Descubren en Japón restos de una víctima de tiburón de hace 3.000 años

El esqueleto fue encontrado en el cementerio de Tsukumo. Kyoto University.

Las heridas se repartían por los brazos, las piernas, el pecho y el abdomen. Hasta contar al menos 790 cicatrices profundas. El cuerpo de este hombre que vivió hace unos 3.000 años fue encontrado en el cementerio de Tsukumo (Japón), donde le enterraron tras recuperar sus restos del mar.

El individuo murió entre el año 1370 y el 1010 a. C., durante el período Jōmon, una época en la que el archipiélago japonés estaba habitado por tribus de pescadores-cazadores-recolectores. El ataque del que fue víctima se produjo en el mar interior de Seto, un lugar donde hoy en día siguen produciéndose peligrosas situaciones con escualos.

Lo sorprendente es que, según los investigadores de la Universidad de Oxford, este es el primer caso documentado del asalto de un tiburón a un ser humano. Los especialistas consideran que lo más probable es que el ataque fuera causado por un tiburón blanco (Carcharodon carcharias) o un tiburón tigre (Galeocerdo cuvier).

Al esqueleto le faltaba la mano izquierda y la pierna derecha. John Pouncett, Rick J. Schulting y J. Alyssa White

La distribución de las casi 800 heridas sugiere que el hombre estaba vivo cuando sufrió la arremetida del animal. Sus lesiones traumáticas incluyen hendiduras óseas profundas, perforaciones, cortes con estrías superpuestas y fracturas por fuerza contundente. De hecho, en su tumba faltan algunas partes de su esqueleto, lo que sugiere que no todo pudo ser recuperado, según indica el estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.

Los arqueólogos han recreado cuidadosamente lo que sucedió, utilizando incluso técnicas forenses a partir de un modelo en tres dimensiones del cuerpo humano. Los investigadores, de la Universidad de Oxford, Alyssa White y Rick Schulting hicieron el hallazgo mientras estudiaban la evidencia de traumas violentos en los restos de cazadores-recolectores prehistóricos en la Universidad de Kioto.

"Estábamos desconcertados por lo que podría haber causado al menos 790 heridas profundas y dentadas a este hombre", explican. “Las lesiones se situaban principalmente en los brazos, las piernas y la parte frontal del pecho y el abdomen. Mediante un proceso de eliminación, descartamos los conflictos humanos y los depredadores o animales carroñeros más comunes", explican.

El individuo tenía al menos 790 heridas repartidas por brazos, piernas, pecho y abdomen. Kyoto University

Los casos arqueológicos de ataques de tiburones son extremadamente raros, por lo que los expertos recurrieron a registros forenses actuales en busca de pistas y trabajaron también con George Burgess, director emérito del Programa de Florida para la Investigación de Tiburones.

Tras el análisis, concluyeron que el hombre murió hace más de 3.000 años, que estaba vivo en el momento del ataque y que perdió la mano izquierda, posiblemente tratando de defenderse del escualo. Su cuerpo, al que también le faltaba la pierna derecha, habría sido recuperado poco después del ataque y enterrado con su gente en el cementerio.

“Las heridas indican claramente que fue víctima de un ataque de tiburón. Es posible que el hombre estuviera pescando con sus compañeros en ese momento, ya que sus restos fueron recuperados rápidamente. Y, según el carácter y la distribución de las marcas de los dientes, las especies más probables responsables de esa violenta acción son un tiburón tigre o uno blanco", concluyen.

El coautor, doctor Mark Hudson, investigador del Instituto Max Planck, dice: "El pueblo neolítico de Jomon, en Japón, explotó una variedad de recursos marinos ... No está claro si el individuo enterrado en Tsukumo estaba actuando deliberadamente sobre los tiburones o si el tiburón fue atraído por sangre o cebo de otros peces. De cualquier manera, este hallazgo no solo proporciona una nueva perspectiva sobre el antiguo Japón, sino que también es un raro ejemplo de arqueólogos capaces de reconstruir un episodio dramático en la vida de una comunidad prehistórica".

Fuente: lavanguardia.com | 25 de junio de 2021

¿Cómo cruzaban el mar los homínidos del Pleistoceno?

Ana Mateos y Jesús Rodríguez, científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), forman parte de un equipo que publica hoy en la revista PLOS ONE un modelo computacional que demuestra que los homínidos pudieron cruzar el mar a través de algunos estrechos hace más de un millón de años.

Los homínidos salieron de África hacia Eurasia varias veces, hace entre uno y dos millones de años. Si esas dispersiones se produjeron exclusivamente por vía terrestre o si los homínidos pudieron atravesar algunos estrechos, como el de Gibraltar en el mar Mediterráneo o el de Bab-al-Mandab en el mar Rojo, es una cuestión a debate entre los científicos.

Algunos autores habían usado antes modelos computacionales para estudiar esas dispersiones, pero siempre consideraron el mar como una barrera infranqueable. El modelo publicado ahora por científicos españoles y alemanes simula el comportamiento de un grupo de homínidos en un paisaje hipotético con dos orillas separadas por un estrecho, y evalúa el éxito del cruce y el establecimiento de una población estable en la otra orilla.

Para llevar a cabo este modelo se han reproducido las acciones e interacciones de los individuos dentro de un entorno, incluyendo tanto condicionantes del paisaje (recursos y topografía), como factores fisiológicos, demográficos y la capacidad de decisión de los homínidos. Además se ha evaluado la eficacia de cuatro tipos de movimiento en el agua: dos activos y direccionales (nadar, e ir en una balsa) y otros dos pasivos y sin dirección (dejarse arrastrar a la deriva con o sin utilizar un objeto a modo de flotador).

“También hemos simulado el efecto de los principales riesgos fisiológicos que podía correr un homínido en el mar durante el Pleistoceno como son la deshidratación, la hipotermia y el agotamiento”, señala Ana Mateos (izquierda).

Menos de 10 km

Los resultados muestran que las probabilidades de éxito se reducen al aumentar la distancia entre las dos orillas. Esos homínidos podrían haber cruzado distancias de menos de 10 km simplemente a nado. El mayor factor limitante sería la temperatura del agua que puede causar la muerte por hipotermia, incluso en aguas templadas como las del Mediterráneo.

“El uso de balsas simples permitiría travesías más largas pero, en esos casos, la deshidratación y la muerte por inanición serían los principales factores de riesgo a tener en cuenta. Aunque es probable que esta tecnología se desarrollara mucho más tarde”, comenta Ana Mateos.

El Estrecho de fondo de Gibraltar. / INFOCA.

Toma de decisiones

La inclusión en el modelo de cierta capacidad de toma de decisiones por los individuos, aunque a un nivel muy básico, ha demostrado ser una idea muy acertada. Los resultados predicen que la direccionalidad del movimiento, la percepción de la otra orilla y la intención de llegar a ella son factores clave.

Y es que como señala Jesús Rodríguez, (izquierda), “la probabilidad de éxito del cruce accidental de un estrecho para establecer una población fundadora es muy baja porque requiere el paso de varios individuos a la vez“.

En este artículo liderado por Ericson Hölzchen han participado, además del CENIEH, científicos de la Goethe University de Frankfurt, el Trier Lab for Social Simulation (TRILABS) y el German Research Center for Artificial Intelligence (DFKI).

Fuente: cenieh.es | 30 de junio de 2021

Los últimos neandertales de la Península utilizaron recursos locales como la cuarcita para elaborar sus herramientas

Foto: Núcleo discoide de explotación cordal para la producción de puntas pseudo-levallois.

  • Los investigadores Aleix Eixea, de la Universitat de València, y Joseba Ríos-Garaizar, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), han publicado un estudio sobre la tecnología lítica de los últimos neandertales de la Península

  • El estudio concluye que se utilizaron mayoritariamente elementos próximos al yacimiento como las cuarcitas, más que sílex, de gran predominio en la cultura neandertal

Mapa de localización del yacimiento.

El estudio de la colección lítica neandertal encontrada en Peña Miel (Nieve de Cameros, La Rioja) permite conocer en profundidad la tecnología de una de las últimas poblaciones de este grupo en la península ibérica. Estas herramientas, generalmente de tamaño pequeño o mediano (20-50 mm) y muy diversas, sugieren que fueron producidas mediante el empleo de diferentes sistemas técnicos. Para ello, explotaron diferentes recursos locales, fundamentalmente cuarcitas, debido a que en el yacimiento existen pocas materias primas transportadas a media o larga distancia, como el sílex, de gran predominio en la cultura material neandertal.

“La península ibérica fue una de las regiones en las que convivieron durante más tiempo poblaciones neandertales y de 'Homo sapiens', una vez los segundos se extendieron por Europa. En este territorio, los neandertales se establecieron a nivel regional y local, como en el yacimiento de Peña Miel. Sus capacidades técnicas les permitieron producir herramientas efectivas y funcionales para un uso directo y sin demasiada configuración de los filos, a diferencia de en otros lugares”, analiza Aleix Eixea, profesor del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de Valencia y que en 2018 recibió una beca BBVA-Leonardo dotada con 40.000 euros para estudiar la movilidad de los neandertales y los sapiens en la península ibérica.

Las características técnicas de estas poblaciones de Peña Miel muestran más vínculos relacionados con los últimos neandertales de la región franco-cantábrica que con las poblaciones que vivieron a lo largo del área mediterránea.

“Las poblaciones neandertales pasaron por unos complejos procesos de asentamiento regional, movilidad, extinción local y reemplazamiento poblacional desde finales del Paleolítico medio. En este contexto, el nivel 'e' del yacimiento de Peña Miel representa una de las últimas manifestaciones de tecnología neandertal en la península ibérica, por lo que ayuda a comprender las trayectorias de los últimos neandertales en esta región”, comenta Eixea, especialista en la caracterización y sistematización de las industrias líticas del Paleolítico medio y superior en el mediterráneo occidental.

Según confirma el georradar la primera ciudad romana de Madrid tuvo un barrio rico como La Moraleja

Fotografía aérea de Primitiva Complutum, con el teatro en la esquina superior derecha y la zona de los últimos sondeos en un círculo – Asociación Primitiva Complutum.

Cuesta creerlo al caminar entre los matojos del cerro de San Juan del Viso, pero en ese mismo lugar desde el que se divisa Madrid se construyeron lujosas villas romanas hace más de 2.000 años. Los sondeos con georradar en esos terrenos del Ministerio de Defensa acaban de finalizar y todavía los arqueólogos cuentan con datos preliminares, pero se muestran seguros de la primicia que adelantan a ABC.

«Podemos confirmar que la ciudad romana de Complutum tenía unas 35 hectáreas completas y, además, que este era un barrio preeminente», afirma Sandra Azcárraga.

Según relata Mónica Arrizabalaga en la edición cultural de ABC, la fotografía aérea que descubrió esta arqueóloga durante la investigación de su tesis doctoral y su colega Arturo Ruiz Taboada en 2011 reveló la existencia de una antigua ciudad romana sobre esa loma del actual municipio de Villalbilla. Años antes de fundar Complutum en la actual Alcalá de Henares, los romanos instalaron un campamento en el cerro del Viso, que con el tiempo creció hasta convertirse en una gran urbe donde se cree que vivieron hasta 10.000 personas.

En la imagen tomada desde las alturas, el crecimiento diferente del cereal mostraba con claridad el entramado de calles que se extendía por lo que hoy es un gran campo de cultivo de propiedad particular. Incluso se podían distinguir los restos de un teatro romano, el único hallado hasta ahora en la Comunidad de Madrid. Ya en los años 70 del siglo pasado, el arqueólogo Dimas Fernández-Galiano había encontrado allí restos de unas termas y había expuesto la teoría de que ese era el origen de Complutum, pero nadie volvió a investigar sobre el terreno hasta que Azcárraga y Ruiz Taboada dieron con esa fotografía aérea. «No dejaba lugar a dudas de que teníamos una trama completa de una ciudad romana. Aquí ya veíamos 30 hectáreas urbanizadas», explica Azcárraga.

En el extremo contrario al teatro se apreciaban las líneas de un rectángulo de una hectárea y media, que por la planta y por su esquina redondeada, los arqueólogos identificaron con un tipo de campamento romano que empieza a generalizarse justo a partir de la época de Julio César. «Esto era también completamente desconocido –comenta Azcárraga– porque tampoco se había documentado en Madrid ningún campamento romano anterior ni las fuentes clásicas lo citan». La ciudad se habría fundado entre los años 40 a.C. y principios del siglo I d.C. a partir de ese primer núcleo defensivo, que se instaló frente a un asentamiento carpetano para controlarlo y para abastecerse. Han hallado restos de cerámica de esa época prerromana que sustentan sus hipótesis.

La romanización del interior peninsular

Los arqueólogos del proyecto Primitiva Complutum creen que por su ubicación, en el centro de la península ibérica y en un entorno dominante, se encuentran ante «el mejor yacimiento para reconstruir el proceso de romanización del interior peninsular» y ver «cómo los carpetanos que estaban viviendo aquí acaban convirtiéndose en romanos».

Con el propósito de situar ese asentamiento carpetano o comprobar si la ciudad romana se extendía hacia el sur, pidieron permisos para prospectar y excavar en esa zona de matojos donde la fotografía aérea no ofrecía pistas. En 2017 y 2018 realizaron dos campañas de excavaciones que les permitieron corroborar sus teorías. En dos de los diez sondeos documentaron una domus, una casa romana de lujo que estuvo decorada con pintura mural de estilo pompeyano, y un edificio con una zona porticada. En superficie aún se puede ver lo que podría ser la basa de una de las columnas de ese pórtico que todavía no saben si formaba parte de un gran edificio o estaba en la calle. Los muros de ambas construcciones tienen la misma orientación noroeste-sureste de la trama urbana que se observa en la fotografía aérea de Primitiva Complutum.

Ortoimagen del IGN tomada en mayo de 2009, destacando las principales estructuras documentadas: 1. Templo, 2. Domus, 3. Puerta monumental?, 4. Termas, 5. Teatro, 6. Campamento. (Azcárraga y Ruiz Taboada, 2012-2013: 101, Fig. 4). PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.

Azcárraga cree que «la gente que vivía aquí estaba en un lugar importante de Primitiva Complutum porque veía la puerta monumental, todo el desarrollo de la ciudad y el teatro al fondo. El que tenía su domus aquí gozaba de una ubicación privilegiada dentro de la ciudad romana».

¿Es esto la Moraleja de Primitiva Complutum? «Pues podría ser, y si no, un barrio periférico pero importante», responde Arturo Ruiz Taboada. Los resultados del georradar «están siendo sorprendentes y en las próximas semanas van a dar un vuelco a lo que conocíamos hasta ahora», anuncia.

Fotointerpretación de la planta de la primitiva Complutum según la ortoimagen del IGN tomada en 2009 (Azcárraga, 2015).

Aflorar la Complutum del cerro

Detrás de estas investigaciones se encuentra el Ayuntamiento de Villalbilla, que se ha sumado a la ilusión de los arqueólogos para que «esta 'Complutum' del cerro aflore y sea puesta en valor como la Complutum del valle», según afirma el alcalde, Antonio Barahona.

El consistorio ha firmado un convenio con la Asociación Proyecto Primitiva Complutum-San Juan del Viso y apoya con una subvención anual sus estudios. Además, ha enviado al Ministerio de Defensa un protocolo para alcanzar un acuerdo de colaboración que asegure la continuidad de las excavaciones en los terrenos que son propiedad del Ministerio y va a solicitar una reunión con la consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, para impulsar las acciones necesarias para excavar en el campo de cultivo que actualmente es particular.

«En la parte de la propiedad privada es donde queremos que entre la Comunidad de Madrid. De ahí la reunión con la consejera, con el ánimo de ver de qué manera podemos avanzar en ese sentido. Hemos contactado con la propiedad, pero no está muy colaborativa aunque sabe lo que hay y que tarde o temprano habrá que entrar», subraya Barahona.

En el futuro confían en acondicionar las ruinas de un antiguo polvorín militar para convertirlo en centro de recepción de visitantes a medida que avancen las excavaciones. Los próximos pasos se encaminarán a excavar en la zona sondeada por el georradar que parece ser una zona residencial. «Puede ser muy interesante conectar la calle principal, el cardo máximo, con lo que parece ser la ampliación sur de una ciudad que, aunque estuvo pocos años en uso, nos está dando una información sorprendente», señala Ruiz Taboada.

Fotografía aérea en la que se muestra el perfil del teatro.

El teatro, casi completo

El acceso más fácil al agua y la importancia que fue adquiriendo el valle del Henares en las comunicaciones, entre otros motivos, empujó a los habitantes de Primitiva Complutum a abandonar la ciudad a finales del siglo I d.C. y trasladarse al llano. La antigua urbe fue utilizada como cantera para la nueva Complutum que llegaría a extenderse hasta las 50 hectáreas. Se llevaron los sillares, las tejas, restos de pavimentos… todo lo que pudieron para reutilizarlo abajo. Solo el teatro, excavado en la roca, pudo permanecer activo algún tiempo después. Existe un camino que lo conecta con la ciudad del llano. «Aunque la población se trasladara a la 'Complutum' de abajo, el teatro, que era un edificio muy importante como para volver a construirlo abajo, pudo seguir en uso aunque no sabemos hasta cuándo porque no hemos podido excavar aún en esa zona», remarca Azcárraga, convencida de que aún se conserva en gran parte.

Para Ruiz Taboada, la existencia de este teatro denota la relevancia de esta urbe que «geoestratégicamente debió formar parte de las campañas romanas del interior». A su juicio, «todos los datos recabados hasta haora confirman que existe una 'Primitiva Complutum', que la de abajo no es otra cosa que un traslado por circunstancias políticas, económicas y posiblemente también estratégicas, pero que desde luego el centro de toda la romanización de esta zona hay que encontrarlo en este cerro que pertenece al Ayuntamiento de Villalbilla».

Fuente: alcalahoy.es | 27 de junio de 2021

Descubren un castillo enterrado de hace 2.800 años de una extraña civilización en Turquía

Un castillo de Urartian del siglo VIII o IX a. C. similar al que se encontró recientemente en el este de Turquía. Wikimedia Commons.

Urartu fue parte de los dominios asirios hace miles de años. Como una potencia económica y militar, conocida por sus tácticas impías de expansión territorial, alzaron poderosas fortalezas en torno a sus centros de poder. 2.800 años después de la caída del Imperio Asirio, un equipo de arqueólogos encontró un castillo enterrado al este Turquía. Sospechan que pueda ser uno de los últimos vestigios de esta civilización antigua.

Un castillo enterrado entre varias fronteras

Así como otras civilizaciones poderosas en la Antigüedad, los asirios construyeron zigurats para establecer una relación entre lo divino y lo político. Se conformaron como una teocracia militar, que les llevó a su esplendor en poco tiempo. Urartu fue la ciudad en donde los caballos de la artillería se compraban para jalar los carros de los primeros arqueros.

Arqueólogos turcos junto a los restos del castillo descubierto en Gurpinar - Universidad Van Yuzuncu Yil.

Entre otras habilidades bélicas, los asirios se destacaron por tener arqueros impecables. Por esta razón, Urartu se convirtió en un pivote geopolítico. Además de colindar con otros reinos, era donde se conseguían las más excelentes bestias de batalla. De acuerdo con los medios locales, las ruinas quedaron sepultadas debajo de las montañas en la actual frontera turca con Irán y Armenia.

El proyecto de investigación está siendo financiado por la Universidad Van Yuzuncu Yil. Se estima que el castillo enterrado entre las montañas se remonte a los siglos IX y VII a. C., aproximadamente, y que fue utilizado principalmente durante la Edad Media. Con todo lo anterior, el arqueólogo Rafet Çavuşoğlu, líder del estudio, destacó que “este castillo es un descubrimiento muy importante para nosotros” , en una nota difundida por la Universidad Van Yuzuncu Yil.

Una fortaleza a 6 metros de profundidad

Los vestigios arqueológicos del castillo enterrado fueron encontrados a varios metros por debajo de la superficie montañosa. En el interior se encontró una cisterna con 6 metros de profundidad por 6 de largo, y aproximadamente 2 metros de diámetro. De la misma manera, se hallaron piezas cerámicas y restos de herramientas de piedra caliza y arenisca.

Hacia el siglo VII a.C., la civilización desapareció por completo. Quizás como resultado de una invasión extranjera. A pesar de que se han rastreado múltiples casualidades, no se tiene certeza del porqué Urartu fue abandonada, casi de la nada. No fue hasta el siglo XIX que empezaron los trabajos de excavación y se encontraron los primeros indicios de presencia humana milenaria en el sitio.

Durante su esplendor, la ciudad contó con megaproyectos arquitectónicos. Canales de irrigación y templos ornamentados con leones se encontraban entre los más notorios. Así como Urartu, diversas metrópolis se extinguieron debajo de las montañas en el Medio Oriente. Algunas de ellas fueron devastadas por los terremotos que azotan la región con frecuencia. Sin embargo, el castillo enterrado de Turquía promete ser un descubrimiento que atraiga nuevos motivos para el turismo y la cultura al país.

Fuentes: ngenespanol.com | yyu.edu.tr | 24 de junio de 2021

Sorprendente e histórico hallazgo: la primera víctima de peste fue un cazador de hace 5.000 años

Los huesos del cráneo del hombre enterrado en Rinnukalns, Letonia, hace unos 5.000 años. Crédito: Dominik Göldner, BGAEU, Berlín.

La pandemia de peste negra, a mediados del siglo XIV, está considerada como la mayor catástrofe de la historia. Según el historiador Ole J. Benedictow, especialista en el estudio de las grandes plagas medievales, alrededor de 50 millones de personas —el 60% de la población— murieron en Europa a consecuencia de la contagiosa y mortífera enfermedad en un periodo inferior a una década. Pero su embrión, la bacteria Yersinia pestis, ya circulaba por los organismos humanos desde mucho antes.

Un equipo de científicos alemanes y de otros centros europeos ha descubierto la variante más antigua de la Yersinia pestis en los restos óseos de un cazador-recolector enterrado hace 5.000 años en la actual Letonia, en el yacimiento de Rinnukalns, situado en las inmediaciones de un río que desemboca en el mar Báltico. Aunque se trata de una mutación probablemente menos infecciosa y letal que la de la Edad Media, los investigadores consideran que fue la posible causa de la muerte del hombre debido a la cantidad de bacterias que han arrojado los análisis de su ADN.

El cadáver del individuo, de entre 20-30 años y al que se ha denominado RV 2039, fue hallado en el yacimiento letón, en el que abundan las conchas de agua dulce y las espinas de pescado, en 1875 por un arqueólogo amateur. En esa primera excavación se identificó una segunda tumba en la que se había inhumado a una mujer de entre 12-18 años. Ambos cuerpos fueron enviados a Berlín para su estudio. Debido al convulso y destructivo siglo XX, los restos se dieron por perdidos, hasta que reaparecieron en 2011 en los almacenes de la Sociedad de Antropología, Etnología y Prehistoria de Berlín.

La mandíbula del hombre que fue enterrado en Rinnukalns, Letonia, hace unos 5.000 años. Crédito: Dominik Göldner, BGAEU, Berlín.

Este redescubrimiento provocó una nueva campaña de excavaciones en Rinnukalns, que se saldó con el hallazgo de dos tumbas más: un hombre adulto y un neonato, también enterrados de forma individual. Los análisis de radiocarbono han confirmado que los cuatro individuos pertenecían al mismo grupo de cazadores-recolectores que habitó en asentamientos más o menos permanentes en las orillas del río Salaca hace cinco milenios. Pero el principal objetivo del proyecto era secuenciar sus genomas a través del estudio de dientes y huesos e identificar los patógenos que invadieron sus organismos.

Los investigadores no solo descubrieron que la bacteria de la peste estaba presente en los restos de RV 2039, sino que al compararla con otras variantes prehistóricas, se dieron cuenta de que era la más antigua de todas. "Lo más sorprendente es que hemos podido retrasar 2.000 años la aparición de la 'Yersinia pestis' en relación con lo que sugerían varios estudios publicados anteriormente", destaca Ben Krause-Kyora (izquierda), director del Laboratorio aDNA de la Universidad de Kiel y uno de los firmantes del estudio, recién publicado en la revista científica Cell Reports.

Según explican los investigadores, la bacteria de la peste identificada en el adulto del yacimiento letón probablemente fue parte de una secuencia que surgió hace unos 7.000 años, durante los primeros compases del Neolítico, solo unos siglos después de que la Yersinia pestis se separase de su predecesora, la Yersinia pseudotuberculosis.

Teorías en jaque

¿Por qué la cepa de hace 5.000 años fue mucho menos mortífera y contagiosa que la de la Edad Media? Los científicos ofrecen varias respuestas al respecto. La primera es que dicha variante no contenía el gen que permitió que las pulgas actuaran como propagadoras de las plagas con sus picotazos, provocando los espantosos bubones de pus. Una segunda explicación es que tampoco se contagiaría por el aire: los otros tres individuos analizados fueron enterrados muy cerca de RV 2039, a quien se brindó una sepultura cuidadosa.

La bacteria, por lo tanto, probablemente se transmitió directamente a través de la picadura de un roedor infectado y no se propagó más allá de la persona infectada. "Casos aislados de transmisión de animales a personas podrían explicar los diferentes entornos sociales donde se descubren estos antiguos humanos enfermos", apunta Krause-Kyora, citando otras investigaciones que han documentado en gentes prehistóricas (Neolítico y Edad del Bronce) de Suecia, Lituania y Estonia la citada bacteria. "Lo vemos en sociedades que son pastores de la estepa, cazadores-recolectores que están pescando y en comunidades de agricultores, entornos sociales totalmente diferentes pero siempre con presencia espontánea de casos de 'Yersinia pestis'".

El sitio de Riņņukalns, un basurero de conchas de la Edad de Piedra a orillas del río Salaca cerca de la salida del lago Burtniek. Crédito: Harald Lübke, ZBSA, Schloss Gottorf.

Los resultados de esta investigación —que la peste comenzó siendo una enfermedad de desarrollo lenta y poco contagiosa— son importantes porque discuten algunas teorías, a priori robustas, sobre el desarrollo de la civilización humana en Europa y Asia. Por ejemplo, que la reducción de la población occidental a finales del Neolítico fue consecuencia de enfermedades infecciosas como la peste. Una hipótesis que se tambalea de confirmarse los hallazgos de este trabajo.

También discuten que el foco de expansión de esta bacteria se concentró en grandes ciudades, de más de 10.000 personas, en las inmediaciones del mar Negro. El caso del cazador-recolector de Letonia, que habitaba en una pequeña comunidad, ofrece un escenario totalmente distinto.

Fuente: elespanol.com | 29 de junio de 2021