Dejar de ser nómadas espoleó el primer gran salto demográfico de la humanidad

Excavación en Beisamoun, Israel.

Las últimas poblaciones de cazadores-recolectores de la Prehistoria vivieron una explosión demográfica sin precedentes hace unos 14.500 años en Oriente Próximo que no tuvo que ver con ninguna migración, como se pensaba, sino con el mismo hecho de que se fueron haciendo sedentarias según avanzaban hacia el gran invento que lo iba a cambiar todo: la agricultura.

La revista Scientific Reports del grupo Nature, ha publicado el resultado de un trabajo liderado por investigadores de las Universidades de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), en las Islas Canarias, y de Durham (Reino Unido) en cinco yacimientos arqueológicos de Jordania, Siria e Israel, claves para comprender cómo comenzó el Neolítico y, de paso, cómo ocurrió una de los grandes logros en la historia de la humanidad: la capacidad de producir alimentos, sin depender de la caza o de la recogida de frutas y vegetales silvestres.

Y es precisamente en esa zona, en el Valle y los Altos del Jordán, el llamado Levante Mediterráneo, donde los estudios más aceptados por la comunidad científica sitúan a los primeros Homo sapiens que fueron capaces de domesticar las plantas y los animales de los que se alimentaban para transformarse en agricultores y ganaderos.

Excavaciones en el yacimiento de Kharaysin, Jordania.

Esta investigación indaga en ese contexto de la Prehistoria con una técnica que le permite determinar si quienes protagonizaron todos esos cambios eran nativos de esa zona de Oriente Próximo o, por el contrario, habían emigrado allí desde otros lugares.

El investigador principal del trabajo, Jonathan Santana (izquierda), miembro de los departamentos de Arqueología de la Universidad de Durham y Ciencias Históricas de la ULPGC, explicó a Efe que han podido determinar que en esa transición entre el Paleolítico y el Neolítico se observan dos fenómenos diferentes en esos yacimientos:

- Hay un primer período, hace entre 14.500 y 11.500 años, en el que se aprecian signos claros de que el Jordán se ha convertido en una suerte de refugio de poblaciones de distinto origen que llegan allí empujadas por un cambio climático importante: el final de la última glaciación y el comienzo de una era mucho más cálida y húmeda que conecta con el Holoceno (la etapa en la que sigue hoy la Tierra).

- Después, en los yacimientos de hace 10.300 a 8.000 años, se comprueba que la población crece, pero apenas se detectan individuos llegados de fuera, sino que prácticamente todos son locales”.

¿Cómo saber si un esqueleto de miles de años de antigüedad recuperado de un yacimiento de Siria, o de Jordania, pertenece a un “lugareño” o a un “inmigrante”? Los autores lo deducen gracias a un isótopo del estroncio, un elemento presente en el agua y en múltiples alimentos que tiene marcadores diferentes según los lugares, porque está directamente ligado a la geología de la zona.

“La huella de lo que hemos comido mientras crecemos queda grabada en el esmalte dental. Hoy ingerimos alimentos de muy diversos lugares, pero en la Prehistoria no era así. La gente conseguía los alimentos de su entorno más cercano”, detalla Santana.

Izquierda: correlación de la cronología (calibrada antes del presente), período climático, período cronológico (cultura), naturaleza del asentamiento y economía durante la transición neolítica en el Levante Sur. PPN Pre-Cerámica Neolítico. Derecha: Mapa de localización de los yacimientos arqueológicos que arroja muestras de esmalte humano que sirvieron para el análisis y estudio. Agradecemos a Luis C. Teira por su mapa del Cercano Oriente (a la derecha).

El estudio que ha realizado este equipo en los yacimientos de Ain Mallaha, Beisamoun, Tell Qarassa, Kharaysin y Ain Ghazal involucra a 67 individuos que van desde el final del período Natufiense al inicio del Neolítico (el llamado Neolítico precerámico), una cifra que lo convierte en uno de los más amplios de cuantos se han llevado a cabo para poblaciones de esas etapas en Oriente Próximo.

Sus descubrimientos apuntan más allá del origen local o foráneo de los pobladores: revelan un crecimiento demográfico que, además, viene acompañado de la aparición en los yacimientos de estructuras nuevas (y cada vez más abundantes), como viviendas más grandes y de planta rectangular o de cementerios dentro de los asentamientos.

Reconstrucción de enterramiento natufiense en el yacimiento arqueológico de "El-Wad Terrace", Israel.

La conclusión que extraen los autores apunta a que el creciente apego por la tierra que les rodeaba en las poblaciones que en origen eran cazadoras-recolectoras nómadas, es decir, su sedenterización, favoreció una revolución demográfica sin precedentes hasta entonces en la humanidad, en la que influyeron otros factores, como los primeros éxitos en el proceso para domesticar los cereales.

La selección genética que el hombre hizo en aquellos tiempos de los cereales provocó un cambio en las plantas del que aún hoy nos beneficiamos, explicó Santana: al cereal silvestre se le cae el grano muy pronto, con frecuencia antes de que madure; el cereal domesticado lo mantiene en la espiga hasta el momento en que es recolectado, lo que permite cultivarlo y cosecharlo ya maduro.

Esqueletos descubiertos en Ain Mallaha. Wikipedia.

Ello también pudo influir en la demografía, y no solo de la forma más evidente, como es garantizar una alimentación estable y almacenable. “El consumo de cereales eleva la fertilidad en las mujeres”, dijo Santana.

"Y no tener que desplazarse de forma constante de territorio en territorio detrás de las presas o en busca de frutas silvestres ayuda a que crezca la prole… y a poder cuidar de ella", añade.

Su tesis podría resumirse en que, en ese momento de la Prehistoria, el sedentarismo estableció las bases en Oriente Próximo de uno de los grandes saltos tecnológicos y culturales de la Humanidad hasta la fecha: la agricultura y ganadería, que comenzaron a liberar al hombre de los caprichos de la naturaleza. Los resultados subrayan, pues, una disminución en la movilidad humana y la migración a medida que la agricultura se volvió cada vez más dominante entre las estrategias de subsistencia a lo largo de la transición neolítica del Levante Sur.

Fuente: holanews.com | 4 de julio de 2021

La campaña de Atapuerca de este año se centrará en la búsqueda de presencia humana de hasta 600.000 años

Firma de renovación del convenio entre Fundación Atapuerca y Cajaviva y la Fundación Caja Rural. / RICARDO ORDÓÑEZ/ICAL

La campaña de excavaciones arqueológicas en la sierra de Atapuerca de este verano se centrará en poder confirmar la presencia humana de hasta 600.000 años (época Achelense) en el yacimiento de Gran Dolina, según subrayó este jueves, 17 de junio, uno de sus codirectores José María Bermúdez de Castro.

En este sentido, explicó que «el equipo de investigación de Atapuerca tiene muchas esperanzas en Gran Dolina porque el año pasado los investigadores se encontraron con un nivel en el que no esperábamos encontrar absolutamente nada y, sin embargo, apareció industria lítica». Es decir, explicó: «Hay presencia humana, no restos humanos, es decir, industria lítica en una época en la que Europa tiene muy pocos yacimientos con presencia humana».

Bermúdez de Castro indicó que se trata de una época en la que «probablemente hay una reposición de población». «La población que se va poco a poco extinguiendo o desapareciendo, que es la del Homo antecessor y hay una reposición de población que es la que trae la tecnología achelense», apostilló.

Así, subrayó que «esa época, que está en el orden de los 500.000/600.000 años, en Atapuerca todavía no había nada» y precisó que «ya este año hay». Por tanto, resaltó que los trabajos de este verano «se van a concentrar mucho en ese nivel» y «se van a dedicar mucho tiempo e ilusión», agregó, para ver «si se puede confirmar la presencia humana en esta época».

La campaña de excavaciones de Atapuerca se desarrollará de manera íntegra en el mes de julio (del 1 al 28) y, al igual que ocurrió el año pasado, será una campaña «inusual» debido a las restricciones por el COVID-19, pero con la confianza puesta en que también sea «exitosa». «Este año es un punto medio entre lo que pasó el año pasado, en una campaña que se salvó por los pelos», exclamó.

Excavaciones en la Gran Dolina

La intención es trabajar en todos los yacimientos de la sierra y citó algunos como Gran Dolina, Sima del Elefante, Cueva Fantasma, Galería de las Estatuas y Sima de los Huesos, además del Mirador y Portalón de Cueva Mayor, además del lavado de sedimentos en el río Arlanzón.

En cuanto a los investigadores, señaló que el pasado año se llevó a cabo únicamente con investigadores veteranos que gozaban de gran experiencia. Las previsiones para este 2021 son las mismas. No se contará con investigadores en prácticas, como medida de seguridad ante posibles contagios. «Este año habrá bastantes menos que en años anteriores, que llegaron a pasar hasta 250 personas. Esto no puede ser en una situación como la que tenemos ahora», afirmó. Por ello están organizando la forma de conseguir a tantos investigadores como se pueda, que podrían alcanzar el centenar.

Bermúdez de Castro hizo estas declaraciones a preguntas de los periodistas durante la renovación del convenio entre Fundación Atapuerca y Cajaviva y la Fundación Caja Rural, en el marco de la presentación de la beneficiaria de la ayuda a la investigación que Cajaviva y Fundación Caja Rural que otorgan a un joven investigador vinculado a Fundación Atapuerca.

Se trata de la renovación de una beca por 14.000 euros que ha permitido a Cecilia García Campos que continúen sus investigaciones con su estudio que se denomina 'Dimorfismo sexual de la morfología externa e interna de los caninos permanentes de las poblaciones actuales y del Pleistoceno de la Sierra de Atapuerca'.

Fuente: burgosconect.es | 17 de junio de 2021

Descubren antiguas viviendas y un culto al cráneo en en el enclave de la Edad del Bronce de Ringheiligtum Pömmelte (Alemania)

El 'Ringheiligtum Pömmelte' (Santuario del anillo Pömmelte) es también conocido como el 'Kreisgrabenanlage von Pömmelte' (Zanja circular de Pömmelte).

El Ringheiligtum Pömmelte, el "Stonehenge" de Alemania, un antiguo emplazamiento conocido hasta ahora por su uso ritual y sus enterramientos humanos, también tenía otro propósito: algunas personas lo llamaban hogar, según los arqueólogos que recientemente han encontrado pruebas de antiguas viviendas residenciales allí.

Situado a las afueras del pueblo de Pömmelte, a unos 85 kilómetros de Berlín, la estructura anillada de madera perdida fue reconstruida en 2016, y desde entonces se ha convertido en una popular atracción turística.

Vista aérea del santuario del anillo de Pömmelte.

130 viviendas identificadas

En la última serie de excavaciones que comenzó en mayo de 2021, los arqueólogos de la Universidad de Halle y la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos y Arqueología descubrieron dos viviendas, junto con 20 zanjas y dos enterramientos, según reportó Heritage Daily. A medida que avanzaban las excavaciones, se descubrieron más enterramientos y más de 80 planos de casas completas, con un total de 130 viviendas identificadas.

"Desde el comienzo de las excavaciones de este año, a principios de mayo, ya se han descubierto dos casas largas, unos 20 pozos de asentamiento y dos tumbas", dijo el arqueólogo estatal Harald Meller (izquierda).

Culto a los cráneos

Por otra parte, según los últimos hallazgos, los arqueólogos sospechan que en el yacimiento de la Edad del Bronce de Pömmelte hubo un culto a los cráneos. Así lo revelan las nuevas investigaciones de los restos del asentamiento.

Foto: Según los últimos hallazgos, se dice que hubo un culto al cráneo hace unos 4.200 años en Kreis-Graben-Anlage en Pömmelte. DPA.

Foto: El Stonehenge de Sajonia-Anhalt: el santuario del anillo Pommelte. Ahora se está construyendo un centro de visitantes en el lugar. DPA.

Según el arqueólogo Harald Meller, junto a uno de los esqueletos hallados en los enterramientos había un segundo cráneo: "Esto apunta a un culto a la cabeza, en el que la gente guardaba los cráneos de los antepasados y en algunos casos incluso se dedicaba a la caza de cabezas", dijo Meller, según recogió el medio alemán MDR. Meller habló de un nuevo aspecto emocionante que se investigará más a fondo.

Mientras que el Stonehenge del Reino Unido alberga antiguos entierros incinerados, los arqueólogos han encontrado entierros más sombríos en el sitio alemán, incluyendo entierros que contienen los huesos rotos de niños, adolescentes y mujeres, que podrían haber sido asesinados como parte de los rituales de sacrificio humano, según un estudio de 2018 publicado en la revista Antiquity.

Los arqueólogos junto a los hallazgos de un pozo.

Cultura del vaso campaniforme y la cultura de Unetice

Las estructuras datan de diferentes periodos, siendo algunas de ellas del periodo inicial de la construcción de los monumentos y comparten características con la cultura del vaso campaniforme del 2.800 a.C., mientras que la mayoría de las casas han sido identificadas como de la cultura de Unetice del 2.200 a.C.

Las excavaciones continuarán hasta octubre de 2021, en las que el equipo de investigación espera comprender mejor el entorno social y religioso de la cultura Unetice, así como determinar la relación entre la zona de asentamiento y el recinto ritual.

El yacimiento fue descubierto en 1991 mediante fotografía aérea cerca del actual pueblo de Pömmelte, en el distrito de Salzlandkreis, en Sajonia-Anhalt, Alemania.

Merle Scheunchen, subdirectora de excavaciones de la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos y Arqueología para las excavaciones de Pömmelte, toma una muestra de una fosa de residuos.

Observatorio astronómico y un centro ritual

El monumento consta de siete anillos de empalizadas, fosos y bancos elevados, en los que se colocaron una serie de postes de madera. Los arqueólogos sugieren que Ringheiligtum Pömmelte era un observatorio astronómico y un centro ritual, que cumplía una función similar a la de Stonehenge en Wiltshire, Inglaterra.

"Es el mayor asentamiento de principios de la Edad del Bronce que conocemos en Europa central", dijo la arqueóloga de la Universidad de Halle, Franziska Knoll, a la revista Archaeology. "Debió de ser un lugar realmente importante".

Knoll cree que las personas que construyeron Pömmelte, también conocido como Woodhenge, tenían estrechos vínculos con Stonehenge, e incluso pueden haber visitado el sitio británico.

Fuente: dw.com | 18 de junio de 2021

Recrean y estudian los sistemas de iluminación en las cuevas del Paleolítico

Los investigadores Mª Ángeles Medina-Alcaide y Diego Garate con una de las antorchas fabricadas a partir del estudio de los restos arqueológicos de cuevas con arte paleolítico. Medina-Alcaide et al, 2021, PLOS ONE.

Un equipo internacional de investigadores ha recreado los tres tipos de iluminación más comunes en las cuevas del Paleolítico (antorchas, lámparas de grasa y hogueras) para determinar cómo los seres humanos los usaban para moverse, iluminar rincones recónditos o dar luz a los murales que pintaban en las profundidades de las cuevas.

Basado en observaciones empíricas y en la arqueología experimental, el estudio fue liderado por María Ángeles Medina-Alcaide y Diego Garate-Maidagan, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) de la Universidad de Cantabria (norte de España). El artículo de la investigación se publica este miércoles, 16 de junio, en la revista americana PLOS ONE.

También colaboraron científicos de las universidades españolas de Salamanca (USAL) y del País Vasco (UPV/EHU), de la de Burdeos (PACEA UMR 5199), y del Instituto español de Investigación de la Cueva de Nerja.

Para hacer la investigación, los científicos recogieron restos arqueológicos y evidencias de los tipos de combustión utilizados en cuevas con arte paleolítico en Atxurra (Vizcaya, norte de España) o Nerja (Málaga, sur de España) y, al estudiarlos y compararlos con los de Lascaux y Chauvet (sur de Francia), pudieron determinar algunos de los materiales empleados para hacer las antorchas, lámparas y hogueras.

“Desde esas evidencias, queríamos reconstruir el pasado y saber cómo iluminaban las cuevas y, a partir de esa información, determinamos que, por ejemplo, en Atxurra emplearon roble y enebro para hacer antorchas”, explica Diego Garate.

A. Antorcha 1 antes de ser encendida. B. Marcas de combustión dejadas por la antorcha en las paredes de la cueva. C. Restos de la antorcha caen al suelo de la cueva mientras se estaba utilizando.

Con esa información, los investigadores recrearon los sistemas de iluminación en el interior de una cueva natural sin valor arqueológico, en la cueva vasca de Isuntza I, y obtuvieron unos parámetros sobre temperatura, humedad, tipos de luz y de roca, entre otros valores, que han quedado a disposición de la comunidad científica y podrán emplearse como referencia en futuros estudios.

“Hasta que no existió un dominio del fuego móvil, actividades como el arte no se pudieron desarrollar en las cuevas”, explica la primera autora del estudio Mª Ángeles Medina-Alcaide

Los autores hicieron los experimentos en la cueva con cinco antorchas realizadas con técnicas similares a las del paleolítico y fabricadas con resinas de hiedra, enebro, roble, abedul y pino, dos lámparas de piedra con grasa animal (principalmente médula ósea de vaca y ciervo) y una pequeña hoguera hecha con madera de roble y enebro.

Los ensayos permitieron descubrir que cada sistema de iluminación tiene distintas características, lo que condiciona sus usos en distintos contextos.

“Vimos que las antorchas de madera hechas con ramas de árbol secas, atadas con una liana y combinadas con distintos combustibles -resinas de árbol-, proyectaban mucha luz de manera constante, una luz dinámica, viva y rojiza que además era fácil de transportar y no deslumbraba pero que, sin embargo, generaba mucho humo”, detalla el investigador.

Representación del rango de iluminación (lux) de los tres sistemas analizados. A. Antorcha de madera. B. Lámpara de grasa portátil. C. Hoguera con leña. (Mediciones realizadas en ArcScene ™ por ArcGis ® basadas en los datos de los experimentos).

- La luz de las antorchas duró unos 41 minutos de media (con la antorcha de vida más corta ardiendo 21 minutos y la más larga 61 minutos), y aunque funcionaban de manera irregular, eran relativamente fáciles de encender nuevamente mediante oxigenación (moviéndola rápidamente de lado a lado).

- Las lámparas hechas con piedras horadadas y rellenadas con resinas y grasas animales permitían iluminar durante mucho más tiempo, y aunque la intensidad de la luz era “similar a una vela, débil y tenue”, podían dar luz hasta tres metros alrededor (o más si se agregaban mechas más grandes o múltiples) durante más de una hora sin generar apenas humo.

- La hoguera, sin embargo, generó grandes cantidades de humo y no duró más de media hora por lo que los autores creen que estos fuegos sirvieron más para iluminar las realizaciones artísticas que para ayudar a hacerlas. De hecho, en Atxurra se encontraron los restos de hasta tres fuegos en una repisa de la roca, situada junto a unos grabados, explica Garate.

La combinación de información cualitativa y cuantitativa les permitió contar con todo un catálogo de datos. “La antorchas, en concreto, han sido muy poco investigadas con anterioridad y nos han ofrecido datos muy interesantes como es la posibilidad de reavivarlas una vez que se extinguen por primera vez”, apunta la investigadora. La configuración de los diferentes palos, diseñada a partir de los restos prehistóricos, permitía que circulara el aire entre ellos con la posibilidad de encenderla fácilmente.

Fotografía del experimento 6 con lámparas de piedra. Observe el arco de luz semicircular. A. Experimento 6 antes de encenderlo. B. Experimento 6 después de funcionar durante 1 minuto. C. Experimento 6 después de funcionar durante 43 minutos.

Especialmente relevantes fueron los parámetros físicos de la luz como la duración, la luminosidad o el radio de acción. Con ellos, y la información cualitativa, modelizaron cómo iluminaron los prehistóricos visitantes la cueva de Atxurra, también en el País Vasco y que cuenta con pinturas paleolíticas.

“La zona que analizamos es una galería con una estancia alta. Ahí se encuentra una repisa elevada en la que se han hallado restos de tres fuegos estáticos y antorchas”, cuenta la investigadora.

Llegar hasta ahí les costaba a los antiguos humanos casi 40 minutos. Una antorcha duraba poco más de una hora encendida, por lo que necesitarían al menos dos para entrar y salir de la cueva, y cada una requería un kilogramo de leña y 75 gramos de combustible alternativo. La intensa pero cambiante luz de las antorchas habría sido complementada con la tenue pero estable y duradera luz de lámparas.

Pero quizá una de las conclusiones más llamativas del estudio es que los sistemas de iluminación del Paleolítico proporcionaban una visión mesópica, es decir, una luz muy cálida que limita la visión de los colores y los restringe a la gama de los rojos.

Ilustración de Arturo Asensio para la exposición "La mirada al Paleolítico", 2012-2013.

“Lo curioso es ese condicionante que hasta ahora ignorábamos. Las pinturas del Paleolítico son bicromáticas y utilizan distintos colores. Tienen muchas gamas y tonos de rojo, pero también amarillos y marrones, es decir, que pese a tener una visión restringida de los colores, recurrieron a muchos de ellos para pintar”, subraya Garate.

Para los autores, los experimentos evidencian que la iluminación en el Paleolítico requería una amplia planificación de su uso en los espacios, lo que pone de relieve la importancia de estudiar la iluminación para desentrañar las actividades de nuestros antepasados en las cuevas.

“La iluminación artificial fue un recurso físico crucial para expandir comportamientos sociales y económicos complejos en los grupos paleolíticos, especialmente para las primeras exploraciones paleoespeleológicas y para el inicio del arte en cuevas”, concluye Ángeles Medina.

Fuentes: elcomercio.com | lavanguardia.com | 16 de junio de 2021

"No tiene precedentes": descubren bajo el lago Hurón objetos de obsidiana de 9.000 años que viajaron 4.000 Km

Fotomicrografías de las dos escamas de obsidiana en un campo oscuro para resaltar la modificación de las escamas. La escala está en milímetros.

Dos piedras de cristal volcánico halladas en el fondo del lago Hurón, en el noreste de EE.UU., fueron transportadas hasta ese lugar desde un yacimiento muy lejano, situado a 4.000 kilómetros, en el centro del actual estado de Oregón, informa la antropóloga Ashley Lemke en un comunicado de la Universidad de Texas en Arlington divulgado este pasado martes.

Se trata de dos lascas de aproximadamente un centímetro de ancho, ambas de forma triangular y con señales de haber sido procesadas. Fueron encontradas en una muestra de sedimentos extraída en la parte central del lecho del Hurón, a 32 metros de profundidad.

El análisis por radiocarbono de las capas correspondientes de los sedimentos dio una datación de alrededor de hace 9.000 años. Esta cifra la corrobora el hecho de que entre hace 10.000 y 8.000 años el área no estaba sumergida, sino que era un pantano de tipo subártico.

Las áreas sombreadas en verde representan la superficie costera y terrestre moderna; las áreas marrones representan la tierra seca durante la montaña baja del lago Stanley, y el azul representa la ubicación de los lagos hace aproximadamente 10.000 años AP. Los rectángulos rojos representan las áreas donde se han realizado investigaciones arqueológicas. Se indica la ubicación de los hallazgos de obsidiana, muestra DA-1.

Para determinar el origen de las piedras, que en su composición química llevan marcas únicas de su lugar de procedencia, los científicos las sometieron a un análisis con fluorescencia de rayos X y, de manera complementaria, a uno de activación de neuronas. Ambos indicaron que las lascas proceden del yacimiento de Wagontire, situado a unos 4.000 kilómetros al oeste del lugar del hallazgo.

"Se trata de piezas muy pequeñas que tienen grandes historias que contar. La obsidiana del lejano oeste de EE.UU. rara vez se encuentra en el este", resalta Lemke (izquierda).

"No tiene precedentes"

En la prehistoria, la obsidiana —muy valorada por sus características únicas para la producción de pequeñas láminas cortantes— se transportaba a distancias considerables, a veces incluso de más de 1.000 kilómetros. Pero el recorrido de las lascas de Hurón es "extraordinaro", afirman Lemke y sus colegas en un estudio publicado en mayo en la revista PLOS One.

"Teniendo en cuenta este patrón establecido de distribución espacial y cronológica, el descubrimiento no tiene precedentes. Estos especímenes representan el hallazgo confirmado más antiguo y más al este de obsidiana occidental en los Estados Unidos continentales", señalan los autores.

Mapa de los Estados Unidos con la ubicación de la fuente de obsidiana de Wagontire (triángulo) en el centro de Oregón y el lugar (cuadrado) del hallazgo de obsidiana DA-1 en el lago Huron. La distancia en línea recta entre estos puntos es de más de 4.000 km.

El contexto en el que fueron descubiertos los objetos no muestra evidencia de un uso ritual o especial y sugiere que se utilizaban para la caza. En cuanto a cómo llegaron al noreste estadounidense, los arqueólogos opinan que pasaron por muchas manos, pero actualmente no se puede determinar si eso fue resultado de una casualidad o de un intercambio relativamente regular.

"Aunque los hallazgos reflejan probablemente la existencia de una extensa red de contactos a lo largo de paisajes recientemente descongelados a finales del Pleistoceno, es imposible saber si los pueblos del lago Hurón sabían realmente de dónde procedía la exótica piedra. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que no hay ningún proceso natural plausible que pueda explicar la presencia de lascas de obsidiana en este lugar", escriben los científicos.

Fuente: actualidad.rt.com | 19 de junio de 2021

Un granjero descubre una estela de piedra arenisca de hace 2.600 años del faraón egipcio Apries

Crédito de la imagen: Ministerio de Antigüedades de Egipto

Un agricultor que vive cerca de Ismailia, en Egipto, ha descubierto una estela de arenisca de hace 2.600 años erigida por el faraón Apries, el cual gobernó desde aproximadamente el 589 a. C. hasta el 570 a. C., ha informado el Ministerio de Antigüedades de Egipto.

El granjero encontró esta antigua losa de arenisca mientras preparaba su tierra para el cultivo, a unos 100 kilómetros al noreste de El Cairo. Luego se comunicó con la Policía de Turismo y Antigüedades y dio cuenta de su descubrimiento, según el comunicado del ministerio. La estela mide 91 230 centímetros de largo, 41 cm de ancho y 45 cm de grosor.

En la parte superior de la estela hay una talla de un disco solar alado (un disco que a veces se asociaba con el dios sol Ra) con un cartucho del faraón Apries y 15 líneas de escritura jeroglífica debajo de eso, dice el comunicado. Apries, también conocido como Wahibre Haaibre, reinó durante la XXVI dinastía (688 a. C. a –525 a. C.), una época en la que Egipto era independiente y su capital se encontraba a menudo en Sais, en el norte de Egipto.

Se están realizando esfuerzos para traducir la estela. Mostafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, dijo que la estela parece estar relacionada con una campaña militar que Apries emprendió al este de Egipto.

El historiador griego antiguo Herodoto (vivió ca. 484-425 a.C.) afirmó que Apries luchó en una guerra que perdió contra los fenicios y en la tuvo muchas bajas de soldados lo que provocó una guerra civil en Egipto que finalmente llevó a Apries a ser asesinado y reemplazado como faraón por un hombre llamado Amasis II. No está claro si esta estela arrojará nueva luz sobre estos hechos.

Fuente: livescience.com | 18 de junio de 2021