Localizan el emplazamiento del olvidado e importante santuario de Apolo en Chipre

El santuario de Apolo en Fragkissa había sido excavado en 1885 el arqueólogo alemán Max Ohnefalsch-Richter antes de que se olvidara su ubicación. En la foto se muestran algunos de los hallazgo realizados en el mismo. © Departamento de Antigüedades de Chipre

El Departamento de Antigüedades del Ministerio de Transporte, Comunicaciones y Obras Públicas de Chipre ha anunciado la finalización de un estudio arqueológico y geofísico en la zona de Pera Oreinis en octubre de 2020 bajo la dirección del Dr. Matthias Recke (izquierda, de la Universidad de Frankfurt) y el director de campo Dr. Philipp Kobusch (derecha, de la Universidad de Kiel). El objetivo del trabajo de campo era localizar el santuario de Apolo en Fragkissa.

El santuario de Apolo en Fragkissa, en las proximidades de la antigua ciudad de Tamasos, puede considerarse uno de los santuarios más importantes descubiertos en Chipre hasta la fecha, debido a la riqueza de las esculturas halladas en el mismo.

Fue excavado en 1885 por el arqueólogo alemán Max Ohnefalsch-Richter, pero su ubicación exacta fue posteriormente olvidada y ha sido buscado durante décadas por varios arqueólogos.

Fotografía con hallazgos de las excavaciones realizadas por Max Ohnefalsch-Richter en Idalion (Chipre); de los archivos de Salomon Reinach en Saint-Germain-en-Laye (Musée d´Archéologie National).

Recientemente, los investigadores lograron restringir la ubicación del santuario a un valle al sur de Pera Oreinis, en el centro de la isla de Chipre y en el distrito de Nicosia. A través de un estudio intensivo de este valle ha sido posible localizar el lugar exacto de la ubicación del santuario. El estudio reveló una alta concentración de restos, fragmentos de esculturas antiguas y figurillas de terracota.

Un análisis preliminar de los hallazgos mostró que el área había sido ocupada desde la Edad de Hierro y fue utilizada a lo largo de los períodos Arcaico, Clásico y Helenístico. Los hallazgos numéricamente más pequeños de épocas romana y bizantina están considerablemente más erosionados y probablemente proceden de un asentamiento de este período situado más abajo y ya conocido.

Sin embargo, los hallazgos de períodos anteriores, que pueden atribuirse al santuario de Apolo, están relativamente bien conservados. Probablemente proceden de los escombros de las excavaciones de 1885 y se pasaron por alto en ese momento. En particular, los numerosos fragmentos de figuras de piedra caliza y estatuas de terracota de gran tamaño demuestran que se trata de los restos de un antiguo santuario.

De hecho, los tipos de hallazgos figurativos corresponden exactamente al material excavado en 1885 que se encuentra actualmente en museos de Canadá, Gran Bretaña, Irlanda y posiblemente incluso Rusia. Sólo una pequeña parte de los hallazgos de 1885 han permanecido en Chipre y se encuentran ahora en el Museo de Nicosia, incluido el famoso Coloso de Tamassos (derecha).

Los hallazgos característicos son pequeños carros, jinetes y figuras de guerreros en terracota y grandes estatuas huecas hasta de tamaño real que representan a los donantes. Además de estas figuras humanas, se han encontrado muchos fragmentos, especialmente de caballos (o jinetes de caballos). Esto se muestra aquí con un fragmento de un zapato en tamaño original en comparación con un hallazgo de la excavación anterior de 1885 en el Museo de Chipre (abajo).

La confirmación de que el sitio del santuario de Apolo ha sido identificado en esta zona también fue proporcionada por la presencia de una trinchera de casi 15 metros de largo que se remonta a las actividades de 1885 y que asimismo se menciona en los antiguos informes de excavación. La zanja tenía el propósito de explorar el área adyacente para determinar la extensión exacta del santuario. De hecho, aún se pueden ver aquí restos de la antigua mampostería de doble capa, que deben haber formado parte de la arquitectura del santuario. Una investigación detallada del área y una nueva excavación arqueológica están planeadas para la primavera de 2021.

Fuente: pio.go.cy | 23 de diciembre de 2020

El antebrazo curvo de 'Little Foot' puede ser natural y no por lesión

El esqueleto superior de StW 573 (Little Foot) con el cúbito derecho resaltado (A) y el cúbito izquierdo (B). Crédito: Marc R. Meyer.

El Australopithecus StW 573 ("Little Foot") de 3,67 millones de años de antigüedad y hallado en Sterkfontein, Sudáfrica, es el esqueleto más completo conocido en el registro fósil de homínidos. Sus descubridores sugirieron que la curvatura significativa de su antebrazo es el resultado de una caída de un árbol durante la infancia. Argumentaron que este Australopithecus temprano sufrió una curvatura plástica aguda del antebrazo, una deformidad común en los niños pequeños después de sufrir una caída traumática sobre una mano extendida, ya que los huesos juveniles son más elásticos que los de los adultos.

Investigadores de UC Riverside, Chaffey College y la Universidad de Nueva York probaron esta hipótesis utilizando un análisis de forma elíptica de Fourier en una amplia muestra de simios, homínidos y humanos modernos. Además, los investigadores incluyeron casos clínicos de humanos que presentaban esta patología en sus comparaciones.

Aislamiento de la curvatura en el eje del cúbito "Little Foot". Crédito: Marc R. Meyer

La nueva investigación publicada en el Journal of Human Evolution muestra que la curvatura extrema del antebrazo de Little Foot se parece más a los orangutanes y refleja un grado natural de curvatura observado en otros simios y varios otros homínidos tempranos. Tal curvatura es una característica anatómica normal entre los simios existentes y muchos homínidos tempranos y se cree que es una reacción a comportamientos en los que las extremidades anteriores se usan habitualmente en la locomoción.

Se encontraron resultados similares en otros fósiles tempranos, incluido el homínido más antiguo, el Sahelanthropus tchadensis (fechado en más de seis millones de años), cuya curvatura del antebrazo era muy similar a la de los gorilas. Por lo tanto, parece que la extremidades anteriores del Sahelanthropus y de Little Foot no se habían emancipado por completo de su papel en la locomoción.

Fuente: phys.org | 29 de diciembre de 2020

Un tejón de la Edad del Bronce desvela el final del culto sagrado en yacimiento de Castillejo del Bonete (Ciudad Real)

Restos de un tejón de la Edad del Bronce hallado en el yacimiento de Castillejo del Bonete, en Terrinches (Ciudad Real).

La Universidad Autónoma de Madrid ha publicado un nuevo estudio sobre los mamíferos encontrados en el santuario prehistórico de Castillejo del Bonete, en Terrinches (Ciudad Real), el lugar sagrado de la Cultura de las Motillas. El estudio indica que la presencia de restos de un pequeño carnívoro, que podría ser un tejón, aporta información sobre el final del uso de los túmulos como cámara sepulcral y lugar sagrado para esta cultura.

"En esta investigación zooarqueológica hemos analizado fundamentalmente piezas elaboradas con hueso, asta o dientes que fueron utilizados como medios de producción o complementos para vestir y adornar a los difuntos o elaborar ídolos", ha explicado el profesor Luis Benítez de Lugo (izquierda), arqueólogo director de la investigación, según ha informado el Ayuntamiento de Terrinches en nota de prensa.

De este modo, el estudio de restos de micromamíferos, como un pequeño carnívoro que podría ser un tejón, aportan información sobre el final del uso de estos túmulos, mientras que los perfiles de mortalidad de los grandes mamíferos sugieren una explotación mixta, tanto de productos primarios (carne) y secundarios (leche, lana y posibles animales de carga o tracción) en el caso de los ovicaprinos, bovinos y cerdos.

Yacimiento de Bonete / JUNTA DE CASTILLA-LA MANCHA.

Las piezas arqueológicas depositadas aquí fueron puestas al servicio de un ritual creado en torno a los ancestros y a un culto solar desde el Calcolítico hasta la Edad del Bronce. Se aportan dos nuevas dataciones radiocarbónicas del yacimiento, obtenidas de una vértebra de ovicaprino, que marcan el momento de monumentalización de la cueva utilizada como cámara funeraria, mediante la construcción del Gran Túmulo 1, y el momento de uso del Túmulo 2.

La alcaldesa del municipio, Ana Isabel García Jiménez, se ha mostrado satisfecha al conocer esta nueva publicación con la que se avanza en el estudio de este yacimiento prehistórico, uno de los más relevantes para el conocimiento de la Cultura de las Motillas, y uno de los atractivos turísticos de la localidad. La primera edil confía en que la Junta siga apoyando, como hasta ahora, la investigación de este yacimiento en próximas campañas de excavaciones arqueológicas.

Tumba 4: 1. Localización en el Gran Túmulo 1, sobre la cueva sepulcral funeraria (en rosa pálido). 2. Ubicación dentro del Recinto 1, adosado al Gran Túmulo 1. 3. Restos humanos de dos individuos con su ajuar. 4. Ajuar: cuchillo de dos remaches de cobre arsenicado (5), punta de flecha tipo «Palmela» (6), brazal de arquero (7), botones de marfil (8 y 9), cuchillo muy gastado (11), punzón (12) y dos recipientes cerámicos.

OVICAPRINOS, PERROS, RATONES Y TEJONES

El estudio publicado por la Universidad Autónoma de Madrid, titulado 'Fauna e industria en materia dura de origen animal del lugar sagrado de la Cultura de las Motillas: Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real)', concreta que los patrones de edad de sacrificio de las cabañas de ovicaprinos reflejan un sistema de explotación mixta, en el cual la mayoría de los animales habrían sido mantenidos con vida hasta su edad adulta para poder aprovechar los recursos en vida del animal, además de los cárnicos, como son la leche y la lana en el caso de los ovicaprinos y la leche y la fuerza de trabajo en el caso de los bovinos.

Planta general del yacimiento (en blanco y negro) y de la cueva subterránea (en rosa pálido). Orientaciones astronómicas. Las flechas revelan que el monumento fue construido con atención a eventos solares que funcionaron como marcadores calendárico.

Aparecen también restos de perros, sin mostrar trazas de carnicería ni verse termoalterados. Los canes son fundamentales para controlar los rebaños y protegerlos de depredadores. En vida pueden considerarse vinculados con el cuidado de la cabaña ovina, pero la frecuencia de cráneos de estos animales en depósitos rituales calcolíticos obliga a considerar la posibilidad de que la presencia de restos de perros en Castillejo del Bonete fuese resultado de un gesto simbólico deliberado, quizás de un rito de sacrificio para ser enterrados junto a sus dueños.

En la cueva se ha encontrado también una especie de ratón (Mus spretus, derecha) que constituye una introducción reciente en las faunas ibéricas procedente del norte de África, pudiendo considerarse resultado y evidencia indirecta de la navegación prehistórica. Los restos son abundantes (es la tercera especie más abundante en el yacimiento), lo que indica que en este momento su población estaba ya bien asentada en el sur de la Península. Además, la ausencia en Castillejo del Bonete de otras especies como Mus musculus, Suncus etruscus, Rattus rattus o Rattus norvegicus, que en la actualidad habitan en el entorno del yacimiento, señala que la incorporación de estas especies a la fauna ibérica se produjo en un momento posterior a la Edad del Bronce.

Depósitos. Fosas abiertas y cerradas en el cuerpo de los túmulos 1 y 2.

Finalmente, la gran concentración de restos de microvertebrados en el interior de la cueva tiene su origen en su utilización como madriguera y letrina por parte de estos pequeños carnívoros. La acumulación de excrementos y su descomposición produjeron la incorporación a los sedimentos de la cueva de grandes cantidades de huesos correspondientes a las presas ingeridas por este carnívoro, que utilizaba como madriguera, en una de sus cotas superiores, la Galería 2, una vez quedó en desuso por las comunidades de la Edad del Bronce.

El tamaño de las presas presentes en el yacimiento indican que el carnívoro que ocupó la cueva tuvo que ser de talla media o pequeña, probablemente un tejón (Meles meles, derecha), cuyos restos fueron encontrados en este lugar en el momento del descubrimiento de la cueva. La ocupación de la misma por este animal, a mediados del II milenio, indica que en ese momento, en el Bronce Medio, había dejado de funcionar como cámara sepulcral y lugar sagrado de la Cultura de las Motillas.

Tejón prehistórico muerto en el extremo Este de la Galería 2, convertida en su madriguera cuando el lugar cayó en desuso por las comunidades de la Edad del Bronce.

BIC DESDE 2014

Castillejo del Bonete, en la comarca del Campo de Montiel, fue declarado Bien de Interés Cultural en 2014 y cuenta con financiación a través de la línea de ayudas a proyectos de investigación competitivos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Es un santuario solar compuesto por varios túmulos conectados entre sí mediante corredores. Todo el complejo monumental fue edificado sobre una cueva natural utilizada como sepulcro, que consta de varias galerías. La cueva, que ha permanecido sellada desde la Prehistoria hasta su descubrimiento en 2003, está acondicionada mediante construcciones funerarias diversas. También cuenta con arte rupestre esquemático, ídolos y estelas sepulcrales procedentes de lugares lejanos depositados en su interior. Tanto su interior como los túmulos exteriores fueron empleados recurrentemente durante más de cinco siglos para enterrar personas, depositar objetos y realizar ritos de comensalidad.

Su origen data de la época del Bronce de La Mancha, la denominación historiográfica genérica de la subdivisión espacial y temporal de la Prehistoria en la península ibérica, también conocida como Cultura de las Motillas. Grupos humanos sedentarios, que basaban su sustento en la ganadería y la agricultura, ocuparon el territorio actualmente conocido como La Mancha (gran parte de la provincia de Ciudad Real, prácticamente toda la de Albacete y parte de las de Toledo y Cuenca) a partir del Calcolítico. Constituye uno de los sustratos indígenas que dio origen a la cultura íbera.

Los resultados de su estudio han sido publicados en revistas científicas nacionales e internacionales, incluida la prestigiosa Science.

Fuente: latribunadeciudadreal.es | 29 de diciembre de 2020

El análisis de cálculos dentales revela la presencia de especias asiáticas exóticas en el Levante de la Edad del Bronce

Recreación de una escena de mercado en la Edad del Bronce en el Levante. Crédito: Nikola Nevenov.

Las especias asiáticas exóticas como la cúrcuma y frutas como el plátano ya habían llegado al Mediterráneo hace más de 3000 años, mucho antes de lo que se pensaba. Un equipo de investigadores internacionales en Alemania y Estados Unidos ha demostrado que incluso en la Edad del Bronce, el comercio de alimentos a larga distancia ya estaba conectado entre sociedades distantes.

En un mercado en la ciudad de Meguido (Israel), hace 3700 años, los comerciantes vendían no solo trigo, mijo o dátiles, que crecen en toda la región, sino también garrafas de aceite de sésamo y cuencos de una especia de color amarillo brillante que ofrecían recientemente entre sus mercancías. Así es como el arqueólogo Philipp Stockhammer (izquierda), de la Universidad Ludwing Maximilian de Munich, imagina el bullicio de un mercado de la Edad del Bronce en el Mediterráneo oriental.

Al analizar los residuos de alimentos en el sarro de los dientes (cálculo dental), un equipo internacional de investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, la Universidad Ludwig Maximilian de Munich y la Universidad de Harvard ha encontrado evidencia de que las personas a lo largo de la costa levantina del Mediterráneo oriental ya comían cúrcuma, plátanos e incluso soja durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.

“Las especias, frutas y aceites exóticos de Asia llegaron al Mediterráneo varios siglos, en algunos casos incluso milenios, antes de lo que se pensaba”, dice Stockhammer. "Esta es la evidencia directa más temprana hasta la fecha de la cúrcuma, el plátano y la soja fuera del sur y este de Asia".

También hay evidencia directa de que ya en el II milenio a. C. existía un floreciente comercio a larga distancia de frutas exóticas, especias y aceites, que se cree que conectó el sur de Asia y el Levante a través de Mesopotamia o Egipto. Si bien el comercio sustancial en estas regiones está ampliamente documentado en épocas posteriores, rastrear las raíces de esta globalización naciente ha demostrado ser un problema persistente. Los hallazgos de este estudio confirman que el comercio a larga distancia de productos culinarios exóticos ha conectado estas sociedades distantes desde al menos la Edad del Bronce. La gente, obviamente, tuvo un gran interés en las comidas exóticas desde muy temprano.

Excavaciones en Meguido (Área K, donde se descubrieron algunas de las tumbas investigadas © La Expedición Meguido

Para sus análisis, el equipo internacional examinó a 16 individuos hallado en excavaciones realizadas en Meguido y Tel Erani, que se encuentran en el actual Israel. La región del sur de Levante sirvió como un puente importante entre el Mediterráneo, Asia y Egipto en el II milenio a. C. El objetivo de la investigación fue investigar las cocinas de las poblaciones levantinas durante la Edad del Bronce mediante el análisis de restos de alimentos, incluidas proteínas antiguas y microfósiles de plantas, que se han conservado en el cálculo dental humano durante miles de años.

La boca humana está llena de bacterias que continuamente se petrifican y forman cálculos. Pequeñas partículas de comida quedan atrapadas y conservadas en tales cálculos crecientes, y son estos diminutos restos a los que ahora se puede acceder mediante la investigación científica gracias a métodos de vanguardia. Se aalizaron proteínas alimentarias y residuos vegetales que se conservaban en el cálculo de los dientes de los cadáveres hallados en Megiddo y Tel Erani. “Esto nos permitió encontrar rastros de lo que comió cada persona”, dice Stockhammer. "¡Cualquiera que no practique una buena higiene dental todavía nos estará diciendo a los arqueólogos lo que ha estado comiendo miles de años a partir de ahora!".

Paleoproteómica es el nombre de este nuevo y creciente campo de investigación. El método podría convertirse en un procedimiento estándar en arqueología, o eso esperan los investigadores. “Nuestro estudio de alta resolución de proteínas antiguas y residuos vegetales del cálculo dental humano es el primero de su tipo en estudiar las cocinas del antiguo Oriente Próximo”, dice Christina Warinner (izquierda), arqueóloga molecular de la Universidad de Harvard y del Instituto Max Planck para la Science of Human History y coautor principal del artículo. “Nuestra investigación demuestra el gran potencial de estos métodos para detectar alimentos que de otra manera dejan pocos rastros arqueológicos. El cálculo dental es una fuente de información muy valiosa sobre la vida de los pueblos antiguos".

Foto: Ejemplo de acumulación de cálculo dental.

“Nuestro enfoque abre nuevos caminos científicos”, explica Ashley Scott (derecha), estudiante de doctorado y autora también principal del estudio realizado por el Instituto Max Planck. Esto se debe a que asignar restos de proteínas individuales a alimentos específicos no es una tarea fácil. Más allá del meticuloso trabajo de identificación, la propia proteína también debe sobrevivir durante miles de años. “Curiosamente, encontramos que las proteínas asociadas a alergias parecen ser las más estables en el cálculo humano”, dice Scott, un hallazgo que ella cree que puede deberse a la termoestabilidad conocida de muchos alérgenos.

Por ejemplo, los investigadores pudieron detectar trigo a través de proteínas de gluten de trigo, dice Stockhammer. Luego, el equipo pudo confirmar de forma independiente la presencia de trigo utilizando un tipo de microfósil vegetal conocido como fitolito. Los fitolitos también se han utilizado para identificar el mijo y la palmera datilera en el Levante durante las Edades del Bronce y del Hierro, pero los fitolitos no son abundantes ni están presentes en muchos alimentos, por lo que los nuevos hallazgos de proteínas son tan innovadores: la paleoproteómica permite la identificación de alimentos que han dejado pocos otros rastros, como el sésamo. Se identificaron proteínas de sésamo en cálculos dentales de Megiddo y Tel Erani. “Esto sugiere que el sésamo se había convertido en un alimento básico en el Levante en el segundo milenio antes de nuestra era”, dice Stockhammer.

Dos hallazgos proteicos adicionales son particularmente notables, explica Stockhammer. En el cálculo dental de un individuo de Megiddo, se encontraron proteínas de cúrcuma y soja, mientras que en otro individuo de Tel Erani se identificaron proteínas de banano. Es probable que los tres alimentos hayan llegado al Levante a través del sur de Asia. Los plátanos se domesticaron originalmente en el sudeste asiático, donde se habían utilizado desde el V milenio a. C., y llegaron a África occidental 4000 años después, pero se sabe poco sobre su comercio o uso intermedio.

Reconstrucción 3D de la tumba 50 de Meguido (Área H), cuyos individuos también fueron examinados para el estudio © La Expedición Meguido.

“Por tanto, nuestros análisis proporcionan información crucial sobre la propagación del banano en todo el mundo. Ninguna evidencia arqueológica o escrita había sugerido previamente una propagación tan temprana en la región mediterránea”, dice Stockhammer, aunque la repentina aparición del banano en África occidental, unos pocos siglos después, sugiere que tal comercio podría haber existido. “Me parece espectacular que los alimentos se intercambiaran a tan largas distancias en un momento tan temprano de la historia”.

Stockhammer señala que no pueden descartar la posibilidad, por supuesto, de que uno de los individuos haya pasado parte de su vida en el sur de Asia y haya consumido los alimentos correspondientes solo mientras estuvo allí. Incluso si aún no se conoce en qué medida se importaron especias, aceites y frutas, hay muchos indicios de que efectivamente ya se estaban comerciando, pues también hay otras evidencias de especias exóticas en el Mediterráneo oriental: el faraón Ramsés II fue enterrado con granos de pimienta de la India en 1213 a. C. Se hallaron en su nariz.

Los resultados del estudio han sido publicados en la revista PNAS. El trabajo es parte del proyecto de Stockhammer “Transformaciones alimentarias: transformaciones de los alimentos en la Edad del Bronce Tardía del Mediterráneo Oriental”, que está financiado por el Consejo Europeo de Investigación. El equipo internacional que produjo el estudio incluye a científicos de la Universidad Ludwing Maximilian de Munich, la Universidad de Harvard y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena. La cuestión fundamental detrás de su proyecto, y, por lo tanto, el punto de partida del presente estudio, fue aclarar si la temprana globalización de las redes comerciales en la Edad del Bronce también se refería a los alimentos.

“De hecho, ahora podemos comprender el impacto de la globalización durante el segundo milenio a. C. en la cocina del Mediterráneo oriental”, dice Stockhammer. “La cocina mediterránea se caracterizó por el intercambio intercultural desde una etapa muy temprana”.

Fuentes: Instituto Max Planck | en.uni-muenchen.de | nationalgeographic.com | 21 de diciembre de 2020

Hallan en 'Libisosa' (Albacete) un conjunto excepcional de armas iberorromanas en buen estado de conservación

Detalle del yacimiento de Libisosa con un encuadre de un casco de hierro de tipo Montefortino y una lámina triangular de hierro de 21 centímetros encontrado en el mismo.

La antigua población de Libisosa, cuyos vestigios se encuentran al oeste de la ciudad española de Albacete, fue un importante enclave urbano donde diversas civilizaciones como la íbera, la romana y la medieval dejaron sus huellas. Ahora, un grupo de arqueólogos que han trabajado en excavaciones de la zona ha presentado un conjunto de armas hallado en el lugar, el cual consta, entre otras cosas, de espadas, cascos y escudos y que tienen una antigüedad de más de 2000 años.

Libisosa era una ciudad que se encontraba próxima a la actual localidad de Lezuza, al oeste de Albacete, en la región de Castilla-La Mancha. Su ubicación privilegiada en la península ibérica la convirtió en un lugar geoestratégico que atrajo a los romanos en el año 180 a.C. cuando Roma era todavía una República, pero ya había realizado su expansión sobre lo que hoy es España.

Con los romanos llegaron entonces una serie de conflictos que debieron resolverse por las armas. Así, Libisosa sufrió los efectos, entre los años 82 y 72 a.C., de la primera guerra civil romana, conocida como guerra de Sertorio, o guerra sertoriana. El nombre se relaciona con Quinto Sertorio, miembro de la facción de los populares, que se había proclamado procónsul de Hispania en su enfrentamiento con el grupo de hombres conocidos como los optimates o aristócratas de la República romana.

Elementos cortantes como hojas de cuchillas, espadas o puntas de flechas aparecieron en la zona y fueron exhibidas por los arqueólogos. Crédito: Héctor Uroz.

En este sentido, de acuerdo a lo que consigna el medio El Español, la ciudad de Libisosa era indispensable para asegurar el paso desde la Meseta hacia Andalucía y de Levante a Extremadura y Portugal y resultaba un punto clave para la conquista de la península ibérica.

Es por ello que los arqueólogos e historiadores llevan décadas estudiando esta histórica zona y explorando sus terrenos. A lo largo de este tiempo, se han encontrado todo tipo de tinajas, platos, escudillas, copitas o cerámicas de lujo que evidencian la importancia de este yacimiento arqueológico.

Así las cosas, las novedades y descubrimientos en la zona de esta antigua ciudad son constantes, y ahora, gracias a una publicación realizada por el catedrático de arqueología de la Universidad de Madrid, Fernando Quesada (izquierda) y al profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia, Héctor Uroz (derecha), se puede conocer un poco más sobre el pasado de Libisosa.

Armamento ofensivo propulsado: a. punta de flecha LB 140582; b. punta de flecha LB 151031; c. bolaño LB 150039: d. imagen del hallazgo del bolaño en el dpto. 191. Fotografías: Héctor Uroz. Dibujos: Nora Hernández.

Las armas halladas en Libisosa

Los catedráticos publicaron en la revista académica Gladius un artículo titulado "El armamento de la época iberromana de Libisosa (Leluza, Albacete). Un conjunto excepcional", y allí muestran un conjunto armamentístico espléndido hallado en la zona, que sirve para arrojar luz sobre el conflicto de Sertorio y sobre otras contiendas incluso de tiempos prerromanos.

"Las excavaciones que se vienen desarrollando en la ciudad de Libisosa han proporcionado -y siguen haciéndolo- un gran número de armas datables sobre todo en dos fases concretas: el período de estabilización de la conquista romana en el tercer cuarto del siglo II a.C. y el período sertoriano, hacia el año 75 a.C.", dice el mencionado artículo en su párrafo inicial.

La antigua ciudad de Libisosa, ubicada al oeste de la ciudad de Albacete es hoy una fuente inagotable de hallazgos para los arqueólogos. Crédito: 24 noticias.

Allí también se asegura que el número de armas hallado es notable, y tienen todas ellas, las ofensivas y las defensivas, una buena calidad de conservación.

Los hallazgos armamentísticos oscilan entre la época prerromana, donde abundan piezas militares del pueblo oretano (quienes habitaban la zona antes de la llegada de los romanos), y armas de la República de Roma.

Una espada hallada en la excavación tiene una torcedura que tomó por estar apoyada cientos de años contra una pared de la localidad. Crédito: Héctor Uroz

Una de las piezas más llamativas de todo el material hallado es una espada de mediados del siglo II a.C. "Fue encontrada apoyada verticalmente contra una pared, lo que ha provocado una curvatura no intencionada de la hoja", indica el informe de Quesada y Uroz.

Pero esta no es la única arma blanca encontrada en el lugar. En la zona aparecieron además puñales y puntas de flecha. En cuanto a las armas defensivas, los arqueólogos descubrieron parte del umbo de un escudo bivalvo en chapa de hierro forjado. El umbo es una pieza metálica que se usa como adorno en el frente y el centro de un escudo de guerra.

Fragmentos de un umbo -adorno metálico que se coloca en la pante delantera de los escudos de guerra- fueron encontrados también en la excavación. Crédito: Héctor Uroz.

Un casco de hierro

Pero quizás el elemento más interesante y llamativo de esta colección de armas es un increíble casco de hierro que se recuperó del interior de un pequeño hogar donde también se hallaron otros "objetos excepcionales" de la etapa prerromana o íbera.

El casco es de tipo Monteforino, pero sin carrilleras, que son las correas metálicas que ajustan el elemento protector a la barbilla. Precisamente, la ausencia de estas correas en el casco y el metal empleado en su confección "aleja a este elemento de lo que podemos habitualmente esperar para un contexto de legionarios romanos", señalan Uroz y Quesada.

En el informe los arqueólogos detallan que el origen romano o íbero de las piezas militares no implican que fueran ellos los últimos en utilizarlas. Las armas se perdían en el campo de batalla y podían ser perfectamente recuperadas y utilizadas por el enemigo.

"En realidad, en pleno siglo II a.C., por el arma en sí misma no puede deducirse si en último uso se lo dio un hispano resistente contra Roma, un hispano aliado de Roma, o un legionario romano", agrega el artículo.

Armamento ofensivo. Armas empuñadas: a. espada LB 152140; b. espada LB 130597; c. puñal LB 152201; d. puñal LB 152382. Fotografías: Héctor Uroz. Dibujos: Nora Hernández.

Los investigadoras continuarán excavando la zona de Libisosa para poder encontrar más respuestas sobre lo sucedido allí hace cientos de miles de años. Lo cierto es que, por lo reconstruido hasta ahora, la región no ha tenido, al menos en varios períodos de su historia, un pasado demasiado apacible.

Fernando Quesada sanz / Héctor uroz rodríguez

Fuentes: lanacion.com.ar | elespañol.es | 30 de diciembre de 2020

Descubren en Valencina de la Concepción (Sevilla) restos «excepcionales» de una cabaña prehistórica

Extracción de uno de los fragmentos de adobe de la cabaña prehistórica hallada en Valencina (Sevilla) - MDC/PGG

Las cautelas arqueológicas previas a la construcción de una vivienda con piscina en el casco urbano de Valencina de la Concepción (Sevilla) han supuesto el descubrimiento de una «estructura de adobe» vestigio de una «cabaña circular» datada en la Edad del Cobre y por ende legado del gran asentamiento humano que, en aquella etapa de la Prehistoria, habría acogido el entorno de la cornisa del Aljarafe actualmente abarcado por los términos municipales de Valencina y Castilleja de Guzmán.

En la memoria de esta actividad arqueológica preventiva, firmada por los arqueólogos Mario Delgado Canela y Pablo Garrido González, se detalla que el hallazgo deriva de las cautelas previas a la construcción de una vivienda con piscina en un solar de la calle Huelva de Valencina de la Concepción, toda vez que 779 hectáreas de los términos municipales de dicha localidad y Castilleja de Guzmán están declaradas bien de interés cultural (BIC) con la categoría de zona arqueológica, dado el gran número de yacimientos de alberga este entorno.

Control de la excavadora durante el rebaje del solar.

Estructura de adobe semicircular de la cabaña, delimitada y definida antes de su excavación.

La mayoría de tales restos arqueológicos están relacionados con el asentamiento humano que, con mayor o menor periodicidad, habría acogido este territorio durante la Edad del Cobre, con los tholos de La Pastora, Matarrubilla y Montelirio como máximos exponentes de dicha cultura.

En ese sentido, un estudio publicado tiempo atrás en la revista científica «Journal of World Prehistory» exponía que con una extensión calculada de unas 450 hectáreas (unas 230 de ellas como necrópolis y unas 220 de poblado), el asentamiento de Valencina y Castilleja de Guzmán sería «de lejos el mayor asentamiento de la Edad del Cobre» en toda la península ibérica y «posiblemente uno de los mayores de Europa occidental en la Prehistoria tardía».

A tal efecto, Mario Delgado Canela y Pablo Garrido precisan en la memoria de las cautelas preventivas del mencionado proyecto de vivienda con piscina en la calle Huelva de Valencina, que «el solar objeto de intervención se hallaba a apenas cien metros lineales de la zona arqueológica conocida como El Algarrobillo», donde han sido datados vestigios de «hábitat, enterramientos y actividades artesanales».

Zona del hallazgo de los enlucidos exteriores de adobe e impronta interior del trazado vegetal.

Los adobes amarillentos

Con ese contexto, las actividades arqueológicas fueron desarrolladas durante marzo de 2017, como «control de los movimientos de tierra» necesarios para el planteamiento de las obras, «siendo detectados adobes de color amarillento y buena compacidad, muy fragmentados en un primer nivel a escasos 40 centímetros bajo la tierra de cobertura vegetal y del plano de inicio de los trabajos».

Según estos arqueólogos, «la excavación manual de estos restos de adobe permitió delimitar un derrumbe de forma semicircular de 3,8 metros de diámetro, de un fuerte color amarillo anaranjado en el que se apreciaban (elementos) cocidos por la acción del fuego».

Detalle del suelo de ocupación de la cabaña.

«Toda la estructura presentaba en su cara interior la impronta de una estructura vegetal trenzada, sobre la que el adobe actuaría como enlucido e impermeabilizador», explican Mario Delgado Canela y Pablo Garrido González, detallando que «bajo esta primera capa fue localizada una segunda con las improntas de la estructura vegetal en sentido inverso, es decir, con las marcas hacia la parte superior, lo que llevó a pensar en una estructura hemiesférica de materia vegetal trenzada, enlucida en su interior y exterior con adobe».

A juicio de los arqueólogos, «una estructura con este grosor y características, construida con un desarrollo totalmente vertical, debió presentar serios problemas de estabilidad, con lo que en principio no se trataría de una estructura concebida para una larga duración, lo que de otro lado no excluye en absoluto su perduración a lo largo de varios meses e incluso unos pocos años, mediante labores de reparación y adecuación».

Reserva de estratigrafía de la cabaña para la extracción como bloque del sector mejor conservado con improntas.

Un hallazgo insólito

La «rareza de la conservación de un elemento arqueológico de estas características, tanto a nivel del propio yacimiento (de Valencina-Castilleja), como a nivel nacional, e incluso europeo», según estos investigadores, motivó que los mismos contactasen con el arqueólogo municipal de Valencina, Juan Manuel Vargas, para «la extracción y posterior conservación de este excepcional hallazgo que ellos mismos definen como una 'cabaña' legado de la Edad del Cobre, acompañada de material cerámico del típico repertorio calcolítico pleno de la zona, como platos de borde almendrado, cuencos o vasos globulares».

Formas cerámicas a mano documentadas.

Gracias a la ayuda del equipo de la doctora de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla María Arjonilla Álvarez, según figura en esta memoria técnica, fueron extraídos «tres fragmentos coherentes del sector mejor conservado de la edilicia emergente de la estructura», para su depósito en el Museo de Valencina.

En sus conclusiones, los arqueólogos destacan «la singularidad» implícita en el hallazgo de una estructura emergente, positiva y en tan buenas condiciones, porque se certifica por primera vez la conservación de una estructura habitacional íntegra de tipo cabaña, derrumbada sobre sí misma», lo que «indica la existencia de un tipo de estructuras domésticas muy diferentes a los clásicos fondos de cabaña documentados hasta la fecha en Valencina».

Vista cenital del bloque preservado y cortado aprovechando las fallas naturales de las distintas piezas de adobe de la cabaña.

«El registro arqueológico ha permitido avanzar notablemente en el conocimiento exacto de estas cabañas, construidas por medio de un armazón de cañizo enlucido con adobe tanto al interior como al exterior, formando una estructura seguramente hemiesférica y dotados de un óculo cenital para la salida de los humos», exponen los arqueólogos, que insisten en «la notable singularidad del hallazgo de una cabaña completa de estas características en el interior del BIC de Valencina, suponiendo un documento histórico y arqueológico de vital importancia».

Fuentes: abc.es | aljarafedigital.com | 2 de enero de 2021

Hallan un sello de la Edad del Hierro (2.300 años) en un mercado israelí: es el más antiguo de los descubiertos con una inscripción

Sello impreso con la figura de un león rugiente a cuatro patas. Crédito de la foto: DANI MACHLIS / UNIVERSIDAD BEN-GURION DEL NEGEV.

Un equipo de investigadores ha revelado que un sello vendido en un mercado por la cantidad de un par de shekels a un profesor de la Universidad Ben-Gurion del Negev (BGU) es de hecho el sello más antiguo descubierto en Israel, el cual data de hace unos 2.300 correspondiente a la Edad del Hierro. Además, hay evidencia convincente de que era un sello real.

Hace unos cincuenta años, el profesor Yigal Ronen (izquierda), de BGU, caminaba por el mercado beduino en Beersheba y se encontró con un trozo de material ovalado con un sello impreso con la figura de un león rugiente a cuatro patas. Ronen le preguntó al comerciante de dónde venía el sello, pero el vendedor no pudo responder y acordó vendérselo por solo 10 shekels viejos. El sello resultó ser una ganga, más de lo que hubiera soñado.

El científico, que también es coleccionista de antigüedades, siguió intrigado con el sello, especialmente por la inscripción hebrea «l'Shema» («perteneciente a Shema»).

«l'Shema eved Yerov'am» («perteneciente a Shema el sirviente, ministro de Jeroboam»), junto al león, aparecen también en un sello encontrado en Meggido en 1904 y ahora desaparecido, el cual despertó gran interés en todo el mundo, ya que era el más grande entre los sellos hebreos descubiertos hasta esa fecha. Se cree que correspondía a Jeroboam II, que reinó en Israel desde 788 a. C. hasta 748 a.C.

Una colección de bullas o sellos “típicos” encontrados en Israel. Clara Amit / Autoridad de Antigüedades de Israel.

El hecho de que el sello que compró Ronen fuera en un mercado callejero y a tan bajo precio despertó inmediatamente sus sospechas de que podría no ser un sello original y antiguo, pero decidió presentarlo a investigadores en la materia para verificar su procedencia.

El resultado del estudio no deja lugar a dudas: el sello es auténtico y además parece haber pertenecido a la corte del rey Jeroboam. En concreto, podría ser una versión más pequeña de otros utilizados por los funcionarios reales.

Se descubrió que el objeto fue creado a partir de roca extraída de un entorno con presencia de piedras calizas y basalto con contenido de olivino, que se corresponde en Israel con la región de la Baja Galilea, en el norte del país.

«Este sello es uno de los primeros, si no el primero con una inscripción en la Tierra de Israel», ha afirmado Yuval Goren (izquierda), de la Universidad Ben Gurion y uno de los autores de la investigación.

El artículo sobre este sello se publicará en la revista Eretz Yisrael y luego en inglés en Israel Exploration Journal.

Tras el descubrimiento, Yigal Ronen acordó entregar el sello a la Autoridad de Antigüedades para ser expuesto en el Museo de Israel.

Fuentes: jpost.com | abc.es | 10 de diciembre de 2020