El triente del rey visigodo Recaredo I se exhibirá en el Museo Arqueológico de Asturias

El triente hallado en el castillo de Gauzón (Castrillón, Asturias).

La moneda, hallada en el yacimiento del castillo de Gauzón en 2013, data del siglo VI y es un vestigio único de la influencia posromana en España

Mientras el castillo de Gauzón vuelve a demostrar este verano su potencial como recurso turístico y cultural, una parte de su potencial histórico pronto se propagará más allá de las fronteras de Castrillón. El Ayuntamiento está ultimando los detalles para ceder al Museo Arqueológico de Asturias el triente visigodo del rey Recaredo I, una moneda acuñada a finales del siglo VI y que, desde su hallazgo en 2013, permanece en dependencias municipales. Una vez consumada la entrega, la pieza se exhibirá en las instalaciones que el museo administra en Oviedo.

Razones para ello no faltan. El triente constituye un elemento fundamental para entender la historia del actual municipio es los siglos inmediatamente posteriores al fin de la influencia de Roma en Europa. Fue elaborada en la ceca de Cesaracota, en la actual Zaragoza, entre los años 586 y 601, periodo durante el que Recaredo I ejerció como monarca del pueblo visigodo en la antigua Hispania. Hijo del célebre caudillo Leovigildo, su reinado vio la definitiva unificación religiosa entre las poblaciones hispanorromana y visigoda, plasmada en el III Concilio de Toledo.

El Peñón de Raíces, donde se asentaba el castillo de Gauzón.

A la espera de que, en los próximos días, María Antonia Pedregal, directora del museo, recoja el triente, para la concejala de Turismo, Mar González, la cesión «es una muy buena noticia. Creo que el Arqueológico es el lugar que le corresponde para que tanto los castrillonenses, como todas las personas, conozcan una pieza tan importante y a la que le tenemos tanto cariño».

Fuentes: elcomercio.es | lavozdeasturias.es | 30 de julio de 2022

Encuentran una plaqueta del Paleolítico con grabados de hace 14.000 años en la Cova Gran de Santa Linya, Lérida

Foto: La plaqueta documentada en el yacimiento de la Cova Gran de Santa Linya, Lérida.

Una plaqueta de hace unos 14.000 años ha sido hallada por un equipo del Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en el abrigo de la Cova Gran de Santa Linya (Avellanes-Santa Linya, Lérida). Se trata de la primera pieza artística del Paleolítico Superior identificada en el Prepirineo catalán.

En concreto, los investigadores han podido documentar inscripciones en ambas caras: en el anverso una cabra en actitud de erguirse representada "mediante un truco visual"; mientras que en el reverso, el artista reprodujo un "logo" del yacimiento, un paisaje que combina la silueta de la bóveda del abrigo y el cauce del torrente de Sant Miquel a sus pies.

El objeto se suma al limitado conjunto de piezas singulares del Paleolítico Superior existente en Cataluña y contribuye a la reflexión sobre la existencia de un "nuevo estilo" desarrollado por las primeras poblaciones cazadoras-recolectoras del nordeste de la península ibérica, según han detallado los prehistoriadores en un comunicado.

"Esta representación artística identifica un nuevo elemento singular que viene a sumarse al rico y amplio registro arqueológico que en los últimos veinte años está proporcionando la investigación en este yacimiento, clave en el actual desarrollo de la arqueología de Cataluña", ha señalado Rafael Mora (izquierda), director del CEPArq y catedrático del Departamento de Prehistoria de la UAB, durante la presentación del hallazgo este jueves en el Museo de Lérida.

El descubrimiento de la plaqueta se ha realizado en el mismo sector de la excavación donde se halló el esqueleto parcial de la Homo sapiens, Linya, la mujer de la Noguera, pero en un nivel de ocupación que se originó unos siglos antes. La pieza ha salido a la luz en un contexto que conservaba materiales orgánicos, datados mediante análisis de radiocarbono hace 14.000 años. Esta nueva información permitirá comparar estos grabados con otras plaquetas de otros yacimientos cuyo periodo de realización exacto se desconoce o se fija en rangos temporales más amplios.

Imagen de la plaqueta y sus grabados. CEPArq-UAB.

Simbolismo

La plaqueta se hizo sobre una roca margo-calcárea, un material que no aparece en la Cova Gran, por lo que debió ser transportado hasta el abrigo. Sus dimensiones son de 11 centímetros de largo por 8 de ancho y en la superficie el equipo de investigación ha identificado un conjunto de trazos intencionados formado por múltiples líneas finas y espesas, probablemente realizadas con uno o varios instrumentos de sílex.

Su restauración y posterior estudio, para el que se ha contado con la colaboración de Rafael Martínez Valle (izquierda), investigador especialista en Arte Prehistórico del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación de Bienes Culturales de la Generalitat Valenciana (IVCR+i), han permitido reconstruir las composiciones que aparecen en ambas caras, que sorprenden por su simpleza y esquematismo.

Los grabados reproducen figuras de un alto contenido simbólico para los primeros pobladores del nordeste peninsular: "Hay elementos y recursos visuales con los que narrar historias o concretar espacios que denotan que la persona o personas que los ejecutaron eran inteligentes y técnicamente diestras, y que combinando escasas líneas eran capaces de generar visualizaciones con un alto contenido empático que hemos podido descodificar miles de años después", ha destacado el investigador Jorge Martínez-Moreno (derecha, CEPArq-UAB)

Foto: Cara A con las figuras superpuestas remarcadas en color.

La cara A muestra numerosos trazos distribuidos por la superficie de la roca, lo que ha dificultado la lectura de la composición que contiene. Sin embargo, tras un escaneado 3D junto con otras técnicas visuales, se reconoce una primera figura, a partir de lo que parece una pequeña cara de perfil sobre la que se asienta una imponente cornamenta.

A partir de la cabeza, un grueso trazo diseña las líneas del lomo y vientre, al que se adosan varios apéndices que corresponden con las extremidades. Esta disposición sugiere un animal en reposo y los grandes cuernos que exhibe identifican a un macho de bucardo, la cabra propia del Pirineo extinta desde el año 2000. Además, se ha podido determinar que, aprovechando algunos surcos de esta composición, se trazaron nuevas líneas que configuran otra figura que se superpone sobre la anterior.

Representación de la cara B de la plaqueta e imagen de la Cova Gran.

Los grabados de la cara B se escoran hacia uno de los bordes del soporte, con un amplio vacío dejado premeditadamente. A partir de escasos surcos, un gran trazo cóncavo que en su base se cierra por dos líneas paralelas quebradas configuran lo que los investigadores consideran la primera representación del paisaje de la Cova Gran, que combina la silueta de la bóveda del abrigo y el cauce del torrente de Sant Miquel a sus pies.

De las figuras esquemáticas, intencionalmente reducidas a simples trazos, derivan mensajes sorprendentes, según el equipo de investigación: "El truco visual utilizado en el dibujo del bucardo, al superponer dos figuras, expresa un movimiento captado con gran pericia y de gran singularidad, muy raramente utilizado en grabados sobre piedra; y la representación de la propia Cova Gran, al combinar una curva y dos líneas quebradas, recrea un paisaje importante para esas gentes con una economía de trazos que recuerda el diseño de un logotipo actual".

Foto: El investigador del CEPArq-UAB, Rafel Mora, observa la plaqueta encontrada en la Cova Gran de Santa Linya, junto al presidente de la Diputación de Lérida, Joan Talarn, y el director del Museo de Lérida y otras autoridades.

Para los investigadores del CEPArq-UAB y del IVCR+i interpretar los grabados conservados en la plaqueta recuperada en la Cova Gran de Santa Linya ha sido un gran desafío y "su estudio y el de otras representaciones similares abre nuevas vías para explorar una tradición artística ancestral poco conocida y que se antoja muy rica".

Martínez-Moreno ha recordado que "Pablo Picasso, el gran visionario del nuevo arte del siglo XX, afirmaba que había necesitado toda una vida para aprender a pintar como un niño, una aseveración que subraya que estas grafías prehistóricas, aparentemente simples, están impregnadas de un aire de modernidad presente en nuestra cotidianeidad, que se puede rastrear en el discurso del arte contemporáneo y se consolida en el lenguaje del cómic".

Fuente: elespanol.com | 28 de julio de 2022

Los europeos prehistóricos consumían leche animal milenios antes de poder digerirla

Panorámica del yacimiento de El Portalón de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca, del que se han recuperado cerámicas con restos de grasas lácteas y, del mismo tiempo, huesos de humanos intolerantes a la lactosa. Eneko Iriarte.

Durante cientos de miles de años, los humanos adultos no podían digerir la leche. Su organismo no la metabolizaba correctamente al no disponer de una enzima (la lactasa), que permite absorber la lactosa, el principal carbohidrato de origen lácteo. Sin embargo, hace unos pocos milenios (el momento exacto varía según la región) los europeos empezaron a consumir productos lácteos. También se produjo una mutación genética permitiendo la persistencia de la lactasa después del destete. La ciencia consideraba estos dos procesos como uno de los mayores ejemplos de convergencia evolutiva: el consumo de un líquido con tantos nutrientes era una ventaja si disponías de la capacidad de asimilarla. Ahora, uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha muestra que no hubo tal convergencia. El trabajo, que ha analizado miles de cerámicas con restos de lácteos y el ADN antiguo de centenares de humanos prehistóricos, concluye que los europeos consumían leche mucho antes de poder digerirla.

Durante su evolución, los homínidos, pero también el resto de mamíferos de los que se tiene información, perdieron la capacidad de producir lactasa tras el destete. Para la naturaleza parecería la mejor solución a fin de favorecer la supervivencia de la especie, con unos niños dejando su puesto para la siguiente generación. Es una de las características básicas del Neolítico, los humanos corrigieron los designios naturales. La domesticación de varios animales debió ser primero por su carne. Pero, tal y como muestran muchos yacimientos, poco a poco se fue introduciendo el consumo de leche. Las primeras pruebas de su consumo se han encontrado en Anatolia (Turquía) hace más de 9.000 años. Este fue uno de los focos de llegada de la cultura neolítica, con su sedentarización, agricultura y ganadería, hasta Europa. Y ya hace unos 6.000 años, los habitantes de las islas Británicas, consumían lácteos.

Más de un centenar de investigadores han elaborado una especie de mapa de la leche de Europa. Liderados por el profesor Richard Evershed (izquierda), de la Universidad de Bristol, reunieron una base de datos con casi 7.000 restos de grasas animales detectados en miles de fragmentos de cerámica de 554 yacimientos de Anatolia, Oriente Próximo y Europa. Publicado hoy en la revista científica Nature, el mapa muestra cómo los lácteos se fueron extendiendo al ritmo marcado por la propia expansión de la cultura neolítica. Aunque hubo retrocesos y zonas donde la ingesta desaparece en un punto, para reaparecer siglos después, la corriente parece clara: llegada hasta Europa por el sur mediterráneo, con una posterior expansión por la franja atlántica del continente europeo, llegando ya hace unos 3.000 años a las regiones nórdicas.

Uno de los puntos de ese mapa es El Portalón de Cueva Mayor, en la sierra de Atapuerca (Burgos). Allí, el estudio de centenares de fragmentos de cerámicas en cuyos poros quedaron atrapados minúsculas cantidades de ácidos grasos ha ayudado a saber qué comían y bebían los prehistóricos. Eneko Iriarte (derecha), del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos y coautor del estudio de Nature, destaca la amplitud temporal del yacimiento de El Portalón. “El consumo de leche se detecta desde el Neolítico, hace unos 7.400 años y, con el tiempo, la cantidad y variedad de productos lácteos van aumentando”, dice.

Sin embargo, también El Portalón ayuda a desmontar la teoría de que el consumo de leche y la persistencia de lactasa iban de la mano. En 2014, un estudio del ADN de 18 individuos neolíticos hallados en este yacimiento mostró que ninguno tenía la variación genética (alelo) que permite la producción de la enzima más allá de la niñez. De hecho, la presente investigación publicada en Nature ha analizado el ADN antiguo de 1.786 humanos prehistóricos de Asia y Europa para dibujar la emergencia y trayectoria del nuevo alelo. “A comienzos del Neolítico todos eran intolerantes”, recuerda Iriarte. La proyección de la persistencia de la lactasa sigue una gráfica en forma de S mayúscula (conocida como función sigmoidea): durante milenios eran una minoría los prehistóricos que podían beber leche sin tener dolor de barriga, flatulencias o diarrea. Solo en torno a hace 4.000-3.000 años, la curva explota hacia arriba y así se ha mantenido hasta hoy en el que un tercio de la población mundial, la mayoría de origen europeo o del Próximo Oriente, puede beber leche sin problemas.

Variación regional en el uso de la leche en la Europa prehistórica. Los círculos indican las frecuencias observadas en las ubicaciones de la fase del sitio. La amplia línea de sureste a noreste de saturación de color al comienzo del período Neolítico ilustra un sesgo de muestreo hacia la evidencia más temprana del uso de la leche. La heterogeneidad sustancial en la explotación lechera es evidente en toda Europa continental. Por el contrario, las Islas Británicas y el oeste de Francia mantienen una disminución gradual a lo largo de 7000 años después de la primera evidencia de leche alrededor del año 550. Tenga en cuenta que la interpolación puede colorear algunas áreas (particularmente islas) para las que no hay datos en la actualidad.

Que hubiera varios milenios de diferencia entre el consumo significativo de lácteos y la generalización de la capacidad de digerir la lactosa supone, para los autores de esta investigación, que se caiga la idea de la convergencia evolutiva. “El consumo de leche es un requisito necesario, pero la persistencia de la lactasa necesita de otros procesos”, sostiene Iriarte. ¿Cuáles? Hace unos años dominaba la hipótesis de la asimilación del calcio. En su versión resumida, contar con la enzima también de adultos favorecería el aporte de vitamina D y calcio (y su absorción) a aquellos que no tenían la fuente más natural de fijación: la acción de la radiación solar sobre la piel. Sin embargo, esto podría valer para los europeos del norte, pero en el sur no había problemas de horas de sol. En España, por ejemplo, hasta dos tercios de la población actual produce lactasa durante toda su vida.

El trabajo de 2014 con 18 individuos de El Portalón acaba con una última frase que entonces podría parecer una hipótesis aventurada: “En condiciones de hambruna, las consecuencias del alto consumo de alimentos con lactosa en individuos sin persistencia de la lactasa (particularmente diarrea) serían más severas que en individuos sin persistencia de la lactasa bien nutridos, lo que quizás llevase a elevadas, aunque ocasionales, diferencias de selección”. Es decir, no se trataría tanto de que la mutación genética ofreciera una ventaja en general a los que la portaban, sino que los intolerantes a la lactosa tenían menos posibilidades de salir adelante cuando venían mal dadas.

El catedrático de la Universidad de Burgos, José Miguel Carretero (izquierda), fue coautor de aquel estudio de 2014 y también firma el actual de Nature. “Entonces vimos que los neolíticos de El Portalón eran intolerantes y que ya no lo eran en la Edad del Bronce [hace entre 4.000 y 3.000 años]. Pero teníamos pocos datos. Era una hipótesis, pero ahora parece que fue un proceso global”, dice Carretero. Tal y como lo ven ellos, en vez de una sinergia positiva entre el consumo de leche y los efectos beneficiosos de consumir un líquido tan rico, como relativamente libre de patógenos, la relación entre este consumo y la persistencia de la lactasa era de otro tipo. En un contexto proclive a las crisis: primeros asentamientos convertidos en objetivos de ataques, convivencia con los animales y sus zoonosis, escasez de recursos..., la salud se vería comprometida de forma esporádica y, en esos momentos, la leche sería un recurso vital para todos, menos para los intolerantes.

“Si estás sano, eres intolerante a la lactosa y bebes mucha leche cruda, puedes tener algunos calambres, tal vez algo de diarrea, y tendrás gases. No será agradable, y puede ser embarazoso, pero no te vas a morir por ello. Sin embargo, si estás mal nutrido, y, por tanto, debilitado, y además tienes diarrea por tomar mucha leche cruda, entonces tienes problemas que ponen en peligro tu vida”, concluye Carretero.

Al principio, la leche de animales como las cabras se consumía convirtiéndola en productos como el queso.

Para defender el papel que tuvieron el hambre y la enfermedad, los autores del estudio relacionaron sus dos mapas, el de consumo de leche y el de la persistencia de la lactasa, con otros eventos y fenómenos como crisis climáticas, hambrunas conocidas, colapsos de la producción agraria... Y vieron que había una relación directa entre estos momentos de crisis y el aumento en el consumo de leche.

En una nota colectiva, los autores concluyen: “En estas condiciones, consumir leche habría resultado en un aumento de las tasas de mortalidad, siendo especialmente vulnerables las personas que carecen de persistencia de lactasa. Esta situación se habría exacerbado aún más en condiciones de hambruna, cuando aumentan las tasas de enfermedad y desnutrición. Esto llevaría a que los individuos que no portan una copia de la variante del gen de persistencia de la lactasa tuvieran más probabilidades de morir antes o durante sus años reproductivos, lo que elevaría la prevalencia de la persistencia de la lactasa en la población”.

Fuentes: elpais.com | elespanol.com | 27 de julio de 2022

Los cerebros de los neandertales evolucionaron de manera diferente al de los humanos modernos

El estudio implica que algunos aspectos de la evolución y la función del cerebro humano moderno pueden ser independientes de su tamaño.

Los neandertales son los parientes más cercanos de los humanos modernos. Por lo tanto, las comparaciones con ellos pueden proporcionar información fascinante sobre lo que hace que los humanos de hoy en día sean únicos, por ejemplo, con respecto al desarrollo del cerebro.

El neocórtex, la parte más grande de la capa externa del cerebro, es exclusivo de los mamíferos y crucial para muchas capacidades cognitivas. Su tamaño se expandió durante la evolución humana en especies ancestrales tanto de los neandertales como de los humanos modernos, lo que dio como resultado que ambos tuvieran cerebros de tamaños similares. Sin embargo, casi nada se sabe acerca de cómo los cerebros humanos modernos y los neandertales pueden haber diferido en términos de desarrollo y función.

Investigadores del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética (MPI-CBG) en Dresden, y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA ) en Leipzig, han descubierto, en un estudio publicado en Science Advances, que las células madre neurales, las células de las que derivan las neuronas en el neocórtex en desarrollo, dedican más tiempo a preparar la división de sus cromosomas en los humanos modernos que en los neandertales. Esto da como resultado menos errores cuando los cromosomas se distribuyen en las células hijas en los humanos modernos que en los neandertales o los chimpancés, y podría tener consecuencias sobre cómo se desarrolla y funciona el cerebro. El estudio realizado está encaminado a mostrar las diferencias celulares en el desarrollo del cerebro entre los humanos modernos y los neandertales.

Después de que los ancestros de los humanos modernos se separaron de los neandertales y los denisovanos (sus parientes asiáticos), alrededor de cien aminoácidos (los componentes básicos de las proteínas en las células y tejidos), cambiaron en los humanos modernos y se extendieron a casi todos los de su linaje. El significado biológico de estos cambios es en gran parte desconocido. Sin embargo, seis de esos cambios de aminoácidos ocurrieron en tres proteínas que juegan un papel clave en la distribución de los cromosomas (los portadores de información genética) en las dos células hijas durante la división celular.

Lado izquierdo: imagen microscópica de los cromosomas (en cian) de una célula madre neural humana moderna de la neocorteza durante la división celular. Lado derecho: mismo tipo de imagen, pero de una célula donde tres aminoácidos en las dos proteínas KIF18A y KNL1, han sido cambiadas del humano moderno a las variantes neandertales. Estas células 'neandertalizadas' muestran el doble de errores de separación cromosómica (flecha roja). / FELIPE MORA-BERMÚDEZ / MPI-CBG.

Los efectos de las variantes humanas modernas en el desarrollo del cerebro

Para investigar la importancia de estos seis cambios para el desarrollo del neocórtex, los científicos primero introdujeron las variantes humanas modernas en ratones. Estos animales son idénticos a los neandertales en esas seis posiciones de los aminoácidos, por lo que estos cambios los convierten en un modelo para el desarrollo del cerebro humano moderno.

Felipe Mora-Bermúdez (izquierda), autor principal del estudio, describe el descubrimiento: “Encontramos que tres aminoácidos humanos modernos en dos de las proteínas provocan una metafase más larga, una fase en la que los cromosomas se preparan para la división celular, y esto da como resultado menos errores cuando los cromosomas se distribuyen en las células hijas de las células madre neurales, al igual que en los humanos modernos”.

Para comprobar si el conjunto neandertal de aminoácidos tiene el efecto contrario, los investigadores introdujeron entonces los aminoácidos ancestrales en los organoides del cerebro humano, es decir, en estructuras similares a órganos cerebrales en miniatura que se pueden cultivar a partir de células madre humanas en placas de cultivo celular en el laboratorio y que imitan aspectos del desarrollo temprano del cerebro humano. “En este caso, la metafase se hizo más corta y encontramos más errores en la distribución cromosómica”.

Según Mora-Bermúdez, esto demuestra que esos tres cambios de aminoácidos humanos modernos en las proteínas conocidas como KIF18a y KNL1 son responsables de la menor cantidad de errores de distribución cromosómica observados en los humanos modernos en comparación con los modelos neandertales y los chimpancés.

Y agrega: “tener errores en la cantidad de cromosomas no suele ser una buena idea para las células, tal como se puede ver en trastornos como las trisomías y el cáncer”.

Organoides cerebrales a partir de células madre humanas que tenían un gen de desarrollo editado en la versión que una vez poseyeron los neandertales. J. COHEN / Science.

“Nuestro estudio implica que algunos aspectos de la evolución y función del cerebro humano moderno pueden ser independientes del tamaño del cerebro, ya que los neandertales y los humanos modernos tienen cerebros de tamaño similar. Los hallazgos también sugieren que la función cerebral en los neandertales puede haber sido más afectada por errores cromosómicos que la de los humanos modernos”, resume Wieland Huttner (izquierda), quien co-supervisó el estudio.

Svante Pääbo (derecha), quien también codirigió el estudio, agrega que "se necesitan estudios futuros para investigar si la disminución de la tasa de error afecta a los rasgos humanos modernos relacionados con la función cerebral".

Inteligencia, memoria y aprendizaje

Aun así, el significado biológico que pudieron tener esos cambios en nosotros aún no está claro. Mora-Bermúdez profundiza un poco más: "Hasta donde sabemos, las mutaciones genéticas ocurren de forma aleatoria y, dependiendo del efecto que tengan en un determinado ambiente, pueden ser neutras (no generan ningún efecto, lo cual ocurre en la mayoría de los casos), negativas o, en raras ocasiones, ventajosas. Si son ventajosas, se pasan a la descendencia hasta que todos los individuos de la misma especie las comparten, como ocurrió en este caso con los humanos modernos. Se llama selección natural y es parte de lo que permite la evolución de las especies. Es difícil dar un testimonio definitivo sobre cómo estos cambios a nivel celular pueden habernos ayudado. Necesitamos más estudios para confirmar sus efectos en nuestro día a día y nuestro comportamiento".

Recreación de un neandertal (en primer plano) y un humano moderno (al fondo).

La principal hipótesis que manejan los científicos es que los cambios a nivel celular que han evitado esos errores hayan tenido consecuencias a nivel de comportamiento, por ejemplo, en términos de mejora de la inteligencia, la memoria o el aprendizaje, y no tanto en la prevención de enfermedades y desórdenes neurológicos, aunque no excluyen ninguna posibilidad. De hecho, Mora Bermúdez no descarta que este conocimiento pueda servir para desarrollar fármacos que reduzcan las posibilidades de que las células cometan errores en el marco de determinadas patologías, aunque es "pensar muy a futuro". Por su parte, Huttner señala que "pasar de comprender mejor un mecanismo biológico a convertirlo en tratamientos es muy complejo".

En la siguiente parte de la investigación, que ya está en marcha, colaboran con un instituto de la República Checa especializado en el análisis del comportamiento en ratones para confirmar si realmente esos cambios en los aminoácidos de los humanos modernos han tenido algún efecto en nuestro conducta. "A pesar de que el cerebro de los ratones es más pequeño que el nuestro, también tiene muchas similitudes y puede ser muy informativo, lo que nos permite, en cierto modo, rastrear y recrear lo que hizo la evolución", declara Mora Bermúdez.

Fuentes: Max Planck Institute | elcorreo.com | 29 de julio de 2022

El yacimiento más antiguo de Galicia podría situarse en O Porriño (Pontevedra)

Arqueólogos trabajando en el yacimiento de las Gándaras de Budiño (Pontevedra).

Un equipo de arqueología busca en O Porriño vestigios de los primeros hombres de Galicia. Los investigadores, liderazgos por los arqueólogos Eduardo Méndez-Quintas (Universidad de Vigo) y Manuel Santonja (prestigioso arqueólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana), intervienen en el yacimiento de las Gándaras de Budiño con un objetivo principal: datar con precisión las piezas paleolíticas que esconde la zona de la laguna.

"Los yacimientos de las Gándaras de Budiño siempre fueron referentes en Galicia tras su descubrimiento por Emiliano Aguirre en el año 1961", explicó Eduardo Méndez, "En ese momento los avances científicos no permitían datar con precisión, y el estudio que se hizo determinó que tenía una antigüedad de unos 26.000 años, cuando estimamos que podrían tener una antigüedad que ronda los 300.000 años".

Méndez Quintas recuerda que el yacimiento porriñés, que se descubrió en 1961, «se excavó muy temprano y las técnicas entonces eran muy limitadas. Además, las pruebas de Carbono 14 solo permiten fechar yacimientos de hasta 50.000 años de antigüedad por lo que salían unas fechas muy recientes».

Así, en un plazo estimado de dos meses se tendrán los resultados de las analíticas realizadas a las piezas encontradas en este sondeo que determinarán si el de las Gándaras de Budiño es el yacimiento más antiguo de Galicia.

La intervención, que se extenderá hasta el domingo, continúa con los sondeos y está obteniendo resultados muy valiosos e inesperados ya que, como apunta el director del equipo, no es habitual encontrar tal densidad de piezas y a ese nivel de superficie en yacimientos ibéricos.

Fuentes: elespañol.com | lavozdegalaicia.es | 27 de julio de 2022

Hallan en Israel una moneda romana con la representación de la diosa Luna y el emperador Antonino Pío

La foto muestra una cara de una moneda de bronce de hace casi 1.850 años hallada frente a la ciudad costera de Haifa, exhibida por la Autoridad de Antigüedades de Israel en Jerusalén, martes 26 de julio de 2022. (Tsafrir Abayov / Associated Press)

Una rara moneda de bronce de hace 1850 años "extremadamente bien conservada" con un signo zodiacal y una imagen que representa a la diosa romana Luna fue descubierta en la costa de Israel, informó la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA).

La pieza con el retrato de la diosa Luna sobre el signo zodiacal de Cáncer en un lado y la cabeza del emperador romano Antonino Pío en el otro, fue hallada frente a la ciudad costera de Haifa, al norte del país.

"Se trata de la primera vez que se encuentra una pieza de este tipo en la costa de Israel", indicó el lunes Jacob Sharvit (izquierda), director de la Unidad de Arqueología Marina de la Autoridad de Antigüedades de Israel en un comunicado.

"Se hallaba en un pequeño botín"con otras piezas", contó a la AFP Sharvit, quien agregó que las circunstancias del descubrimiento indican que hubo un naufragio cerca.

“Estos hallazgos, perdidos en el mar y desaparecidos durante cientos y miles de años, se han conservado notablemente bien”, agregó Sharvit.

"Estas piezas han sido extremadamente bien conservadas, y algunas son realmente muy raras. Su hallazgo completa partes del rompecabezas histórico del pasado del país", explicó Sharvit.

Foto

La moneda de la diosa romana fue acuñada bajo el mandato de Antonino Pío (138-161 d.C.) en Alejandría, Egipto. Es parte de una serie de 13 monedas cada una con uno de los 12 signos del zodíaco más otra que contiene el zodíaco entero, según la IAA.

Además, la pieza lleva la inscripción "año ocho", correspondiente al octavo año del reinado del emperador, marcando el apogeo de la Pax Romana, un período de relativa calma en el Imperio Romano.

A diferencia de sus predecesores, Antonino Pío no fue soldado y nunca participó en ninguna batalla. "Construyó templos, teatros, magníficos mausoleos y promovió la ciencia y la filosofía", concluyó la IAA.

Fuente: el-mexicano.com.mx | 26 de julio de 2022

Descubren huellas humanas, de hace posiblemente unos 12.000 años, en el desierto de Utah

Las huellas descubiertas en un sitio arqueológico están marcadas con una bandera en el campo de pruebas y entrenamiento de la Fuerza Aérea en Utah (EE.UU).

Huellas humanas que se cree que datan del final de la última Edad de Hielo han sido descubiertas en las salinas del Campo de Pruebas y Entrenamiento de la Fuerza Aérea en Utah (UTTR) por el investigador de Thomas Urban (izquierda), de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Cornell y del Laboratorio Cornell Tree Ring.

Urban, y su colega Daron Duke (derecha), del Grupo de Investigación Antropológica del Far Western, conducían hacia un sitio arqueológico en UTTR cuando Urban detectó lo que parecían ser "huellas fantasmas", huellas que aparecen repentinamente por un corto tiempo, cuando las condiciones de humedad son las adecuadas, y luego desaparecen otra vez.

Deteniéndose para mirar, Urban identificó de inmediato lo que para él era una vista familiar: huellas humanas descalzas, similares a las que investigó en el Parque Nacional White Sands, incluidas las huellas humanas más antiguas conocidas en las Américas.

"Fue un hallazgo verdaderamente fortuito", dijo Urban.

Daron Duke muestra a los visitantes las huellas descubiertas en el campo de pruebas y entrenamiento dela Fuerza Aérea de Utah el pasado 18 de julio.

Los investigadores regresaron al sitio al día siguiente y comenzaron a documentar las huellas, con Urban realizando un estudio de radar de penetración en el suelo de una de las dos huellas visibles. Dado que anteriormente perfeccionó la aplicación de métodos geofísicos, incluido el radar, para obtener imágenes de huellas en White Sands, Urban pudo identificar rápidamente lo que estaba oculto.

“Al igual como fue el hallazgo realizado en White Sands, las huellas fantasma visibles eran solo parte de la historia”, dice Urban. “Detectamos muchas más huellas invisibles con el radar”.

Duke excavó un subconjunto de las huellas, confirmando que correspondían a humanos descalzos y que había huellas adicionales todavía no vistas. En total, se documentaron 88 huellas, tanto de adultos como de niños, que ofrecen información sobre la vida familiar en la época del Pleistoceno.

Una huella marcada con una bandera en el campo de entrenamiento de la Fuerza Aérea de Utah. (crédito: fotografía de US Air Power por R. Nial Bradshaw)

“Con base en las excavaciones de varias huellas, hemos encontrado evidencia de adultos con niños de entre 5 y 12 años de edad”, dice Duke en un comunicado de prensa de la Fuerza Aérea. "Parece que las personas caminaban entre aguas poco profundas, mientras la arena rellenaba rápidamente las huellas dejadas detrás de ellos, tal como se podría experimentar en una playa, pero debajo de la arena había una capa de lodo que mantuvo la huella intacta después del relleno de agua".

"Dado que no ha habido condiciones de humedales en al menos 10.000 años, las cuales podrían haber producido tales rastros de huellas en esta área remota del desierto del Gran Lago Salado, es probable que estas huellas tengan más de 12.000 años", afirma Duke.

Daron Duke dando explicaciones del hallazgo a los visitantes del hallazgo.

Por ahora se están realizando investigaciones adicionales para confirmar el descubrimiento. “Hemos encontrado mucho más de lo que esperábamos”, declara Anya Kitterman (izquierda), Gerente de Recursos Culturales de la Fuerza Aérea para el área, en un comunicado.

Urban estaba trabajando a solicitud de Duke, quien previamente había encontrado dos hogares al aire libre en la UTTR que datan del final de la Edad de Hielo. En uno de estos sitios con hogar, Duke encontró la evidencia más temprana del uso humano del tabaco. Esos hogares estaban a unos 800 metros de las huellas recién descubiertas.

El lugar tiene un significado más amplio, según Urban. “Durante bastante tiempo nos hemos preguntado si existían otros sitios como White Sands, y si el radar de penetración terrestre sería efectivo para obtener imágenes de huellas en lugares distintos a White Sands, ya que era una aplicación muy novedosa de la tecnología”, dijo. "La respuesta ahora a ambas preguntas es sí.'"

El equipo de investigación realizando trabajos de prospección en la zona del hallazgo.

Si bien el enclave de Utah no es tan antiguo, y puede que no sea tan extenso como White Sands, Urban dijo que puede haber mucho más por encontrar.

Fuentes: Cornell University | afmc.af.mil | ksl.com | 26 de julio de 2022