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Hallan un importante yacimiento con más de 105.000 restos que datan de hace 70.000 años en la provincia de Sichuan (suroeste de China)

Una fotografía aérea muestra una vista del yacimiento de Mengxihe en el condado de Lezhi de Ziyang, provincia de Sichuan, en el suroeste de China. (Xinhua/Liu Kun).

El descubrimiento de un yacimiento paleolítico denominado Mengxihe, en el condado de Ziyang, provincia de Sichuan, ha sido declarado como uno de los seis hallazgos arqueológicos más importantes de China durante el año 2023. La votación se realizó en un foro de arqueología, organizado por la Academia de Ciencias Sociales de China.

El yacimiento de Mengxihe data de hace entre 70.000 y 50.000 años, y ha producido abundantes herramientas de piedra, hueso y madera, fósiles de más de 30 tipos de animales, incluidos osos, peces y aves, una amplia gama de restos de plantas y rastros de actividades humanas como tallas, esquejes y uso del fuego.

“Es uno de los sitios paleolíticos más ricos en términos de restos materiales y elementos relacionados con las actividades humanas”, resalta el arqueólogo Zheng Zhexuan, director del Instituto de Arqueología Paleolítica del Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Sichuan.

El arqueólogo Zheng Zhexuan muestra un diente de elefante desenterrado en el yacimiento de Mengxihe, en el condado de Lezhi de Ziyang, provincia de Sichuan, en el suroeste de China.

El yacimiento de Mengxihe fue descubierto en 2021 cuando un terraplén cercano se inundó, arrastrando fósiles de animales y restos de ébano. A continuación, el Instituto Provincial de Reliquias Culturales y Arqueología de Sichuan y el Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia de Ciencias de China llevaron a cabo un esfuerzo de rescate arqueológico de 2022 a 2023.

Unas 105.000 herramientas y fósiles de animales han sido desenterrados en el sitio, y más del 95 por ciento de tales herramientas están hechas de madera petrificada. Los restos de animales encontrados incluyen más de 30 especies, como elefantes, rinocerontes, osos, ganado, ciervos, monos, peces, tortugas, serpientes, ranas, aves, puercoespines y ratas de bambú, de acuerdo con el arqueólogo Zheng.

Trozo de caparazón de tortuga desenterrado en el yacimiento de Mengxihe.

"Estas herramientas desafían el concepto tradicional que considera que durante el período Paleolítico las herramientas de piedra eran a menudo pequeñas en la parte norte de China, mientras que en la parte sur eran grandes. Entre los que fabricaban grandes herramientas de piedra, la gente de Mengxihe también fabricaba pequeños artefactos de forma única y formaron una tradición regional duradera", resalta Zheng.

Wang Youping (izquierda), profesor de arqueología en la Universidad de Beijing, indica que los abundantes restos de plantas descubiertos en el yacimiento son los primeros encontrados de este período. A pesar de que han recuperado hasta ahora más de 30.000 piezas de restos de semillas y frutos, solo representan una proporción muy pequeña de todas las muestras recuperadas en 2023. Se encontraron ejemplares de melocotón, uva, ciruela, nuez y bellota, esto es, en su mayoría comestibles.

"La mayor parte de los yacimientos paleolíticos solo tienen herramientas de piedra y fósiles de animales, pero este tiene una gran cantidad de restos vegetales. Sabemos que los pueblos del Paleolítico vivían de la caza y la recolección de alimentos de origen vegetal. La primera teoría ha sido demostrada por los muchos fósiles de animales descubiertos antes, pero la segunda está siendo probada por primera vez", afirma Wang.

Foto: Punzones hechos de hueso y raspadores son algunos de los hallazgos desenterrados en el yacimiento paleolítico de Mengxihe. (Foto: China Daily)

Zheng resaltó que los restos de plantas son extremadamente difíciles de preservar, pero los que se hallaron en el sitio se encontraban en un ambiente especial saturado de agua.

La localidad de Ziyang ganó fama hace unos 70 años tras el descubrimiento del Hombre de Ziyang, un cráneo humano que data de hace 40.000 años y que es considerado como un importante representante del Homo sapiens. El yacimiento de Mengxihe está a unos 35 kilómetros de donde se encontró al Hombre de Ziyang.

Herramienta de hueso con una marca "X" tallada.

“El descubrimiento del yacimiento de Mengxihe enriquece la comprensión sobre la propagación del 'Homo sapiens' en China”, resalta Wang. Una teoría postula que hace unos 70.000 años, una súper erupción volcánica en el actual lago Toba, en Sumatra, Indonesia, causó un devastador episodio de enfriamiento. Se cree que la mayoría de las personas de otros continentes, además de África, murieron durante la helada, y después del episodio, el Homo sapiens abandonó África y comenzó a extenderse por todo el mundo.

“El yacimiento de Mengxihe puede aportar nuevas pruebas de esta teoría. El sitio se remonta aproximadamente a esta época, cuando hacía mucho frío. Pero las abundantes reliquias culturales muestran que las actividades humanas no cesaron entonces en el este de Asia, y su sociedad parece haber sido próspera”, indica Wang.

Piezas de ébano desenterradas en el yacimiento de Mengxihe.

“El yacimiento contiene varios rastros de las complicadas actividades de los antiguos humanos, como su desarrollo y empleo de artefactos de hueso y madera, el uso de animales y plantas, y tallas en huesos, piedras y bellotas. Anteriormente se creía que muchos de ellos habían aparecido bastante más tarde, lo que nos muestra una sociedad paleolítica complicada que puede ser subestimada”, detalló Zheng.

Wang también subrayó que "es uno de los enclaves paleolíticos más sistemáticos y con todos los elementos de China, que muestra la relación entre los humanos y el medio ambiente, y proporciona una visión vívida de las actividades humanas durante la época del Pleistoceno tardío".

Fuentes: spanish.peopledaily.com | today.line.me | infobae.com | 31 de enero de 2024

La caza de elefantes del bosque estaba muy extendida entre los neandertales hace 125.000 años

Hueso pélvico de un elefante del bosque procedente del yacimiento de Gröbern (Foto/©: Lutz Kindler, LEIZA)

La caza del ya extinto elefante del bosque (Palaeoloxodon antiquus) estaba muy extendida entre los neandertales. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigación de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (JGU), el Centro de Arqueología de Leibniz (LEIZA), también en Maguncia, y la Universidad de Leiden, en los Países Bajos. El estudio acaba de ser publicado en la revista PNAS.

Los investigadores examinaron de cerca los huesos de elefantes del bosque, de aproximadamente 125.000 años de antigüedad, descubiertos hace décadas en Gröbern, Sajonia-Anhalt, y Taubach, en Turingia. Se pudieron identificar en los mismos marcas de corte de herramientas de piedra hechas por los neandertales, lo que indica un uso intensivo de los cadáveres.

Marcas de corte en el esqueleto de un P. antiquus de Gröbern. La posición de las marcas de corte en el esqueleto del elefante se indica con números. Para descripciones detalladas ver el trabajo publicasdo.

Hace dos años, mientras se analizaban huesos encontrados en el yacimiento de Neumark-Nord en una antigua mina de lignito en Sajonia-Anhalt, el mismo equipo descubrió la primera evidencia de que los neandertales cazaban activamente elefantes del bosque, los mamíferos terrestres más grandes del Pleistoceno. Este descubrimiento se publicó a principios de este año en la revista Science Advances (ver el comunicado de prensa "Los neandertales cazaban elefantes del bosque: primera evidencia de caza de elefantes por parte de los primeros humanos" ).

La Dra. Sabine Gaudzinski-Windheuser junto a la reconstrucción a tamaño natural de un elefante de bosque europeo macho adulto (Palaeoloxodon antiquus) en el Museo Estatal de Prehistoria de Halle (Foto/©: Lutz Kindler, LEIZA)

"Los resultados del examen de los huesos de Gröbern y Taubach muestran que la caza de elefantes del bosque por parte de los neandertales no era una excepción, sino más bien un comportamiento normal", afirma la Dra. Sabine Gaudzinski-Windheuser profesora del Departamento de Prehistoria y Protohistoria de la JGU y directora del Centro de Investigación Arqueológica y Museo para la Evolución del Comportamiento Humano, MONREPOS, en Neuwied, que forma parte de LEIZA. Gaudzinski-Windheuser participó de manera importante en el estudio de los huesos tanto en Gröbern como en Taubach y anteriormente en Neumark-Nord.

Un elefante macho del bosque podría satisfacer las necesidades calóricas diarias de 2.500 neandertales

El elefante de bosque europeo vivió en gran parte de Europa y Asia occidental hace entre 800.000 y 100.000 años. Con una altura de hombros de hasta cuatro metros y un peso de hasta 13 toneladas, era el animal más grande que vivía en la tierra en ese momento y no sólo era significativamente más grande que el elefante africano (Loxodonta africana) o asiático actual (Elephas maximus), sino también más grande que el extinto mamut lanudo (Mammuthus primigenius).

"Suponemos que la carne y la grasa de un elefante macho adulto del bosque podrían cubrir las necesidades calóricas diarias de al menos 2.500 neandertales adultos", afirma Gaudzinski-Windheuser. "Esta cifra es importante porque conduce a nuevos conocimientos sobre el comportamiento de los neandertales".

La Dra. Sabine Gaudzinski-Windheuser examina el fémur de un gran elefante de bosque europeo macho adulto (Palaeoloxodon antiquus) en la Oficina Estatal de Arqueología y Preservación de Monumentos de Sajonia-Anhalt en Halle. (Foto/©: Lutz Kindler, LEIZA)

Hasta ahora, las investigaciones han asumido en general que los neandertales se agrupaban en grupos de no más de 20 individuos. Sin embargo, la reciente información obtenida sobre la explotación sistemática de los elefantes del bosque sugiere que los neandertales, al menos durante un tiempo, se reunieron en grupos bastante más grandes o bien dominaron técnicas que les permitieron cazar, preservar y almacenar grandes cantidades de alimentos, o ambas cosas. En un proyecto de seguimiento de este estudio, los investigadores quieren aprender más sobre cómo los neandertales cazaban estos enormes elefantes y cómo sus actividades de caza afectaron a estos y otros animales de presa, así como a su entorno.

Fuente: Universidad Johannes Gutemberg | 5 de diciembre de 2023

El festín neandertal descubierto en una cueva de Burgos: las presas que comieron hace 46.000 años

Excavación del nivel 4 de la cueva de Prado (Burgos) en la campaña de 2023.

Hace 46.000 años un grupo de Homo neanderthalensis merodeaba por la actual Merindad de Sotoscueva, al norte de Burgos. Allí se asentaron durante generaciones en la cueva de Prado Vargas, alimentándose con la carne de la caza de cientos de herbívoros y apurando al máximo sus restos.

La cueva donde se encuentra el yacimiento es solamente una de las miles de cavernas que existen en el complejo kárstico de Ojo Guareña. Con sus más de 100 kilómetros de túneles, galerías y simas constituye uno de los conjuntos más grandes de Europa y continúa desvelando enormes misterios hasta el día de hoy, incluida la dieta neandertal.

Un reciente estudio liderado por Héctor de la Fuente Juez, investigador predoctoral de la Universidad de Burgos, y publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences ha analizado los más de 6.000 restos y dientes de animales provenientes en su gran mayoría de las campañas de excavación en el nivel 4 del yacimiento.

Situación geográfica de Prado Vargas. a Localización de Prado Vargas en la península ibérica. b Ubicación del yacimiento en la provincia de Burgos. c Ubicación del sitio en el Monumento Natural Ojo Guareña.

Expertos cazadores

El intensivo estudio taxonómico de estos restos ha permitido demostrar que, en esos momentos, en el ecosistema de Ojo Guareña, vivían, junto a los neandertales, los antepasados prehistóricos de numerosos herbívoros como ciervos, gamos, caballos, rebecos, cabras montesas, conejos, bisontes y vacas.

Una vez identificadas las especies que formaban la colección de fósiles, para la investigación se realizó un estudio tafonómico y zooarqueológico de cada resto hallado. La disciplina se encarga de estudiar la historia de estos animales desde que murieron hasta que sus restos fueron recuperados en el yacimiento, mientras que la zooarqueología se especializa en estudiar los restos que quedan en sus huesos, tras haber sido procesados por los neandertales. Las huellas se corresponden, principalmente, con marcas de corte producidas por las herramientas de piedra, marcas de percusión para quebrar los huesos e incluso marcas dentales producto de mordiscos.

Elementos esqueléticos encontrados en el Nivel 4 de Prado Vargas: una mandíbula de Sus scrofa (jabalí) ; b mandíbula de Cervus elaphus (ciervo); asta de Cervus elaphus.

Los grupos humanos documentados en Prado Vargas cazaban principalmente ciervos, cabras montesas, rebecos y caballos y, en menor medida, bisontes y jabalís. En su gran mayoría preferían los ejemplares adultos, llevando hasta la cavidad las extremidades de estos a juzgar por la enorme cantidad de fémures, tibias, radios y metápodos excavados. Allí apuraban al máximo las piezas, consumiendo su carne y extrayendo el tuétano, una excelente fuente adicional de grasas y proteínas. Estos estudios han permitido identificar a los neandertales como el primer agente acumulador de estos restos de animales en Prado Vargas.

Además de su valor nutricional, también buscaban su uso como combustible y como textil, empleando sus pieles y tendones para la fabricación de cuerdas y ropas. En cuanto a los restos óseos, una vez extraído hasta el último gramo consumible, muchos fueron reutilizados como retocadores con los que modificar el filo de sus herramientas de piedra. Gran cantidad de los restos óseos descubiertos fueron quemados, abriendo la posibilidad de que también usasen los huesos como combustible para alimentar las innumerables hogueras documentadas en la cueva burgalesa.

Alteraciones tafonómicas documentadas en el Nivel 4 de Prado Vargas. a Marcas de corte en la primera falange de Capra pyrenaica (cabra montés); b Marcas de corte en un maxilar de Cervus elaphus (ciervo); c Marcas de corte en un fémur de pequeño tamaño; d Marcas de corte en el metatarsiano de Cervus elaphus; e muesca de percusión en el metatarsiano de Cervus elaphus; f muesca de percusión en un fémur de gran tamaño; g Cilindro diafisario generado en un hueso radio de pequeño tamaño.

Las marcas de corte se encuentran en muchas ocasiones superpuestas con las mordeduras dejadas por otros carnívoros presentes en la región en estos momentos: leones, lobos, zorros y tejones, además del legendario oso cavernario. Esto indica que los neandertales primero consumían a sus presas y que, cuando la cueva no estaba habitada, accedían a la misma lobos, zorros y osos buscando carroña. Esto demuestra que la competencia entre estos grupos humanos y el resto de carnívoros -que también incluiría a leones y tejones- fue más bien escasa.

Finalmente, el análisis del microdesgaste y erupción dental de los restos de animales ha servido para ratificar que los neandertales se establecieron en la cueva de Prado Vargas de manera reiterada y prolongada en diversos momentos. Y establecieron en ella un campamento de larga duración durante varias generaciones, desde la primavera hasta finales del otoño.

El artículo publicado se enmarca dentro de las investigaciones y excavaciones realizadas por el equipo arqueológico liderado por Marta Navazo Ruiz (Profesora Titular de Prehistoria de la Universidad de Burgos), Rodrigo Alonso Alcalde (coordinador del Museo de la Evolución Humana y profesor asociado de Prehistoria en la UBU) y Alfonso Benito Calvo (Investigador del Centro Nacional en Evolución Humana) que desde 2016 han recuperado más de 15.000 restos y que cuentan con el apoyo de la Fundación Palarq y la Fundación Atapuerca.

Fuentes: elespanol.com | agenciasinc.es | 25 de octubre

Reconstruyen el cráneo de nuestro primer pariente, un gran simio de 12 millones de años hallado en Cataluña

De izquierda a derecha: cráneo de ‘Pierolapithecus catalaunicus’ tal como se recuperó del yacimiento, después del proceso de preparación y, por ultimo, el modelo virtual 3D. / PNAS.

El 4 de diciembre de 2002 aparecieron los primeros restos de un primate fósil en el Vertedero de Can Mata, en Els Hostalets de Pierola (Barcelona), a raíz de unas obras relacionadas con la ampliación de la instalación. En días y campañas posteriores de excavación se recuperaron hasta 83 restos de un individuo adulto que, después de meses de estudio, acabó permitiendo describir un nuevo género y especie: Pierolapithecus catalaunicus. La investigación fue publicada en 2004 en la revista Science y tuvo una gran repercusión internacional. El ejemplar se bautizó con el nombre popular de 'Pau'.

Desde entonces, los restos de Pau han dado lugar a muchas otras publicaciones que lo han consolidado como una especie clave para estudiar la evolución de los hominoideos, el grupo de simios que incluye a los seres humanos y nuestros parientes actuales más cercanos, los antropomorfos (gibones, orangutanes, gorilas y chimpancés).

Con el fin de recuperar el aspecto original de su cráneo antes del proceso de fosilización, un equipo de investigación del Museo Americano de Historia Natural (AMNH, el Brooklyn College y el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) ha reconstruido el cráneo, bien conservado pero dañado, de esta especie de gran simio que vivió hace unos 12 millones de años.

El Pierolapithecus catalaunicus, puede ser crucial para comprender la evolución de los grandes simios y los humanos. Los investigadores describen sus recientes hallazgos en la revista PNAS.

El equipo ha realizado un escaneo de tomografía computarizada para obtener un modelo 3D que ha permitido corregir esta deformación virtualmente.

Pierolapithecus catalaunicus (réplica, Museo del Instituto de Paleontología Miquel Crusafont, en Sabadell).

Tronco erecto

Uno de los aspectos más destacados es su diseño corporal ortógrado (con el tronco erecto), una característica que precedió a las adaptaciones suspensoras de los homínidos. El Pierolapithecus catalaunicus podía trepar verticalmente por los troncos y probablemente desplazarse de forma cuadrúpeda por encima de las ramas, pero no se podría suspender de ellas tal y como hacen otros antropomorfos, como los orangutanes o los gibones.

“El objetivo de esta investigación no pretendía sólo saber cuál era la morfología real de la cara del 'Pierolapithecus' sino comprender mejor las afinidades de sus rasgos faciales y reconstruir la historia evolutiva de la cara de los homínidos utilizando aproximaciones morfométricas comparativas de última generación”, explica Sergio Almécija (izquierda), investigador del AMNH y asociado al ICP.

Los resultados apoyan la hipótesis de que Pierolapithecus catalaunicus es un homínido basal, tal y como se concluyó en la descripción original. “La forma de la cara es diferente a la de los orangutanes, gorilas y chimpancés actuales, pero pensamos que su tamaño y morfología corporal es bastante parecida al del último ancestro común de los grandes antropomorfos y los humanos”, comenta Almécija, que también es el autor senior que lidera el estudio.

El estudio apoya la posibilidad de que los hilobátidos, el grupo que incluye los gibones y los siamangs y que son de menor tamaño que los homínidos actuales, deriven secundariamente de un ancestro más grande.

Una vez corregida la deformación mediante métodos virtuales, el rostro del Pierolapithecus se muestra más alto, con las órbitas y la apertura nasal más verticalizadas.

“Más de 20 años después de su hallazgo, el 'Pierolapithecus' nos sigue proporcionando información relevante sobre nuestros orígenes y estoy seguro de que todavía nos reserva muchas sorpresas", comenta David M. Alba (derecha), director del ICP y que participó en la excavación del fósil. “Pero me ha costado un poco acostumbrarme a la nueva cara de Pau, es como si un amigo de toda la vida se hiciera una operación de estética”, bromea el investigador.

Un tesoro evolutivo en un vertedero

Pau era un macho adulto que vivió hace unos 12 millones de años (durante el Mioceno Medio), en lo que actualmente es el Vertedero de Can Mata y es una muestra más del extraordinario registro fósil de primates del Mioceno de la cuenca del Vallès-Penedès, que en el pasado ya ha proporcionado otros especímenes relevantes para estudiar la evolución de los hominoideos como Jordi (Hispanopithecus laietanus) o Lluc (Anoiapithecus brevirostris).

Antigua recreación del aspecto en vida de un ejemplar de Pierolapithecus catalaunicus. Por transparencia se observa el cráneo original : / Meike Köhler / © ICP.

Por lo que sabemos a partir del registro fósil, los hominoideos experimentaron una primera radiación evolutiva en África durante el Mioceno inferior (hace unos 16 millones de años), alcanzando un primer pico de diversidad hace unos 20 millones de años.

A partir de principios del Mioceno medio, algunos miembros de este grupo migraron hacia Eurasia, donde dieron lugar a una segunda radiación que alcanzó su máximo auge durante el Mioceno superior (hace unos 8 millones de años). Hacia finales del Mioceno, el linaje humano se originó en África y progresivamente se expandió por todo el globo terráqueo.

Los antropomorfos, en cambio, fueron quedando más restringidos a causa de cambios ambientales, hasta llegar a su distribución actual en el África tropical y el sudeste asiático.

Fuente: agenciasinc.es | 17 de octubre de 2023

Seguimiento de la evolución cultural humana temprana a través del estudio de la utilización de distintos tipos de mineral de ocre

Distintos tipos de mineral de ocre.

Francesco d'Errico, de SapienCE, y su equipo internacional han publicado su análisis de la mayor colección conocida de ocre durante la Edad de Piedra Media, en el que revelan cómo evolucionó el uso del ocre durante un período de alrededor de 4.500 años. El nuevo estudio es esencial para comprender cómo surgieron y se diversificaron culturas complejas en la historia de la humanidad.

Publicado en Scientific Reports, el trabajo de investigación fue realizado por un equipo de expertos de Noruega, España y Francia. Juntos, analizaron la mayor colección conocida de fragmentos de pigmentos minerales rojos y amarillos, comúnmente llamados ocre, que datan de la Edad de Piedra Media (MSA, hace unos 40.000 años), los cuales se encontraron en la cueva Porc-Epic, Etiopía. Su estudio muestra que los grupos humanos que visitaban este sitio fueron modificando las técnicas utilizadas para producir pigmentos, adaptándose a los cambios culturales o ambientales que reducían el acceso a materiales de ocre de primera calidad.

Ubicación de la cueva de Porc-Epic, Etiopía, y vita de la entrada a la misma.

Rasgos culturales innovadores

Francesco d' Errico subraya que el nuevo estudio es fundamental para comprender el uso persistente, y en constante evolución, del uso del ocre hace 40.000 años en Etiopía.

“Los descubrimientos que documentan el surgimiento de la modernidad conductual en África han revelado que en este continente surgen rasgos culturales innovadores en diferentes momentos y en diferentes regiones. Sin embargo, son raros los sitios antiguos que alberguen colecciones arqueológicas lo suficientemente grandes como para rastrear con precisión cómo se adquirieron, procesaron y utilizaron estos minerales. La cueva Porc-Epic es, en este sentido, una notable excepción”, explica d'Errico (izquierda).

“Esta cueva presenta la mayor colección africana de ocre que data de la MSA en una región con pocos enclaves que brinden información sobre esta innovación conductual clave. Los hallazgos de Porc-Epic representan, por tanto, una oportunidad única para compararlos con otros registros africanos”, afirma d'Errico.

Adaptar la tecnología al cambio climático

El yacimiento de la cueva de Porc-Epic, Dire Dawa, Etiopía, que data de hace unos 40.000 años, representa uno de los pocos yacimientos paleolíticos que ha proporcionado un registro continuo y extenso del uso del ocre, lo cual abarca un período de al menos 4.500 años. Durante la excavación del lugar se encontraron más de 40 kg de ocre (4.213 piezas), 21 herramientas de procesamiento de ocre y dos artefactos teñidos de ocre.

Al analizar la composición química de las piezas de ocre encontradas en el sitio y del ocre natural de los alrededores de la cueva, y al estudiar las técnicas utilizadas para procesar estas rocas, los autores revelan cómo los habitantes de la cueva explotaban los recursos minerales.

"Los resultados muestran que pudieron predecir las propiedades de diferentes tipos de ocre disponibles en su entorno y adaptar gradualmente su tecnología a los cambios en la disponibilidad de tal materia prima", dice d'Errico.

Piezas de ocre procedentes de la cueva Porc-Epic.

Surgimiento y evolución de culturas complejas

El profesor d'Errico explica que se recolectaron y trajeron al lugar una amplia variedad de tipos de ocre para producir el mismo en polvo de diferentes texturas y tonalidades, probablemente adaptados a diferentes actividades simbólicas o funcionales. Sin embargo, la presencia ubicua de ocre rojo, rico en hematites, a lo largo de las ocupaciones del yacimiento, indica que los habitantes de Porc-Epic estaban específicamente interesados ​​en este particular color y mineral a la hora de recolectar piezas de ocre en el entorno o intercambiarlas con las poblaciones vecinas.

“El estudio del registro ocre de Porc-Epic indica que la producción de pigmento mineral estaba profundamente arraigada en las sociedades tardías del periodo MSA en África Oriental, pero también estuvo en constante evolución, durante un período esencial para nuestra comprensión del surgimiento y evolución de culturas complejas”, dice d'Errico.

Además, el análisis de residuos de ocre en un guijarro pintado, probablemente utilizado para producir puntos rojos en una superficie, identifica un tipo de ocre que se empleó específicamente con fines simbólicos.

Fuente: Universidad de Bergen | 12 de septiembre de 2023

Hallan en Moià (Barcelona) dos fragmentos de cráneo y dientes de neandertales y comprueban que se practicó el canibalismo

Restos de dientes y fragmentos craneales de neandertales hallados en Moià, Barcelona, por el IPHES.

La campaña de excavación en las Cuevas del Toll y Teixoneres (Moià, Barcelona) ha permitido recuperar dos fragmentos de cráneo de un neandertal juvenil de más de 52.000 años de antigüedad. Lo ha dado a conocer este viernes el equipo investigador del IPHES, que trabaja en el yacimiento. Se trata del cuarto individuo identificado en las Cuevas del Toll de Moià desde que se descubrió el primer resto del diente de un niño en 2016.

Además, los estudios realizados hasta ahora han permitido identificar marcas de corte en la superficie de algunos de estos huesos, lo que se ha interpretado como el resultado de actividades relacionadas con el canibalismo. Este año el yacimiento cumple 20 años y, según la codirectora de los trabajos, Anna Rufà Bonache, "todavía tiene mucho potencial".

Presentación de los hallazgos a la prensa.

Historia neandertales

Desde principios de mes trabajan una veintena de investigadores y arqueólogos en la Cueva de Teixoneres. El codirector del yacimiento, Jordi Rosell Ardèvol, remarca que este espacio concentra una secuencia estratigráfica de unos 6 metros de altura. "Guarda toda la historia de los neandertales desde los 250.000 años hasta su desaparición hace más de 35.000 años", afirma, poniendo en valor este emplazamiento.

El descubrimiento de dos fragmentos de cráneo de un individuo joven, casi adulto, situado sobre un hogar ha sido un 'regalo' para este 20º aniversario, según han coincidido muchos de ellos. Apareció por sorpresa la semana pasada mientras hacían un corte estratigráfico y, aunque lo vieron bastante claro desde un principio, requirieron la confirmación de su paleoantropólogo de referencia, Carlos Lorenzo Merino. "Subió enseguida y, al verlo, dijo que era de libro", recuerda, con emoción, Rosell.

Anna Rufà dando explicaciones sobre los hallazgos realizados.

Uno de los retos de este yacimiento es la gran concentración de restos -entre huesos de animales, homínidos y herramientas- que, además, están "muy fragmentados", según detalla la codirectora e investigadora Anna Rufà. Esto se explica porque los neandertales, que ocupaban temporalmente esta cueva, y se movían por una zona cercana, procesaban a los animales cazados, los quemaban -durante estos años de investigación han descubierto hogares y también herramientas de diferentes materiales- y los rompían al máximo para acceder a la médula y aprovechar los nutrientes. Para paliar este problema, el equipo está utilizando técnicas biomoleculares muy especializadas para identificar las muestras óseas y poder realizar estudios de ADN, tanto mitocondrial como nuclear. Se espera que con los resultados de estos estudios se aumente el número de restos humanos identificados.

Algunos de los restos humanos recuperados en el nivel IIIb de la Cueva de las Teixoneres, incluyendo los fragmentos de occipital recuperados durante la campaña de este año. Foto: Maria D. Guillén /IPHES-CERCA (piezas dentales); Leandro Zilio / CONICET (fragmentos occipital y clavícula); Ruth Blasco / IPHES-CERCA (imágenes con microscopio y edición de la lámina).

Evidencias de canibalismo

Este es el cuarto individuo identificado en la cueva de las Teixoneres y prevén que no será el último. En 2016 apareció el diente de un niño de 6 años, el primer resto de homínido. Un año después también identificaron otro diente de un joven de 11 años y el de un adulto senil. Todos los restos tienen una cronología superior a los 52.000 años y estaban dispersos y mezclados con huesos y dientes de otros animales en la entrada de la cueva.

Trabajos de excavación en el nivel IIIb de la Cueva de las Teixoneres de Moià donde han aparecido los restos humanos neandertales. Foto: Florent Rivals /ICREA /IPHES-CERCA.

Una de las dudas que existen es si estos humanos identificados tienen algún grado de parentesco y por qué presentan marcas de canibalismo. Según Rosell, aparecieron marcas de corte en huesos como una clavícula. "Ya podemos decir con seguridad que fueron procesados y comidos por sus congéneres", afirma. Y apunta que, de confirmarse que eran familia, podría ser un fenómeno de tratamiento de la muerte dentro del propio grupo. "En aquella época la mortalidad era muy elevada, sobre todo la infantil, y una forma de reverenciar su cuerpo muerto era su consumo". Este hallazgo de canibalismo entre neandertales es el primero en Cataluña, mientras que también se ha descubierto en otros puntos de la península ibérica, como el de Atapuerca que es más antiguo, y en el sur de Francia.

Foto de grupo de los arqueólogos del IPHES.

20 años de investigación

Este año se cumplen dos décadas de excavaciones del IPHES en las Cuevas del Toll. Para celebrarlo, el equipo de investigación y el ayuntamiento de Moià han organizado una jornada de puertas abiertas este sábado y el domingo en el mismo parque y con charlas de los investigadores. Aunque todavía no hay nada definido ni concretado, cree que en un futuro esta localidad debería tener un espacio donde poner en valor los restos y, al mismo tiempo, acercar el conocimiento científico para que "esté al servicio de la gente". Por eso, cree que habría que sumar esfuerzos con las administraciones y también el sector privado.

Fuentes: elperiodico.com | IPHES | 23 de junio de 2023

El hueso fósil de una pierna desvela el caso de canibalismo más antiguo, hace 1,45 millones de años

Vista completa de la tibia (KNM-ER 741) y área ampliada que muestra marcas de corte perpendiculares al eje longitudinal de la muestra. Escala = 4 cm.

La paleoantropóloga estadounidense Briana Pobiner es experta en estudiar la dieta de homínidos extintos. Un día estaba buscando rastros de mordeduras de animales en una tibia fósil de hace 1,45 millones de años cuando se dio cuenta de algo extraño. El hueso, hallado en los años 70 en Kenia y almacenado en el Museo Nacional de ese país, tenía en uno de sus extremos varias marcas rectas y paralelas que no podían haber sido hechas por los dientes de ningún animal. Hoy, Pobiner y otros colegas sostienen que este puede ser el caso de canibalismo humano más antiguo conocido.

Cuando Pobiner encontró los cortes hizo un molde con una pasta como la que usan los dentistas para reproducir las dentaduras de sus pacientes y se lo envió a Michael Pante, de la Universidad Estatal de Colorado. No le dio ninguna pista de qué podían ser las marcas. Pante las estudió y las comparó con casi 900 hendiduras en huesos hechas en experimentos de descarnamiento y descuartizamiento. El veredicto de los investigadores es que esas marcas las tuvo que hacer un homínido blandiendo una herramienta de piedra afilada, probablemente para cortar la carne y comérsela, según explican hoy lunes en un estudio en Scientific Reports.

Fotografías en primer plano de tres especímenes de animales fósiles de la misma área y horizonte temporal que la tibia de homínido fósil estudiada por el equipo de investigación. Estos fósiles muestran marcas de corte similares a las encontradas en la tibia del homínido estudiada. Las fotos muestran (a) una mandíbula de antílope, (b) un radio de antílope (hueso de la parte inferior de la pata delantera) y (c) una escápula de mamífero grande (omóplato). BRIANA POBINER.

“Tanto los humanos modernos como nuestros antepasados han practicado el canibalismo y este hallazgo nos muestra cómo de antigua es esta práctica”, explica a este diario Pobiner (izquierda), investigadora de la Institución Smithsonian, en Estados Unidos.

"Estas marcas de corte -asegura, además, Pobinae- se parecen mucho a lo que he visto en fósiles de animales que se procesaban para el consumo. Parece más probable que la carne de esta pierna se comiera, y que se comiera con fines nutricionales, y no para un ritual".

El fósil analizado no se ha podido atribuir a una especie concreta con total seguridad. Puede que fuera de un Homo habilis, un homínido capaz de fabricar herramientas; un antec, el primer homínido con un cuerpo muy parecido al nuestro y que hace dos millones de años salió de África y pobló Eurasia. Los restos también podrían ser de un paranthropus, un homínido más primitivo característico por sus potentes mandíbulas.

También resulta imposible saber si el canibalismo sucedió entre dos miembros de la misma especie y sería, por tanto, un caso propiamente de canibalismo, o por homínidos distintos, lo que lo convertiría en un caso de caza o carroñeo. A pesar de estas incertidumbres, los científicos creen que lo más plausible es que se trate de canibalismo; el más antiguo del que hay constancia. En el estudio, los especialistas argumentan que es muy poco probable que las marcas se pudieran haber hecho después del hallazgo, por ejemplo al manipularlo en el museo, pues las hendiduras mostrarían un color distinto.

Nueve marcas identificadas como marcas de corte (números de marca 1–4 y 7–11) y dos identificadas como marcas de dientes (números de marca 5 y 6) en base a la comparación con 898 modificaciones conocidas de la superficie ósea mediante un análisis discriminante cuadrático de las mediciones micromorfológicas recopiladas en el estudio. Escala = 1 cm.

Hasta ahora, el caso más antiguo de homínidos comiéndose a otros de su misma especie es el de 10 individuos, la mayoría niños y adolescentes, que fueron asesinados, descuartizados, descarnados y devorados por sus congéneres hace unos 900.000 años en la sierra de Atapuerca, en Burgos. En este caso las pruebas de canibalismo son mucho más claras, explica Palmira Saladié (derecha), del Instituto de Catalán de Paleoecología Humana. “Los huesos muestran muchas marcas de corte así como roturas de los huesos largos para consumir la médula y el cráneo para llegar al cerebro”, detalla.

Los investigadores de este yacimiento creen que estos infanticidios son el resultado de la guerra entre grupos opuestos que se disputaban la caza y los recursos de la rica sierra burgalesa. Se atacaba a los individuos más débiles, los mataban y se los comían, pero no por hambre, pues en el yacimiento, junto a los fósiles humanos, se encontraron también huesos de animales. Para los paleoantropólogos esta es la diferencia entre el canibalismo “dietético”, por hambre, y el “ritual o de guerra”, explica Saladié. “Estos comportamientos son muy parecidos a los que se observan actualmente entre grupos opuestos de chimpancés”, añade. Los investigadores de EE UU creen que en el caso del fósil vuelto a analizar de Kenia el canibalismo fue solo por alimentación.

A lo largo de la evolución humana, el canibalismo fue sucediendo de forma puntual y diversificándose. Existe por ejemplo un canibalismo por estima, cuando los miembros de un clan devoran los restos de un ser querido para que no se pudran y como gesto de respeto. También existe la vertiente opuesta, cuando se devora al enemigo para infringirle una humillación total: transformarle en heces. En Atapuerca se han hallado abundantes rastros de un ritual común antes y después de la revolución neolítica, hace unos 8.000 años, en el que el cráneo humano se usaba como una copa.

Modelo 3D de las marcas 7 y 8 identificadas como marcas de corte por el modelo discriminante cuadrático.

Para la paleoantropóloga, los hallazgos de Kenia son probablemente genuinos y representan un caso de canibalismo, aunque para demostrarlo serán necesarios más restos. “Siempre nos pareció raro que no hubiese signos de canibalismo entre los homínidos de África, cuando hay tantas evidencias posteriores, desde el 'Homo antecessor' de Atapuerca hasta los 'Homo sapiens' pasando por los neandertales”, señala. “Resulta difícil probar que es canibalismo con un solo hueso, pero es lo más probable”, añade Saladié.

El hueso de Kenia tiene unas segundas marcas que hacen su historia más interesante: tiene mordeduras de un felino. “Las marcas de mordeduras sugieren un acceso inicial por un león que consumió la masa muscular principal y los homínidos posteriormente carroñearon los pequeños restos de carne que quedaban en el extremo de la tibia, pero no la fracturaron para consumir la médula; es fascinante” resalta Antonio Rodríguez-Hidalgo (izquierda), investigador en Atapuerca.

Un primer plano de la marca 5 y el modelo tridimensional procesado en comparación con una marca de diente de león moderna.

El fósil presenta un enigma más. El hueso lo encontró en 1970 la célebre paleoantropóloga Mary Leaky en el yacimiento de Koobi Fora. Tres años después, su colega estadounidense Anna Behrensmeyer analizó el hueso. “Me intriga cómo Behrensmeyer interpretó estas marcas cuando analizó el resto en 1973, ya que es una de las principales figuras de la tafonomía [la parte de la paleontología que estudia los procesos de fosilización] a nivel mundial”, señala Rodríguez-Hidalgo. “Aunque describió todas las modificaciones que vemos en las fotografías, no identificó estas pequeñas marcas transversales que ahora se reclaman como cortes intencionados para consumir la carne”, explica el paleoantropólogo.

El caso de Kenia se suma a otros dos restos humanos más recientes hallados en África y que presentan rastros no concluyentes de canibalismo: los cráneos de Bodo (Etiopía) y Sterkfontein (Suráfrica). Pero para Hernández en ninguno de los casos hay aún pruebas concluyentes. “Este caso no es incontestable, pero creo que en algún momento saldrán más restos, ya que el canibalismo parece consustancial a la evolución humana, y, al fin y al cabo, los yacimientos más antiguos están en África. De momento, Atapuerca sigue siendo la evidencia sólida de canibalismo más antiguo en la historia humana”, concluye.

Fuentes: elpais.com | abc.es | 26 de junio de 2023

¿Fue la especie 'Homo naledi' la primera en enterrar a sus semejantes?

Foto: Restos fósiles de 'Homo naledi" en estudio. Robert Clark. National Geographic.

Una especie humana extinguida que vivió hace cientos de miles de años podría haber enterrado deliberadamente a sus muertos y grabado símbolos significativos en las profundidades de una cueva sudafricana: un comportamiento avanzado que generalmente se consideran exclusivos de los neandertales y de los Homo sapiens modernos. De confirmarse, tales enterramientos serían los más antiguos conocidos hasta la fecha, con una diferencia de al menos 100.000 años.

El paleoantropólogo Lee Berger también anunció estas afirmaciones en dos artículos de investigación publicados en el servidor bioRxiv (aquí y aquí) y en una conferencia celebrada en la Universidad Stony Brook de Nueva York (Estados Unidos).

Las publicaciones se producen ocho años después de que Berger informara por primera vez del descubrimiento de una nueva especie de homínido en el interior del sistema de cuevas de Rising Star, a 40 kilómetros al noroeste de Johannesburgo. Denominada Homo naledi, la especie se caracteriza por su pequeño tamaño (incluido un cerebro de aproximadamente un tercio del tamaño de los humanos actuales) y una desconcertante mezcla de rasgos anatómicos muy antiguos y relativamente modernos.

Los restos óseos descubiertos en la cueva se concentran en un único subsistema de difícil acceso y están datados entre hace 335.000 y 241.000 años, un periodo en el que los humanos modernos apenas empezaban a emerger en África.

"Hemos encontrado el espacio cultural de una especie humana no moderna", afirma Berger. La investigación está patrocinada por la National Geographic Society, donde Berger es explorador residente.

Lee Berger en el área de entrada al sistema de cuevas de Rising Star. Como 'Cuna de la Humanidad', la región es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Foto: AFP / Luca Sola.

La explicación más plausible

El equipo de Berger ya planteó la posibilidad de enterramientos intencionados en 2015, cuando anunció por primera vez el descubrimiento del Homo naledi. Esa parecía la explicación más plausible para explicar cómo más de 1800 fragmentos óseos acabaron en las profundidades de una cámara subterránea a la que solo se podía acceder mediante una caída vertical de cuatro pisos a través de una ranura de 20 centímetros de ancho (la longitud de un lápiz) que bautizaron como el Chute (tobogán).

Además, la posición y la integridad de algunos restos óseos sugerían que los muertos podían haber sido depositados cuidadosamente en el suelo de la cámara, en lugar de haber sido arrojados por el Chute para formar un amasijo de huesos en su base.

Los miembros del equipo, conocidos como "astronautas subterráneos", navegan por los estrechos toboganes que conducen a cámaras remotas donde se han encontrado más de 1800 fragmentos de huesos fósiles. El trabajo requiere un físico delgado y nervios de acero. FOTOGRAFÍA DE ROBERT CLARK, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

Muchos expertos se mostraban escépticos ante la posibilidad de que un homínido de cerebro pequeño pudiera adoptar un comportamiento tan humano y sugerían que los restos habían sido arrastrados por el agua hasta la cueva o por depredadores. Pero los fragmentos óseos no mostraban marcas de roeduras y el análisis del entorno y los sedimentos de la cueva descartó que se hubieran depositado por el agua.

Otros escépticos sugirieron que los humanos modernos, que probablemente coincidieron con el Homo naledi en el sur de África durante al menos 50.000 años, podrían haber transportado los cuerpos a través del Chute o de algún otro pasadizo que se hubiera derrumbado desde entonces. Pero el equipo de Rising Star no encontró señales de humanos modernos ni indicios de una entrada secundaria.

Lee Berger, líder de la expedición Rising Star, se cuela por un estrecho pozo conocido como Superman's Crawl. "Tuve que adelgazar 24 kilos para pasar por ahí", dice. FOTOGRAFÍA DE ROBERT CLARK, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

Los investigadores volvieron a Rising Star en 2017 y empezaron a hacer una serie de descubrimientos que hasta ahora no se habían revelado por completo. Incluyen concentraciones de fragmentos óseos de Homo naledi que pueden pertenecer a uno o más individuos en fosas poco profundas que atraviesan las capas del suelo de la cueva y no siguen su pendiente natural, lo que sugiere que las fosas fueron excavadas para enterrar restos de individuos de Homo naledi. Además, la composición del material de relleno de las fosas difiere de los sedimentos circundantes.

Un grupo de huesos se excavó en bloques completos y se estabilizó con yeso. Las tomografías computarizadas de los bloques revelaron los restos de al menos tres individuos, incluido un joven de más edad. Los restos del joven parecen inalterados y notablemente intactos, e incluyen 30 dientes en el orden correcto, dos series de costillas parciales, un pie derecho, un tobillo y huesos de las extremidades inferiores. Cerca de una parte de la mano derecha hay una roca que, según la hipótesis de los investigadores, podría ser un artefacto o herramienta de piedra, pero algunos expertos externos descartan de plano esta asociación.

Una reconstrucción artística del 'Homo naledi' basada en restos craneales de la cueva Rising Star pone de relieve su singular mezcla de rasgos primitivos y avanzados. FOTOGRAFÍA DE MARK THIESSEN, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

El primate "peculiar"

Los argumentos en torno a la inhumación deliberada de los muertos suelen girar en torno a las diferencias entre lo que los científicos denominan comportamiento mortuorio y comportamiento funerario, afirma André Gonçalves (izquierda), que estudia cómo interactúan los animales con los muertos. Los chimpancés y los elefantes, por ejemplo, muestran un comportamiento mortuorio cuando vigilan un cadáver o interactúan físicamente con él esperando que vuelva a la vida.

El comportamiento funerario, por el contrario, implica actos sociales intencionados por parte de seres capaces de pensamiento complejo que se entienden a sí mismos como separados del mundo natural y que reconocen la importancia del difunto. Hasta ahora, las primeras pruebas registradas de comportamiento funerario y enterramiento intencionado entre las especies de homínidos (incluidos tanto los humanos modernos como los neandertales) datan de al menos 100.000 años después del Homo naledi.

"Los humanos somos realmente peculiares como primates porque enterramos a nuestros muertos", dice Gonçalves. "Ningún otro primate parece hacerlo".

Los expertos externos que revisaron los trabajos para National Geographic plantearon diversas preocupaciones en torno a las pruebas de enterramiento deliberado. Algunos siguen sosteniendo que el agua podría haber arrastrado los fragmentos óseos hasta las depresiones naturales del suelo de la cueva, que luego se llenaron de sedimentos con el paso de los años.

Pero, según el antropólogo John Hawks (derecha), miembro del equipo de Rising Star y coautor de los trabajos, "la prueba más sólida que tenemos es que los enterramientos alteran la estratigrafía existente en la cueva".

La imagen muestra dos elementos funerarios descubiertos en la Cámara Dinaledi de la cueva Rising Star. Un cuerpo pertenecía a un 'Homo naledi' adulto y el otro era un juvenil.

Otra crítica tiene que ver con el estado de los huesos, la mayoría dispersos y desconectados. "La mayoría de los desplazamientos no pueden explicarse por el curso natural de la descomposición", afirma la paleoantropóloga María Martinón-Torres (izquierda), que estudió el enterramiento humano más antiguo conocido en África.

Los nuevos descubrimientos, sin embargo, han hecho cambiar un poco la opinión del antropólogo Chris Stringer (derecha). "Yo podría haber sido una de esas personas escépticas ante la idea de que una criatura de cerebro pequeño como el 'Homo naledi' pudiera adentrarse en la cueva para deshacerse de sus muertos", afirma. "Pero tengo que decir, por lo que he visto hasta ahora, que sí, que cambia mi punto de vista sobre el equilibrio de probabilidades".

Para Gonçalves, que considera que los descubrimientos son "prometedores", pero también mantiene una actitud de espera, la idea de que el Homo naledi tuviera comportamientos similares a los humanos no es especialmente sorprendente dada la proximidad espacial y temporal de los pequeños homininos con los humanos modernos. "De los chimpancés y los bonobos nos separan seis millones de años", afirma. "300.000 años no es nada".

Izquierda: En 2022 se descubrieron en las paredes de la cueva una serie de grabados y aguafuertes de figuras geométricas como cuadrados, escaleras, triángulos y cruces. Aún no se ha determinado si están relacionados con enterramientos cercanos. FOTOGRAFÍA DE BERGER ET AL., 2023B.
Derecha: Una imagen tomada con un filtro polarizador revela débiles rastros de grabados anteriores que fueron borrados y escritos encima. Estas marcas podrían demostrar que el Homo naledi era mucho más sofisticado de lo que se pensaba. FOTOGRAFÍA DE BERGER ET AL., 2023.

¿Escrito en la pared?

En un segundo artículo, los investigadores describen otro nuevo descubrimiento: formas y dibujos abstractos grabados en las paredes de las cuevas cercanas a los presuntos enterramientos. Las superficies inscritas parecen haber sido preparadas con una sustancia y alisadas, y algunas de las marcas parecen haber sido borradas y grabadas encima, lo que indica que se hicieron a lo largo de un periodo de tiempo.

La naturaleza de las paredes de caliza dolomítica de la cueva dificulta mucho la datación, y los investigadores admiten que "será un reto evaluar si los grabados son contemporáneos de las pruebas de enterramiento de 'Homo naledi' que se encuentran a sólo unos metros de distancia".

El arqueólogo Curtis Marean (izquierda) señala que "los diseños en forma de cruz que aparecen en las paredes de la cueva son muy similares a los encontrados en yacimientos posteriores de 'Homo sapiens' de la región, así como a la imaginería indígena khoi-san".

Aunque los investigadores advierten que se necesitan más estudios para identificar y analizar todos los grabados, señalan que la producción de diseños (ya sean pintados, grabados al aguafuerte o grabados) en las paredes de las cuevas u otras superficies se reconoce "como un importante paso cognitivo en la evolución humana".

El encéfalo de este cráneo compuesto masculino de 'Homo naledi' mide apenas 560 centímetros cúbicos de volumen, menos de la mitad que el cráneo humano moderno que tiene detrás. FOTOGRAFÍA BY STEFAN FICHTEL, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

¿Un cerebro más grande implica un comportamiento más complejo?

En un tercer artículo, Berger y sus colegas sintetizan sus datos sobre enterramientos y arte rupestre para poner en tela de juicio otra hipótesis muy arraigada: que un cerebro más grande implica un comportamiento más complejo, como fabricar herramientas, controlar el fuego y crear símbolos.

El registro fósil muestra que el tamaño relativo del cerebro de muchas poblaciones de homínidos aumentó en el transcurso de dos millones de años, alcanzando su punto álgido con el Homo sapiens. Mientras que el cerebro de un varón adulto moderno tiene una capacidad aproximada de 1500 centímetros cúbicos, el del Homo naledi no llegaba a los 600.

Si este homínido de cerebro pequeño realizaba comportamientos avanzados como el enterramiento deliberado y la creación de símbolos asociados a esos enterramientos, argumentan los investigadores, entonces el tamaño del cerebro no debería ser un factor importante a la hora de determinar si una especie de homínido es capaz de una cognición compleja.

Señalan que muchos avances clave en la evolución humana se produjeron entre homínidos de cerebro pequeño, como la creación de herramientas de piedra, la expansión inicial de África a Asia y el uso del fuego. Además, se sabe que otra especie de cerebro pequeño, Homo floresiensis, utilizaba herramientas y fuego. Según ellos, la estructura y el cableado del cerebro pueden haber desempeñado un papel más importante que su tamaño.

Aunque en los documentos no se mencionan específicamente pruebas de la existencia de fuego en Rising Star, Berger afirma que el equipo tiene pruebas de fuego controlado en el sistema de cuevas, incluidas docenas de hogares. "Ese lugar está lleno de hollín, fuego y huesos quemados. Está por todas partes", afirma. Está previsto datar las pruebas con carbono en el futuro.

Hay que esperar análisis más detallados y estudios revisados ​​por expertos sobre el hallazgo de las hogueras en Rising Star. Foto: Lee Berger.

"Una conversación humana global"

La decisión del equipo de investigación de hacer públicas sus extraordinarias afirmaciones sin publicarlas antes en una revista revisada por pares es motivo de frustración para algunos paleoantropólogos, pero Berger defiende la decisión. Los trabajos aparecerán finalmente en la revista digital eLife, junto con reseñas y un resumen editorial, con lo que "el proceso será transparente", afirma.

"Sus lectores podrán ver cómo los autores (nuestro gran equipo) interactúan con los revisores y editores como parte de la política de acceso abierto", explica Berger. Los autores tienen entonces la opción de mantener los artículos tal como están o de incorporar los comentarios de los revisores y otros científicos. "Efectivamente, estamos dejando que la gente observe el proceso de revisión y la forma en que funciona la revisión por pares".

Los expertos que revisaron los trabajos coinciden en que la paleoantropología está entrando en una nueva era con la creciente conciencia de que hay otras especies humanas que tienen comportamientos que hasta hace muy poco pensábamos que eran exclusivamente de "humanos modernos".

Con ello vienen las expectativas de más descubrimientos sobre cómo vivía el Homo naledi, y cómo están relacionados con nosotros (o no). "Si esta especie estaba adaptada a vivir en cuevas y a adentrarse en ellas, como se insinúa en Rising Star, entonces debe haber más pruebas de ello en muchos otros yacimientos de Sudáfrica", señala Stringer.

"Esto merece una conversación humana global", añade Berger. "¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo continuamos? Acabamos de descubrir un espacio cultural de otra especie que no es humana [moderna], que no está en nuestro nivel. No es como nosotros. ¿Cómo lo tratamos? Y estoy esperando a oírlo".

Fuentes: nationalgeographic.es | amp.cnn.com | 6 de junio de 2023