¿Cómo y dónde vivieron los últimos cazadores de la prehistoria asturiana?

TRABAJOS DE EXCAVACIÓN DEL GRUPO DEL PROFESOR ARIAS EN LA CUEVA DEL ALLORU, EN BALMORI (LLANES)

Hace cuatro años, un equipo del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), perteneciente a la Universidad cántabra y dirigido por el catedrático de Prehistoria, Pablo Arias, encontraba en la cuelva del Alloru, en Balmori, la primera zona de hábitat relacionada con los asturienses, la población de transición entre los últimos nómadas cazadores y los primeros agricultores sedentarios en la costa oriental asturiana. El descubrimiento añadía un suelo inédito a lo que ya se sabía sobre los habitantes de la Asturias del Mesolítico, hace más de 8.000 años; una nueva y fundamental línea en un relato prehistórico que desde ayer busca en el enclave llanisco nuevos datos que confirmen la hipótesis de Arias corroborada en 2013: que los asturienses no habitaban en cuevas, como se ha pensado la mayor parte del tiempo, sino en campamentos más o menos estables al aire libre.

A ello se aplicarán durante al menos dos semanas una docena de investigadores encabezados de nuevo por el profesor Arias. Trabajarán, en principio, en El Alloru, pero si la progresión de resultados y el tiempo acompaña, puede que extiendan su actividad a otras posibles zonas de hábitat en los alrededores. La excavación -que forma parte de un proyecto de mayor alcance que investiga el Mesolítico en la fachada atlántica, desde el sur de Portugal hasta la costa de Bretaña- podría así añadir nuevos datos al conocimiento en suelo asturiano y en el contexto de la Europa atlántica de un periodo crucial en una de las más profundas evoluciones culturales de la humanidad.

«Cuando empezamos a trabajar en 2013 teníamos la hipótesis de que estos últimos grupos de cazadores debían de vivir al aire libre, en cabañas. Hicimos una campaña de prospección geofísica con un magnetómetro, que nos permitió detectar una serie de sitios que tenían buen aspecto para haber tenido este tipo de asentamientos, y en uno de ellos, cerca de la cueva del Alloru, encontramos lo que parecía ser parte de una estructura de este tipo: una zona de hábitat al aire libre, con una serie de agujeros de poste», relata Pablo Arias sobre los antecedentes de los trabajos que ayer reinició en el área.

Pablo Arias, en el centro, con dos colaboradores en la cueva del Alloru durante la campaña de 2013. / E. C.

A partir del descubrimiento de lo que se consideró como «el primer sitio de hábitat asociado a Asturias» en esa fase del Mesolítico, se intentará ahora ampliar la excavación en esa zona y extenderla a otros sectores, como la sierra de la Borbolla, «donde la prospección mostró alguna otra anomalía que podía ser relevante», pero no pudo ser investigada en la campaña anterior. «Ahora», añade Arias, «queremos explotar un poco más esa fuente de información a ver dónde podemos llegar».


Espacio doméstico: «en pañales»

Los yacimientos de asturienses que se conocen desde hace prácticamente un siglo eran en su mayor parte concheros, «acumulaciones de lapas y bígaros que corresponden más bien a zonas de acumulación de residuos, pero no a sitios donde vivieran o tuvieran sus campamentos y cabañas», explica Pablo Arias. Sí se dispone de información más abundante sobre su dieta y sus formas de subsistencia, así como sobre su comportamiento funerario. «Pero sobre la organización del espacio doméstico estamos totalmente en pañales», admite el catedrático de la Universidad de Cantabria: «A pesar de que hace cien años que se descubrió el asturiense y que se han excavado muchos sitios, son poco adecuados para resolver estos problemas, porque se ha buscado siempre en cuevas. Pero lo que estamos descubriendo es que ellos, normalmente, en cuevas, no vivían. Más bien, parece que vivían fuera», explica.

Sobre las expectativas con las que se emprende el trabajo, el investigador señala que «lo ideal sería definir mejor esta zona de hábitat completamente, con los hogares, la estructura de habitación». «Sabemos que hubo unos postes ahí clavados, pero aún lo tenemos todo mal definido; queremos ver con más detalle cómo son esas cabañas, cómo se distribuyen los objetos en su interior para ver cómo organizaban el espacio en esta zona de Europa; estimar si se trata de asentamientos efímeros o estaban más tiempo, unos meses o unos años en el mismo lugar…», enumera.

Trabajos en la cueva de L´Alloru, en Balmori.

Mientras que en la zona del sur de Portugal donde han excavado este mismo año se conocen bien desde hace más de medio siglo estructuras habitacionales como las que ahora se buscan en Llanes, en Quiberon -en el departamento bretón de Morbihan- no se habían hallado rastros de ellas hasta que el grupo del profesor Arias descubrió algo similar a lo hallado en Asturias. A partir de ahí -señala- «interesa comparar lo que estamos descubriendo en estas dos regiones con lo que hacían en Asturias en esa misma época». «En Bretaña se conocía bien la subsistencia y el mundo funerario, porque hay un par de cementerios impresionantes, pero la primera cabaña bien definida es la que ha aparecido en el contexto de nuestra investigación», puntualiza.

La expectativa es que la comparación llegue a revelar similitudes, pero también diferencias. «Las sociedades eran parecidas, pero el medio en el que se movían es un poco distinto. Tanto en Portugal como en Bretaña, habitaban zonas más bien de estuario, mientras que estos grupos de Asturias están en una costa rocosa. Ya lo veremos».

Fuente: lavozdeasturias.es | 24 de octubre de 2017

Un neandertal discapacitado sobrevivió hasta los 40 años gracias a la ayuda de sus compañeros

Cráneo de un neandertal conocido como Shanidar 1, el cual muestra signos de haber recibido un golpe en la cabeza (región frontal derecha) a una edad temprana. (Foto: Cortesía de Erik Trinkaus).

Los restos fósiles de un neandertal discapacitado de hace 50.000 años, conocido como Shanidar 1, fueron descubiertos en 1957 durante unas excavaciones en la cueva de Shanidar, en el Kurdistán iraquí, por Ralph Solecki, un arqueólogo estadounidense y profesor emérito de la Universidad de Columbia (EE.UU.).

Lo sorprendente es que, habiendo perdido un antebrazo (derecho), teniendo una evidente cojera y siendo sordo, este individuo haya llegado a sobrevivir en el Pleistoceno hasta la edad de 40 años que se estima tenía cuando falleció. La explicación es que debió de recibir ayuda de sus congéneres para evitar a los depredadores, según indica un nuevo análisis publicado en la revista Plos One.

“Su discapacidad lo habría hecho presa fácil de los omnipresentes carnívoros de su entorno y dependía de otros miembros de su grupo social para sobrevivir", cuenta Erik Trinkaus (izquierda), coautor del estudio y profesor de Antropología en la Universidad de Washington, en St. Louis (EE.UU.).

Shanidar 1 sufrió un fuerte golpe en el costado de la cara, fracturas y la amputación del brazo derecho por el codo. Padeció lesiones en la pierna derecha y una condición degenerativa sistemática. En el nuevo análisis sobre sus restos, Trinkaus e investigadores del Centro Nacional Francés de Investigación Científica confirman, además, que los crecimientos óseos en los canales auditivos de Shanidar 1 le habrían producido una pérdida auditiva profunda. Aparte de sus otras debilidades, esta privación sensorial lo habría vuelto altamente vulnerable en el contexto del Pleistoceno.

Dos vistas de los canales auditivos del fósil de neandertal Shanidar 1, los cuales muestran deformidades sustanciales que probablemente habrían causado una sordera profunda. (Fotos: Cortesía de Erik Trinkaus).

Como señalan los autores, la supervivencia como cazadores-recolectores en su época presentaba numerosos desafíos, y todas esas dificultades habrían sido marcadamente pronunciadas de sufrir un deterioro sensorial. Al igual que otros neandertales que se han destacado por sobrevivir con diversas lesiones y uso limitado de brazos, Shanidar 1 probablemente requirió un apoyo social significativo para alcanzar la vejez.

"Las debilidades de Shanidar 1, y especialmente su pérdida de audición, refuerzan la humanidad básica de estos humanos arcaicos, muy difamados, los neandertales", concluye Trinkaus.

Fuentes: nmas1.org | Washington University in St. Louis | 24 de octubre de 2017

Las excavaciones de la necrópolis de Vilanera descubren 17 tumbas prehistóricas

Un grupo de arqueólogos trabajando en la necrópolis de Vilanera en l'Escala (Cedida por el Departament de Cultura / ACN)

La campaña de excavaciones en el yacimiento arqueológico de la necrópolis de Vilanera, en l’Escala (Alt Empordà. Gerona), han puesto al descubierto 17 nuevas estructuras funerarias datadas del Bronce final y la primera Edad de Hierro. Los resultados permitirán ampliar el conocimiento sobre el uso de esta zona y reconstruir la evolución de este territorio, anterior al enclave griego de Empúries.
Los trabajos, que se acabaron la semana pasada, están impulsados por el Departamento de Cultura y el Ayuntamiento de l’Escala. Se han centrado en el llamado sector 3, al límite sur del monte. Las excavaciones se retomaron en 2016, cuando esta zona, situada al oeste del término del municipio y su área adyacente, fueron declaradas Espacio de Protección Arqueológica por parte de la Cultura.
La primera intervención excavó la zona que protegía varias inhumaciones y una estructura megalítica central, que se pudo vincular al primer período de uso funerario durante el Neolítico medio. Los trabajos realizados a lo largo del mes de septiembre han priorizado, en cambio, excavar la necrópolis de incineración que, siglos más tarde, se extendieron a los pies del monte y que ya había quedado al descubierto en actuaciones realizadas entre 1999 y 2000.

Detalle de una de las tumbas de la necrópolis de Vilanera, en l'Escala (Cedida pel Departament de Cultura / ACN)

En concreto, se han localizado tres tumbas incineradoras que se pueden atribuir al Bronce final. Estas estructuras contenían una urna cerámica con restos de la incineración. También se han descubierto 14 estructuras más de la primera edad de Hierro (del siglo VII a.C.) y que consisten en fosas excavadas en el subsuelo donde también se depositaba una urna con restos humanos quemados y piezas cerámicas.

La campaña la ha realizado un equipo de arqueólogos dirigidos por Dolors Codina y ha contado con la participación de una treintena de estudiantes de varias universidades de la península y de Italia, en colaboración con el Museu d’Arqueologia de Catalunya-Empúries.

Fuente: lavanguardia.com | 18 de octubre de 2017

Los cultivos evolucionaron 10 milenios antes de lo pensado

Agricultores palestinos recogen trigo durante la temporada de cosecha anual en Rafah, cerca de la frontera con Israel, en el sur de Gaza. Una nueva investigación sugiere que los primeros cazadores-recolectores comenzaron a impactar en la evolución de las primeras cepas de trigo tan tempranamente como hace 30.000 años en el sur de Levante. Foto de UPI / Ismael Mohamad.

Los cazadores-recolectores prehistóricos comenzaron a afectar sistemáticamente la evolución de las cosechas hace unos 30.000 años, es decir, 10 milenios antes de lo que los expertos pensaban, según una nueva investigación de la Universidad de Warwick (Reino Unido).

El profesor Robin Allaby (izquierda), de la Escuela de Ciencias de la Vida de dicha Universidad, ha descubierto que la recolección de cultivos humanos era tan extensa, ya en la última Edad de Hielo, que comenzó a repercutir en la evolución del arroz, el trigo y la cebada, lo que desencadenó un proceso que convirtió a estas plantas de salvajes en domesticadas.

En Tell Qaramel, un enclave en el actual norte de Siria, la investigación demuestra evidencias de que el trigo einkorn se vio afectado hace unos 30.000 años, y el arroz hace más de 13.000 años en el sur, este y sudeste de Asia.
Además, se pudo comprobar que el trigo emmer se vio igualmente afectado hace 25.000 años en el sur de Levante, y la cebada, en la misma región geográfica, hace más de 21.000 años.

Los investigadores rastrearon la línea de tiempo evolutiva de los cultivos en estas áreas mediante el análisis de la evolución de las frecuencias génicas de los restos vegetales descubiertos por la arqueología en las zonas mencionadas.

Las plantas silvestres contienen un gen que les permite romper o extender sus semillas ampliamente. Cuando una planta comienza a ser recolectada a gran escala, la actividad humana altera su evolución, modificando este gen y haciendo que la planta retenga sus semillas en lugar de propagarlas, adaptándolas al entorno humano y, finalmente, a la agricultura.
El profesor Allaby y sus colegas hicieron cálculos de los restos arqueobotánicos de cultivos mencionados que contenían genes "no rompedores" -los genes que causan la retención de las semillas- y descubrieron que la recolección humana ya había comenzado a alterar su evolución milenios antes de las dataciones previamente aceptadas.

El estudio muestra que las plantas de cultivo se adaptaron a la domesticación exponencialmente hace unos 8.000 años, con el surgimiento de la tecnología de la hoz, pero también que la selección cambió propiamente con el tiempo. La investigación hace hincapié en que los orígenes de las presiones selectivas condujeron a la domesticación de cultivos mucho antes de lo que se ha venido estimando, en épocas geológicas consideradas inhóspitas para la agricultura.

La demostración de que los cultivos estaban siendo recolectados hasta el punto de ser empujados hacia la domesticación hace unos 30.000 años sugiere, por otra parte, la existencia de densas poblaciones de personas en aquellos momentos.

El profesor Robin Allaby comenta: "Este estudio cambia la naturaleza del debate sobre los orígenes de la agricultura, mostrando que los procesos naturales a muy largo plazo parecen haber conducido a la domesticación, poniéndonos a la par con el mundo natural, donde tenemos especies como las hormigas que han domesticado los hongos, por ejemplo".

Fuente: University of Warwick | 23 de octubre de 2017

Arqueólogos descubren una desconocida talla de madera de la cabeza de la reina faraónica Anjnesepepi II

Una misión de arqueólogos franceses y suizos de la Universidad de Ginebra descubrió una pieza tallada en madera que representa la cabeza y el cuello de la reina Anjnesepepi II, la madre del rey Pepi II, de la VI dinastía (2345-2181 a.C.), en la zona arqueológica de Saqara, situada al sur de El Cairo.

El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Waziri, detalló en un comunicado que la talla tiene 30 centímetros de longitud y precisó que las orejas de la reina están decoradas con pendientes de madera.

Al Waziri precisó que la hipótesis de que pertenece a Anjnesepepi II se fundamenta en que la talla fue hallada en una zona ubicada al este de la pirámide de la monarca, en la zona de Saqara.


Por su parte, el jefe de la misión, Philippe Collombert, agregó que el busto está en mal estado de conservación, por lo que será restaurado.

La semana pasada, la misión descubrió parte de un obelisco de granito rosado de la misma dinastía, de unas dimensiones de 130 centímetros de alto por 35 de ancho, también en la zona de Saqara.

Fuente: elmanana.com | 18 de octubre de 2017

Si alguien les dice que es descendiente de los “Aborígenes Canarios” o que se cree “Guanche” dígale que se lea este artículo

Mucha gente en Canarias está algo perdida sobre la historia real de las islas, y no es culpa suya. Muchas personas sesgan la información intencionadamente por ideologías políticas o todo tipo de intereses.

Hay mucha gente en Canarias que se creen descendientes directos de los aborígenes canarios y no son pocas páginas donde se pueden leer auténticas barbaridades, como si los mismísimos aborígenes canarios se hubieran teletransportado al siglo XXI y tuvieran acceso a Internet para quejarse de la colonización.

A continuación le mostramos un texto sobre la realidad de la historia de Canarias realizada por expertos con documentos y estudios verificados. No realizado por charlatanes de barra de bar.

Los aborígenes canarios

A diferencia del resto de los archipiélagos de la Macaronesia, las Islas Canarias se encontraban habitadas en el momento de ser descubiertas por los europeos. Desde el principio de la conquista, los cronistas relacionaron las costumbres y el dialecto de los aborígenes canarios con los de las poblaciones bereberes del noroeste africano. Desde entonces hasta hoy, numerosos estudios antropológicos y arqueológicos han tratado de determinar cuándo, cómo y desde donde llegaron los primeros pobladores de las islas.

Evidencias sobre el origen geográfico de los aborígenes canarios

La procedencia de la población aborigen canaria ha suscitado desde siempre un enorme interés. Desde el punto de vista histórico, para poder deducir el origen geográfico de los aborígenes, se ha recurrido tanto a la interpretación de fuentes escritas como a la de restos arqueológicos. Sin embargo, antes de llegar a cualquier conclusión, es de vital importancia que todas estas evidencias sean contrastadas empíricamente pore especialistas (arqueólogos, antropólogos, historiadores, filólogos). En el caso, por ejemplo, de las antiguas fuentes escritas, que deben ser interpretadas en su contexto histórico, porque la información que aportan puede estar sesgada o incluso ser errónea.

Esto es así porque, hasta fines del siglo XVI, las crónicas fueron escritas por los conquistadores, que interpretaban la sociedad y las costumbres indígenas desde una mentalidad occidental. Cuando llegaron los europeos al Archipiélago Canario en los siglos XIV y XV, con intención de conquista y colonización, se encontraron que las islas estaban habitadas por poblaciones que aparentemente tenían un desarrollo cultural diferente y dialectos diversos, que desconocían la navegación y que habían permanecido aislados. Desde esos primeros contactos, el origen de la población indígena se convirtió en un tema de especial atención tanto en la literatura pre-científica como científica. El interés por conocer la procedencia de los aborígenes canarios suscitó que, a lo largo de la historia, surgieran las más heterogéneas especulaciones sobre su origen, desde los míticos atlantes hasta los vikingos.

Muchas han sido las hipótesis sobre la procedencia de las antiguas poblaciones canarias, tantas que hoy existe una amplia bibliografía de historiografía centrada en analizar y explicar por qué surgen en cada época histórica visiones diferentes sobre el origen de los indígenas canarios y sobre el problema del poblamiento de las islas. En la actualidad, las investigaciones arqueológicas, antropológicas y filológicas apuntan hacia un indudable origen norteafricano de las poblaciones aborígenes canarias, emparentadas con el mundo protobereber y bereber.

Desde que se iniciaron los estudios de antropología física en Canarias, sustentados en procedimientos ya superados de carácter meramente descriptivos y de base raciológica, se establece una similitud entre los componentes físicos principales de las poblaciones antiguas canarias y las poblaciones norteafricanas prehistóricas y protohistóricas.

Por otro lado, se encuentra que determinados aspectos de la organización social y de la cultura material de los aborígenes canarios también se pueden relacionar con las poblaciones del noroeste africano, como es el caso de las viviendas semi-excavadas en el suelo, la forma en que enterraban a sus muertos o los tipos de cerámica encontrados.

En trabajos más recientes, los grabados rupestres y las escrituras del tipo líbicobereber encontradas en las distintas islas del Archipiélago, han proporcionado una prueba fehaciente de la relación de los aborígenes con poblaciones del ámbito bereber norteafricano. En algunos trabajos se ha planteado incluso que la denominación de muchas de las Islas Canarias parece corresponder con los antiguos etnónimos de tribus prerromanas norteafricanas, como la de los canarii, muy bien estudiada por Jiménez y Tejera.

De forma esporádica se han encontrado también evidencias de presencia de poblaciones europeas en Canarias, como son los supuestos materiales arqueológicos de origen romano encontrados en Lanzarote. Sin embargo, es muy difícil determinar la intensidad de dicho contacto y si existió realmente un establecimiento de esas poblaciones en las islas, que implicara un impacto económico y cultural en los aborígenes canarios.

Se sabe que los límites de la ocupación territorial del África occidental atlántica en el caso de los fenicios, púnicos y romanos, estaban situados en lo que actualmente sería la ciudad de Rabat, con la única excepción conocida de la isla de Mogador. Por esta razón, parece poco probable que existiera una ocupación política o una explotación económica del archipiélago. Sin embargo, las Islas Canarias no eran del todo desconocidas para las poblaciones mediterráneas, por lo que podrían haberse producido algunas empresas exploratorias y arribadas fortuitas. Por otro lado, dado el aislamiento cultural de las poblaciones indígenas, parece que estos contactos debieron ser puntuales y sin consecuencias en la forma de vida de los aborígenes.

Evidencias sobre el proceso de colonización aborigen de las Islas Canarias

Aunque se han propuesto numerosas razones que pudieron provocar la migración de los primeros pobladores a las Islas Canarias, si tenemos en cuenta la progresiva desecación del Sahara, es probable que las causas más importantes fueran de tipo económico y demográfico. Por otro lado, pudieron también existir razones de tipo político, como consecuencia de las diferentes influencias exteriores que actuaron sobre el Noroeste africano: la fundación de Cartago en el 814 a.C., la ocupación romana entre los siglos I a.C. y III d.C. y, las invasiones árabes en el siglo VII.

Sin embargo, la mayor incógnita probablemente no sea por qué sino cómo llegaron los primeros colonizadores a las islas, ya que todavía no existen evidencias del conocimiento de la navegación por parte de los aborígenes. Si atendemos a los documentos históricos, se tiene constancia de que los aborígenes eran buenos nadadores y disponían de ciertos medios primitivos de navegación, como odres inflados o troncos de drago ahuecados.

También se plantean varias hipótesis respecto a la forma en la que llegaron a las islas, ya que se desconoce si llegaron por sus propios medios o si fueron traídos a las islas. Por otro lado, no se sabe si vinieron de forma voluntaria o si fueron deportados.

Respecto a la fecha en que llegaron los aborígenes, existen numerosas dataciones absolutas en la actualidad, obtenidas de muestras procedentes de distintos yacimientos de todas las islas, que insisten siempre en un poblamiento tardío que corresponde con la mitad del primer milenio a. C. para la llegada de los primeros contingentes poblacionales.

Ya que en la mayoría de las islas se diferencian varias fases culturales superpuestas, se ha llegado a la conclusión de que la colonización del archipiélago se produjo probablemente por diversas migraciones desde el norte de África. La mayoría de los autores apuntan a una primera migración, procedente del Magreb, que crearía la cultura de sustrato en todas las islas, y una segunda que incorporaría elementos culturales saharianos. Estudios bioantropológicos sugieren que el poblamiento se produjo en tres momentos diferentes: dos oleadas consecutivas procedente de la zona de Magreb, a mediados del primer milenio y en torno al cambio de era, respectivamente; y una tercera de origen sahariano, en el siglo X d.C., que afectaría sólo a algunas islas.

La conquista de las Islas Canarias

Aunque se sabía de su existencia desde la antigüedad clásica, las Islas Canarias fueron olvidadas durante los siglos de crisis del Imperio Romano y la Edad Media. Durante este periodo, las poblaciones aborígenes canarias evolucionaron de manera independiente hasta que se produjo el denominado “redescubrimiento” de las islas.

Los primeros viajes a Canarias empezaron a realizarse a finales del siglo XIII por comerciantes europeos. También, navegantes castellanos y portugueses comenzaron a frecuentar los bancos pesqueros africanos. Estos viajes contribuyeron a mejorar el conocimiento sobre la navegación de la zona y a incrementar el interés hacia las Islas, centrado principalmente en la captura de esclavos y en la posibilidad de obtener suelo agrícola para implantar cultivos como el de la caña de azúcar.
Existieron también fuertes motivaciones políticas, como la lucha entre las monarquías lusa y castellana por incorporar las islas a su soberanía, como paso previo a la conquista y control de las costas africanas. Como fase inicial, se produjo en el siglo XIV una etapa de “precolonización” en la que se establecieron únicamente relaciones comerciales o evangelizadoras con la población aborigen.
La etapa de colonización propiamente dicha se llevó a cabo en el siglo XV mediante el dominio militar del territorio, la creación de nuevos marcos políticos administrativos, la remodelación de la población y la reordenación de las actividades económicas. La conquista de las Islas duró casi un siglo y se produjo en dos fases diferenciadas. En una primera etapa, denominada conquista señorial, La Corona de Castilla cedió a Béthencourt el derecho de conquista y colonización de las islas. Esta etapa abarca desde el inicio de la conquista en 1402 hasta el 1477, año en el que los Reyes Católicos reclamaron los derechos de conquista de las islas hasta entonces insumisas (Gran Canaria, La Palma y Tenerife). Esta segunda fase se conoce con el nombre de conquista realenga y abarcó desde 1477 hasta 1496, año en el que finalmente se incorporó Tenerife a la Corona de Castilla.

La conquista de las islas se inició con la llegada a Lanzarote de la expedición de navegantes normandos en 1402. Aunque inicialmente se establecieron pactos de amistad con los aborígenes de la isla, la ruptura de estos acuerdos y la esclavización de aborígenes, provocaron revueltas en la población indígena. Esta situación termina en 1404 con la llegada de nuevas tropas y con el sometimiento de la población aborigen, ya diezmada por las enfermedades y la esclavitud. La conquista de Fuerteventura es emprendida también por las nuevas tropas de normandos en 1404, en la que intervinieron aborígenes de Lanzarote, lográndose el dominio de la isla en 1405.

Tras estos acontecimientos, las fuerzas normandas tratan sin éxito la conquista de otras islas, lográndolo tan solo en la isla de El Hierro. Esto fue debido a que su poblaciónera poco numerosa, a causa de las acciones piratas y esclavistas realizadas por losnavegantes europeos.

La ocupación de La Gomera comenzó en 1420, cuando Maciot de Béthencourt se estableció en la isla. Esta primera etapa fue lenta y pacífica, aprovechando los pactos de amistad con algunos bandos gomeros. Fue a partir de 1455 cuando se inició realmente la conquista de la isla por parte de Fernán Peraza el Viejo. Tras la esclavización de gran número de aborígenes gomeros entre 1470 y 1480, se produjo una gran rebelión que culminó con una fuerte represión que marcaría la definitiva incorporación de La Gomera al Señorío de Canarias en 1488. Esta represión tuvo como consecuencia la muerte de un gran número de aborígenes y la esclavización de mujeres y niños, que fueron vendidos en los mercados peninsulares.

Por otro lado, la llegada de nuevos colonos, obligó a los aborígenes que permanecieronen la isla a ocupar una situación marginal. La conquista de Gran Canaria comenzó en 1478 por orden de los Reyes Católicos. La primera fase, comprendida entre los años 1478-1480, se caracterizó por una guerra de desgaste, centrada fundamentalmente en el noreste de la isla. En la segunda etapa, a partir del año 1480, las constantes capturas de esclavos y las epidemias desembocaron finalmente en la rendición definitiva de la isla en el año 1483. Sin embargo, algunos grupos de aborígenes perduraron alzados en armas en zonas de cumbres.

Aunque la isla de La Palma había estado expuesta a varios intentos de conquista a lo largo del siglo XV, la ocupación definitiva no comenzó hasta el año 1492. La empresa corrió a cargo de Alonso Fernández de Lugo, con la ayuda de hombres procedentes de Sevilla, así como de aborígenes de Gran Canaria y La Gomera. Un año después y tras diversas batallas se pactó una tregua entre los colonizadores y la población indígena de La Palma. Sin embargo, mediante engaño, el jefe de los guerreros palmeros acaba siendo apresado junto a gran parte de sus hombres, que fueron enviados a la península como esclavos.

Tras la incorporación de la isla a la Corona de Castilla, muchos de los aborígenes que quedaron en la isla también fueron esclavizados. A lo largo del siglo XV, Tenerife también había tenido una amplia presencia de comerciantes, misioneros y navegantes. La conquista de la isla, emprendida por Alonso Fernández de Lugo, fue un proceso relativamente corto (1494-1496), en el que se pueden distinguir varias etapas. En 1494 un contingente de hombres integrado por sevillanos y aborígenes de otras islas desembarcó en Tenerife, y tras sufrir una fuerte derrota se retiraron a Gran Canaria. En 1496 tuvo lugar un nuevo intento, esta vez definitivo, el cual se vio facilitado por el mal estado de salud de la población aborigen, diezmada por una epidemia denominada “modorra”.
La colonización de las Islas Canarias

La conquista y colonización de las Islas Canarias provocó una disminución de la
población aborigen, aunque es muy difícil estimar los datos demográficos anteriores a la llegada de los conquistadores y posteriores a la misma, ya que las fuentes de las que se dispone fueron escritas por cronistas europeos y su información puede estar sesgada. Lo que está claro es que el estilo de vida indígena se modificó drásticamente tras la conquista , ya que los aborígenes que quedaban se mezclaron con los colonizadores, mientras que otros fueron trasladados a otras islas o al continente, y en algunos casos, introducidos en el mercado esclavista europeo. Sin embargo, la política de conservación del pueblo indígena de Isabel la Católica favoreció su supervivencia y mestizaje. De los datos del Obispado de Canarias se deduce que en 1504 existían unas 1.200 familias aborígenes en todo el Archipiélago.
La población aborigen tras la conquista

En cuanto al número de aborígenes que sobrevivieron a la conquista, existen grandes diferencias entre las islas. Sin embargo, en todas ellas, la población indígena participó en el proceso repoblador; en el caso de los nobles, fusionándose con los jefes europeos, y en el resto, dedicándose a la ganadería e integrándose en otros grupos de su mismo nivel y consideración social. Dado el escaso número de mujeres europeas que había en las islas, algunas aborígenes accedieron por matrimonio a la categoría de colonizadoras.
Aunque Fuerteventura y Lanzarote no tenían una población indígena numerosa, ésta se intentó conservar a pesar de la esclavización y el traslado de muchos aborígenes.

Una isla más castigada en este sentido fue El Hierro que, incluso antes de la colonización europea, ya contaba con una población aborigen bastante reducida por las incursiones piratas. Tras la conquista, la isla del Hierro fue poblada por normandos, quedando tan sólo mujeres y niños aborígenes. Por otro lado, La Palma, castigada igualmente por las capturas piratas, sufre un proceso de esclavización masivo tras la conquista, quedando la población indígena relegada al sur de la isla. En el caso de La Gomera, en un principio se conservó gran parte de la población, e incluso algunos gomeros participaron en la conquista de otras islas. Esta situación cambió tras la rebelión de los gomeros, dando como resultado la esclavización y ejecución de muchos de ellos.
En Gran Canaria, una gran parte de los aborígenes que no habían sido esclavizados fueron deportados, salvo excepciones de algunos nobles, con la intención de impedir revueltas. Algunos indígenas de Gran Canaria participaron luego en la conquista de Tenerife, quedándose posteriormente en esta isla.Sin embargo, el número de aborígenes, esclavos o libres, que quedaron en la isla de Gran Canaria fue considerable.

En Tenerife, tras la conquista y la esclavización de una parte de la población, los supervivientes se concentraron en la zona sur, quedando otros grupos esparcidos por el resto de la isla. En 1519 se estima que la población indígena de Tenerife no sería mayor de 3.000.
La colonización europea

En un principio Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro fueron pobladas por normandos, andaluces y moriscos, incrementándose estos últimos con el aumento de las incursiones en África en busca de esclavos, a finales del siglo XV. En el resto de las islas, los colonos procedían de diversos lugares, siendo más numerosos los portugueses, españoles, italianos y flamencos.

Dentro de la población española que participó en la colonización, la mayoría procedía de Andalucía y fueron partícipes de las fases de exploración, saqueo y conquista. Posteriormente, se produjo la llegada de gallegos, especializados en tareas agrícolas y ganaderas. También llegaron algunos extremeños, que se dedicaron a la agricultura, y burgaleses que participaron en tareas comerciales.

Aunque a mitad del siglo XV hubo un corto periodo de ocupación portuguesa en La Gomera y Lanzarote, su mayor influencia se produjo tras la conquista. Los portugueses fueron los responsables de la introducción y desarrollo del cultivo de la caña de azúcar y su procesamiento. Existían, además, leyes que obligaban a los agricultores, tanto españoles como portugueses, a establecerse con sus esposas en las tierras que se les habían asignado para poder conservarlas. Algunos se instalaron en las costas como carpinteros de ribera o pescadores, pero sin lugar a dudas, una de las actividades más importantes llevadas a cabo por este colectivo de colonizadores fue la comercial, con todo tipo de mercancías incluyendo esclavos, tanto blancos como negros.

También llegaron italianos a las islas, procedentes en su mayoría de Génova, que estuvieron relacionados con la industria azucarera. La mayoría terminó fusionándose con las familias aristocráticas y ocuparon puestos importantes en la administración. Otras minorías europeas que llegaron a las islas fueron flamencos, ingleses e irlandeses, relacionados con las exportaciones comerciales a Europa del Norte. También algunos judíos y moriscos buscaron refugio en Canarias tras ser expulsados de Castilla y Portugal a finales del siglo XV.
El tráfico de esclavos en Canarias

Tras la conquista, debido al bajo número de aborígenes y la existencia de órdenes que los amparaban, se hizo necesaria la importación de mano de obra esclava procedente de las costas de Berbería (regiones costeras de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia). Mediante cabalgadas, compras a mercaderes portugueses o expediciones a Cabo Verde y Guinea, llegaron a Canarias esclavos moriscos y negros, necesarios en todos los sectores económicos, pero sobre todo en las plantaciones e ingenios de caña de azúcar.

El número de esclavos moriscos que llegaron a las diferentes islas fue variable. En Lanzarote y Fuerteventura su presencia fue mayoritaria, ejerciendo además como elemento repoblador. A finales del siglo XVI, en Fuerteventura constituyeron el 15,3% de la población, dedicándose principalmente a la agricultura y pastoreo.

En 1572 se prohibieron las cabalgadas, por lo que el comercio de esclavos se centró en los de raza negra. Los esclavos negros, procedentes de Berbería, Cabo Verde, Angola y Madeira, llegaron a Canarias de manos de mercaderes portugueses, siendo distribuidos de las islas mayores a las menores por comerciantes del archipiélago. En algunas islas, como Gran Canaria, llegaron a representar el 70% de la población esclava. En esta isla entraron unos 10.000 esclavos durante el siglo XVI, con un aporte regular de unos 100 individuos por año.
Influencia americana en Canarias

Es necesario destacar también la continua relación existente entre Canarias y América, lo que motivó importantes movimientos de población entre ellas. Los canarios, primero como conquistadores hasta finales del siglo XVI, y luego como colonizadores y trabajadores, protagonizaron diferentes oleadas de emigración a América, principalmente a Cuba, Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, Texas, Luisiana y Uruguay. Diferentes acontecimientos económicos y políticos en los países de destino de los canarios, motivaron posteriormente el regreso de familias enteras a las islas.
La población de Santa Cruz de Tenerife en los siglos XVII-XVIII: la Iglesia de La Concepción

Desde los inicios de la conquista, Santa Cruz de Tenerife ocupó un lugar importante en el Archipiélago Canario, primero como punto de arribada de las expediciones europeas y, una vez terminado el proceso de conquista, como puerto principal de las islas.

Tras la conquista, numerosos colonos europeos se asentaron en Santa Cruz de Tenerife, preferentemente en la salida de los barrancos, situación privilegiada por su cercanía al puerto. Los colonos, tras confiscar sus tierras, desplazaron a los indígenas y los dispersaron a lo largo de la isla. A los guanches que quedaron, se unieron muchos gomeros y canarios desterrados que, tras intervenir en la conquista, habían adquirido un estatus superior. Sin embargo, a pesar de la llegada de los colonos, en Santa Cruz se siguió manteniendo la base de la economía indígena, basada en la cría de ganado caprino. Durante este tiempo el desarrollo de la población fue lento y muchos abandonaron la zona debido a las malas condiciones económicas. En 1561, se estima para Santa Cruz una cifra de 57 viviendas y alrededor de 770 habitantes.

Posteriormente se empezó a desarrollar de forma gradual una nueva economía, basada en actividades agrícolas y mercantiles, además de mantener la cría de ganado caprino. En el siglo XVII, la mitad de los navíos procedentes de las Américas pasaba por el puerto santacrucero, convirtiéndose en el área receptora de productos manufacturados y alimenticios de importación. Ya en 1676, el número de habitantes en Santa Cruz supera los 2000.

A principios del siglo XVIII, se produjo un aumento demográfico coincidiendo con una época de prosperidad, en la que se ve favorecido el desarrollo de centros urbanos. Santa Cruz se convirtió en el puerto principal de las islas, al que llegan multitud de navíos europeos incluyendo ingleses, holandeses, suecos y daneses. Por otro lado, en 1718 el puerto santacrucero, según el reglamento del comercio canario-americano, se convirtió en el único autorizado para el tráfico con América y el de obligada arribada para el regreso en todo el Archipiélago Canario. En este momento, la población de Santa Cruz estaba formada por los indígenas que sobrevivieron a la conquista, los colonizadores peninsulares y europeos, y los esclavos.

En las partidas de casamiento, en las que a partir del siglo XVIII se obliga a mencionar la procedencia de los contrayentes, se observa que el 98% de las mujeres que se casan en Santa Cruz han nacido en las Islas, lo que indica un papel fundamental de la mujer canaria en la formación de la sociedad insular y en su estabilización. Dentro de los españoles, los andaluces y gallegos son los más numerosos.

Destaca también la presencia de población americana. Con respecto a los procedentes del extranjero, la mayoría son franceses, portugueses e italianos. Aunque, en los primeros tiempos de colonización la mayor parte de los esclavos de Tenerife eran guanches, en este momento la mayoría la constituyeron los negros y los moriscos. También, numerosos esclavos alcanzaron la libertad y vivieron en común con los españoles, mezclándose con ellos.

La Iglesia de La Concepción de Santa Cruz fue fundada en 1501. Desde su inicio hasta 1823, cuando se produjo la apertura del primer cementerio civil, la Iglesia de La Concepción fue usada con fines funerarios (Larraz y González, 1995). Esta costumbre, consistente en enterrar a los muertos tanto dentro como en los alrededores del templo, fue bastante común en las iglesias católicas hasta principios del siglo XIX. En el caso de La Concepción se registraron más de 12.000 entierros en el interior del templo y más de 15.000 si se cuentan los del exterior.

Teniendo en cuenta que la Iglesia de La Concepción albergó los enterramientos tanto de hombres libres como esclavos, estos restos pueden ser un ejemplo representativo de cómo era la sociedad de Tenerife en los siglos XVII-XVIII.

La población canaria actual

El crecimiento demográfico en las islas ha continuado desde entonces, llegándose a una población de unos 360.000 habitantes a principios del siglo XX y alcanzando los dos millones en la actualidad (INE, 2008). Las islas más pobladas son Gran Canaria y Tenerife con más de 800.000 habitantes y, las menos habitadas son La Gomera y El Hierro con unos 20.000 y 10.000 habitantes, respectivamente.

Como pueden ver, después de leer este extenso texto de la historia de Canarias, los orígenes de la población actual de Canarias, van desde múltiples naciones de Europa aportando colonos, pasando por esclavos de multitud de zonas de África y terminando en mestizos originarios de los casamientos de colonos europeos y castellanos con mujeres guanches.

El texto principal pertenece a la tesis doctoral realizada por Rosa Irene Fregel Lorenzo, investigadora del Departamento de Genética de la Universidad de La Laguna. A continuación puede bajarse el archivo pdf de su tesis doctoral completa, La evolución genética de las poblaciones humanas canarias.

Fuente: canariasenred.com | 13 de octubre de 2017