenas de miles de años.

El Roccamonfina es un volcán con un radio alrededor de 10 kilómetros que se encuentra a lo largo de la costa norte de Campania, a una distancia de aproximadamente 60 kiómetros al noroeste del monte Somma y el Vesubio.

Desde 2001, los investigadores han buscado una explicación a las docenas de huellas dejadas por un pequeño grupo de antepasados ​​humanos, además de por algunos animales que se desplazaron por la ladera de la montaña.

En los últimos años, numerosas expediciones han proporcionado mediciones detalladas de un total de 67 huellas dejadas por el esfuerzo de pies, manos y piernas, todas ellas divididas en tres tipos distintos que se alejan de la cumbre de la montaña, es decir, van hacia abajo.
Pero ahora, gracias a los últimos estudios de un equipo de científicos de toda Italia, tenemos detalles de otras 14 nuevas huellas, incluso más grandes que las otras, algunas de las cuales van en dirección hacia lo alto del volcán.


La datación radiométrica y geológica de los diversos estratos de roca ha establecido que las huellas se depositaron en la suave capa de ceniza que se depositó después de una erupción que tuvo lugar hace unos 350.000 años, lo que convierte a estas huellas humanas en unas de las más antiguas que se han registrado.

Ahora bien, ¿quién dejó estas huellas? Es imposible decirlo con certeza solo con base a una variedad de formas presionadas de modo poco preciso en sedimentos volcánicos desgastados por el tiempo. Parece que fueron al menos cinco individuos diferentes los que produjeron semejantes marcas, y es posible que investigaciones adicionales puedan ayudar a saber el sexo, la masa corporal y las alturas de los excursionistas.

Dado que los ancestros del Homo sapiens desarrollaron sus rasgos característicos hace unos 300.000 años, podemos estar bastante seguros de que no eran miembros de nuestra especie.

(a) Fotografía cenital generada en 3D (vista sur); (b) mapa cenital del contorno (vista sur); (c) mapa cenital de profundidad (vista sur); (d) vista oblicua desde el este de la superficie en 3D mediante luz y color; (e) fotografía en 3D de las líneas de cuatro huellas (vista del este).
Sin embargo, los investigadores tienen algunas pistas.

Una de las huellas más claras proporciona evidencias claras de pertenecer a un hombre humano adulto. Y las formas de muchas de las otras huellas apuntan a una posibilidad interesante. La naturaleza amplia de la parte de atrás del pie, junto la baja elevación del arco del mismo, se parece sospechosamente a los pies de los individuos enterrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca.
La especie a la que pertencen los restos hallados en la Sima de los Huesos, de unos 430.000 años de antigüedad, ha sido un tema de debate durante años, pasando de Homo heidelbergensis a neandertales o a denisovanos, y, finalmente, a pre-neandertales.

Asumiendo que realmente era neandertales (pre-neandertales), es una apuesta razonable -aunque no sólida- pensar que una banda de jóvenes de esta especie produjo las huellas, pero los investigadores tienen cuidado de sacar conclusiones precipitadas.

"Hemos decidido mantener pendiente la atribución de las huellas a una especie específica", dijo el investigador principal, Adolfo Panarello (izquierda) a New Scientist.

Nadie sabe con certeza qué fue lo que indujo a un antiguo grupo de homínidos a caminar sobre las cenizas y los escombros después de que el volcán erupcionara violentamente, aunque queda claro, por el momento que en se produjeron las huellas, de que nadie tenía prisa.
Con base al ritmo pausado del caminar, alrededor de un metro por segundo, del puñado de pasos que se dirigen cuesta arriba, y a la dispersión de artefactos de basalto hallados en las proximidades, podemos imaginar que este fue solo otro día más en la vida de un volcán activo.
Punta de basalto: (a) cara dorsal; (b) sección lateral izquierda; (c) cara ventral

Caminar descalzos lentamente a través de material recién depositado por un flujo de lava de 300 grados Celsius no está hecho exactamente para los débiles de corazón, no importa cuán duras sean las suelas de los pies. Por tanto, haciendo un cálculo, los investigadores estiman que la cubierta de material volcánico tuvo que haberse enfriado al menos a 50 grados Celsius para poder caminar sobre el mismo, lo que significa que debieron haber pasado al menos varias horas entre la erupción y la caminata realizada.

Bien podemos imaginarnos a miembros de una comunidad que vivía a la sombra de una montaña que ocasionalmente arrojaba nubes calientes de gas venenoso y cenizas fangosas, y a una pequeña banda atravesando un camino familiar para ver el fenómeno volcánico (quizás el turismo de desastres no es algo reciente, después de todo) o recoger material para elaborar herramientas de basalto (tal como interpretan como posibilidad los investigadores)

Huella C5 (barra de escala: 10 cm): (a) fotografía cenital generada en 3D (vista norte); (b) mapa de contorno cenital (1 mm) con contorno de la huella (vista norte); (c) mapa de profundidad cenital
(vista norte); (d) mapa de profundidad oblicuamente contorneado (2 mm) (vista sur).

Fuentes: sciencealert.com | dailymail.co.uk | 25 de enero de 2020

Descubren restos de un cerebro vitrificado en la erupción que sepultó Pompeya y Herculano

Fragmento de material vítreo hallado en el cráneo de una víctima de Herculano. (Petrone et al., NEJM, 2020).

Cuando el Monte Vesubio desató su furia en el año 79 d.C., Herculano era solo una de las varias ciudades cubiertas de cenizas y devastadas por las avalanchas volcánicas sobrecalentadas. Pero tres siglos después de que comenzaron las excavaciones, los expertos aún no están seguros de qué murieron precisamente las víctimas de esta metrópolis que alguna vez fue bulliciosa.

Junto con el colapso de los edificios, los escombros voladores y las estampidas de los residentes que huían, varios estudios han atribuido a la inhalación de cenizas y gases volcánicos el padecimiento de un repentino choque térmico corporal e incluso la vaporización de los tejidos blandos de las personas.
Pero, ahora, dos estudios agregan un par de giros al relato.

Uno concluye que aquellos que se refugiaron en los cobertizos de las embarcaciones de la ciudad no fueron realmente quemados o vaporizados, sino horneados, como si estuvieran dentro de un horno de piedra. El segundo ha encontrado una víctima en una zona diferente de la ciudad cuyo cerebro parece haberse derretido antes de quedar petrificado en vidrio, como si hubiera sido afectado por la brujería.
Incluso si estos dos estudios de transfiguración biológica son verificados por investigaciones ulteriores, no significa que finalmente sepamos cómo murieron estas personas. Todo lo que se puede decir es que tales circunstancias pudieron suceder en el momento de su muerte.

Con tantas evidencias perdidas en el tiempo, "probablemente nunca sabremos la verdad última de cómo murieron", dice Elżbieta Jaskulska (izquierda), osteoarqueóloga de la Universidad de Varsovia, la cual no participó en ninguno de los estudios referidos. No obstante, vale la pena esforzarse en resolver este rompecabezas, y no solo porque ello llena los capítulos que faltan de una historia emblemática.

"Los desastres volcánicos no solo han ocurrido en el pasado", dice Janine Krippner (derecha), del 'Programa de Vulcanismo Global' de la Institución Smithsonian, y que tampoco ha participado en los estudios.

Muchos volcanes en todo el mundo son capaces de producir explosiones similares, lo que significa que la historia seguirá repitiéndose. Comprender cómo las avalanchas volcánicas han perjudicado a las personas en el pasado podría permitir responder sobre cómo equiparse mejor para tratar a aquellos heridos que hayan logrado sobrevivir a la futura ira de un volcán.

¿Alucinante ... si es cierto?

En aquel día de verano del año 79 d.C., las avalanchas volcánicas de cenizas calientes y de gas que se movían a unos 80 Km por hora, eran sin duda la característica más mortífera del Vesubio. A menudo se denominan flujos piroclásticos, pero las versiones más gaseosas que inundaron Herculano se denominan oleadas piroclásticas.

Durante bastante tiempo se pensó que muchas de las víctimas barridas por la erupción murieron por asfixia debido a las cenizas y los gases tóxicos. Una serie de estudios realizados en las últimas dos décadas, en coautoría con Pier Paolo Petrone (izquierda), un paleobiólogo del Hospital Universitario Federico II, en Nápoles, sugerían que las oleadas de temperaturas fueron tan altas que los órganos internos de muchas personas se colapsaron repentinamente, una muerte debida a un shock termal extremo.

En 2018, Petrone y sus colegas informaron de compuestos rojizos y ricos en hierro hallados en los huesos agrietados de varias víctimas de Herculano. Dijeron que este hecho provenía de la destrucción de los glóbulos rojos cuando esas oleadas abrasadoras vaporizaron los tejidos blandos de las víctimas, tales como sus músculos, tendones, nervios y grasa. Los líquidos hirviendo en el cerebro también habrían creado presión y causado que sus cráneos explotaran. Estas declaraciones fueron recibidas con escepticismo por algunos expertos, quienes hicieron notar que cuerpos que fueron quemados a temperaturas mucho más altas no experimentaron ninguna vaporización.

Este debate sigue sin resolverse, pero un nuevo estudio de Petrone y sus colegas, publicado esta semana en el New England Journal of Medicine, agrega más combustible al fuego.

Fragmento de material vítreo hallado en el cráneo de una víctima de Herculano. (Petrone et al., NEJM, 2020)


Material negro vidrioso dentro del cráneo de la víctima de Herculano. (Petrone et al., NEJM, 2020)

Jabón y vidrio

Los tejidos cerebrales en los descubrimientos arqueológicos son extremadamente raros. Incluso cuando se encuentran a menudo no se conservan, ya que se han convertido en una mezcla jabonosa de compuestos como el glicerol y los ácidos grasos. Petrone decidió observar más de cerca a una víctima en particular hallada en la década de 1960 dentro del Colegio de los Augustales, un edificio dedicado al culto del emperador Augusto, el cual gobernó Roma desde el 63 a.C. hasta el 14 d.C.
Inesperadamente, se encontró con sustancias vítreas dentro del cráneo agrietado, lo cual era sorprendente, dado que la erupción en sí no produjo material volcánico de esta naturaleza. La materia vítrea encontrada en el cráneo contenía proteínas y ácidos grasos comunes en el cerebro, así como en las secreciones del cabello humano. No se encontraron cerca fuentes vegetales o animales de estas sustancias grasas.

Los fragmentos vítreos, explica Petrone, son probablemente componentes del cerebro de la víctima, y es ​​el primer ejemplo de este tipo que se ha encontrado en un contexto antiguo o moderno.

Interior del Colegio de los Augustales, Herculano.

El tejido cerebral convertido en vidrio tuvo que haber sido creado por vitrificación, es decir, un proceso mediante el cual un material se calienta hasta que se licua y luego se enfría muy rápidamente convirtiéndose en algo similar al vidrio, en lugar de un sólido ordinario. La madera carbonizada cercana sugiere que las temperaturas en el edificio alcanzaron posiblemente los 520 grados Celsius. Al parecer, esto fue lo suficientemente extremo como para calentar la grasa corporal, vaporizar los tejidos blandos y derretir el tejido cerebral. La materia cerebral se enfrió repentinamente, pero Petrone dice que lo que permitió que eso sucediera actualmente sigue siendo un misterio.

"Es sorprendente, y horroroso al mismo tiempo, pensar que un calor tan intenso puede convertir tu cerebro en vidrio", dice Miguel Vilar (izquierda), antropólogo biológico de National Geographic Society.
Sin embargo, el proceso de vitrificación apuntado aquí todavía no ha sido concretado por completo, y, debido a que aún no está claro por qué el destino del cerebro de esta víctima ha sido único entre las víctimas del volcán, no se puede decir con certeza que sea realmente una materia cerebral vitrificada.

Horneados, no quemados

El otro nuevo artículo, que apareció esta semana en la revista Antiquity, examinó restos que apuntan a un final diferente para aquellas personas que murieron a lo largo de la costa de Herculano. Los hombres se reunieron en la playa, tal vez tratando de organizar una evacuación hacia el mar, mientras que las mujeres y los niños se refugiaron en su mayoría en los cobertizos de piedra de las embarcaciones llamados fornici. Todos perecieron, y, hasta la fecha, se han excavado 340 cuerpos en el área.

Foto: Restos conservados dentro de los cobertizos de piedra (fornici). NORBERT NAGEL / WIKIMEDIA COMMONS (CC BY-SA 3.0)

Los huesos de las víctimas fueron vistos durante mucho tiempo como nada más que restos aniquilados. Pero en la última década, las nuevas técnicas científicas han podido analizar fragmentos humanos quemados que proporcionan datos en torno a la muerte de estas personas.

"En realidad, se puede decir mucho sobre la vida de alguien a partir de sus restos cremados", dice Tim Thompson (izquierda), un antropólogo biológico de la Universidad de Teesside, Inglaterra. Así es que él y sus colegas pensaron, ¿por qué no aplicar estas técnicas a las víctimas del Vesubio?

El equipo examinó las costillas de 152 individuos en seis de los 12 fornici existentes. Analizaron la calidad del colágeno, una proteína clave que es bastante robusta en el tiempo, pero que, sin embargo, puede deteriorarse en presencia de, entre otras cosas, altas temperaturas.

De esas 152 personas, solo 12 mostraron un colágeno altamente deteriorado. La mayoría de esas 12 muestras provenían de niños, cuyo esqueleto menos mineralizado provocaría que su colágeno fuera más vulnerable a descomponerse en el tiempo. También existe una correlación probada experimentalmente entre el grado en que se ha cristalizado un hueso y su exposición a altas temperaturas. El equipo descubrió que los huesos de estas víctimas tenían bajos niveles de cristalización.

Ambos hallazgos indican, de manera convincente, dice Jaskulska, que las víctimas de los fornici no estuvieron expuestas a temperaturas extremadamente altas derivadas de las oleadas piroclásticas en el momento o poco después de su muerte.

Foto: Esqueletos que muestran una postura "realista": un niño (A) y un hombre joven (B) desenterrados de un depósito de cenizas. El cadáver del niño muestra flexión solo de las extremidades superiores, lo que indica una incipiente "actitud pugilística". La exposición completa de esta postura inducida por el calor nunca se encuentra en los cadáveres de las víctimas descubiertas en Herculano. La erupción del Vesubio hizo que la sangre se vaporizara y los cráneos de los afectados se quebraran.

Varios estudios que analizan las propiedades magnéticas alteradas de los materiales, el daño sufrido en los yesos, en la madera y los morteros, etc., han estimado un rango de temperaturas de las oleadas piroclásticas habidas. Estas van desde un máximo de 800 grados Celsius hasta un mínimo de 240 grados Celsius.

El nuevo estudio sugiere que el extremo inferior del rango de temperaturas es el más plausible. Incluso a esas temperaturas más frías los huesos de las víctimas deberían haber sufrido más daños. Pero la ausencia de este daño significa que los cadáveres tuvieron una protección adicional contra las oleadas piroplásticas.

El daño producido por el calor probablemente se redujo debido a las paredes de los fornici, dado que las personas fueron encontradas dentro de los mismos. La inflamación de los tejidos externos y el agua interna que se acumula alrededor de los huesos largos también significa que los esqueletos se hornearon en lugar de quemarse. Es decir, las víctimas no estaban siendo quemadas como en una pira; en su lugar, las oleadas piroplásticas calentaron el aire a su alrededor, lo que es menos efectivo para destruir el tejido humano que el fuego real.

Flujo piroplástico simulado en laboratorio.

Muerte en la oscuridad

Lo que no ocurrió, dice Thompson, fue la vaporización de los tejidos blandos. Incluso a temperaturas superiores a 650 grados Celsius, en estudios de cremación controlada, se necesitan al menos 40 minutos para que el tejido humano se destruya por completo. Las oleadas piroclásticas no pueden acercarse a replicar estas condiciones. "Como idea, simplemente no tiene peso", dice Thompson.

Petrone está de acuerdo en que las masas de gentes acurrucadas tendrían más protección contra el daño por calor. Pero no está de acuerdo con que las temperaturas fueran bajas dentro de los fornici, señalando a la víctima de cerebro vidrioso hallada dentro del Collegium, cuyo esqueleto estaba carbonizado y fracturado, y cuyo cráneo aparentemente explotó debido a las altas temperaturas.
Dejando a un lado las diferencias científicas, nadie duda que los momentos finales de la vida de estas personas habrían sido una pesadilla, dice Thompson. Murieron temblando en la oscuridad, por exposición extrema al calor o por asfixia. Plinio el Joven, un abogado y autor romano que observó la erupción desde la distancia, recordó en una carta que algunas personas estaban tan asustadas por la erupción volcánica que en realidad rogaban por su muerte. Muchos suplicaban la ayuda de los dioses, escribió, pero aún más se imaginaban que ya no quedaban dioses y que la última noche eterna había caído sobre el mundo.

Aunque macabro de reflexionar, la forma en que perecieron estas personas puede revelar características importantes de las oleadas piroclásticas, las cuales aún no se comprenden por completo, señala Krippner. Eso, a su vez, puede ayudar a los científicos de hoy en día en sus esfuerzos por prever y mitigar futuros desastres volcánicos. En este sentido, las personas condenadas en Herculano podrían estar ayudando a proteger las vidas de otras gentes 2.000 años después de su muerte.

Fuente: natioanalgeographic.com | sciencealert.com | 23 de enero de 2020