Cueva de la Victoria (Málaga), un refugio 'único' con 30.000 años de historia

Investigadores estudian la llamada galería de las Conchas de la cueva de la Victoria. RAQUEL GARRIDO


Hace sólo una semana saltó a la actualidad informativa por una desgraciada noticia relacionada con el progresivo abandono que ha sufrido y las pintadas realizadas en su interior. Pero enfrascados en la habitual batalla política y entre administraciones por buscar culpables, de lo que se ha hablado poco es de la necesidad de valorar y conservar el patrimonio único que atesora la Cueva de la Victoria por ser uno de los 400 yacimientos estudiados en todo el mundo con arte Paleolítico en sus paredes.

No es la única característica que lo convierte en un espacio digno de los mayores honores de protección. Lo sabe bien el arqueólogo Pedro Cantalejo (izquierda), que junto a su equipo fue el último investigador de esta cavidad de la que analizó y catalogó el arte que los prehistóricos de hace 30.000 años ya dejaron plasmado en sus paredes. "Su principal valor es que todo el proceso histórico de la bahía de Málaga está contado en su interior durante 30.000 años de uso, en los que se produjo la transformación de los dos grandes modos de vida de la prehistoria", aseguró el también técnico del área de Patrimonio del Ayuntamiento de Ardales.

Su primer uso como refugio data de hace 30.000 años. Las cuevas del Cantal -a la que pertenece la de la Victoria-, los acantilados y las grandes playas de la Cala y Rincón de la Victoria que durante los picos fríos constituían unas plataformas continentales con mayor superficie dado el bajo nivel del Mediterráneo en esos momentos, constituyeron el espacio vital idóneo de uno de los grupos humanos estables de la bahía de Málaga.

Según el estudio realizado por el equipo de Cantalejo, titulado Prehistoria en las cuevas del Cantal, las claves de la ocupación de un espacio como éste son que "los ecosistemas que se abren al aprovechamiento de sus recursos son extraordinarios y permitieron afrontar la vida con suficientes garantías de supervivencia, afrontando una movilidad estacional necesaria para el aprovisionamiento económico e imprescindible y evitar el aislamiento social".

Y es que los pobladores de la provincia de Málaga durante el Paleolítico superior se beneficiaban ya de las bondades de un tiempo tan benévolo como el de la Costa del Sol instalando en las cuevas de la bahía de Málaga su residencia invernal para únicamente ir al interior, donde el frío hacía muy difíciles las condiciones de vida, a cazar los grandes mamíferos y recolectar frutos, hierbas y todos los alimentos más difíciles de encontrar en la costa.

Los cazadores, recolectores y pescadores que vivieron en Málaga hace entre 40.000 y 10.000 años, periodo que abarca el Paleolítico superior, mantenían lo que se conoce como un nomadismo restringido al usar distintos territorios de la provincia en función de las estaciones del año para sacarle el máximo partido a los recursos y el clima de cada momento.

Eso hacía que durante la estación cálida, es decir, la mitad de la primavera, el verano y parte del otoño, los grupos humanos trasladaban sus campamentos a las sierras interiores, como es el caso detectado en la Cueva de Ardales, para aprovisionarse de cara al invierno. Cuando terminaban todas estas tareas y el sombrío invierno amenazaba con llegar, justo después de la berrea de los ciervos, estos grupos hacían el equipaje de vuelta a la Costa con el río Guadalhorce como guía.
A partir de recorrer los 40 kilómetros que separan uno y otro punto, cada grupo se distribuía entre las cuevas de La Araña, Torremolinos, Benalmádena y, por supuesto, Rincón de la Victoria. La gran ventaja que les daba su cercanía con el mar, cuyo nivel en ese momento estaba más lejos que el actual, era la pesca y el marisqueo.

El estudio del grupo d investigación de Cantalejo determinó que estos comportamientos vitales hicieron que los emplazamientos quedaran consolidados, lo que explica "la gran importancia que tiene la conservación y estudio de unos yacimientos que se encuentran en el origen de una relación de miles de años con los seres humanos".

La pintura rupestre esquemática es una de los singularidades de la Cueva de la Victoria. / SUR

Se cree que los primeros pobladores de las cuevas del Cantal, un complejo subterráneo de más de de dos kilómetros de recorrido que incluye también las cavidades llamadas del Tesoro y del Higuerón y donde se han encontrado 80 zonas pintadas durante la prehistoria, se adentraron primero en la cueva de la Victoria y con sus lámparas de grasa de tuétano exploraron su interior en busca de un refugio sin alejarse demasiado de la luz natural.

El lenguaje gráfico que estos primeros grupos de exploradores empleó consistió en tocar las paredes con las manos y los dedos manchados de pintura roja mediante la aplicación directa del polvo extraído del raspado de óxido de hierro. Con estos gestos, que estaban presentes en su cultura, el arqueólogo explicó que trataban de legitimar el uso de los territorios y constituían elementos de apropiación e identificación de los grupos humanos y los recursos de la zona. La cueva de la Victoria atesora, por tanto, una pequeña pero importante colección de arte rupestre paleolítico cuyo estado de conservación general es malo.

El legado artístico dejado por las poblaciones de cazadores que usaron la cueva como refugio hasta hace aproximadamente 10.000 años no es lo único que la hace distinta, sino el hecho de que se complemente con el arte esquemático posterior de los primeros pastores y cazadores del Neolítico. Según el arqueólogo, el final de la glaciación favoreció los primeros asentamientos humanos fuera de las cuevas con el desarrollo de la agricultura y la pesca, por lo que éstas se transformaron en un lugar de los antepasados y en lugares de enterramiento.


La cueva de la Victoria lo fue a partir de hace 6.000 años y en torno a ese depósito funerario se realizaron nuevas pinturas en las paredes. "La conocida como sala del Dosel representa el culmen artístico de aquel periodo, un espacio artístico-funerario en el que fueron dispuestos dos grandes frisos enfrentados de forma simétrica con motivos de arte esquemático que hacen de este lugar un conjunto extremadamente excepcional y donde radica la verdadera importancia de este enclave".

Los temas representados son fundamentalmente antropomorfos y signos, e incluso pudo querer representarse algún tipo de armamento. La mayoría de las figuras humanas se basan en un esquema simple que representa el tronco y las extremidades superiores. Sin embargo, aparece uno también con las extremidades inferiores, de mayor tamaño que el resto y el único caso en el que el sexo parece haberse representado de forma explícita.

Precisamente el mismo sitio donde aparecieron las pintadas vandálicas representa, aseguró Cantalejo, "el ejemplo estudiado más claro y evidente ritual de hacer un espacio subterráneo en un panteón decorado y que supone un modelo sepulcral que 3.000 años después fue usado por grandes civilizaciones mediterráneos como los egipcios". En definitiva, un lugar único.

Un museo de la Prehistoria en el absoluto olvido

El estudio del arquitecto Luis Machuca resultó en 2010 el ganador del concurso convocado por el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria para construir el que sería el Centro de Interpretación de la Prehistoria de Andalucía y musealización de la Cueva del Tesoro, llamado a ser referente de la Prehistoria del litoral. El proyecto, que contaba para su ejecución fondos europeos, contemplaba el propio edificio del museo, la puesta en valor de las cuevas del Cantal, declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), y el diseño de un parque arqueológico en torno al conjunto. El equipo de investigación de Pedro Cantalejo participó en la redacción de la parte expositiva del proyecto que nunca se ejecutó.

Fuente: malagahoy.es | 18 de junio de 2017

Científicos rusos descubren con qué herramienta tallaron 'la estatua más antigua del mundo'

El ídolo de Shiguir, con 11.000 años de antigüedad y con un mensaje codificado dejado por un antiguo hombre del Mesolítico, es casi tres veces más antiguo que las pirámides egipcias. Nuevos hallazgos científicos sugieren que las imágenes y los jeroglíficos de la estatua de madera se tallaron con… los dientes de un castor.


La estatua se descubrió mientras excavaban en un pantano de turba en una mina de oro en los montes Urales ya en 1890. Recientemente, los investigadores alemanes pusieron, por fin, la fecha para su creación: hace 11.000 años, informa Siberian Times.

​Según el profesor Mijaíl Zhilin, la estatua de madera, originalmente de 5,3 metros de altura, estaba hecha de alerce, con la base y la cabeza tallada con herramientas de facetas de silicio.

Según el experto, la superficie se pulió con un abrasivo de grano fino, después de lo cual el ornamento se talló con un cincel y representa información cifrada.
El ídolo se usaba para trasmitir conocimientos. Si bien los mensajes siguen siendo "un misterio absoluto para el hombre moderno", estaba claro que sus creadores "vivían en total armonía con el mundo, tenían un avanzado desarrollo intelectual y denotaban un complejo mundo espiritual".
​"Las siete caras del artefacto eran lo último que se tallaba porque aparte de los cinceles, se usaban algunas herramientas muy interesantes, hechas de mitades de mandíbulas inferiores de castor".
El ídolo no se sostenía enterrado en el suelo sino que lo colocaron sobre una base de piedra, dijo Zhilin. Se mantuvo así durante unos 50 años antes de caer a un estanque y posteriormente se cubrió de césped. La turba lo conservó como en una cápsula del tiempo.
El notable ídolo de siete caras está ahora expuesto en un sarcófago de cristal en un museo de Ekaterimburgo.
Fuente: mundo.sputniknews.com | 17 de junio de 2017

Los científicos siguen ahondando en el origen africano del ‘Homo sapiens’

Las modernas técnicas de análisis genético sostienen que los hombres actuales provienen de una pequeña población de Homo sapiens que vivió hace unos 200.000 años en África. Es lo que se conoce como reloj molecular: teniendo en cuenta la diversidad genética entre individuos y las mutaciones que se producen de forma natural, que siguen patrones de cambio evolutivo más o menos estables, es posible retroceder en el tiempo y encontrar la convergencia.

Según subrayan los manuales de paleontología, diversos fósiles humanos anatómicamente modernos localizados en el este y el sur del continente avalan está hipótesis. Por ejemplo, un yacimiento bien documentado es el de Kibish, cercano al río Mo, en Etiopía, donde en 1967 se localizó un cráneo de hace 195.000 años con un volumen cerebral de 1.435 centímetros cúbicos.

Sin embargo, los restos humanos localizados en el yacimiento marroquí de Jebel Irhour, presentados esta semana por la revista Nature, desafían los dogmas: no solo han aparecido en el noroeste de África, una región alejada de los grandes yacimientos de la considerada cuna de la humanidad, sino que tienen una antigüedad estimada de 315.000-286.000 años, 100.000 más que los restos más antiguos atribuidos hasta ahora a Homo sapiens.



La cronología se ha obtenido tras datar con varios métodos las herramientas de piedra que aparecieron en los estratos de los huesos. «El descubrimiento reescribe los libros de texto sobre la aparición de nuestra especie», consideró al presentar los resultados el primer autor del estudio, Jean-Jacques Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).

COMBINACIÓN DE RASGOS

Los huesos de Jebel Irhour, sin embargo, no son exactamente iguales que los de un humano actual. Son incluso diferentes a los de Kibish. La parte delantera del cráneo muestra rasgos faciales muy modernos, pero la posterior es más arcaica. Pese a ello, los autores del trabajo no tienen dudas de que se trata de Homo sapiens, no de antepasados, y para confirmarlo presentan análisis anatómicos de huesos y de dientes. Los mismos trabajos sirven para alejarlos de otras especies como Homo heidelbergensis, supuesto antepasado común de los neandertales y de los hombres modernos.

¿Cuándo son humanos modernos y cuando son antecesores? El problema, considera Carles Lalueza Fox (izquierda), especialista del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (CSIC-UPF), es que el concepto de «especie» es muy poco preciso. Lalueza, que ha participado en proyectos sobre el genoma del neandertal, dice que la moderna evolución del Homo sapiens es un «complejo proceso» de constantes cruces entre poblaciones. «Nos empeñamos en ver la evolución como un árbol que se bifurca en ramas, una de las cuales acaba siendo la nuestra, pero la realidad es que es mejor hablar de un arbusto lleno de interconexiones».

Sin ir más lejos, en el yacimiento sudafricano de Florisbad se han localizado unos restos de hace 260.000 años vinculados al precursor Homo heidelbergensis. Y un poco posteriores (235.000 años) son los fósiles de Rising Star, también en Sudáfrica, atribuidos a una especie humana de cerebro muy pequeño, Homo naledi.

«Normalmente se considera que dos animales son de la misma especie cuando se pueden reproducir entre ellos, pero eso, en la mayoría de las ocasiones, no lo podemos determinar con los fósiles», explica Assumpció Malgosa (derecha), profesora de Antropología Física de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

«Cuando no hay ADN no hay más remedio que basarse en los restos morfológicos, y es entonces cuando aparece la subjetividad», prosigue la investigadora, que lidera el GROB, grupo de investigación dedicado a la reconstrucción de personas y poblaciones a partir de sus restos. Ante un mismo cráneo con una característica más primitiva, insiste Malgosa, «un investigador puede considerarlo una reminiscencia arcaica dentro de una especie moderna y otro puede opinar que se trata de una especie arcaica».

En la misma línea se pronuncia María Martinón Torres (izquierda), paleontropóloga del University College de Londres: «En los fósiles de Jebel Irhour vemos características que nos permiten vincularlos a los sapiens, como el cerebro grande y una cara más grácil parecida a la nuestra». «Podemos ver un ancestro, un grupo de población que está cambiando a lo que luego seremos nosotros, pero no tiene todos los rasgos. El nombre que le pongamos seguirá siendo una convención».
En principio, dos poblaciones de una misma especie pueden desarrollar incompatibilidades reproductivas con el paso del tiempo. Sin embargo, la teoría está «llena de excepciones», concluye Lalueza. Los lobos y los coyotes, y también los osos pardos y los osos polares, los consideramos especies diferentes pero se pueden aparear y tener descendencia viable.

Fuente: diariocordoba.com | 11 de junio de 2017

La aventura del ‘Homo sapiens’ empezó antes de salir de África

Por María Martinón-Torres

El origen de nuestra especie está en África. Esta es una de las teorías de mayor consenso en el campo de la evolución humana. Los estudios genéticos de las últimas décadas apuntan de forma uniforme al continente africano como origen de toda la diversidad humana actual. La evidencia “dura” la proporcionaban los restos fósiles hallados en yacimientos como los de Herto y Omo en Etiopía que, con 180.000 años de antigüedad, mostraban ya algunos de los rasgos que consideramos exclusivos de nuestra propia especie.

Sin embargo, y a pesar de dedicar tanto esfuerzo a descifrar nuestros orígenes, Homo sapiens era irónicamente la especie sin pasado, la que aparecía de la nada, sin un antepasado claro en el continente africano. En otras palabras, sabíamos que veníamos de África, pero apenas teníamos idea de qué había sucedido allí.
Los hallazgos fósiles del yacimiento de Jebel Irhoud en Marruecos, y su nueva datación –en torno a los 300.000 años– comienzan a cubrir un vacío importante. Estos huesos, de gran tamaño cerebral y una cara muy parecida a la nuestra, podrían representar a los ancestros directos de los humanos modernos.

Aunque carecen todavía de los rasgos que se consideran exclusivos de Homo sapiens –como la frente vertical, el cráneo alto y abombado o nuestro característico mentón–, son mucho más gráciles y parecidos a nosotros que la mayoría de los restos conocidos para este periodo. Por eso, bien pueden representar la raíz del linaje que culminó con nuestro propio origen.

El hallazgo no está exento de sorpresas. Además de cubrir un periodo mudo en la historia de nuestra propia especie, sorprende su localización geográfica. Hasta ahora, fósiles humanos de antigüedad similar solo se habían encontrado en el este y el sur de África, y el único que presentaba características similares a los de Jebel Irhoud era el cráneo de Florisbad (derecha), en el extremo opuesto del continente, en Sudáfrica, datado en 260.000 años y clasificado por algunos investigadores dentro de la especie Homo helmei.

El descubrimiento de Jebel Irhoud nos recuerda que África es grande, y que los paleoantropólogos hemos sido ingenuos creyendo que lo complicado de nuestra historia comenzaba cuando Homo sapiens abandonaba su cuna hace unos 100.000 años. Creíamos que solo al salir de África empezaban las aventuras para los humanos modernos, al enfrentarnos a un clima mucho más cambiante y árido, a paisajes quebrados de montañas y a otros grupos de humanos, como los neandertales y los denisovanos, con los que habríamos de tener descendencia.
Un crisol de poblaciones diversas
Gracias a este yacimiento marroquí comprendemos que toda África puede potencialmente tener algo que ver con nuestro origen. En sus raíces más profundas, Homo sapiens era ya un crisol de poblaciones diversas que habitaron y llegaron a dispersarse por diferentes regiones de la gran África, y no solo el producto de la evolución lineal en un único lugar.
Homo sapiens se revela como una especie cosmopolita que conoció mundo antes de adentrarse en él. Esto incluye la fascinante posibilidad de que nuestros ancestros hayan conocido, ya en África, otras especies humanas. La revelación de que Homo naledi, una especie descubierta en Sudáfrica, solo tiene 300.000 años a pesar de su aspecto casi 'australopitecino', plantea el apasionante escenario de que quizá nuestros antepasados se cruzaron, en todos sus sentidos, con otra especie que hoy ya no existe.

En la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, su protagonista recupera la memoria enterrada de su infancia al probar una magdalena mojada en leche. Esa experiencia sensorial le devuelve los recuerdos que no sabía que tenía y a partir de ahí pasa a recorrer su pasado y explorar su visión del mundo. Con los fósiles de Jebel Irhoud destapamos el pasado desconocido de nuestra especie, la infancia del linaje Homo sapiens. Como la magdalena de Proust, esto fósiles nos han devuelto la memoria.

Fuente: SINC | 12 de junio de 2017

Los vuelcos de la evolución humana

Estamos habituados a que muchas noticias de carácter científico se magnifiquen con titulares llamativos. En el ámbito de la evolución humana, la mayoría de los hallazgos realizados en los últimos años aparecen en los medios con la calificación de acontecimientos extraordinarios. Cada uno de esos hallazgos parece que nos obliga a reescribir la historia de la evolución humana. La noticia suele ir acompañada de titulares que invitan a la lectura. Es lo que toca. De ese modo, la evolución humana se nos muestra como una ciencia convulsa, con pies de barro, que “da un vuelco” cada vez que se encuentra algún yacimiento o fósil merecedor de ser publicado en revistas como Science o Nature. Si los/as lectores/as no conocen bien este ámbito científico, su confianza en las investigaciones que tratan los orígenes de la humanidad será más bien escasa ¿Tiene todo que empezar de cero cada vez que se encuentra algo interesante? Por supuesto, la respuesta es un rotundo NO. Aunque muchos hallazgos resulten sorprendentes, tan solo se necesita reformar una parte del edificio, que se lleva construyendo desde hace muchas décadas. Así funciona la Ciencia.

El caso de los dos últimos artículos recién publicados en la revista Nature son un claro ejemplo. Vaya por delante que los dos trabajos sobre el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos son excelentes y representan un paso adelante muy importante. Este yacimiento se conoce desde 1960. Los trabajos de cantería en un macizo de caliza cercana a la ciudad costera de Safi, situada a unos 400 kilómetros al sur de Rabat, dieron con resultado el hallazgo de un yacimiento arqueológico-paleontológico. Los primeros restos humanos se encontraron en 1961 y 1962, junto a abundantes restos de fauna y de herramientas de piedra. La interpretación de este lugar y su cronología han pasado por numerosas vicisitudes. Los métodos de datación han mejorado sensiblemente en estas últimas décadas, y de los iniciales 40.000 años de antigüedad hemos pasado a los 300.000 años, como nos revela uno de los artículos de la revista Nature. Este ha sido un paso crucial para comprender los hallazgos del yacimiento de Jebel Irhoud, que incluso fueron clasificados como una población neandertal del norte de África.


El científico Jean Jaques Hublin en Jebel Irhoud. Fuente: Los Angeles Time.

El método de la termoluminiscencia ha sido empleado para datar las herramientas asociadas a los fósiles humanos que fueron calentadas en las hogueras intencionadas realizadas en aquel lugar. El promedio de las fechas obtenidas fue de 315.000±34 años, que concuerda bien con otras dataciones obtenidas por medio de las series de uranio y ESR: 286.000±32 años. La cronología también es consistente con los restos fósiles de las especies halladas en Jebel Irhoud. Daniel Richter (Instituto Max Planck, Alemania) lidera uno de los dos artículos de Nature, junto a varios geocronólogos de primera línea.
Estas dataciones envejecen en casi 150.000 años las dataciones anteriores y llevan la industria asociada, clasificada en una tecnología conocida como “Middle Stone Age”, a una cronología muy antigua. Seguramente algunos arqueólogos no estarán muy satisfechos con este dato, porque esta tecnología siempre se ha considerado más reciente y asociada a los orígenes de nuestra especie. Y aquí llega el lío.

El artículo que describe los fósiles humanos ha sido liderado por Jean-Jaques Hublin, actual director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck y Philip Günz, uno de los más reputados expertos en evolución del cerebro.

Las recientes excavaciones en Jebel Irhoud dieron como resultado el hallazgo de más fósiles humanos, rodeados de un contexto muy claro de herramientas y fósiles. Todos los hallazgos proceden del mismo nivel y, por primera vez, las excavaciones se han realizado con rigurosidad. Este nivel (el número 7) ha proporcionado los restos de al menos cinco individuos: tres adultos, un adolescente y un niño. Aunque el último cráneo recuperado ha tenido que ser restaurado de manera digital, su aspecto recuerda al primer cráneo encontrado en los años 1960s.


Comparación del cráneo 1 de Jebel Irhoud (izquierda de la imagen) con el cráneo de Cro-Magnon.

La morfología de los restos de Jebel Irhoud puede ser interpretado de manera diferente por distintos expertos. La mandíbula no tiene un mentón propiamente dicho, como el de la humanidad actual; pero su aspecto general no dista mucho del nuestro. Lo mismo sucede con el primer cráneo encontrado en 1961 (número 1) y con la reconstrucción del nuevo cráneo (número 10). Su parte posterior no es tan esférica como la nuestra. El cráneo es más bajo y carece de la notable expansión de las bolsas parietales. Pero la frente es muy vertical y la cara es prácticamente como la nuestra. Así que nos encontramos ante unos restos, que muchos se atreverían a incluir en la especie Homo sapiens, mientras que otros/as serían más cautos/as. El cráneo de Florisbad, en Sudáfrica (260.000 años) tiene un aspecto muy similar a los cráneos de Jebel Irhoud y fue incluido por su descubridor en la especie Homo helmei.

¿Qué reflexiones podemos hacer sobre este dilema? Una posible solución consistirá en ampliar la variabilidad admitida para nuestra especie y así poder incluir el ella los restos de Jebel Irhoud. También podemos discrepar de las conclusiones de Hublin y sus colegas y reconocer que estamos ante los restos de la especie que sin duda precedió a la verdadera especie Homo sapiens, con todos sus atributos esqueléticos.

El mismo problema ha surgido en Europa con el hallazgo de los humanos de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Nos lo recuerda el investigador Chris Stringer en su artículo de la sección de News & Views del mismo número de la revista Nature. Los humanos de la Sima de los Huesos no son “Neandertales clásicos”, con todos los rasgos que caracterizan a esta población europea; pero su aspecto era ya muy similar al de los Neandertales. Desde 2014, los humanos de la Sima de los Huesos dejaron de tener un nombre oficial, al haber sido separados (pienso que acertadamente) de la especie Homo heidelbergensis. Los humanos de Jebel Irhoud y Sima de los Huesos precedieron a los “sapiens clásicos” y a los Neandertales clásicos, respectivamente. Si fueran incluidos en Homo sapiens y en Homo neanderthalensis tan solo tendríamos que ampliar nuestros horizontes mentales. La segunda solución pasa por incrementar el repertorio de especies de nuestra genealogía. Cualquiera de las dos soluciones supondría una pequeña reforma del edificio.

Los yacimientos de Florisbad y los de Jebel Irhoud distan unos 11.000 kilómetros. Su cronología y la morfología de los cráneos es muy similar. Todos estos hechos nos llevan a otra reflexión. Tenemos dos opciones: 1) La especie ancestral a Homo sapiens (quizá Homo helmei) estaba bien repartida por todo el continente africano hace 300.000 años y solo una de las poblaciones de esta especie dio lugar a la nuestra; y 2) La especie Homo sapiens es más antigua de lo que se pensaba hace tan solo unos días y hace 300.000 ya se había expandido por toda África. En el próximo post trataré de responder a esta cuestión con nuevos datos procedentes del campo de la genética.

Descubren un baño ritual "Mikve" en Maqueronte (Jordania), dónde Herodes decapitó a Juan el Bautista

Una misión arqueológica húngara que excava en las ruinas de la fortaleza de Maqueronte en Jordania, ha descubierto una monumental Mikve, un gran baño ritual que probablemente fue construido para el uso del rey Herodes y su familia, según informan Haaretz y Jewish Press.



Fotos: Reconstrucción de la fortaleza de Maqueronte. Por cortesía de Hungarian Archaeological Mission to Machaerus.

La piscina de purificación hallada, con 12 escalones, es la mayor de su tipo que se ha encontrado en Jordania. Su arquitectura es muy similar a los baños rituales descubiertos en las cercanías de Qumran, al otro lado del Mar Muerto, en Israel, que hasta ahora se consideraban únicos. Los restos de esta Mikve han sido localizados a tres metros bajo el patio real y debía de haber estado cubierta por un techo de bóveda de piedra que probablemente fue demolido por los romanos durante la represión de la gran revuelta judía en el año 71 después de Cristo. Las excavaciones han sacado a la luz restos de paredes y columnas que fueron derribados.


Fotos: El magnífico enclave de la fortaleza. Por cortesía de Hungarian Archaeological Mission to Machaerus.

Los trabajos arqueológicos del equipo húngaro-jordano dirigido por Győző Vörös han descubierto enormes paredes intactas del interior de la fortificación occidental, de alrededor de 9,2 metros de altura, que por primera vez muestran las dimensiones que debió tener esta ciudadela de Herodes en el desierto jordano.


En realidad, Herodes no construyó la fortaleza de Maqueronte. Había sido erigida por el rey hasmoneo Alejandro Janneo (104-78 a.C.) en torno al año 90 a.C., pero Herodes I el Grande la reconstruyó para defender sus territorios y, a su muerte, pasó a manos de su hijo Herodes Antipas. Fue durante esta etapa cuando fue encarcelado entre sus muros el profeta Juan el Bautista. Allí bailó Salomé para Herodes Antipas en la celebración de su cumpleaños poco antes de la Pascua.


Según el relato bíblico, Herodes quedó tan satisfecho del baile que prometió darle a Salomé lo que quisiera y ésta, aconsejada por su madre Herodías, pidió la cabeza de Juan el Bautista. «Aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla. Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre», recoge el evangelio de Marcos (6, 26-28).

Flavio Josefo narra en sus «Antigüedades Judías» (Libro 18, cap.5), que el Bautista fue llevado a Maqueronte encadenado y fue condenado a muerte.

La fortaleza de Maqueronte fue de vital importancia para la defensa de Judea, en parte porque desde ella se divisaba Jerusalén. Cualquier ejército que quisiera acercarse a la ciudad por el este, tenía que ocupar primero Maqueronte y las señales de fuego en esta fortaleza advertían a las otras ciudadelas de la invasión enemiga. Plinio el Viejo consideraba a Maqueronte como la mejor fortificación de Judea, después de Jerusalén. Más fuerte que Herodión o Masada.

Fue destruida por los romanos al mando de Lucilio Baso durante la primera guerra romano-judía, aunque Plinio el Viejo no dice que quedara reducida a cenizas como Jerusalén.

Fuente: ABC, 17 de junio de 2017

El Museo Arqueológico Benahoarita albergará la exposición ‘África: el arte de un continente’

El Museo Arqueológico Benahoarita (MAB), en Los Llanos de Aridane, en Santa Cruz de Tenerife, albergará desde el jueves 15 de junio y hasta el 15 de julio la exposición África: el arte en un continente. Se trata de una muestra un amplio abanico de objetos que, de manera cotidiana, son utilizados por diferentes pueblos primitivos del continente africano.

La actividad se enmarca en el proyecto cultural Tussna (Sabiduría) de Benahoare, que organiza la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma, que dirige Primitivo Jerónimo.

Foto: De izquierda a derecha, Jorge Pais, Fernando Barrera y Primitivo Jerónimo en la muestra 'África el arte de un continente'.

África: el arte de un continente reúne en el MAB objetos tan diversos como máscaras, figuras, armas, tirachinas, cerámicas, gorros, marionetas, escudos, postes ceremoniales, taburetes, tejidos, puertas, monedas primitivas, objetos religiosos… El comisario de esta exposición es el anticuario y especialista en arte africano, Fernando Barrera Torres que, además, es el propietario de las 101 piezas expuestas para cuya realización se han utilizado distintos tipos de materiales: hierro, madera, cerámica, cuentas de vidrio y tejidos vegetales.

Las piezas que forman parte de la exposición constituyen una amplia representación del arte africano en todas sus manifestaciones y de un buen número de países como la República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Malí, Chad, Benín y Togo. Algunas de las tribus primitivas representadas en esta muestra son los Bámbara, Mossi, Gurunsi, Ibo, Tuareg, Senufo o los Baulé, entre otros.

Fuente: elapuron.com | 14 de junio de 2017

Constructores de hace 4.200 años en Callosa de Segura (Alicante)

Arqueología en Callosa de Segura. Mary Parra

Un pequeño toro con un gran valor. La excavación arqueológica desarrollada por el Marq en Callosa (Alicante) culminó ayer con el hallazgo de un pequeño toro de barro que supone una de las pocas representaciones de tipo figurativo de la Cultura del Algar. El trabajo de campo durante tres semanas ha permitido documentar que el asentamiento estuvo ocupado desde el 2200 hasta el 1500 antes de Cristo.

El yacimiento «Laderas del Castillo» de Callosa de Segura sigue teniendo un valor incalculable para la arqueología y así se ha vuelto a poner de manifiesto en una nueva excavación, realizada durante el último mes. El equipo dirigido por la dirección del Museo Arqueológico Provincial de Alicante (Marq) ha sacado a la luz evidencias que avalan que se trata de uno de los más antiguos de la Edad de Bronce y que documentan que el asentamiento humano se remonta al menos al año 2200 antes de Cristo.

Las terrazas que se construyeron sobre la falda del macizo rocoso dan fe de que en este asentamiento se hizo una gran obra de ingeniería construida piedra a piedra para aplanar el terreno y conseguir levantar casas y disponer de superficie para mantener cultivos y ganado.


«Hemos encontrado los pisos de varias casas bien conservados, restos del pavimento, molinos que utilizaban para moler el trigo, huellas de tinajas donde almacenaban alimentos, hogares donde cocinaban y también hemos podido documentar cómo eran sus técnicas constructivas. Es algo que científicamente tiene mucho valor. Los materiales eran distintos a los de ahora, pero algunas de sus ideas para construir enormes terrazas no se diferencian mucho de las que se utilizan en la actualidad», apuntó ayer el director técnico del Marq, Juan Antonio López. Ha sido él quien se ha encargado de la dirección técnica de la excavación en colaboración con el profesor de Prehistoria de la Universidad de Alicante Francisco Javier Jover.

Hallazgo «excepcional»

Una de las piezas encontradas con más valor se halló precisamente ayer, cuando INFORMACIÓN acompañó a los arqueólogos durante su última jornada de trabajo. Se trata de una pequeña figura de barro que representa un toro. Es algo excepcional porque «se conocen muy pocas representaciones de tipo figurativo de la Cultura del Algar», explicó López. El mismo dijo que en los últimos años se han empezado a descubrir algunas pinturas en paredes pero no con motivos figurativos, sino geométricos, y este «es uno de los pocos ejemplos de figuras que existían en la Edad de Bronce».


El yacimiento callosino es uno de los más antiguos de la provincia relativos a la Edad de Bronce, un periodo que comenzó en la península ibérica en el 2.200 antes de Cristo . «Hoy sabemos con seguridad que hasta el 1500 antes de Cristo se continuó ocupando un perímetro de casi dos hectáreas y media de esta ladera, que brindaba una posición estratégica de carácter defensivo», concluyó el director técnico del Marq.

Fuente: diarioinformacion.com | 15 de junio de 2017