Sa-Nakht el faraón de la III dinastía con una altura inusual para su época

Foto: Fragmento donde se menciona al Faraón, que se encuentra en el Museo Británico.

Hace poco más de un mes, arqueólogos chinos descubrieron una ciudad inusual que fue habitada por personas inusuales. Las excavaciones, realizadas cerca de la localidad de Jinan, al este del país, revelaron estructuras de más de 100 edificios con más de 200 enterramientos de hace 5 mil años, muchas de las tumbas contenían personas de 1,90 metro de altura.
Si bien en la actualidad medir, 1,90 m no resulta significativo, en esa época era totalmente desproporcionado y más si se tiene en cuenta que el promedio actual de los hombres chinos es de 1,65 m.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Zurich, Suiza, reveló un hallazgo bastante similar: descubrieron que el faraón egipcio Sa-Nakht también tenía una altura fuera de registro para su época.
Los científicos, que pertenecen al Instituto de Medicina Evolutiva, analizaron por años de manera minuciosa los restos los restos del faraón para concluir que debió medir casi dos metros.
"Sa-Nakht o Sanajt era un hombre notablemente alto para su tiempo, ya que tenía alrededor de 1,87 m. de altura. Estudios previos sobre momias egipcias han demostrado que la altura promedio para los hombres en ese entonces era de alrededor de 1,68 m.", explicó Michael Habicht, egiptólogo de la universidad y co-autor del trabajo publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology.

Foto: La calavera desproporcionada del emperador, hallada hace más de un siglo, fue el disparador de la investigación.

El especialista explicó que si bien "la mayoría de la antigua realeza egipcia estaban mejor alimentados y en mejor estado de salud que el resto", por lo que era posible que sean más altos, "no hay antecedentes de este tipo en toda la historia de Egipto". "Hasta el momento -dijo Habicht a Live Science– el testimonio de mayor altura correspondía a Ramses II, que vivió más de un milenio después de Sa-Nakht y medía 1.75m".

Los restos fueron encontrados en 1901, en la mastaba k2, en el yacimiento de Bet Jalaf. Y lo que más llamó la atención entonces fue el gran tamaño de su cráneo. Sin embargo, durante muchas décadas, estas tumbas faraónicas fueron "abandonadas" por los científicos, hasta que el equipo de Zurich decidió indagar más en aquella famosa calavera de medidas fuera de lo ordinario.

Sa-Nakht fue un soberano de la III dinastía egipcia (que comienza en el 2700 a.C. con su reinado y termina c. 2630 a.C. con Huny) y da comienzo al periodo que los historiadores modernos denominan como "Imperio Antiguo de Egipto".

De acuerdo a los científicos, las pruebas realizadas parecen confirmar que Sa-Nakht padecía gigantismo, provocado por un mal funcionamiento de la hipófisis y que genera un crecimiento desmesurado de varias partes del cuerpo. De esta manera afirman que sería el caso oficial más antiguo sobre la enfermedad.

Fuente: Infobae, 8 de agosto de 2017

Arqueólogos hallan un pecio hispano con gran cantidad de ánforas del siglo I-II d.C. en el mar Egeo

Arqueólogos griegos han hallado los restos de un barco ibérico del siglo I o II después de Cristo en aguas del archipiélago de Furni, en el mar Egeo, que iba cargado de ánforas, un tesoro sin parangón por la cantidad de vasijas descubiertas.

«Se trata de ánforas del tipo Dressel 38 y Beltran IIA, fabricadas en los alrededores de Cádiz, y es la primera vez que se halla en el Egeo un cargamento de este tipo», explica a Efe el arqueólogo responsable de la investigación, Yorgos Kutsuflakis.

El cargamento se halló en un zona marítima de alta actividad comercial durante los primeros siglos después de Cristo.


«En los tiempos romanos el Mediterráneo se había transformado en un inmenso mercado único gracias a la seguridad que ofrecía la Pax Romana a las rutas marítimas», explica el arqueólogo para añadir que esto explica la presencia de productos de España y de Túnez en esa zona del Egeo.
«La gran cantidad de ánforas halladas durante toda la operación indica que el principal cargamento de los naufragios eran líquidos, como aceite y vino», dice Kutsuflakis, que añade que han sido hallados también cargamentos de salsas para pescado.
La investigación arqueológica submarina en Furni comenzó en 2015 con la contribución de RPM Nautical Foundation, un organismo no lucrativo que se dedica al apoyo de la arqueología marítima.

Investigación previa

El motivo para lanzar una investigación arqueológica submarina en este lugar fue un estudio previo que había hecho este arqueólogo sobre una colección de ánforas que se exponen en el museo arqueológico de Icaria hallada allí por pescadores.
El arqueólogo destaca que para la realización del proyecto «el apoyo incondicional de la población local» fue un factor determinante y añade que los pescadores dieron a los arqueólogos información crucial para la localización de los naufragios.
Las ánforas que se exponen en el museo arqueológico de Icaria indicaban, según Kutsuflakis, que el estrecho entre esta isla y la de Samos, donde está el archipiélago de Furni, formaba parte de una ruta marítima del pasado y que allí podía haberse producido un número considerable de naufragios.


La operación arqueológica ha conseguido localizar y estudiar hasta ahora 53 naufragios, la mayoría de los cuales se sitúan a una profundidad de entre 60 y 120 metros, por lo que es necesario el uso de un submarino operado por control remoto.

Además del barco que transportaba las ánforas fabricadas en la actual Cádiz (la entonces Gades romana) este año han sido descubiertos otros siete naufragios.
De las embarcaciones hallada se extraen solo los objetos más indicativos del cargamento, para un estudio más detallado.

Los hallazgos prueban que por el estrecho entre Icaria y Samos pasaba una ruta marítima que «unía el mar Negro con las islas de Rodas y Chipre» y que «era muy frecuentada desde el inicio de los tiempos romanos hasta el siglo VII», destaca Kutsuflkakis.
«La fundación de Constantinopla, a comienzos del siglo IV, por el emperador romano Constantino I el Grande, intensificó el comercio en esta ruta», precisa el arqueólogo.

Territorio local

A partir de la llegada de los árabes a la costa del Mediterráneo en el siglo VII, y del consiguiente comienzo de la actividad de corsarios en esa zona, la ruta declina y tan solo operan allí pequeñas embarcaciones locales.
El coste de cada operación de investigación, que dura entre veinte y treinta días, oscila entre 40.000 y 50.000 euros.

El arqueólogo precisa que esta cifra no incluye el coste diario de 8.000 euros del barco de investigación, pues la RPM Nautical Foundation lo pone a disposición de forma gratuita.
Kutsuflakis espera que, algún día, en el archipiélago de Furni sean posibles visitas guiadas de buceadores a los naufragios.

«Desgraciadamente, en tiempos de crisis es difícil disponer de los fondos para organizar este tipo de actividades», dice.

Además de Furni, hay un gran número de restos de naufragios de la antigüedad potencialmente accesibles a los buceadores en otros lugares del mar Egeo, como en el golfo sur de Eubea, en el estrecho entre Lavrion y Macrónisos, cerca del cabo de Sunion, o en Alonnisos, en las Espóradas del norte.

Fuente: EFE | ABC, 9 de agosto de 2017

Hallan un cráneo de 13 millones de años emparentado con los humanos y todos los grandes simios vivientes

Alesi, el cráneo de una nueva especie de simio encontrada en Africa. Foto: Fred Soor

Todo indica que Alesi tuvo un destino fatídico: con sólo un año y cuatro meses puede haber perecido cubierto por la ceniza despedida durante una enorme erupción volcánica. En un área afectada por sucesivos eventos de ese tipo, su cuerpo se desintegró, pero su pequeño cráneo fosilizado se preservó casi intacto durante nada menos que 13 millones de años. En 2014, John Ekusi (izquierda), un "cazador de fósiles", lo descubrió en capas de roca del área de Napudet, al oeste del Lago Turkana, en el norte de Kenia.
"John trabaja en el Instituto de la Cuenca de Turkana. Él vio la parte superior del cráneo sobresaliendo de la tierra... Tiene una mirada aguzada", cuenta por email Ellen Miller (derecha), antropóloga de la Universidad Wake Forest e integrante del equipo internacional que hoy describe el inusual hallazgo en Nature.

"Alesi" es el apodo que los científicos le pusieron a una nueva especie, Nyanzapithecus alesi (del vocablo "ales": "ancestro" en la lengua de Turkana), cuyo cráneo notablemente completo sugiere cómo pudo haber sido un pariente de la base de la familia de los simios vivientes. Sería algo así como un lejano tío abuelo de los humanos, chimpancés, gorilas, orangutanes y gibones, y el más completo conocido hasta ahora de un primate extinto de esa antigüedad. La investigación estuvo en manos de un equipo internacional conducido por Isaiah Nengo, de la Universidad Stony Brook, en Estados Unidos, y ayuda a contestar algunas preguntas que se hacían los científicos que estudian la evolución.

Foto: Akai Ekes y John Ekusi observan cómo Isaías Nengo levanta el bloque de arenisca con Alesi, después de seis horas de excavación / Isaiah Nengo.


"Los fósiles de simio son tan raros que estamos más que contentos cuando encontramos aunque sea un diente. El más antiguo que se conoce, de 25,2 millones de años, es apenas una mandíbula. Porciones de cráneos fosilizados y huesos de las extremidades son especialmente escasos y fueron descubiertos para solo un puñado de especies que vivieron en Africa hace entre 23 y 5 millones de años. Nengo y equipo describen un fósil tan raro que nunca pensé que se iba a descubrir en mi vida", escribe en un comentario de la misma revista Nature, Brenda Benefit (izquierda), del departamento de Antropología de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos.
Humanos, monos y simios somos primates. Nosotros, los orangutanes, gorilas, chimpancés y gibones somos simios.

A diferencia de los monos, no tenemos cola. Los simios caminamos más erguidos que los monos, somos más grandes y poseemos un cerebro más desarrollado. También tenemos un período de gestación más largo. "Otra diferencia entre monos y simios es el uso de herramientas", apunta Rolando González-José (derecha), director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas del Conicet (Cenpat).

Humanos y chimpancés tenemos un ancestro común que vivió en Africa hace entre seis y siete millones de años (Sahelanthropus tchadiensis, apodado "Toumaï") y desde entonces muchos fósiles espectaculares revelan cómo evolucionaron los humanos, explica en un comunicado la Fundación Leakey, que, junto con la National Geographic Society, las fundaciones Fulbright y De Anza, entre otros, financiaron las investigaciones.

El cráneo fosilizado, del tamaño de un limón y de 13 millones de años de antigüedad. FOTO: CHRISTOPHER KIARIE / ISAIAH NENGO.

Pero poco se sabe acerca de la evolución de los ancestros de simios y humanos hace más de diez millones de años. Por eso, no se conocía con precisión si el ancestro de humanos y simios se había originado en África ni cómo era. "El hallazgo es una «figurita difícil», porque el ambiente selvático es muy agresivo para la fosilización y cubre un bache en una época, el Mioceno, en la que estos animales empezaron a evolucionar a tasas rápidas y a salir de África hacia Asia", dice González-José.

"Éste es el único cráneo conocido de un simio de entre 17 y 7 millones de años de antigüedad -agrega Miller-. Corresponde a un grupo de simios extintos que existió en el momento y lugar para estar cerca del origen de todos los grandes simios vivientes, incluyendo a los humanos".


El interior del fósil ha sido examinado con una potente máquina de rayos X de gran resolución en el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF), situado en Grenoble (Francia). FOTO: PAUL TAFFOREAU.

Conocido por su número de catalogación en el museo, KNM-NP 59050, Alesi permite atisbar ese pasado brumoso. Para entender su mensaje, explica Benefit, los investigadores usaron una técnica llamada microtomografía de rayos X , que permite extraer imágenes en 3D de los dientes en desarrollo dentro de la mandíbula. "Se trata de un método apasionante, porque permite ver el grado de madurez de los dientes, a partir del análisis de las oleadas de esmalte que depositamos cada cinco días, como los anillos de un árbol, en los molares metidos adentro de la mandíbula", ilustra González-José.

El análisis del tamaño del cráneo sugiere que si Alesi hubiera alcanzado la adultez habría pesado unos 11,3 kilos. "En relación con este peso, la cavidad craneana, de 101 mililitros de volumen, es sustancialmente más grande que la de 35 mililitros de volumen de los monos del Viejo Mundo para el mismo período", afirma Benefit.

El lugar del hallazgo, indicado con una bandera roja, se encuentra en Napudet, al oeste del lago Turkana, en el norte de Kenia. FOTO: ISAIAH NENGO.



En conjunto, el cráneo de Nyanzapithecus alesi tiene características similares a las de los gibones y los grandes simios. Sin embargo, aunque probablemente fue muy parecido en aspecto a los primeros, con una boca diminuta y una nariz pequeña, los autores evitan describirlo como un ancestro directo porque ellos tienen brazos inusualmente largos que los ayudan a deslizarse rápidamente a través de los árboles, y este espécimen parece haberse movido con mayor cautela. Lo dedujeron a partir de la estructura de su oído interno.

"Aquí se ve la evolución en mosaico: la cara bien retraída, metida debajo de la frente, las órbitas inferiores proyectadas, como inflamadas, y amplia separación entre los ojos. Los gibones se encuentran entre los primates que despliegan un repertorio locomotor más amplio, tienen hasta ocho maneras de desplazarse: caminan en dos patas o en cuatro, y tienen cuatro o cinco sistemas de locomoción arbórea. Entonces, presentan adaptaciones no sólo en las clavículas y extremidades, sino también en el canal auditivo. Los órganos del equilibro son muy característicos en gibones porque, como están patas para arriba o para abajo, entonces desarrollaron canales semicirculares grandes en relación con la cabeza, justo detrás del tímpano. Ahora bien, de este fósil uno esperaría que tuviera ese tipo de canales semicirculares, pero son cerrados y chiquitos, más parecidos a los nuestros, y como nuestras cabezas están más estabilizadas a lo largo del día, no necesitamos tener órganos de equilibrio tan sofisticados. Este «bicho» tiene rasgos de gibón, pero sin duda desplegaba una locomoción más lenta, sin tanta velocidad en el desplazamiento", explica González-José.

"Para dejarlo en claro: éste no es exactamente el ancestro común de humanos y simios (las chances de encontrar un ancestro preciso de cualquier grupo son muy pequeñas) -aclara por email Chris Gilbert (izquierda), del Hunter College, en Nueva York-, pero es un fósil íntimamente relacionado con ese estadio evolutivo. Y dado que está vinculado con el ancestro de todos los simios vivientes y los humanos, nos da una buena idea de cómo ese ancestro común puede haber sido. El valor de este espécimen es que se encuentra más completo que ningún otro conocido y representa un grupo de simios sobre los que veníamos discutiendo desde hace bastante tiempo. Nuestros análisis muestran que esta apariencia evolucionó muchas veces en simios extintos y no solo en los gibones".

Según Gilbert, el trabajo en esta pieza empezó en 2014, inmediatamente después de su descubrimiento. "Nuestro equipo analizó y comparó su anatomía durante los últimos dos años y medio, lo que implicó trabajar mucho tiempo en grandes museos internacionales, revisando todos los especímenes de bebés de simios y monos que pudimos encontrar con una antigüedad similar a la del fósil. Hicimos muchas mediciones e incluso tomamos tomografías computadas de todos ellos para hacer una comparación tan completa como puidéramos. A pesar de que nos tomó más de dos años, es un fósil asombroso... y ¡valió la pena!"


El equipo de investigadores del Turkana Basin Institute cuando el fósil Alesi fue descubierto en septiembre de 2014. De izquierda a derecha: Abdala Ekuon, John Ekusi, Isaiah Nengo, Bernard Ewoi, Akai Ekes y Cyprian Nyete. FOTO: ISAIAH NENGO.

Fuente: lanacion.com.ar | 9 de agosto de 2017

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Así pudo ser el ancestro común de simios y humanos



Tenía el tamaño de un limón. El joven local John Ekusi, que se ganaba las habas como cazador de fósiles, acababa de extraer de la tierra algo parecido a un cráneo diminuto, en un yacimiento desértico y olvidado al oeste del lago Turkana, en Napudet (Kenia). Era un día de septiembre de 2014. Hoy, un equipo de científicos anuncia que ese cráneo, de 13 millones de años, “revela el posible aspecto del ancestro común de los humanos y de todos los simios vivos”, según un comunicado del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).

“Es la primera prueba de cómo nosotros, como seres humanos, y nuestra familia directa, es decir los grandes simios y los gibones, empezamos a evolucionar como un grupo distinto, separado de los monos”, sostiene el paleontólogo neerlandés Fred Spoor (izquierda), líder de la investigación junto al keniano Isaiah Nengo. Su equipo ha bautizado la nueva especie Nyanzapithecus alesi, empleando la palabra ales, que en el dialecto local significa ancestro.

Del individuo de Napudet —denominado cariñosamente Alesi, a secas, por los investigadores— solo se ha encontrado su cráneo fosilizado, el más completo de un simio extinto descubierto hasta la fecha. Los científicos explican que era una cría, de unos 16 meses, que quizá murió sepultada por una erupción volcánica. El hallazgo, publicado hoy en la revista Nature, es muy relevante, porque cubre un gran vacío de fósiles de una época, el Mioceno, en la que surgieron como setas múltiples especies de simios y nuestros ancestros. Pero varios expertos independientes piden cautela.

“Es un hallazgo fantástico, pero los autores van demasiado lejos en su interpretación”, opina Salvador Moyà Solà (derecha), director del Instituto Catalán de Paleontología. A su juicio, un cráneo de un individuo infantil, sin otros huesos, es insuficiente para proclamar su lugar exacto en la evolución. “La batalla ahora es intentar averiguar cuál de los taxones fósiles conocidos es el más cercano al antepasado común de los humanos y los grandes simios”, señala.


Moyà Solà tiene su propia candidata en esta pelea. En 2015, su equipo presentó en la revista Science los restos de Laia, una hembra adulta de un hominoideo extinto que vivió hace unos 12 millones de años. Los hominoideos son un grupo de primates sin cola que incluye al ser humano y a los simios antropomorfos, tanto a los pequeños (los gibones) como a los grandes (orangutanes, gorilas, bonobos y chimpancés). Su antepasado común debió de existir hace entre 15 y 20 millones de años, según los análisis de ADN.

Laia, cuyos huesos fósiles aparecieron en un vertedero de Els Hostalets de Pierola (Barcelona), “se acercaba más sin lugar a dudas” a la morfología del ancestro común, según Moyà Solà. Para el paleontólogo, la especie de Laia, Pliobates cataloniae, sugiere que el último ancestro común de los hominoideos actuales pudo ser más similar a los gibones que a los grandes antropomorfos, como gorilas y chimpancés.
“Es muy atrevido decir que el Nyanzapithecus alesi está cerca del ancestro común”, coincide la paleoantropóloga boliviana Marcia Ponce de León (izquierda), experta en la evolución de los hominoideos. Los descubridores del nuevo fósil afirman que su hallazgo, en cualquier caso, apuntala la teoría de que el ancestro de simios y humanos se originó en África, no en Eurasia, como defienden otros especialistas. Para Ponce de León, investigadora de la Universidad de Zúrich (Suiza), no está tan claro.


“En el mismo periodo de tiempo, hace entre 20 y 10 millones de años, hay fósiles en Asia. No se puede decir que el origen es africano y que Nyanzapithecus alesi es similar al ancestro común, porque es un fósil más entre tantos”, advierte la científica. Ponce de León recuerda la tremenda penuria de datos —los simios eran poco abundantes y sus huesos fosilizaban mal en selvas húmedas— y la inmensa dificultad para interpretarlos. “Es imposible postular cuál fue el ancestro común”, zanja.
El equipo de Spoor ha exprimido científicamente el cráneo de Alesi. Los investigadores llevaron los restos fósiles al Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón, en Grenoble (Francia). Allí, los científicos iluminaron lo que queda de Alesi con rayos X 100.000 millones de veces más brillantes que los utilizados en los hospitales. Las imágenes obtenidas revelaron la estructura de la cavidad cerebral, del oído interno e incluso de los incipientes dientes adultos, todavía sin salir en la boca de la cría.

Los resultados muestran que el cráneo y los dientes de Nyanzapithecus alesi son similares a los de algunas especies de gibones. Sin embargo, los autores destacan el pequeño tamaño de sus conductos semicirculares, unos tubitos ubicados en el oído interno que contienen fluido y ayudan a mantener el equilibrio. Para Spoor, este rasgo significa que Alesi no se movía con acrobacias por los árboles, como los actuales gibones, sino que su locomoción era más lenta y menos ágil.

El prehistoriador Manuel Domínguez Rodrigo (derecha), codirector del Instituto de la Evolución en África, celebra el descubrimiento, pero es prudente. “Es muy importante para saber cómo era la cara de un simio de hace 13 millones de años, pero es un hallazgo colateral. Es posible que se pareciera al ancestro común. Y es igualmente posible que no”.

Fuente: elpais.com | 9 de agosto de 2017

Descubren el campamento desde el que Augusto culminó la conquista en El Cincho (Cantabria)

Excavaciones en El Cincho.

El emperador Augusto viajó a Tarraco en el año 27 con la intención de participar y ponerse al frente de las guerras contra cántabros y astures y, de este modo, culminar la conquista de la Península y fortalecer su figura personal al frente del Imperio. Ahora, investigadores del Grupo Arqueología e Historia en el Imperio Romano de la Universidad de Cantabria (UC), dirigido por José Manuel Iglesias, en concreto el arqueólogo Manuel García Alonso, responsable de las excavaciones en el yacimiento de El Cincho (La Población, Campoo de Yuso), identifican los dos campamentos localizados en este enclave al norte del embalse del Ebro como el punto de partida para la batalla definitiva en las campañas del año 26 o del 25 antes de Cristo.

«Las tropas romanas avanzaban desde Sasamón y, después de haber mantenido enfrentamientos en Bernorio, Ornedo o La Poza, hacen retroceder a los cántabros hasta la Sierra del Escudo. Por ello manejamos la hipótesis de que estos campamentos de verano, de casi 17 hectáreas -muy grandes-, pudieron ser el punto de partida para la batalla definitiva tanto desde el punto de vista militar como desde el punto de vista histórico ya que esta victoria fue el triunfo más grande de las legiones romanas sobre las tribus cántabras, lo que permitió encumbrar al Emperador en Roma y cerrar el templo Ara Pacis -lo que significaba que la Paz se había establecido en todos los territorios del Imperio-», comenta Manuel García, descubridor de este yacimiento en el 2000 y que ahora está en dando grandes novedades arqueológicas.

Estas hipótesis de trabajo las conoció este martes de primera mano el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz, que visitó este yacimiento y el de Camesa acompañado por la directora de Cultura, Marina Bolado, por los respectivos alcaldes, Eduardo Ortiz (Campoo de Yuso) y Fernando Franco (Valdeolea) -ambas corporaciones colaboran con el proyecto- y por científicos de la UC que coordina el catedrático de Historia Antigua, José Manuel Iglesias.

Vista aérea del lomo de la muralla principal.

Puertas en clavícula

En El Cincho, durante esta campaña los arqueólogos han excavado el muro de cierre de uno de los recintos campamentales, que saben -por análisis de polen- que se levantó entre mayo y junio. Además, han centrado sus trabajos en una de las puertas en clavícula sobre la que pudo haber una torre de vigilancia, de dos o tres plantas, así como una estructura de madera a modo de pasarela por encima del portón de madera. Este sistema es conocido en otros campamentos de los limes (fronteras) germánico o británico, pero único hasta la fecha en la arqueología de la Península Ibérica. Se estima que la empalizada podía tener unos cuatro metros de altura.

Tiene claro el equipo, que en esta zona coordina García Alonso, que se trataba de un campamento de temporada, que apenas se usó algo más de un mes por una legión, que probablemente esperaba aquí la llegada de abastecimientos y refuerzos -por ello hay un segundo recinto más amplio y ligeramente posterior en el tiempo, para las tropas auxiliares- antes de afrontar la batalla decisiva. Ciertamente, el enclave de ambos campamentos superpuestos es estratégico ya que controlan el paso hacia la sierra del Escudo -unos 40 km a la redonda-; otra prueba de ello es que durante la Guerra Civil, en agosto de 1937, aquí hubo pozos de tiradores y trincheras desde el que se defendía la posición ante el avance de las tropas italianas.


Entre los hallazgos muebles de este área cabe destacarse proyectiles de piedra, la tachuela de la caliga de un legionario romano, el eslabón de una cadena y un quinario de plata que confirma el horizonte cronológico de las operaciones. Debieron ser estos campamentos de corta ocupación, por lo que es normal que no se encuentren muchos materiales, siendo lo más relevante las estructuras e interpretaciones que contextualizan históricamente los descubrimientos arqueológicos.

Sobre la desaparición de los campamentos, los arqueólogos tienen claro que éstos no fueron atacados por las tribus indígenas, sino que fueron destruidos por las propias legiones romanas en el momento en el que los abandonan para avanzar hacia el norte al tiempo que otras unidades procedentes de Aquitania desembarcaban en la costa con el fin de avanzar y sorprender por la retaguardia a los cántabros. En todas las zonas excavadas hay testimonios de incendio intencionados ya que para la estructura de los campamentos se empleó básicamente la madera.


Itinerario arqueológico

La Consejería de Cultura contempla la creación de un itinerario arqueológico en Campoo-Los Valles que englobe los tres yacimientos más emblemáticos y con mayores posibilidades didáctico-turísticas: Camesa–Rebolledo, el campamento romano de El Cincho y la ciudad romana de Julióbriga, así lo ha adelantado el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz, en el transcurso de la visita que ha realizado a los trabajos de excavaciones en El Cincho y en Camesa-Rebolledo.
Estos proyectos forman parte del programa de investigación Paisaje Histórico de Campoo-Los Valles que desarrolla el grupo ‘Arqueología e Historia en el Imperio Romano’ del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Cantabria, dirigido por José Manuel Iglesias y que estudia uno de los periodos más apasionantes de la historia que Cantabria.


El consejero Ramón Ruiz manifestó que estos tres yacimientos conforman entre todos «una interesante y atractiva zona arqueológica», motivo por el cual la Consejería estudiará el diseño de un itinerario «que dé a conocer esta secuencia histórica que va desde las guerras cántabras hasta los asentamientos romanos». Además de destacar su “innegable” valor científico, el consejero quiere "que estos yacimientos sean un motor de desarrollo y promoción para esta comarca”.
El titular de Cultura recordó que al inicio de esta legislatura se puso en marcha un ticket conjunto para visitar Julióbriga y Camesa Rebolledo que ha significado que este último yacimiento registre un sensible aumento de visitantes. En ese sentido, ha señalado que Camesa-Rebolledo recibió el año pasado 2.115 visitantes, lo que supuso un 20% más con respecto al 2015 (1.637). En cuanto a Julióbriga, fueron un total de 8.010 los visitantes, un 5% más con respecto al año 2015 (7.625), cifras éstas que, para Ramón Ruiz, «son estimables pero que también nos obligan a implantar iniciativas que nos ayuden a un crecimiento de las mismas de manera sostenible y a la largo de todo el año».


Trabajos arqueológicos en Camesa.
Camesa: Unos baños públicos del siglo III
En Camesa, el consejero de Cultura, Ramón Ruiz, visitó e incidió en la importancia de poner en valor como recurso turístico los restos de unas termas romanas de carácter público que los investigadores datan en el siglo III. Durante los trabajos, que pueden ser visitados porque están a escasa distancia de las ruinas de El Conventón y del centro de interpretación, se han recuperado fragmentos de estucos con los que se decoraban las paredes, fragmentos de mosaicos que cubrían las estancias calefactadas por el hipocausto, fragmentos de cerámica sigillata, una canalización de agua, así como objetos de hierro y bronce. Estos hallazgos han dinamizado las visitas a Camesa un 20% en el último año.

Fuente: diariomontanes.es | 9 de agosto de 2017

Descubren prácticas rituales caníbales de hace 15.000 años en una cueva de Reino Unido

Foto: "El grabado era un componente determinado de la práctica de canibalismo, rica en connotaciones simbólicas. Sin embargo, lo que es excepcional en este caso es la elección de material -hueso humano- y el contexto de canibalismo en el que se produjo". Silvia Bello, investigadora del Museo de Historia Natural de Gran Bretaña.

Los huesos grabados desenterrados en una cueva de Somerset han revelado nuevas pruebas de macabros rituales que involucraban canibalismo llevados a cabo por los primeros humanos en Gran Bretaña.

El último análisis de los huesos, que se descubrió por primera vez en los años 80 en la Cueva de Gough en la garganta de Cheddar, muestra signos de haber sido cortado usando sofisticadas técnicas de carnicería, decoradas y roídas por sus semejantes hace 15.000 años.


Las investigaciones previas de los restos, pertenecientes a un niño de tres años, dos adolescentes y al menos dos adultos, ya apuntaban a la espantosa posibilidad de que los individuos habían sido comidos por sus compañeros humanos tempranos.

Hasta ahora, sin embargo, no estaba claro qué forma había tomado este acto extremo. Algunos sugirieron que los individuos habían sido consumidos no para la nutrición, sino como un homenaje a los espíritus de los muertos. Otros lanzaron la posibilidad del “canibalismo de la crisis”, donde los seres humanos del compañero fueron comidos en las agonías del hambre y de la desesperación durante un invierno áspero.


El último análisis, centrado en un solo radio de hueso, resuelve parcialmente esta pregunta al sugerir que había al menos algún elemento de ritual en los procedimientos sangrientos.


El estudio describe por primera vez incisiones decorativas en zigzag sobre el hueso que parecen haber sido llevadas a cabo entre el proceso de sacrificio y el consumo.

Con información de The Guardian
Fuente: PSN, 9 de agosto de 2017
Fotos y artículo de referencia: Bello SM, Wallduck R, Parfitt SA, Stringer CB (2017) An Upper Palaeolithic engraved human bone associated with ritualistic cannibalism. PLoS ONE 12(8): e0182127. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0182127

Impactante: Un nuevo estudio genético reescribe la historia de los neandertales

El Homo heidelbergensis (modelo de artista), precursor de los neandertales, vivió en África, Europa y Asia occidental, entre 600.000 y 200.000 años atrás. Era un antepasado humano temprano que fue extinto mucho antes de que los seres humanos modernos emigraran a Eurasia desde África.

Una nueva forma de utilizar el ADN para escudriñar la historia de la humanidad está reescribiendo lo que los expertos saben de nuestros primos extintos hace miles de años, los neandertales, dijeron el lunes investigadores estadounidenses.

Estudios previos habían sugerido que cerca del final de su existencia, hace unos 40.000 años, la población neandertal no superaba los mil individuos. Sin embargo, un estudio de 2015 mostró que estas estimaciones representan menos individuos neandertales que si la población se subdividía en grupos regionales aislados. El equipo de Utah sugiere que esto explica la discrepancia entre estimaciones anteriores y su propia estimación, mucho más grande sobre el tamaño de la población de neandertal, de acuerdo con el trabajo publicado en las Actas de la Academia Estadounidense de Ciencias (PNAS). Así, en realidad, eran globalmente mucho más numerosos.

"La idea es que existieron estas pequeñas poblaciones geográficamente aisladas, como islas, que interactuaban de vez en cuando, pero tendían a permanecer entre ellos", dice Ryan Bohlender (izquierda), un investigador del Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas, coautor del estudio.

Usando un nuevo método de análisis de secuenciación del ADN, los investigadores hallaron que el linaje de Neandertal-Denísova casi se extinguió después de separarse de los seres humanos modernos. Apenas 300 generaciones más adelante, los neandertales y los denisovanos divergieron el uno del otro hace alrededor 744.000 años, mucho antes de lo que se creía. Entonces, la población global de los neandertales creció en decenas de miles de individuos que vivían en poblaciones fragmentadas y aisladas dispersas por toda Eurasia.

"Hay una rica colección de fósiles de neandertales y de muchos lugares donde dejaron vestigios", subrayó Alan Rogers (derecha) profesor de antropología en la Universidad de Utah y quien dirigió el estudio. "Es difícil imaginar que esto hubiera sido posible si la población no superaba las mil personas en la Tierra, especialmente en Europa. Nuestras estimaciones muestran la presencia de una gran población neandertal que contribuyó al patrimonio genético de los humanos modernos", sostuvo Rogers en un correo electrónico enviado a la AFP.

Este nuevo enfoque confirma las estimaciones anteriores de que los euroasiáticos de la actualidad tienen alrededor de 2% de genes neandertales en su genoma.
El análisis también revela que los neandertales y los denisovanos compartían una única mutación antes de su separación, lo que permitió fechar esta divergencia entre estas dos líneas arcaicas.

Cuello de botella

Para su estudio, los científicos utilizaron un método estadístico para reconstruir la evolución de los diferentes grupos de población --africanos y eurasiáticos modernos, neandertales y denisovanos-- basado en la frecuencia de los rasgos genéticos compartidos.
Así es posible determinar cuándo estos grupos se separaron y los tamaños de las poblaciones respectivas que han contribuido a la reserva genética.


Estos árboles poblacionales con árboles genéticos incrustados muestran cómo las mutaciones pueden generar patrones de nucleótidos. Las cuatro puntas de las ramas de cada árbol genético representan muestras genéticas de cuatro poblaciones: africanos modernos, eurasiáticos modernos, Neandertales y Denisovanos. En el árbol izquierdo, la mutación (mostrada en azul) es compartida por los genomas de Eurasia, Neandertales y Denisovanos. En el árbol derecho, la mutación (mostrada en rojo) es compartida por los genomas de Eurasia y Neandertales. Crédito: Alan Rogers, Universidad de Utah

Este último estudio también mostró un cuello de botella insospechado en la historia de los neandertales y los denisovanos, revela el profesor Rogers.

Se dice que una población ha sufrido un cuello de botella cuando ha experimentado un drástico descenso en el número de miembros y la posterior aparición de una nueva población formada por los sobrevivientes de la antigua, con características genéticas radicalmente diferentes.
El hecho de que los neandertales y los denisovanos divergieran mucho antes también sugiere que el Homo heidelbergensis, un homínido extinto, fue uno de los primeros neandertales, sostiene también Rogers. El Homo heidelbergensis vivió en Europa entre 650.000 y 300.000 años antes de nuestra era.
Los neandertales desaparecieron de la faz de la Tierra hace 38.000 años, es decir, 2.000 años después del hombre de Denísova que vivía en Asia oriental, desde Siberia hasta el sur de Asia.

El número de neandertales que caminaron sobre la Tierra podría haber sido decenas de miles más de lo que muchos científicos pensaban previamente, según la nueva investigación. En la foto se muestra la historia revisada de la historia de la humanidad en África y Europa basada en los nuevos hallazgos (las fechas son estimaciones).

Fuentes consultadas: elheraldo.co | Universidad de Utah | dailymail.com| 7 de agosto de 2017