Los caballos realistas del arte rupestre en el Paleolítico

Durante mucho tiempo se ha especulado que algunas de las pinturas prehistóricas, especialmente las de caballos de colores poco habituales, son prueba de la capacidad simbólica de aquellos primeros humanos modernos. Ahora, un estudio realizado con ADN antiguo ha puesto de manifiesto que estos caballos existieron realmente, y por tanto los habitantes de estas cuevas se limitaron a retratar lo que veían a su alrededor.
El equipo, dirigido por Melanie Pruvost, del Instituto Leibniz para la Investigación de la Vida Salvaje (Alemania), publica en esta semana en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) que todas las variaciones en el pelaje de los equinos predomésticos que se ven en las pinturas de las cuevas paleolíticas existieron, incluido el caballo con manchas de leopardo.

Hasta ahora, otros estudios genéticos habían probado que en aquella época había caballos color canela y negros, pero no con manchas, por lo que algunos arqueólogos atribuían pinturas en las que éstos aparecen a creaciones simbólicas. Así se explicaba el caso de los caballos con manchas negras de las cuevas de Pech-Merle, en Francia, de hace unos de 25.000 años, similares a los modernos 'caballos leopardo'.
Los investigadores, entre los que está Arturo Morales-Muñiz, de la Universidad Autónoma de Madrid, analizaron el ADN rescatado de fósiles de caballos, de hace 35.000 años, encontrados en Siberia, Europa del este y en la Península Ibérica, en total en 15 yacimientos diferentes.
Cuatro de las muestras del Pleistoceno y dos de la Edad del Cobre compartían un gen asociado a las manchas del leopardo, una evidencia de que los caballos con manchas existían entonces. Otros 18 caballos eran marrones y siete negros, una muestra completa del catálogo que fue retratado en las cavernas.

Manchas en la piel

"Nuestros resultados sugieren que, por lo menos para los caballos salvajes, las pinturas de cuevas paleolíticas, incluyendo las pinturas notables de caballos manchados, se basaron en el aspecto de la vida real de animales", confirma el profesor Michi Hofreiter, otro de los autores, de la Universidad de York. "La conclusión es que las pinturas son reflexiones sobre lo que los seres humanos de entonces veían en su entorno", añade.
Para Pruvost se trata de los primeros pasos en la aplicación de las herramientas genéticas en estudios sobre la vida en el pasado, incluso en temas tan dispares como el arte.
No se sabe con exactitud cuantos yacimientos paleolíticos contienen pinturas de animales, pues de algunas imágenes aún se discute su especie, pero sí que al menos hay 40 enclaves en la región de Dordogne-Périgord (Francia) y en la cornisa Cantábrica española. En casi todos ellos hay caballos.
La motivación que llevó a los artistas a retratar estos animales está todavía en discusión. Las pinturas de Pech-Merle particularmente han generado mucha discusión. "La gente dibujó lo que vio, y eso nos da mayor confianza en la comprensión de las pinturas paleolíticas de otras especies como si fueran ilustraciones", señala Pruvost.

Hoy la variación del caballo manchado sigue siendo popular, con razas como Knabstrupper, Appaloosa y Noriker. El hecho de que cuatro de cada 10 caballos europeos en el Pleistonceo fueran de este genotipo nos dice que no era raro, aunque el más común, como ahora, sí era el de color marrón, que también es el más habitual en las pinturas rupestres.

Vía: www.elmundo.es

Evolución Humana: El Desarrollo del Cerebro Humano

Cráneo y cerebro de un Homo sapiens. Gracias a la asistencia comunitaria a las madres y los niños, los seres humanos pudieron permitirse dos cosas: un gran cerebro e hijos con más frecuencia. (Credit: Image courtesy of University of Zurich)

Vía: Science Daily | (Traducción: G.C.C.)

La llamada "hipótesis del tejido costoso", la cual sugiere una relación inversa entre el tamaño del cerebro y el tamaño del aparato digestivo, ha sido cuestionada por los investigadores de la Universidad de Zurich. Ellos han demostrado que los cerebros de los mamíferos han crecido en el curso de la evolución sin que los órganos digestivos se hayan tenido que volver más pequeños.

Los investigadores han demostrado, además, que el potencial de almacenar grasa a menudo va de la mano con cerebros relativamente pequeños, excepto en los seres humanos, que deben su incremento de aporte calórico y, en consecuencia, un cerebro más grande, al cuidado infantil comunitario, una mejor dieta y a su capacidad para caminar erguido.

El tejido cerebral es un gran consumidor de energía en el cuerpo. Si una especie animal desarrolla un cerebro más grande que sus antepasados, la creciente necesidad de energía se puede regular obteniendo otras fuentes adicionales de alimento o por una compensación con otras funciones del cuerpo. En los seres humanos el cerebro es tres veces mayor y, por lo tanto, requiere mucha más energía que la de nuestros parientes más cercanos, los grandes simios. Hasta ahora, la teoría generalmente aceptada para esta condición es que los primeros seres humanos fueron capaces de regular la energía de su cerebro gracias a una reducción del tracto digestivo.

Los primatólogos de Zurich, sin embargo, han desmentido esta teoría, al demostrar que los mamíferos con cerebros relativamente grandes, en realidad, tienden a tener un tracto digestivo algo más grande. Ana Navarrete (foto a la izquierda), la primera autora del estudio publicado recientemente en Nature, ha estudiado cientos de cadáveres de los parques zoológicos y museos.
"El conjunto de datos contiene un centenar de especies, desde el ciervo a la musaraña", explica la estudiante de doctorado. Los científicos involucrados en el estudio compararon el tamaño del cerebro con la masa corporal libre de grasa. Karin Isler (foto debajo), una de los autoras del trabajo, subraya que, "es extremadamente importante tener en cuenta los depósitos adiposos del animal en consideración, pues, en algunas especies, estos constituyen más de la mitad de la masa corporal en el otoño".
Pero, incluso, en comparación con la masa corporal libre de grasa, el tamaño del cerebro no se correlaciona negativamente con la masa de otros órganos.

A más grasa, cerebro más pequeño

No obstante, el almacenamiento de grasa juega un papel clave en la evolución del tamaño del cerebro. Los investigadores descubrieron, además, otra correlación sorprendente: cuanta más grasa puede almacenar una especie animal, más pequeño es su cerebro. A pesar de que el tejido adiposo, en sí mismo, no utiliza mucha energía, las grasas de los animales necesitan cierta cantidad de la misma para llevar el peso extra, sobre todo al subir o al correr. Esta energía carece entonces del potencial para expandir el cerebro.

"Parece que los grandes depósitos adiposos vienen a menudo a expensas de la flexibilidad mental", dice Karin Isler. "Nosotros los humanos somos una excepción, junto con las ballenas y las focas, probablemente porque, como la natación, nuestro bipedismo no requiere mucha más energía, incluso cuando estamos un poco más pesados".


Cráneo y cerebro de un chimpancé (Imagen: Instituto y Museo de Antropología. Zurich)

Interacción de factores energéticos

El rápido incremento del tamaño del cerebro y el aumento asociado del consumo de energía comenzó hace unos dos millones de años en el género Homo. Con base en sus amplios estudios de los animales, los investigadores de Zurich proponen un escenario en el que varios factores energéticos están involucrados: "Con el fin de estabilizar el suministro de energía del cerebro en un nivel superior, el hombre prehistórico necesitaba, en un año entero, de una fuente de alimentación de alta calidad, tal como tubérculos subterráneos o carne. Como ya no subía todos los días a los árboles, perfeccionaron el arte de caminar en posición vertical. Aún más importante, sin embargo, es el cuidado infantil comunitario", dice Karin Isler.

Dado que las madres-simio no reciben ningún tipo de ayuda, sólo puede aspirar a tener una cría de cada cinco a ocho años. Gracias a la asistencia comunitaria a las madres y los niños, los seres humanos pudieron permitirse dos cosas: un gran cerebro e hijos con más frecuencia.

Investigaciones de LiveScience:

¿De dónde sacamos la energía para hacer funcionar nuestros grandes cerebros?


Foto: Ana Navarrete, y el Museo de Antropología del Instituto de la Universidad de Zurich

Medio millón de años atrás el cerebro humano comenzó a expandirse. Cerebros más grandes necesitan más energía para mantenerse funcionando, pero los científicos se han quedado perplejos en cuanto a dónde encontramos ese jugo extra cuando nuestra tasa metabólica, que es la forma en que gastamos energía, está a la par con los cerebros-guisantes de nuestros primos-simios.

Una teoría reciente sugiere que la necesidad de energía de nuestro cerebro fue alimentada por un intestino más pequeño, ya que una dieta más fácil de digerir libera energía del mismo para aumentar el tamaño del cerebro. La nueva investigación sugiere que esto podría no ser el caso, y que el almacenamiento de energía en nuestros depósitos de grasa es más importante.

"Los animales con cerebros grandes tienen muy bajo tejido adiposo (grasa). Los animales que tenían los tejidos adiposos grandes tenían cerebros más pequeños", señala a Live Science la investigadora Ana Navarrete, de la Universidad de Zurich, en Suiza.
"O tienes un cerebro grande o una gran cantidad de tejido adiposo. Por lo general, son mutuamente excluyentes".

Tejidos costosos

El cerebro necesita aproximadamente 22 veces más energía para funcionar como su equivalente en tejido muscular. La energía necesaria para ejecutar todos los procesos corporales proviene de los alimentos que comemos. El cerebro humano es tres veces más grande que nuestro pariente vivo más cercano, el chimpancé, y utiliza hasta tres veces más energía, pero las dos especies tienen la misma tasa metabólica.

Esta energía extra debe venir de alguna parte. Para averiguar de dónde proviene, Navarrete y sus colegas analizaron 191 muestras de 100 mamíferos salvajes en cautiverio. El objetivo era enfrentar a la llamada "hipótesis del tejido costoso" (donde el tamaño del cerebro se produce a expensas del tamaño del intestino) contra otra idea que ellos tenían: que el tejido graso podría ser la respuesta.

Ellos no encontraron una correlación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del intestino, pero sí encontraron una correlación entre el tamaño del cerebro y la cantidad de grasa en el cuerpo de un organismo. El efecto era más fuerte en los animales salvajes y en las mujeres. Además, la correlación no se sostiene bien en las muestras de los primates (23 de las 100 especies analizadas), posiblemente porque se trata de muestras tomadas en cautiverio donde los animales son más propensos a tener mayor o menor peso que sus contrapartes salvajes.

Encontrar la grasa

Estos depósitos de grasa harían más lento a un animal mientras se está moviendo, especialmente si escala, vuela o corre, para escapar de los depredadores. Pero la ventaja de grasa puede ser una fuente extra de energía. Esto sugiere, dice Navarrete, que la supervivencia depende de dos estrategias: o bien se almacena gran cantidad de grasa para cuando llegan los tiempos difíciles, o bien se tiene un gran cerebro para pensar de qué manera salir de situaciones difíciles.

Pero los humanos tienen cerebros grandes y abundantes depósitos de grasa, es decir, cuando llegan los tiempos difíciles podemos confiar en que ambos sobrevivan. Sin embargo, tiene que haber algo más en juego, dice Navarrete, lo que sugiere que nuestra locomoción eficiente pudo haber desempeñado un papel en ello.

Aunque ella no ha analizado una muestra humana, Navarrete cree que nosotros rompimos la tendencia, dado que tenemos un estilo muy diferente de locomoción a otros animales. Caminar con dos piernas es mucho menos exigente energéticamente que arrastrar los pies alrededor de los árboles a cuatro patas, como hacen nuestros primos los chimpancés. Debido a que no es tan costoso para nosotros tener reservas de grasa adicionales, somos capaces a la vez de almacenar energía y usar nuestra capacidad intelectual para utilizar mejor los escasos recursos, dijo.



Especies de mamíferos muestran una correlación positiva entre las masas de los órganos, incluso después de controlar las diferencias en la masa corporal magra. Sólo las reservas de grasa son más pequeños si el cerebro es relativamente grande.

La carencia de una muestra humana preocupa a otros científicos que no participaron en el estudio, los cuales dijeron que la interpretación de Navarrete puede ser una exageración. "Sus resultados indican que, entre los primates, la masa de grasa no es sacrificada en relación con el tamaño creciente del cerebro", dijo Jack Baker investigador de la Universidad de Nuevo México, y que no participó en el estudio, en un correo electrónico a LiveScience. "La 'relevancia' de esta investigación está toda centrada alrededor de las relaciones de estos resultados con la hipótesis del tejido costoso, lo que afecta a orígenes humanos específicamente".


Aún así, "Navarrete y sus colegas han elaborado un conjunto de datos sin precedentes, lo que es una mejora significativa en lo que se dispone desde hace casi 20 años, cuando Wheeler y yo publicamos la original Hipótesis del tejido caro (Expensive Tissue Hypothesis, ETH)", dijo a LiveScience, mediante un correo electrónico, Leslie Aiello (foto a la izquierda), una investigadora de la la Fundación Wenner-Gren, en Nueva York, y que no participó en el estudio.

El conjunto de datos añade más informarción al rompecabezas de la evolución del cerebro, pero también más preguntas y complicaciones, sugiriendo que no hay una sola respuesta, y que podría incluir una combinación varias: reducción del tamaño del intestino, una mayor proporción de la grasa corporal, nuestro modo de locomoción y otros factores, según Aiello.

Los secretos de la revolución científica en Internet

La institución británica difunde más de 60.000 documentos que cubren más de tres siglos de avances en la ciencia

Imagen de la biografía de Isaac Newton escrita por William Stukeley en la que cuenta la verdad sobre el episodio de la manzana que permitió al científico teorizar sobre la gravedad

La Royal Society, la institución científica más antigua del mundo, abre desde esta semana a consulta de los internautas su archivo histórico, miles de investigaciones que, como las de Newton o Darwin, cambiaron el curso de la historia.
De forma gratuita, cualquier interesado puede consultar más de 60.000 documentos que cubren tres siglos de grandes descubrimientos y pequeños avances que han ido forjando el actual conocimiento científico, recogidos en el archivo de la sociedad,galardonada este año con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. El jurado del galardón apreció el impulso a la «investigación y difusión del conocimiento generado por la humanidad» de la Royal Society, una institución que comenzó su andadura en el año 1660.
Navegar por el vasto archivo de la sociedad británica permite rescatar pedazos de la historia de la ciencia como los pavorosos relatos sobre las primeras transfusiones de sangre. O saber de jóvenes estudiantes alcanzados por rayos cuando trataban de aclarar la naturaleza de la electricidad, además de las trascendentes investigaciones de científicos como Faraday, Maxwell o Boyle.
«La apertura del archivo abre una ventana fascinante a la historia del progreso científico durante los últimos siglos e interesará a todos aquellos que quieran comprender la evolución de la ciencia», destacó hoy la psicóloga Uta Frith, miembro del comité de bibliotecas de la sociedad.
«Si se destruyesen todos los libros del mundo y sólo quedara la revista de la Royal Society 'Philosophical Transactions', no es aventurado decir que los fundamentos de la ciencia y el progreso intelectual de los últimos dos siglos se salvarían», escribió en 1870 el biólogo Thomas Huxley.

Publicaron Isaac Newton y Benjamin Franklin

La sociedad británica fue la primera institución del mundo en publicar, en 1665, una revista que cumplía con los estándares de control y rigor que hoy en día se imponen a sí mismas las publicaciones científicas más prestigiosas.
Entre quienes pasaron esos controles estuvo Isaac Newton, quien publicó, en 1672, el que está considerado su primer escrito científico, la «Nueva teoría sobre la luz y los colores».
También escribió en la revista «Philosophical Transactions» Benjamin Franklin, que utilizó una cometa para demostrar, en 1752, que la electricidad de los rayos viaja desde las nubes hacia la Tierra y que se puede recoger de forma artificial.
Las publicaciones de la Royal Society recogen curiosidades como los escritos del astrónomo francés Adrien Auzout, que en el siglo XVII publicó su particular «Visión de la Tierra desde la Luna», en la que describía el aspecto que debería presentar el planeta para unos «supuestos habitantes» del satélite terrestre. «Para la gente de la Luna, la Tierra debe mostrar diferentes caras según la época del año. En invierno no debe haber nada verde en la mayor parte del planeta mientras, en verano, todos los campos deben verse amarillos», relataba en 1665 el astrónomo, que llegó a proyectar un telescopio de más de 300 metros para observar la Luna.

75 de sus miembros tienen un premio Nobel

La Royal Society se inspiró en las ideas del científico y filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626) para crear una institución dirigida a extender las fronteras del conocimiento a partir del desarrollo de la ciencia, las matemáticas, la ingeniería y la medicina.
Los miembros de la Royal Society son elegidos de por vida entre los científicos más destacados en sus respectivos campos y entre sus integrantes han figurado Isaac Newton, Charles Darwin, Albert Einstein, James Watson o Stephen Hawking.
Hoy en día, la institución cuenta con cerca de 1.500 miembros, entre ellos 75 premios Nobel y nueve Príncipe de Asturias, además de cinco representantes de la Familia Real inglesa, entre ellos la reina Isabel II.
Vía: www.abc.es

Los primeros humanos emigraron fuera de África a través de Arabia


Foto: Desde hace tiempo se pensaba que los humanos viajaron por Egipto y el desierto del Sinaí (en la foto) hacia Oriente Próximo y sur de Eurasia, pero esta hipótesis se está cuestionando.

Vía: IBM | (Traducción: G.C.C.)
La historia de la evolución muestra que la población humana probablemente se originó en África, y el Proyecto Genográfico, el estudio más amplio de los datos genéticos de la población humana hasta la fecha, sugiere a dónde fueron posteriormente. Un estudio realizado por el "Proyecto Genográfico" ha encontrado que los humanos modernos emigraron de África tomando una ruta sur a través de Arabia, en lugar de una ruta del norte a través de Egipto. Estos resultados han sido presentados en una conferencia en la National Geographic Society.

National Geographic y el consorcio científico del "Proyecto Genográfico" de IBM han desarrollado un nuevo método de análisis que describe la relación entre las secuencias genéticas de los patrones de recombinación, esto es, el proceso por el cual las moléculas de ADN se rompen y recombinan para formar nuevas parejas. El noventa y nueve por ciento del genoma humano pasa por este proceso de recombinación donde el ADN se transmite de una generación a la siguiente. Estas regiones del genoma han sido en gran parte inexploradas a la hora de comprender la historia de la migración humana.

Al observar las similitudes en los patrones de recombinación del ADN que ha sido transmitido, y en poblaciones diferentes, los científicos del "Proyecto Genográfico" han confirmado que las poblaciones africanas son las más diversas sobre la Tierra, y que la diversidad de linajes fuera de África es un subconjunto de la que se encuentra en el continente. La divergencia de una historia genética común entre poblaciones mostró que los grupos de Eurasia eran más similares a las poblaciones del sur de la India que a las de África. Esto es compatible con una ruta sur de migración de África a través del estrecho de Bab-el-Mandeb, en Arabia, antes que cualquier otro movimiento hacia el norte, y sugiere un papel especial para el sur Asia en la expansión de salida de África de los humanos modernos.




La evidencia muestra que el nivel del mar eran probablemente lo suficientemente bajo para poder cruzarlo desde el cuerno de África hacia Arabia, a través del estrecho de Bab-el-Mandeb. A partir de ahí, parece que los territorios del sur Asia, como la India, fueron los principales puntos de parada, desde los que los seres humanos se repartirían por el resto del mundo, siguiendo una ruta costera hacia abajo, en el Asia oriental y Oceanía, mientras que otros continuarían hacia arriba, a izquierda y derecha, hacia los territorios de las actuales zonas de Irán, Rusia, Europa y China.


Ajay Royyuru (foto a la izquierda), Director del Centro de Biología Computacional de IBM, dijo: "Durante los últimos seis años, hemos tenido la oportunidad de reunir y analizar datos genéticos por todo el mundo, a una escala y nivel de detalle que nunca antes se había hecho. Cuando empezamos, nuestro objetivo era realizar expediciones científicas modernas para promover una comprensión más profunda de las raíces y diversidad humanas. Ahora, con la evidencia de que la diversidad genética en el sur de India está más cerca de África que de Europa, esto sugiere que otros campos de investigación, tales como la arqueología y la antropología, deben buscar pruebas adicionales sobre la ruta de migración de los primeros seres humanos a fin de explorar más a fondo esta teoría".

El nuevo método analítico observa las recombinaciones de los cromosomas del ADN a través del tiempo, el cual es un factor determinante de cómo nuevas secuencias de genes son creadas en las generaciones posteriores. Imagínese la recombinación de los cromosomas como si se barajaran unas cartas. Cuando un par de cromosomas se barajan juntos, crea combinaciones de ADN. Este proceso de recombinación ocurre a través de generaciones.

La recombinación contribuye a la diversidad del genoma en el 99% del genoma humano. Sin embargo, muchos creían que era imposible trazar un mapa de la historia de recombinación del ADN debido a su complejidad, a la superposición de los patrones creados en cada generación. Ahora, mediante la aplicación detallada de métodos computacionales y algoritmos de gran alcance, los científicos pueden proporcionar nuevas evidencias sobre el tamaño y la historia de las poblaciones antiguas.


La investigadora de IBM, Laxmi Parida (foto a la izquierda), que definió el nuevo método computacional en un estudio publicado en 'Biología Molecular y Evolución', dijo: "Casi el 99% de la composición genética de un individuo son capas de huellas genéticas de muchos linajes individuales. Nuestro reto era saber si era aún posible separar estos linajes para entender sus puntos en común o concordancias. A través de un determinado enfoque de análisis y un modelo matemático, llevamos a cabo la tarea compleja de reconstruir la historia genética de una población. De este modo, ahora tenemos las herramientas para explorar mucho más a fondo sobre el genoma humano".

El "Proyecto Genográfico" continúa llenando los vacíos de nuestro conocimiento de la historia de la humanidad y abre la información de nuestras raíces genéticas que no sólo afectan a nuestras historias personales, sino que pueden revelar nuevas dimensiones de las civilizaciones, culturas y sociedades, sobre un pasado de decenas de miles de años.




"La aplicación de nuevos métodos analíticos, tales como el estudio de la diversidad de recombinación, pone de relieve la fortaleza del enfoque del 'Proyecto Genográfico'. Habiendo reunido un gran recurso en la forma de una colección de muestras global y una estandarizada base de datos, podemos empezar a aplicar nuevos métodos de análisis genéticos para conseguir una mayor comprensión de la historia migratoria de nuestra especie", dijo el director del "Proyecto Genográfico", Spencer Wells (foto a la izquierda).

El estudio sobre la recombinación genética pone de relieve el esfuerzo inicial de seis años realizado por el "Proyecto Genográfico" para crear el estudio más exhaustivo de la variación genética humana utilizando el ADN aportado por los pueblos indígenas y miembros del público en general, con el fin de establecer cómo la Tierra fue poblada. Cerca de 500.000 personas han participado en el "Proyecto", con investigaciones de campo llevadas a cabo por 11 centros regionales con el fin de avanzar en la comprensión de la ciencia de las genealogías migratorias. Esta base de datos es una de las mayores colecciones de información genética de la población humana jamás reunida, y servirá como un recurso sin precedentes para genetistas, historiadores y antropólogos.

Antecedentes: El "Proyecto Genográfico" pretende trazar nuevos conocimientos sobre la historia migratoria de la especie humana y responder antiguas preguntas en torno a la diversidad genética de la humanidad. El proyecto no tiene fines de lucro, es plurianual, y es una investigación global que cuenta con el patrocinio de National Geographic e IBM, y con el apoyo sobre el terreno de la Fundación Familiar Waitt. En el núcleo del "Proyecto Genográfico" se compone de un consorcio mundial de 11 equipos científicos regionales que siguen un marco ético y científico y son responsables de la toma de muestras y análisis en sus respectivas regiones. El proyecto está abierto a los miembros del público a través de la compra de un 'kit' de participación pública en la web del Proyecto Genográfico (https://genographic.nationalgeographic.com/genographic/index.html?lang=es), donde también pueden optar por donar sus resultados genéticos a la base de datos en expansión. Las ventas de los 'kits' de análisis ayudarán con fondos a la investigación y apoyo de un "Fondo del Legado" para los pueblos indígenas y tradicionales dirigidos por la comunidad para revitalizar la lengua y proyectos culturales.

Arqueólogos israelíes hallan un excepcional relicario cristiano-bizantino en Jerusalén



Vía: Israel Antiquities Authority | (Traducción: G.C.C.)
Una cajita decorada con una cruz fue recientemente descubierta en las excavaciones arqueológicas que la Autoridad de Antigüedades de Israel lleva a cabo en el aparcamiento Giv'ati en la ciudad de David, localizada en los muros que rodean el Parque Nacional de Jerusalén. El relicario, que data de la época bizantina (siglos VI-VII d. C.), está decorada en su interior con los dibujos de dos figuras (iconos) rodeadas por un fondo forrado con pan de oro, y parece que el artefacto fue usado como una reliquia personal para la oración.

El relicario tiene 2,2 cm de largo por 1,6 cm de ancho y está hecho de un hueso de un animal de gran tamaño (buey, camello o caballo). Puede abririse, y al hacerlo se observa que incluye dos partes planas donde cada una de ellas lleva un dibujo coloreado.
Según Yana Tchekhanovets, director de la excavación, junto con el Dr. Doron Ben-Ami, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, "El uso de iconos (objetos de culto representando figuras sagradas) para la oración fuera de la iglesia es un fenómeno conocido en el mundo cristiano ya en el siglo V d. C. Sin embargo, las reliquias sagradas pintadas, que datan de la época bizantina y que fueron descubiertas aquí, en Tierra Santa, son extremadamente raras, haciendo de esta, en consecuencia, un descubrimiento de excepcional importancia. Iconos plegables para uso personal son conocidos al día de hoy en la cristiandad moderna, especialmente en el Este. El relicario fue descubierto intacto, aparte de una pequeña grieta, y el hecho de que estuviera herméticamente cerrado garantizó la preservación de los dibujos en los paneles interiores de la reliquia".

La imagen de un hombre con barba sobre un fondo de oro está representado en la parte inferior del relicario. Su rostro se conserva sólo parcialmente , pero, a pesar de ello, es posible discernir su forma general, el tono oscuro de su pelo y su ojo izquierdo. Los detalles de su vestido se pueden identificar, los cuales incluyen un manto blanco con una mancha de color rosa situada en su hombro derecho -casi con toda seguridad es una túnica blanca con rayas moradas. La preservación del dibujo en el interior de la tapa del relicario está aún más fragmentado.
Por los detalles de sus restos es posible reconstruir la forma de una figura más pequeña, probablemente una mujer envuelta en un vestido azul, sobre un fondo de oro. El rostro de la figura no se ha conservado. Sin embargo, podemos discernir las líneas del cabello (¿o un pañuelo en la cabeza?), la barbilla, el cuello y parte del hombro izquierdo.


En ausencia de un mecanismo de suspensión de la reliquia, se puede asumir que el dimnuto objeto se conservaba en una pequeña bolsa de tela. En cuevas selladas que fueron excavadas en Moshchevaya Balka, en el norte del Cáucaso, Rusia, pequeñas bolsas de tela se han conservado intactas, entre otras cosas, en los cuerpos de los fallecidos. Con base al contexto en que fueron descubiertos, se determinó que los hombres las llevaban en un cinturón alrededor de su cintura y las mujeres en la parte superior de su vestido.

De acuerdo con Tchekhanovets, "Debido al mal estado de conservación de los dibujos, cualquier intento de identificar las figuras cae en el ámbito de la conjetura. Hay varias posibilidades que se pueden sugerir: si asumimos que los dibujos representados son los de un hombre y una mujer la posibilidad obvia es, entonces, Jesús y María. Sin embargo, en el siglo VI y VII d. C. (siglos en los que se data la cajita) el número de santos venerados por la Iglesia cristiana se incrementó por muchos cientos, dos de los cuales podrían estar probablemente retratados en los dibujos del relicario".



Foto: Lugar de la excavación donde fue hallado el relicario

En los últimos años las excavaciones en el aparcamiento de Giv'ati han descubierto restos de un asentamiento bizantino que se extendió a través de una amplia zona. Estos restos incluyen, principalmente, un edificio de tipo administrativo, una gran terraza de cultivo y una calle pavimentada, con 25 metros de la misma sacada a la luz hasta la fecha. Una serie de pisos de yeso fue descubierta en la parte occidental de la calle pavimentada. El relicario fue descubierto después de que la primera planta fuera desmantelada.

Un asteroide gigante se acerca de la Tierra

  • Pasará a unos 300.000 kilómetros de la Tierra, pero no es peligroso
  • Podrá verse con prismáticos desde la Península Ibérica al anochecer
  • Existen 1.200 asteroides que pueden colisionar con el planeta

Un asteroide de casi 300 metros de longitud y muchas toneladas de peso pasará cerca de la Tierra el próximo martes, 8 de noviembre. La mole se aproximará a nuestro planeta más de lo que lo está la Luna, pero no hay riesgo de que haya un impacto. Así lo aseguran los investigadores del Observatorio de Arecibo (en Puerto Rico), que han estudiado su órbita.
Según sus datos, hasta dentro de 100 años no existe riesgo real de que colisione con el planeta, lo que causaría un desastre equivalente al de 65.000 bombas atómicas. De hecho, se cree que fue un impacto de este tipo el que acabó con la vida de los dinosaurios y otras muchas especies hace 60 millones de años y la posibilidad de que algo así vuelva ocurrir es uno de los asuntos que más preocupan.
En este caso, el Asteroide 2005 YU55 ha salido de la lista del programa de detección de asteroides peligrosos de la NASA, donde hay registrados1.200 objetos potencialmente peligrosos, pero aún así será estudiado al detalle por astrónomos de todo el mundo, para conocer a fondo su órbita y poder prever su comportamiento en el futuro.
El Asteroide 2005 YU55. | NASA
El Asteroide 2005 YU55. | NASA
Los expertos aseguran que, si las condiciones atmosféricas lo permiten,podrá verse con unos simples prismáticos o pequeños telescopios desde la Península Ibérica desde el atardecer hasta las 23 horas, aproximadamente. Su velocidad será de unos 10 grados por hora.

Hallazgo del asteroide

Este objeto fue descubierto en el año 2005 por Robert S. McMillan en el Observatorio Steward, Kitt Peak (Universidad de Arizona) y después fue observado de nuevo el año pasado gracias al telescopio de Arecibo, lo que permitió averiguar que pasará a unos 300.000 kilómetros de la Tierra, algo más cerca de lo que está la Luna. "No se sabe si es de hierro, de carbono o silicio porque no hay un espectro, pero estará lo suficientemente lejos como para que no resulte atraído por la gravedad terrestre. Sin embargo, no se sabe qué puede pasar en próximos encuentros, y por ello hay que prestarle atención", explica el astrónomo rumano Ovidiu Vaduvescu, del Instituto de Astrofísica de Canarias(IAC).
Vaduvescu es uno de los promotores del proyecto Euronear, una iniciativa europea encaminada a observar asteroides potencialmente peligrosos, una investigación liderada hasta ahora por Estados Unidos. "Europa no ha invertido ni un euro en este tema y por ello, con Euronear, queremos iniciar el camino, para lo que necesitamos unos 10 millones de euros", apunta el astrónomo.
Y es que para descubrir asteroides es necesario invertir en instalaciones, que es lo que pretende Euronear: crear una red de dos telescopios de dos metros de diámetro, uno en cada hemisferio, con cien noches al año de observación.

Nuevos telescopios

En el mismo sentido, Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, recuerda la importancia de catalogar todos los objetos mayores de 100 metros, que son los que realmente entrañan un peligro real. "Para ello se necesitan telescopios de gran campo de visión, como el futuro Gran Telescopio Sinóptico (LSST), con un espejo de más de ocho metros, que permite detectar objetos muy débiles en exposiciones cortas". Este telescopio está previsto que entre en funcionamiento a pleno rendimiento hacia 2015.
Luego, una vez identificados, y estudiado el riesgo, hay que poner en marcha soluciones que puedan evitar un desastre en la Tierra. De momento, como recuerda Bachiller, la única eficaz parece ser desviar el asteroide peligroso, como se hizo en la misión 'Deep Impact' de la NASA.
Los investigadores estiman que la probabilidad de estos impactos es pequeña: uno del tipo de Tunguska (en Siberia, en 1908) cada milenio, aunque recuerdan que hay órbitas de asteroides que hay que estudiar con más detalle, por lo que no habría que regatear fondos con este objetivo.
Los astronautas que viajaron a la Luna aún tienen muy presente la cantidad de material cósmico que hay en el espacio exterior. Durante el Festival Starmus, celebrado el pasado verano en Tenerife, muchos hicieron hincapié en la necesidad de temer a los asteroides, pese al 'aura' de ciencia-ficción que parece rodearles.