El origen del perro doméstico en Europa podría situarse en Alemania

Fósiles de canidae usados en el estudio. SENCKENBERG CENTRE FOR HUMAN EVOLUTION

El origen del perro doméstico, tal como lo conocemos, se situó en Alemania. Esa es la conclusión de un equipo de investigación liderado por el Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingenm, que analizó con diversos métodos varios fósiles de Canidae de una cueva en esa región centroeuropea. Los resultados se publicaron en Scientific Reports.

Los perros generalmente se consideran los animales domésticos más viejos. “Sin embargo, hasta la fecha todavía no está claro exactamente cuándo ocurrió la transición de los lobos a los perros domésticos y pastores. Las estimaciones científicas oscilan entre 15.000 y 30.000 años atrás”, explicó en un comunicado el doctor Chris Baumann (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente en el Universidad de Tübingen.

“Además, el lugar donde ocurrió esta transición de animales salvajes a domésticos también sigue siendo incierto”, añadió.

Para responder a esta pregunta, Baumann y un equipo internacional estudiaron varios huesos fósiles de la familia de los perros (Canidae), que, además de los perros domésticos modernos, también incluye lobos y zorros, de una cueva en el suroeste de Alemania. “El Gnirshöhle es una pequeña cueva de dos cámaras en el sur de Baden-Wuerttemberg que se encuentra en las inmediaciones de dos cuevas adicionales de la época magdaleniense, una etapa cultural arqueológica en la sección más joven del Paleolítico superior”, agregó Baumann.

Mapa de los sitios arqueológicos de los que se recuperaron e investigaron los restos de cánidos. Los puntos representan los enclaves de los que se derivan nuevos datos en este estudio, el triángulo marca un sitio con datos comparativos importantes.

Los huesos de Canidae fosilizados del Gnirshöhle se examinaron mediante una combinación de varios métodos. El biogeólogo de Tübingen comenta lo siguiente: “Vinculamos la morfología, la genética y las características isotópicas, lo que llevó al descubrimiento de que los huesos examinados se originaron a partir de numerosos linajes genéticos diferentes, y que los nuevos genomas secuenciados a partir de las muestras cubren todo el rango genético de lobo a perro doméstico“.

Por lo tanto, el equipo de investigadores asume que los humanos magdalenienses domesticaron y criaron animales que provenían de diferentes linajes de lobos. La cercanía de estos animales a los humanos y los indicios de una dieta bastante restringida sugieren que hace entre 16.000 y 14.000 años, los lobos ya habían sido domesticados y mantenidos como perros. Por tanto, un origen de los perros domésticos europeos podría encontrarse en el suroeste de Alemania”, añadió Baumann en resumen.

Fuentes: lanacion.com.ar. | une-tuebigen.de | 4 de marzo de 2021

Atribuyen a un "ritual de fuego" de la Edad del Cobre las "figurillas de orantes" descubiertas en Piedrahita, Montellano (Sevilla)

Orantes esquemáticos.

Un estudio promovido por investigadores de la Universidad Hispalense sobre el "nutrido grupo de figurillas de orantes" descubierto en 2010 en el yacimiento arqueológico de Piedrahíta, enclavado en las inmediaciones del casco urbano de Montellano (Sevilla), encuadra tales piezas y los materiales hallados junto a ellas en un "un ajuar funerario datable genéricamente en la Edad del Cobre y usado para una liturgia o ritual de fuego".

Este estudio, firmado por el profesor José Luis Escacena (izquierda), del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla; y Miguel Flores, del grupo de investigación Tellus también de la Hispalense, versa sobre el "nutrido grupo de figurillas de orantes" de piedra y hueso rescatado en 2010 de un solar de la calle Herrero de Montellano, en la conocida como loma de Piedrahíta, en el marco de los trabajos previos a la construcción de un tanatorio.

Según este trabajo publicado en 2019, las obras de reducción de la cota del terreno acometidas en 2010 en dicho solar de Montellano "afectaron a un enclave de época prehistórica y medieval", si bien "ante la destrucción del yacimiento, el material arqueológico del talud fue recogido" por Miguel Flores Delgado, entonces "estudiante de enseñanza media" en el instituto de la localidad y ahora autor de esta investigación junto a José Luis Escacena.

En su estudio, Escacena y Flores Delgado exponen que el yacimiento arqueológico de la loma de Piedrahíta ya habría sido "reconocido" a mediados del siglo XX por el investigador Francisco Collantes de Terán, "posiblemente como parte de su labor recopilatoria para la preparación del catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla".

A la izquierda, orante de hueso de Piedrahíta. A la derecha, orante micénico en cerámica, a partir del catálogo de la exposición 'El Mundo Micénico. Cinco siglos de la primera civilización europea. 1600-1100 a.C.'. Ministerio de Cultura, Madrid, 1992,

Al menos 12 figurillas en gesto de oración

Merced a los restos de cerámica recuperados de dicho yacimiento, los autores de este trabajo atribuyen a la "fase prehistórica" del mismo una datación del IIII milenio previo a la era actual, precisando que "el estudio aborda las figuras de personajes en gesto de oración" talladas en piedra o hueso rescatadas del mencionado talud afectado por las obras del tanatorio.

Se trata, en concreto, de un mínimo de 12 piezas o figurillas esquemáticas de antropomorfos en oración, tres de ellas de piedra y al menos nueve de huesos de animales, todas ellas fracturadas posiblemente por efecto térmico derivado de la presencia cercana de fuego y con partes ennegrecidas en el caso de las figuras de hueso.

Grupo de pequeños cantos rodados interpretables como microbetilos.

Junto a este conjunto de piezas, según detallan Escacena y Flores, del mencionado talud de la loma de Piedrahíta fueron recuperados 86 "pequeños cantos rodados" o "microbetilos", algunos de ellos también con partes "ennegrecidas por su proximidad al fuego o la ceniza"; así como diversos instrumentos líticos tallados o pulimentados y "múltiples esquirlas y pequeños trozos de huesos de animales con clarísimas señales de combustión".

Conjunto 1 de Piedrahíta. Piezas líticas talladas (arriba), hachas (parte inferior izquierda) y azuelas (parte inferior derecha).

Carácter "singular"

"La cremación implicó de forma muy directa y cercana a casi todos estos restos óseos", señalan los autores de este estudio respecto a la "intensa calcinación" sufrida por los trozos de huesos de animales descubiertos junto a las mencionadas figuras antropomórficas.

En paralelo, exponen que "las figuras de personajes en gesto de oración no son especialmente características de la Edad del Cobre del Guadalquivir inferior, siendo más comunes en Andalucía Oriental y el sureste de la península ibérica". De ahí, según precisan, el "carácter singular e importante de estas piezas".

En ese sentido, Escacena y Flores encuadran todos estos materiales en "un ajuar funerario datable genéricamente en la Edad del Cobre", conectando los mismos con "un ritual de fuego, hecho cada vez más valorado en el análisis de los gestos culturales que acompañan a muchos contextos de la Prehistoria reciente".

"En Piedrahíta, la acción ritual relacionada con el fuego se materializó en una escenografía que dramatizaba, a pequeña escala, la liturgia de aquella acción cultural de tipo funerario. En ella, unos personajes orantes que posiblemente se clavaron en el suelo, mirando hacia el este, ofrecían a los dioses y/o antepasados heroizados, ya en el cielo y santificados con el color rojo espolvoreado sobre ellos (microbetilos), pequeñas ofrendas de alimentos incinerados (huesecillos quemados), además de otros ajuares utilitarios y/o simbólicos (herramientas de piedra)", resumen los autores de esta investigación.

Fuente: eldiario.es | 21 de marzo de 2021

Una nueva investigación sugiere que los registros genéticos y fósiles no revelarán un solo punto donde se originaron los humanos modernos

Este cráneo, hallado en Jebel Irhoud, en Marruecos, se considera uno de los primeros ancestros de los humanos modernos. Sin embargo, el significado de esa ascendencia se discute y desenmaraña en un nuevo estudio. © Chris Stringer

La mayoría de nosotros estamos fascinados por nuestra propia ascendencia y, por extensión, la ascendencia de la especie humana. Regularmente vemos titulares como 'Descubierto un nuevo antepasado humano' o 'Un nuevo fósil cambia todo lo que pensamos sobre nuestra ascendencia' y, sin embargo, los significados de palabras como ancestro y ascendencia rara vez se discuten en detalle. En un nuevo artículo, publicado en Nature, los expertos revisan nuestra comprensión actual sobre cómo se puede rastrear la ascendencia humana moderna en todo el mundo hasta un pasado reciente y qué ancestros se nos atraviesan durante nuestro viaje en el tiempo.

El investigador del Museo de Historia Natural de Londres, el profesor Chris Stringer (izquierda), dice: “Algunos de nuestros antepasados ​​habrán vivido en grupos o poblaciones que pueden identificarse en el registro fósil, pero se sabrá muy poco sobre otros. Durante la próxima década, el creciente reconocimiento de nuestros complejos orígenes debería expandir el enfoque geográfico del trabajo de campo paleoantropológico a regiones que antes se consideraban periféricas a nuestra evolución, como África central y occidental, el subcontinente indio y el sudeste asiático".

El estudio identificó tres fases clave en nuestra ascendencia que están rodeadas de preguntas importantes y que serán fronteras en las próximas investigaciones. Desde la expansión mundial de los humanos modernos hace unos 60.000-40.0000 años, así como los últimos contactos conocidos con grupos humanos arcaicos como los neandertales y los denisovanos, hasta un origen africano de la diversidad humana moderna desde hace unos 300.000-60.000 años, junto con la compleja separación de ancestros humanos modernos de grupos humanos arcaicos hace entre 300.000 y 1 millón de años.

Los científicos argumentan que actualmente no se puede identificar un punto específico en el tiempo en el que la ascendencia humana moderna se haya limitado a un solo lugar de nacimiento, y que los patrones conocidos sobre la primera aparición de rasgos anatómicos o de comportamiento que se utilizan a menudo para definir el Homo sapiens se ajustan a una gama de características históricas evolutivas.

El coautor Pontus Skoglund (derecha), del Instituto Francis Crick, añade: “Al contrario de lo que muchos creen, los registros genéticos y fósiles no han podido revelar hasta ahora un tiempo y lugar definidos para el origen de nuestra especie. Puede que no haya existido un punto en el tiempo cuando la mayoría de nuestra ascendencia se encontró en una pequeña región geográfica y aparecieron los rasgos que asociamos con nuestra especie. Por ahora, sería útil alejarse de la idea de un tiempo y un lugar de origen únicos”.

“A raíz de esto, las principales preguntas emergentes se refieren a qué mecanismos impulsaron y sostuvieron este mosaico humano, con todos sus diversos hilos ancestrales, a lo largo del tiempo y el espacio”, dice la coautora Eleanor Scerri (izquierda), del Grupo Panafricano de Investigación de la Evolución en el Instituto Max Planck. "Comprender la relación entre los hábitats fracturados y los nichos humanos cambiantes sin duda desempeñará un papel clave para desentrañar estas preguntas, y permitirá aclarar qué patrones demográficos se ajustan mejor al registro genético y paleoantropológico".

El éxito de los análisis genéticos directos hasta ahora destaca la importancia de realizar un registro del ADN más antiguo y más amplio. Esto requerirá continuas mejoras tecnológicas en la recuperación de dicho ADN antiguo y en la exploración biomolecular de fósiles fragmentarios para encontrar material humano no reconocido, así como búsquedas más amplias de ADN antiguo sedimentario junto con mejoras en la información evolutiva proporcionada por proteínas antiguas. El análisis interdisciplinario de los crecientes registros genéticos, fósiles y arqueológicos sin duda revelará muchas sorpresas nuevas sobre las raíces de la ascendencia humana moderna.

Fuente: Max Planck Institute| 10 de febrero de 2021

La sandalia romana de esparto más antigua que pisó Hispania

Suela de la sandalia romana hallada en el yacimiento de El Monastil (Elda).MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ELDA

Los romanos se calzaban con dos tipos de sandalias (soleae o sandalia, las denominaban): de verano y de invierno. Las primeras solían tener suela de esparto, y las segundas, de cuero. Ahora bien, si se era tremendamente rico o poderoso (por ejemplo, Popea Sabina, la segunda mujer del emperador Nerón), se podían sustituir por unas de oro, incluso diseñar unas del mismo material para sus caballos.

Foto: Tipos de 'soleae'

El sureste de la península ibérica (actuales Murcia, Alicante y sur de Albacete) era en la Antigüedad un enorme espartizal, conocido por los griegos como el spartarion, que hizo incluso que la capital romana de la región, Carthago Nova (Cartagena), fuera llamada Spartaria y su territorio el Campus Spartarius. Y tanto era el esparto que se extraía de la zona que se convirtió en una enorme fábrica de sandalias, que pervivió hasta bien entrado el siglo XIX, con la ciudad de Elda (Alicante) como emporio de este tipo de calzado. En los años setenta del siglo pasado, miembros de la sección de arqueología del Centro Excursionista Eldense encontraron en el yacimiento arqueólogico de El Monastil (Elda) la que se considera la sandalia romana de esparto más antigua de Hispania. La metieron en una urna de cristal, pegaron la suela con poliacetato de vinilo, una cola que deteriora las fibras, y la guardaron. Pero ahora el Museo Arqueológico de Elda la ha restaurado y la expondrá. Los análisis realizados en Estados Unidos han datado que fue trenzada entre los siglos IV y V.

Las sandalias romanas, se lee en el estudio Recuperando nuestro patrimonio arqueológico. La suela romana de esparto de Elo (El Monastil), del director del Museo Arqueológico de Elda, el profesor Antonio M. Poveda (izquierda), “se colocaban cogidas a los pies mediante tiras de cuero que salían directamente desde la suela y que, cruzando entre los dedos, subían hacia los tobillos. En la parte posterior o sobre los flancos, esas tiras se introducían en anillos de cuero, donde se ataban a otras tiras colocadas en horizontal sobre el tobillo”.

Poveda explica el uso que se hacía de este calzado: “Siempre estaba mal visto para la vida social el hecho de llevar la sandalia en público, que era interpretado como vicio corrupto griego, auténtico símbolo de inadecuada informalidad, pues llevar el tobillo o cuello del pie al descubierto era típico de los esclavos”. Lo adecuado era llevar las llamadas caligae (izquierda) u otros calzados tipo botín (calceus, calceus patricius), que cubrían el pie y parte del tobillo (derecha). Por eso, aparecer calzando soleae generaba grandes críticas, de las que no se salvaron personajes tan famosos como el general Publio Cornelio Escipión o el triunviro Marco Antonio, que al ser vistos con este tipo de sandalia, recibieron duros reproches. Pero, finalmente, la moda se impuso como demuestran las esculturas de otros miembros de la famila Julio-Claudia, Tiberio, Germánico o Calígula.

Solo había una circunstancia social donde el uso de las soleae estaba reconocido: los banquetes privados. Antes de acceder a la sala de comer o triclinium, los huéspedes, invitados y sus anfitriones se ayudaban de esclavos para colocárselas.

Existía una tercera modalidad, las crepidae o crepidulae, usadas por las mujeres, que tenían una sola forma para los dos pies y se adornaban con estrechas correas repletas de perlas y pedrería. “Con la llegada del cristianismo se produce una fuerte reducción del elemento decorativo superfluo y excesivamente lujoso, por ello fue típico contemplar a los apóstoles y a los santos, representados con simples solae, suelas delgadas y sin adornos: las suelas gruesas que hacían más alto a quien las calzaba se reservaban para la nobleza”, explica el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Alicante.

La planta del esparto es la atocha, típica de zonas extremadamente áridas, que necesita poco o nulcuidado. Es una gramínea de la subfamilia stipoide, por lo que se denominada Stipa Tenacisima. Fue muy valiosa por sus múltiples usos en el hogar y en los oficios. Sus primeros y principales explotadores y usuarios fueron los fenicios y sus herederos cartagineses, pero cuando Roma conoció de su existencia y valores, generalizó y aumentó el uso de esta planta textil.

El Museo Arqueológico Municipal de Elda encargó el análisis de carbono-14 del esparto carbonizado de la suela hallada en El Monastil a un laboratorio de Miami. Allí concluyeron que se fabricó entre los siglos IV y V y “cuyos mejores paralelos se pueden encontrar en Herculano y Pompeya, en Italia”.

Proceso de restauración de la sandalia romana hallada en El Monastil (Elda).MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ELDA.

La actividad textil del esparto ha sido de gran importancia en Elda, pues hasta finales del siglo XIX fue una de las actividades más rentables para su población, hasta que surgió la actual industria del calzado. De hecho, "Elda disponía en 1876 de 10 molinos para tratar el esparto, con más de 400 mujeres y niños trabajando en hacer filete (cordel)”, dice el estudio.

La compleja restauración de la sandalia ha sido realizada por Eva Mendiola Tebar (izquierda), que despegó la suela de la base de vidrio, aunque no pudo eliminar totalmente el adhesivo ante el peligro de “desintegración”. A continuación, consolidó el esparto “con una mezcla de hidroxipropilcelulosa y polietilenglicol” y creó un nuevo soporte de metacrilato forrado con tela de lino. Sobre él, fijó la suela con hilo de nailon. En breve, el Museo Arqueológico de Elda mostrará lo que los romanos se ponían en los pies cuando hacía calor.

Fuente: elpais.com | 22 de marzo de 2021

Documentan una extensa villa romana en el yacimiento de El Altillo (Rus, Jaén)

Los trabajos arqueológicos realizados durante los meses febrero y marzo en el yacimiento de El Altillo, en Rus, Jaén, han permitido documentar una villa romana, con mosaicos de grandes dimensiones y zonas de producción, como un alfar y una almazara, así como varios enterramientos.

El vicerrector de Investigación de la Universidad de Jaén (UJA), Gustavo Reyes, la directora del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica, Carmen Rísquez, y el alcalde, Manuel Hueso, han visitado este jueves este enclave para conocer los resultados de la intervención.

La actuación en este paraje de olivar, ubicado en el término municipal de Rus, a un kilómetro de la localidad, fue autorizada por la vía de urgencia por la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía, con la financiación del Ayuntamiento de Rus, que adjudicó en concurso público la investigación de los restos al citado instituto de la UJA.

Estuvo motivada por el hallazgo fortuito de fragmentos de mosaico. A propuesta del Ayuntamiento de Rus, se llevó a cabo un trabajo previo de micro-prospección superficial y prospección con georrádar. Los resultados de ese primer trabajo de evaluación del potencial arqueológico del yacimiento, llevó a plantear una segunda fase de actuación con el objetivo de evaluar el nivel de conservación de los restos detectados y proponer posibilidades de investigación y gestión para el consistorio.

La intervención tuvo como objetivo documentar las estancias con los restos de mosaicos que podrían verse afectados por trabajos agrícolas y expolio, así como determinar la naturaleza de los restos de construcciones diseminadas por una serie de parcelas próximas, trabajos autorizados por los propietarios de las parcelas, que facilitaron el acceso a los terrenos.

Mosaico romano encontrado por la Universidad de Jaén en Rus. / IDEAL

OCUPACIÓN ENTRE LOS SIGLOS I y V

Los restos documentados corresponden a una extensa villa romana, con ocupación entre los siglos I y V, si bien la mayor parte de las construcciones hasta ahora documentadas corresponden al siglo IV. De entre los restos descubiertos, destaca un edificio residencial de gran tamaño donde se localizan los restos de mosaicos, entre ellos un mosaico con decoración geométrica de unos nueve metros de anchura por unos 18 de longitud, que constituye uno de los mayores conocidos en el sur peninsular.

También se ha documentado la conservación de algunas áreas productivas (un alfar para la producción de tejas y una almazara para la producción de aceite). Además de otras construcciones diseminadas, se ha delimitado un espacio funerario, una necrópolis asociada a este momento bajoimperial.

El equipo de arqueólogos, dirigido por Marcos Soto Civantos y José Luis Serrano Peña, ha contado con el apoyo de los servicios técnicos y laboratorios del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica, así como del Departamento de Ingeniería Cartográfica, Geodesia y Fotogrametría de la UJA. Por su parte, el Ayuntamiento de Rus ha proporcionado los empleados para los trabajos manuales de excavación y la infraestructura necesaria y está prevista la apertura de los trabajos a los voluntarios de la localidad que quieran sumarse.

A punto de finalizar los trabajos arqueológicos de valoración del nivel de conservación de los restos, se está a la espera de elaborar el informe por parte del Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA con el que el Ayuntamiento de Rus podrá proponer nuevas actuaciones de protección e investigación de los restos.

En este sentido, el alcalde ha recalcado la importancia de contar con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del sitio arqueológico, lo que permitiría al consistorio poder acceder a fondos, tanto públicos como privados, para acometer las futuras intervenciones.

APUESTA

"Hemos hecho una apuesta muy decidida por el patrimonio de Rus, no solo para poner en valor aquello que consideramos que tiene un potencial para dar a conocer la historia del municipio, sino también para reescribir la historia del olivar en la provincia, pero fundamentalmente, que nos pueda servir como producto turístico en un futuro, para lo que estamos haciendo un gran esfuerzo económico", ha dicho Hueso.

Por su parte, el vicerrector de Investigación de la UJA ha felicitado tanto al Ayuntamiento de Rus como al Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica por "unas actuaciones encaminadas a preservar, conservar y poner en valor este patrimonio".

En este sentido, Carmen Rísquez ha afirmado que "hay que valorar y destacar la apuesta del Ayuntamiento de Rus por la investigación encargada al Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA. Un esfuerzo no sólo económico, que refuerza la voluntad de desarrollar el potencial patrimonial en su término municipal, ya que podría sumarse a otros recursos como el eremitorio de Valdecanales, también en el entorno de la localidad", ha comentado.

Cabe recordar que el Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de la UJA viene trabajando desde principios de octubre del pasado año en otra zona cercana a Rus, Valcuenda. El bajo nivel de agua del embalse del Giribaile dejó en ella al descubierto una serie de vestigios que se han documentado para analizar su conservación, como varios asentamientos íberos y una villa romana.


Fuente: diariodejaen.es | 18 de marzo de 2021

Los estudios en Orce y Atapuerca evidencian la influencia del clima en el poblamiento de Europa

Paisaje actual de la zona de venta Micena (Granada) desde el mirador / JOSÉ UTRERA

Un artículo publicado en la revista Journal of Human Evolution por investigadores del IPHES-CREA de Tarragona, la Universidad de Valencia y la Universidad de Granada, y que inserta el Proyecto Orce que lidera la UGR, estudia el clima del periodo entre hace 2 millones y 150 años. En él se pone de manifiesto que el hábitat preferencial para los humanos más antiguos (1,4 millones – 450.000 años) era más cálido, más lluvioso y más boscoso que el actual. Por otro lado, se refleja que las áreas con mayor probabilidad de ser ocupadas se encontraban más al norte de lo que previamente se pensaba. Solo los avances tecnológicos y sociales permitieron, a partir de hace 450.000 mil años, hacer frente a un clima mucho más variable con extensos periodos sensiblemente más fríos, más áridos y despoblados de árboles.

De todos es bien conocido que el clima y los tipos de hábitat ejercieron una influencia capital en la evolución humana. Es por ello que resulta fundamental investigar si la temperatura, las precipitaciones y el porcentaje de bosque tuvieron impacto en la presencia humana en el continente europeo y evaluar si las poblaciones humanas estaban capacitadas para vivir en todos y cada uno de ellos.

Para ello este grupo de investigadores, liderados por Hugues-Alexandre Blain (izquierda, IPHES-Tarragona) y Juan Manuel Jiménez Arenas (derecha, Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR) ha creado un modelo basado en datos de la península ibérica que han trasladado al resto del continente europeo. Los resultados muestran que buena parte de la costa atlántica fue muy favorable antes de hace 450.000 años y que después, el espacio potencialmente habitado por los humanos se amplía significativamente.

Los yacimientos de Orce ofrecen un excelente marco para evaluar por qué existe una diferencia temporal tan grande entre la primera salida fuera de África (hace 2,1 millones de años hacia el Este donde el yacimiento más antiguo con presencia humana se localiza en Shangchen, China) y el primer poblamiento humano del continente europeo. Para que los humanos se asentaran en estas tierras era necesario que, sobre todo, la lluvia y los bosques fueran más abundantes que en la actualidad. Estas condiciones se dan en Barranco León (Orce), donde se registra el fósil humano más antiguo de Europa occidental con una antigüedad de 1,4 millones de años, en Fuente Nueva 3 -también en Orce-, 200.000 años más joven y en algunos niveles de la Sima del Elefante de Atapuerca, concretamente en el estrato donde se halló un fragmento de mandíbula humana que tendría una cronología ligeramente más reciente que Fuente Nueva 3. No así en Venta Micena, donde hace 1,6 millones de años, la sequedad y la falta de masas boscosas dificultaría la vida de nuestros ancestros más remotos.

Distribución potencial de los homínidos en Europa según el ‘modelo ecológico ibérico’ establecido en este estudio: antes (azul) y después (verde) de 450.000 años. Se puede ver la ampliación de los territorios favorables para un asentamiento humano después de 450.000 años tanto en el interior de la península ibérica como hacia Europa central y áreas interiores de Próximo Oriente.

Orce y Atapuerca, claves

El modelo ibérico se ha creado a partir de dos enclaves fundamentales para entender la evolución humana y el escenario en el que ésta tuvo lugar en Europa: Orce y Atapuerca. La colaboración y la integración de resultados de estos emblemáticos lugares han hecho posible la creación de un modelo a escala europea, antes y después de hace 450.000 años. ¿Por qué este límite? En primer lugar, porque en ese momento se alcanza uno de los picos de mayor bonanza climática. En segundo lugar, porque se asientan cambios técnicos muy importantes para la historia de la Humanidad, el más evidente, el control y uso del fuego. No obstante, en los albores de la presencia humana en el continente europeo, nuestros antepasados afrontaron situaciones muy diferentes.

Orce era relativamente seco y cálido respecto a Atapuerca que presentaba condiciones más lluviosas y frías. Ahora bien, ambos enclaves muestran condiciones climáticas mejores que las actuales. Es más, con las condiciones actuales, los humanos de hace 1,5 millones de años no hubiesen vivido ni en un sitio ni en el otro. Por otra parte, la larga y completa secuencia temporal que ofrece Atapuerca es clave porque intercala algunos -pocos- intervalos más fríos, secos y con menos árboles. Y esos momentos se caracterizan porque no hay presencia humana o porque ésta es muy débil.

Sierra de Atapuerca (Burgos) - Andreu Ollé/IPHES-CERCA.

Frío sí, pero con lluvias y zonas arboladas

Uno de los resultados más sorprendentes del estudio es que, aunque la mayor parte de los datos climáticos y de hábitat provienen de contextos mediterráneos, buena parte de las zonas con mayor probabilidad de ser habitada por los humanos más antiguos del continente europeo se localizan en áreas próximas al océano Atlántico. Así, el norte de Francia y de la Alemania serían lugares idóneos para que vivieran los «primeros europeos», especialmente en los momentos de mayor bonanza climática. También las islas británicas donde el suroeste de Gran Bretaña (que formaba parte del continente por aquellos tiempos) y el conjunto de Irlanda. Serían zonas donde los inviernos serían bastante fríos, aunque con un régimen alto de lluvias y una buena cobertura arbórea.«No obstante, nuestros antepasados sobrevivieron sin problemas a pesar de su simple tecnología. Por el contrario, el Mediterráneo, en general, fue menos proclive, sobre todo en aquellos momentos en los que la aridez se extendía por su ribera». Indica el estudio publicado por investigadores del IPHES-CREA de Tarragona, la Universidad de Valencia y la Universidad de Granada.

Barranco León en la cuenca de Guadix-Baza (Granada) donde se localiza Orce - S.Guirón

Tecnologías para superar la aridez y el frío

El clima de la Tierra ha ido cambiado significativamente durante la historia de la misma. Así, la alternancia de periodos glaciares (fríos y secos) e interglaciares (templados y húmedos) han condicionado la ocupación de determinados territorios. Por ejemplo, las actuales provincias de Soria y Teruel. Hasta hace 450.000 años eran tierras en las que no hay constancia de presencia humana.

«Sin embargo, a partir de ese momento, encontramos yacimientos tan emblemáticos como Ambrona (Soria) o Cuesta de la Bajada (Teruel). Porque estamos ante un periodo cultural realmente revolucionario». Una gestión más eficiente de las materias primas, sobre todo de las rocas que se tallan para realizar herramientas, estrategias de recolección y de caza más complejas (por ejemplo, aparecen las primeras lanzas de madera en Schöningen, Alemania), el mayor uso de cuevas, la presencia más constante de evidencias de fuego, y quizás una estructura social más cohesionada. De esta forma, se pudieron superar las dificultades inherentes a unas condiciones climáticas más inestables, con periodos fríos más gélidos y largos y cálidos más calurosos, incrementándose de manera significativa el territorio que podían ocupar los seres humanos.

Según los investigadores autores del estudio aún quedan muchas incógnitas por resolver. Entre otras por qué en Orce, cuyas condiciones no serían las más favorables para la presencia humana hace 1,4 millones de años, presenta una riqueza arqueológica y paleontológica sin paragón para esas cronologías. «Pero eso es otra parte de la historia que requiere de una mirada local».

Fuentes: baza.ideal.es | iphesnoticias.blogspot.com | 17 de marzo de 2021