Encuentran en Perú insectos fosilizados en ámbar de 20 millones de años de antigüedad

Un grupo de científicos peruanos ha encontrado varios ejemplares de animales y plantas fosilizados en ámbar en un yacimiento de 20 millones de años, explicó hoy a Efe Klaus Hönninger, que encabezó el equipo de investigadores.

Hönninger, que dirige en Chiclayo (norte del país) el Museo Paleontológico Meyer-Hönninger, subrayó que los trozos de ámbar contienen insectos psocópteros, dípteros, coleópteros, hemípteros y arácnidos, además de fósiles de esporas y polen, e incluso una gota de sangre y restos de pelo de un mamífero roedor.
El yacimiento de ámbar pertenece al periodo Mioceno, que está dentro del Cenozoico y, según el investigador, su singularidad se debe a que yacimientos semejantes son muy escasos en Sudamérica, donde se han registrado algunos ejemplos pero con fósiles de tamaño insignificante.
El ámbar, de tamaño muy superior (hasta 12 centímetros) al encontrado en el pasado en Perú, apareció en una "playa" u orilla elevada del río Santiago, afluente del Marañón, en el extremo norte del Perú y con su nacimiento en los Andes ecuatorianos.

En el yacimiento han sido encontrados cientos de piedras de ámbar entre los sedimentos del río, y hasta el momento solo treinta de ellas han sido convenientemente pulidas e identificadas.

La importancia del hallazgo -según el investigador- estriba en la gran cantidad de presencia fósil en esas piedras ambarinas, pues un 80% de ellas presenta restos animales o vegetales.
Dos de los insectos fosilizados no están todavía catalogados: se trata de un zancudo (mosquito) de patas muy largas y de una avispa con el aguijón delantero, que podrían ser especies extinguidas y por consiguiente dar indicios de cambios en la flora y la fauna de la zona.

Sin embargo, el paleontólogo se inclina por la tesis de que el Amazonas no sufrió cambios mayores desde esa época del Mioceno, lo que -de confirmarse- sería también una información de gran calado científico y que abriría nuevas preguntas: ¿por qué el Amazonas no sufrió los drásticos cambios del Sáhara, por ejemplo? ¿cuánto y hacia dónde se desplazó?.

Según Hönninger, solo el mar Báltico, en el norte de Europa, presenta cantidades significativas de ámbar (tanto que es llamado "la Meca del ámbar"), pero en ese caso la transformación geológica ha sido radical, al haberse perdido todo rastro de clima tropical, contrariamente a lo sucedido en las cuencas amazónicas.

El próximo septiembre, un grupo de científicos austríacos han sido invitados por el Museo para estudiar los ámbares e intentar una nueva expedición al río Santiago que les ayude a entender y poner en su contexto los hallazgos y las pistas que pueden dar sobre la evolución de la Amazonía.
EPA

¿Fue un miércoles la Última Cena?

El estudio señala que la confusión se debe a la utilización de dos tipos de calendarios en el Nuevo Testamento.
Los cristianos conmemoran la Última Cena de Jesucristo el jueves de Semana Santa, pero una nueva investigación sostiene que se llevó a cabo el miércoles antes de su crucifixión.
Colin Humphreys, de la Universidad de Cambridge, señala que las discrepancias en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en relación al de Juan surgieron porque aquéllos toman como referencia un antiguo calendario diferente al judío.
El investigador concluye que la fecha exacta de la Última Cena fue el 1 de abril del año 33 después de Cristo.
Esto puede significar también que el arresto, interrogación y juicio de Jesús no se produjo en un sólo día.
El profesor Humphreys sostiene que los resultados de su investigación podrían servir de base para que finalmente se establezca el primer domingo de abril como el día de Pascua.

Rompecabezas

"En el evangelio de Juan se dice correctamente que la Última Cena se produjo antes de Pésaj, pero Jesús optó por celebrarla como si fuera una cena de Pésaj, según un calendario antiguo judío"
Colin Humphreys, investigador
En su nuevo libro, "El misterio de la Última Cena", el científico utiliza documentación bíblica, histórica y astronómica para analizar las inconsistencias que existen en torno a estos eventos.
Mientras que los evangelistas Mateo, Marco y Lucas dicen que la Última Cena coincide con el inicio de la festividad judía de Pésaj, Juan señala que se produjo antes.
Por siglos, esto ha constituido un enigma para los estudiosos de la biblia. "De hecho, alguien dijo que es el tema más espinoso del Nuevo Testamento", señaló Colin Humphreys a la BBC.
"Si tú miras todos los eventos que registran los evangelios entre la Última Cena y la crucifixión, te das cuenta de que hay una gran cantidad de hechos. Es imposible encajarlos todos entre un jueves en la noche y un viernes en la mañana".
"Pero lo que mi investigación encontró es que se relatan los hechos a partir de dos calendarios", agregó.
El profesor Humphreys señala que los judíos nunca hubieran confundido una cena de Pésaj con ninguna otra, porque es una festividad muy importante.
Él plantea que Mateo, Marcos y Lucas usan un viejo calendario judío, adaptado de la época de Moisés, en vez del calendario oficial lunar que se usaba en la época de la crucifixión.
"En el evangelio de Juan, se dice correctamente que la Última Cena se produjo antes de Pésaj, pero Jesús optó por realizarla como si fuera una cena de Pésaj, según un calendario antiguo judío", destacó el profesor Humphreys.
A partir de esto, el científico concluye que la Última Cena se produjo el miércoles 1 de abril en el año 33 D.C. según el calendario juliano que usan comúnmente los historiadores.

Vía: http://www.bbc.co.uk/
Publicado en: http://www.historiayarqueologia.com/

Las primeras bestias de la noche

El examen de los ojos de los dinosaurios demuestra que, al contrario de lo que se creía, podían ver en la oscuridad y tenían hábitos nocturnos

Hallan los clavos de la crucifixión de Cristo

12 Abril, 2011 - 19:58

Credito:
Reuters

Foto: Reuters
Jerusalen.- ¿Podrían dos de los clavos utilizados para crucificar a Jesús haber sido descubiertos en una tumba de 2.000 años de antigüedad en Jerusalén?
¿Y podrían haber desaparecido misteriosamente durante 20 años, para acabar apareciendo por casualidad en un laboratorio de Tel Aviv?
Esa es la premisa del nuevo documental "The Nails of the Cross" ("Los Clavos de la Cruz") del veterano investigador Simcha Jacobovici, que incluso antes de su estreno ha provocado un vivo debate en

Tierra Santa.
La película sigue tres años de investigación durante los que Jacobovici presenta sus argumentaciones: algunas basadas en datos empíricos, otras necesitadas de mucha imaginación y un salto de fe.
El investigador afirma que el descubrimiento es histórico, pero la mayoría de expertos contactados por Reuters lo desestimaron por inverosímil, y algunos lo calificaron de ardid publicitario.
Durante siglos se han presentado muchas reliquias antiguas, como otros clavos que supuestamente se remontan a la crucifixión, como relacionadas con Jesús. Muchas fueron consideradas falsas, mientras que otras fueron aceptadas como sagradas.

Jacobovici, que ya suscitó un debate con otra película que afirmaba revelar la tumba perdida de Jesús, dice que este hallazgo difiere de otros por su contexto histórico y arqueológico.
"Lo que estamos trayendo al mundo es el mejor argumento arqueológico presentado jamás de que se han encontrado dos de los clavos de la crucifixión de Jesús", dijo en una entrevista, con su característico gorro de lana.
"¿Se al 100% que sí, que son ellos? No", agregó.

¿CONSPIRACION, ERROR O ALGO SIN FUNDAMENTO?

El documental comienza con una visita a una antigua tumba de Jerusalén descubierta en 1990 que fue aclamada por muchos en su día como el lugar de enterramiento del alto sacerdote judío Caifás, que en el Nuevo Testamento preside el juicio a Jesús.
El sepulcro, junto con varios osarios, o cajas de huesos, fue descubierto durante unas obras en una ladera a unos pocos kilómetros al sur de la Vieja Ciudad. Desde entonces ha sido sellada de nuevo.
Caifás es una figura importante de los Evangelios, al enviar a Jesús a los romanos y a su muerte, y una de las afirmaciones de Jacobovici es que el alto sacerdote no fue tan malo.
En la tumba se encontraron dos clavos de hierro, uno en el suelo y uno dentro de un osario, y, según la película, desaparecieron misteriosamente poco después. Jacobovici dice que los rastreó hasta un laboratorio en Tel Aviv de un antropólogo experto en huesos antiguos.
Y si son de hecho los mismos clavos -corroídos por el óxido y arqueados en el extremo, casi intencionadamente- ¿fue su desaparición una conspiración o un error logístico?
No se ofrece una respuesta definitiva.

De cualquier modo, Jacobovici muestra por qué esos clavos podrían haberse utilizado en una crucifixión, que era una práctica común hace dos mil años. Después ofrece su teoría sobre por qué podrían haberse utilizado en la crucifixión más famosa de la historia.
"Si miras todo el episodio, histórico, textual, arqueológico, todo parece apuntar a que estos dos clavos estuvieron implicados en una crucifixión", declaró. "Y dado que Caifás sólo está asociado a la crucifixión de Jesús, sumas dos y dos y parecen sugerir que son los clavos", añadió.
La Autoridad de Antigüedades de Israel, que supervisó la excavación de Jerusalén, dijo en reacción al estreno de la película que nunca se había demostrado sin ninguna duda que el sepulcro fuera el lugar de enterramiento de Caifás. También dijo que era habitual encontrar clavos en tumbas.

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Por: EFE
Un nuevo documental histórico sostiene que el gran sacerdote Caifás, mencionado en los Evangelios como la persona que entregó a Jesús a los romanos, asumió posteriormente el cristianismo y fue enterrado con dos de los clavos de Cristo.
El documental es obra del periodista israelí-canadiense Simcha Jacobovici, que hace unos años acompañó al famoso director de cine James Cameron en un proyecto con el que defendió haber encontrado en Jerusalén "La tumba perdida de Jesús" y de su familia.

En este caso el director, ganador de dos Emmys por trabajos anteriores, se inspira en una tumba no lejos de aquélla que fue descubierta por arqueólogos israelíes en 1990, y en la que aparecieron dos sarcófagos con los grabados de "Caifás" y "José hijo de Caifás".

Según Jacobovici, en el principal de los sarcófagos se hallaron dos clavos a los que los arqueólogos no dieron ninguna importancia, pero que debió haber encendido en ellos una luz roja incluso cuando existían otros casos parecidos.

"Digamos que dentro de 2.000 años cavan en Brasil una tumba en la que aparece el nombre Pelé, pero los arqueólogos no dicen a nadie que dentro de la tumba había también un balón", sostiene el periodista en declaraciones al diario Haaretz al plantear las incongruencias de la investigación.

La combinación del nombre con el objeto en cuestión es para él la clave de la identidad del enterrado, más aún cuando Caifás era un nombre poco común en el período del Segundo Templo, siglos VI a.C. a I d.C.
Tanto el informe de la excavación como los investigadores que participaron en ella hoy dos de los más destacados en Israel, corroboran la aparición de los dos clavos, que sin embargo no son presentados en el documental porque se extraviaron.

Sí presenta, hacia el final, dos clavos de la misma época y del mismo uso que halló en un laboratorio antropológico de Tel Aviv, y aunque plantea la pregunta de si podría tratarse de los clavos de Cristo reconoce que "no lo puedo afirmar al cien por cien".

Calificado de "charlatán" por ésta y otras "tesis infundadas", Jacobovici afirma que como periodista es su obligación plantearse este tipo de preguntas y ofrecer posibles hipótesis que los arqueólogos suelen pasar por alto.

En su nuevo documental "Los clavos de la crucifixión", que le ha requerido tres años de investigación, plantea que Caifás se arrepintió de haber llevado a Jesús a la cruz e incluso que, afligido, habría pertenecido después a una secta proto-cristiana que veía en él al Mesías.

Vía: www.rcnradio.com
Publicado en: http://www.historiayarqueologia.com/

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Físicos detectan señales de una rara partícula jamás vista

El hallazgo, realizado por el Tevatrón norteamericano y que podría revolucionar el mundo de la física, será confirmado en unas semanas

La esperanza de encontrar una nueva partícula ha trascendido el cerrado mundo de la física para pasar a formar parte de una ilusión popular, igual que la aparición de nuevos mundos ya no es solo interés de los astrónomos. Por eso, cada vez que los físicos anuncian una nueva observación o detectan algo extraño en sus laboratorios, la noticia se repite como el eco en ámbitos que exceden lo académico. El último alboroto al respecto ha sido causado por una particular observación realizada por científicos que trabajan en el colisionador Tevatrón del Acelerador Nacional Fermi (Fermilab) en Batavia (Illinois), el gran laboratorio de física de partículas de Estados Unidos y duro competidor del europeo LHC.

En concreto, según informa Science Now, los investigadores han encontrado una extraña partícula que podría ser distinta de las que hasta ahora se conocen. Sin embargo, la emoción de un anuncio tan excitante ha tenido que ser «enfriada» por los propios científicos del Fermilab, asombrados por su repercusión, ya que la señal, en efecto, podría suponer algo absolutamente novedoso y revolucionario, pero también podría ser, sencillamente, un «ruido» producido por la complejísima maquinaria del detector. La duda está servida.

La posible nueva partícula fue descubierta por el detector CFD tras analizar miles de millones de colisiones de protones y antiprotones en el Tevatrón. Los científicos buscaban una partícula llamada bosón W, que pesa aproximadamente 87 veces más que un protón. Estaban en ello cuando observaron señales que parecían proceder de una partícula con una masa 160 veces la del protón.

Los investigadores creen que las posibilidades estadísticas de que se trae de una señal falsa es de una entre 1.300. Parece una probabilidad muy baja, pero antes de darlo por seguro, los físicos quieren estar convencidos de lo que han visto es algo nuevo y no, por ejemplo, dos eventos del bosón W, ya conocido. Además, para haber escapado a su detección hasta el momento, la nueva partícula tendría que tener algunas propiedades bastante extrañas. Los científicos esperan confirmar o descartar su descubrimiento en cuestión de semanas. Si la partícula está ahí, volverán a verla. «Comprendemos que todo el mundo esté pendiente de nosotros», admite Dmitri Denisov, físico de Fermilab. No es para menos.