Datan con mayor precisión el famoso barco helenístico de Kyrenia (Chipre)

Entre 1967 y 1969, los arqueólogos excavaron el naufragio del Kyrenia, descubierto en la costa norte de Chipre en 1965.

Sturt Manning, profesor de la Universidad de Cornell, lo tiene claro: para él los naufragios son "cápsulas del tiempo" que nos abren una ventana a la historia desde el fondo de los océanos. En ocasiones, sin embargo, la visión que nos dejan está algo borrosa. No siempre es fácil aclarar el origen de un pecio. Ni datarlo. Buen ejemplo es el Kyrenia, un buque mercante de la época helenística, de 14 metros de eslora, que se recuperó en la costa norte de Chipre en la década de 1960. Pese a que se descubrió hace casi seis décadas y los arqueólogos se ha dedicado a estudiarlo en detalle, aún no habían podido responder una cuestión clave: ¿Cuándo se hundió el navío?

Ahora Manning y sus compañeros han logrado despejar ese misterio. Y en gran medida ha sido posible gracias a unos frutos secos.

Los restos recuperados del barco denominado Kyrenia.

Un barco llamado Kyrenia

Aunque ahora entendemos mejor su historia, el Kyrenia es un barco bien conocido por los arqueólogos. Se descubrió en noviembre de 1965 en la costa norte de Chipre, cerca de la ciudad portuaria de la que toma el nombre, y entre 1867 y 1969 los arqueólogos se dedicaron a excavar los restos del pecio. A medida que avanzaban sobre el terreno se encontraron con antiguo buque mercante griego de 14 metros de eslora, como se ha dicho, cargado con cientos de vasijas de cerámica.

El hallazgo del Kyrenia fue crucial no tanto por el pecio en sí o su cargamento, como por lo que supuso para la arqueología: como recuerdan desde la Universidad de Cornell, "fue el primer gran barco griego del período helenístico que se encontró con un casco prácticamente intacto". Su buen estado permitió, de hecho, excavar el pecio y reensamblar más tarde las piezas en el exterior para su análisis.

"Fue un momento histórico". La frase es de Manning (izquierda), convencido de que el descubrimiento del Kyrenia marcó un hito para la arqueología y la comprensión de los pecios. "Kyrenia fue una de las primeras veces que se comprendió que este tipo de pruebas del mundo clásico pueden encontrarse prácticamente intactas más de 2000 años después en el lecho marino", reconoce el experto: "Los naufragios son cápsulas del tiempo únicas y su conservación puede ser asombrosa".

De los maderos que componían el Kyrenia los expertos han extraído valiosas conclusiones sobre la tecnología naval de la época, cómo se construían los navíos o el comercio marítimo. Tan crucial ha sido el pecio para los científicos que desde la década de 1960 se han fabricado y botado al menos tres réplicas. Al estudiarlas, los expertos han comprendido mejor el rendimiento de los barcos griegos.

Réplica experimental del antiguo barco de Kyrenia "KYRENIA LIBERTY".

Asombroso… y misterioso

Que se conserven más o menos bien, teniendo en cuenta que han pasado miles de año sumergidos en el mar, no significa que pecios como el del Kyrenia se lo pongan fácil a los arqueólogos. En su caso quedó botando una incógnita. Una crucial además para comprender la historia del navío. Se sabía que el mercante era del período helenístico (IV - I a.C.), pero… ¿Era posible datarlo con mayor precisión? ¿Podían los científicos ir un paso más allá?

"La cronología del origen del Kyrenia y la fecha exacta de su hundimiento siempre han sido vagas, en el mejor de los casos", reconoce la Universidad de Cornell. Para despejar dudas en un primer momento los investigadores estudiaron los artefactos recuperados del naufragio, como la cerámica localizada a bordo o un pequeño lote de monedas. Su conclusión fue que el mercante se hundió a finales del IV a.C.

Prueba de eliminación de PEG en una serie de anillos de árboles de edad conocida.

El PEG, el gran enemigo

Confirmar esa primera estimación o ir más allá con un grado de certeza razonable no resultaba sencillo. Y en gran medida era así por el polietilenglicol (PEG), un compuesto a base de petróleo que los conservadores del siglo XX solían aplicar a la madera para evitar que se descompusiera. "El problema es que el PEG tal vez conserve los tablones fuera del agua, pero también los contamina e imposibilita la datación por radiocarbono", señala Manning.

Para superar ese obstáculo él y su equipo, mano a mano con investigadores de la Universidad de Gronongen, desarrollaron un método para retirar el 99,9% del PEG de la madera. Sus esfuerzos tuvieron resultados. Gracias a su método y el estudio de un diminuto trozo de madera rescatada en el Kyrenia y que no se había incluido en su reconstrucción, Manning y sus colegas estimaron que los árboles originales pudieron talarse después del período comprendido entre el 355 y 291 a.C.

Laboratorio de anillos de árboles de Cornell.

Desvelando el misterio

Ahora los investigadores han podido ir varios pasos más allá y aportar "la cronología más probable" del hundimiento del Kyrenia. Con el apoyo del Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell, calculan que el mercante pudo irse a pique entre los años 296 y 271 a.C. Es más, creen que hay muchas posibilidades de que ese episodio fatal ocurriera del 286 al 272 a.C.

"El modelo identificó que el rango de fechas más probable para la singladura final se encontraba entre 305 y el 271 a. C. (95,4 %) y, muy probablemente, entre el 286 y el 272 a. C. (68,3 %), varios años más reciente que las estimaciones actuales".

Los restos del Kyrenia y almendras recuperadas en envases de cerámica sirvieron para datar la cronología de la última travesía del barco.

Pero… ¿Cómo lo han logrado?

He ahí la clave. Los científicos han aprovechado las tablas de madera del pecio, pero también un aliado inesperado: las miles de almendras conservadas en frascos y que se encontraron en su día entre los restos del naufragio. "Combinadas con muestras de madera limpias y la experiencia del equipo en modelado y datación, llevaron al Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell a identificar la cronología probable del hundimiento", recuerda Manning.

El equipo examinó la cerámica y las monedas, pero se ha "centrado" en los materiales orgánicos, incluidas las miles de almendras verdes localizadas en grandes ánforas y los restos de un astrágalo, un hueso extraído de la pata de una oveja o cabra y que en usaba para juegos o practicar rituales de adivinación. "Estos materiales de muestras 'efímeras' ayudaron a definir la fecha del último viaje".

Grupo de ánforas antes de la excavación y recuperación del Kyrenia.

Despejando el camino

El trabajo es interesante no solo por despejar un misterio que llevaba décadas desafiando a los arqueólogos. El equipo presume de haber despejado el camino para otras dataciones futuras. ¿El motivo? Durante sus pesquisas, los investigadores se dieron cuenta de que las fechas que obtenían no coincidían con la curva de calibración de radiocarbono internacional, que se usa para convertir las mediciones en fechas concretas del hemisferio norte.

Tras analizar en detalle la causa de esa disparidad, Manning descubrió una falta de datos en el período comprendido entre 350 y 250 a.C. que le permitió junto a su equipo "recalibrar" la curva para casi todo ese lapso. "Los nuevos hallazgos no solo aclararán la cronología del Kyrenia y su carga, sino que también ayudarán a los investigadores para proyectos muy diferentes", argumentan.

Su trabajo se ha publicado en la revista académica PLoS One.

Fuentes: xataka.com | Cornell University | Wikipedia | 4 de julio de 2024

El descubrimiento de dos esqueletos en Pompeya muestra que otro desastre natural pudo haber hecho que la erupción del Vesubio fuera aún más mortal

Los científicos descubrieron dos esqueletos en las ruinas de un edificio de Pompeya y concluyeron que sus muertes debieron ser causadas por derrumbes de muros provocados por terremotos. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

La muerte de los habitantes de Pompeya durante la erupción del Vesubio en el año 79 d. C. se atribuye principalmente a causas volcánicas, como la caída de cenizas y gases calientes. Sin embargo, es posible que no sea así. En un estudio reciente, vulcanólogos, geólogos y antropólogos se unieron para volver a centrar la atención en los efectos de los fenómenos relacionados con los terremotos. Al examinar dos esqueletos recién descubiertos, concluyeron que sus muertes deben haber sido causadas por derrumbes de muros provocados por terremotos, que contribuyeron en gran medida a la destrucción de la antigua ciudad.

Hace casi 2000 años, Plinio el Joven escribió cartas en las que describía un temblor de tierra durante la erupción del Vesubio. Ahora, un estudio colaborativo dirigido por investigadores del Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanologia (INGV) y el Parque Arqueológico de Pompeya ha arrojado luz sobre los efectos de la sismicidad asociada a la erupción del año 79 d. C.

El estudio es el primero que aborda la compleja tarea de informar sobre los efectos de terremotos concurrentes, una tarea complicada debido a la posibilidad de que los efectos volcánicos y sísmicos se produzcan simultáneamente o en rápida sucesión, lo que significa que los efectos volcánicos pueden eclipsar los efectos causados ​​por los terremotos y viceversa.

Ubicación de las salas excavadas donde se encontraron los esqueletos en Pompeya. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

“Estas complejidades son como un rompecabezas en el que todas las piezas deben encajar para desentrañar el cuadro completo”, dijo el Dr. Domenico Sparice (izquierda), vulcanólogo del INGV-Osservatorio Vesuviano y primer autor del estudio Frontiers in Earth Science . “Demostramos que la sismicidad durante la erupción jugó un papel significativo en la destrucción de Pompeya y, posiblemente, influyó en las decisiones de los pompeyanos que se enfrentaron a una muerte inevitable”.

Pistas de un colapso mortal

“Reconocer correctamente la relación causa-efecto es esencial para reconstruir la interacción entre los fenómenos volcánicos y sísmicos, y sus efectos sobre los edificios y los seres humanos”, añadió el coautor, el Dr. Fabrizio Galadini (derecha), geólogo e investigador principal del INGV.

Durante las excavaciones en la "Casa de los pintores trabajando", los investigadores notaron algo extraño en los edificios derrumbados. “Encontramos características peculiares que no se correspondían con los efectos de los fenómenos volcánicos descritos en la literatura vulcanológica dedicada a Pompeya. Tenía que haber una explicación diferente”, afirma el coautor del estudio, el Dr. Mauro Di Vito (izquierda), vulcanólogo y director del INGV-Osservatorio Vesuviano.

Cuando los investigadores encontraron dos esqueletos con graves fracturas y traumatismos se sintieron aún más motivados para descubrir la razón.

Esqueleto del 'individuo 1', un hombre de unos 50 años. La posición sugiere que fue aplastado repentinamente por el derrumbe de un gran fragmento de pared, lo que le produjo graves traumas que le provocaron la muerte inmediata. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

Pintores trabajando

La erupción sorprendió a los habitantes de Pompeya en medio de la vida cotidiana. Durante unas 18 horas, cayeron sobre la ciudad pequeñas partículas de piedra y ceniza, lo que obligó a la gente a buscar refugio. Cuando la erupción se detuvo, los habitantes que habían sobrevivido tal vez se creyeron a salvo, hasta que comenzaron fuertes terremotos.

“Las personas que no huyeron de sus refugios posiblemente se vieron abrumadas por los derrumbes provocados por el terremoto de edificios que ya estaban sobrecargados. Este fue el destino de los dos individuos que recuperamos”, dijo la coautora Dra. Valeria Amoretti (derecha), antropóloga que dirige el Laboratorio de Investigación Aplicada del Parque Arqueológico de Pompeya.

Los investigadores encontraron dos esqueletos masculinos, ambos de unos 50 años de edad. Su posición sugiere que el "individuo 1" fue aplastado repentinamente por el derrumbe de un gran fragmento de pared, lo que le produjo graves traumas que le causaron la muerte inmediata. Sin embargo, el "individuo 2" pudo haber sido consciente del peligro y haber intentado protegerse con un objeto redondo de madera del que los investigadores encontraron débiles rastros en los depósitos volcánicos.

Existen varios indicios de que estos individuos no murieron por inhalación de cenizas o calor extremo, como el hecho de que se encontraban sobre el lapilli de piedra pómez, en lugar de debajo de él. Esto sugiere que ambos sobrevivieron a la primera fase de la erupción y luego fueron aplastados por los muros que se derrumbaron durante el declive temporal de los fenómenos eruptivos y antes de la llegada de las corrientes piroclásticas, dijeron los investigadores.

Esqueleto del 'individuo 2', un hombre también de unos 50 años, que pudo haber sido consciente del peligro y trató de protegerse con un objeto redondo de madera. Los investigadores encontraron tenues rastros de él en los depósitos volcánicos. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

Decisiones difíciles

Si bien no todos pudieron llegar a un lugar seguro temporalmente, la cantidad de víctimas recuperadas en los depósitos de ceniza hace que la huida de la gente sea un escenario plausible, aunque desesperado, dijeron los investigadores. No hay estimaciones fiables sobre cuántas personas murieron por causas relacionadas con el volcán o debido a los daños causados ​​por los terremotos.

“Los nuevos datos sobre la destrucción de Pompeya nos acercan mucho a la experiencia de las personas que vivieron aquí hace 2.000 años. Las decisiones que tomaron, así como la dinámica de los acontecimientos, que siguen siendo el foco de nuestra investigación, decidieron la vida y la muerte en las últimas horas de la existencia de la ciudad”, concluyó el coautor Dr. Gabriel Zuchtriegel (izquierda), director del Parque Arqueológico de Pompeya.

Fuente: frontiersin.org | 18 de julio de 2024

Un nuevo estudio revela que el famoso fósil del Niño de Taung, hallado en Sudáfrica, tiene 2,58 millones de años

Reproducción del cráneo del niño de Taung, el cual era un Australopithecus africanus que vivió hace más de dos millones de años. (Crédito de la imagen: Peter Horree / Alamy Stock Photo).

Hace cien años, el descubrimiento de un cráneo en la provincia del Noroeste de Sudáfrica alteró nuestra comprensión de la evolución humana. El cráneo juvenil fue bautizado como el Niño de Taung por Raymond Dart, un anatomista de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), quien lo describió por primera vez. En 1924, Dart no pudo decir exactamente qué edad tenía, pero anunció que pertenecía a una nueva especie a la que llamó Australopithecus africanus. Fue la primera evidencia que confirmó la afirmación del naturalista británico Charles Darwin de que los simios y los humanos compartían un ancestro común hace mucho tiempo y que la humanidad se originó en África.

Tras el descubrimiento del Niño de Taung se realizaron nuevos descubrimientos de Australopithecus africanus, muchos de ellos en Sterkfontein , a unos 70 km al suroeste de Pretoria. Sterkfontein se encuentra en la "Cuna de la Humanidad", declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco .

En el siglo transcurrido desde que se encontró y describió al Niño de Taung, se ha desarrollado un gran debate sobre las edades geológicas de los fósiles de Australopithecus encontrados en Sterkfontein, así como los de Taung y un tercer sitio, Makapansgat.

'Australopithecus africanus', mandíbula inferior de un niño (MLD 2), Makapansgat, 1947

Gran parte de la controversia se centra en Sterkfontein. Algunos investigadores estiman que los fósiles de una zona concreta (denominada "Miembro 4") tienen entre 3,4 y 3,7 millones de años. Otros estiman que esos fósiles son mucho más recientes, de entre 2 y 2,6 millones de años de antigüedad. Las diferencias surgen de los métodos de datación utilizados por los equipos opuestos. Cada uno ha publicado artículos en los que rechaza los métodos del otro.

Ahora la controversia puede estar un paso más cerca de resolverse. Con mi colega Sue Dykes (que lamentablemente falleció en 2019), he utilizado un enfoque diferente aplicado directamente a los dientes fósiles de los homínidos (parientes lejanos de la humanidad), para estimar las edades de los fósiles de Australopithecus de Sterkfontein. Nuestros resultados para el Miembro 4 sugieren que los fósiles tienen una edad de entre 2 y 3,5 millones de años. Esto comprende un período más amplio de lo que se pensaba anteriormente, y abarca las edades estimadas por los equipos opuestos.

Nuestro método también nos permitió datar el Niño de Taung hace 2,58 millones de años.

Creemos que nuestro método es preciso, pero sin duda se realizarán otros estudios que utilicen otros métodos. Estamos tratando con una cuestión que ha desconcertado a los científicos durante décadas y la búsqueda para determinar con certeza cuándo existieron estos antiguos miembros de nuestro árbol genealógico en Sudáfrica continuará.

Réplica del Niño de Taung. Colección de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica.

Lamentablemente, en Sudáfrica no se encontraron volcanes activos en el período de estudio, entre 2 y 5 millones de años atrás. Sin embargo, se pueden hacer comparaciones entre fósiles de especies de las dos áreas, incluidos bóvidos (antílopes como ñus, alcéfalos y kudús), suidos (como facóqueros) y monos, además de babuinos gelada.

Dado que los fósiles del este de África se pueden datar con precisión utilizando el método radiométrico K/Ar, se pueden estimar las edades de las mismas especies en Sudáfrica. Este enfoque se conoce como biocronología y es la forma en que un grupo de investigadores que participaron en el debate llegó a su conclusión: los fósiles de Sterkfontein procedentes de la cavidad denominada Miembro 4 tienen entre 2 y 2,6 millones de años. Se han obtenido esencialmente las mismas edades a partir de estudios paleomagnéticos y de uranio-plomo.

Mientras tanto, el grupo que establece las edades de los fósiles entre 3,4 y 3,7 millones de años utilizó un método llamado datación por nucleidos cosmogénicos. Llegaron a sus conclusiones utilizando los elementos de berilio y aluminio para estimar las edades del sílex (un tipo de roca sedimentaria) en los depósitos de la cueva de Sterkfontein asociados con los fósiles de homínidos del Miembro 4.

Cráneo original completo (sin dientes superiores ni mandíbula) de un ejemplar de 'Australopithecus africanus' de 2,1 millones de años llamado 'Señora Ples', descubierto en Sudáfrica. Colección del Museo Transvaal, Northern Flagship Institute, Pretoria, Sudáfrica. (número de catálogo STS 5, cueva de Sterkfontein, fósil de homínido número 5).

Nuestro enfoque

También utilizamos un enfoque biocronológico para la datación, pero en lugar de utilizar dientes de animales, trabajamos directamente a partir de las medidas de los dientes de los fósiles de Australopithecus.

Examinamos las proporciones de longitud y anchura de los primeros molares inferiores de los homínidos del este de África. Luego, mediante una ecuación que desarrollamos, cuantificamos una relación entre esas proporciones y la edad geológica de nuestra muestra de fósiles de Tanzania, Kenia y Etiopía, incluidos los Australopithecus afarensis y especies tempranas de Homo como el Homo habilis. Las fechas para estos fósiles están bien establecidas.

Reconstrucción de Lucy, un Australopithecus afarensis.

Partiendo del supuesto de que la edad de los fósiles sudafricanos que representan los mismos géneros podía estimarse a partir de la misma relación, aplicamos la ecuación a los primeros molares inferiores de Sterkfontein, en particular a los atribuidos a los Australopithecus y a los primeros individuos Homo, para los que se pudieron determinar las proporciones dentarias. De esta manera, hemos podido obtener fechas para molares individuales.

Nuestro enfoque se ha aplicado a los molares del Niño de Taung, con un nuevo resultado de 2,58 millones de años para este espécimen de Australopithecus africanus.

También se han datado con nuestro método dos dientes de Australopithecus de Makapansgat. Los especímenes tienen 3,07 millones y 3,00 millones de años, respectivamente, lo que concuerda con estimaciones anteriores realizadas mediante paleomagnetismo.

El cráneo del homínido Malapa 1 (MH1) de Sudáfrica, llamado "Karabo". Los restos fósiles combinados de este macho juvenil se designan como el holotipo de 'Australopithecus sediba'.

También hemos utilizado nuestro método para intentar datar fósiles atribuidos a la especie de homínido denominada Australopithecus sediba, hallada en Malapa, cerca de Sterkfontein. Nuestras fechas para dos dientes que representan a esta especie (catalogados como MH1 y MH2) son respectivamente de 2,14 millones y 1,93 millones de años. Esto se corresponde muy bien con la edad de 1,98 millones de años obtenida mediante métodos que utilizan uranio, plomo y paleomagnetismo.

Estamos especialmente agradecidos a Jacopo Moggi-Cecchi por proporcionarnos algunas de las mediciones utilizadas en nuestro estudio.

Fuente: theconversation.com | | 15 de julio

Descubren por primera vez un hábitat etrusco con más 43 kilogramos de cerámica en la isla de Córcega

Vista de la excavación en Ghisonaccia (Córcega).

En el marco de un proyecto de construcción de una vivienda unifamiliar en el municipio de Ghisonaccia, en la Alta Córcega, y por recomendación del Servicio Regional de Arqueología (Drac de Corse), se llevó a cabo una excavación preventiva desde mediados de octubre hasta principios de diciembre de 2023 sobre una superficie de 605 m². La zona afectada por la excavación se encuentra a 3,5 km al este de la ciudad de Ghisonaccia, en el centro de la llanura oriental de Córcega, delimitada al este por el mar Tirreno y al oeste por las estribaciones de la cadena Hercínica. El sitio de Chiusevia está situado a unos veinte metros al norte de un meandro del arroyo Alzetta y a unos 800 m del mar.

Vista aérea del sitio de Ghisonaccia con el arroyo de Alzzeta que fluye hacia el mar Tirreno al fondo. © B. Caballos, Inrap.

Restos de un hábitat y actividades domésticas de los siglos VI-IV a.C.

El terreno corresponde a una terraza aluvial que está marcada por una ligera pendiente del 3% de norte a sur hacia el arroyo Alzetta. Al norte, sobre un terreno llano natural, se sitúa un edificio sobre cimientos de cantos rodados. Parece estar desarrollándose más allá del derecho de vía a lo largo de un eje noroeste/sureste. Su desarrollo está precedido por la nivelación antropogénica del terreno. Tres tapajuntas de guijarros definen un espacio interior de 6,35 metros de ancho para una longitud observada de 5,30 metros, es decir, una superficie interior de al menos 34 m². La superficie del edificio es de al menos 50 m².

Vista general del edificio sobre tapajuntas de guijarros. © B. Caballos, Inrap.

Los tres cimientos del edificio siguen los mismos principios constructivos. Están formados por guijarros de módulos variables, unidos por un sedimento limoso de color marrón oscuro, depositados dentro de una zanja de cimentación con paredes abocinadas. Su disposición es irregular y descuidada. Se mantienen en tres hileras como máximo y tienen un ancho que varía entre 0,60 y 1 metros. Alrededor de los bordes de las construcciones de guijarros se identificaron varias pequeñas excavaciones destinadas a alojar un poste de madera. Su posición estratigráfica y ubicación sugieren que podrían tratarse de elementos estructurantes de los alzados y de la cubierta del edificio fabricados con materiales perecederos.

Vista aérea de Ghisonaccia con la columna vertebral montañosa que recorre la isla al fondo. © B. Caballos, Inrap.

La presencia de numerosos fragmentos de mazorca en el nivel abandonado habla a favor de la hipótesis de paredes de acacia rellenas de tierra de construcción sostenidas por tapajuntas de guijarros. Un estudio antracológico (P. Poirier, I. Figueiral, Inrap) proporcionará vías de interpretación sobre este tema. Toda la superficie interna del edificio está cubierta por una capa de limo fino procedente de su ocupación. Está lleno de pequeños nódulos de mazorca, microcarbón y, sobre todo, varios centenares de fragmentos de cerámica que atestiguan su frecuentación. En el corazón del edificio se dispone un suelo de hogar formado por fragmentos de jarrones de almacenamiento reutilizados y un gran foso, excavado en el nivel de ocupación del edificio, recibe las emisiones de combustión y los residuos resultantes del uso de estos últimos.

Excavación en curso del nivel de ocupación del edificio. © B. Caballos, Inrap.

Promociones en las afueras de la casa

Se identificó una gran zanja a unos veinte metros al sur del edificio. La estructura excavada tiene una longitud de 15 metros y una anchura de 1,70 metros. Parece desarrollarse hacia el suroeste, más allá del derecho de paso hacia el meandro del curso de agua de Alzetta, del que podría captar sus aguas para abastecer al establecimiento. La acequia también podría considerarse como un elemento estructurante de sus límites y de su extensión.

En las afueras del hábitat se detectaron una veintena de agujeros para postes, en algunos de los cuales se conservaba el fantasma del poste. Parecen estar involucrados en la construcción de varias urbanizaciones utilizando materiales perecederos. Cerca del edificio también se excavaron varios pozos de desechos domésticos, que contienen paredes de hornos enrojecidas y obstruidas con matrices carbonosas, que atestiguan actividades vinculadas al ámbito doméstico.

Vista en corte del agujero de un poste y el fantasma del poste conservado. © A. Jamai-Chipon, Inrap.

Vista en corte de una tapajuntas de guijarros. © F. Tacchini, Inrap.

Un rico corpus cerámico y su enfoque multidisciplinar

El nivel de ocupación del edificio está plagado de fragmentos de jarrones arrojados en el lugar. Además, el suelo del hogar está compuesto principalmente por fragmentos de grandes contenedores destinados al almacenamiento que aquí se utilizan para su reutilización. El corpus cerámico recogido en el hábitat reúne así un mobiliario excepcionalmente rico para este tipo de ocupación (peso: 43,3 kg).

La tasa de fragmentación es muy alta, particularmente para las unidades estratigráficas vinculadas al foco y al nivel de abandono del hábitat. Todos los fragmentos están realizados al torno y ninguno está decorado. Las principales formas de contenedores identificadas son formas cerradas con bordes acampanados o rebajados, paredes gruesas, toscas o semifinas. Se trata de cerámicas y vasijas de almacenamiento etruscas comunes. No se observaron rastros de quemaduras o residuos carbonizados contra las paredes ni fragmentos de fondos presentes en el cuerpo, excluyendo el uso de los recipientes para cocinar. El corpus homogéneo se caracteriza en particular por la ausencia de cerámicas modeladas locales, pero también por la de refinadas producciones etruscas (barniz negro, sobrepintado, figuras rojas) o helenísticas.

Fragmentos de cerámica aplastados y rechazados dentro del edificio en el nivel de ocupación. © R. Antonietti, Inrap.

Todos los elementos tipológicos, las composiciones de los cuerpos cerámicos y otras características destacadas tienden a indicar una ocupación del yacimiento en una época cronológica aún amplia, situada entre los siglos VI y IV a.C.

El estudio tipocronológico del mobiliario (A. Jamai-Chipon, Inrap), unido al análisis de marcadores orgánicos potencialmente conservados en algunos vasos (N. Garnier, laboratorio LNG) y al estudio petrográfico de las pastas (F. Convertini, Inrap), permitirá sin duda definir un corpus de referencia para Córcega y ofrecerá perspectivas interesantes para la interpretación y comprensión de este lugar y del lugar de la isla dentro de los circuitos de intercambio del área mediterránea.

Fuente: inrap.fr| 9 de julio de 2024

Un estudio desvela que los 'Homo sapiens' cazaron especies de la megafauna en la actual Argentina hace 21.000 años.

Martín De Los Reyes (izquierda) y Guillermo Jofré, dos de los investigadores que han participado en el estudio, desentierran el fósil de un pariente extinto del armadillo de la Edad de Hielo conocido como 'Neosclerocalyptus' descubierto a orillas del rio Reconquista, Argentina. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.)

La teoría más extendida hasta hace poco tiempo defendía que los primeros humanos que cruzaron el estrecho de Bering y se internaron en América lo hicieron en una migración que tuvo lugar hace unos 16.000 años. Pero, como casi todas las cronologías relacionadas la evolución humana y sus hitos, los nuevos métodos de análisis están desvelando un escenario mucho más complejo.

Los arqueólogos han hallado unas huellas de niños y adolescentes fosilizadas en Nuevo México (Estados Unidos) con una antigüedad de al menos 21.000 años. Según el ADN antiguo, el primer gran viaje del Homo sapiens de Eurasia hacia el continente americano se registró entre hace 26.000 y 19.500 años, durante un episodio extremo de frío conocido como Último Máximo Glacial.

Este puzle tiene además piezas más polémicas y que parece que no encajan. En el centro-oeste de Brasil han salido a la luz tres fragmentos de hueso de un perezoso gigante que habrían sido pulidos como una suerte de ornamentos, según la interpretación de sus descubridoras. Lo sorprendente es que este animal, una de las especies de megafauna que habitaron Sudamérica durante el Pleistoceno, vivió hace entre 27.000 y 25.000. ¿La llegada de los humanos a América se registra en una fecha todavía más temprana? Eso parece confirmar el nuevo hallazgo realizado en el moderno territorio de Argentina y publicado este miércoles en la revista PLOS ONE.

Mapa que muestra la ubicación del sitio investigado. Perfil litoestratigráfico del sitio donde se encontró el ejemplar CRS-10 (en la orillas del río Reconquista, Argentina), incluyendo las fechas radiocarbónicas calibradas obtenidas. Mapa base: sombreado MDE-Ar v2.1 y capas vectoriales 1:250000 del IGN (Instituto Geográfico Nacional, República Argentina).

El paleontólogo Guillermo Jofré, en la excavación donde extrajo los restos fósiles del gliptodonte; fueron hallados de manera fortuita, por operarios que trabajaban en la barranca del Río Reconquista, Merlo, Argentina.

Mariano Del Papa (izquierda), antropólogo de la Universidad Nacional de La Plata y su equipo, han descubierto unos restos fósiles con marcas de corte de un espécimen de Neosclerocalyptus, un género extinto de grandes mamíferos acorazados -emparentado con los armadillos actuales- los cuales vivieron en Sudamérica durante el Pleistoceno. La datación de los huesos, hallados en la orilla del río Reconquista, en el norte de la región pampeana, indica que el animal fue cazado por humanos hace unos 21.000 años.

Los análisis en el laboratorio han documentado marcas de corte en zonas de la pelvis, la cola y la coraza del gliptodonte consistentes con impactos hechos con herramientas de piedra. Estas marcas antrópicas, según los investigadores, muestran que los humanos descuartizaron a su presa con artefactos líticos en busca de las áreas más abundantes de carne. La antigüedad del animal se ha podido precisar bastante —entre hace 21.090 y 20.811 años— gracias a las dataciones por radiocarbono de los huesos y de los sedimentos de la secuencia estratigráfica en la que aparecieron.

Modelo de 'Neosclerocalyptus ornatus'. Museo de La Plata.

El estudio proporciona nuevos elementos para indagar sobre los orígenes del poblamiento humano de Sudámerica y conocer las interacciones de estos individuos con la megafauna presente en esta parte del mundo en el periodo considerado. Según los autores del artículo, este descubrimiento retrasa casi en 6.000 años la presencia del Homo sapiens en esta parte del mundo teniendo en cuenta las cronologías fiables de otros yacimientos, que van de los 15.000 a los 8.000 años de antigüedad.

Para determinar si las marcas de corte eran de origen humano, los investigadores fotografiaron y crearon escaneos en 3D de los huesos del animal. Algunas de las marcas tenían una sección transversal en forma de V, lo que el equipo cree que es muy indicativo de marcas de descuartizamiento con herramientas de piedra. En total, los investigadores contaron 32 marcas de corte en los huesos del animal. Utilizando una variedad de técnicas estadísticas para clasificar y comparar las marcas cuantitativamente, concluyeron que el patrón no podía haber sido aleatorio: los cortes fueron hechos por humanos utilizando herramientas.

Un examen detallado de las marcas de corte en los fósiles reveló que fueron hechas por herramientas de piedra en una secuencia deliberada. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.).

Los expertos, analizando las partes del esqueleto del 'Neosclerocalyptus' descubierto. Foto: Conicet.

El equipo descartó otras posibles causas de las marcas, incluidos los carnívoros (cuyas marcas de dientes suelen tener forma de U) y la erosión natural del hueso después de la muerte del animal, ya que había evidencia significativa de que el cuerpo del animal fue enterrado rápidamente después de su muerte, lo que evitó la degradación causada por el clima o los carroñeros.

La ubicación de las marcas de corte en diferentes áreas del cuerpo revela una secuencia de carnicería, concluyeron los investigadores, e implica que los humanos antiguos adquirieron, y presumiblemente comieron, una gran cantidad de carne de los músculos de la pelvis y la cola del armadillo gigante.

La interpretación de un artista de cómo los humanos de la Edad del Hielo pudieron haber masacrado a un gliptodonte hace unos 20.000 años en lo que hoy es Argentina. (Crédito de la imagen: Damián Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (Colegio Don Bosco), San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires, CC-BY 4.0 ).

"Es posible que la gente haya tenido como objetivo a los gliptodontes debido a su tamaño (unos 300 kilos) y los grandes paquetes de músculos que poseen", dijo a Live Science en un correo electrónico el coautor del estudio Miguel Delgado (izquierda), paleoantropólogo de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.

"Este trabajo pone en duda el marco temporal de que el primer poblamiento humano de América se registró hace 16.000 años", destaca Mariano Del Papa. El antropólogo y sus colaboradores señalan que los fósiles del armadillo son otra evidencia más proporcionada por el registro arqueológico que apoya la teoría de un poblamiento mucho más temprano de las Américas y del Cono Sur en particular. "Es decir, la fecha más probable para la primera entrada humana se habría producido hace entre 21.000 y 25.000 años o incluso antes", señala Delgado. Estamos ante un debate que está todavía lejos de resolverse.

Una ilustración de un ejemplar de 'Neosclerocalyptus' que muestra los elementos esqueléticos marcados con cortes en azul claro.(Crédito de la imagen: Del Papa et al., 2024, PLOS ONE, CC-BY 4.0)

Loren Davis (derecha), un arqueólogo de la Universidad Estatal de Oregon, que no participó en el estudio, dijo a Live Science en un correo electrónico que "el enfoque avanzado de los autores en esta investigación es encomiable, pero requiere más estudios, particularmente porque no se encontraron herramientas hechas por humanos en el sitio".

"Es necesario establecer el grado en que las acciones humanas de carnicería son similares y diferentes a la amplitud de los procesos naturales que modifican los huesos para respaldar su afirmación de presencia humana en este sitio hace unos 21.000 años", afirma Davis.

Para la paleoantropóloga Briana Pobiner (izquierda), científica investigadora del Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington, "los autores han aportado pruebas convincentes de que hubo seres humanos que descuartizaron un armadillo extinto hace 21.000 años".

"Los autores han hecho un trabajo sólido al demostrar mediante análisis cualitativos y cuantitativos que las marcas de corte en los fósiles de armadillo son muy probablemente hechas por humanos", dice Pobiner, la cual no participó en el estudio.

El antropólogo colombiano Miguel Delgado sostiene un hueso fosilizado de un Gliptodonte con evidencias que sugieren que el animal fue cazado. Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, Argentina, el 1 de julio de 2024. FOTO: REUTERS.

Los investigadores, en la sala de vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata: Miguel Delgado, arqueólogo (izq); Mariano Del Papa, arqueólogo y antropólogo (centro), y Martín de los Reyes, paleontólogo (der)Pilar Camacho.

Para Delgado, con la aparición de estos resultados, más la aparición de otros sitios con evidencia en América, incluidas huellas humanas “muy bien datadas cronológicamente” y herramientas encontradas en Brasil, se puede empezar a documentar que hubo un poblamiento más temprano. “Con nuestro trabajo, a medida que fuimos haciendo los estudios, ese rompecabezas cada vez va teniendo más sentido”, indicó.

“Este es un debate candente en la actualidad y, con estos datos bien comprobados con las mejores técnicas disponibles, aportamos nuestro granito de arena a un cambio de paradigma sobre el poblamiento de América”, subraya Delgado.

Los investigadores señalaron, no obstante, que son conscientes de "la necesidad de establecer un vínculo más fuerte entre los huesos fósiles hallados con marcas de corte y el registro arqueológico", pero esperan hacerlo pronto.

"Si bien aún no hemos encontrado todavía ninguna herramienta, vale la pena señalar que sólo hemos excavado una pequeña porción del lugar donde se hizo el hallazgo y puede haber más evidencias, tal como herramientas líticas", concluye el paleoantropólogo Delgado.

Fuentes: elespanol.com | livescience, com | lanacion.com.ar | cnnespanol.cnn.com | 17 de julio de 2024

Nuevas dataciones geológicas sitúan a los primeros homínidos europeos en el sur de la península ibérica hace 1,3 millones de años

Los yacimientos de Orce, en Granada, ofrecen cada año hallazgos importantes para entender el proceso de la evolución humana. En la foto, arqueólogos trabajando en el yacimiento de Fuente Nueva 3.

Una de las controversias más importantes sobre la evolución y la expansión humana es cuándo y por qué camino llegaron los primeros homínidos a Europa desde el continente africano. Ahora, unas dataciones con técnicas geológicas de los yacimientos de Orce (cuenca de Baza, Granada) sitúan los restos humanos hallados en esta zona como los más antiguos de Europa, con aproximadamente 1,3 millones de años.
Estos resultados refuerzan la hipótesis de la llegada de los seres humanos a Europa por el sur de la península ibérica, a través del estrecho de Gibraltar, en lugar de dando la vuelta al Mediterráneo por la vía asiática. El trabajo, liderado por Lluís Gibert (izquierda), investigador y profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona, ha contado con la participación de investigadores del Centro de Geocronología de Berkeley y de la Universidad Estatal de Murray (Estados Unidos).

Análisis de una nueva área de muestreo

La nueva datación se ha basado en analizar el paleomagnetismo de un área de la región de Orce, donde nunca se había muestreado antes, y que ha estado protegida de la erosión a lo largo de los años. Esta técnica es un método de datación relativo basado en estudiar la inversión de los polos magnéticos del planeta debido a la dinámica interna de la Tierra. Estos cambios no tienen una periodicidad concreta, pero quedan registrados en los minerales y permiten establecer períodos de tiempo a partir de los diferentes eventos magnéticos.

Los nuevos datos obtenidos son muy precisos gracias a la larga secuencia sedimentaria que aflora en Orce. «La singularidad de estos yacimientos es que están estratificados y dentro de una secuencia de sedimentaria muy larga, de más de ochenta metros. Normalmente, los yacimientos se encuentran en cuevas o dentro de secuencias estratigráficas muy cortas, que no te permiten desarrollar secuencias paleomagnéticas largas en las que puedas encontrar diferentes inversiones magnéticas», apunta Lluís Gibert.

«Los investigadores han podido identificar una secuencia de polaridad magnética con cinco eventos magnéticos que permiten situar a los tres yacimientos de Orce con presencia humana entre el subcrono Olduvai y Jaramillo, es decir, entre 1,77 y 1,07 millones de años (Ma)», explica Gibert.

Posteriormente, han aplicado un modelo estadístico de edad para refinar con precisión la cronología de los distintos niveles estratigráficos con un margen de error de solo 70.000 años. El resultado de esta innovadora metodología es que el yacimiento más antiguo con presencia humana de Europa sería Venta Micena con una edad de 1,32 Ma, seguido de Barranco León, con una edad de 1,28 y finalmente Fuente Nueva 3, con una edad de 1,23 Ma.

«Con estos datos, el otro gran yacimiento de la Península, el de Sima del Elefante en Atapuerca, quedaría relegado a un segundo puesto, muy detrás de Orce, entre 0,2 y 0,4 Ma más moderno», añade el investigador.

Yacimiento de Fuente Nueva 3: Lluís Gilbert / Universidad de Barcelona

La fauna apuntala la antigüedad del yacimiento

Para completar la datación, el estudio también ha analizado la fauna que se encuentra en los diferentes yacimientos de Orce, ya que esta es diferente según el período, y la ha comparado con la que se ha encontrado en otros yacimientos del Pleistoceno temprano situados en otros lugares de Europa.

En este sentido, en el trabajo se presenta un análisis detallado de los micromamíferos y grandes mamíferos de todos los yacimientos de Orce, realizado por el experto Robert Martin, a partir de las colecciones paleontológicas almacenadas en el Museo del Instituto Catalán de Paleontología Miguel Crusafont (IPS) de Sabadell. «Los resultados muestran que la fauna pequeña y grande de Orce es más primitiva que, por ejemplo, la de la Sima del Elefante, donde las evidencias muestran que el roedor 'Allophaiomys lavocati' es más evolucionado que el 'Allophaiomys' recuperado de los yacimientos de Orce», detalla Gibert.

Otro indicador relevante de la antigüedad de los yacimientos de Orce es la ausencia de los antepasados ​​de los cerdos. «Son animales que se consideran inmigrantes asiáticos y que no se han encontrado en ningún yacimiento europeo con una antigüedad de entre 1 y 1,5 Ma, mientras que sí se han encontrado en la Sima del Elefante, apoyando que la fauna de Orce es más antigua», explica el investigador.

Migraciones humanas desde el continente africano. Lluís Gilbert et al. / Universidad de Barcelona

Evidencias que apuntan al paso por Gibraltar

Esta nueva datación se añadiría, según Gibert, a otras evidencias que decantarían la balanza de la colonización de Europa por el estrecho de Gibraltar, en lugar de la vía alternativa: la vuelta al Mediterráneo por Asia, como por ejemplo «la existencia de una industria lítica con similitudes a la que se ha encontrado en el norte del continente africano y también por la presencia de restos de fauna africana en el sur de la Península, como los de 'Hippopotamus', hallado en los yacimientos de Orce, y las de 'Theropithecus oswaldi', un primate africano similar a un papión, hallados en la cueva Victoria, un yacimiento cerca de Cartagena (Murcia), inexistentes en ningún otro lugar de Europa».

«También defendemos la hipótesis de que llegaron desde Gibraltar, porque no se han encontrado evidencias más antiguas en ningún otro yacimiento del recorrido alternativo», añade Gibert.

Diente leche de un homínido datado en 1,4 millones de años.

Similitud con los homínidos de la isla de Flores

Con estos resultados, los investigadores señalan un «diacronismo» entre la ocupación más antigua de Asia, de 1,8 Ma, y la más antigua de Europa, que sería de hace 1,3 Ma, de modo que los homínidos africanos habrían llegado al suroeste de Europa más de 0,5 Ma después de salir por primera vez de África hace aproximadamente 2 Ma.

«Estas diferencias en la expansión humana se explicarían porque Europa está aislada de Asia y de África por barreras biogeográficas difíciles de superar, tanto por el este (estrecho del Bósforo, Dardanelos, mar de Mármara) como por el oeste (estrecho de Gibraltar). La humanidad llegó a Europa en el momento en que tuvo la tecnología necesaria para cruzar barreras marítimas, tal y como ocurrió antes del millón de años en la isla de Flores (Indonesia)», apunta Gibert.

En este sentido, el investigador añade que «la ruta de Gibraltar requiere actualmente atravesar hasta catorce kilómetros de vía marítima, pero quizás en el pasado esta distancia era menor en algunos momentos debido a la alta actividad tectónica en esta región y a las fluctuaciones del nivel del mar favoreciendo las migraciones».

«Tal y como se cita en el trabajo —añade—, hemos identificado otras migraciones de fauna africanas a través de Gibraltar en momentos anteriores, hace 6.2 y 5.5 Ma cuando el estrecho de Gibraltar era muy reducido».

Foto de las últimas excavaciones realizadas en el yacimiento de Venta Micena 3 en Orce en 1992, donde se descubrieron los primeros restos humanos. Crédito: Lluis Gilbert / Universidad de Barcelona.

Los vestigios humanos en Orce

Los restos humanos encontrados en los yacimientos de Orce son un total de cinco desde que se iniciaron las excavaciones en 1982 por el paleoantropólogo Josep Gibert. En primer lugar, se encontraron en Venta Micena dos fragmentos de húmero mordidos por las hienas y también partes de un fragmento craneal que consiste en dos parietales y un occipital, asociados a una abundante fauna del Pleistoceno temprano. La procedencia humana de estos restos generó una gran controversia durante años, aunque según estudios paleoproteómicos independientes realizados por las universidades de Granada y San Francisco identificaron que había proteínas humanas en dichos restos.

«El descubrimiento, posteriormente, en los yacimientos cercanos de Barranco León y Fuente Nueva 3 de dos dientes molares humanos y miles de herramientas líticas olduvayenses —una de las primeras industrias líticas humanas—, así como marcas de corte en huesos, sirvieron para consolidar la evidencia de la presencia de homínidos en el Pleistoceno temprano de Orce», concluye Lluís Gibert.

Fuente: web.ub.edu| 12 de julio de 2024