Ciencia para buscar ciudades extraterrestres iluminadas


En un artículo recién publicado en ArXiv.org investigadores de Harvard y Princeton desvelan una nueva técnica capaz de distinguir la iluminación artificial más allá del Sistema Solar

Los astrónomos Abraham Loeb, de la Universidad de Harvard en Cambridge, y Edwin Turner, de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, acaban de proponer una nueva forma para descubrir civilizaciones extraterrestres avanzadas. Si a pesar de nuestros esfuerzos, dicen, no hemos podido aún captar sus emisiones de radio, probemos entonces a buscar sus ciudades iluminadas de noche. En un artículo recién publicado en ArXiv.org los investigadores desvelan una nueva técnica capaz de distinguir la iluminación artificial más allá del Sistema Solar.

Basta con echar un vistazo al vídeo que hay sobre estas líneas para darse cuenta. Se trata de una animación, hecha a base de docenas de imágenes facilitadas por los tripulantes de la Estación Espacial Internacional y montadas después por especialistas del Centro Espacial Johnson en Houston. Y muestran de forma espectacular cómo las ciudades de la Tierra (en este caso las de Oriente Medio y el sur de Asia) brillan con luz propia cuando se ven desde el espacio. Imágenes como ésta se han convertido en todo un icono, capaz de revelar de un simple vistazo el impacto de la Humanidad sobre nuestro planeta.
Ahora, Loeb y Turner afirman que es muy razonable pensar que alguna hipotética y lejana civilización extraterrestre también tenga que iluminar sus ciudades durante la noche. Y que es más que probable que cualquier forma de vida que haya crecido bajo la luz de un sol, haya desarrollado algún sistema artificial para mantener la iluminación durante las largas horas de oscuridad nocturna.
Como sucede en la Tierra, esa iluminación sería completamente diferente de la natural. Nosotros disponemos de dos clases de luz artificial: la térmica, que es la que dan las clásicas bombillas incandescentes, y la más blanca y fría que proporcionan los LEDs y los fluorescentes. Para Loeb y Turner, “Los espectros de las luces artificiales en objetos lejanos probablemente se distinguirían también de las fuentes de luz natural". Por eso, añaden, “la iluminación artificial puede servir como una farola que señale la existencia de tecnologías y civilizaciones extraterrestres”.
Una "farola", por cierto, que no resulta nada fácil de localizar. Los investigadores parten de la base de que esa luz extraterrestre artificial se distinguirá, como sucede con la nuestra, de la luz natural que emite su estrella. Y sugieren una forma de distinguirla que se basa en las variaciones en la luz que emite un planeta al moverse alrededor de su estrella.

Dado que su órbita será elíptica, la cantidad de luz natural que el planeta refleje irá cambiando a medida que cambie la distancia a la estrella. Sin embargo, la cantidad de luz artificial permanecerá siempre constante. Razón por la que el flujo total de luz de un hipotético planeta con iluminación urbana variará de forma muy diferente a la de otro que esté deshabitado. Y esa variación puede ser medida.
Por supuesto, no se trata de una tarea sencilla. Loeb y Turner han calculado que “para que esta señal sea detectable, el lado nocturno debe tener un brillo artificial comparable a la iluminación natural del lado diurno”. Algo que no parece muy probable. Aquí, en la Tierra, la iluminación diurna es unas 100.000 veces superior a la nocturna...
A pesar de las limitaciones, la nueva técnica está siendo considerada muy seriamente por "cazaplanetas" de todo el mundo. Se trata sólo de un primer paso, pero en una línea de investigación nueva y completamente original, que sin duda dará lugar a métodos mucho más precisos y detallados en el futuro.

Investigación con telescopios

Sin embargo, Loeb y Turner creen que se podría considerar emprender la búsqueda de ciudades extraterrestres más cerca de nuestra propio hogar. De hecho, los mejores telescopios actuales son lo suficientemente potentes como para ver la luz artificial de una ciudad como Tokio a unas 50 Unidades Astronómicas (UA) de distancia. Una Unidad Astronómica es la distancia que hay entre la Tierra y el Sol, cerca de 150 millones de km. Y 50 UA es más o menos la distancia que nos separa del cinturón de Kuiper, una lejana región exterior de nuestro Sistema Solar en la que se están descubriendo rocas de todos los tamaños, incluso cuerpos planetarios de dimensiones parecidas a las de Plutón.
Loeb y Turnen proponen echar un buen vistazo ahí fuera, por si acaso nos encontramos con alguna sorpresa. Si hubiera alguna ciudad iluminada en el cinturón de Kuiper, deberíamos poder verla con los medios actuales. “Los Objetos del Cinturón de Kuiper iluminados artificialmente - dice Loeb- podrían tener su origen en civilizaciones procedentes de otras estrellas”, ya que podrían haber sido eyectados de sus propios sistemas y haber terminado en su lugar actual.

Lutetia: Las claves del origen del sistema solar

Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", aseguran desde el CSIC

Fotografías realizadas por la Agencia Espacial Europea, y facilitadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del asteroide Lutetia Efe

Madrid. (Efe).- Un equipo internacional de astrónomos ha estudiado al asteroide Lutetia, probablemente uno de los restos más primitivos del sistema planetario que podría arrojar nuevas pistas sobre la formación del sistema solar.

Su compleja geología, su densidad y su historial de colisiones sugieren que este asteroide es "uno de los ladrillos con los que se construyeron los planetas", ha dicho a Efe la investigadora del CSIC Julia León, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.

Esta investigación, que será portada del próximo número de la revista Science y en la que han tomado parte astrofísicos del CSIC, ha servido para analizar la morfología, el tamaño y la densidad de este cuerpo menor (como se conoce a los objetos espaciales que no son ni planetas, ni satélites, ni planetas enanos).
El 2 de marzo de 2004, la Agencia Espacial Europea lanzó la misión espacial Rosetta, encargada de estudiar al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Rosetta no llegará al cometa hasta el 2014, pero en su camino se ha acercado a dos asteroides: el Steins, que fue analizado en 2008, y el 21-Lutetia, que sobrevoló en julio de 2010.

"La nave hizo una pasada cerca del asteroide, a 3.170 kilómetros, distancia que permitió a las cámaras del instrumento Osiris (en el que está implicado el Instituto de Astrofísica de Andalucía) tomar entre 400 y 500 imágenes de la superficie del asteroide".
Las fotografías muestran que Lutetia tiene una compleja morfología, con hendiduras, fracturas, fallas, y más de 300 cráteres -que van desde los 600 metros a los 55 kilómetros de diámetro-, muestras del intenso historial de colisiones del asteroide.

La investigación también ha determinado la forma de este asteroide, que es "irregular" y mide 126x130x95 kilómetros, es decir, que comparado con otros, Lutetia es de tamaño "grande".
La misión de Rosetta ha permitido también calcular el volumen del asteroide, su masa, y su densidad, datos que explican cómo es el interior del objeto.

"Las intensidades bajas en cuerpos grandes indican que hay muchos espacios vacíos en su interior", es decir, que se trata de un asteroide "poroso", según De León. "Hemos deducido que es un cuerpo sólido, con un núcleo de roca, una corteza de varios kilómetros de grosor, muy fracturada por los impactos, y una capa de polvo fino generada por los impactos", afirma sobre Lutetia, que tiene una intensidad alta.
Además, gracias al uso de filtros y de distintos ángulos de visión, los investigadores han elaborado secuencias de imágenes que han permitido realizar mapas del albedo del asteroide. El albedo es una magnitud que de cero a cien informa sobre cuánta luz es capaz de reflejar un cuerpo menor, lo que permite saber el tipo de materiales que lo componen.

Los albedos bajos indican que mucha luz es absorbida por los materiales de la superficie, es decir, que está formado por materiales primitivos, mientras que los albedos altos están asociados a los silicatos (rocas).
Las observaciones hechas desde la nave han confirmado que Lutetia tiene un albedo bajo (del 19 por ciento), "es decir que está compuesto de materiales primitivos que nos permiten acercarnos a los primeros estados de formación del sistema solar", asegura De León.
De hecho, esta investigación es sólo "el pistoletazo de salida" de otros estudios más precisos que a partir de ahora se llevarán a cabo y que se irán publicando en revistas de astrofísica especializadas, destaca la investigadora.

El hombre empujó a la extinción a los mamíferos gigantes de la Edad de Hielo

  • Los humanos primitivos dieron la puntilla a especies debilitadas por el clima
La expansión de los asentamientos humanos que dominaban la tierra durante el Paleolítico superior (entre hace 35.000 años y 10.000 años) promovió la extinción de al menos dos especies de grandes mamíferos hace unos 16.000 años, según un artículo publicado en el último número de la revista 'Nature'.
El estudio, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), demuestra que la desaparición del caballo ancestral conocido como tarpán ('Equus ferus') y del bisonte estepario ('Bison priscus') se debió a los efectos combinados del impacto humano y el cambio climático, según explica el CSIC en una nota de prensa.

Los autores del trabajo publicado en 'Nature' han estudiado la pauta de extinciones en ese periodo de la primitiva historia humana. En el Pleistoceno, Eurasia y América del Norte perdieron respectivamente el 36% y el 72% de los géneros de megafauna. Esto coincidió con el último máximo glacial de hace unos 20.000 años, que "influyó en la desaparición de muchas de estas especies", explica la investigadora del CSIC en la Estación Biológica de Doñana que ha participado en el trabajo, Jennifer Leonard.
El artículo, cuyo autor líder es el investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), Eske Willerslev, evalúa el efecto de ambos factores sobre la extinción o la repentina disminución de las poblaciones de seis tipos de grandes mamíferos (caballos, renos, bisontes, mamuts, rinocerontes lanudos y bueyes almizcleros). Para ello, el equipo de investigación ha analizado 846 secuencias de ADN mitocondrial, 2.996 restos de megafauna y 6.291 residuos de asentamientos humanos de aquella época en Eurasia para establecer la relación espacial y temporal entre las poblaciones humanas y las de dichos animales.

Esta información se ha contrastado, a su vez, con los modelos climáticos de hace 42.000 años, 30.000 años, 21.000 años y 6.000 años. De las variedades evaluadas, cuatro de ellas están actualmente extintas y corresponden al rinoceronte lanudo ('Coelodonta antiquitatis'), al mamut lanudo('Mammuthus primigenius'), al bisonte estepario y al tarpán. El resto de las especies analizadas aún conservan poblaciones vivas. Son el caballo doméstico ('Equus caballus'), al reno ('Rangifer tarandus'), al buey almizclero ('Ovibos moschatus') y al bisonte americano ('Bison bison').
Los resultados atribuyen la extinción del tarpán y del bisonte estepario a la combinación de los dos factores debido a que los restos de ambas especies son los más abundantes en las regiones de asentamientos humanos. Aunque el inicio de sus declives coincide con el último máximo glacial, estos muestran un decrecimiento acelerado que se ajusta a la expansión de las poblaciones humanas hace unos 16.000 años.

Bueyes almizcleros fotografiados en la actualidad. Bueyes almizcleros fotografiados en la actualidad.
Por su parte, la distribución del reno también coincide con los asentamientos prehistóricos y su declive, con el último glacial máximo. Sin embargo actualmente la especie ni siquiera se encuentra amenazada de extinción, lo que, según el artículo, "podría explicarse debido a su alta fecundidad y su flexibilidad ecológica".

Diferencia según especies

Según el estudio, las poblaciones de mamut y rinoceronte no sólo no se vieron afectadas por la presencia humana, sino que aumentaron entre cinco y 10 veces al menos 10.000 años después de su primer contacto con humanos.
Por su parte, la población de buey almizclero no mantuvo relación con los hombres. Sin embargo, al igual que el rinoceronte, descendió súbitamente tras la última glaciación máxima.
Por el contrario, la extinción del mamut es misteriosa ya que su población continuó aumentando tras el evento climático, hasta desaparecer de forma repentina.
La investigadora Leonard explica al CSIC: "Los resultados son especialmente oportunos ahora que intentamos determinar como el actual cambio climático afectará a la fauna". Sin embargo, "los resultados indican que cada especie reaccionó de forma diferente, por lo que la ausencia de un patrón común complica la conservación de especies", concluye.


Contacte con el autor del artículo vía Twitter. @Pcaceres_

Los europeos más antiguos datan de unos 45.000 años

Nuevas dataciones realizadas en piezas dentales halladas en Italia y en el Reino Unido aportan pistas sobre la coexistencia de los humanos modernos y los neandertales

Maxilar con tres dientes descubierto en una cueva en Devon (Reino Unido) en 1927 y ahora identificado como el resto de la especie humana moderna más antiguo de la Europa noroccidental.- CHRIS COLLINS (NATURAL HISTORY MUSEUM, LONDON) / TORQUAY MUSEUM

Unas cuantas piezas dentales procedentes de dos yacimientos, uno en el sur de Italia y otro en el Reino Unido, descubiertas hace años pero datadas de nuevo ahora con técnicas avanzadas, se han convertido en los restos de la especie humana moderna más antiguos que se conocen. Los de Italia tienen entre 45.000 y 43.000 años. Además, estos dientes se clasificaban hasta ahora como neandertales y, como están asociados a restos de una cultura de piezas de adorno personal, se venía adjudicando ciertas características cognitivas de aquella especie desaparecida cuando ahora se ha visto que en realidad son fósiles de la humanidad moderna, nuestros antepasados directos. "Los resultados aportan pruebas fósiles de un período más largo [de lo que se creía] de coexistencia en Europa entre neandertales y humanos modernos", escriben Stefano Benazzi (Universidad de Viena) y sus colaboradores en su artículo publicado en la revista Nature. Otro equipo, liderado por Tom Higham (Universidad de Oxford), presenta los análisis de las piezas dentales británicas, ligeramente más modernas.

El período en la prehistoria europea en que los neandertales fueron sustituidos por los Homo sapiens sapiens es uno de los más controvertidos y misteriosos que abordan los paleoantropólogos, puesto que en el plazo de unos pocos miles de años los primeros fueron sustituidos en el territorio (hasta extinguirse hace casi 30.000 años) por los segundos. Y no se ha identificado una causa determinante de esta sustitución y desaparición de una de las especies. En este escenario, los descubrimientos presentados ahora acerca de los restos más antiguos de la especie moderna no aclaran definitivamente las incógnitas, pero determinan quién es quién -y cuándo- en yacimientos clave, y ayudan a ir comprendiendo aquellos oscuros procesos.

Uno De los dientes infantiles hallados en el yacimiento de Cavallo (sur de Italia) , de hace entre 45.000 y 43.000 años, que son los fósiles más antiguos en Europa de la especie humana moderna.- STEFANO BENAZZI

Hasta ahora se consideraba documentada la presencia de la humanidad moderna en Europa hace entre 44.000 y 42.000 años, pero exclusivamente por vestigios como objetos hechos por nuestros antepasados y no por los neandertales. Sin embargo, los restos fósiles más antiguos tendrían entre 41.000 y 39.000 años. Por ello, Benazzi y su grupo afirman que, al determinar ahora una edad de entre 45.000 a 43.000 años para las piezas del sur de Italia, estas se convierten en "los restos humanos anatómicos modernos más antiguos que se conocen en Europa", confirmando una rápida dispersión de la especie en el continente antes de la desaparición de los neandertales.

Se trata de dos dientes infantiles, de leche, que fueron descubiertos, en 1964, en el yacimiento de Grotta del Cavallo, en el Sur de Italia, y que se clasificaron entonces como neandertales. Las dos piezas estaban en niveles arqueológicos de lo que se conoce como la cultura Uluciense, caracterizada por ornamentos personales, herramientas de hueso y pigmentos típicamente asociados con el comportamiento humano moderno, explica la Universidad de Oxford en un comunicado. La atribución neandertal de los fósiles, por tanto, ha estado en el centro de la argumentación que sostenía que la cultura Uluciense les correspondía.
Benazzi y sus colegas han utilizado técnicas de escáner avanzadas para analizar los dos dientes de nuevo y concluyen que son de Homo sapiens sapiens. Además, han hecho nuevas dataciones del yacimiento y establecen su antigüedad de entre 45.000 y 43.000 años.

La coexistencia ahora documentada entre neandertales y humanos modernos durante varios miles de años más de lo que se pensaba "tiene importantes implicaciones en el entendimiento del desarrollo del comportamiento humano completamente moderno. Si la colonización del continente europeo fue en una o varias oleadas de expansión, así como las rutas que se siguieron, está aún por determinarse", señala el investigador del CSIC Michael Coquerelle, que trabaja en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, uno de los miembros del equipo de Benazzi .

También el fósil británico se conoce desde hace tiempo. Es un fragmento de mandíbula superior con tres dientes, descubierta, en 1927, cerca de Torquay, en el Reino Unido, y asociada a herramientas de corte típicas de la cultura del hombre moderno, no neandertal. Esa mandíbula estaba identificada ya como perteneciente a la especie actual, pero las dataciones realizadas por radiocarbono en 1989 indicaban una antigüedad de unos 35.000 años. Ahora Higham y sus colegas explican que han aplicado una técnica más refinada y que la mandíbula, que efectivamente es de humano moderno, tiene entre 44.200 y 41.500 años. "Es, por lo tanto, el fósil anatómico conocido más antiguo del Noroeste de Europa", escriben los investigadores. Además, señalan que esta pieza "demuestra lo rápida y amplia que fue la dispersión de los primeros humanos modernos por Europa hace más de 40.000 años". Es descubrimiento significa que "los primitivos humanos modernos debieron coexistir con los neandertales en esta parte del mundo [noroeste de Europa], cosa que algo que muchos investigadores han dudado".

Los hallazgos de estos dos equipos son significativos más allá de adelantar en el registro fósil la presencia documentada de la especie humana moderna. Numerosos yacimientos atestiguan el cambio desde la cultura típica neandertal (Muesteriense) tardía a la tecnología de la especie moderna (Auriñaciense), caracterizada por determinadas herramientas, ornamentos y artefactos de hueso, explican los científicos liderados por Higham. Sin embargo, continúan, son escasos los fósiles de hombre moderno asociados son los restos auriñacienses primitivos , por lo que adquiere especial relevancia la mandíbula ahora datada en más de 40.000 años.

Vía: http://www.elpais.com/

¿Pueden los neutrinos darnos otra sorpresa?

Un nuevo experimento con neutrinos puede explicar el misterio de la materia

Físicos internacionales se reúnen en Valencia para diseñar el nuevo detector, que estará listo en 2013 y se instalará bajo tierra en Huesca

Los neutrinos revolucionaron el mundo de la física hace unas semanas cuando unos investigadores aseguraron que estas partículas son más veloces que la luz. Todavía está por demostrar -no todos los científicos están de acuerdo-, pero los neutrinos pueden dar nuevas sorpresas. El Instituto de Física Corpuscular (IFIC) y la Universidad de Valencia (UV) celebrarán desde este martes y hasta el 5 de noviembre una reunión de la colaboración internacional NEXT, un proyecto para construir un detector que compruebe, por primera vez, la existencia de un raro proceso que se daría en los neutrinos, llamado "doble desintegración beta sin neutrinos". De confirmarse esta hipótesis, propuesta por el misterioso físico italiano Ettore Majorana, el neutrino sería su propia antipartícula, lo cual ofrecería una explicación a por qué el Universo está hecho de materia y no de antimateria.
En la reunión que se celebra en Valencia se decidirá el diseño final del detector de gas xenón que se instalará en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc (Huesca) a partir de 2013. En el proyecto NEXT participan más de 80 científicos de 13 centros de investigación procedentes de 6 países (España, Francia, Portugal, Rusia, Estados Unidos y Colombia). Está coordinado por el investigador del IFIC Juan José Gómez Cadenas y cuenta con la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Este apoyo ha proporcionado los fondos necesarios para el I+D+i y el desarrollo de los prototipos, entre ellos NEXT-1, un demostrador a escala que está funcionando en estos momentos en Valencia. NEXT empleará una cámara llena de 100 kilos de gas xenón enriquecido para crear las condiciones propicias para detectar este raro fenómeno natural denominado "doble desintegración beta sin neutrinos". Fue propuesto por Ettore Majorana, un físico italiano con una vida peculiar. Integrante del Grupo de Roma junto a Enrico Fermi o Pontecorvo, en los años treinta del siglo pasado dejó Italia para trabajar con sendos Nobel como Heisenberg o Bohr. Además, fue el primero en proponer la existencia del neutrón, aunque rechazó su trabajo por "banal" dejando que Chadwick se llevara el Nobel por ello. Tras su regreso a Italia, desapareció sin dejar rastro en 1938.

Su propia antipartícula

Según Gómez Cadenas, "si detecta la llamada desintegración doble beta sin neutrinos, NEXT demostraría que el neutrino es su propia antipartícula, lo cual tendría profundas consecuencias en física y cosmología". Para el coordinador del experimento, en ese caso los neutrinos podrían ser la clave para explicar la asimetría entre materia y antimateria. En teoría, en el Big Bang tuvo que crearse la misma cantidad de materia que de antimateria, idéntica a la primera pero con carga eléctrica opuesta. Sin embargo, el Universo que vemos está compuesto por materia y no por antimateria, que no se sabe dónde ha ido a parar.I
La colaboración NEXT se reúne en Valencia para completar el diseño del detector, a fin de emitir un informe técnico al Laboratorio de Canfranc. El experimento ha sido ya aprobado por el Comité Científico de esta instalación, situada en el pirineo oscense. Se prevé que el experimento funcione durante 10 años. NEXT cuenta con el apoyo del Centro Nacional de Física de Partículas, Astropartículas y Nuclear (CPAN) para la contratación de personal investigador. En la reunión científica de Valencia participa David Nygren, director del Departamento de Física del Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley (EE.UU.), institución que cuenta con 11 Premios Nobel en Física. Nygren es uno de los físicos más importantes en el desarrollo de detectores de partículas por inventar a finales de los setenta el TPC (Time Projection Chamber), un tipo de detector muy utilizado en aceleradores de física de partículas como LHC.

Vía: http://www.abc.es/

Siete historias reales de terror científico

No hace falta recurrir a la ficción en Halloween: la ciencia reúne una buena cantidad de investigaciones que pueden poner los pelos de punta. Zombies, vampiros, decapitaciones y experiencias cercanas de la muerte son objeto de estudio

No hace falta recurrir a la ficción en Halloween. La ciencia también tiene su lado macabro, historias que siguen produciendo un escalofrío a la luz de la razón. Canibalismo humano, extrañas criaturas que sí existieron, animales que se comportan de forma extraña, rituales para terminar con supuestos vampiros o las experiencias cercanas a la muerte. Aquí recogemos algunas de las últimas investigaciones que se acercan a lo espeluznante.

1- Experiencias cercanas a la muerte
Siete historias (reales) de terror científico
Archivo
La luz al final de un túnel
Algunos de aquellos que han estado a punto de dejar este mundo o que incluso han pasado por una muerte clínica y han sobrevivido relatan una serie de experiencias comunes. Sentir que el alma abandona el cuerpo, ver pasar toda tu vida ante tus ojos y descubrir una luz cegadora al final de un túnel son algunas de las vivencias más repetidas. La ciencia cree que se trata de una jugarreta del cerebro durante un suceso traumático, en el que está involucrado un funcionamiento anormal de la dopamina y del flujo sanguíneo. Conoce más sobre este extraño fenómeno aquí.

2- El extraño caso de las hormigas zombies
Siete historias (reales) de terror científico
PLos ONE
Una hormiga zombie
Pierden el control y la voluntad, su cerebro es «poseído» por completo y, cuando se acercan al lugar al que han sido enviadas, mueren sin remedio. Se comportan como zombies. Investigadores de la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos han descubierto en Brasil cuatro especies de hongos del género 'Ophiocordyceps' que infectan a las hormigas y manipulan su comportamiento para obligarlas a dispersar sus esporas y poder reproducirse en los lugares que consideran idóneos. Este singular comportamiento, que parece propio de una película de terror, se describe en la revista digital PLoS ONE. Así lo contamos en ABC.es.

3- Criaturas que siguen vivas tras ser decapitadas
Siete historias (reales) de terror científico
Archivo
Ratas
La actividad eléctrica en el cerebro de las ratas se agota alrededor de 17 segundos después de ser decapitadas, según han podido demostrar algunos investigadores. Pero un minuto después, una onda eléctrica lenta y prolongada también puede detectarse en el cerebro de las ratas. Algunos investigadores lo interpretan como una señal de muerte cerebral irreversible, el último coletazo del cerebro. Sin embargo, otros creen que, incluso después de esta última oleada, las células del cerebro podrían ser reanimadas.

4- La llegada del fin del mundo
Siete historias (reales) de terror científico
Archivo
Impacto de un asteroide
La ciencia tiene un buen abanico de posibles apocalipsis, a cada cual más terrorífico. Entre ellos se encuentra un gran asteroide que impacte contra la Tierra provocando terremotos y tsunamis en todo el mundo, el cambio climático (los glaciares pueden desaparecer en el 2350, según la ONU), la transformación del Sol en una estrella gigante roja -algo que ocurrirá inevitablemente en el futuro- o una supererupción volcánica, por no citar las destrucciones masivas que puede provocar el insaciable belicismo de la humanidad. Lee aquí los diez finales del mundo más factibles para la ciencia.

5- Canibalismo humano: el hombre que devoraba niños
Siete historias (reales) de terror científico
IPHES
Restos humanos con marcas de herramientas de piedra
Hace 800.000 años, el hombre de Atapuerca practicaba el canibalismo de forma habitual. No era algo excepcional, fruto de la necesidad por la falta de alimento, ni se produjo de forma aislada por un individuo con extraños hábitos ni se trataba de un exquisitez ritual. Era.... algo normal. Simplemente, la carne humana formaba parte del menú. Aunque esta afición del Homo antecessor, nuestro más antiguo antepasado, a la carne humana ya era conocida, un estudio paleontológico de los restos recogidos en el yacimiento burgalés vino a confirmar las sospechas el pasado año. Las principales víctimas eran niños y adolescentes.

6- La «vampira» de Venecia
Siete historias (reales) de terror científico
Archivo
El cráneo de la «vampira»
Un equipo de arqueólogos y antropólogos encontró en 2009 en una fosa común de la isla veneciana de Lazzaretto Nuovo el esqueleto de una mujer, víctima de la peste, cuyo cadáver fue profanado por sus coetáneos ante el temor de que regresara de la muerte. El cráneo de la «vampira» tenía un ladrillo en la boca, para que no pudiera morder. En aquella época se creía que la peste era transmitida por vampiros conocidos como los «devoradores de sudarios». Según la leyenda, estos cadáveres reanimados comenzaban a alimentarse de sus propias mortajas, luego chupaban la sangre de los demás muertos, salían de la tumba y atacaban a los vivos. A a luz de la ciencia, los temerosos vecinos confundieron algunos procesos normales del cuerpo (vientre hinchado por la descomposición o un agujero en la mortaja por el efecto corrosivo de los gases y líquidos de la boca) con las señales de un vampiro.

7- Los monstruos que sí existieron
Siete historias (reales) de terror científico
Archivo
Pliosaurio
El cráneo fosilizado de un «monstruo marino de dimensiones colosales», que vivió en los océanos hace aproximadamente 150 millones de años, apareció hace un par de años en la llamada «Costa Jurásica» del suroeste de Inglaterra. Se trata de un pliosaurio que, según las estimaciones de los científicos, medía entre 10 y 16 metros desde la cabeza hasta la cola y tenía un peso de entre 7 y 12 toneladas, por lo que pudo ser el auténtico «terror de los mares» durante el periodo Jurásico. No es el único animal extraño encontrado en los últimos tiempos. Hace unos meses, la revista Science daba a conocer el descubrimiento en Brasil de parte del cráneo y otros restos de un animal que la ciencia no había descrito jamás. Se trata de una criatura que vivió hace de 260 millones de años, antes incluso de que aparecieran los dinosaurios. Tenía el tamaño de un perro grande, muelas en el paladar y un par de caninos de 12 centímetros que salían de su boca.