Tarragona recupera dos valiosas esculturas romanas en forma de cabezas de caballo

Foto: AYTO.DE TARRAGONA / EUROPA PRESS

Tarragona ha recuperado dos valiosas esculturas romanas en forma de testa de mula de unos 12 centímetros bajo el antiguo cuartel de la Guardia Civil, donde ahora se construyen pisos, informa el consistorio.

Las piezas estarán expuestas para el público en general del 2 al 5 de mayo, en horario de mañana, en la entrada del Museo de Historia-Casa Castellarnau .
Las esculturas formaban parte de una cama (lectus tricliniaris) empleado en los fastuosos banquetes de los romanos, muestran un buen estado de conservación y mantienen damasquinados de plata y varios elementos acoplados.
Las piezas destacan por su gran calidad técnica y artística de los objetos, su realismo y refinamiento.
Ambos animales giran bruscamente la cabeza hacia un lado, lo que da la ilusión de una crin en movimiento; tienen la boca y los ojos abiertos de par en par, los ollares dilatados y las alargadas orejas plegadas hacia atrás.

Están adornadas con varios ornamentos, en el que destaca un collar hecho con una piel de pantera y con la testa de este felino y unos colgantes de forma triangular fijados en la zona de las sienes.

Era habitual decorar los fulcro con motivos del dios Dionisos y su comitiva, en la que los sátiros como Sileno o el mismo dios aparecen cabalgando sobre mulas.
La mula era considerada como un animal al margen de la civilización, con comportamientos sexuales extraños y de naturaleza bastarda y juguetona, que ligaba muy bien con el ambiente dionisíaco.
La gran mayoría de estos objetos se inspiran en el suntuoso y refinado mobiliario helenístico y se fechan ampliamente entre los siglo II aC y el siglo I dC.
En el mundo romano destacan los ejemplares recuperados en la zona Vesuviana (Casa de Menandro, casa de C. Vibius Italicus). Otros fulcro en bronce han sido localizados en Amiternum y en Chieti en tumbas fechadas a finales del siglo I aC, principios del siglo I dC.
En el caso de Tarragona, han salido a la luz en las excavaciones de la calle López Peláez, punto donde se alzaba el cuartel de la Guardia Civil y donde han iniciado las obras para una construcción de viviendas.

Ya se informó anteriormente de otros hallazgos, como los restos de un extenso edificio de época romana situado extramuros de la ciudad o una zona funeraria con la tumba con el esqueleto de un chico joven.

Fuente: EFE  |  ABC. 28 de abril de 2017

Logran por primera vez extraer el ADN de especies humanas antiguas sin usar huesos

Trabajos en la cueva del Sidrón, en Asturias - JOAN COSTA/Comunicación CSIC.

Hace 20 años se comenzó a extraer ADN del interior de los huesos para reconstruir el pasado de las especies humanas. En 1997 se obtuvieron pequeñas secuencias de ADN mitocondrial de Neandertales: este material genético está dentro de las mitoncondrias, factorías de energía de las células, y se caracteriza por su pequeño tamaño. Ya en 2010, la tecnología avanzó tanto que se pudo publicar el primer borrador del genoma completo de un Neandertal. Los científicos pasaron de lo más simple a lo más complejo en poco más de una década.

La ciencia está cerca de dar un próximo paso que podría ser revolucionario. Un equipo internacional de investigadores, entre los que están científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado una nueva técnica que permite extraer de los sedimentos del suelo el ADN de especies humanas. Los científicos han extraído material genético de Neandertales, Denisovanos y mamíferos que vivieron en ocho cuevas de distintas partes del mundo, sin necesidad de analizar un solo hueso. En esta ocasión han extraído muestras de ADN mitocondrial, pero más adelante quizás será posible extraer el ADN nuclear (en el que se almacena casi toda la información genética). Los resultados se han publicado este jueves en Science.

Recogida de muestras en Bélgica- MONICA V. KNUL

«La importancia de este estudio es que, por primera vez, se ha conseguido extraer ADN conservado en los sedimentos», ha explicado a ABC, Antonio Rosas (izquierda), profesor de investigación del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. «Hasta ahora la extraccion del ADN fósil se hacía en restos esqueléticos. Pero esta investigación abre una ventana enorme para futuras investigaciones, en las que se podrá extraer el material genético directamente de los sedimentos».

¿Qué significa esto? La cueva del Sidrón, en Asturias, es el yacimiento de Neandertales más importante de la Península Ibérica. Allí hay 2.500 restos óseos de un total de 13 individuos, que vivieron hace 49.000 años. Pues bien, el hecho de poder extraer ADN del suelo, permite, en teoría, poder analizar el ADN de una cantidad incalculable de individuos que pasaron por allí y no dejaron sus huesos detrás.

Una nueva fuente de información

Por eso, esta técnica será de gran ayuda para contrarrestar la escasez de restos fósiles de las especies humanas: «Esto abre las puertas a una fuente de información que ha estado oculta hasta ahora», ha pronosticado Rosas.

Extracción de sedimentos de 430.000 años de antigüedad en Francia- CHRISTIAN PERRENOUD

¿Qué tipo de información? De momento, las técnicas solo permiten decidir sobre la presencia o ausencia de una determinada especie. Pero en un futuro, es probable que permita adentrarse en las características de los individuos que dejaron su huella genética. De hecho, de forma habitual, el ADN mitocondrial se usa para establecer relaciones de geneaología, en las que se va reconstruyendo la historia de la evolución de especies, ya sean neandertales o mamuts.

En esta ocasión, los investigadores recogieron un total de 85 muestras de sedimentos de siete yacimientos distribuidos por Rusia y Europa y que proporcionan información sobre el Pleistoceno (la era geológica en la que se trata reconstruir la historia de la especie humana, y que va de los 2,6 millones de años a los 10.000 años de antigüedad). Las muestras recogidas, tienen una antigüedad que va de los 550.000 a los 14.000 años.

Animales y dos especies humanas

Solo con el ADN del suelo, los investigadores detectaron la presencia de Neandertales en cuatro cuevas, y la existencia de material genético de Denisovanos en otra de ellas. En todos los lugares, menos en la cueva del Sidrón, se detectó ADN de mamíferos.
Pero hay mucho más. En el yacimiento de Denisova (Siberia, Rusia), los investigadores han podido constatar que Denisovanos y Neandertales vivieron allí en distintos momentos, después de averiguar en qué nivel de terreno estaba presente cada uno. De hecho, el ADN denisovano apareció en el nivel más basal, el más antiguo, con una edad que supera a la de los huesos más antiguos.

Preparación de una muestra para extraer el ADN- SYLVIO TÜPKE

En todos los yacimientos, con excepción de la cueva del Sidrón, detectaron la presencia de una gran variedad de mamíferos antiguos. Se han encontrado secuencias de mamut lanudo (Mammuthus primigenus), una especie que se extinguió hace 4.000 años, de rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), que se extinguió hace 30.000, de hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea) y de oso cavernario (Ursus ingressus), que desapareció hace 25.000 años.

Pero, ¿cómo ha ido a parar al suelo todo ese ADN? En algunos casos, puede ser que los animales y humanos antiguos compartieran en momentos distintos las mismas cuevas, y que dejaran sus restos allí. O bien podría ser que los animales hubieran sido consumidos por aquellos homínidos. En todo caso, si el ADN llegó al terreno fue a través de hemorragias, heces, partos o bien a través de la descomposicion de sus cuerpos.

Una revolución

«Esto será una revolución para la paleontología y la paleoantropología», ha sugerido Rosas. «Cuando esta técnica se generalice, se podrán buscar restos de todas estas especies para estudiar su evolución y reconstruir los ecosistemas».

Aún falta por saber dónde están los límites. De momento los restos más antiguos de ADN mitocondrial recuperado en sedimentos tienen 130.000 años, mientras que el ADN más antiguo recuperado en huesos tiene 430.000. Pero esta investigación ha mostrado que, en ciertas condiciones, las arcillas del suelo pueden ser un soporte capaz de preservar el material genético antiguo. Aún está por ver qué secretos desvelará el ADN enterrado en los sedimentos de los yacimientos.

Fuente: ABC.es| 27 de abril de 2017

¿La primera colonización de América?

Polémica conclusión

"El descubrimiento está reescribiendo nuestro conocimiento de la época en la que los humanos llegaron al Nuevo Mundo", ha declarado Judy Gradwohl, presidenta y directora ejecutiva del Museo de Historia Natural de San Diego, en un comunicado de prensa. "Las pruebas que hemos encontrado en este yacimiento indican que alguna especie de homínido vivía en América del Norte 115.000 años antes de lo que previamente se pensaba", asegura.

Una afirmación que rebaten los dos expertos consultados por este periódico, sin vinculación con este estudio. El paleontólogo José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de los yacimientos de Atapuerca (Burgos), considera que "el salto hasta los 130.000 años es una barbaridad".

Según recuerda, el debate sobre la primera colonización de América por Homo sapiens se ha centrado en los defensores de una ocupación temprana, hace unos 24.000 años, y los defensores de una colonización más tardía, hace unos 14.000 años: "Parece que poco a poco las dos hipótesis se pueden conciliar si se consideran los hallazgos en las cuevas de Bluefish (en la región de Beringia), que llegan hasta 24.000 años. Estas primeras poblaciones pudieron quedar aisladas durante 12.000 años por la última glaciación hasta que pudieron entrar en el resto del continente americano hace unos 14.000 años", relata el paleontólogo.

"Considerando que las evidencias más antiguas de nuestra especie en Asia (sur de China) no pasan de 100.000 años, es imposible que miembros de Homo sapiens fueran los autores de las evidencias del yacimiento de California", afirma. "En ese caso, tendría que pensarse en alguna especie anterior, presente en Asia en esa época. El problema es que no hay constancia de que especies como Homo erectus o quizá otras llegaran tan al norte como para entrar por Beringia en América hace tanto tiempo. Todo es posible, por supuesto, pero las evidencias presentadas en Nature por Steve R. Holen y colegas no son muy robustas", argumenta. Beringia fue un puente de tierra que se formó durante la última glaciación entre América y Asia y que fue clave para la migración de plantas y animales.

"Aunque no hubieran encontrado restos humanos, al menos hubiera sido deseable ver utensilios elaborados, como corresponde a una población humana de hace 130.000 años y no solo yunques y martillos de piedra. No puedo decir nada sobre la datación, porque no soy especialista, pero me hubiera gustado ver mejores evidencias para quedar convencido de las conclusiones de los autores de este trabajo", afirma el paleontólogo.

Costillas del mastodonte MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE SAN DIEGO

Más crítico se muestra Manuel Domínguez-Rodrigo (izquierda), codirector del yacimiento de Olduvai, en Tanzania, pues considera que la conclusión de este estudio es "precipitada" y afirmar, a partir de esas pruebas, que hubo homínidos en América hace 130.000 años, "una barbaridad". El científico del Instituto de Evolución en África (Universidad de Alcalá de Henares) lamenta que se publiquen "investigaciones con un contenido científico insuficiente, pero que tienen una gran proyección mediática".

"Cambios de paradigma tan grandes requieren de una completa falta de ambigüedad. Y lo que se ha presentado en este estudio es totalmente ambiguo. Ninguna de las pruebas es concluyente y algunas pueden ser interpretadas por procesos naturales", asegura Domínguez-Rodrigo en conversación telefónica.

Por ejemplo, añade, las piedras que son presentadas como utensilios no están afiladas y no hay utensilios cortantes: "Las lascas (cuchillos de piedra) han sido las herramientas más usadas en la historia de la humanidad. Desde hace dos millones y medio de años se han utilizado para descuartizar animales", afirma Domínguez-Rodrigo, que este año es profesor visitante en la Universidad de Harvard.

"En África hemos encontrado piedras de hace más de un millón de años parecidas a las que han hallado junto al mastodonte y su asociación con el animal puede ser accidental. Esos cantos que muestran en el estudio pueden haberse meteorizado de forma natural, pues su origen es volcánico y y hay varios procesos naturales por los cuales se escaman, por ejemplo, por la humedad", explica.

Por otro lado, asegura que, pese a lo que sostienen los investigadores, esas fracturas que presentan los huesos sí pudieron ser realizadas por animales: "Es verdad que un hueso de elefante puede romperse por la acción del hombre, pero también es cierto que en el Pleistoceno existían animales carnívoros que pudieron hacerlo. Y no uno, sino muchos". Entre ellos cita especies de lobos, hienas o dientes de sable ya extintas.

En su opinión, a este trabajo "le falta un uso intensivo de la tafonomía, una disciplina dedicada a estudiar cómo se forma un yacimiento para poder entenderlo".

Por su parte, José María Bermúdez de Castro cree que "para cambiar lo que se sabe sobre la colonización de América a finales del Pleistoceno Superior tendrían que encontrarse otros yacimientos con evidencias más claras (y si es posible con restos humanos)".

Vía: El Mundo

Nuevos estudios sugieren que los neandertales fueron los primeros en colonizar América

Yacimiento en el que se encontraron los huesos de mastodonte en 1992. MUSEO HISTORIA NATURAL SAN DIEGO


Un equipo de investigadores de EE UU y Australia asegura haber encontrado los rastros de presencia humana más antiguos de América, hace 130.000 años. Hasta ahora, todas las pruebas existentes apuntan a que los primeros colonos del continente llegaron hace unos 15.000 años.

Los nuevos indicios se desprenden de los huesos de un mastodonte hallados en 1992 durante la construcción de una autopista cerca de San Diego (EE UU). Según un estudio publicado hoy en Nature, los huesos del animal tienen marcas de haber sido fracturados con piedras para extraer la médula y junto a ellos se hallaron rocas que sirvieron de yunques y martillos para hacerlo. Los investigadores han aplicado sobre los huesos un método de datación basado en la descomposición de átomos de uranio que ha arrojado una fecha de 130.000 años con un margen de error de unos 10.000. Las marcas en los huesos indican que fueron rotos cuando aún estaban frescos. Según los autores del hallazgo, liderados por científicos del Museo de Historia Natural de San Diego, la única explicación plausible es que sea obra de homínidos.

“Las pruebas que hemos encontrado en este yacimiento indican que alguna especie de homínido vivía en América del Norte 115.000 años antes de lo que se pensaba”, señala Judy Gradwohl (izquierda), presidenta del museo estadounidense, en una nota de prensa difundida por su institución.

“Los huesos y varios dientes muestran marcas claras de haber sido rotos de forma deliberada por humanos con destreza manual y conocimiento experimental”, argumenta Steve Holen (derecha), autor principal del estudio. “Este patrón de rotura se ha observado en fósiles de mamut hallados en Kansas y Nebraska, donde otras posibles explicaciones como fuerzas geológicas o actividad de carnívoros ha quedado descartada”, añade.

Fragmento de fémur de mamut de hace 130.000 años hallado en California con marcas de haber sido roto intencionadamente (Tom Deméré/Museo de Historia Natural de San Diego).

Los autores no identifican qué especie del género Homo habría sido la responsable, ni si se trató de una ola migratoria fallida que llegó a América para después desaparecer sin dejar rastro en el genoma de las poblaciones actuales.

“Si son ciertos, estos resultados bien pueden significar que los denisovanos y/o los neandertales fueron los primeros colonizadores de América, en lugar de los humanos modernos”, reconoce Chris Stringer (izquierda), investigador del Museo de Historia Natural de Londres. Esas dos especies humanas estaban presentes en Siberia hace unos 100.000 años. La primera salida de Homo sapiens de África se data en esa misma fecha, lo que haría imposible que hubiesen llegado a América 30.000 años antes.

Erella Hovers (derecha), de la Universidad Hebrea de Jerusalén, señala en un comentario publicado en Nature que los indígenas del Amazonas están emparentados genéticamente con poblaciones de Asia y Australia, y estos a su vez tienen un lejano rastro genético de los denisovanos. “Esto puede apoyar al menos una entrada temprana en las Américas, pero la fecha en la que ocurrió no está clara”, añade.

En opinión de Stringer “se necesitan más pruebas de esta ocupación temprana en más yacimientos antes de que abandonar el modelo actual que dice que los humanos modernos llegaron al continente hace 15.000 años”.

María Martinón-Torres (izquierda), investigadora del University College, plantea otras dudas. “Hacen falta más datos para poder atribuir el yacimiento a la mano del hombre, los núcleos y posibles yunques, si es que lo son, son herramientas bastante básicas y no muy diagnósticas del género Homo”, opina. “Si fuese 'Homo sapiens' esperaría que sus herramientas y comportamiento fuesen más sofisticados. Solo tenemos signos de fractura fresca y posible percusión, pero ninguna marca de corte, ¿no es extraño no encontrar marcas más claras si se tratase de un humano moderno despedazando un mastodonte, por ejemplo, algún útil de piedra tallado”, explica. “Si no es 'Homo sapiens', y se trata de otro homínido más arcaico, entonces le estaríamos presuponiendo una sofisticación sorprendente para haber podido subir hasta Beringia o cruzar el Pacífico, algo que hasta ahora solo se le ha atribuido a los humanos modernos, más de 100.000 años más tarde y con probable conocimiento de las artes de la navegación o la domesticación de perros para el tiraje de trineos o el vestido para combatir el frío”, argumenta. “Desgraciadamente, la evidencia me parece bastante equívoca y bastante aislada”, añade la paleoantropóloga española.

Concentración de restos óseos de mastodonte hallados.
 
Ruth Blasco (derecha), experta en procesos de fosilización del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, comenta que otra de las pruebas puede ser equívoca. Hay carnívoros que al partir huesos pueden producir lascas de hueso similares a las que harían los humanos con los percutores de piedra. “Los animales que producen este tipo de fracturación necesitan un potente aparato masticatorio, como los carnívoros durófagos, y uno de estos carnívoros, al que no hay que perderle la pista en el continente americano, es el lobo gigante”, advierte.
En su opinión, “este estudio es un punto de partida que anima a la exploración de contextos similares en busca de evidencias claras que ayuden a confirmar la hipótesis planteada en el artículo”.

Cuando los investigadores experimentaron rompiendo huesos de elefante con las mismas herramientas, las fracturas en los huesos resultaron iguales a las de los fósiles del yacimiento de San Diego. AFP

Fuentes: elpais.com | t13.cl | 27 de abril de 2017

Descubren un monumento erigido por Quintus Sulpicius Cratus en Denia

Monumento del siglo II d.C. Monumento erigido a mediados del siglo II d.C. por el edil Quintus Sulpicius Cratus. Foto: Ajuntament de Dénia


Quintus Sulpicius Cratus fue un personaje de la élite municipal de la Dianium romana, quien dedicó un monumento a un destinatario cuya identidad se desconoce

Unos trabajos de limpieza en un área de 2.900 m² en el Hort de Morand, donde se concentra la mayor parte de vestigios de la Dianium romana, la actual Denia, han sacado a la luz una inscripción romana del siglo II d.C., según anunció la semana pasada el Ayuntamiento de Denia. El hallazgo, de interés excepcional y realizado de manera fortuita, consiste en una inscripción sobre un bloque de piedra caliza del imponente macizo del Montgó, situado cerca de Denia, y que ha sido fechado en la segunda mitad del siglo II d.C.

En la inscripción aparecen los tria nomina (los tres nombres que distinguían a los ciudadanos romanos de los extranjeros y de los esclavos) de un personaje de la élite municipal de Dianium: el edil Quintus Sulpicius Cratus, quien dedicó el monumento a un destinatario cuya identidad se desconoce. Como magistrado municipal desempeñó las funciones de control de pesos y medidas, vital para el ejercicio del comercio, el control de la organización de los juegos y el control y funcionamiento de los mercados, según la transcripción realizada por Josep Antoni Gisbert, el director del Museo Arqueológico de Denia.

Hort de Morand. El hallazgo ha sido realizado en el Hort de Morand, donde se concentra la mayor parte de vestigios de la Dianium romana. Foto: Ajuntament de Dénia

Bloque de piedra caliza. El bloque de piedra caliza procede del imponente macizo del Montgó, situado cerca de Denia. Foto: Ajuntament de Dénia

Quintus Sulpicius Cratus. Quintus Sulpicius Cratus desempeñó las funciones de control de pesos y medidas, vital para el ejercicio del comercio, el control de la organización de los juegos y el control y funcionamiento de los mercados. Foto: Ajuntament de Dénia

Denia. La ciudad de Denia, la antigua Dianium romana, está situada en la provincia de Alicante. Imagen: Google Maps

Fuente: ALEC FORSSMANN  |  NATIONAL GEOGRAPHIC. 26 de abril de 2017

La cabeza de Livia recupera su cuerpo

Foto: La estatua de Livia, ya completa, entre las de sus nietos, expuesta en el Museo de Cádiz / Cadena SER.

En 1960 una excavación arqueológica sacó a la luz los fragmentos de tres estatuas. Eran Livia Drusila, la madre del emperador Tiberio, y sus nietos Germánico y Druso Menor, aparecidos en los restos de la ciudad romana de Asido, la actual Medina Sidonia, un municipio en pleno centro de la provincia de Cádiz. De aquellas tres esculturas, expuestas desde entonces en el Museo de Cádiz, sólo se recuperaron las cabezas. O eso se creía hasta ahora. El trabajo de investigadores de la Universidad de Sevilla y el Instituto Andaluz de Patrimonio, dependiente de la Consejería de Cultura, ha podido encontrar el cuerpo de esa mujer. Y no andaba muy lejos. Llevaba 57 años en los almacenes del Museo gaditano Esta semana la cabeza y el cuerpo de Livia han vuelto a unirse. La Historia ha vuelto a encajar.

Foto: Trabajos con la estatua de Livia

La vida de Livia Drusila comenzó 58 antes de Cristo, y terminó 29 después. En esta encrucijada en el tiempo, Livia fue coetánea de Cleopatra, esposa primero de Nerón y después del emperador Augusto, madre de su sucesor, Tiberio, abuela de Germánico y Druso Menor, quienes murieron prematuramente y no pudieron ser emperadores, y bisabuela de Calígula. Fue muy admirada, de ahí que en muchos templos se levantaron estatuas con su imagen y la de su familia.

Muchos años después, a finales de los cincuenta del siglo XX, un grupo de arqueólogos comenzó a estudiar los restos hallados en Medina Sidonia. Fue justo entre 1960 y 1961 cuando aparecieron las cabezas de estatuas de Livia, Germánico y Druso Menor, entre gran cantidad de objetos y vestigios de aquella ciudad, como unos depósitos de agua. Por su enorme valor fueron expuestas en el Museo de Cádiz, junto a otras grandes estatuas como la dedicada a Trajano, que había aparecido en Baelo Claudia.

Foto: José Beltrán y María Luisa Loza comprueban la estatua de Livia

Durante varias décadas nadie pensó que la continuación de la cabeza de la estatua de Livia podía estar tan cerca. Dos investigadores de la Universidad de Sevilla, José Beltrán y María Luisa Loza, muy interesados en el yacimiento de Medina tuvieron conocimiento hace dos años de que en las excavaciones de los cincuenta y sesenta, además de las tres cabezas, también habían aparecido otros fragmentos de esculturas de mármol, considerados entonces de menor interés. Por eso fueron guardadas en los almacenes del Museo. Gracias a la colaboración del personal y la dirección del Museo gaditano, los dos investigadores pudieron acceder a esos otros restos, y descubrieron la existencia de una estatua femenina casi completa. Le faltaba la cabeza.

AUDIO: Luis Beltrán: ‘Conseguimos encajar la pieza en su sitio’

“Planteamos la posibilidad de que pudiera corresponder el cuerpo al retrato de Livia porque las dimensiones eran parecidas, el tamaño era algo mayor que el natural, y el estilo escultórico era similar”, explica a la SER el arqueólogo José Beltrán. El cuerpo tenía el número de inventario 7.028 en el Museo de Cádiz. Mide, sin la cabeza, 165 centímetros de altura, 64 centímetros de ancho y 41 centímetros de grosor. La figura aparece fragmentada en sus rodillas. Está cubierto con túnica y manto.

El hallazgo llenó de ilusión a los arqueólogos. También a los responsables del museo, como a uno de sus restauradores, Luis Carlos Zambrano. “Fue un momento muy emocionante comprobar que cabeza y tronco encajaban. Ha sido muy gratificante”, relata tras explicar el laborioso proceso para encajar la cabeza con el tronco, encontrar un sistema para sujetar la estatua de pie y limpiar la figura con el máximo respeto tras casi 60 años en la oscuridad.

AUDIO: Luis Carlos Zambrano: ‘Ha sido una emoción tremenda’

El descubrimiento arqueológico permite grandes avances. Por ejemplo, los investigadores lo tienen ahora más fácil para datar la estatua en su momento exacto, aclarar la procedencia del mármol empleado, equiparar esta figura a la de otras representaciones de Livia en el mundo, y, sobre todo, profundizar en el estudio del uso de los colores en este tipo de esculturas. “Muchas veces se piensa que estas estatuas se hacían en mármol blanco, pero no era así. Lucían muchos colores. Al haber estado tanto tiempo en la oscuridad, el cuerpo de Livia nos permite distinguir perfectamente tonos azules y dorados”, detalla Beltrán. “Descubrir esta policromía es algo poco frecuente”, destaca el director del Museo, Juan Alonso de la Sierra.

AUDIO: Juan Alonso de la Sierra: ‘La policromía de Livia se ha conservado’

Ahora Livia, de cuerpo entero, está siendo analizada y estudiada por el Instituto Andaluz de Patrimonio. Se le va a realizar una representación en tres dimensiones, para recrear cómo podría haber sido con exactitud esta figura. “Es algo que sirve para imaginarnos cómo era la estatua intacta, pero también para ayudar a su recomposición en caso de rotura”, detalla el arqueólogo.

El Museo de Cádiz exhibe ya esta estatua tan singular. Un atractivo que se suma a un edificio que alberga los sarcófagos fenicios, el Trajano romano, cuadros de Zurbarán o la colección de títeres de La Tía Norica. Livia, ya unida, puede ser contemplada en la sala romana entre las cabezas de sus nietos. Es el rincón que se ha elegido para que el puzle de nuestro pasado sume otra pieza encajada gracias a la arqueología.


Fuente: PEDRO ESPINOSA, Cádiz | Cadena SER, 25 de abril de 2017