La Universidad de Alcalá de Henares investiga cómo se estructura la sociedad en el Neolítico gracias a la cerámica

Miriam Cuevas. Foto remitida por la UAH

Los visitantes pasean por los museos, se inclinan para observar con detalle las vasijas reconstruidas y las piezas de cerámica sueltas, y luego leen para qué servían y cómo las utilizaban las sociedades prehistóricas. Pero lo que no saben es quién se encarga de extraerlas y llevarlas hasta ahí.

Miriam Cubas es parte del personal investigador del departamento de Historia y Filosofía de la Universidad de Alcalá de Henares y especialista en cerámica neolítica. Hace unos 6.000 y 4.000 a.C., las sociedades humanas del Neolítico comenzaron a asentarse en pequeños poblados donde la agricultura y ganadería pasaron a ser sus actividades primordiales. Por ello, para cocinar, almacenar, incluso decorar, se hacía uso de las cerámicas que creaban a partir de las arcillas.

Ahora, estas son objetos de estudio de la arqueóloga que viaja y reconstruye el pasado gracias a los vestigios que aún quedan en la actualidad. La investigadora centra su actividad en los proyectos Tecnología cerámica en la costa atlántica de la península ibérica (ca. 6000-3000 cal a.C.) y Pottery technology in the Southwest of European continent (ca. 6000-3000 cal B.C.), ambos financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Como ella lo define, "la cerámica neolítica aporta muchos datos en relación con la cronología de los yacimientos, cuándo se produjeron las ocupaciones y en qué momento de la prehistoria. También, conocemos cuál era la interacción y explotación del medio ambiente por parte de las comunidades humanas, qué tipo de arcillas utilizaban, qué rocas, entre otras cosas. Ahora, las últimas líneas de investigación nos dan información sobre qué se comía y cómo se procesaba. Por tanto, nos permiten reconstruir las pautas de consumo y las prácticas culinarias en el pasado”.

La investigación se centra en una línea iniciada en 1990: el análisis de lípidos. La pasta de la cerámica prehistórica es bastante porosa y, por tanto, encapsulaba lo que se cocinaba en su interior, así que su grupo se encarga de extraer estos lípidos con técnicas biomoleculares para saber lo que se cocinó en esas estructuras. La razón por la que hayan pervivido tanto en el tiempo no deja de ser otra que: el calor. “Cuando se elabora una cerámica, se cuece para garantizar su forma. Así que la cocción como proceso térmico crea un objeto duradero en el tiempo, a diferencia de otros restos arqueológicos como los carbones o los restos orgánicos. Es verdad que, en determinados ambientes, donde hay mucha lluvia como en el norte de la península, la acidez del suelo hace que se degrade muchísimo por lo que, generalmente, aparece muy fragmentada. Lo que estudiamos, mayoritariamente, son fragmentos de cerámica, teniendo que hacer una especie de puzle enorme para reconstruir los recipientes”, afirma la investigadora.

La actividad arqueológica de Miriam Cubas la ha llevado por Cantabria, Asturias o Vizcaya puesto que está centrada en el norte peninsular, la zona costera y la fachada atlántica-portuguesa. “El uso menos intensivo de la cerámica en algunas zonas da a entender que son productos más restringidos dentro de las primeras sociedades agrícolas y el impacto que tiene es menor -asumimos que se utilizaba menos-. Además, estas primeras cerámicas presentan unas formas y decoraciones diferentes a las documentadas en la costa mediterránea e interior peninsular, aunque, en algunos casos, se observan patrones similares como el uso de las conchas dentadas para hacer decoraciones, lo que se conoce como cerámica cardial”, explica.

Acerca del procedimiento de trabajo cuando se haya en un yacimiento, detalla que, primero, se recuperan todos los restos arqueológicos. Después, lo llevan al laboratorio para analizarlo. La cerámica, una vez que sale del yacimiento, se lava, se inventaría y se hace un registro básico (número de restos, formas que tiene, qué decoración, etc.). Lo normal es empezar por un análisis tecnológico de las pastas arcillosas de las cerámicas y analizar, posteriormente, los residuos orgánicos. De un fragmento cerámico recuperan también las biomoléculas orgánicas para conocer qué se cocinó, cómo se procesó, qué tipo de alimentos se mezclaron y reconstruir los patrones de consumo y de cocina durante la Prehistoria.

La interpretación es siempre la parte más difícil de toda investigación: A partir de la cerámica, se puede interpretar cómo se lleva a cabo la división del trabajo en función de si estos productos son más estandarizados o no. De esta manera, planteamos hipótesis de la estructura social: el control de los alimentos, la agricultura o la ganadería, cómo se organizaba la sociedad sobre todo en el neolítico”. Además, en esta reconstrucción también interviene la transmisión de conocimiento entre científicos, por ejemplo, colaboran con la Universidad de Cantabria, la Universidad de Burgos, la Universidad Autónoma de Barcelona y con especialistas en química orgánica de instituciones extranjeras como la Universidad de York.

Las líneas de innovación, expone la especialista, están enfocadas a los recursos lácteos en las primeras cerámicas, en las cuales explorarán cómo se mezclaban estos productos como leches, quesos y requesones con otro tipo de alimentos. Ante todo, ver cómo se procesaban, si como recursos fermentados o directamente extraídos del animal. La explotación de estos productos lácteos por las sociedades prehistóricas es bastante relevante puesto que eran intolerantes a la lactosa, las cuales continúan en la actualidad. “Explorar esto en el pasado puede ayudarnos mucho a ver cómo lo afrontamos actualmente. Es fundamental saber cómo las distintas tecnologías aparecen a lo largo de la historia, no solo durante la Prehistoria, sino cómo se han ido incorporando en nuestra vida cotidiana. Vivimos en un momento en el que estamos sometidos a un impacto continuo de la tecnología que afecta a la relación entre las personas y el mundo. La tecnología ha ido modificando las estructuras sociales, las relaciones entre los distintos grupos y, yendo un poco más allá, las pautas de consumo”.

Ante la pregunta de si algún día la información sobre el pasado será completa, Miriam Cubas reflexiona: “No llegará ese momento porque se produce la incorporación de técnicas nuevas todos los días. Ahora mismo están en boga los lípidos, pero también los estudios de ADN están en auge. Las técnicas, sobre todo las procedentes de otros ámbitos y disciplinas, están en continua renovación y nos permiten afinar nuestros datos. Afortunadamente, creo que nunca llegará a agotarse el pasado, quedan muchísimos yacimientos por excavar y estudiar”. Por ello, también apuesta por mostrar a la sociedad lo que descubren debido a que lo considera como “un deber, siendo, al mismo tiempo, enriquecimiento, cultura científica, es clave para crear motivaciones entre nuevos investigadores e investigadoras”.

En la actualidad, disfruta de los recursos que le proporciona la Universidad de Alcalá en su carrera como profesional de la Prehistoria: “Ahora mismo, la Universidad está en expansión y tiene muchísimo interés en abrir nuevas líneas de investigación, entre ellas, las nuevas aplicaciones de arqueología biomolecular al patrimonio arqueológico. La UAH ha mostrado mucho interés por el proyecto y enseguida hemos tenido mucho apoyo del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia y el Rectorado, así que espero que sea un buen ambiente de trabajo, ¡y cuenta con un enclave idílico, estamos en una ciudad Patrimonio de la Humanidad!”.

Fuente: alcalahoy.es | 18 de octubre de 2021

Un estudio que arroja datos significativos sobre el hallazgo de una espada prehistórica hallada en Mallorca

En septiembre de 2019, un equipo de investigadores localizó una espada prehistórica durante trabajos de excavación en el talayot del Serral de ses Abelles (Puigpunyent, Mallorca). Los estudios que siguieron a este importante hallazgo, en el que ha participado la Universidad de Granada (UGR), se acaban de publicar en la revista científica Journal of Archaeological Science-Reports.

Dichos estudios han sido desarrollados por el equipo científico liderado por Pau Sureda (izquierda), del Incipit-CSIC, con participación de la Universitat de les Illes Balears, la Universidad de Granada y el Museo Arqueológico de Deià. La investigación ha sido financiada con fondos del Ayuntamiento de Puigpunyent y la Agencia Gallega de Innovación (GAIN) de la Xunta de Galicia.

El estudio aporta información esencial para entender estos objetos como elementos emblemáticos más que como armas funcionales, y los contextualiza dentro de las sociedades baleares de finales de la Edad de Bronce y las rutas comerciales más amplias del Mediterráneo Occidental.

El notable estado de conservación de la espada y el hecho de ser la única pieza de su tipo documentada en el siglo XXI en una excavación arqueológica la convierten en un hallazgo excepcional. El propósito principal de esta investigación fue caracterizar tecnológicamente la espada, estudiar su procedencia y profundizar en el papel de estos artefactos en las sociedades de la prehistoria balear.

Gracias a los métodos de análisis usados en el estudio -Carbono 14, fluorescencia de rayos X, radiografía, tests de metalografía y microdureza, etc. – se pudo datar por primera vez uno de estos objetos, además de aportar información importante para entender el proceso de fabricación de esta espada, su funcionalidad, su trascendencia social, así como aspectos relacionados con la procedencia de los minerales de cobre utilizados.

Durante la campaña de restauración del yacimiento talayótico del Serral de ses Abelles (Puigpunyent, Mallorca) en septiembre de 2019, se desenterró una espada balear perfectamente conservada. Este hecho constituye una circunstancia excepcional ya que solo se conocen 19 espadas similares – incluyendo la del estudio – y la mayoría de ellas están fragmentadas y / o aparecieron sin un contexto arqueológico asociado.

Los talayots son estructuras turriformes monumentales que fueron construidas y utilizadas a inicios del I milenio a. C., durante la Edad de Hierro. El talayot del Serral de ses Abelles se encuentra en un promontorio que domina todo el entorno del valle de Puigpunyent en la isla de Mallorca. Hoy en día, este monumento turriforme es la principal estructura visible, aunque alguna vez estuvo vinculado a un poblado mayor, ya desaparecido por construcciones posteriores.

Todo el conjunto arqueológico data del siglo VIII a.C. El talayot fue excavado parcialmente (más del 75% de la cámara) por el arqueólogo Guillermo Rosselló-Bordoy en 1959, quien sugirió que el monumento fue vaciado y destruido por el fuego. En 2019, se realizó una re-excavación del sitio, explorando un área preservada en el lado norte de la cámara. Estos trabajos permitieron documentar una vez más la secuencia estratigráfica observada en 1959, confirmando las capas asociadas al fuego en varias unidades incluyendo el colapso de la estructura de cobertura, y dando lugar a una reconsideración de la interpretación inicial.

Conclusiones del estudio

Uno de los principales aspectos que se desprenden de la investigación es que la espada no era funcional como arma, pues no fue trabajada para su endurecimiento ni tampoco sus filos fueron preparados. Los análisis de composición química e isotópica arrojan que esta se produjo en bronce posiblemente en Mallorca, siguiendo los modelos locales y utilizando para ello dos coladas metálicas con cobre procedente de Linares (Jaén), aleadas con distintas cantidades de estaño en función de los intereses tecnológicos del metalurgo prehistórico. Además, mediante las radiografías – muchas de ellas realizadas en el Hospital Son Llàtzer de Palma – se ha observado que se compuso a partir de dos piezas posteriormente ensambladas con tres remaches.

La investigadora de la UGR Mercedes Murillo-Barroso.

El estudio detallado del contexto de aparición ha permitido comprender que posiblemente se encontraba en un lugar elevado del edificio y que apareció ya amortizada y asociada a los niveles de derrumbe de la cubierta de un edificio turriforme (talayot) durante un incendio. Las dataciones radiocarbónicas (C14) realizadas permiten situar dicho evento con posterioridad a 793 a.C.

Finalmente, cabe destacar que la aparición de las espadas baleáricas se circunscribe a un momento muy concreto de la prehistoria balear, y aparentemente concentrado en la isla de Mallorca. Dicho momento, a finales de la Edad de Bronce, es considerado un periodo asociado a importantes transformaciones sociales en el conjunto del archipiélago. La localización de esta espada en un lugar destacado del yacimiento permite sugerir a los científicos que esta jugó un papel de objeto emblemático en el contexto de las sociedades talayóticas de Mallorca.

Fuente: canal.ugr.es | 18 de octubre de 2021

Descubren un santuario íbero en el yacimiento arqueológico de Santomera (Murcia)

Fotografía del equipo investigador.

El yacimiento íbero en al sierra de Balumba, en Santomera, esconde muchas incógnitas. Si hace unos meses, la Universidad de Murcia (UMU) se hacía eco del descubrimiento de una torre ibérica de grandes dimensiones por parte del grupo de investigación del doctor en Historia, José Ángel Ocharán, esta vez los arqueólogos, entre los que participan alumnos de la Universidas de MU¡urcia, han hallado un santuario con varios utensilios reseñables.

Por ejemplo, pequeñas figuras fabricadas en metal que se utilizaban como ofrendas para las divinidades, una de ellas se trata de un sello que tiene grabado el símbolo esvástico o también llamado tetraskel levógiro, que representaba al sol. Este elemento constata que el lugar era un espacio de culto, ya que se asocia a santuarios y necrópolis desde la prehistoria, según informaron fuentes de la institución docente en un comunicado.

Foto: Detalle del sello con la cruz gamada encontrado en el yacimiento de Balumba, en la sierra de Santomera (Murcia) - Equipo Proyecto Balumba.

Este objeto se encontró dentro de un agujero en el suelo, tapado con una piedra de molino a modo de tapadera, y junto con otros elementos como accesorios personales, monedas y reproducciones de armas en miniatura, además de un cuenco de entre 15 y 20 cm con hasta 10 cm de profundidad, aplastado pero en buen estado de conservación. Todo esto indica que se trata de una favissa u ofrenda oculta que se llevaban a cabo entre los siglos IV y III antes de Cristo.

También se han encontrado vasos cerámicos con forma de cáliz que serían utilizados para realizar libaciones o lo que es lo mismo, derramar un líquido como ofrenda a una deidad. Con ellos también había cerámica de lujo importada desde Ática, en Grecia y un kylix de imitación ibérica, que consiste en una especie de cáliz más aplanado que se usaba también en las ceremonias rituales.

Este yacimiento de la sierra de Santomera también cumple otra de las características necesarias para ser un espacio de culto y es que tiene orientación oeste, en dirección a la puesta de sol y dispone de un nacimiento de agua.

Foto: Los arqueólogos José Ángel Ocharán (izquierda) y Miguel Pallarés, en la cueva de la sierra de Balumba (Santomera). EDU BOTELLA E.P.

Vista de la sierra de Balumba, Santomera, Murcia.

Cueva a descifrar

En una primera fase de excavación se halló un lingote con una epigrafía que determinaría su propiedad o su peso, éste último estaría relacionado con los sistemas fenicio-púnicos, cuyas medidas se encontraron representadas en la torre hallada con anterioridad en este mismo yacimiento. "Son piezas especiales, porque no hay lingotes ibéricos salvo el que hemos encontrado en Santomera. Es muy posible que estemos ante un patrón en la estandarización de los pesos y medidas, lo que sería muy interesante" comenta José Ángel Ocharán, jefe de la excavación.

El lingote se encuentra en fase de análisis para determinar su utilidad y posible utilización, para ello se está estudiando otro similar que coincide en peso (3450 gramos) y además se compara con las medidas de una moneda cartaginesa, el shekel.

Además aparecieron más productos relacionados con la metalurgia, como un crisol, utilizado para fundir metal con restos de una colada de plomo en su interior, restos de fogatas y grandes contenedores posiblemente utilizados para almacenar agua y enfriar los materiales. También fueron encontradas balas de plomo, llamadas glandes, que se empleaban para ser lanzadas con hondas.

La cueva, que en un primer momento se catalogó como un taller de metalurgia, dio un giro cuando en las siguientes capas comenzaron a aparecer restos del santuario, lo cual plantea a los expertos el reto de aclarar la vinculación entre el taller y los ritos que también se llevaban a cabo en la cueva. Ya existe un precedente en la Región, en el Santuario Rupestre Ibérico de La Nariz, en Moratalla, donde se vincularon las labores plúmbeas a espacios sagrados.

Esta excavación, llevada a cabo por la Asociación Patrimonio y el Ayuntamiento de Santomera en colaboración con la Universidad de Murcia, ha terminado ya tres campañas con grandes avances en sus investigaciones, y no descartan más hallazgos de relevancia en las próximas debido a la "enorme potencia arqueológica del lugar", comenta José Ángel Ocharán.

Fuente: laopiniondemurcia.es | 14 de octubre de 2021

Descubren en Turquía 400 tumbas de cámara excavadas en piedra, llenas de pinturas murales y tesoros de entre los siglos II al IV d.C.

Las tumbas presentan imágenes de enredaderas, flores y patrones geométricos, así como figuras mitológicas. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundos.

Un equipo de arqueólogos en Turquía ha descubierto 400 tumbas de cámara excavadas en la roca que datan de hace 1.800 años y forman parte de una de las necrópolis excavadas en la roca más grandes del mundo.

El equipo encontró las tumbas en la antigua ciudad de Blaundos (también deletreada Blaundus), ubicada a unos 180 kilómetros al este del Mar Egeo en lo que hoy es Turquía. La ciudad fue fundada durante la época de Alejandro Magno y existió durante los períodos romano y bizantino.

Las tumbas están llenas de sarcófagos, muchos de los cuales contienen múltiples personas fallecidas, una pista de que las familias usaron estas tumbas para entierros durante muchas generaciones, dijo Birol Can, arqueólogo de la Universidad de Uşak, en Turquía, y director del Proyecto de Excavación Blaundos.

"Pensamos que las cámaras de la tumba de Blaundos excavadas en la roca, en las que hay muchos sarcófagos, se utilizaron como tumbas familiares, y que las tumbas se volvieron a abrir para cada miembro de la familia fallecido, a fin de llevar a cabo una ceremonia de entierro y se volvía a cerrar", dijo Can a Live Science en un correo electrónico.

"La ciudad de Blaundos se asienta sobre una colina rodeada por un valle, que en realidad es una rama de los vastos cañones de Uşak, uno de los sistemas de cañones más largos del mundo", dijo Can. La gente de Blaundos construyó la necrópolis en las laderas del cañón. "Debido a la naturaleza rocosa de las laderas que rodean la ciudad, la técnica de entierro más preferida fueron las tumbas en forma de cámara excavadas en las rocas sólidas", añade.

Aunque los arqueólogos conocían la necrópolis desde hace más de 150 años, nunca han realizado una excavación sistemática de Blaundos, razón por la cual el equipo de Can comenzó un proyecto de excavación en 2018 con el objetivo de documentar las ruinas y preparar proyectos de conservación. Hasta ahora han identificado dos templos, un teatro, un baño público, un gimnasio, una basílica, las murallas de la ciudad y una puerta, acueductos, un santuario dedicado a un antiguo héroe griego o romano conocido como Heroon, y cámaras en las tumbas cortadas en la roca.

"Aparte de todo ello, sabemos que hay todavía muchas estructuras religiosas, públicas y civiles bajo tierra", subraya Can.

Panorámica del cañón donde los antiguos residentes de la ciudad excavaron las tumbas. Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica de Blaundos

El trabajo de restauración revela los diseños pintados en los techos de las tumbas talladas en piedra. (Crédito de la imagen: Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundos).

Tumbas del valle

En 2018, al excavar una de las tumbas de cámara excavadas en la roca, los arqueólogos encontraron huesos humanos que datan de los siglos II a IV d.C. Por lo tanto, en 2021, el equipo se centró en la necrópolis. "Como resultado de este trabajo, que ha sido peligroso en ocasiones, se ha completado la documentación de aproximadamente 400 tumbas de cámara excavadas en la roca que se pueden observar en la superficie", dijo Can.

Sin embargo, la necrópolis fue un punto de acceso para los ladrones de tumbas, los cuales destruyeron algunas mientras robaban joyas preciosas y otros artefactos a lo largo de los siglos. Los arqueólogos han encontrado muchos objetos que permiten saber que los fallecidos datan de la época romana. Por ejemplo, fragmentos de cerámica y monedas descubiertos así lo indican. “Además, la técnica de las pinturas murales que cubren las paredes, bóvedas y techos de las tumbas, y el estilo de las escenas vegetales y figurativas que se representan en ellas, muestran características romanas”, apunta Can.

"El equipo encontró diferentes tipos de tumbas de cámara excavadas en la roca, incluidas cámaras de una sola habitación, así como"estructuras complejas formadas por la disposición de las habitaciones una tras otra", señala Can. "Estas habitaciones no fueron creadas de una sola vez. Se entiende por las huellas en las paredes que estas tumbas fueron diseñadas originalmente como una habitación individual. Sin embargo, con el tiempo, cuando no había lugar para más enterramientos en esta habitación individual, la misma se fue expandiendo hacia adentro y se agregaron la segunda, la tercera y luego la cuarta habitación".

Algunas tumbas todavía tenían artefactos que probablemente estaban destinados a ayudar a los fallecidos en el más allá. Este ajuar funerario incluyó espejos, diademas, anillos, brazaletes, horquillas, instrumentos médicos, cinturones, vasos y lámparas de aceite, todo lo cual arroja luz sobre las personas enterradas en las tumbas, como su sexo, ocupación, hábitos y fecha de entierro.

Una tumba de cámara excavada en la roca en Blaundos. (Crédito de la imagen: Archivo del Proyecto de Excavación Arqueológica Blaundos)

Hermosas pinturas

Las paredes y los techos de estas cámaras funerarias estaban decoradas con pinturas coloridas e intrincadas, aunque muchas se han deteriorado a lo largo de los milenios. Los murales en 24 de estas cámaras aún son visibles, pero están en mal estado.

"Algunas de estas tumbas fueron utilizadas como refugios para animales por los pastores hace mucho tiempo", dijo Can. "Los frescos estaban cubiertos de una densa y negra capa de hollín, debido a los incendios que se producían en esa época". Pero el equipo de restauración-conservación ha podido limpiar algunas de las pinturas, revelando las vibrantes escenas florales, geométricas y figurativas pintadas en las paredes.

"Enredaderas, flores de varios colores, coronas, guirnaldas, paneles geométricos son los motivos más utilizados", dijo Can. "Además de estos, figuras mitológicas, como Hermes (Mercurio), Eros (Cupido) y Medusa, hay animales como pájaros y perross inlcuidos en los paneles anchos".

"Aunque hay cientos de tumbas más por excavar, todas las pinturas murales se revelarán con las excavaciones que se realizarán en la necrópolis en los próximos años", advierte Can.

Ruinas de piedra en el sitio arqueológico de Blaundos. Klaus-Peter Simon a través de Wikimedia Commons bajo CC BY 3.0.

El equipo también planea hacer estudios químicos y de ADN, los cuales revelarán la ascendencia de las personas fallecidas, así como su sexo, edad y hábitos nutricionales, concluye Can.

Blaundos está abierto a los turistas. A medida que las excavaciones revelan más espacios de la ciudad, Can espera proteger los nuevos hallazgos y compartirlos con el mundo.

Fuentes : livesciece.com | smithsonianmag.com | 15 de octubre de 2021

Los vikingos estaban en América en el año 1021: tres trozos de madera lo desvelan

Reconstrucción de un edificio vikingo del yacimiento de L'Anse aux Meadows. Glenn Nagel Photography.

L'Anse aux Meadows, en la bahía de Épaves, en la punta norte de la península de Terranova, Canadá, es un yacimiento relacionado desde su hallazgo en la década de 1960 con una ocupación vikinga. Las excavaciones han localizado los restos de ocho edificios, entre talleres y viviendas, y artefactos como una fíbula de tipo nórdico o trozos de madera que claramente habían sido tallados con herramientas de hierro, de las que carecían los indígenas. Tras mucho debate, una innovadora investigación arqueológica ha podido determinar con precisión la cronología del sitio: 1021. Es decir, los europeos estaban presentes en América hace exactamente mil años.

Esta es, hasta el momento, la evidencia más antigua que confirma la llegada de los vikingos al continente americano, que bautizaron como Vinlandia, "tierra de vides". Los intrépidos navegantes nórdicos se adelantaron en al menos 471 años a Cristóbal Colón, aunque saltando de isla en isla, de Islandia a Groenlandia y luego hacia el oeste, a través del Atlántico Norte. Así lo asegura un estudio internacional publicado este miércoles en la revista Nature que, según los especialistas consultados por este periódico, es serio, emocionante y va a provocar muchas discusiones académicas.

La investigación liderada por Michael Dee (izquierda) y Margot Kuitems, de la Universidad de Groningen, en Holanda, ha datado a través de análisis radiocarbónicos una serie de objetos de madera hallados en el yacimiento, interpretado como una estación de paso utilizada para reparaciones de barcos y como base de expediciones vikingas hacia el interior, quizá también hacia el sur.

El análisis de las tres piezas, procedentes de al menos dos especies diferentes de árboles y realizado en dos laboratorios independientes, ha revelado que fueron cortadas el mismo año con hojas de metal, un material que las poblaciones locales desconocían.

"Nuestro resultado del año de corte, 1021, constituye la única fecha segura para la presencia de los europeos al otro lado del Atlántico antes de los viajes de Colón", aseguran los investigadores. "Pero aún más importante, [esta datación] actúa como un nuevo punto de referencia en el conocimiento europeo de América y la prueba más antigua del año en el que la migración humana había rodeado el planeta".

Foto: Muestra de las maderas del yacimiento vikingo analizadas en las que se aprecian tanto el corte metálico como los anillos del árbol. M. KUITEMS / UNIVERSIDAD DE GRONINGA

Imagen microscópica de uno de los fragmentos de madera analizados. Petra Doeve.

Estos datos no afirman que el desembarco de los vikingos en América se registrara en 1021 y en este lugar concreto, que es posible que alojara hasta a un centenar de personas y que fue incendiado bien como resultado de un ataque indígena o en el contexto de un acto de clausura ritual. Según las fuentes escritas y arqueológicas —las dataciones suelen ofrecer horquillas temporales—, los nórdicos llegaron a Vinlandia alrededor del año 1000.

Los extraordinarios viajes oceánicos de los vikingos se conocen a través de dos historias islandesas, la Saga de los groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo. La primera afirma que Bjarni Herjólfsson, hijo del caudillo de Groenlandia, fue el primero en avistar América del Norte en 986, cuando su barco fue empujado por unas tormentas. La segunda atribuye el descubrimiento, en una fecha algo más tardía, a Leif Erikson, el Afortunado, aunque él realmente no llegó a desembarca allí. En base a estas fuentes —narran una historia similar pero difieren en ciertos aspectos—, los investigadores interpretan que los nórdicos permanecieron en Vinlandia alrededor de trece o tres años, respectivamente.

"Los viajes a Vinlandia fueron sucesos marginales en los que participaron solo unos pocos barcos y un par de cientos de individuos, y no hay ninguna indicación particular de que fueran importantes para los vikingos más allá de como argumento para una historia épica", escribe el arqueólogo Neil Price, de la Universidad de Uppsala, en su fabuloso libro Vikingos. "Sin embargo, también señalaron algo más: el momento único en la historia de la humanidad en el que las poblaciones que habían salido de África cientos de miles de años antes finalmente unieron sus ramas oriental y occidental, y completaron, de este modo, el ciclo de asentamiento alrededor del globo terráqueo".

Tormenta solar

La investigación de los científicos ha consistido en determinar el año en el que se cortaron las maderas —las que presentaban evidencias de haber sido manipuladas con herramientas metálicas— recuperadas del yacimiento de L'Anse aux Meadows, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Para ello tomaron como referencia los años 992-993, cuando se registró un insólito evento de rayos cósmicos que aumentó el carbono atmosférico. Esta situación, documentada en árboles de todo el mundo, influyó en el desarrollo de los anillos de la madera.

Una reconstrucción de un edificio vikingo en las cercanías del yacimiento nórdico de Terranova. Glenn Nagel Photography.

Las tres piezas analizadas, de las que se han obtenido 127 muestras de Carbono 14, fueron taladas el mismo año, porque todas ellas muestran un descenso del carbono en el anillo que estaba creciendo 29 años antes, justo cuando se produjo la tormenta solar. "Encontrar esta señal en la corteza nos permitió concluir que el momento del corte tuvo lugar en 1021", asegura Margot Kuitems, autora principal del artículo.

Este estudio es de gran importancia porque desvela la primera fecha segura de un asentamiento vikingo en América. No hay evidencias arqueológicas tan concretas de otra ocupación nórdica en lo que llamaron Vinlandia, solo lo que relatan las sagas.

Mucho más al norte, en el Ártico, en la costa de Canadá, los investigadores han descubierto indicios de una presencia fugaz escandinava, como en la isla de Baffin. Ahí se han documentado un pequeño crisol para fundir cobre (derecha) y cuerdas y piedras de afilar para herramientas de metal. Pero todo son incógnitas. Al contrario, sí se puede afirmar con certeza, y desde ya, que los vikingos estuvieron en L'Anse aux Meadows, en Canadá, hace exactamente mil años.

Fuentes: elespañol.com | Universidad de Groningen | 20 de octubre de 2021