La forma de hacer fuego que hubo en la Canarias prehispánica

Momias en el Museo Arqueológico de Tenerife

El arqueólogo José Juan Jiménez buscaba la respuesta a ambas preguntas y la halló entre los objetos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife: piezas longitudinales de madera con huellas circulares de pequeño tamaño que muestran evidencias de frotación y combustión. Se trata de un centro perfecto para visitar en familia tras el periodo de cierre del turismo de las islas por el coronavirus.

El conservador del Arqueológico explica que habitualmente las investigaciones sobre los primeros habitantes no se han ocupado mucho de "este asunto, que es cotidiano pero muy importante y necesario para la supervivencia de cualquier sociedad". Los investigadores han dilucidado fehacientemente cómo se trabajaba la madera, la piedra o el hueso, pero ¿cómo hacían para encender el hogar, guisar los alimentos, cocer la cerámica o iluminarse en la oscuridad? se preguntaba José Juan Jiménez (izquierda).

Las incógnitas sobre el fuego y su potencial logístico y energético le llevan a combinar una propuesta divulgativa basada en cruzar los datos de la arqueología y los provenientes de la etnohistoria: los objetos arqueológicos y los testimonios escritos aportados por los primeros cronistas e historiadores de Canarias. Su propuesta también trata de explicar e interpretar los objetos arqueológicos depositados en los museos, los cuales confirman que los primeros pobladores de Tenerife lograban sacar fuego mediante un proceso de frotación practicado con un palo alargado que situaban sobre una base de madera.

Según las fuentes etnohistóricas, los guanches "sacaban fuego con dos palitos, uno recio y con punta y el otro de madera floja en el cual hacían un hoyuelo y con el otro en ambas manos abiertas lo torcían muy aprisa y hacía primero humo hasta que prendía el fuego". Los hallazgos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife muestran una pieza de madera de 75'5 centímetros de largo por 9'4 de ancho procedente de los Asientos de Pedro Méndez, en La Orotava, que presenta una acanaladura longitudinal labrada acompañada de otra cilíndrica con señales de haber estado quemada en uno de sus extremos, debido a un antiguo proceso de fricción.

Útil para hacer fuego. Museo Arqueológico de Tenerife.

Una segunda pieza de madera de 17'5 centímetros de largo por 5'5 de ancho proveniente de la Cueva del Salitre en Montaña Rajada (La Orotava) ofrece evidencias de haber estado expuesta reiteradamente a episodios puntuales de combustión. Esta pieza posee una huella circuliforme en el centro promovida por la frotación de otro instrumento cilíndrico de madera. Además hay un fragmento de madera quemada de 22'5 centímetros de largo por 5 de ancho procedente de Igueste de San Andrés (Santa Cruz de Tenerife) en cuya superficie aparecen también los típicos hoyuelos circulares para obtener fuego.

La primera de estas piezas, relata José Juan Jiménez, fue llamada en su momento 'El mechero' porque uno de sus extremos quemados daban muestra de que se habría utilizado para hacer fuego, aunque todavía se desconocía con exactitud el método empleado. Según el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, el proceso se iniciaría con la colocación de fragmentos de hierba seca junto al hoyuelo situado en la superficie de la pieza de madera y frotando un palito cilíndrico entre las manos sobre aquél.

Luego, añadían más hierba seca hasta que comenzaba a percibirse un poco de humo y luego unas brazas tenues. Entonces se soplaba cuidadosamente para avivarlas hasta que prendía una llama que, con cuidado, promovía un fuego vivo incrementado con fragmentos secos de arbustos y trozos de madera.

"Es un sistema universal de lograr el fuego que nos vincula a la humanidad en su producción energética primigenia", señala el arqueólogo. La escasez de piezas que hayan podido ser utilizadas por los antiguos habitantes para producir fuego puede deberse a que se confeccionaban con materiales perecederos y a que -quizás- cuando fueron descubiertas no se les concedió importancia debido a la sencillez de su aspecto. En otras ocasiones desaparecieron porque, tras su uso también se echaban al hogar y se convertían en cenizas, dado que se utilizaban fragmentos de maderas isleñas que podían recolectarse con facilidad, como palo blanco, barbuzano y escobón.

Fuente: eleconomista.es | 1 de junio de 2020

Descubren en Dinamarca una gigantesca estructura defensiva de la Edad de Hierro Romana

La estructura masiva puede haberse extendido 1,5 km a través de Lolland (foto: Museum Lolland-Falster)

Arqueólogos del Museo Lolland-Falster han descubierto cerca de la ciudad danesa de Rødbyhavn una gigantesta estructura defensiva de la Edad de Hierro Romana. De 770 metros de largo, los especialistas piensan que pudo llegar a ser el doble y alcanzar los 1.400 metros.
Situado a unos 800 metros de la costa y entre dos humedales impenetrables, los especialistas piensan que este denominado cinturón se construyó en algún momento entre los siglos I y IV d. C. para resguardarse de los ejércitos enemigos.

La estructura implicaba la excavación de largas filas de agujeros en la tierra. «Al menos 10.000 de ellos sostenían postes afilados para disuadir a los invasores», ha afirmado a The Copenhagen Post Bjørnar Måge (izquierda), arqueólogo del Museo Lolland-Falster.

El especialista ha llegado a describir la estructura, similar a otras que se han encontrado en el pasado en Jutlandia, como el «campo de minas de la antigüedad» y ha comparado a los postes con los «lirios de César», unas grandes estacas afiladas de hierro que hundían en el suelo, una técnica que el propio César utilizó con éxito durante sus campañas contra los galos.
Aunque no han conseguido establecer una fecha exacta, los arqueólogos establecen que se construyó durante la Edad del Hierro Romana, un período que abarca los primeros cuatro siglos del primer milenio de nuestra era.

En Hoby, cerca de donde se encuentra la estructura, también han encontrado la tumba de una personaje rico que pertenece a esa etapa histórica, pero todavía no han podido vincular los dos hallazgos.

Una ilustración del Museo Lolland-Falster que muestra cómo la estructura defensiva afectaba a los atacantes (foto: Museo Lolland-Falster)

De acuerdo con Heritage Daily, la Edad de Hierro Romana comprende el dominio que el Imperio Romano había comenzado a ejercer sobre las tribus germánicas del norte de Europa en Dinamarca, Noruega y Escandinavia.

Durante este período, hubo una afluencia de comercio entre las tribus del norte y el Imperio Romano, con la importación de varios artículos como barcos, piezas de bronce, artículos de vidrio y armas.

En los siglos V-VI, el Imperio Romano fue saqueado por las tribus germánicas, poniendo fin a la Edad de Hierro romana y el comienzo de la Edad de Hierro germánica (también llamada Era de Vendel o Edad Merovingia).

Fuente: abc.es | 30 de mayo de 2020

Reconstruyendo las 'redes sociales' de la prehistoria en la península ibérica

Investigadores españoles están usando, por primera vez, sofisticados métodos de análisis para tratar de conocer cómo los cambios climáticos del final de la Edad del Hielo afectaron al tamaño de las poblaciones de cazadores-recolectores en la península ibérica y las 'redes sociales' de esta época de la prehistoria.

El arqueólogo de la Universidad de Alicante (UA), Javier Fernández López de Pablo (izquierda), lidera el proyecto "PALEODEM", financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC, en sus siglas en inglés), que tiene como uno de sus objetivos reconstruir las dinámicas de la población entre finales del Magdaleniense y el Mesolítico Reciente (hace entre 15.000 y 8.000 años) en la península ibérica.
"Jamás en la historia los grupos humanos se habían enfrentado a cambios tan significativos en la temperatura y el medio ambiente en un espacio de tiempo tan corto" como los sucedidos en esa época de la prehistoria, cuyo impacto en la demografía continúa siendo un enigma, según ha revelado a Efe Fernández López de Pablo.
Durante este periodo, conocido como el tardiglacial y los inicios del Holoceno, los científicos señalan que en apenas miles de años se pasó de unas condiciones plenamente glaciares a otras templadas dentro de un proceso de cambio que no fue gradual.
"Una de las grandes cuestiones científicas es entender cómo los grupos humanos se adaptaron a esa situación -resiliencia- y cómo afectaron esos cambios climáticos al tamaño de la población", ha indicado el arqueólogo.

Un marco que describe la relación dinámica entre la paleodemografía, la estructura socioespacial y la transmisión cultural en las sociedades humanas. Las presiones ambientales, como los cambios climáticos importantes, influyen en los patrones demográficos de las sociedades prehistóricas de cazadores-recolectores (i). Factores demográficos, como un incremento en el tamaño de la población, causan variación en la estructura socioespacial (ii). Las estructuras sociales se representan utilizando un enfoque de red, en el que los círculos de nodos (que representan a individuos en una microescala y los grupos o poblaciones regionales en una macroescala) están conectados por bordes (enlaces, cuyo grosor representa la fuerza de las conexiones sociales). Estas interacciones sociales entre nodos, reflejadas en la topología de la red, influyen y están influenciadas por los procesos de transmisión cultural (iii ).

Además de desentrañar la evolución demográfica y su relación con el cambio climático, otro de los grandes pilares de este proyecto, en el que trabaja un equipo multidisciplinar de investigadores españoles, es averiguar la manera en la que las comunidades de esa época (pequeños grupos de cazadores-recolectores) estaban conectadas en 'redes sociales' (la forma de interactuar), permitiendo la transmisión de información y conocimientos.

"Este proyecto de investigación es muy novedoso porque por primera vez estamos incorporando a la arqueología nuevos métodos para reconstruir las redes sociales en la prehistoria de los cazadores-recolectores e identificarlas en el registro arqueológico", ha destacado el experto.
Para ello, los investigadores están analizando la literatura científica antropológica de los cazadores-recolectores existentes en la actualidad, las similitudes de los vestigios hallados en distintos yacimientos y sus emplazamientos.

A ello se añade la utilización de modelos computacionales desarrollados en otras ciencias, como la física, la biología y la antropología evolutiva, para contrastar diferentes escenarios de transmisión cultural en función del tamaño de la población y de la interacción social entre los grupos prehistóricos.

"Estamos viendo que, en cierta manera, esas poblaciones estaban conectadas en la península ibérica", ha dicho a Efe el profesor del Departamento de Historia Económica, Instituciones, Política y Economía Mundial de la Universitat de Barcelona Sergi Lozano (izquierda), que forma parte también del equipo de dirección de este trabajo, junto con la bióloga de la UA, Valéria Romano (derecha, primera firmante del estudio).

Tanto Fernández López de Pablo como Lozano han subrayado que, "con este nuevo marco analítico, tratan de responder a grandes cuestiones sobre la interacción de unos grupos humanos con otros, sobre la relación de estas comunidades con el cambio climático y sobre la forma en la que evoluciona la cultura" a lo largo del tiempo.

Esta parte de la investigación ha sido publicada recientemente en la prestigiosa revista Biological Reviews y se suma a otro trabajo anterior, desarrollado por el mismo equipo de investigación, gracias al cual se reconstruyó la evolución de la población en la península ibérica en dicho periodo mediante un análisis de todas las dataciones de carbono 14.

Esquema sintético que ilustra los patrones culturales documentados en Iberia durante la última transición glacial - Holoceno temprano. Encontramos que los kits de herramientas para huesos y astas estandarizados y conservados desaparecieron después del período Magdaleniense tardío. Los sistemas lascas de desecho para producir puntas con respaldo, agujas y microlitos estandarizados desde el Magdaleniense tardío hasta el Epipaleolítico fueron reemplazados abruptamente durante el Mesolítico temprano por estrategias de desecho de lascas mucho más simples para producir un conjunto reducido de muescas y herramientas denticuladas. Finalmente, el período del Mesolítico tardío fue testigo de la reintroducción de la herencia de la hoja y la rápida propagación de los microlitos trapezoidales. La curva negra en la parte inferior representa el marco paleoclimático (temperatura global) según la cronología del estratotipo de Groenlandia (Rasmussen et al .,2014 ).

"Fue la primera vez que se hizo este tipo de estudios en la península ibérica y vimos que hubo tres grandes fases demográficas", ha señalado Fernández López de Pablo.

Una primera, en el periodo Magdaleniense, en el que la población creció de manera exponencial, una segunda en la que hubo una reducción muy drástica de la población, que coincide con un episodio de empeoramiento climático (hace unos 12.700 años), y una tercera, que empezó hace 10.000 años, en la que la población creció muy rápidamente y volvió a estabilizarse.

"La arqueología es, probablemente, la disciplina que puede obtener una visión de largo recorrido más completa del comportamiento humano y de cómo el cambio climático y problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad nos impactaron en el pasado", según Fernández López de Pablo.
Guzmán Robador.

Fuente: eldiario.es | 31 de mayo de 2020

Hubo una mayor interacción entre inmigrantes neolíticos y cazadores-recolectores en Europa occidental

Mapas que muestran el componente genético heredado de las poblaciones de cazadores-recolectores europeos (azul) y neolíticos de Anatolia (naranja) a lo largo de segmentos de tiempo. La expansión del componente anatolio llevado por los migrantes neolíticos y las diferencias en las proporciones observadas regional y cronológicamente ilustran la diversidad de procesos durante la expansión neolítica en Europa. Crédito: Maïté Rivollat.

El estilo de vida neolítico, incluida la agricultura, la domesticación de animales y el desarrollo de nuevas tecnologías, surgió en el Próximo Oriente hace unos 12.000 años y contribuyó profundamente a la forma de vida moderna. El Neolítico se extendió rápidamente por Europa, principalmente a lo largo del valle del Danubio y la costa mediterr..., llegando a la costa atlántica alrededor de 5.000-4.500 a. C.

Los datos arqueogenéticos existentes sobre los agricultores europeos prehistóricos indican que la expansión de la agricultura fue correlativa a la de los primeros agricultores anatolios, los cuales se mezclaron poco, si es que lo hicieron, con los grupos de cazadores-recolectores europeos. Sin embargo, hasta ahora, no se disponían de datos arqueogenéticos para el territorio de Francia al respecto.
"Francia es el lugar donde se superponen las dos corrientes de la expansión neolítica, por lo que comprender cómo interactuaron estos grupos completaría una gran pieza del rompecabezas", dice Wolfgang Haak (izquierda), autor principal del estudio. "Los datos que estamos recopilando sugieren un escenario más complejo que en otras partes de Europa, con una mayor interacción entre los primeros agricultores y los cazadores-recolectores".

Estas interacciones parecen variar mucho de una región a otra, lo que demuestra un mosaico cultural diverso en el Neolítico temprano de Europa Occidental. Para documentar las interacciones biológicas durante este período de transición, los investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana se unieron con colegas del laboratorio PACEA, en Burdeos, el laboratorio CEPAM, en Niza, el RGMZ, en Maguncia (Alemania) y otros socios internacionales. El estudio, publicado en Science Advances, aporta nuevos datos sobre el genoma de 101 individuos prehistóricos de 12 enclaves arqueológicos en la actual Francia y Alemania que datan del 7.000-3.000 a. C.

Altos niveles de ascendencia de cazadores-recolectores entre los primeros agricultores del territorio de Francia

Los nuevos resultados obtenidos mostraron evidencias de un mayor nivel de mezcla, o la combinación de información genética de poblaciones genéticamente distantes, entre los primeros agricultores migrantes y los cazadores-recolectores locales ubicados en la actual Francia. La mezcla genética en este territorio no tiene precedentes en el resto de Europa para las primeras etapas de expansión del fenómeno neolítico. La contribución genética de los cazadores-recolectores es particularmente alta en el sur de Francia, aproximadamente un 31% en promedio, en comparación con el 3% en Europa Central o el 13% en la península ibérica.
Entierro de una mujer procedente de Pendimoun (5480-5360 a. C.), la cual ostenta aproximadamente un 55% del componente genético cazador-recolector. Crédito: Henri Duday.

Curiosamente, la contribución genética de los cazadores-recolectores locales en una mujer procedente de Pendimoun, en Provenza, y que data entre los años 5.480-5.360 a.C., es tan alta como el 55%. El equipo pudo demostrar que la mezcla en esta mujer ocurrió recientemente, unas cuatro generaciones antes, poco después de que los primeros agricultores neolíticos se establecieran en esa parte de la costa francesa. "Estos hallazgos sugieren contactos continuos entre ambos grupos durante al menos un siglo", dice Maïté Rivollat (izquierda), investigadora postdoctoral en el proyecto INTERACT y autor principal del estudio.
Evidencia genética de las dos rutas de la expansión neolítica.

Al aprovechar la subestructura genética observada en los cazadores-recolectores europeos, el equipo pudo volver sobre la dinámica de mezcla acontecida en varias regiones europeas. Los agricultores neolíticos en Europa central llevan un componente genético muy pequeño de los cazadores-recolectores, el cual ya había sido mezclado y traído desde el sudeste de Europa. Esto explica la rápida expansión de los grupos neolíticos con una cantidad insignificante de interacción con los cazadores-recolectores locales. Por otro lado, los agricultores neolíticos al oeste del río Rin (en Francia, España, Gran Bretaña) portan un componente genético heredado de grupos mesolíticos locales, lo que implica un proceso de mezcla local tardía.

Los nuevos datos destacan la complejidad y la variabilidad regional de las interacciones biológicas y culturales entre las comunidades de agricultores y cazadores-recolectores durante la expansión neolítica. "Este estudio muestra que podemos agregar muchos más detalles con un muestreo enfocado a desentrañar la dinámica regional de las interacciones entre agricultores y recolectores", concluye Rivollat. "Con el incremento de datos genéticos, obtenemos la resolución necesaria para investigar procesos biológicos del pasado y comprender sus relaciones con los fenómenos culturales observados".

Fuente: Instituto Max Planck | 29 de mayo de 2020

Cómo una tumba de hace 6.000 años destapó la organización política de Europa Central

Dos arqueólogos trabajando el túmulo funerario de Hofheim-Kapellenberg (Antiquity)

Esta historia empieza en el siglo XIX. Hace 140 años, en la colina de Hofheim-Kapellenberg, cerca de Frankfurt, aparecieron dos cabezas de hacha neolíticas que se vincularon a la cultura Michelsberg, que fue muy importante hace alrededor de 6.000 años en Europa Central. Más de un siglo después, los arqueólogos identificaron un túmulo funerario “inusualmente grande” en la misma zona, del que probablemente salieron las hachas. Y no solo eso.

Los estudios realizados en el sitio han revelado detalles que permiten a los investigadores concluir que la aparición de élites de alto rango en Bretaña y la cuenca de París durante el V milenio antes de Cristo pudo extenderse hasta Europa Central, según detallan en un estudio publicado en la revista Antiquity.

La cultura Michelsberg, precisamente, se extendió desde la parte norte de la cuenca de París hasta el valle del Rin. Y las hachas también responderían a ese trasvase. Una es de jade de los Alpes occidentales, situados a cientos de kilómetros de distancia. Este material es habitual del Golfo de Morbihan, en Bretaña, y también de la cuenca de París, aunque en menor medida. La segunda es de anfibolita y es típica de Italia y los bosques de Jura (Francia).
Hacha de jade alpino (Antiquity)

El recinto de Hofheim-Kapellenberg es uno de los mejor conservados del Neolítico. Incluye un sistema de muralla completo, que todavía es visible hoy. Las excavaciones anteriores también revelaron que existía un pueblo de unos 900 habitantes que estuvo activo en la cima de la colina entre el 3750 y 3650 antes de Cristo.
Hacha de anfibolita (Antiquity)

El túmulo funerario, sin embargo, no se descubrió hasta 2013. El monumento tiene 90 metros de ancho y, aunque todavía no se ha fechado con exactitud, los expertos sugieren que fue construido entre el 4500 y 3750 a.C. y es, por lo tanto, anterior a la aldea.
El sitio de Kapellenberg, además, es el único circular conocido de la temprana cultura de Michelsberg en el oeste de Europa Central. Las otras sepulturas similares construidas con rocas solo se conocen en la región de Carnac, también en Bretaña y famosa por sus megalitos. Allí, los llamados carnacéens géants datan de un periodo entre el 4680 y el 4240 antes de Cristo.

Vista en sección de la colina que alberga el túmulo funerario de la cultura Michelsberg (Antiquity)

“Las conexiones de larga distancia entre las regiones de Europa Central y Occidental ya están documentadas para el Neolítico Medio anterior. Esto se demuestra por evidencias de entierros de alto estatus y por los patrones de distribución de las cabezas de hacha de jade, lo que sugiere que había redes de intercambio asociados con las élites”, señalan los arqueólogos. La producción y el intercambio de sal a largas distancias también pudo ser parte de estas rutas comerciales.

Las nuevas evidencias ilustrarían, según los investigadores, que estas sociedades de la Edad de Piedra estaban mucho más organizadas jerárquicamente de lo que se pensaba anteriormente. "En lugar de ser una comunidad igualitaria, parece haber tenido una élite capaz de acumular la riqueza necesaria para obtener estos objetos de lujo y ser enterrada con ello”, señalan.

Lo que aún desconocen los investigadores es si la expansión de esta estructura social se debió a las conquistas o la migración de un grupo jerárquico, las interacciones culturales con dicha sociedad o simplemente la coincidencia.

Fuente:lavanguardia.com | 27 de mayo de 2020

Nuevas dataciones obtenidas mediante C-14 cuestionan la cronología de la antigua Grecia

Caja de cerámica con imitaciones en miniatura de graneros del periodo Geométrico temprano II de Atenas. Su datación se ve afectada debido a las nuevas fechas C-14. © Stefanos Gimatzidis / ÖAW.

Ya en la antigüedad Homero fue visto como un modelo. Sus epopeyas, La Iliada y La Odisea siguen siendo apreciadas incluso después de 2700 años, ¿o son 2800 años? La datación precisa de sus poemas épicos ha sido hasta ahora tan controvertida como la cuestión de si el poeta realmente existió. Sin embargo, el problema de la datación puede verse, en los momentos actuales, solucionado. La razón: el logro de una precisión inigualable de la cronología merced a la obtención de nuevas dataciones mediante C-14, las cuales ponen en tela de juicio el sistema de periodificación griego previamente aceptado.

Un proyecto de investigación internacional bajo la dirección de Stefanos Gimatzidis (izquierda), del Instituto Arqueológico de Austria, englobado en la Academia de Ciencias de Austria (ÖAW), ha llegado a esta conclusión: los hallazgos arqueológicos de la Grecia antigua requieren una revisión radical de su cronología. De acuerdo con los resultados, los eventos históricos importantes, así como el origen de numerosas innovaciones en filosofía, literatura y organización política, deberán datarse entre 50 y 150 años más antiguos. El estudio al respecto ha sido publicado en la revista PLOS ONE.

Evidencias del enclave arqueológico de Sindos

En colaboración con Bernhard Weninger (derecha), del Instituto de Prehistoria e Historia Antigua de la Universidad de Colonia, se ha revaluado por primera vez el diagrama del tiempo histórico griego mediante métodos científicos modernos, a saber, con la obtención fechas precisas de radiocarbono. Para alcanzar este fin, se han empleado muestras que proceden de contextos bien datados en el enclave arqueológico de Sindos, en el norte del Egeo.

Este lugar es de interés arqueológico por varias razones, entre ellas la presencia de numerosos recipientes de cerámica importados de una variedad de regiones de Grecia, lo que permite realizar una comparación y una correlación de los sistemas cronológicos regionales. Gracias a la extensa estratigrafía continua, y al método arqueológico para determinar la antigüedad de los depósitos, ahora es posible llevar a cabo un modelo estadístico fiable de las fechas obtenidas mediante el análisis del radiocarbono.

Vista aérea del asentamiento de Sindos, en el norte de Grecia, y que comprende un montículo artificial cada vez más alto. Las dos estructuras cónicas a la izquierda son modernas (foto tomada en 2001) Crédito: Stefanos Gimatzidis y Bernhard Weninger, 2020.

"Con frecuencia, la aplicación del método de datación del C-14 sufría la dificultad de que la alta precisión de las mediciones logradas no se podían utilizar en absoluto en la práctica arqueológica", explica el arqueólogo de ÖAW, Stefanos Gimatzidis.

El rango de fluctuación estadística de las dataciones radiocarbónicas es el resultado, inicialmente inevitable, de las fluctuaciones reales del C-14 en la concentración atmosférica: "Por lo tanto, en arqueología regularmente se tienen a mano muchas mediciones precisas de C-14, todas las cuales, después de corregir las fluctuaciones de concentración del C-14 en la atmósfera, desafortunadamente solo proporcionan una larga lista de dataciones posibles con una variación en sus límites de entre 100 y 300 años".


Comparación de cronologías absolutas y relativas: Sindos (izquierda) versus histórico (derecha). Crédito: Stefanos Gimatzidis y Bernhard Weninger, 2020.

Doble golpe de suerte
El estudio actual se beneficia de una situación completamente inusual, de un doble golpe de suerte: por un lado, la curva de calibración del C-14 en la evaluación de las dataciones de Sindos ofrece desde el principio una precisión cronológica inusualmente alta, la cual, en el segundo lugar, puede reforzarse aún más mediante la extracción selectiva de muestras de huesos de animales bien datadas de un perfil inusualmente largo con niveles de asentamiento correspondientes a la Edad del Hierro temprana.


Foto: ánfora del periodo Geométrico temprano procedente de Atenas. © Stefanos Gimatzidis / ÖAW

"En consecuencia, las ventajas del método en este caso se complementan entre sí en beneficio de una datación precisa que hasta ahora no se había logrado", explica el investigador de ÖAW. Con la ayuda de la combinación de las dataciones de radiocarbono y de la cerámica, los errores cronológicos pueden ahora reducirse significativamente.
"A menudo, las ciencias naturales y las humanidades se han visto como opuestas. En nuestro trabajo las mismas se complementan entre sí", dice convencido Gimatzidis. Para él, una cosa es cierta: los nuevos hallazgos provocan no solo una redefinición de los eventos o hallazgos individuales, sino que sugieren una nueva lectura de la historia antigua.

Ahora se puede concebir la difusión del alfabeto o el simposio en Grecia e Italia como un proceso más largo que comenzó en el siglo IX a. C.
"En el mismo período de tiempo también podría fecharse la concepción de las epopeyas homéricas, tal como apuntan algunos versos en un recipiente para beber procedente de Pithecoussai, en Ischia, así como el comienzo de la colonización griega, la cual, junto con la expansión fenicia, aumentó la globalización en el Mediterráneo", afirma el arqueólogo.

Fuentes: archaeologynewsnetwork.blogspot.com | oeaw.ac.at | 27 de mayo de 2020