Arqueólogos descubren en Angkor Thom (Camboya) una estatua de "guardián" del siglo XII-XII

Foto: Se trata del descubrimiento más significativo en Angkor desde el hallazgo de dos budas en 2011, anunció el martes Long Kosal, portavoz del sitio.

Arqueólogos camboyanos del instituto Southeast Asian Studies de Singapur, han encontrado una estatua de 1,9 metros de altura y 200 kilogramos de peso, que estaba a sólo 40 cm de la superficie en unas excavaciones en el complejo monumental de Angkor, en el noroeste de Camboya, según informó la prensa local.

La escultura de arenisca, a la que le faltan los brazos y parte de las piernas, fue hallada el sábado pasado y era un «guardián» en el hospital construido en la entrada norte de Angkor Thom, la ciudad amurallada del rey Jayavarman VII (1125-1218 d.C.).


«Nos sorprendimos mucho con el hallazgo», dijo Im Sokrithy, un arqueólogo con la Autoridad Apsara, la organización gubernamental que gestiona el complejo monumental, según el diario Cambodia Daily. «El reinado de Jayavarman VII fue extraordinario en términos de programas sociales. El hospital consistía en edificios de madera y una capilla construida con piedras», agregó el arqueólogo y jefe de la excavación.



Im Sokrithy agregó que sería un golpe de buena suerte encontrar alguna estatua de Buda, ya que la mayoría se destruyó bajo Jayavarman VII en un intento de restaurar la religión hinduista.




Angkor, situado en Siem Reap, es el mayor complejo arqueológico del Sudeste de Asia, con decenas de templos construidos entre los siglos IX y XIV, y el principal reclamo turístico del país. En 2016, el conjunto recibió 2,2 millones de visitantes y recaudó 62,5 millones de dólares.

Fuentes: EFE | ABC | AFP, 2 de agosto de 2017

La «conspiración del harén»: magia negra y adulterio para asesinar al viejo faraón Ramsés III

Foto: Ramsés III

En el Antiguo Egipto, la figura del faraón era la de una deidad que caminaba sobre la Tierra. De él decían los papiros que «el terror que inspira abate a los bárbaros en sus países». Los súbditos le veían como el hijo de Ra (dios del Sol), como el señor del universo y como el heredero del creador. Su figura rezumaba poder ancestral y estaba rodeada además de la protección mágica de las divinidades. Por eso, atentar contra su vida significaba algo más que pensar en matar a un hombre. Era poner en peligro el equilibrio cósmico y cargar directamente contra la estabilidad del Estado. Tal era el temor que suscitaba a nivel esotérico el regicidio, que las leyes apenas contemplaban el castigo por llevarlo a cabo, pues la sola mención del asesinato era casi un tabú.

Bajorrelieve de Ramsés III
Por eso, el plan que urdió una de las grandes esposas de Ramsés III (Tiya -también llamada Tiyi, Tiye, Teya, Tiy y otros tantos nombres más-) para asesinarle no fue comparable a los magnicidios de los políticos actuales. Implicó algo más para las mujeres, funcionarios y guardias que lo urdieron en las profundidades del harén real. Para ellos significó retar a los mismos dioses. A aquellos que dominaban el destino del país a través de un faraón que, desde el año 1184 a. C. (atendiendo a las fuentes, pues también se habla de 1185 a.C.), regía sus destinos con mano de hierro.

Pero toda la parafernalia militar y divina forjada durante siglos alrededor del máximo líder del Antiguo Egipto no impidió que «la conspiración del harén» (también conocida como la «conjura» o el «complot») se transformara en realidad. Por descontado, tampoco evitó que el ya anciano líder luciese en sus últimos momentos un tajo en la garganta que acabó con su días sobre la Tierra. Al menos, según se desveló en una investigación científica realizada en 2012. Un descubrimiento al que hace referencia el autor Javier Arries en su obra «Magia en el Antiguo Egipto» (editado por «Luciérnaga»). Anteriormente, se dudaba de su fallecimiento en la trama. De hecho, la versión más extendida era que había sobrevivido a la misma.
Cierto es que el asesinato fue perpetrado, pero la victoria no salió barata a los conspiradores. La mayoría fueron atrapados, juzgados y condenados a morir de múltiples y crueles formas que incluyeron desde el suicidio público, hasta la calcinación. Por si fuera poco, el complot fue castigado mediante uno de los peores tormentos de la época: la «Damnatio memoriae». Una pena que eliminaba cualquier referencia que se hubiera hecho hasta entonces del acusado en tablillas, textos o inscripciones. ¿El objetivo? Que su existencia cayera en el absoluto olvido.

Precisamente uno de los que tuvo que ver como sus vivencias quedaban difuminadas entre las arenas del desierto fue el hijo de Tiya. Un príncipe segundón que sabía que su única posibilidad de reinar pasaba por acabar con la vida de su padre y evitar que el trono recayera sobre Ramsés IV, primogénito de la otra gran esposa del monarca. En los textos, él pasó a la posteridad con un nombre que, según se cree, le fue impuesto para que su identidad real no fuese recordada una vez muerto. El apelativo no fue otro que Pentaur (también Pentauret, Pentawere o Pentaure), cuyo significado literal vendría a ser «Él, el de la Grande».

Los buenos años

Ramsés III, cuyo cuello padeció las consecuencias de estar seguido por una corte llena de envidias, fue el último de los grandes faraones del Antiguo Egipto. Segundo de la XX Dinastía, su reinado se extendió durante nada menos que unas 30 primaveras desde que sentara sus reales en el trono. Cifra más que considerable si se compara con el escaso número de años que duraron en la poltrona los diferentes monarcas de su estirpe.

En principio, su máxima fue la regeneración y la seguridad de sus súbditos. «Se esforzó por devolver a su país toda la gloria que había ido perdiendo paulatinamente desde los tiempos del gran Ramsés II, casi cien años atrás», señala el escritor Antonio Cabanas (izquierda) en su obra «Los secretos de Osiris». No lo tuvo fácil, pues heredó un país en el que solo era cuestión de tiempo que se sucediera una guerra civil y en el que -hasta hacía bien poco- reinaba la anarquía.

Por suerte para él, su formación le hizo estar preparado para cualquier dificultad y le permitió afrontar los conflictos latentes y venideros. «Su educación había sido forjada en el más puro estilo castrense, lo cual le dio una determinación que le resultó de gran ayuda para los difíciles tiempos en los que tuvo que gobernar, ya que hubo de enfrentarse a las graves amenazas que acecharon a su país», añade Cabanas. Al frente de sus ejércitos el monarca terminó de raíz con los denominados «Pueblos del Oeste» y los «Pueblos del mar». Dos civilizaciones que, a partir del quinto año de su reinado, perturbaron las fronteras del Antiguo Egipto tras aniquilar a grandes imperios como el de los hititas. Otro tanto pasó con las tribus libias en la 11ª primavera desde que se sentó en el trono.

Ramsés III también trajo tiempos de bonanza en la política y en la religión, a pesar de lo dificultoso que resultaba dirigir un país en el que algunos cultos exigían dinero y un poder preponderante. «Las hazañas [militares] hacen que sea considerado como un gran caudillo, pero durante los […] años que reinó, el faraón también intentó mantener cohesionado el país en una especie de malabarismo político del que era plenamente consciente», añade Cabanas en su obra. Su faceta arquitectónica tampoco es despreciable, pues bajo su mando se construyó uno de los populares «Templos de un millón de años» para honrar a Amón.

El anciano

Pero no todo fue jolgorio en la vida de Ramsés III. Ya entrado en la vejez, el faraón dio rienda suelta a la mala costumbre de gobernar por las bravas a su pueblo. Este factor, unido a la crisis económica que atravesaba entonces Egipto, provocó que tuviese que hacer frente a la primera movilización de trabajadores de la historia. El movimiento fue encabezado por los obreros de Deir-el-Medina y quedó recogido en el conocido popularmente como «Papiro de la huelga». En dichas jornadas el pueblo clamaba por comida mientras aquel «dios sobre la Tierra» se ponía las botas a diario.
A las dificultades sociales de Ramsés III se sumó también su precario estado de salud. Septuagenario como era en sus últimos días (cuando la esperanza de vida rondaba los 30 años, según desveló en 2013 el proyecto de investigación Qubbet el-Hawa) el faraón sufría problemas severos del corazón, así como dolores constantes que le atacaban cuando hacía esfuerzos o -simplemente- cuando andaba demasiado.

Cercado por los aprietos con el pueblo, y lleno de achaques, el anciano dedicó sus últimos años de vida a dos cosas. La primera de ellas fue el alcohol. Así lo afirma el egiptólogo Zahi Hawass en el documental «Ramses, mummy Kings mistery»: «Ramsés III siempre estaba ebrio». La segunda fue la que le llevaría a la tumba. Y es que, se dejó cautivar por las bondades que podía ofrecerle el harén real y las mujeres que había en su interior. En palabras de este experto, cometió el error de elegir a dos grandes esposas a la vez (en toda su vida llegó a tener cuatro), cuando lo habitual era seleccionar únicamente a una (de cuyo vientre nacería el sucesor del monarca).

Ramsés III- ABC

«La gran esposa del rey era un título que denotaba a la principal de las esposas del faraón, aquella que se comportaba como su complemento femenino en ceremonias y aparecía junto a él en la iconografía. Sin ella, la función de mantener el orden del faraón quedaba coja. Además era, teóricamente, la predestinada a dotar de un heredero al trono, lo que no siempre sucedía», explica el doctor en historia José Miguel Parra en su libro «La vida cotidiana en el Antiguo Egipto». Ramsés III ofreció este título a dos mujeres: Tyti (su mano derecha a todos los efectos) y Tiya (la segunda en discordia).

La primera era la madre del futuro Ramsés IV, destinado a sentarse en la poltrona. Su competidora, por el contrario, había dado a luz a Pentaur... Y estaba más que comida por los celos sabedora de que su pequeño quedaría relegado a un puesto menor en la corte.

Solo era cuestión de tiempo, por tanto, que las tensiones y las conjuras afloraran de la mano de Tiya en el harén real. Un lugar que albergaba desde multitud de mujeres enviadas por gobernantes extranjeros para sellar una alianza con el faraón, hasta las más queridas por el mandamás. «Los llamados “harenes” reales eran instituciones para princesas y en general para las mujeres del entorno del soberano construidos en diferentes puntos del territorio y que generalmente funcionaban alrededor de una reina. También existía un tipo de harén “itinerante”, destinado a acompañar al rey», afirma el teólogo e historiador Sharif Bujanda Viloria (izquierda) en «The harem conspiracy».
La egiptóloga Susan Redford (derecha) es de la misma opinión en el mencionado documental «Ramses, mummy Kings mistery»: «Tenía muchas mujeres donde elegir, pero en el fondo había un círculo de favoritas y esposas. Y como esas mujeres tenían acceso directo al faraón, tenían una influencia política real. Todas esperaban que su hijo heredara el poder, así que los celos estaban por todas partes. La atmósfera en el harén era explosiva».

Magia negra

Tiya, desde la seguridad que le ofrecían las paredes del harén real (donde no podían acceder los guardias del faraón) fue forjando poco a poco su complot para acabar con Ramsés III. El primer paso fue hacerse con el apoyo de varias de las damas que pasaban las horas allí. Y no le resultó difícil. «Las mujeres del harén no estaban aisladas, sabían perfectamente lo que sucedía en el exterior. Enseguida tuvieron claro que los excesos del faraón estaban desangrando al país», explica la historiadora Bettany Hughes (izquierda) en el mencionado largometraje documental. El lugar, en el fondo, no era solo un campo de juegos sexuales para el monarca. En él residían damas de gran importancia política con multitud de contactos.

Posteriormente, la conspiradora se acercó a todo aquel con suficiente poder como para ser útil en el complot. Así lo desvela Javier Arries en su obra «Magia en el antiguo Egipto. Maldiciones, amuletos y exorcismos»: «Entre sus aliadas estaban seis de las esposas de los Hombres de las Puertas del Harén, los oficiales que guardaban el harén real, a los que aquellas terminaron convenciendo para que se sumaran a la conspiración». Posteriormente también se confabularon criados, mayordomos y hasta oficiales. Todos se coordinaban enviando mensajes ocultos en vasijas o cualquier tipo de útil, mientras el rey no se percataba de nada.

La egiptóloga Christiane Desroches (izquierda) recopila en su obra «La mujer en tiempos de los faraones» los nombres de varios conspiradores. Según esta experta (y tal y como señala Arries) la cabeza del complot contaba con «seis seguidores fieles» que se encargaron de hacer las veces de «agentes de enlace» y de reclutar al resto de enemigos del faraón. Entre ellos, destacan los nombres de los chambelanes Pluka e Imeri; del mayordomo Paibakkamen; o del gran chambelán Mesedsure. También hace referencia a una mujer llamada Uauat, la cual «empujaba a su hermano Binemauset a cometer traición» incitando a los enemigos del faraón a rebelarse contra él y alzarse en contra de su poder. No le faltaban apoyos a Tiya, pues llegó a tener la ayuda de Paiis, todo un popular comandante del ejército.

Sin embargo, los líderes del complot sabían que no podían acabar con el faraón mediante una simple y mundana conjura. Como deidad en la Tierra que era, debían contar con cierta ayuda extra para asesinarle. En palabras de Arries, este soporte sobrenatural lo dio un tal Hui, un «oficial de alto rango» que consiguió robar un libro de hechizos de la biblioteca privada de Ramsés III. Con él, aprendió a elaborar unas escalofriantes figuras con la forma de sus enemigos. Aquellas estatuillas eran la base de la magia negra del Antiguo Egipto, y su uso era relativamente sencillo: tan solo había que escribir sobre ellas un «motivo criminal» (la desgracia que se buscaba que le sucediese al contrario) y, posteriormente, romperlas en mil pedazos.

Ramsés III tuvo que hacer frente a la primera huelga de la historia

Con la ayuda de este libro, Hui creó decenas de estatuillas con múltiples finalidades. Estas pretendían desde dejar fuera de combate a los guardias del faraón, hasta engatusarles con conjuros de amor.
Bettany Hughes es partidaria de esta idea y señala lo útil que les parecía a los conjurados: «Para los antiguos egipcios la magia no era una fantasía, era un hecho. La usaban en todo momento, en todos los aspectos de su vida ¿Cómo matas a un Dios viviente? ¿Cómo superas su magia? Los conspiradores debían atacar ese aura para acabar con él».

Y lo mismo destaca Cabanas: «En el complot se hizo uso de la magia negra, y durante las pesquisas realizadas por la policía se encontraron estatuillas de cera de este faraón atravesadas por varios alfileres, así como fórmulas mágicas destinadas a menoscabar el poder que, como rey, le habían conferido los dioses, para hacerle de este modo más vulnerable a los encantamientos».

Degollado

El plan de los conspiradores era acabar con la vida de Ramsés III en la llamada «Fiesta de la sed» o «Fiesta de la renovación real». Una celebración antiquísima que se sucedía para conmemorar los 30 años de reinado de los faraones y cuyo objetivo era renovar la energía vital del monarca. Durante la misma, las estatuas de los dioses y los objetos sagrados eran sacados a la calle para participar en el júbilo y el deleite del momento.

«Como muestra de fortaleza física, el faraón (al menos simbólicamente) marchaba alrededor de las murallas o cazaba algún animal peligroso, un león o un hipopótamo. Disparaba flechas en las cuatro direcciones cardinales y erigía un pilar o pilar de estabilidad que remitía a la columna vertebral del dios Osiris», añade -en este caso- Bujanda. Las cifras oscilan atendiendo a los historiadores, pero se baraja que Ramsés III llegó a esta festividad sumando aproximadamente unas setenta primaveras a sus espaldas. Algo que le convertía en un verdadero anciano.

Ramsés III, imagen de su tumba- KV11

Hasta hace poco (apenas tres años) la mayoría de historiadores coincidían en que Ramsés III había sobrevivido a esta conspiración. Aunque también afirmaban que había muerto poco después. Sin embargo, en 2012 una investigación del «British Medical Journal» logró demostrar que el faraón había caído víctima de un cuchillo de los usurpadores del trono.
Así quedó claro en le informe de la investigación: «La TC reveló una seria herida en la garganta […] directamente bajo la laringe. La lesión fue de aproximadamente 70 mm de ancho y se extiende hasta los huesos […] seccionando todas las áreas de tejido blando en el lado anterior del cuello. La tráquea fue claramente escindida […] De acuerdo con ello, todos los órganos en esta región (tráquea, esófago y arterias) fueron cercenados. La extensión y profundidad de la herida indica que pudo haber causado la muerte inmediata de Ramsés III». A su vez, los expertos también desvelaron que los embalsamadores ubicaron en su cuello un amuleto de curación destinado a sanar esta herida letal en el otro mundo.

El papiro de la traición

En principio se creía que el propio Ramsés III fue quien descubrió la conjura y ordenó atrapar a los traidores. Nada más lejos de la realidad. Los nuevos datos vertidos en 2012 establecieron que lo más probable es que Ramsés IV fuese el que «cazó» a los conspiradores después de descubrir la trama.

En palabras de Arries, el complot fue sacado a la luz del cálido sol egipcio cuando uno de los traidores fue atrapado robando un libro de magia de una biblioteca. Fuera como fuese, el verdadero sucesor se percató de lo que sucedía y creó un tribunal específico para juzgar a los culpables y hacer que todo el peso de la ley cayera sobre ellos. Ese proceso quedó registrado en «Papiro judicial de Turín». Una de las pocas fuentes de la época que, a día de hoy, nos hablan del «complot del harén».

Papiro 'Conspiración del Harén'

El evento no tuvo parangón. Los acusados fueron juzgados por un tribunal formado por 12 jueces en el que se incluyeron dos chambelanes extranjeros. Medida mediante la que se buscaba ser más ecuánime con aquellos conspiradores que no eran egipcios. «El procedimiento parece haber sido muy simple: los acusados, hombres y mujeres, agrupados según los crímenes que se les imputaban, eran introducidos ante el tribunal y declaraban su estado civil. A continuación, se leían las acusaciones que había contra ellos», añade Desroches.

Para desgracia de Ramsés IV, el proceso no fue todo lo ejemplar que se buscaba. Y es que, a la postre se descubrió que algunas de las acusadas habían intentado (y logrado) atraer a varios jueces a su causa invitándoles a orgías y fiestas. Desroches los cifra en un total de 5.

Momia de Ramsés III- ABC

No hubo perdón para nadie, como determina Arries en «Magia en el Antiguo Egipto» y «Objetos malditos: Guía de juguetes del mal y lugares condenados» (su otro gran libro sobre Egipto): «Al acabar el juicio 28 de los acusados fueron condenados a muerte; otros seis fueron obligados a suicidarse en público, y cuatro más, incluido el príncipe que los instigadores querían ver en el trono, fueron condenados a suicidarse en privado». Se desconoce cuál fue el destino de la creadora del complot, aunque lo más probable es que fuese también ajusticiada. Gay Robins, en «Las mujeres en el Antiguo Egipto», así lo afirma: «Nada en el documento se refiere al proceso de Tiyi o de las demás mujeres del palacio, ni cuál fue su castigo».

La muerte de Ramsés III supuso la partida hacia el otro mundo del último de los grandes faraones. Con la poltrona se hizo Ramsés IV, de 40 años de edad. Tuvo suerte, pues antes que él habían fallecido varios de sus hermanos, también aspirantes al trono y con derechos mayores a los suyos. No obstante, apenas se mantuvo en el trono seis años. Aunque eso, como se suele decir, es otra historia.

Tres preguntas a Javier Arries


1-¿Cómo aprendieron los conjurados a usar las figuras de cera?
Según consta en el papiro que narra el desarrollo de los juicios contra los conjurados que conspiraron contra la vida de Ramsés III, instigados por la reina Tiyi que quería acabar con la vida de su marido para poner en el trono a su hijo, uno de ellos, un oficial de alto rango había robado un libro de la biblioteca real. Se trataba de un libro de magia cuya lectura le proporcionó las fórmulas para construir figuras de cera para, con ayuda de la magia, someter a los hombres, debilitar a los guardias reales, acabar con la vida del rey.
2-¿Hasta qué punto era importante la magia en el complot?
Los conjurados que intentaban asesinar a Ramsés III confiaban tanto en la magia como en sus cuchillos. La prueba de que la creencia firme de que esto pudiera ser así, de que la magia podía incluso acabar con la vida del faraón nos la proporciona el papiro Rollin cuando afirma: “El gran criminal, Hui, que fue portaestandarte de infantería, hizo hechizos para obstaculizar y aterrorizar; y también hizo figuras de cera, de dioses, y de ciertas personas… Cometió grandes crímenes merecedores de la muerte. Grandes abominaciones de la tierra fueron las cosas que hizo. Se le hizo saber que sus crímenes eran merecedores de muerte”. Y así fue.
3-¿Hui fue condenado?
El hechicero, Hui, fue condenado a quitarse la vida. Los crímenes “mágicos” cometidos por Hui fueron juzgados como el resto. Es decir, se le dio tanta importancia al uso maléfico que había hecho de la magia de las efigies que fue juzgado con la misma dureza que el resto de conjurados, que, a la postre, y como han demostrado las tomografías que se realizaron sobre la momia de Ramsés III, tuvieron éxito en su empresa. Los asesinos de Ramsés III, ayudados según ellos creían, por la magia criminal del oficial Hui, se abalanzaron sobre él y le degollaron como demuestra una horrible hendidura que cruza el cuello de la momia de oreja a oreja.

«Magia en el Antiguo Egipto»

Título completo: «Magia en el Antiguo Egipto. Maldiciones, amuletos y exorcismos».
Editorial: Luciérnaga.
Autor: Javier Arries.
Páginas: 352.
Sinopsis: Tras más de tres décadas de investigación acerca de todo lo relacionado con el pensamiento mágico desde una perspectiva histórica y antropológica, Javier Arries nos traslada en esta obra al mundo de la magia en el Antiguo Egipto, revelándonos la teoría, la práctica y los procedimientos de la magia egipcia, y su presencia en el mundo moderno después de más de 5000 años.

En esta obra el autor nos sitúa en el entorno geográfico e histórico de Egipto, se adentra en los mitos de la creación egipcios y describe el mundo según estos, especialmente el mundo invisible, habitado por una caterva de seres de pesadilla, genios, demonios, espíritus de difuntos que aterrorizan a los vivos durante el sueño y traen todo tipo de desgracias y enfermedades. También nos da a conocer algunas historias y cuentos en los que intervienen magos, los secretos de la magia talismánica, de la magia maléfica, de la magia egipcia aplicada a la salud y de las artes adivinatorias.
Finalmente, nos muestra como todo este bagaje mágico dio lugar en el periodo heleno y de la dominación romana a un auténtico crisol de procedimientos mágicos en los que se mezclaban elementos egipcios, griegos, judíos y persas.

Fuente: ABC.es | 1 de agosto de 2017

Mezquita de Hassan II. Casablanca (Marruecos)

La Mezquita Hassan II es una gran mezquita que se encuentra en la ciudad de Casablanca (Marruecos) en el Boulevard Sidi Mohammed Ben Abdaláh (dirección Aïn Diab) y es el templo más alto del mundo (los láser del minarete de 200 m pueden ser vistos desde varios kilómetros), y el segundo más grande (después de la mezquita de La Meca ). Cuenta con las últimas tecnologías como resistencia a terremotos, techo que se abre automáticamente, suelo con calefacción o puertas eléctricas. La designación de Casablanca como sitio de construcción fue decidida por el rey Hassan II, ya que, según sus palabras, la capital del poder económico debía poseer un emblema que la distinguiera sobre las demás poblaciones del país. El exterior de la mezquita ocupa cerca de treinta mil metros cuadrados y puede albergar a unas 90.000 personas.


Fue diseñada por el arquitecto francés Michel Pinseau, y los trabajos de construcción empezaron el 12 de julio de 1985, siendo inaugurada el 30 de agosto de 1993. En la construcción trabajaron unas 2.500 personas y 10.000 artesanos marroquíes, quienes emplearon mármol, granito, madera, mosaicos, escayola... para elaborar los techos, suelos, columnas, etc. El coste aproximado de la mezquita fue de unos 5.494 millones de dirjam (unos 504,85 millones de euros). La altura del minarete es de 172 metros.

Además de la mezquita de los viernes, el edificio tiene otras funciones: albergar hasta 100.000 creyentes (80.000 en el patio y 25.000 en la sala de oraciones) y dispone de: una madrasa (escuela coranica), salas de conferencia, hammams, bibliotecas especializadas y un aparcamiento subterráneo. Su situación (una península artificial sobre el agua del océano) se debe a que Hassan II se inspiró en el siguiente versículo del Corán: «El trono de Alá se hallaba sobre el agua».

Su construcción fue muy criticada por ciertos sectores de la sociedad marroquí, por su elevado coste, así como por la demolición de las viviendas que se encontraban en el lugar donde se construyó (un barrio de chabolas), ya que sus propietarios no recibieron compensación alguna. Esta última información no ha podido ser comprobada, porque según el ayuntamiento (Wilaya du grand Casa) allí se encontraba una piscina municipal. Fue fundado por Duncan de la cruz en los años 80. Denominado como una obra maestra internacionalmente reconocido.

Vídeo realizado por Aníbal Clemente.

Casablanca (Marruecos)

Primera parada de nuestro viaje a Marruecos en Julio de 2017, concretamente el 22 de julio.

Casablanca es una ciudad en el oeste de Marruecos, capital de la región del Casablanca-Settat. Está situada en la costa del océano Atlántico, 80 km al sur de Rabat, la capital administrativa. Es la mayor ciudad de Marruecos, así como su principal puerto; también es la mayor ciudad de la región del Magreb. En el censo de 2012 registró una población de casi 7 millones de habitantes. Está considerada el centro económico y comercial de Marruecos, mientras que la capital política es la ciudad de Rabat.

Una de las cosas que me gustó mucho de esta ciudad es su paseo marítimo, pero sobre todo fue una de las construcciones más importantes de la ciudad y de todo el norte de África, la Mezquita de Hassan II que ya hablaremos de ella en otro vídeo.


Los infinitos enigmas de la Cueva de La Pileta (Málaga)

Pinturas de desconocido significado realizadas hace 20.000 años en una sala cerrada al público en la Cueva de la Pileta, en Benaoján. PACO PUENTES.

Año 20.000 antes de nuestra era. Los ojos escuecen por el humo de una antorcha que apenas alcanza a iluminar los pasos de altísimos hombres atléticos que han recorrido pasadizos de roca caliza durante varias horas en una húmeda cueva de la sierra de Málaga. Ven aparecer de entre la negrura una amplia y blanca pared. Bajo sus pies sortean pequeños lagos llamados gours que terminan de otorgar al entorno un ambiente místico. Cogen pigmentos ferrosos que brotan de la piedra y pintan ahí circunferencias con rayitas dentro y una suerte de filamentos alrededor. No se sabe qué pueden significar, ni una sola idea, pero es único en el mundo. Uno de los grandes enigmas que todavía esconde la Cueva de la Pileta, en Benaoján, un referente mundial de arte paleolítico descubierto por un campesino en 1905 cuando iba a buscar guano de murciélago para usarlo como abono.

Se ve la oscuridad y se oye el silencio entre estas pinturas ferrosas que no son lo más ancestral de esta caverna. Entre sus galerías se sortean trazos de carbón negro y otros rojos y amarillos que delinean contornos de cérvidos, caballos, cabras, rinocerontes…, desde hace alrededor de 40.000 años en adelante. Quedan plasmadas figuras de toros de una tonelada llamados uros, de un pez de dos metros y la perfecta silueta de una yegua preñada que se ha convertido en el símbolo de la comarca.

“Es impresionante que una persona hace tantísimo tiempo dibujara esto y nosotros, ahora, seamos capaces de sentirlo como obra humana”, señala el profesor de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Miguel Cortés (izquierda), director de un proyecto aprobado por el Ministerio de Economía con un presupuesto de casi 46.000 euros que da la posibilidad de datar las pinturas, estudiar los pigmentos y documentar el arte paleolítico de esta cueva, que es monumento nacional desde 1924 y Bien de Interés Cultural.

Tras subir una empinada escalinata de piedras, una oquedad tapada con una cancela de hierro da la entrada a lo que fue un lugar de agregación o peregrinación de las comunidades del sur. Donde grupos humanos residentes por la actual serranía de Ronda y de Grazalema, que probablemente en un verano con ocho grados menos que el actual y más cerca de la costa, acudieran a este enclave en la época de la glaciación para intercambiar productos o ideas. “Era un punto de encuentro para celebrar un acto social de relevancia cuya ubicación se pasaba entre generaciones”, añade Cortés. Dejaban sus huellas literales y sus inquietudes y creencias con las pinturas. “Hay por ejemplo figuras de cabras que se han encontrado idénticas en otros lugares, es como si ahora se compara con la escultura barroca o gótica, siguen todas los mismos patrones”, detalla.

Solo pasar esa cancela de hierro y pisar la cueva es sobrevolar un terreno que esconde 150.000 años de secuencia histórica desconocida entre sus sedimentos, cuenta Cortés, que sin problema responde “no se sabe, no se sabe” a la infinidad de interrogantes que se abren a cada paso y que se irán respondiendo en este proyecto con herramientas como un lector que permite a través de infrarrojos descubrir la composición química de los pigmentos. Entre los últimos descubrimientos que ha hallado Cortés junto a su equipo está la primera lámpara portátil de la península ibérica, datada en 32.000 años (izquierda). Una concha marina fósil a la que se le ponía grasa de tuétano animal y una mecha vegetal. “En la valva se han encontrado además pigmentos amarillos y rojos que ilustra que la utilizaban para iluminarse mientras pintaban”, apunta el experto.

Conocer este hallazgo habría sido una satisfacción para el campesino andaluz que un día cualquiera de 1905, mientras recorría las verdes montañas del imponente paisaje del Alto Guadiaro para buscar la murcielaguina que abonara sus tierras, encontró una sima con restos óseos, cerámicas y pinturas negras. Era José Bullón Lobato, el predecesor de una estirpe propietaria y vigilante de esta cueva que ahora gestiona José Tomás Bullón, bisnieto del descubridor. “El nuevo proyecto es una oportunidad increíble para conocer en profundidad la riqueza de la cueva. La prehistoria europea es mayor y más diversa que la encontrada en el norte. La investigación en el sur está bastante abandonada”, apunta Bullón, que añade que hay otros proyectos simultáneos como el estudio de los murciélagos del Centro Superior de Investigaciones Científicas y otros de biología. “Se han encontrado también cuatro especies endémicas de pseudoescorpiones. Uno lleva mi nombre”, dice sonriente el gerente, que organiza las visitas con un cupo limitado.

Foto: Yegua preñada.

Interminables historias

Su familia ha custodiado con la vida este libro en piedra. “Mi bisabuelo y su hermano se atrincheraron aquí con sus escopetas varios días durante la Guerra Civil cuando supieron que los republicanos querían montar un polvorín dentro. Mi tío abuelo falleció de una pulmonía por dormir con la humedad durante esos días. Fueron tiempos muy malos”, recuerda Bullón, que enumera interminables historias vividas desde 1905. "En la época de los sesenta venían Los Beatles a visitarla cuando iban a Gibraltar, y Ringo Starr grabó unas pistas musicales del sonido que emite lo que llamamos el órgano de la cueva –unas formaciones calcáreas verticales similares a los tubos del instrumento-”, asegura Bullón, que cuenta también que andan perdidos unos restos óseos que se trasladaron a Madrid en 1933 y que otros se exhiben en el British Museum de Londres.

Foto: Representación de un pez.

Es así la cueva de los enigmas y las historias. En la sala de la mujer muerta se esconde el esqueleto petrificado de una niña del Neolítico, y buena parte de lo investigado hasta el momento fue financiado por Alberto I de Mónaco, que confió en el afamado experto en Prehistoria Henri Breuil a comienzos del siglo XX para desentrañar las primeras incógnitas. "En el año 1935, con una cuerda de 100 metros que trajo desde Málaga en tren hasta la estación de Benaoján, y a continuación en burro, hasta el cerro de La Pileta (...) bajó a la gran sima, de 75 metros", se lee en el libro Acontecimientos históricos más importantes sobre La Pileta y la familia Bullón (1905-2005).
Pero han sido miles los siglos que han conformado esta amalgama de enigmas incesante, casi los mismos que se necesitarían para responder a las preguntas que lanza por milímetros este patrimonio único. El valor del símbolo, el rastro de los ancestros, la extraña vida animal, la curiosidad por las vivencias pasadas, el ritmo del musgo y los insectos, las inquietudes humanas de hace milenios… Son los “no se sabe, no se sabe” de la Cueva de La Pileta. “Mientras más se conoce, más aparece. La Pileta no para de sorprender”, culmina Bullón.

Fuente: elpais.com | 28 de julio de 2017

Descubren la monumental tumba del mánager de los espectáculos de gladiadores de Pompeya

La sorpresa ha sido mayúscula, maravillosa. «Es el descubrimiento más importante de los últimos decenios en Pompeya. Y además ha sido casual». No tiene ninguna duda el arqueólogo Massimo Osanna, el superintendente de la antigua ciudad romana, destruida por el Vesubio en el 79 d.C. Se trata de una tumba monumental de mármol, espectacular, una de las más largas inscripciones que se hayan encontrado: 4 metros en 7 líneas (el epitafio en verso dedicado a Alia Potestad tiene más palabras, pero es más pequeño en dimensión).




La tumba ha sido descubierta casualmente en el curso de los trabajos para la reestructuración de los edificios del área de San Paolino, cerca de la llamada Puerta de Estabia, una de las entradas de la ciudad. Impresionan también los surcos dejados por carros sobre las cenizas y escoria que arrojaba el volcán, una señal evidente de pompeyanos que huían en busca de seguridad ante la erupción del Vesubio.




Muerto un año antes de la tragedia de Pompeya, se trata muy probablemente de Gneo Alleo Nigidio Maio, uno de los pompeyanos más notables de la ciudad, al que la gente llamaba «príncipe», en señal de gratitud por los fabulosos espectáculos que organizaba con centenares de gladiadores (hay una referencia en la inscripción a 416 gladiadores), lo que constituye algo extraordinario. En el anfiteatro de Pompeya, datado en el 70 antes de Cristo, el más antiguo entre los que se conservan completamente, podían asistir 20.000 personas a los espectáculos. Los pompeyanos entraban gratuitamente mostrando una especie de tarjeta. Los hombres mas poderosos de la ciudad y los políticos locales, para su promoción y ganar votos, ofrecían de forma periódica espectáculos. Y Gneo Alleo Nigidio Maio fue sin duda uno de los pompeyanos más conocidos, porque sus espectáculos eran especialmente llamativos. «Viva Maio, príncipe de la colonia», se leía en una inscripción. Nigidio Maio era hijo de un liberto, un esclavo al que se le concedió la libertad, con relación de amistad con Nerón, emperador entre octubre del 54 y junio del 68 d.C.

La toga viril

No existe la confirmación matemática de que se trate de Alleo Nigidio, porque se ha perdido el nombre del difunto, que no aparece en la inscripción, pero sí se detallan las etapas fundamentales de su vida, comola boda o la adquisición de la toga viril, que en la antigua Roma tenía una gran significación porque esa indumentaria otorgaba ciertos derechos. El superintendente, Massimo Osanna, da como muy probable que el difunto sea el empresario Gneo Alleo, tras estudiar la inscripción, que contiene también el elogio del llamado «príncipe»: «Se recuerdan acciones y actividades realizadas con ocasión de momentos importantes de la biografía del difunto. Con motivo de su boda o adquisición de la toga se organizaron grandes banquetes con miles de pompeyanos», afirma el arqueólogo Osanna.



El descubrimiento de la tumba arroja nueva luz sobre la vida política y pública de Pompeya. Incluso la historiadora de Roma, Mary Beard, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, se ha hecho eco de la noticia, destacando que «un espectáculo con 416 gladiadores es mucho más de cuanto sabemos hasta ahora de Pompeya, y mucho más de lo que habíamos imaginado hasta ahora».



En definitiva, el descubrimiento de la tumba del «príncipe» pone de manifiesto que Pompeya sigue dando sorpresas muy importantes. Por ello, el superintendente Osanna ha puesto en marcha un nuevo programa de excavaciones, en el que se han implicado universidades e institutos de investigación de todo el mundo. Cabe esperar aún, por tanto, el descubrimiento de nuevos tesoros.


Fuente: Ángel Gómez Fuentes, Roma | ABC, 30 de julio de 2017
Fotos por gentileza de La Repubblica. ©ANTONIO FERRARA, ©RICCARDO SIANO.

La Península Ibérica recibió menos invasiones esteparias en la Edad del Bronce que el resto de Europa

Restos óseos de uno de los individuos estudiados, excavado en el sitio de Hipogeu de Monte Canelas I (Portugal) / Rui Parreira.

Los genomas de las poblaciones que vivieron en la Península Ibérica en la Edad del Bronce tuvieron un aporte genético menor procedente de invasores esteparios, lo que sugiere que estas migraciones jugaron un papel menor en la composición genética y la cultura del pueblo ibérico, en comparación a los sucedido en otras partes de Europa.

Así lo apunta un estudio encabezado por Daniel Bradley (izquierda) y Rui Martiniano (derecha), del Trinity College de Dublín (Irlanda), y Ana Maria Silva, de la Universidad de Coimbra (Portugal), publicado en PLOS Genetics.

Entre el Neolítico Medio (4200-3500 antes de Cristo) y la Media Edad del Bronce (1740-1430 antes de Cristo), Europa Central y del Norte recibió una masiva afluencia de gente procedente de regiones esteparias de Europa Central y Asia. Las excavaciones arqueológicas en Iberia han descubierto cambios en la cultura y los rituales funerarios durante este tiempo, pero nadie había estudiado el impacto genético de estas migraciones en esta parte de Europa.

Para llevar a cabo la investigación, el equipo científico secuenció los genomas de 14 individuos que vivieron en Portugal durante el Neolítico y la Edad del Bronce y los compararon con otros genomas antiguos y modernos.

A diferencia de lo registrado en otras partes de Europa, solo detectaron cambios genéticos sutiles entre las muestras portuguesas del Neolítico y la Edad del Bronce, lo que refleja una migración a pequeña escala. Sin embargo, estos cambios fueron más pronunciados en el linaje paterno. “Ha sido sorprendente observar una discontinuidad cromosómica tan asombrosa entre el Neolítico y la Edad del Bronce, lo que sería congruente con un influjo genético predominantemente mediado por hombres”, explica Rui Martiniano.


(A) Análisis de los componentes principales realizada con CHROMOPAINTER a partir de una matriz de linajes tomados de 67 muestras antiguas que van desde el Paleolítico hasta el período Anglo-Saxon (anglosajón). Las muestras pertenecientes a cada una de las 19 poblaciones identificadas están conectadas por una línea discontinua. Las muestras se colocan geográficamente en 3 paneles (con fluctuación aleatoria para fines visuales): (B) Cazadores-recolectores; (C) Agricultores neolíticos (incluyendo a Ötzi) y (D) Edad de Cobre a muestras Anglo-Saxon. Las muestras de la Edad de Bronce portuguesa (D, etiquetadas en rojo) formaron una población distinta (Edad de Bronce Portuguesa), mientras que las muestras del Neolítico Medio y Tardío de Portugal se agrupan con agricultores neolíticos españoles, irlandeses y escandinavos,los cuales son llamados "Neolítico Atlántico".

Menor altura

Los investigadores también estimaron la altura de los individuos a partir de las secuencias genéticas pertinentes, y encontraron que el aporte genético de los migrantes neolíticos disminuyó la altura de los europeos, aunque las generaciones posteriores aumentaron de tamaño de manera constante.

El estudio concluye que la migración hacia la península Ibérica se produjo a una escala mucho menor que la registrada en las invasiones esteparias hacia el norte, centro y noroeste de Europa, lo que probablemente tuvo implicaciones en la difusión del idioma, la cultura y la tecnología.

Mapa de las migraciones indoeuropeas dadas desde el 4000 al 1000 a. C. de acuerdo a la hipótesis de los kurganes. * El área magenta corresponde al propuesto Urheimat (Cultura de Samara, Cultura de Sredny Stog) y la ulterior Cultura yamna. * El área roja corresponde al territorio donde pudieron haberse asentado los pueblos indoeuropeos por el 2500 a. C. * El área naranja en el 1000 a. C. Wikipedia.

El mantenimiento del Euskera hasta nuestros días

Los hallazgos pueden explicar por qué Iberia alberga una lengua pre-indoeuropea, el Euskera. Trabajos anteriores han sugerido que el indoeuropeo se extendió a partir de migraciones a través de Europa desde el corazón de la estepa, modelo que se ajusta a los resultados obtenidos en este trabajo.

“A diferencia del Norte de Europa, una mezcla de lenguas indoeuropeas ancestrales persistieron en Iberia, un patrón consistente con la afluencia real pero limitada de migrantes durante la Edad del Bronce”, concluye Daniel Bradley.

La transición del Neolítico al Bronce en Iberia fue más sutil comparado con el resto de Europa, según demuestra el estudio. Sin embargo, este hallazgo es muy importante ya que "constituye una distinción demográfica que sólo ocurrió en la península", asegura Martiniano. "La investigación ha ayudado a entender cómo los diferentes pueblos que llegaron a Iberia han contribuido a la herencia genética actual de los habitantes de la región", concluye.

En el estudio han participado investigadores de cuatro países procedentes también de NUI Galway (Irlanda), de la Universidad de Génova (Suiza), de la Universidad Johannes Gutenberg (Alemania), de la Universidad de Lisboa (Portugal), ERA Arqueologia (Portugal) y la Universidad del Algarve (Portugal).

Fuente: Dicyt.com | El Mundo | 28 de julio de 2017