La 'Grotte de Cussac' francesa revela secretos de vida y muerte en la prehistoria

Huesos de un adulto y un adolescente agrupados en dos nichos (izquierda y derecha) de hibernación de osos. Crédito: Universidad de Wollongong


La cueva Grotte de Cussac en Dordoña, Francia, es un sitio con impresionantes obras de arte rupestre, el cual contiene más de 800 grabados figurativos de animales y humanos que tienen entre 30.000 y 25.000 años de antigüedad. También contiene los restos de al menos seis individuos datados en el mismo período. Con una posible excepción, es el único ejemplo conocido de restos humanos enterrados profundamente dentro de una cueva que también contiene obras de arte.

Durante los últimos diez años un equipo de investigación ha estado estudiando estos restos humanos con el fin de descubrir lo que revelan sobre la vida, costumbres y creencias de las personas de la época. Los resultados de su investigación se han publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS).

La Dra. Eline Schotsmans (izquierda), investigadora de la Universidad de Wollongong y de la Universidad de Burdeos, forma parte de un equipo internacional dirigido por el profesor Jacques Jaubert (derecha), igualmente de la Universidad de Burdeos, quien trabaja dentro de la cueva para descubrir sus secretos.

La Dra. Schotsmans dijo que, además de los desafíos habituales involucrados en reconstruir el pasado antiguo a partir de restos arqueológicos, el proyecto Grotte de Cussac ha presentado a los investigadores una serie de obstáculos, dado que el Ministerio de Cultura francés ha clasificado la cueva como patrimonio nacional y ha restringido el acceso a la misma. La investigación debe llevarse a cabo 'in situ' y solo mediante la observación, pues no se permiten excavaciones y tampoco se puede quitar nada de la cueva.

Panel con grabados de bisontes y un caballo.

Además, debido a los altos niveles de dióxido de carbono, la cueva solo es accesible unos pocos meses al año, y los investigadores tienen que usar trajes protectores y botas de goma limpios y esterilizados en la cueva.

"Se trata de proteger la cueva", dice la Dra. Schotsmans. "Nuestros trajes y botas de goma no pueden contener sedimentos del exterior de la cueva. Cualquier microorganismo u hongo que traigamos de fuera podría tener una influencia negativa en la conservación de la gruta. Todo en ella está completamente protegido, incluido el suelo de la misma, que es la superficie paleo original. No podemos tocar nada. Solo podemos transitar por un único camino estrecho y tenemos que realizar todas las investigaciones desde ese camino".

Ella agrega: "No obstante, es sorprendente la cantidad de información que puede obtenerse solo con las observaciones".


Imágenes del interior de Grotte de Cussac en Dordoña, Francia, que muestran el arte rupestre y los antiguos restos humanos encontrados dentro de la cueva, y del equipo de investigación en el trabajo. Crédito: N. Aujoulat, Centre National de Préhistoire, Ministerio de Cultura francés; Got, Université de Bordeaux / PCR Cussac, Ministerio de Cultura francés; V. Feruglio, PCR Cussac, Ministerio de Cultura francés.

Los restos humanos fueron encontrados en tres lugares dentro de la cueva y habían sido colocados deliberadamente en antiguos nichos de hibernación de osos (mucho después de que éstos dejaran de usar la cueva), una práctica que no había sido documentada anteriormente. En dos de los sitios, los nichos de los osos (que forman áreas huecas en el piso de la cueva) muestran signos de estar cubiertos de ocre rojo antes de haberse colocado los restos óseos en ellos.

También hay evidencias de que los cuerpos habían sido manipulados de una manera particular y movidos después de la muerte. En algunos casos, los restos de más de un individuo están entremezclados.

La experiencia de la Dra. Schotsmans consiste en prácticas funerarias y tafonomía de los entierros (el estudio de la descomposición humana), por lo que se mueve entre la arqueoantropología y las ciencias forenses. Ella dijo que los ritos funerarios de una sociedad, sus creencias y prácticas en torno a la muerte, y la relación entre los muertos y los vivos, nos dicen mucho sobre tales personas.

Foto: vestigios humanos en un nicho de oso.

"Nuestro objetivo es reconstruir las actitudes de las poblaciones prehistóricas ante la muerte, al centrarnos en el estudio del esqueleto humano y el manejo y tratamiento del cadáver", informa la Dra. Schotsmans.

"En la Grotte de Cussac el uso de ocre en los entierros muestra un comportamiento simbólico, al igual que el depósito de tales restos humanos en una cueva decorada con elementos artísticos. Hubo, además, una selección intencionada de ciertos restos óseos. Por ejemplo, en la mayoría de los depósitos de los cadáveres no había cráneos, pero sí los dientes, lo que muestra que los cráneos fueron retirados deliberadamente. Esto revela que la gente de esta época estaba interactuando con sus muertos, los manipulaba y los 'cuidaban'".



Foto: Panel del descubrimiento (arriba). Ortofotografía y croquis de las principales entidades gráficas (abajo).


El número de individuos enterrados en la cueva y la ausencia de niños y bebés es también revelador.
"Esto nos dice algo sobre la sociedad y la diferenciación social, porque solo una parte del grupo recibe un tratamiento especial", dice la Dra. Schotsmans. "¿Por qué se depositaron sólo seis individuos en la cueva? ¿Dónde están otros fallecidos? ¿Por qué solo adolescentes y adultos? ¿Eran esas personas diferentes de las demás y por qué?"

Ella concluye: "Tenemos que aprender más sobre la gente de la Grotte de Cussac, pero este estudio nos abre una ventana al complejo paisaje social de nuestros ancestros".

Fuente: phys.org | 16 de junio de 2020

Un estudio revela que los mariscos ayudaron a las personas prehistóricas a emigrar fuera de África

Ejemplar vivo del molusco marino 'Conomurex fasciatus'. Millones de estos moluscos fueron encontrados en depósitios de las Islas Farasan, en Arabia Saudita, como basura alimenticia de los pescadores prehistóricos. Crédito: Niklas Hausmann

Los pioneros prehistóricos podrían haber dependido de los mariscos para alimentarse mientras recorrían las rutas migratorias fuera de África durante los tiempos de sequía, según sugiere un nuevo estudio publicado en Quaternary International.

El trabajo de investigación ha examinado los arrecifes fósiles cercanos a las costas del Mar Rojo, ahora sumergidos, que marcaron las rutas migratorias prehistóricas en el paso de África a Arabia. Los resultados sugieren que esta costa ofreció los recursos necesarios para actuar como una puerta para salir de África durante las estaciones de poca lluvia, cuando otras fuentes de alimentos eran escasas.
El equipo de arqueólogos, dirigido por la Universidad de York, se centró en los restos de 15.000 conchas que datan de 5.000 años atrás, correspondiente a un período árido en la región. Con la línea de costa de las rutas migratorias originales sumergidas por el aumento del nivel del mar después de la última Edad del Hielo, tales conchas proceden de las cercanas Islas Farasan, en Arabia Saudita.

Los investigadores encontraron que las poblaciones de moluscos marinos eran lo suficientemente abundantes como para permitir cosechas continuas sin ningún impacto ecológico importante, y su gran disponibilidad habría permitido a las personas vivir en tiempos de sequía.

El autor principal, el Dr. Niklas Hausmann (izquierda), investigador asociado en el Departamento de Arqueología de la Universidad de York, dijo: "La disponibilidad de recursos alimenticios juega un papel importante en la comprensión de la viabilidad de las pasadas migraciones humanas: las migraciones de cazadores-recolectores habrían requerido de fuentes alimenticias locales y los períodos de aridez podrían haber restringido estos movimientos".

"Nuestro estudio sugiere que las costas del Mar Rojo tenían los recursos necesarios para proporcionar la migración a las personas prehistóricas", añade.

Foto: Trabajo de campo en las Islas Farasan © N. Hausmann 2014

El estudio también confirma que las comunidades asentadas en las costas del Mar Rojo podrían haber dependido de los mariscos como un recurso alimenticio sostenible durante todo el año.


Foto: Montículo de conchas que comprende múltiples capas de conchas de moluscos. © 2019 Hausmann et al.

El Dr. Hausmann agregó: "Nuestros datos muestran que, en un momento en que muchos otros recursos de la tierra eran escasos, los individuos prehostóricos podían acudir a las fuentes de marisco disponibles localmente. Estudios anteriores han demostrado que las gentes del sur del Mar Rojo pudieron consumir esta clase de alimento durante todo el año y en el transcurso de miles de años. Y ahora también sabemos que este recurso no fue agotado por ellos, dado que continuó manteniéndose de modo muy saludable".

Las especies de marisco halladas en los sitios arqueológicos de las Islas Farasan también han sido halladas en abundancia en arrecifes fósiles que datan de hace más de 100.000 años, lo que indica que fueron un recurso disponible durante períodos más largos que los sitios arqueológicos sugeridos anteriormente.

El coautor del estudio, Matthew Meredith-Williams (izquierda), de la Universidad de La Trobe, dijo: "Sabemos que modelar climas del pasado ​​para aprender sobre los recursos alimenticios es extremadamente útil, pero necesitamos diferenciar entre lo que sucedía en la tierra y lo que estaba sucediendo en el mar. En nuestro estudio mostramos que los alimentos marinos fueron abundantes y resistentes, y que las personas los recolectaban cuando no podían obtener alimentos terrestres".

Fuente: phys.org | 16 de junio de 2020

El análisis genómico muestra una mezcla poblacional a largo plazo en Asia occidental antes de crearse las primeras ciudades del mundo

Mapa parcial de Asia occidental, que incluye Anatolia (actual Turquía), el norte de Levante y el sur del Cáucaso del sur. Un equipo internacional de investigadores mostró que las poblaciones de Anatolia y el Cáucaso comenzaron a mezclarse genéticamente alrededor del año 6.500 a.C., y que pequeños eventos de migración de Mesopotamia, hace 4.000 años, trajeron un incremento de mezcla genética en la región. El marcador naranja muestra la ruta desde Asia central. Crédito: Centro de Investigación Max Planck-Harvard para la arqueociencia del antiguo Mediterráneo.

Una nueva investigación genética sobre una de las áreas comerciales más importantes del mundo antiguo ofrece nuevas ideas sobre el movimiento y las interacciones de los habitantes que vivieron en diferentes zonas de Asia occidental entre dos eventos trascendentales ocurridos en la historia humana: los orígenes de la agricultura y el surgimiento de algunas de las primeras ciudades del mundo.
El trabajo llevado a cabo revela que un alto nivel de movilidad humana no solo condujo a una difusión de ideas y de cultura material, sino también a una sociedad más conectada genéticamente, mucho antes del surgimiento de las ciudades, y no al revés, como se pensaba anteriormente. Los hallazgos se añaden a nuestra comprensión sobre cómo se produjo exactamente el el desarrollo del urbanismo.

Los investigadores, formados por un equipo internacional de científicos, entre los que se halla la profesora de Antropología de Harvard, Christina Warinner, analizaron los datos de ADN de 110 restos óseos de Asia occidental desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, hace entre 7.500 y 3.000 años. Tales restos provenían de yacimientos arqueológicos en Anatolia (actual Turquía), el norte del Levante, que incluye países como Israel y Jordania, y naciones del sur del Cáucaso como Armenia y Azerbaiyán.

Christina Warinner, autora principal del estudio que explora el desarrollo de las primeras ciudades. Foto de archivo de Kris Snibbe / Harvard.

Con base en su análisis, los científicos describen dos eventos genómicos, uno ocurrido hace unos 8.500 años y el otro hace 4.000 años, que apuntan a una mezcla genética a largo plazo y movimientos graduales de población en la región.

“Dentro de este ámbito geográfico se cuenta con una notable cantidad de poblaciones distintas y grupos ideológicos diferentes que interactúan bastante, pero no quedaba claro en qué medida la gente se estaba moviendo realmente o si esto era simplemente un área de alto contacto comercial", dice Warinner. “Lo que podemos ver es que, en lugar de que este período se haya caracterizado por migraciones dramáticas o conquistas, lo que observamos es una mezcla paulatina de diferentes poblaciones y de ideas que se van filtrando en este crisol en el que vemos el surgimiento del urbanismo, el nacimiento de las ciudades", añade.
El estudio fue dirigido por el Centro de Investigación Max Planck-Harvard para la Arqueología del Mediterráneo Antiguo y publicado en la revista Cell, con Warinner como miembro principal del equipo.

Pintura mural de alrededor de 3.400 a. C., hallada en el yacimiento arqueológico de Arslantepe, en el este de Anatolia (actual Turquía). Imagen cortesía de Max Planck-Harvard Research Center for the Archaeoscience of the Ancient Mediterranean and Missione Archeologica Italiana nell'Anatolia Orientale, Sapienza University of Rome.

Históricamente, Asia occidental, que incluye el Medio Oriente, es una de las ubicaciones geográficas más importantes del mundo. No solo creó algunas de las primeras ciudades de la humanidad, sino que sus primeras rutas comerciales sentaron las bases de lo que se convertiría en la Ruta de la Seda, una ruta que unía comercialmente Asia, Europa y África.

Sin embargo, incluso antes de estar conectada con otras regiones, las poblaciones de Asia occidental ya habían desarrollado sus propias tradiciones y sistemas de organización y complejidad social. Las áreas estudiadas en el trabajo de investigación jugaron un papel decisivo en la evolución de la agricultura y comunidades de pastores hacia las primeras sociedades a nivel estatal.
Con dicho estudio, los investigadores han querido llenar algunos de los vacíos antropológicos de los orígenes de la agricultura y de las ciudades para comprender mejor cómo se unieron estas diferentes comunidades para formar núcleos urbanos, una dinámica que aún en la actualidad no se entiende muy bien.

"Lo que vemos en arqueología es que la interconectividad dentro de Asia occidental tuvo un gran desarrollo, y áreas como Anatolia, el norte de Levante y el Cáucaso se convirtieron en un centro para el intercambio de ideas y de cultura material", dice Eirini Skourtanioti (izquierda), estudiante posdoctoral en el Instituto Max Planck y autora también principal del estudio, en un video que acompaña el lanzamiento del artículo (ver más abajo). "El objetivo de nuestro trabajo consistía en comprender el papel de la movilidad humana a lo largo de este proceso".

Los investigadores, que provenían de muchas disciplinas y países, incluidos Australia, Azerbaiyán, Francia, Italia, Alemania, Corea del Sur, Turquía y los EE. UU., reunieron 110 restos óseos antiguos conservados en museos y laboratorios de todo el mundo, y tomaron muestras de dientes y parte del hueso temporal llamado 'peñasco' o 'hueso petroso' que alberga el oído interno. El análisis genético fue realizado por científicos del Instituto Max Planck, entre las que estaba la profesora Warinner.

El documento de investigación describe cómo las poblaciones de Anatolia y del Cáucaso meridional comenzaron a mezclarse hace aproximadamente 8.500 años. El resultado fue un cambio gradual en el perfil genético, el cual durante un milenio se extendió lentamente por ambas áreas hasta entrar en lo que actualmente es el norte de Irak. Conocido como un 'cline' o 'clina' en genética, esta mezcla indicó a los investigadores la movilidad humana ocurrida en el área y el desarrollo de un crisol genético regional en Anatolia y sus alrededores.

Arriba: diadema de cobre y plata con conexión transcaucásica procedente de una Tumba Real en Arslantepe, al este de Turquía. Abajo: cerámica relacionada con Mesopotamia en Arslantepe (período de palacio) Crédito: Missione Archeologica Italiana nell'Anatolia Orientale, Sapienza Univ. de Roma (fotógrafo: Roberto Ceccacci)

El otro cambio que los investigadores detectaron no fue tan gradual. Analizaron muestras de las antiguas ciudades de Alalakh y Ebla en lo que hoy es el sur de Turquía y el norte de Siria, y comprobaron que hace unos 4.000 años el norte de Levante experimentó una introducción relativamente repentina de nuevas gentes.

Los sutiles cambios genéticos apuntan a una migración masiva, y el momento se corresponde con una severa sequía en el norte de Mesopotamia, lo que probablemente derivó en un éxodo hacia el norte de Levante. No obstante, los científicos no están muy seguros, pues, en la actualidad, no hay genomas bien conservados de las personas que vivieron en Mesopotamia.

Restos esqueléticos de 'Lady in the well' (Mujer en el pozo) hallados en Alalakh, Hatay, Turquía. Crédito: Murat Akar © Alalakh Excavations Archive.

Junto con los hallazgos sobre la interconectividad en la región, el documento presenta nueva información sobre la migración a larga distancia acontecida durante la Edad del Bronce tardía, hace aproximadamente 4.000 años. El cadáver solitario de una mujer, encontrado enterrado en un pozo, estaba genéticamente relacionado con personas que vivieron en Asia Central, no en parte de la actual Turquía.

"No podemos conocer exactamente su historia, pero podemos recopilar mucha información que sugiere que ella o sus antepasados fueron inmigrantes bastante recientes procedentes de Asia Central", afirma Warinner "No sabemos el contexto en el que llegaron al Mediterráneo Oriental, pero este es un período de creciente conectividad en esta parte del mundo".
El cadáver tenía muchas heridas y la forma en que fue enterrado indica que tuvo una muerte violenta. Warinner espera que más análisis genómicos puedan ayudar a desentrañar la historia de esta antigua mujer.

Para Warinner, quien obtuvo su maestría en 2008 y su doctorado en 2010 en la Escuela de Graduados de Artes y Ciencias de la Unversidad de Harvard, tales estudios son una prueba de las ideas que el análisis de ADN puede proporcionar cuando las pistas tradicionales no cuentan la historia completa.
"Lo que es realmente interesante es que vemos cómo estas poblaciones se están mezclando genéticamente mucho antes de que veamos evidencias claras de ello en la cultura material, mucho antes de que veamos evidencias directas en la cerámica o en las herramientas, o en cualquiera de los artefactos arqueológicos más convencionales", explica Warinner.

“Esto es importante porque a veces estamos limitados respecto a cómo vemos el pasado. Es decir, vemos el pasado a través de los artefactos, a través de las evidencias que la gente deja atrás, pero a veces están ocurriendo eventos que no dejan rastros de manera convencional, y es mediante el uso de la genética como podemos acceder, por ejemplo, a estas mezclas tempranas de poblaciones que antes no eran tan evidentes", concluye.


Fuentes: Universidad de Harvard | phys.org | 29 de mayo de 2020

La muralla de Gengis Kan no era lo que parecía

Estatua en recuerdo de Genghis Khan (Antiquity)

Hay una parte de la Gran Muralla china tan alejada del resto que uno casi puede pensar que no forma parte de ella. Esta estructura fortificada, conocida como el muro de Gengis Kan, se sitúa en la zona norte, fuera de los límites del país. Construida en algún momento entre los años 1000 y 1300 d. C., siempre se creyó que había actuado como línea de defensa ante las hordas mongoles. Las últimas investigaciones, sin embargo, parecen descartar este extremo.
La “línea norte”, como también se la conoce, abarcaba un total de 737 kilómetros a través de la estepa de Mongolia, hogar ancestral de distintas tribus nómadas que se agrupaban bajo el nombre de Xiongnu. Por primera vez, los arqueólogos han podido mapear por completo esta construcción y han determinado que su función principal habría sido vigilar la región del Imperio Kitán, fundado en el 907 por la dinastía Liao, de herencia nómada, y que cayó en 1125 ante los yurchen, una tribu que habitó el territorio donde actualmente se ubica la frontera oriental entre Rusia y China.

Uso no militar

“Nuestro análisis del muro sugiere que no fue hecho para defenderse contra grandes ejércitos invasores o incluso contra incursiones nómadas en tierras sedentarias”, afirma el profesor Gideon Shelach-Lavi (izquierda), de la Universidad Hebrea de Jerusalén, autor principal del artículo publicado en la revista Antiquity. “Más bien estaba orientado a controlar los movimientos de las poblaciones nómadas y sus rebaños”, añade.

Genghis Khan (traducido con mayor precisión como “Chinggis Khan”) nació en 1162 y logró unificar a las tribus nómadas mongoles del norte de Asia, un pueblo guerrero de hábiles jinetes especialistas en el tiro con arco. Cuando Temuyín -que era su verdadero nombre- se alzó con el título de Gran Kan, inició un proceso de expansión que le llevó a dominar el norte de China, Asia Central, Persia o Afganistán.

Los restos de la muralla y de una estructura cercana (Antiquity)

Evidentemente, las fechas de construcción de la muralla -que se alzó durante el periodo medieval, entre los siglos XI y XIII- y del auge de Gengis Kan parecen coincidir. Pero los investigadores, tras examinar la ubicación y la forma en que se construyó la muralla, creen que el objetivo de la construcción era poder observar a los nómadas que vivían en la zona norte del territorio Kitán.

Muchas de las estructuras asociadas al muro no están ubicadas en puntos estratégicos altos, que serían los más adecuados para la defensa militar. El análisis reveló, en cambio, que estaban situadas a altitudes más bajas, probablemente más cerca de las carreteras y otros lugares que ayudarían al control de la población. “Nuestros hallazgos sugieren que la suposición de que todas las murallas son estructuras militares debe ser cuestionada”, indica Shelach-Lavi. ”Necesitamos estudiar cada estructura y su contexto para comprender mejor las razones por las que fueron realizadas”, añade.

Mapa de Asia oriental y Mongolia durante los siglos XI (A) y XII (B). La línea del muro norte está marcada en negro (Antiquity)

La famosa Gran Muralla es, en realidad, la suma de múltiples fortificaciones levantadas poco a poco entre los últimos milenios antes de Cristo y el siglo XVII. Una de esas fases de construcción tuvo lugar durante el período medieval e implicó edificar muros que abarcaban un territorio de hasta 6.500 kilómetros de largo.

Situada principalmente en Mongolia, aunque también tiene algunas partes en Rusia o China, “la línea norte” es la sección más septentrional de la Gran Muralla. Se extiende a través de grandes partes de la estepa, que fue el hogar de las tribus nómadas que habitualmente asaltaban la China imperial.

Dos estructuras asociadas a la muralla septentrional (Antiquity)

”Esta enorme estructura es extremadamente enigmática”, señala Shelach-Lavi. “A pesar de las especulaciones, no está claro cuándo fue construida exactamente, por quién y con qué propósito”. Si realmente fuera una muralla para protegerse de Genghis Khan, su importancia debería estar registrada en los documentos de la época. Pero no es así y, cuando aparece, es en menciones pasajeras.

Durante la investigación, los arqueólogos identificaron hasta 72 estructuras a lo largo del muro organizadas en pequeños grupos (como si fuera asentamientos), cada uno ubicada aproximadamente a 30 kilómetros de distancia. “Esta consistencia (en la organización) indica que el muro probablemente se construyó en una sola fase” durante el Imperio Kitán, afirman.

Fuente: lavanguardia.com | 9 de junio de 2020

Encuentran en la antigua ciudad de Patara en Turquía una inscripción acerca de un senador romano hasta ahora desconocido

Junto a la actual ciudad de Gelemis, en la provincia turca de Antalya, se encuentra el yacimiento de la antigua ciudad portuaria de Patara, cuyo oráculo de Apolo solo era superado en importancia por el de Delfos.

Allí, en las ruinas del teatro romano, los arqueólogos han encontrado una inscripción dedicada a un senador romano cuyo nombre era desconocido hasta ahora. Se trata de una estela de mármol que apareció durante las excavaciones de una capa con evidencias de incendio junto al proscenio, esto es, la zona del escenario más cercana al público.

Teatro romano de Patara / foto Procopius en Wikimedia Commons

La estela se pudo reconstruir a partir de las 27 grandes piezas en que estaba rota, para ser estudiada por los epigrafistas. La inscripción está dedicada por Vilia Procula a su hijo Tiberius Claudius Flavianus Titianus Celer (Tiberio Claudio Flaviano Titiano Celer).

La familia Vilius era una de las más ricas y políticamente influyentes del lugar, que era asimismo un importante puerto marítimo y centro comercial de la confederación Licia, siendo una de las pocas ciudades que tenía el mayor número de votos, hasta tres. Vespasiano convirtió a Patara en la capital de su nueva provincia de Licia y Panfilia, y más tarde se haría famosa en el mundo cristiano porque en ella hizo escala Pablo de Tarso en uno de sus varios viajes.

Desenterrado de la inscripción / foto Universidad de Akdeniz.

El padre de Vilia Procula financió la construcción del proscenio, pero no llegó a verlo terminado. Así que fue Vilia quien lo completó y dedicó en el año 147 d.C.

La inscripción ahora descubierta proporciona detalles sobre Celer, como que era senador romano y gobernador de Chipre y la provincia del Ponto; que ocupó varios cargos cívicos y judiciales, y era miembro del comité de reparto de grano de la ciudad.

La arqueóloga Havva Iskan Isik con el resultado final / foto Universidad de Akdeniz.

Según la arqueóloga Havva Iskan Isik, de la Universidad de Akdeniz, y que dirige el equipo que trabaja en la zona, "es una inscripción muy importante. Teníamos datos sobre la madre y el padre de Celer con el mismo nombre. Sin embargo, no teníamos suficiente información sobre él".

Fuente: labrujulaverde.com| 8 de junio de 2020

La estatua de una mujer romana encontrada durante las obras de excavación en Patara crea gran emoción


Las excavaciones continúan en la mundialmente famosa ciudad antigua de Patara, en la provincia meridional turca de Antalya. La estatua de una mujer de 1900 años de antigüedad encontrada durante las obras de excavación creó gran emoción.

Las obras de excavación en la ciudad antigua de Patara, iniciadas por el profesor Fahri Işık y su equipo en 1988, continúan bajo la presidencia de la Dra. Havva İşkan Işık desde el año 1999.

"Un tipo de escultura muy conocido"

La Dra. Havva İşkan Işık, catedrática del Departamento de Arqueología de la Facultad de Letras de la Universidad del Mediterráneo, y directora de las excavaciones, anunció que encontraron una nueva escultura durante los trabajos que se llevaban a cabo en el escenario del teatro.
Işık afirmó que la estatua está en muy buenas condiciones y está hecha en mármol de calidad, con una altura de 1,57 metros. Işık explicó que la estatua romana, que no tiene cabeza, fue diseñada a la altura de una mujer real cuando se la considera con la cabeza puesta.

"Muy valioso para la arqueología licia"

Işık declaró que la construcción del escenario del teatro de Patara se inició por Quintus Vilius Titianus, uno de los principales ciudadanos de la ciudad, y fue completada por su hija Vilia Procula después de su muerte. También explicó que había construido y colocado muchas esculturas en el escenario.

Işık piensa que la cabeza de la estatua representaría muy probablemente a la esposa de un emperador, a la propia Vilia Procula o a uno de los miembros femeninos de su familia.
También destacó que el número de esculturas que quedan de la antigua Licia hasta hoy es muy bajo. Por esta razón, según explicó, cada escultura encontrada es muy valiosa para la arqueología licia.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, proclamó el 2020 como 'Año de Patara'.

Fuente: trt.net | 17 de junio de 2020

Los molares de los individuos de la Sima de los Huesos (Atapuerca) comparten características del tejido dental con Homo antecessor y los neandertales

Mapa cromático del espesor del esmalte del molar superior M1 (AT-2071) de un individuo de la Sima de los Huesos comparado con el de Homo antecessor (ATD6-103) correspondiente a la Gran Dolina de Atapuerca, con el de un neandertal (La Quina-H18) y con un humano moderno de origen europeo. La variación del grosor topográfico se representa mediante una escala de pseudocolor que va del azul oscuro más fino al rojo más grueso. NEA = Neandertal y MH = Humano moderno de origen europeo (O = oclusal, L = lingual). Barra de escala = 1.75

El Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) ha publicado esta semana en la revista PLOS ONE un artículo que supone otro paso adelante en la caracterización de los individuos del yacimiento de Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos) y su relación con neandertales y Homo antecessor, y contribuye a esclarecer los pasos evolutivos que resultaron en la dentición característica de los homininos del Pleistoceno Superior.

En este artículo, liderado por la investigadora Laura Martín-Francés (CENIEH y PACEA-Universidad de Burdeos, izquierda), se han analizado los tejidos dentales de los molares de los individuos del Pleistoceno medio europeo, hallados en Sima de los Huesos, y se comparan con especies del registro fósil y con humanos modernos.

Para llevar a cabo este estudio comparativo, se ha examinado mediante microtomografía computarizada (mCT) e imágenes de alta resolución la estructura interna de 72 molares superiores e inferiores de este yacimiento de Atapuerca, que se contrastaron con más de 500 molares pertenecientes a especies del género Homo, extintas y actuales, de África, Asia y Europa.

De todo el registro fósil analizado, sólo los neandertales presentan un patrón estructural único de tejidos molares (grosor de esmalte, porcentaje de tejidos y su distribución en la corona) que, además, no comparte con ninguna otra especie. “En comparación con dicho registro y con los humanos modernos, los neandertales poseían un esmalte fino, con una proporción mayor de dentina y un patrón de la distribución más disperso”, afirma Laura Martín-Francés.


Mapa cromático del espesor del esmalte de un molar superior M2 (AT-2175) de un individuo de la Sima de los Huesos de Atapuerca comparado con el de Homo antecessor (ATD6-103) correspondiente a la Gran Dolina de Atapuerca, con el de un neandertal (Krapina D96) y con un humano moderno. La variación del grosor topográfico se representa mediante una escala de pseudocolor que va del azul oscuro más fino al rojo más grueso. NEA = Neandertal y MH = Humano moderno de origen europeo (O = oclusal, L = lingual). Barra de escala = 1.75

Se ha podido determinar que los molares de los individuos de Sima de los Huesos poseían un esmalte grueso y, que, por tanto, no comparte con los neandertales este rasgo. Sin embargo, sí que comparte con ellos el patrón de distribución de los tejidos.

“Los resultados sugieren que, aunque el complejo de rasgos típicamente neandertal apareció más tarde, ciertos aspectos de la estructura de los molares en los neandertales estaban ya presentes en los homininos de Sima de los Huesos. Anteriormente habíamos identificado este mismo patrón en Homo antecessor, otra de las especies recuperadas en Atapuerca”, añade Laura Martín Francés.


Mapa cromático del espesor del esmalte de un molar superior M3 (AT-805) de un individuo de la Sima de los Huesos de Atapuerca comparado con el de Homo antecessor (ATD6-103) correspondiente a la Gran Dolina de Atapuerca, con el de un neandertal (Krapina, D99) y con un humano moderno. La variación del grosor topográfico se representa mediante una escala de pseudocolor que va del azul oscuro más fino al rojo más grueso. NEA = Neandertal y MH = Humano moderno de origen europeo (O = oclusal, L = lingual). Barra de escala = 1.75

La población de Sima de los Huesos, relacionada genéticamente con los neandertales, representa una oportunidad única para el estudio de la aparición del patrón estructural de los tejidos molares “típico” neandertal.

Fuente: cenieh.es | 10 de junio de 2020