Cráneo artificialmente deformado de una mujer adulta. La unión permanente durante la infancia provocó el alargamiento de la caja cerebral y las depresiones en el hueso. Crédito: Balázs G. Mende. Centro de Investigación de Humanidades, Academia Húngara de Ciencias, Budapest, Hungría.
La grandeza del Imperio Romano se iba al traste y la inestabilidad política amenazaba sus fronteras. Los ‘bárbaros’, extranjeros que no hablaban lenguas civilizadas como el latín o el griego, invadieron grandes regiones dominadas hasta entonces por el poder de Roma. Godos, francos, suevos, anglos, sajones, vándalos, frisones, alanos o alamanes no solo cambiaron las límites territoriales, sino que también modificaron la vida cotidiana de muchas personas durante el siglo V d. C.
Los arqueólogos del Institute of Archaeological Science de Budapest llevan años analizando los restos humanos de las 96 tumbas del cementerio de Mözs-Icsei dűlő, cerca de la ciudad húngara de Szekszárd y excavado por primera vez en 1961. Sus estudios han permitido conocer cómo cambiaron las tradiciones romanas tardías y fueron apareciendo nuevas costumbres hasta que ambas se acabaron “fusionando en nuevas expresiones culturales”, según explican en un estudio publicado en la revista Plos ONE .
Parte superior del cuerpo de la tumba 43 durante la excavación. La niña tenía un cráneo deformado artificialmente, y fue colocada en una tumba con un nicho lateral y ricamente equipada con un collar, aretes, un peine y cuentas de vidrio. La niña pertenecía a un grupo de personas de origen no local y hábitos alimenticios similares, que parecían haber llegado al sitio unos 10 años después de su establecimiento. Crédito: Museo Wosinsky Mór, Szekszárd, Hungría.
“La Cuenca de los Cárpatos es un área privilegiada para investigar estos cambios históricos tanto en la población como en los asentamientos. Los datos obtenidos muestran que la mayoría de los miembros de la generación fundadora del sitio exhibieron prácticas funerarias de tradiciones antiguas tardías, a pesar de que sus lugares de origen y hábitos alimenticios eran heterogéneos”, escriben los autores del artículo.
Foto: Este entierro revestido de ladrillos representa tradiciones antiguas tardías, que prevalecieron entre la supuesta generación fundadora del cementerio (Plos One)
Los trabajos en el laboratorio han revelado, sin embargo, que en esa zona de Hungría residió también una comunidad de ‘bárbaros’ que llegaron al lugar unas décadas después de la generación fundadora “y siguieron principalmente tradiciones extranjeras”. La principal característica de estos pueblos, según explican los investigadores, era “la modificación artificial del cráneo”.
Esos pueblos inmigrantes, que se acostumbra a vincular a los nómadas hunos y que llegaban de los actuales territorios de Rumanía, Bulgaria y el norte de Grecia, tenían por costumbre deformar los huesos propios de las cabezas de sus bebés.
En una tradición que probablemente se remonta a la era del Paleolítico y ha persistido hasta los tiempos modernos, los padres envolvían las cabezas de sus recién nacidos con vendajes durante unos meses para lograr la forma deseada de la cabeza. Esta práctica se extendió por Asia central en el siglo II a. C., se expandió por Europa alrededor de los siglos II y III d. C. y era cada vez más popular en Europa central en la primera mitad del siglo V después de Cristo, indican los especialistas.
Los investigadores analizaron 51 cráneos alargados de Mözs, que hace 1.500 años formaba parte de la provincia romana de Panonia Valeria, que se extendía a lo largo del río Danubio desde Altinum (la actual Mohács) hasta Brigetio (Komárom). Los restos fueron extraídos de diferentes tumbas que representaban tres generaciones distintas que fueron sepultadas desde el 430 hasta el 470 d. C., cuando el cementerio fue abandonado.
Foto: Distintos tipos de deformaciones craneales encontradas en el cementerio de Mözs (Plos One)
Los hunos acabaron llegando a Panonia a principios del segundo tercio del siglo V. Los romanos ya habían abandonado el territorio en el 433, lo que provocó que disminuyera la población -muchas personas huyeron a las provincias romanas occidentales en busca de protección- y cambiaran drásticamente los tipos de asentamientos y los roles políticos, sociales y económicos. Con el tiempo, aprovechando las disputas internas entre los hunos, aparecieron en la región otros pueblos como los godos, suevos, rugios, alanos…
Los entierros más antiguos analizados por los arqueólogos húngaros tienen un marcado estilo romano, los segundos muestran una tradición que se originó fuera de las fronteras del Imperio y, los más recientes, combina prácticas funerarias que mezclan ambas culturas. Lo sorprendente es que había cráneos alargados en los tres grupos.
La práctica fue in crescendo. Del 32% de los restos iniciales al 65 y 70 por ciento de las dos siguientes fases. “Las variaciones en la ubicación y dirección de las ranuras en los cráneos sugieren que se utilizaron diferentes técnicas”, señalan los arqueólogos. Encontrar personas de diferentes orígenes mezcladas en un mismo cementerio sugiere que las distintas comunidades vivían juntas y que compartieron costumbres en los últimos días del Imperio Romano.
Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 1 de mayo de 2020
Distribución de los enclaves datados de cuatro culturas arqueológicas del Holoceno tardío en América del Sur tropical superpuesta a la distribución de las familias lingüísticas más grandes del continente.
Las expansiones de grupos humanos fueron comunes durante la prehistoria, tras la adopción de la agricultura. Entre otros factores, esto se debe al crecimiento poblacional de los agricultores, superior al de los cazadores-recolectores. Un ejemplo lo encontramos durante el periodo Neolítico, cuando la agricultura fue introducida en el continente europeo por migraciones procedentes de Oriente Próximo.
Sin embargo, en Sudamérica no estaba claro si habría pasado lo mismo, ya que se argumentaba que ningún grupo cultural se había expandido a través de distancias tan largas como en Europa o Asia. Además, se creía que el tipo de agricultura practicado por pueblos precolombinos en la Amazonia no permitiría que se expandieran a la misma velocidad.
Ahora, una investigación realizada por tres miembros del Grupo de Investigación Complexity and Socio-Ecological Dynamics (CaSEs) de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona muestra que las expansiones de algunas culturas arqueológicas en Sudamérica se pueden simular de manera computacional a través de crecimiento poblacional y de migraciones, al igual que el Neolítico en Europa. Es el caso de la llamada cultura Saladoide-Barrancoide, que se extendió desde el río Orinoco hasta varios puntos de la Amazonia, y llegó incluso hasta el Caribe.
“El uso de simulaciones por ordenador para testear migraciones humanas en la prehistoria ha sido productivo en otros continentes, pero no había sido aplicado en la zona de los trópicos de Sudamérica” afirma Jonas Gregorio de Souza (izquierda), investigador de la UPF y coautor del trabajo que se publica en la revista PLOS ONE.
Según los resultados, explica de Souza, el equipo ha demostrado que “algunas expansiones culturales que han tenido lugar desde la Amazonia pueden haber resultado de procesos demográficos similares a los del Neolítico en Eurasia”.
Tasa de crecimiento poblacional
El estudio adoptó un abordaje computacional para simular expansiones humanas en la prehistoria. “Utilizamos parámetros derivados de la etnografía de pueblos agricultores en la Amazonia para simular la tasa de crecimiento poblacional, la fisión de las aldeas, hasta qué distancia se mueven y con qué frecuencia", afirman los autores. En base a estos parámetros, crearon un modelo de ordenador para simular expansiones desde diferentes puntos y fechas, y compararon los resultados con datos arqueológicos.
Los investigadores utilizaron fechas radiocarbónicas de diferentes culturas arqueológicas de gran extensión territorial en los últimos 5.000 años, que fueron comparadas con la predicción del modelo, para evaluar si el ritmo de su expansión territorial podría ser explicado como un fenómeno demográfico (y no de otra tipología, como por ejemplo la difusión cultural).
Distribución de las edades de radiocarbono para cada cultura arqueológica. Los primeros sitios y los cinco sitios con mayor r están marcados con contornos negros. Los sitios utilizados como posibles orígenes geográficos en las simulaciones están etiquetados.
Las culturas o tradiciones arqueológicas analizadas fueron la Saladoide-Barrancoide, la Arauquinoide, la Tupiguarani y las tradiciones estrechamente relacionadas Una, Itararé y Aratu. En la mayoría de regiones donde se instalaron, estas culturas introdujeron el cultivo de plantas domesticadas, marcaron la transición hacia asentamientos más permanentes y difundieron un modelo económico llamado agroforestal de policultivo.
Los autores, sin embargo, advierten que algunas expansiones no pudieron ser predichas por las simulaciones, lo que sugiere que fueron motivadas por otros factores.
"Si bien algunas expansiones arqueológicas se pueden predecir, a través de las simulaciones, como procesos demográficos, otras no son fácilmente explicables de la misma manera. Este hecho se debe posiblemente a diferentes procesos que impulsan su dispersión, como la difusión cultural, o porque los datos arqueológicos son problemáticos o insuficientes", concluyen.
Fuente: agenciasinc.es | 30 de abril de 2020
Huellas de manos hechas por humanos antiguos en América del Sur. Crédito de la imagen: Matt Midgley.
El análisis de diversidad genética humana más completo hasta la fecha descubre gran cantidad de variaciones aún no descritas y proporciona nuevas claves sobre la complejidad del proceso por el que nuestros antepasados se diversificaron y mezclaron en todo el mundo.
Un equipo internacional de expertos ha secuenciado 929 genomas humanos, lo que constituye la representación más detallada, hasta la fecha, de la diversidad genética de las poblaciones del planeta.
El estudio, que publica este jueves Science, descubre gran cantidad de variaciones genéticas no descritas y proporciona nuevos conocimientos sobre nuestro pasado evolutivo, destacando la complejidad del proceso a través del cual nuestros antepasados se diversificaron, migraron y se mezclaron en todo el mundo.
Esta es la primera vez que se aplica la última tecnología de secuenciación de alta calidad a un conjunto tan grande y diverso de seres humanos: 929 genomas de 54 poblaciones geográfica, lingüística y culturalmente diversas de todo el mundo, según un comunicado del Institute Wellcome Trust Sanger (Reino Unido).
Uno de los autores del estudio Anders Bergström, del Instituto Francis Crick, explicó que "el detalle logrado nos permite mirar más profundamente en la historia humana, particularmente dentro de África, donde actualmente se sabe menos sobre la escala de tiempo de la evolución humana”.
La opinión consensuada de la historia dice que los antepasados de los humanos actuales se diferenciaron de los antepasados de los extintos grupos de neandertales y denisovanos hace entre 500.000 y 700.000 años, antes de la aparición de los humanos "modernos" en África.
Fue, entonces, cuando algunos humanos se expandieron fuera de África y poco después se mezclaron con grupos arcaicos euroasiáticos. Después, las poblaciones crecieron rápidamente, con extensas migraciones y mezclas, ya que muchos grupos pasaron de cazadores-recolectores a productores de alimentos.
El equipo descubrió que "los antepasados de las poblaciones actuales se diversificaron a través de un proceso gradual y complejo, principalmente durante los últimos 250.000 años, con grandes cantidades de flujo genético entre estos primeros linajes”. Pero además, vieron evidencias de que “pequeñas partes de los ancestros humanos se remontan a grupos que se diversificaron mucho", señaló Bergström.
Ilustración esquemática de las cantidades aproximadas de cuatro clases diferentes de variación genética encontradas en diferentes regiones geográficas. Los orígenes de las poblaciones incluidas en el estudio están indicados por puntos.
La investigación también proporciona evidencias de que la ascendencia neandertal de los humanos modernos puede explicarse por un solo "evento de mezcla" importante.
Este muy probablemente involucró a varios individuos neandertales que entraron en contacto con los humanos modernos poco después de que estos últimos se hubieran expandido fuera de África, agrega la nota.
En cambio, en personas de Oceanía y Asia oriental se identificaron varios conjuntos diferentes de segmentos de ADN heredados de los denisovanos, lo que sugiere al menos dos acontecimientos de mezcla distintos.
"Aunque este recurso es solo el comienzo de muchas vías de investigación, ya podemos vislumbrar varias perspectivas tentadoras de la historia humana”, considera Chris Tyler-Smith (izquierda), recientemente jubilado del Instituto Wellcome Trust Sanger.
Y opina que “será especialmente importante para comprender mejor la evolución humana en África, así como para facilitar la investigación médica para toda la diversidad de los ancestros humanos". El equipo encontró además millones de variaciones de ADN hasta ahora desconocidas que son exclusivas de una región geográfica continental o principal.
Aunque la mayoría de ellas eran raras, incluían variaciones comunes en ciertas poblaciones africanas y oceánicas que no habían sido identificadas por estudios anteriores, las cuales pueden influir en la susceptibilidad de las diferentes poblaciones a las enfermedades.
Hasta ahora, los estudios de genética médica se han realizado predominantemente en poblaciones de ascendencia europea, lo que significa que se desconocen las consecuencias médicas que estas variantes podrían tener, indica la nota. EFE.
Fuentes: lavanguardia.com | express.co.uk| 19 de marzo de 2020
Coprolitos del sitio de Xiaosungang, en la provincia de Anhui (China) (Max Planck Institute)
Cuando uno piensa en arqueología, lo primero que le viene a la cabeza son huesos, herramientas, piedras, armas, construcciones (más o menos duraderas)… Pero hay un objeto con el que normalmente no contamos y con el que los investigadores se encuentran muy a menudo durante las excavaciones: las heces.
El registro arqueológico está plagado de cacas (paleofeces). Y eso no es un problema para los especialistas, sino todo lo contrario. Los restos fecales son una potencial “mina de oro” para obtener información sobre las enfermedades y la dieta antiguas o la evolución de los parásitos y la relación entre los individuos y el medio ambiente. Pero claro, como todo en la vida, tiene sus contras.
El principal hándicap durante el trabajo de campo es saber discriminar qué heces hay que estudiar. Y no se crean que eso es tarea fácil. Especialmente porque sufren distorsiones físicas que dificultan identificar a qué especie pertenecen. Hay, además, una complicación añadida, ya que los excrementos humanos y caninos son particularmente difíciles de distinguir en estos contextos.
La solución a eso parece que la han encontrado un grupo de investigadores liderados por Maxime Borry (izquierda), del Instituto Max Planck, que acaban de diseñar un “método confiable” para evitar equivocarse a la hora de realizar los análisis, según explican en un estudio publicado en la revista Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology .
Desde su domesticación hace más de 12.000 años, los perros a menudo han vivido en estrecha asociación con los humanos y no es raro que sus heces se encuentren en los mismos sitios arqueológicos. Ambos animales también acostumbran a consumir dietas similares y el tamaño y forma de sus excrementos son parecidos. “Más allá de ser mascotas y animales de trabajo, los canes también estaban en el menú de muchas sociedades antiguas, lo que hace que las pruebas genéticas simples sean problemáticas porque dichos análisis pueden mostrar el ADN de las dos especies”, escriben los autores del artículo.
El nuevo método, al que han llamado CoproID, combina el análisis genético del huésped antiguo con un software que distingue las distintas colonias de microbios que viven dentro de los humanos y los perros. “La composición de este microbioma intestinal difiere entre las especies de mamíferos y podría usarse para confirmar y autenticar la asignación del huésped”, señalan.
Coprolito del Neolítico encontrado en Xiaosungang (a) y restos de hace unos 1.300 años hallados en México (b y c) (Biochemistry, Biophysics and Molecular Biology).
Las paleofeces, ya sea en un estado orgánico o parcialmente mineralizado (coprolito), se encuentran en una amplia variedad de contextos en todo el mundo y generalmente están asociadas con procesos localizados de desecación, congelación o mineralización. Los restos fecales antiguos, que van de los que aparecen enteros e intactos hasta los de tamaño milimétrico mezclado con los sedimentos, permiten estudiar cambios en la estructura y función del microbioma intestinal a través del tiempo.
”Un hallazgo inesperado es la constatación de que el registro arqueológico está lleno de excrementos de canes”, asumen los especialistas. Si los investigadores son capaces ahora de identificar con precisión la fuente de las heces, esto los permitirá obtener información sobre las distintas intolerancias alimentarias y otros problemas vinculados a la salud humana.
Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de calabaza en un coprolito hallado en el sitio arqueológico Cueva de los Muertos Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México. Crédito: Karl Reinhard.
Los especialistas seleccionaron un total de 20 muestras arqueológicas, procedentes de 10 sitios distintos y que abarcan un período desde hace 9.000 años hasta la era medieval. Los restos analizados más antiguos proceden de Eslovaquia (siglo VII a.C.) y también se incluyen dos muestras de España, una del Cingle del Mas Nou (Castellón) y otra de El Collado (Valencia). La mayoría, sin embargo, se recogieron en la Cueva de los Muertos Chiquitos (México) y en Xiaosungang (China). También hay evidencias obtenidas en yacimientos de Irlanda, Reino Unido, Alemania y Portugal.
El siguiente objetivo de los investigadores es seguir ampliando la base de datos de “los metagenomas intestinales de los perros rurales no occidentalizados” para mejorar la clasificación de heces antiguas que actualmente se clasifican como “inciertas”.
Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de un grano de polen de amaranto en un coprolito hallado en la Cueva de los Muertos. Sitio arqueológico de Chiquitos, Valle del Río Zape, Durango, México Crédito: Karl Reinhard.
Perfilado en blanco de la silueta de un uro grabado en una roca del Valle del Côa, Portugal. EFE.
El mayor grabado del Paleolítico superior de la península ibérica acaba de ser descubierto en la estación rupestre Vale do Côa (Portugal) y Siega Verde (España) y, según las conclusiones de los arqueólogos, fue realizado con un boceto previo.
Se trata del grabado de un uro de 3,5 metros y 23.000 años de antigüedad hallado por los especialistas que trabajan en el Vale do Côa sobre un panel de pizarra de más de seis metros.
Las dimensiones de la obra, explicó hoy a EFE Thierry Aubry (izquierda), director arqueológico del Vale do Côa, confirman que "los que grababan sobre la piedra tenían que hacer antes un boceto".
"Se presupone que cuando estaban dibujando sobre la roca la parte de la cabeza del uro no podían ver resto del cuerpo, por lo que tenían que tener un esbozo para continuar ya que el artista no tenía visibilidad de todo", agregó.
Según Aubry, se trata de un uro comparable, por sus dimensiones, con los descubiertos en la zona paleolítica francesa de las cuevas de Lascaux.
La piedra donde se grabó el animal estaba enterrada cerca de la desembocadura del río Côa, en el término municipal portugués de Fariseu (norte), en una zona fronteriza con el Parque Natural Arribes del Duero español.
La importancia del hallazgo, matizó Aubry, no radica tanto en su dimensión sino en la forma cómo ha sido localizado: de la piedra cubierta sobresalía un metro del suelo con el dibujo de la grupa del uro.
"Al estar enterrada, podemos comprobar los estratos y los vestigios de la época, lo que nos dará información sobre lo que hacían los hombres del paleolítico", aseguró.
Los arqueólogos investigan si los grabados encontrados en el yacimiento, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998, fueron realizados por hombres o mujeres, pero han llegado a la conclusión de que no vivían en las orillas de los ríos Côa y Águeda, donde se han encontrado los restos.
Panorámica de una zona del valle del Coa-Siega Verde.
COMPOSICIONES ARTÍSTICAS
El uro gigante no está solo. En su interior, y bajo la técnica del "piqueteado", aparecen una cierva, una cabra y un ternero de uro.
Además, en la parte derecha del panel fueron dibujados otros uros -animal que se extinguió en el siglo XVII-, ciervos y caballos de dimensiones más reducidas. Los expertos creen que la figura mayor fue realizada primero y después las más pequeñas.
No es una composición única. En las 1.500 rocas salpicadas en los 7 kilómetros del Vale do Côa y en los 91 paneles rocosos de la zona española de Siega Verde se han localizado grabados individuales y diseños con varias figuras animales.
Por lo general, los hombres del paleolítico pintaban los animales herbívoros que cazaban, aunque también se han encontrado grabados de cánidos y en la zona del Côa una figura humana conocida como "Hombre de Pisco".
Imagen del entorno del yacimiento de Siega Verde
PALEOARTE, UN PROYECTO HISPANOLUSO
Este descubrimiento da un impulso a los expertos que trabajan en el Côa y en Siega Verde, que prevén ejecutar hasta 2021 una serie de actividades para poner en valor sendas estaciones rupestres fronterizas, financiadas con 1,4 millones de euros a través del Programa Operativo de Cooperación Territorial entre España y Portugal (POCTEP) de la UE.
Uno de los mayores desafíos será aumentar la investigación arqueológica, sobre todo en Siega Verde. El proyecto prevé el desarrollo de investigaciones subacuáticas ya que se cree que podría haber paneles grabados bajo el agua debido a que en el Paleolítico Superior el río Águeda discurría en un nivel bastante más bajo.
Ketty Ratero (izquierda), coordinadora de las actividades de Siega Verde, explicó a EFE que el grueso de las investigaciones se centra en los descubrimientos del Côa portugués, ya que en la parte española no han desarrollado trabajos arqueológicos en los últimos años.
Con este proyecto, que ejecutarán la Fundación lusa Côa Parque y la Junta de Castilla y León (España), pretenden, además, investigar el paraje en el que se asentaban los hombres del Paleolítico y que, presumiblemente, sería la ribera de Aguiar, un acuífero que discurre paralelo a los ríos Águeda y Côa.
"Falta conocimiento de este enclave", apuntó Thierry Aubry, que consideró fundamental la investigación porque sería el punto de conexión entre los yacimientos rupestres del Côa y Siega Verde. EFE
Fuente: eldiario.es | 29 de abril de 2020