A bordo del Titanic 100 años después

por FERNANDO BAETA / elmundo.es
Cien años después de su descenso a los infiernos, el Titanic sigue navegando y su orquesta continúa tocando. Pese a descansar a 4.000 metros de profundidad en el Atlántico Norte continúa alimentando imaginaciones y leyendas, ficciones y realidades. Ha conseguido ser, un siglo después de que un iceberg se interpusiera en su triunfal camino, lo indestructible e insumergible que soñaron sus creadores. Y si bien no pudo sortear aquella mole de hielo que lo arrastró al fondo del océano en las primeras horas del 15 de abril de 1912, sí que ha sido capaz de vencer el paso del tiempo y el peso de la Historia.

Nació de un sueño y acabó convirtiéndose en una pesadilla. El sueño lo forjaron en el verano de 1907 Joseph Bruce Ismay, presidente de la White Star Line, y William James Pirrie, dueño y presidente de los astilleros Harlan&Wolff, el mayor constructor de navíos del mundo. En unos tiempos muy anteriores a los viajes en avión, los grandes barcos eran el máximo exponente del transporte de pasajeros, Pirrie y Bruce Ismay idearon la construcción de tres transatlánticos: Olympic, Titanic y Gigantic, que tras la tragedia del anterior cambió su nombre por el de Britannic. El Olympic fue botado en octubre de 1909, hizo su viaje inaugural el 14 de junio de 1911, sobrevivió a la Primera Guerra Mundial y navegó hasta 1935; mientras que el Britannic, que fue botado en febrero de 1914 y empezó su servicio como barco hospital en diciembre de 1915, se hundió el 21 de noviembre de 1916 en el mar Egeo tras chocar con una mina.

Era en el Titanic donde tenían puestas todas sus esperanzas Pirrie y Bruce Ismay. Iba a convertirse en el estandarte de la White Star para hacerse con el mercado de pasajeros atlánticos de gran lujo. Iba a ser la mayor obra de ingeniería naval de la Historia, el símbolo de una época, el abanderado de una sociedad, la occidental, que llevaba 100 años disfrutando de la paz, viendo cómo la técnica avanzaba con paso seguro, viendo cómo los beneficios del trabajo parecían filtrarse a través de la sociedad... Viéndolo con la perspectiva actual, sorprende ese optimismo, esa confianza que la sociedad de entonces, mayoritariamente clasista, tenía en sí misma... Pero la realidad era que en aquellos años la gente creía que la vida era perfecta. Sea como fuere, el hundimiento del Titanic bajó de golpe el telón de ese optimismo y acabó de un plumazo con la prepotencia de la época, con una forma de ver y vivir la realidad. Ya nada iba a ser igual. Después vino la Gran Guerra y el mundo cambió definitivamente.

Antes de que todo esto llegara, el 31 de marzo de 1909, empezaron en los astilleros de Belfast los trabajos para construir el barco más grande y más lujoso de la época. No iban a ponerse trabas en el presupuesto: los mejores materiales, las técnicas más avanzadas, los motores más potentes, las innovaciones más sorprendentes, los detalles más sofisticados. Todo esto y mucho más iba a tener el mascarón de proa de la White Star. El Titanic fue botado el 31 de mayo de 1911, tenía 269 metros de eslora y 28,19 de manga, podía desarrollar una potencia de hasta casi 60.000 caballos que permitirían una velocidad máxima de 23-24 nudos y tenía capacidad para admitir hasta 3.547 personas, entre pasajeros y tripulación. Southampton-Nueva York iba a ser su primer viaje.
Y luego estaba el lujo desmedido para aquellos de primera clase que pudieran pagarlo. 'Camelot flotante' y 'Paraíso sobre las aguas' fueron algunos de los adjetivos que recibió Y no resultaban exagerados. La primera clase contaba con todos los estilos de la época: desde el Imperio hasta el Regencia pasando por el Luis XIV o Luis XXV. Piscinas cubiertas, pistas de squash, una baño turco, salas copiadas del palacio de Versalles, cafés parisinos, bibliotecas, gimnasios, ascensores...


Todo ello fue un reclamo imposible de resistir por algunas de las grandes fortunas de ambos lados del Atlántico. Un hotel con más estrellas que el firmamento para viajar del Viejo al Nuevo Mundo. Pero la mayoría de los que embarcaron con destino a Nueva York no estaba pensando en las estrellas; se dirigían a América en busca de una nueva vida, un futuro mejor: la segunda clase estaba formada por profesores, comerciantes y profesionales de clase media, mientras que los viajeros de tercera, que tuvieron que soportar un humillante examen médico para comprobar que no eran portadores de ninguna infección, eran trabajadores con escasos recursos económicos. Aunque la historia siempre ha hablado de los ricos y famosos que viajaban en el barco, lo cierto es que tres de cada cuatro pasajeros que embarcaron llevaban billetes de segunda o tercera clase, fundamentalmente de esta última. El Titanic fue una enorme maqueta flotante de la sociedad de preguerra.

El orgullo de la White Star zarpó a las 12.15 horas del 10 de abril de 1912 del puerto de Southampton. De allí se dirigió a Cherburgo a través del canal de la Mancha. Y tras recoger pasaje y carga se dirigió a Queenstown, en Irlanda, por la costa sur de Inglaterra. Allí llega a las 11.30 del día 11 y tras embarcar más pasaje y más carga levanta su ancla de estribor e inicia su primera y última travesía hacia Nueva York. Los relojes marcaban las 13.30 horas. Entre el 11 y el 12 de abril, el barco recorrió 486 millas sin ningún tipo de incidente y con unas condiciones de navegación óptimas. En las siguientes 24 horas el Titanic recorre 519 millas, también con buena navegación, aunque recibe dos avisos alertándole de la presencia de hielo en su ruta; el segundo en las últimas horas del día 13 cuando el Rapaahannock le informa que incluso ha sufrido algún daño en el campo de hielo.

Los errores del capitán Edward John Smith, un veterano de la White Start Line que iba a jubilarse tras el viaje, propiciaron el descalabro del Titanic. A lo largo del día 14, el puente de mando recibió no menos de siete avisos que alertaban de la presencia de hielo en su rumbo a Nueva York, a los que habría que sumar los dos que recibió el día anterior. El capitán no hizo caso ni redujo la velocidad cuando ya empezaba a caer la noche, después de haberla aumentado por la mañana por indicación de Ismay, que quería llegar lo antes posible a su destino y arrebatarle a su competidora la Cunard Line el récord de rapidez. El Caronia, el Noordan, el Baltic, el Amerika, el Mesba y el Californian, por dos veces, lanzaron alertas de icebergs a lo largo de toda la jornada. La última de ellas, lanzada desde el Californian, tuvo lugar sólo 45 minutos antes del impacto.

A esa hora, a las 23.40, el capitán Smith se había retirado a descansar, el mar estaba como un plato, el cielo completamente estrellado y la visibilidad era óptima. El vigía Frederick Flett, que estaba a punto de acabar su guardia en el nido del cuervo, observó de pronto cómo el barco se dirigía a una gran masa de hielo que aumentaba rápidamente de tamaño conforme se acercaban a ella. Tocó tres veces la campaña y se dirigió al puente: «¡Un iceberg a 400 metros!».

En el puente de mando, el primer oficial W.M. Murdoch da al timonel Robert Hitchens dos órdenes muy rápidas: «Todo a estribor» y «marcha atrás a toda máquina», sin saber que la suma de ambas iba a resultar trágica, ya que la inversión de los motores hizo que el barco girase lentamente hacia babor provocando, al entrar en contacto con el iceberg, una brecha de casi 100 metros de longitud en su costado de estribor y la rápida inundación de cinco compartimentos estancos. Habían transcurrido apenas 40 segundos desde que el vigía Flett divisara la mole de hielo, que sobresalía 30 metros de la superficie, y ésta impactara con el Titanic. De haber chocado frontalmente, lo más probable es que pese a los desperfectos, el barco hubiera podido continuar su viaje a Nueva York.
Cuando el capitán Smith saltó de la cama y se dirigió al puente de mando ya era demasiado tarde.

Cayó entonces en la cuenta de que el barco podía no ser indestructible ni insumergible. Veinte minutos después del impacto, Thomas Andrews, uno de los diseñadores del Titanic, lo sentenció a muerte tras recorrer las zonas afectadas de la nave y cuantificar los daños: «El hundimiento se producirá antes de tres horas». Y así fue. Lo primero que debió pensar Smith fue que al menos la mitad de las 2.224 personas que iban a bordo —1.364 pasajeros más 860 miembros de la tripulación— estaba condenada a muerte por la falta de botes salvavidas. Todo lo que vino a continuación de la sentencia fue vertiginoso: a las 00.10 del ya fatídico 15 de abril de 1912, el radiotelegrafista Jack Phillips lanza el primero de muchos mensajes de auxilio y marca su posición: 41.44N 50.24W; a las 00.45 se lanza la primera bengala; a esa misma hora se arría el primer bote salvavidas; a las 01.40 se lanza el último cohete; a las 02.05 es arriado el último bote; a las 02.10 Phillips transmite los últimos mensajes; a las 02.18 empieza a fallar la energía eléctrica; a las 02.20 se hunde el barco. Habían transcurrido 160 minutos desde que el hielo arañara mortalmente al Titanic.

En los primeros instantes nadie del barco se percató del incidente. El leve cosquilleo no alteró a los pasajeros. Los caballeros que no dormían continuaban fumando y jugando a las cartas, sus esposas descansaban ya mientras la orquesta dirigida por Wallace H. Hartley seguía tocando, y lo seguiría haciendo hasta el final según relataron posteriormente algunos supervivientes. El escepticismo inicial dio paso a la histeria incontrolada y esta, a su vez, a la certidumbre de que el fin, minutos antes lejano, estaba ahora muy cerca.

El Titanic sólo llevaba 20 botes salvavidas para 1.178 personas y las leyes vigentes no le obligaban a más. Pero tampoco estos botes y la rapidez a la hora de depositarlos en el mar estuvieron a la altura que se podía esperar de la mejor obra de ingeniería naval de la Historia. El caos que se desató en los primeros momentos, lo desordenada que resultaron las tareas de evacuación y, especialmente, el pésimo funcionamiento de los pescantes donde iba sujetos los citados botes hicieron que alguno de ellos no llegara al mar y que otros no se ocuparan totalmente. Todo esto provocó que el número de personas que se embarcaron en ellos —711 personas— apenas superara el 60% de su capacidad real.

«Cuando los botes se hubieron ido, una extraña quietud se extendió por el Titanic. La excitación y la confusión habían terminado y los centenares de pasajeros que se quedaron en el barco esperaban en silencio en las cubiertas superiores. Parecían agruparse hacia dentro, alejándose lo más posible de las barandillas». Walter Lord describió así los segundos finales del barco antes de que éste se perdiera bajo las aguas en 'La última noche del Titanic', libro publicado en 1955 y basado en los testimonios de algunos supervivientes.

Un dato revelador de lo que pasó aquella noche en el Atlántico Norte cuando ya el barco había desaparecido nos dice que de las aproximadamente 1.500 personas que se precipitaron al océano con él, solo 13 fueron recogidas por algunos botes salvavidas, aunque en la mayoría de estos había sitio de sobra. Únicamente un bote volvió hacia atrás en busca de supervivientes, mientras que el resto de los náufragos que se salvó fue porque tuvo la fortuna de estar cerca de alguno de ellos. Según cuenta Lord en su libro, en todos los botes fue la misma historia: un tímido «¿regresamos?» de alguno de los ocupantes que era repelido con una firme negativa por parte del resto.

Cuando el radiotelegrafista Phillips lanzó su primer CQD CQD CQD de MGY MGY MGY (en aquellos años el SOS todavía no era muy utilizado. CQD era la nomenclatura que se empleaba para pedir auxilio y MGY el identificador del telégrafo del Titanic), el barco que se encontraba más cerca era el Californian, exactamente a 11 millas, 21 kilómetros. Sin embargo, no fue éste el barco que se dirigió hacia la zona del naufragio, sino el Carpathia, que se encontraba a 58 millas, unos 107 kilómetros. Por qué el Californian no fue en su ayuda es una de las grandes incógnitas de esa noche. Su capitán, Stanley Lord, dijo posteriormente que su radio echó el cierre a las 23.30 y que el radiotelegrafista se fue a la cama; y aunque es cierto que entonces no era obligatorio que las radios de los barcos estuvieran operativas las 24 horas, es impensable que no se vieran desde el Californian las bengalas lanzadas desde el Titanic, estando tan cerca los dos barcos.

Aunque no hay dos cifras iguales en relación con el Titanic —ni tan siquiera en el número de pasajeros o de tripulación— los últimos datos señalan que murieron 1.517 personas, aunque sólo se pudieron rescatar 328 cadáveres, y que el Carpathia llegó a Nueva York con los ya citados 711 supervivientes recogidos de los botes salvavidas. La muerte, claro está, no trató igual a todo el mundo: perdieron la vida 122 pasajeros con billete de primera clase, 165 de segunda, 544 de tercera y 686 miembros de la tripulación. Dicho de otra manera: se salvó el 60% de los pasajeros de primera, el 41 de segunda, el 24 de tercera y el 22 por ciento de los trabajadores del barco.

De esta brutal desigualdad no se salvaron, tampoco, ni las mujeres ni los niños: de los 29 de éstos que iban en primera y segunda clase sólo perdió la vida la pequeña Lorraine, que no quiso separarse de su madre; sin embargo de tercera perecieron 53 menores de los 76 que viajaban en el barco. Con las mujeres ocurrió algo parecido: En primera murieron 4 de las 143 que viajaban y tres de ellas porque se quedaron voluntariamente con sus maridos; en segunda murieron 15 de las 93, y de tercera, 81 de las 179 que se dirigían al Nuevo Mundo.

Uno de los supervivientes de primera clase que recogió el Carpathia fue Joseph Bruce Ismay, padre de la criatura e incluso del nombre de la misma y presidente de la White Star, propietaria del Titanic. Después de subir a uno de los botes salvavidas valiéndose de su posición cerró los ojos y se negó a ver el hundimiento de su sueño. No abrió la boca antes de ser rescatado ni lo hizo después en la travesía a Nueva York. Se encerró en un camarote y estuvo prácticamente sedado hasta llegar a puerto. Las críticas, que probablemente no fueron todo lo duras que debieron ser aunque se cebaron con su deseo de ir a toda máquina y de salvarse a toda costa, acabaron con él. Al año siguiente se jubiló de la White Star, se compró una gran propiedad en Irlanda, recluyéndose allí hasta su muerte en 1937.

La prensa no trató a los infortunados pasajeros de tercera clase mucho mejor que la naviera. Ningún medio de comunicación importante se preocupó excesivamente de su punto de vista a la hora de escribir la historia de las últimas horas del Titanic. The New York Times sólo entrevistó a dos pasajeros de esta clase dentro de las casi 60 historias que publicó tras arribar a puerto el Carpathia y hablar con los supervivientes. Dos también fueron las historias de pasajeros de entrepuente que incluyó en sus ediciones el New York Herald, que acompañaron a otras 45 de los pasajeros de primera, mayoritariamente, y segunda. La dura realidad no radicaba, exclusivamente, en el clasismo de los editores y de la propia sociedad sino en el nulo interés que los desfavorecidos despertaban entre los lectores.

Las investigaciones posteriores tampoco hicieron excesivo hincapié en el desigual número de muertos en función de la clase en la que se viajara. Los norteamericanos apenas escucharon a tres supervivientes del entrepuente, e incluso dos de ellos dijeron, en el Congreso estadounidense, que a los de tercera se les había impedido llegar a la cubierta de los botes salvavidas... pero nadie protestó excesivamente ni la prensa se hizo eco de tales declaraciones. La investigación inglesa todavía fue más sectaria: la conclusión final señalaba que no había indicios de discriminación en función de la clase en la que se viajaba, dispensando a la compañía de cualquier responsabilidad. Por si acaso, los ingleses ni tan siquiera quisieron escuchar a ningún superviviente del entrepuente.

En lo que sí se pusieron de acuerdo investigadores ingleses y norteamericanos fue en crucificar al capitán Smith, que como la mayoría de los mandos no sobrevivió al naufragio. «Pasando por alto [escribieron] todas las advertencias recibidas, el gran barco avanzaba a gran velocidad a través de un mar plagado de hielo. En la feroz competencia existente entre todas las líneas navieras prevalecía el 'te venceré a toda costa'. Querían ofrecer el servicio de un tren expreso, que se apegara exactamente a los horarios e itinerarios fijados, aunque eso significara atravesar a toda máquina bancos de niebla, campos de hielo o flotas de barcos pesqueros. El Titanic pagó el precio más alto por esta locura».
Entre los medios de comunicación, que desde el nacimiento del Titanic se habían entregado sin disimulo a su grandiosidad, apenas hubo voces críticas a todo lo que rodeó esta tragedia. Prefirieron destacar la literatura que conllevaba —el barco más grande y lujoso de la Historia que se hunde en su viaje inaugural repleto de ricos y famosos tras chocar con un iceberg— que arremeter contra la prepotencia de la naviera, los delirios de grandeza, la ambición desmesurada, el clasismo repugnante, la descarada elección de quién debía salvarse primero... Sólo el escritor Joseph Conrad, autor de 'El corazón de las tinieblas', criticó violentamente, en dos escritos demoledores, todos los desmanes que esta tragedia dejó al descubierto.


Sea como fuere, no hay otro naufragio en la Historia que haya logrado mantenerse a flote 100 años aunque su vida sobre el mar apenas durara cuatro días, 17 horas y 30 minutos aproximadamente. La leyenda del Titanic ha podido con todo, especialmente con el olvido. Y aunque el océano se tragara los delirios de grandeza de una época que tocaba a su fin, la ambición desmedida de una compañía que tenía que haber puesto más botes salvavidas o vendido menos pasajes, las cuentas corrientes que todo salvo la vida podían comprar y los sueños de aquellos que anhelaban alcanzar el Nuevo Mundo en busca de un futuro mejor... Aunque nadie duda de que el océano engullera todo esto y mucho más, lo único cierto es que el Titanic sigue navegando y su orquesta continúa tocando.

La Banda de música del Titanic al completo.

El Tiranosaurio Rex con plumas

Pariente del famoso Tiranosaurio rex, medía 9 metros y pesaba 1.400 kilos. Sin embargo, su plumaje se parecía al de un pollito actual 

Desde hace más de una década, los paleontólogos saben que algunos pequeños dinosaurios lucían plumas como las aves gracias al hallazgo de fósiles muy bien conservados en el noreste de China. Pero lo que ahora han descubierto en la misma región asiática dista mucho de ser una delicada criatura. El nuevo ser emplumado es una especie previamente desconocida de tiranosaurio gigante de 9 metros de longitud y 1.400 kilos de peso, nada menos. Se llama Yutyrannus huali (Algo así como «Hermoso tirano emplumado», en una mezcla de latín y mandarín), vivió hace más de cien millones de años y, según describen los paleontólogos en la revista Nature, es el animal con plumas más grande de todos los tiempos.
 
El equipo de investigadores chinos y canadienses descubrió los restos de tres ejemplares, un adulto y tres jóvenes, en un yacimiento del Cretácico situado en la provincia de Liaoning. «Las plumas del Yutyrannus eran simples filamentos», explica Xu Xing, autor principal de estudio y profesor del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Pekín. «Se parecían más a la pelusa de un pollito moderno que a las plumas rígidas de un ave adulta».

Los investigadores estiman que un Yutyrannus adulto medía unos 9 metros de largo y pesaba alrededor de 1,4 toneladas, por lo que es considerablemente más pequeño que su famoso pariente Tiranosaurio rex, pero unas 40 veces más pesado que el dinosaurio con plumas más grande hasta entonces conocido, el Beipiaosaurus. El gran tamaño de Yutyrannus y la estructura suave de las plumas habrían hecho imposible el vuelo, pero las plumas pueden haber tenido otra función importante: la conservación del calor del cuerpo. Aunque el Yutyrannus era un grandote -y los animales grandes normalmente retienen el calor con facilidad-, su plumaje pudo haberle venido bien como abrigo durante la Cretácico Inferior, cuando las temperaturas eran algo más frías. 

El gigantesco Tiranosaurio rex y sus parientes más cercanos, por el contrario, vivieron en las condiciones cálidas del Cretácico Tardío. Parches aislados de la piel preservada de estos animales muestran que tenían escamas, pero, según los investigadores, la posibilidad de que incluso ellos tuvieran plumas en alguna parte de su cuerpo no puede ser completamente descartada.

«El Yutyrannus aumenta considerablemente el rango de tamaño de los dinosaurios de los que tenemos evidencia definitiva de plumas», dice el profesor Xu. «Es posible que las plumas fueran mucho más generalizadas, al menos entre los dinosaurios carnívoros, de lo que la mayoría de los científicos habría imaginado incluso hace unos pocos años».

Reportaje para Cuarto Milenio

He estado grabando para el programa Cuarto Milenio, el primero de lo que serán una serie de reportajes sobre casos investigados por mí y publicados en mi libro Los Visitantes desconocidos.
Este primer reportaje versará sobre un hecho acontecido en la localidad de Higuera de la Serena, donde tres testigos pudieron observar una gran esfera de la que salieron dos enormes seres.
Desde estas páginas avisaré para que los lectores puedan visionar el reportaje.


Con el periodista, reportero y guionista de Cuarto Milenio, Pablo Villarrubia

La arquitectura del cerebro


.....Imágenes obtenidas de las fibras neuronales del cerebro. | Science
  • Dos estudios mejoran el conocimiento sobre el tejido neuronal y su función
  • La información genética condiciona la estructura de la corteza cerebral
Un damero de ajedrez más que un enmarañado ovillo. Así podría resumirse la forma en que las fibras nerviosas se organizan en el cerebro y así es como las podemos ver en las fotografías que un grupo de expertos del Hospital General de Massachusetts (EEUU) ha obtenido con diferentes técnicas de imagen. Su trabajo, junto con el de otro grupo de la Universidad de California que ha analizado cómo la información genética contribuye en la conformación de la corteza cerebral, nos permite conocer mejor la estructura de ese órgano que todavía sigue siendo un gran desconocido.
Aunque se conoce que en la médula espinal y en el tronco del encéfalo, las fibras nerviosas se organizan formando fascículos paralelos derivados de cómo se organiza el sistema nervioso en el desarrollo embrionario, se desconoce cómo es ese patrón de haces en el lóbulo frontal y otras regiones corticales. Hasta ahora sólo se había podido estudiar pequeñas fracciones de esas 'carreteras' neuronales en cerebros simples, pero no de humanos. A través de un nuevo escáner de imagen de resonancia magnética de difusión se puede ahora visualizar la distribución de esas fibras en todas las zonas del tejido cerebral.
"Hemos trabajado durante años en esta tecnología para establecer un mapa de la arquitectura de las fibras del cerebro [...] Cada secuencia de fibras se conforma como una rejilla tridimensional. Esas fibras, en la parte superior del cerebro, son como un grupo de cables organizados en hojas dobladas, de tal manera que las fibras sólo van en las dos direcciones de las hojas y en otra perpendicular a ellas. Por lo tanto, todas las conexiones del cerebro siguen estas tres direcciones. En la vida embriológica seguir estas direcciones es más simple, pero el cerebro adulto tiene muchos pliegues, con lo que las tres direcciones terminan haciendo curvas", explica Van Weeden, principal investigador del estudio, publicado en la revista 'Science'.

Un orden establecido

"Los libros clásicos nos dan la idea de que las fibras nerviosas carecen de orden en su recorrido, formando un aparente ovillo de fibras entremezcladas, pero en el cerebro hay tanta fibra que por fuerza tiene que haber un orden, para que no haya un caos. Es un principio esperable, si queremos que los diversos cerebros se comporten parecidamente. No vemos fibras que crucen regiones en oblícuo, igual que un coche no atraviesa los edificios, sino que sigue un orden establecido por reglas de tráfico y la estructura de las calles. Lo que pasa en el cerebro es que las calles y casas están deformadas, porque hay muchos pliegues debidos a crecimiento desigual (como en un cuadro de Dalí), pero las fibras se apañan para caminar por esas calles de manera ordenada, aunque tengan un recorrido deformado. Esto es lo que acaban de demostrar estos científicos para la zona del cerebro donde menos se esperaba que fuera así", explica Luis Puelles, del departamento de Anatomía Humana y Psicobiología de la Universidad de Murcia.
Gracias a esta tecnología, se puede conocer cómo crece el cerebro. "Las conexiones del cerebro maduro parecen reflejar los tres principales ejes establecidos en el desarrollo embrionario", afirma este investigador. Otro dato que han podido comprobar en este trabajo es que las fibras nerviosas no están aisladas sino que se relacionan entre sí. La tercera conclusión que podría extraerse de la investigación, en la que han analizado tejido cerebral de cuatro tipos de monos y de personas vivas, es que esta estructura fibrilar se mantiene entre las especies, es decir, que los cerebros más simples y los más complicados conservan una estructura similar. "En definitiva, ahora tenemos una manera de ver la conectividad del cerebro como un todo, no como áreas aisladas", señala Weeden.
Tal y como explica el investigador español Alberto Ferrús, del departamento de Neurobiología Molecular, Celular y del Desarrollo del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), "al estudiar esas vías [de fibras] se ve una organización ortogonal [en ángulo recto], esta organización permite decir que la parte más compleja (cortical) del cerebro sigue el mismo patrón de crecimiento que cualquier otra parte del sistema nervioso. Hasta hace poco se pensaba que la corteza era una estructura desarrollada súbitamente en los mamíferos, siendo inicialmente de estructura homogénea. Se hacían deducciones singulares como que 'la corteza es lo que nos hace humanos' [ya que la mente emerge de su función]. Estos estudios demuestran que la estructura de la corteza en primates y el hombre no es tan homogénea sino que está organizada en módulos, cada uno con una pauta de conectividad especializada, y que es comparable no obstante con la de otras especies".

Genes y neuronas

El segundo trabajo que publica la revista 'Science' va en la misma línea de intentar conocer mejor la estructura del cerebro humano. En este caso, investigadores de la Universidad de California, utilizando un mapeo masivo de la información genética característica de distintas partes de la corteza cerebral, con datos obtenidos mediante una poderosa técnica de resonancia magnética en 406 pares de gemelos adultos (para reducir la variabilidad), han completado un novedoso atlas génico de la corteza cerebral, la capa más superficial del cerebro.
Al comparar gemelos monocigotos con gemelos dicigotos, los autores observaron cómo la influencia genética se comparte separadamente en grupos de áreas que conforman 12 regiones de la corteza. Estas 12 regiones coinciden a grandes rasgos con sectores con una función ya definida en estudios previos.
Comprobaron, por tanto, que la estructura regional funcionalmente especializada de la corteza cerebral está genéticamente controlada y se organiza de una manera jerárquica (varias subáreas forman un área, y varias áreas forman una región).
"Si podemos comprender la base genética del cerebro, podemos tener una mejor idea de como se desarrolla y funciona, información que, a la larga, podemos utilizar para mejorar tratamientos de múltiples enfermedades", concluye Chi-Hua Chen, principal autor de la investigación.
Puelles aclara que este trabajo es "la primera evidencia, de una forma fidedigna, de que también para construir la parte más compleja del cerebro se toma información del genoma. Probablemente estarán implicados miles de genes. Es interesante que haya un orden genético, y, aunque es hermoso verlo confirmado, no nos sorprende, porque sería difícil que fuera de otra manera. El cerebro es lo más ordenado que conocemos. Lo más sorprendente es hasta qué punto encaja bien este análisis con lo que ya se iba sabiendo de funciones diferenciadas en la corteza. Los grupos de áreas cerebrales determinadas en este estudio se agrupan por funciones que resultan predeterminadas por la estructura génica. Los estudios anatómicos y funcionales previos ya habían adelantado particiones similares, pero este nuevo enfoque ha llegado a parecidos resultados desde un ángulo totalmente nuevo. Esto indica que diversos enfoques científicos están llegando a un consenso, lo cual es todo un hito histórico".

Repercusión de los resultados

Los dos trabajos que publica 'Science' indican, según Puelles, que "estamos empezando a comprender el cerebro, a ver 'las piezas de la máquina' que dependen de los genes, hemos llegado a un dintel de conocimiento a partir del cual podemos empezar a profundizar. Evidentemente, los genes no lo controlan todo al detalle (no hay suficientes, teniendo en cuenta que se calculan 10.000.000.000.000.000 sinapsis –o contactos entre neuronas- y sólo hay unos 20.000 genes), por lo cual, más allá de las 'piezas' en cuestión, hasta llegar a la mente, se intercala la microestructura que creamos individualmente al ir viviendo (a este nivel esperaremos diferencias entre los individuos) Por otra parte, sabiendo qué genes son los que predominan en las diversas áreas cerebrales podemos estudiar algunas enfermedades cerebrales de causa genética con mayor detalle".
Sin embargo, no opina lo mismo Javier de Felipe Oroquieta, del Laboratorio Caja de Circuitos Corticales del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid, quien recuerda que ha habido mucha disparidad en los mapas citoarquitectónicos que han sido elaborados por diferentes investigadores. "Me parecen interesantes estos trabajos pero es difícil de entender el significado de esas diferencias. Cuando uno estudia el cerebro hay muchos niveles de análisis, éste es un nivel macroscópico, pero yo propongo el ultramicroscópico, con el que se pretende conocer el mapa de las sinapsis o sinaptoma", señala este experto.
No obstante, este investigador reconoce que el trabajo de Weeden, aun siendo grosero, es al mismo tiempo maravilloso. De momento lo que se ha podido mostrar es la disposición conjunta de muchas fibras nerviosas, como si viéramos la carretera que une Barcelona con Madrid junto a otras que se cruzan con ella, pero nada más. Necesitamos saber más de lo que pasa entre medias, de las neuronas, de los circuitos, de la sinapsis...".
En la misma línea se expresa Ferrús: "Incluso cuando queremos colocar una función en una estructura todavía no sabemos cuáles son las unidades de esa función. Necesitamos un código para codificar, pero no sabemos ni con qué, ni cómo hacerlo. Estamos muy por detrás de los bioquímicos de los años 50 tras el descubrimiento de la estructura del ADN".
Más optimista se muestra Puelles quien señala que, a pesar de que "estos dos estudios no son rompedores, sí son aclaradores y confirmadores de que se estaba pensando en la dirección adecuada. Ahora podemos plantear nuevas ideas y experimentos más productivos. Es como cubrir una etapa".

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/04/03/neurociencia/1333446879.html

Siete siglos de fascinación templaria

  • Las leyendas han mantenido vivo el nombre de la Orden del Temple, que conmemora el 700 aniversario de su disolución
  • Al rey Felipe IV el Hermoso de Francia le costó cinco años acabar con la fuerza económica, militar y política más importante de la Europa medieval


Templario durante la toma de una ciudad en las Cruzadas. / Archivo

No eran caballeros de reluciente armadura, sino de manto blanco y cruz roja en el pecho. Los templarios cabalgaron durante casi dos siglos (1119-1312) por Tierra Santa como los principales defensores de la cristiandad. Pero de nada les valió su fiel servicio a la fe cuando el rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, determinó su aniquilación. Celoso de su poderío económico y político, orquestó la disolución de la Orden del Temple con la mayor redada policial jamás conocida en el mundo.
Este año se conmemora el 700 aniversario del exterminio de la más importante fuerza económica, militar y política de la Europa medieval, dando lugar a una de las leyendas más fascinantes de nuestra época. Así, el 22 de marzo de 1312 el papa Clemente V disolvía la Orden del Temple mediante la bula 'Vox in excelso', poniendo fin a un proceso de cinco años en los que los caballeros fueron desposeídos de sus bienes, humillados, torturados y finalmente ajusticiados.
"No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria", rezaba el lema de los templarios, aunque sus actuaciones les granjearon algo más que el reconocimiento del pueblo a su Dios. Era tal la pasión que despertaron en la cristiandad que no hubo monarca o noble que no les donaran algún dinero o propiedad. De esta forma el Temple amasó un capital de extraordinario valor que suscitó la envidia de muchos. "El gran problema es que desde la pérdida de las últimas posesiones en Tierra Santa (1291), los templarios fueron criticados por haber acumulado riquezas en Occidente", explica Enrique Rodríguez-Picavea, profesor de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid.
Los móviles de Felipe IV
Con la perdida de las últimas posesiones cristianas, la Orden ya no tenía razón de ser y comenzaron a verterse las primeras acusaciones contra sus miembros. Este clima de animadversión permitió a Felipe IV instigar junto a su canciller Guillermo de Nogaret una persecución envuelta en acusaciones de herejía, sodomía y desobediencia a la curia romana, que culminó el 13 de octubre de 1307 con la detención de 20.000 templarios, entre ellos el gran Maestre Jacques de Molay, así como la confiscación de todos sus bienes.
Felipe IV había jugado bien sus cartas, pues acabar con la Orden significaba apodarse de sus riquezas y liquidar así las deudas que había contraído con ella la corona de Francia. Rodríguez-Picavea apunta que el móvil del rey "no fue puramente económico, aunque naturalmente tuvo su importancia. Varios historiadores, particularmente los anglosajones, sostienen que Felipe IV se creyó realmente las acusaciones contra los templarios".
No contento con el éxito del operativo en territorio francés, el rey Felipe IV desplegó una gran ofensiva diplomática para convencer a sus homólogos europeos de que actuasen de forma similar en sus dominios. Sin embargo, el resto de reinos cristianos, que "no tenían nada en contra de los templarios", señala Rodríguez-Picavea, retrasaron las detenciones pero se vieron obligados a acatar la orden del papa Clemente V ('Pastoralis preeminentiae', 22 de noviembre de 1307).
A pesar de las reticencias mostradas por la actuación unilateral de Francia, el papa Clemente V terminó por plegarse a los intereses galos organizando por toda la cristiandad comisiones inquisitoriales contra los templarios. En los años posteriores se sucedieron los interrogatorios, las 'confesiones' bajo tortura y las retractaciones que serían tomadas en cuenta durante el juicio celebrado en el Concilio de Vienne, que abrió sus puertas el 16 de octubre de 1311 y finalizó en mayo del siguiente año. Allí, el papa oficializó la desaparición -aunque no su condena- de la Orden del Temple y otorgó sus posesiones a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, quienes a su vez entregaron a Felipe IV una parte del botín.
A los máximos dirigentes del Temple se les reservó un juicio más severo: el 18 de marzo de 1314 fueron ejecutados en la hoguera. "Dios conoce que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia. No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia. Dios se encargará de tomar represalias por nuestra muerte. Yo pereceré con esta seguridad", exclamó el último gran Maestre Jacques de Molay entre llamas. Casualidad o no, ese mismo año fallecían Felipe IV el Hermoso, el papa Clemente V y Guillermo de Nogaret.
Su fundación, su existencia y, sobre todo, su inesperada erradicación dieron lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo el nombre de los caballeros templarios hasta nuestros días. Eso sí, "todo lo relativo a los templarios después de su desaparición carece por completo de fundamento histórico riguroso", subraya Rodríguez-Picavea.

Fuente: http://www.hoy.es/rc/20120408/mas-actualidad/cultura/siete-siglos-fascinacion-templaria-201204080003.html

La crisis amenaza a la arqueología griega

"Los monumentos no tienen voz, nos tienen a nosotros"
Robos de antigüedades, excavaciones ilegales o en suspenso: Grecia, asfixiada por la crisis de la deuda, tiene cada vez más dificultades para preservar y valorar su inestimable patrimonio arqueológico, hoy considerado una carga.
Fuente: Isabel Malsang |AFP, Atenas, 4 de abril de 2012

"Las ruinas de la antigüedad son nuestra maldición", declara una arqueóloga griega que quiere mantener su anonimato, por sentir que con semejante declaración traiciona a su oficio, a su alma y a su país. Sin embargo, con esa palabra -'maldición'-, resume las contradicciones que hoy enfrentan Grecia y su pasado: el patrimonio histórico es una de las principales atracciones turísticas del país, y el Estado cuenta con él para reactivar la economía, pero carece de medios para valorarlo, e incluso para protegerlo. Las excavaciones oficiales se ven paralizadas por la falta de fondos y las ilegales se multiplican a causa de la falta de medidas de seguridad, denuncia la Asociación de Arquéologos Griegos.
"Cada vez descubrimos más excavaciones sin registro cerca de los emplazamientos arqueológicos. Algunos han sido cavados por semiprofesionales que saben lo que buscan y trabajan en redes organizadas de traficantes de obras de arte. Otros esperan dar con un tesoro," cuenta Despina Kutsomba, que preside esa Asociación, haciendo referencia a unas excavaciones ilegales descubiertas en un cementerio de la época micénica en Dafni. Las únicas excavaciones que continúan son aquellas que se realizan en cooperación con institutos arqueológicos extranjeros. Pero también esas investigaciones tienen que hacer malabarismos con sus presupuestos.

"En principio, el Estado griego debería financiar una parte de cada excavación. Pero como ya no hay dinero, damos valor contable al terreno o al hangar que ponen a nuestra disposición, para que sobre el papel aparezca la cofinanciación," explica uno de los responsables de esos institutos. La crisis y sus medidas de austeridad han afectado a todo el sector, a la investigación y a la edición así como a las actividades pedagógicas para niños, que han desaparecido de los museos. Los sueldos han sido reducidos a unos 660 euros al mes. La crisis afecta también a los turistas. El museo arqueológico de Atenas o el museo bizantino de Salónica cierran algunas salas con regularidad por falta de guardas de seguridad.
"Si el público no puede acceder al museo, éste pierde su función principal y se convierte en un depósito", lamenta Despina Kutsumba. La arquéologa ha lanzado recientemente desde Atenas un llamamiento a la "resistencia" contra los "recortes dictados por el FMI" en toda Europa, para evitar que la crisis se acentúe y afecte del mismo modo "al Coliseo, al Louvre o a los museos alemanes". Desde principios de año, dos robos espectaculares de obras de arte, presuntamente cometidos por bandas organizadas, sacudieron el país. Unas sesenta antigüedades, algunas de hace más de veinte siglos, fueron robadas en febrero en un museo de Olimpia, cuna de los Juegos Olímpicos. En enero, tres cuadros, entre ellos uno de Mondrian y un retrato de mujer donado por Picasso, desaparecieron de la Galería Nacional.

"La pobreza y las difíciles condiciones de vida también existían en los años 50 y 60 y no por ello se robaba en un museo," declaró el ministro de la Cultura, Pavlos Geroulanos, que presentó su renuncia (rechazada por el presidente) tras el robo en Olimpia. De un total de 106 museos arqueológicos y bizantinos, 250 sitios arqueológicos en actividad y 19.000 registrados, sólo un puñado se salvó de los recortes: la Acrópolis de Atenas, el más visitado de Grecia, donde prosiguen las obras de renovación financiada por la Unión Europea, así como Cnosos en Creta, el yacimiento arqueológico de Vergina, cerca de Salónica, y sitios de renombre en Delfos y Olimpia.
En el resto del país, la situación es complicada. En la excavación de Corinto, estudiada por la escuela arqueológica estadounidense, se han acortado los horarios de visita (15h00) por falta de personal. Asimismo, algunos museos del archipiélago del Dodecaneso han cerrado sus puertas hasta mayo. "Temo un abandono deliberado de la cultura para que luego puedan privatizar el sector, como ocurrió en Polonia, donde 2000 compañías privadas realizan excavaciones", apuntó un miembro de la Asociación de Arqueólogos.

Para aportar dinero a sus arcas, el Estado autorizó la explotación publicitaria de las ruinas griegas, empezando por la Acrópolis. Una iniciativa considerada hasta ahora como un sacrilegio por los arquéologos. El ministerio aseguró que esa decisión se inscribía en una serie de disposiciones para "facilitar" el acceso al patrimonio y la promoción del mismo. La administración de monumentos históricos se ve por otro lado bajo el fuego de las críticas del sector de la construcción, por sus demoras en dar permisos de edificación. Un problema, según los aqueólogos, también atribuible a los recortes presupuestarios.

"Si los servicios arqueológicos tuviesen más personal, todo iría más rápido. A veces un proyecto de construcción está paralizado seis meses, hasta que los arqueólogos pueden sondear el terreno", explica Amalia Tsituri, de la Asociación de Arqueólogos. Pero la mujer defiende las precauciones, afirmando que en grandes ciudades como Atenas, si los arqueólogos no hubiesen presionado al Estado, los turistas "habrían desaparecido" ya que "todo estaría edificado". "Este país tiene la histeria de la construcción. La ley arqueológica permitió preservar los lugares más bellos y salvaguardar una parte del patrimonio natural", sostiene.

Video sobre Grecia proporcionado por la Red Española de Historia y Arqueología: