Hallan en Pompeya a dos víctimas más de la erupción del Vesubio, además de cerámica, monedas y esqueletos de mulas

El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, observa, junto a una arqueóloga, uno de los dos cadáveres hallados.

Pompeya acaba de sacar a la luz otra escena más de la tragedia que asoló a la antigua ciudad romana en 79 d.C. Los arqueólogos han descubierto en la llamada casa de los Amantes Castos los cuerpos de dos víctimas más del Vesubio. Pero estos dos individuos, varones de al menos 55 años, no fueron abrasados por los flujos piroclásticos o la nube de ceniza que escupió el volcán, sino por los efectos de un terremoto que acompañó a la erupción: los hombres fueron aplastados por el derrumbe de uno de los muros del edificio, en una zona de la vivienda en desuso en el momento del desastre, probablemente por reformas o reparaciones donde habían tratado de buscar refugio. El esqueleto de uno de ellos levanta un brazo como tratando de protegerse de las piedras que se le vinieron encima.

El hallazgo, anunciado este martes por del Parque Arqueológico de Pompeya y que cuenta con un artículo científico publicado en el Pompeii E-Journal, aporta más detalles sobre las consecuencias de la erupción del Vesubio: sus habitantes no solo fallecieron a causa de los lapilli o pequeños fragmentos de lava, la ceniza y los gases calientes que desprendió el volcán, sino también por los derrumbes que se registraron como consecuencia de los movimientos sísmicos asociados a la explosión.

Una de las víctimas del Vesubio y la estancia en la 'domus' de los Amantes Castos donde se ha descubierto los esqueletos de los fallecidos a consecuencia del terremoto que siguió a la erupción del Vesubio. Foto: Parque Arqueológico de Pompeya.

Los investigadores han explicado en un comunicado que estas dos últimas víctimas han salido a la luz durante unas obras de restauración en la domus de los Amantes Castos, en la Regio IX. Los cuerpos se documentaron tumbados de lado y, según los primeros análisis antropológicos, ambos individuos murieron probablemente a causa de múltiples traumatismos provocados por el derrumbe de algunas paredes de la construcción. El momento exacto del colapso de las paredes, según valoran, habría sido "entre la fase final de sedimentación del lapilli y antes de la llegada de las corrientes piroclásticas que enterraron definitivamente Pompeya".

La otra víctima hallada.

En las excavaciones, durante la extracción de las vértebras cervicales y el cráneo de uno de los individuos, los arqueólogos identificaron restos de material orgánicos, seguramente un trozo de tela, y cinco elementos de pasta de vidrio como cuentas de un collar. También aparecieron seis monedas: un denario de plata de mediados del siglo II a.C., otro del reinado de Vespasiano, y dos sestercios, un as y un cuadrante de bronce, también acuñados en época del citado emperador.

Gabriel Zuchtriegel (izquierda), director del Parque Arqueológico, ha señalado que "las modernas técnicas de excavación nos ayudan a comprender mejor el infierno que destruyó por completo la ciudad de Pompeya en dos días, matando a muchos habitantes: niños, mujeres y hombres. Con análisis y metodologías podemos acercarnos a los últimos momentos de quienes perdieron su vida".

En la estancia donde yacían los cuerpos, que podría tratarse de una zona de servicio, también se han hallado diversos objetos, como un ánfora vertical y una colección de vasijas y cuencos apilados sobre los muros. Los arqueólogos han podido documentar los daños sufridos por las paredes como resultado del terremoto: la situada en el sur de la habitación se derrumbó en parte y golpeó a uno de los hombres, mientras que la sección superior del tabique oeste se desprendió y sepultó al otro individuo.

Restos de cerámica hallada en Casa de los Amantes Castos.

Foto: Una vista de la Casa de los Amante Castos.

"El hallazgo de los restos de dos pompeyanos que tuvo lugar en el contexto de unas obras en la ínsula de los Castos Amantes demuestra cuánto queda por descubrir sobre la terrible erupción de 79 d.C. y confirma la oportunidad de continuar la investigación científica y actividades de excavación", ha destacado por su parte el ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano (derecha). "El yacimiento -ha añadido- es un inmenso laboratorio arqueológico que ha recuperado fuerza en los últimos años, asombrando al mundo con los continuos descubrimientos sacados a la luz y demostrando la excelencia italiana en este sector".

La ínsula de los Castos Amantes está integrada por varias viviendas y una panadería. En el momento de la erupción se encontraba en reparación, como muestran los trabajos para arreglar las instalaciones del agua y la redecoración de la gran sala de la casa de los Pintores, donde se han documentado dibujos preparatorios.

Foto: Escena del beso lánguido de la Casa de los Amantes Castos.

El conjunto lleva su nombre de la decoración de un triclinio con pinturas que representan banquetes en varios momentos del año y el intercambio de un beso lánguido entre dos amantes. En el establo contiguo a la panadería se han hallado esqueletos de mulas utilizadas para cargar y moler trigo en un molino.

Fuente: elespanol.com | youmedia.fanpage.it | 16 de mayo de 2023

Un estudio de ADN muestra patrones migratorios de antiguas civilizaciones mexicanas mucho más complejos de lo esperado

Continuidad poblacional y ascendencia genética fantasma en el México prehispánico. Los individuos antiguos que habitaron la frontera norte de Mesoamérica (NFM) antes y después de un período de sequías severas de 200 años (que se muestra en la línea de tiempo) pertenecen a una población continua. Esto contrasta con una hipótesis anterior que sugería que los cazadores-recolectores de Aridoamérica reemplazaron las poblaciones en el NFM luego del desplazamiento hacia el sur de sus límites con Mesoamérica (líneas sólidas y discontinuas). Los individuos de la Sierra Tarahumara y Cañada de la Virgen muestran ascendencia genética de dos poblaciones fantasma distintas (UpopA y UpopA2).

Antes de la llegada de los europeos, el territorio que hoy en día abarca México fue el hábitat de diversas civilizaciones, una región dividida en dos áreas principales: la desértica Aridoamérica, al norte, donde se asentaron fundamentalmente grupos de cazadores-recolectores; y la verde Mesoamérica, en el centro y al sur, donde florecieron entre 2500 a.C. y 1521 d.C. algunas de las principales sociedades agrícolas del Nuevo Mundo, como los mayas o los aztecas. La distinción entre ambas zonas se ha basado en los rasgos culturales, en las estrategias de supervivencia de estas comunidades y aspectos ecológicos.

Entre los años 900 y 1300 d.C., se registraron una serie de megasequías que duraron décadas y provocaron el desplazamiento hacia el sur la frontera entre ambas zonas, según se aprecia en el registro arqueológicos. Hasta ahora se creía que este cambio climático del llamado Período Cálido Medieval había reconfigurado la demografía de las civilizaciones prehispánicas mediante la sustitución de poblaciones en la frontera norte de Mesoamérica: la migración hacia el sur de los nómadas chichimecas precipitó la caída de algunas de estas sociedades más meridionales y ricas y el abandono de sus ciudades.

Mapa de México que indica la ubicación de los sitios prehispánicos analizados en este estudio (triángulos) y en estudios anteriores (cuadrados) (14 , 15), y las ubicaciones aproximadas de las poblaciones indígenas actuales muestreadas en estudios anteriores (círculos) (14 , 18 , 22 , 36). La línea continua indica la frontera norte de Mesoamérica, con Aridoamérica al norte y Mesoamérica al sur durante los años ~800–900 EC. La línea discontinua indica este límite después del año ~1500 d. C., según (2). Los números junto a los sitios arqueológicos de este estudio indican la cantidad de datos de genoma completo y genomas mitocondriales recuperados por sitio (separados por una coma).

Pero un nuevo estudio genético realizado por un equipo internacional de investigadores y cuyos resultados se han publicado este jueves en la revista Science arroja otra historia diferente: "Los genomas antiguos revelan una conservación de la estructura genética en México durante los últimos 1.400 años y una continuidad poblacional en la frontera norte de Mesoamérica a pesar de las intensas sequías de hace 1.100 años", resumen los científicos.

El trabajo, liderado por Viridiana Villa-Islas (izquierda), de la Universidad Nacional Autónoma de México, perseguía dar una respuesta más precisa a esos cambio sociales que los arqueólogos llevan décadas abordando: ¿las modificaciones del poblamiento fueron producto de una migración o de un proceso de aculturación? Para ello trataron de recuperar ADN de 37 individuos hallados en siete yacimientos del centro de México —en los estados de Querétaro, Michoacán y Guanajuato— y otro ubicado en la Sierra Tarahumara, en esa frontera cambiante entre Aridoamérica y Mesoamérica. Los científicos fueron capaces de obtener información sobre el genoma de 12 de las personas analizadas, datadas entre 600-1351 d.C., a las que se han sumado otros ejemplos publicados previamente.

"Hemos documentado continuidad genética en los individuos antiguos de antes y después del episodio del cambio climático", explican los investigadores. "Esto contradice la hipótesis del reemplazo poblacional por grupos de Aridoamérica en esta región y sugiere que las comunidades locales permanecieron en su tierra natal a pesar de las sequías prolongadas".

Construcción prehispánica en el yacimiento de Toluquilla, en Sierra Gorda, Querétaro. Foto: Elizabeth Mejía.

Añaden que esa continuidad en los sitios estudiados se pudo deber a su emplazamiento favorable a lo largo de las montañas elevadas y húmedas de Sierra Gorda y a que su principal actividad económica fue la minería y el comercio de cinabrio, un mineral con valor sagrado, no la agricultura.

En el estudio, los científicos explican que también han identificado la contribución de dos linajes genéticos "fantasma" no muestreados hasta el momento en las poblaciones prehispánicas del México septentrional y central. "Mientras que la ascendencia genética no mapeada que contribuye al genoma del norte coincide con una población previamente identificada en el actual sur de México, la segunda ascendencia genética fantasma se desconocía previamente", comentan los investigadores.

Yacimiento de Ranas, también en Sierra Gorda, otro de los lugares analizados. María C. Ávila Arcos.

Los nuevos hallazgos, según la valoración de los autores del trabajo, prueban que los acontecimientos demográficos que dieron origen a las poblaciones áridoamericanas y mesoamericanas son más complejos que lo que se pensaba previamente.

"Las rutas comerciales pudieron haber contribuido a un aumento de la movilidad, facilitando el intercambio genético entre varias áreas culturales", escriben en las conclusiones.

Fuentes: elespanol.com | science.org | science.org | phys.org | 11 de mayo de 2023

Hallan evidencias genéticas de migraciones humanas de la Edad del Hielo desde China a las Américas y Japón

Algunas de las primeras personas de la edad de hielo que se aventuraron en América procedían del norte de China. (Crédito de la imagen: SrdjanPav a través de Getty Images)

Los científicos han analizado ADN mitocondrial para rastrear un linaje femenino desde la costa norte de China hasta las Américas. Al integrar el ADN mitocondrial antiguo y contemporáneo, el equipo encontró evidencias de al menos dos migraciones: una durante la última Edad del Hielo y otra durante el período de fusión posterior.

Casi al mismo tiempo que la segunda migración, otra rama del mismo linaje emigró a Japón, lo que podría explicar las similitudes arqueológicas paleolíticas entre las Américas, China y Japón. El estudio aparece en la revista Cell Reports.

"La ascendencia asiática de los nativos americanos es más complicada de lo que se ha venido indicando en el pasado", dice el primer autor Yu-Chun Li (izquierda), antropólogo molecular de la Academia de Ciencias de China. "Además de las fuentes ancestrales descritas anteriormente en Siberia, Australo-Melanesia y el sudeste asiático, mostramos que la costa norte de China también contribuyó al acervo genético de los nativos americanos".

Aunque durante mucho tiempo se asumió que los nativos americanos descendían de los siberianos que cruzaron el efímero puente terrestre del Estrecho de Bering, la evidencia genética, geológica y arqueológica más reciente sugiere que múltiples oleadas de humanos viajaron a las Américas desde varias partes de Eurasia.

Para arrojar luz sobre la historia de los nativos americanos en Asia, un equipo de investigadores de la Academia de Ciencias de China siguió el rastro de un linaje ancestral (denominado haplogrupo Dh4, con una rama en las Américas -D4h3a- y otra en China y Tailandia -D4h3b-) que podría vincular a las poblaciones del Paleolítico de Asia oriental con las poblaciones fundadoras en Chile, Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, México y California. El linaje en cuestión está presente en el ADN mitocondrial, que se puede utilizar para rastrear el parentesco a través de la línea materna.

Fuentes geográficas de datos de ADN mitocondrial empleados en el estudio.

Los investigadores examinaron más de 100.000 muestras de ADN contemporáneas y 15.000 antiguas de toda Eurasia para finalmente identificar a 216 individuos contemporáneos y 39 antiguos pertenecientes al raro linaje mencionado. Al comparar las mutaciones acumuladas, las ubicaciones geográficas y la antigüedad con fechas de radiocarbono de cada uno de estos individuos, los investigadores pudieron rastrear el camino de ramificación del linaje.

Identificaron dos eventos de migración desde la costa norte de China hacia las Américas y, en ambos casos, creen que los viajeros probablemente llegaron en barcazas a América a través de la costa del Pacífico, en lugar de cruzar el corredor interior libre de hielo (que no estaría abierto en ese momento).

Durante el Último Máximo Glacial (hace 26.500 a 19.000 años), los humanos de la Edad del Hielo con el linaje materno D4h3a abandonaron Asia y probablemente cruzaron el puente terrestre de Bering hacia América del Norte. (Crédito de la imagen: Li et al. Cell Reports (2023); (CC BY-NC-ND 4.0))

El primer evento de colonización ocurrió hace entre 19.500 y 26.000 años durante el Último Máximo Glacial, cuando la capa de hielo estaba en su punto más alto y las condiciones en el norte de China probablemente eran inhóspitas para los humanos.

La segunda colonización se produjo durante el posterior período de deshielo o fusión, hace entre 19.000 y 11.500 años. En ese tiempo hubo un rápido aumento en las poblaciones humanas, probablemente debido a la mejora del clima, lo que pudo haber impulsado la expansión a otras regiones geográficas.

Durante la última deglaciación (hace 19.000 a 11.500 años), la gente de lo que ahora es el norte de China probablemente viajó a Japón. (Crédito de la imagen: Li et al. Cell Reports (2023); (CC BY-NC-ND 4.0))

Los investigadores también descubrieron un vínculo genético inesperado entre los nativos americanos y los japoneses. Durante el período de desglaciación, otro grupo partió de la costa norte de China hacia el archipiélago japonés. "Nos sorprendió descubrir que esta fuente ancestral también contribuyó al acervo genético del Japón, especialmente en los indígenas Ainus de la isla de Hokkaidō", dice Li.

Este descubrimiento ayuda a explicar las similitudes arqueológicas entre los pueblos paleolíticos de China, Japón y las Américas. Específicamente, las tres regiones comparten similitudes en la forma en que elaboraron puntas de proyectil con vástago para puntas de flechas y lanzas. "Esto sugiere que la conexión del Pleistoceno entre las Américas, China y Japón no se limitó a la cultura sino también a la genética", dice el autor principal Qing-Peng Kong (izquierda), genetista evolutivo de la Academia de Ciencias de China.

Aunque el estudio se centró en el ADN mitocondrial, la evidencia complementaria del ADN cromosómico Y sugiere que los ancestros masculinos de los nativos americanos también vivieron en el norte de China aproximadamente al mismo tiempo que estos ancestros femeninos.

Este estudio agrega otra pieza al rompecabezas que es la ascendencia de los nativos americanos, pero muchos otros elementos siguen sin estar claros. "Los orígenes de varios grupos fundadores siguen siendo esquivos o controvertidos", dice Kong. "A continuación, planeamos recopilar e investigar más linajes euroasiáticos para obtener una imagen más completa sobre el origen de los nativos americanos".

Tal como apunta Li: "Si bien estos nuevos hallazgos sugieren que este único linaje del norte de China analizado pudo haber contribuido a la ascendencia indígena de los primeros americanos, no representa toda la historia del conjunto de nativos americanos. Investigar otros linajes que muestren conexiones genéticas entre Asia y las Américas podrá ayudar a obtener una imagen más completa de la historia del proceso colonizador de los primeros nativos americanos".

Fuentes: phys.org | livescience.com | 9 de mayo de 2023

Un análisis del esmalte dental proporciona pistas sobre el estilo de vida de cazadores-recolectores neandertales y 'Homo sapiens'

Un diente premolar neandertal del sistema de cuevas de Almonda, Portugal. Crédito: João Zilhão.

En este estudio, los arqueólogos utilizaron una técnica que toma muestras con láser del esmalte y realiza miles de mediciones individuales de isótopos de estroncio a lo largo del crecimiento de una corona dental. Se tomaron muestras de dos neandertales, que datan de unos 95.000 años (cultura Musteriense), y de un humano más reciente que vivió hace unos 13.000 años, durante el período de la cultura Magdaleniense.

Los científicos también observaron los isótopos en el esmalte dental de los animales que se encontraban en el sistema de cuevas. Junto con el estroncio, midieron los isótopos de oxígeno, que varían estacionalmente de verano a invierno. Esto les permitió establecer no solo dónde se encontraban los animales en el paisaje, sino también en qué estaciones estaban disponibles para cazar.

El equipo demostró que los neandertales, que buscaban animales grandes, podrían haber cazado cabras salvajes en el verano, mientras que los caballos, los ciervos rojos y una forma extinta de rinoceronte estaban disponibles durante todo el año a unos 30 km de las cuevas de Almonda. El individuo Homo sapiens del periodo Magdaleniense mostró un patrón de subsistencia diferente, con desplazamientos estacionales de unos 20 km desde las cuevas de Almonda hasta las orillas del río Tajo, y una dieta que incluía conejos, ciervos, cabras monteses y peces de agua dulce.

Territorios modelados utilizados por los individuos de las zonas de Oliveira y Cisterna. La estrella denota el manantial de Almonda. Los puntos rojos indican las localidades de muestreo dentro de las áreas delimitadas donde los lixiviados del suelo produjeron valores de estroncio consistentes con los valores humanos. El área circular modelada para el Musteriense (~600 km 2 ) está delimitada por los puntos (0.7112) y (0.7100) consistentes, y (0.7172), inconsistentes, con los valores del diente humano. El área elíptica modelada para el individuos Magdaleniense (~300 km 2) está acotada por los puntos (0.7095) y (0.7100) consistentes, y (0.7130) y (0.7113), inconsistentes, con los valores del diente humano. A lo largo del tiempo de formación de su esmalte, los dos individuos neandertales recorrieron la cuenca del Tajo y se adentraron en el macizo, mientras que el individuo magdaleniense se desplazó regularmente por un territorio de la mitad de tamaño que no parecería haber incluido el Macizo y corresponde a un terreno a lo largo la margen derecha del río Almonda. Dada la fuente predominantemente vegetal de estroncio en la dieta, nuestros resultados no descartan incursiones de caza fuera de estos rangos, pero también hemos demostrado que las especies de presa importantes están presentes dentro de estos rangos durante al menos parte o todo el año.

Los investigadores aproximaron el territorio de los dos grupos humanos diferentes, revelando resultados contrastantes. Los neandertales obtenían su alimento en aproximadamente 600 km2, mientras que los individuos magdalenienses ocupaban un territorio mucho menor de unos 300 km2.

La autora principal, la Dra. Bethan Linscott (izquierda), quien realizó la investigación mientras estaba en la Universidad de Southampton y ahora trabaja en la Universidad de Oxford, dijo: "El esmalte dental se forma de manera incremental y, por lo tanto, representa una serie de tiempo que registra el origen geológico de los alimentos que comió una persona".

“Mediante la ablación con láser, podemos medir la variación de los isótopos de estroncio durante los dos o tres años que tarda en formarse el esmalte. Al comparar los isótopos de estroncio en los dientes con los sedimentos recolectados en diferentes lugares de la región, pudimos mapear los movimientos de los individuos de neandertal y del Magdaleniense. La geología alrededor de las cuevas de Almonda es muy variable, por lo que es posible detectar movimientos de unos pocos kilómetros”.

Mandíbula inferior de especies extintas de rinoceronte. Crédito: José Paulo Ruas.

El coautor, profesor Alistair Pike (derecha), de la Universidad de Southampton, que supervisó la investigación, dijo: “Este estudio muestra cuánto ha cambiado la ciencia nuestra comprensión de la arqueología en la última década. Anteriormente, las vidas y los comportamientos de los individuos del pasado se limitaban a lo que podíamos inferir de las marcas en sus huesos o los artefactos que usaban. Ahora, mediante la química de los huesos y los dientes, podemos comenzar a reconstruir las historias de vida individuales, incluso desde los neandertales”.

Otro coautor, el profesor João Zilhão (izquierda), de la Universidad de Lisboa, que dirigió la excavación de las cuevas de Almonda, dijo: “La diferencia en el tamaño del territorio entre los individuos neandertales y magdalenienses probablemente esté relacionada con la densidad de población. Con una población relativamente baja, los neandertales eran libres de vagar más lejos para atacar especies de presas grandes, como los caballos, sin encontrarse con grupos rivales. Para el período Magdaleniense, un aumento en la densidad de población redujo el territorio disponible, y los grupos humanos descendieron en la cadena alimenticia para ocupar territorios más pequeños, cazando principalmente conejos y pescando de forma estacional".

Fuente: University of Southampton | 9 de mayo de 2023

Descubren tres huellas fósiles de 'Homo heidelbergensis', entre otras de elefantes prehistóricos, en Schöningen (Alemania)

Huellas fósiles en complejo paleolítico de Schöningen, Alemania.

En un estudio publicado hoy en la revista Quaternary Science Reviews, un equipo de investigación internacional dirigido por científicos de la Universidad de Tübingen y el Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente se presenta las primeras huellas humanas conocidas en Alemania. Dichas huellas se descubrieron en el complejo de sitios paleolíticos de Schöningen de aproximadamente 300.000 años de antigüedad en la Baja Sajonia y presumiblemente pertenecen a un Homo heidelbergensis. Están rodeadas por otras huellas de animales y, en conjunto, presentan una imagen del ecosistema en ese momento. El proyecto deinvestigación está financiado por el Ministerio de Ciencia y Cultura de Baja Sajonia y la Universidad de Tübingen.

En un bosque abierto de abedules y pinos con un sotobosque de hierbas se encuentra un lago de unos pocos kilómetros de largo y varios cientos de metros de ancho. En sus orillas fangosas, manadas de elefantes, rinocerontes y ungulados artiodáctilos se reunían para beber o bañarse. En medio de este paisaje se encontraba una pequeña familia de "gente de Heidelberg", una especie humana extinta hace mucho tiempo.

Así es como podría haberse visto en Schöningen hace unos 300.000 años.

"Así es como podría haber sido Schöningen en la Baja Sajonia hace 300.000 años", explica el autor principal del estudio recientemente publicado, el Dr. Flavio Altamura, miembro del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingen. (SHEP), y continúa: “Por primera vez, llevamos a cabo una investigación detallada de las huellas fósiles de dos sitios en Schöningen. Estas huellas, junto con información de análisis de sedimentos, de arqueología, paleontología y paleobotánicos, nos brindan información sobre el paleoambiente y los mamíferos que alguna vez vivieron en esta área. Entre las huellas hay tres que coinciden con las huellas de los homínidos. Con una antigüedad de unos 300.000 años, son las huellas humanas más antiguas conocidas en Alemania y probablemente fueron dejadas por un 'Homo heidelbergensis'".

Posible huella de homínido descubierta en Schöningen.

Los científicos atribuyen dos de las tres huellas humanas en Schöningen a individuos jóvenes que usaron el lago y sus recursos en un pequeño grupo de edades mixtas. “Dependiendo de la temporada, plantas, frutas, hojas, brotes y hongos estaban disponibles alrededor del lago. Nuestros hallazgos confirman que la especie humana extinta habitaba en las orillas de lagos o ríos con aguas poco profundas. Esto también se sabe de otros sitios del Pleistoceno Inferior y Medio con huellas de homínidos”, dice Altamura.

Los arqueólogos Flavio Altamura y Jordi Serangeli en Schöningen, en una foto de Karl-Heinz Dube.

Las diversas pistas en Schöningen ofrecen una instantánea de la vida diaria de una familia y pueden proporcionar información sobre el comportamiento y la composición social de los grupos de homínidos, así como las interacciones espaciales y la coexistencia con manadas de elefantes y otros mamíferos más pequeños, según el estudio.Según las huellas, incluidas las de niños y jóvenes, probablemente se trataba de una salida familiar más que de un grupo de cazadores adultos”, resume el arqueólogo y experto en huellas fósiles.

Además de las huellas humanas, el equipo analizó una serie de huellas de elefantes atribuibles a la especie extinta Palaeoloxodon antiquus, un elefante de colmillos rectos que era el animal terrestre más grande de la época, y en la cual los toros adultos alcanzaban un peso corporal de hasta 13 toneladas.

Huella de elefante fósil en Schöningen con fragmentos de madera en el relleno de la misma.

“Las huellas de elefante que descubrimos en Schöningen alcanzan una impresionante longitud de 55 centímetros. En algunos casos, también encontramos fragmentos de madera en las huellas que los animales empujaron en el suelo, en ese momento aún blando”, explica el Dr. Jordi Serangeli, supervisor de excavación en Schöningen, y agrega: “También hay una huella de un rinoceronte, 'Stephanorhinus kirchbergensis' o 'Stephanorhinus hemitoechus', que es la primera de cualquiera de estas especies del Pleistoceno que se haya encontrado en Europa”.

La huella de un rinoceronte -Stephanorhinus kirchbergensis o Stephanorhinus hemitoechus- es la primera de esta especie del Pleistoceno hallada en Europa.

Fuente: uni-tuebingen.de | 11 de mayo de 2023

¿Cuándo empezó la guerra? Esto es lo que dice la arqueología

Cadáveres en el barro, caídos en la batalla de la Edad del Bronce en el valle de Tollense (Alemania). Foto: S. Sauer.

A finales de la Edad del Bronce, hacia el año 1250 a.C., un numeroso grupo de individuos apareció en el valle del río Tollense, en el nordeste de Alemania, y se enzarzó en una batalla campal de dimensiones colosales, la primera en la historia de Europa, con una comunidad local. En total, se calcula que en la lucha participaron unos 4.000 guerreros. Iban pertrechados con hachas de bronce, garrotes de madera con forma de bate de béisbol, arcos y flechas, lanzas y quizá cuchillos o espadas. Y lo que resulta más sorprendente: los atacantes tenían una procedencia meridional, de zonas como Bohemia, en la actual República Checa, a unos 500 kilómetros de distancia del escenario del combate.

El relato de esta batalla no aparece en ninguna inscripción o fuente antigua. Se conoce gracias a la arqueología. El Tollense llevaba décadas escupiendo objetos de la Edad del Bronce, pero no fue hasta 2008 cuando dos investigadores alemanes registraron sistemáticamente la zona y empezaron a descubrir armas, pertrechos varios, estructuras de madera y restos humanos: 12.000 huesos pertenecientes a unos 140 individuos con numerosos traumas perimortem, como flechas de sílex incrustadas, heridas perforantes causadas por puntas de bronce o cráneos partidos.

Foto: Punta de flecha de bronce clavada en un cráneo. Fuente: Picture Alliance / Dpa

Fue un hallazgo revolucionario: demostró que en el I milenio a.C., además de razias y duelos singulares, hubo otra modalidad de violencia colectiva, las batallas campales. "Tendemos a imaginarnos el mundo de la prehistoria como una multitud de pequeñas comunidades aisladas y poco conectadas entre sí, excepto por el comercio. Pero la batalla de Tollense nos habla de un conflicto que hoy llamaríamos internacional, en el que participaron grandes coaliciones y en el que se vio inmerso un territorio no menor al de las guerras del siglo XVI o XVII", escribe Alfredo González Ruibal (izquierda), arqueólogo en el Instituto de Ciencias del CSIC, en su nuevo libro Tierra arrasada: un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI (Crítica).

Conflictos, masacres, asedios, fosas comunes, destrucción de ciudades, sacrificios, genocidios, cabezas cortadas y todo tipo de horrores desde el Paleolítico hasta la actual guerra de Ucrania pueblan las páginas de este libro empíricamente terrorífico, cuyo objetivo reside en entender por qué los seres humanos se han masacrado unos a otros durante miles de años. Y lo que ofrece la arqueología es una visión íntima y cotidiana de la violencia, la experiencia humana de los guerreros, como los soldados que murieron en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, y de los civiles, como los rebeldes de Tell Brak, una de las ciudades más antiguas de Oriente Próximo, cuya revuelta contra la élite fue sofocada con sangre hace unos 4.000 años.

"La intimidad que revela la arqueología es también la de la violencia más sórdida: la descripción de una fosa común sirve de antídoto contra cualquier romantización de la guerra, contra los relatos épicos con olor a naftalina que vuelven a estar hoy de moda", sentencia González Ruibal, que se aleja de las teorías extremistas sobre la historia de la violencia —ni salvajismo inmutable ni progresivamente domado por el proceso civilizador, como defiende Steven Pinker—.

Violencia y política

El arqueólogo asegura que la brutalidad extrema existe en los grupos humanos independientemente de su forma de organización social y el periodo histórico, pero resulta excepcional, no es la norma. Hay diversos factores que la azuzan, desde los climáticos a los ideológicos. "Si la violencia extrema o la guerra ilimitada fueran el orden normal de las cosas en todas las sociedades o en las sociedades preestatales, el número de fosas comunes y sitios devastados por la guerra sería constante. Y no es así", defiende.

El ejemplo más antiguo de violencia interpersonal, letal y deliberada conocido hasta el momento se ha hallado en la Sima de los Huesos de Atapuerca (izquierda): un cráneo de hace 430.000 años con dos lesiones contusas perimortem en la parte frontal. La guerra como tal, recuerda González Ruibal, no empezó hasta el IV milenio a.C., cuando surgió una forma de violencia colectiva que se distinguía por sus ritos, instituciones, tácticas, estrategias y cultura material, como las armas diseñadas específicamente para el combate. Ingredientes que embellecieron y sublimaron el acto de matar.

Antes, en el Neolítico, hubo agresiones, razias y masacres entre distintas comunidades de cazadores-recolectores y agricultores, como la documentada en Jebel Sahaba, en Sudán: más de una veintena de hombres y mujeres de todas las edades enterrados en la necrópolis murieron de forma violenta hace unos 13.400 años. Y sociedades que acabaron colapsando en medio de un baño de sangre, como le sucedió hacia 5000 a.C. a la cultura de la Cerámica de Bandas o LBK por sus siglas en inglés, desarrollada en el centro y norte de Europa.

Enterramiento doble en Jebel Sahaba. Los lápices indican los artefactos líticos asociados. Wendorf Archives / British Museum.

Un fenómeno interesante que se aborda en el ensayo es el momento de la aparición de la violencia extrema. Puede darse a rebufo del colapso de un sistema político, cuando desaparecen los límites sociales impuestos a la guerra o se desatan tensiones que llevaban tiempo reprimidas; o con el nacimiento de nuevos regímenes, sobre todo cuando otorgan al soberano un mayor poder y lo convierten en figura divina. Esto ocurrió, por ejemplo, en el Egipto de la primera dinastía faraónica o en el primer estado chino fundado por Wu Ding, donde se practicó de forma masiva el sacrificio funerario.

La obra de Alfredo González Ruibal, experto en la arqueología de conflicto, sobre todo de la Guerra Civil española —aunque su primera excavación fue en Alesia, el lugar donde Julio César cosechó una de sus victorias más asombrosas y puso fin a la guerra de las Galias—, está plagada de historias estremecedoras de todas las épocas. Podríamos enumerar en este artículo multitud de ellas, pero es mejor leer el libro completo, acompañar al autor por esos episodios repetidos de violencia en los que siempre aparecen otras víctimas: mujeres y niños. "Para mí la arqueología es ante todo un ejercicio de compasión (...) una forma de sentir con el otro, aquel a quien nunca hemos conocido, de quien nos separan décadas, siglos o milenios", confiesa.

Reconstrucción de las defensas romanas en Alesia, actual Museo Alesia.

Y cierra: "La arqueología de la violencia nos acerca al pasado mucho más que cualquier otra porque no es necesaria traducción alguna". Los arqueólogos hacen hablar a los esqueletos. "Tierra Arrasada: un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI" muestra ese trabajo detectivesco y la historia de la humanidad a través de uno de sus principales componentes, la violencia.

Fuente: elespanol.com | 10 de mayo de 2023

Hallan un esqueleto humano que puede tener unos 12.000 años en la zona central de Brasil

Esqueleto con todas las partes del cuerpo — Foto: Reproducción/TV Anhanguera.

Un equipo de arqueólogos brasileños ha anunciado el hallazgo de un fósil humano en el estado de Goias, la zona central del país, el cual puede tener cerca de 12.000 años, aunque su antigüedad aún debe ser confirmada.

Se trata de un esqueleto casi completo, descubierto a dos metros de profundidad en unas excavaciones realizadas en el complejo arqueológico de la localidad de Serranópolis.

Julio Cezar Rubin de Rubin (izquierda), de la Universidad Pontificia de Goias y jefe del equipo responsable de la investigación, dijo que los exámenes iniciales sugieren que el esqueleto tiene entre 11.700 y 11.900 años, aunque aclaró que esa información deberá ser confirmada por análisis que serán realizados posteriormente.

Rubin explicó que "la primera evidencia del esqueleto se encontró en octubre de 2022, pero los restos solo fueron excavados cinco meses después, en marzo de este año, en un lugar próximo a una zona arqueológica en la que, en 1986, fueron hallados fósiles humanos con una antigüedad calculada en unos 11.000 años".

Según el arqueólogo, "tras este nuevo hallazgo, la investigación en Serranópolis continuará, pues en el sitio en que apareció el esqueleto aún aún queda por lo menos un metro por excavar".

Sitio de hallazgo en Brasil de fósil humano. Foto de TV Anhanguera

El fósil humano mas antiguo que se conoce en Brasil, conocido como Luzia (derecha), fue encontrado en 1975 en el estado de Minas Gerais, vecino a Goias. Esos restos han sido datados en 12.500 años y estaban expuestos en el Museo Nacional de Brasil, situado en Río de Janeiro, pero en 2018 fue parcialmente destruido por un incendio.

El esqueleto de Luzia fue una de las piezas afectadas por las llamas, pero los responsables del museo lograron restaurar parte de los restos, entre ellos el cráneo de la mujer que, hasta ahora, es considerada la habitante más antigua de Brasil.

Fuentes: diariodesevilla.es | g1.globo.com | 9 de mayo de 2023