Hallan cientos de piezas arqueológicas en perfecto estado y éstas asombran a los científicos en Argentina

Se trata de un tesoro sin precedentes por la cantidad de piezas conservadas

En Argentina los científicos han hallado en una playa de la Tierra del Fuego cientos de piezas arqueológicas procedentes de un barco naufragado. Y aunque los hallazgos de barcos en esta parte del mundo no son una novedad, este descubrimiento ha sorprendido a los investigadores por la cantidad de piezas en perfecto estado de conservación.

"Es loza que corresponde a la segunda mitad del siglo XIX que fue fabricada en Inglaterra y que posiblemente estaba destinada al comercio en la costa pacífica", asegura Atilio Zangrando, arqueólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).


En aquellas remotas playas es posible encontrar una diversidad de utensilios y pertenencias de marineros y expedicionarios que hace cientos de años surcaron estas aguas con mayor o menor suerte. "Es un lugar donde hubo muchos naufragios. Es un lugar donde el mar se 'tragaba' los barcos; y queda todo ese vestigio que hace que haya toda una mística a descubrir e investigar", explica Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego.

Sin embargo, cuando baja la marea el equipo tiene que apresurarse a desenterrar las piezas más importantes antes de que el agua vuelva a cubrir todo, con el riesgo de que el material se dañe y ya no pueda ser recuperado. Luego, se lleva un registro del contexto donde fueron hallados los objetos y se empieza un proceso de conservación para amortiguar el impacto de su cambio de ambiente.


Las piezas hablan y su contexto histórico es fundamental para reconstruir una historia. En este caso se trata de las huellas del encuentro de dos mundos que empezó con la conquista española y continuó con la era industrial, en la que Europa se siguió lanzando a las aguas para ocupar esas latitudes.

Fuente: CONICET

Descubren los restos de un crucero de EE.UU. hundido en la Segunda Guerra Mundial

El USS Juneau sufrió el impacto de un torpedo japonés durante la batalla de Guadalcanal, ocurrida en aguas del Pacífico el 13 de noviembre de 1942

El equipo de una expedición en el sur del océano Pacífico financiada por el filántropo y cofundador de Microsoft Paul Allen ha descubierto los restos del crucero estadounidense USS Juneau, hundido en tiempos de la Segunda Guerra Mundial por un torpedo japonés.

Los fragmentos de la nave fueron encontrados el pasado 17 de marzo, día de San Patricio, a 4.200 metros de profundidad cerca de las costas de las islas Salomón. Un sonar lateral del buque de investigación R/V Petrel detectó la presencia del crucero, y al día siguiente, el 18 de marzo, los investigadores desplegaron un ROV (vehículo operado remotamente) para verificar el hallazgo mediante la grabación de un video.

El USS Juneau fue hundido el 13 de noviembre de 1942 durante la batalla de Guadalcanal. La explosión tras el impacto de un segundo torpedo nipón partió el buque en dos y se cobró la vida de la mayoría de la tripulación. Entre los 687 fallecidos se encontraban los cinco hermanos Sullivan, de entre 20 y 27 años de edad, con cuyo nombre se bautizaron posteriormente dos destructores de la Armada de EE.UU. en reconocimiento a su heroísmo.


El equipo de una expedición en el sur del océano Pacífico financiada por el filántropo y cofundador de Microsoft Paul Allen ha descubierto los restos del crucero estadounidense USS Juneau, hundido en tiempos de la Segunda Guerra Mundial por un torpedo japonés.

Los fragmentos de la nave fueron encontrados el pasado 17 de marzo, día de San Patricio, a 4.200 metros de profundidad cerca de las costas de las islas Salomón. Un sonar lateral del buque de investigación R/V Petrel detectó la presencia del crucero, y al día siguiente, el 18 de marzo, los investigadores desplegaron un ROV (vehículo operado remotamente) para verificar el hallazgo mediante la grabación de un video.

El USS Juneau fue hundido el 13 de noviembre de 1942 durante la batalla de Guadalcanal. La explosión tras el impacto de un segundo torpedo nipón partió el buque en dos y se cobró la vida de la mayoría de la tripulación. Entre los 687 fallecidos se encontraban los cinco hermanos Sullivan, de entre 20 y 27 años de edad, con cuyo nombre se bautizaron posteriormente dos destructores de la Armada de EE.UU. en reconocimiento a su heroísmo.

Fuente: Paul Allen

Nuevas excavaciones en Pompeya revelan un barrio inexplorado desde la erupción del año 79

Extendido sobre media hectárea en el distrito Regio V, comprende un pasaje totalmente sepultado con los edificios a sus lados, incluyendo casas, talleres y tabernas

Drones, láser y reconstrucciones en 3D son las nuevas tecnologías que protagonizan las nuevas excavaciones en Pompeya, con el objetivo de sacar a la luz todo un barrio al norte de la ciudad, inexplorado desde la trágica erupción del Vesubio del año 79.

Extendido sobre media hectárea en el distrito Regio V, comprende un pasaje totalmente sepultado con los edificios a sus lados, incluyendo casas, talleres y tabernas.
“Prevemos grandes descubrimientos”, dijo el director general del parque arqueológico, Massimo Osanna, invitado por el Politécnico de Milán para hablar del futuro de las ciencias de los bienes culturales en el ámbito de una serie de encuentros sobre Arte y Ciencia.
“La investigación se convirtió en un pilar fundamental del estatuto de Pompeya y será fuertemente valorizada en la excavación que hemos iniciado en diciembre y que seguirá durante todo 2018 para devolver a la luz una parte de Pompeya aún intacta, al norte de Via Nolana. Será un esfuerzo excepcional”, explicó Osanna.

“Desde comienzos de los años 90 no se realizan excavaciones en la Pompeya sepultada por la erupción del año 79”, agregó.

Los trabajos, que comenzaron por una exigencia de consolidación del frente de excavación, ya llevaron a la remoción de los estratos post-antiguos, es decir las acumulaciones de tierra derivadas de las excavaciones del siglo XIX y hasta restos de erupciones volcánicas ocurridas entre el siglo XVII y XVIII y nunca antes documentadas.

“Ahora hemos llegado a los restos piroclásticos de la erupción del 79 que engloba las estructuras derrumbadas”, contó el director general.

“A ambos lados se encuentran la famosa Casa delle Nozze d’Argento y la Casa de Marco Lucrezio, edificios bien conservados con una altura que supera los cuatro metros: por ello los arqueólogos esperan que de la nueva excavación resurjan estructuras igualmente íntegras y sorprendentes.

“La excavación será rigurosamente estratigráfica y por primera vez se valdrá de técnicas para el relevamiento como drones y láser-escáner, que nos permitirán reconstruir los volúmenes en 3D”, agregó Osanna.

“Así como hallaremos probablemente los derrumbes de los segundos pisos de los edificios, será importante documentar toda la excavación con tele-cámaras continuas, de modo de hacer la restauración in situ de modo filológico”.

La pelota pasará luego al laboratorio de investigaciones aplicadas de Pompeya, “donde se analizarán los restos de polen y plantas y se llevarán a cabo análisis de ADN y de carbono 14 para datar los restos orgánicos”.

Fuente: La Tercera

El barco romano hallado cerca de las islas Formigues (Gerona) conserva parte de la madera del casco

Los arqueólogos han descubierto que el barco romano hundido ante las islas Formigues conserva parte de la madera del casco. El hallazgo es pionero en el Baix Empordà, ya que los pecios localizados hasta ahora en la zona de Begur y Aiguablava solo conservaban la carga (es decir, las ánforas).

Los restos del barco, que posiblemente data de principios del siglo I d.C., se encuentran a unos 45 metros de profundidad. Durante la última campaña, los arqueólogos han excavado parte de la carga y han podido documentar 135 ánforas. Se sabe que la nave tendría entre 10 y 15 metros de longitud y que se dedicaba a redistribuir mercancías por los pequeños puertos de la zona. Cuando se hundió, seguramente iba cargada con salsa de pescado o salazones. El responsable del Centro de Arqueología Subacuática (CASC), Gustau Vivar, asegura que haber encontrado madera conservada permitirá estudiar a fondo la arquitectura naval del barco y que el hallazgo abre nuevas hipótesis sobre el comercio marítimo de la época.
El pecio hundido cerca de las islas Formigues se descubrió a finales del 2016, durante la campaña que los arqueólogos del CASC y el submarino Ictíneo 3 hicieron conjuntamente en el litoral del Baix Empordà. El barco destaca por su buen estado de conservación (de hecho, en todo el Mediterráneo, hay pocos más como este). Ahora, el yacimiento ha comenzado a ser excavado en profundidad. Lo ha hecho un equipo especializado de ocho buceadores, que han bajado hasta profundidades de más de 45 metros.


Durante esta campaña, los arqueólogos se han centrado en descubrir cuáles eran las medidas del barco. "Podría ser una gran nave de carga o bien una más pequeña que se dedicaba a redistribuir mercancía por los pequeños puertos de la zona", precisa Vivar. Por ello, a partir de allí donde creen que se encontraba la parte central del barco, han comenzado a retirar la arena que cubría las ánforas.

El resto del pecio se irá limpiando de arena, y documentando, en próximos años. "Que la madera se conserve es muy difícil, porque a menudo los pecios aparecen junto a la costa, es decir, son barcos que chocaron contra los arrecifes, se reventaron y sólo se conserva parte del cargamento de ánforas que transportaban", concreta Vivar.

Fuente: elperiodico.com | 20 de marzo de 2017

Descubren en China sofisticadas herramientas óseas de hace 115.000 años

Retocadores óseos de hace 115.000 años hallados en Lingjing, provincia de Henan, en el centro de China. El corchete blanco indica el área donde están presentes las cicatrices de los impactos.

Un análisis de herramientas óseas de 115.000 años de antigüedad, descubiertas en China, sugiere que las técnicas de elaboración de las mismas eran más sofisticadas de lo que se pensaba.
Las marcas encontradas en fragmentos de huesos excavados muestran que los humanos que vivían en China a principios del Pleistoceno tardío ya estaban familiarizados con las propiedades mecánicas de los restos óseos y sabían cómo usarlos para tallar y retocar herramientas líticas. Estos humanos no eran ni Neandertales ni Homo sapiens.

Tal descubrimiento importante, en el que ha participado el arqueólogo Luc Doyon (izquierda), del Departamento de Antropología de ls Universidad de Montreal, acaba de publicarse en la revista científica PLOS ONE.
"Estos artefactos representan el primer ejemplo del uso de huesos como materia prima para modificar herramientas de piedra como las encontradas en un yacimiento del este de Asia del Pleistoceno superior temprano", dice Doyon. "Semejantes herramientas se han encontrado en el resto de Eurasia, África y el Levante, por lo que su descubrimiento en China es una oportunidad para que podamos comparar estos artefactos a escala global".
Hasta ahora, las herramientas de hueso más antiguas descubiertas en China databan de hace 35.000 años y consistían en puntas de lanza. "Antes de este descubrimiento, la investigación sobre el comportamiento técnico de los seres humanos que habitaron China durante ese período se basaba casi exclusivamente en el estudio de herramientas talladas en piedra", dice Doyon.

Tres tipos de martillos

Los siete fragmentos de huesos analizados por Luc Doyon y sus colegas fueron excavados entre 2005 y 2015 en el sitio de Lingjing, en la provincia de Henan, en el centro de China. Los artefactos fueron encontrados enterrados a una profundidad de aproximadamente 10 metros. En ese momento prehistórico, el sitio se utilizaba activamente como manantial de agua para los animales. Los humanos probablemente usaban estos lugares de suministro de agua para matar y descuartizar a sus presas.

Los fragmentos óseos se dataron utilizando la técnica de luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), un método ampliamente empleado por los geólogos para fechar las capas de sedimentos en las que se encuentran las herramientas prehistóricas.

Doyon explicó que los investigadores identificaron tres tipos de retocadores óseos, conocidos como martillos blandos, los cuales se usaban para modificar herramientas de piedra. El primer tipo lo constituían fragmentos de extremidades óseas erosionadas, principalmente metapodios (huesos largos de las patas de animales) procedentes de cérvidos, modelados marginalmente mediante retoques y usados ​​intensamente en una sola área.


El segundo tipo procedía de las escamas óseas de las extremidades largas resultantes de la desmembración de grandes mamíferos, utilizados para realizar retoques rápidos o reafilado de herramientas de piedra.


Y el tercer tipo lo constituye un solo ejemplar de una cornamenta de un ciervo que, cerca de su punta, muestra cicatrices de impacto producidas al percusionar sobre determinadas zonas de herramientas líticas.


Los investigadores aún no han podido establecer a qué especie de homínidos pertenecían los usuarios de estas herramientas prehistóricas, aunque sí saben que vivieron durante el mismo período que los Neandertales y los Homo sapiens. "El enclave de Lingjing ha proporcionado dos cráneos humanos incompletos que sugieren el mestizaje entre esta especie sin determinar y los Neandertales", afirma Doyon. "Sin embargo, hay que decir que esta es una hipótesis que aún no se ha confirmado a través de una mayor investigación mediante estudios paleogenéticos".


Foto: Visita al yacimiento de Lingjing en 2016 por los coautores del artículo: Li Zhanyang, Francesco d'Errico, Li Hao y Luc Doyon. Crédito: Luc Doyon

Más descubrimientos por venir

Los análisis que condujeron a la identificación de las herramientas óseas fueron realizados por Doyon y sus colegas Francesco d'Errico (Universidad de Burdeos), Li Zhanyang (Universidad de Shandong) y Li Hao (Academia China de Ciencias), del Instituto Provincial de Henan de Reliquias Culturales y Arqueología.

Doyon participó en el proyecto mientras trabajaba en su tesis doctoral sobre las armas de caza fabricadas con materiales óseos por los primeros Homo sapiens que habitaron Europa hace entre 42.000 y 30.000 años. Después de obtener su doctorado en Antropología en la Universidad de Montreal, en cotutela con la Universidad de Burdeos (doctorado en Prehistoria) en septiembre de 2017, Doyon busca ahora una beca posdoctoral en la Universidad de Shandong, a fin de realizar análisis adicionales sobre las herramientas óseas descubiertas en el enclave de Lingjing.

"Solo hemos tenido acceso a una muestra pequeña, porque el objetivo inicial del proyecto era estudiar la naturaleza antropogénica de las modificaciones presentes en otros fragmentos óseos, y este proyecto todavía está en curso", dijo. "Los artefactos óseos excavados en este lugar están excepcionalmente bien conservados, y el análisis sistemático de toda la colección de restos óseos, durante mi próxima investigación posdoctoral, seguramente producirá descubrimientos más emocionantes".

Fuente: sciencedaily.com | 19 de marzo de 2018

El cambio climático que creó al hombre moderno

Fotografía de Richard Potts en el yacimiento de Olorgesailie (Kenia)-Humans Origins Program, Smithsonian.

Que la vida es muy dura es cierto, tanto en 2018 como hace dos millones de años. De hecho, esta idea es la que en esencia Richard Potts, investigador de la Institución Smithsonian, y otros muchos científicos sostienen: que la historia evolutiva del ser humano está marcada por nuestra genuina capacidad de ser flexibles y de adaptarnos a un entorno cambiante, imprevisible y complejo. A vuelapluma, se puede decir que, desde que apareció el género Homo, que le da nombre a nuestra especie, Homo sapiens, varios cambios climáticos repentinos hicieron las estaciones más extremas. Mientras que muchas especies de animales se extinguieron, la imaginación junto a una tecnología y una sociedad cada vez más refinadas permitieron que los ancestros del hombre actual salieran adelante. De sobra es conocido que nada agudiza más el ingenio que el hambre.

Tres artículos publicados en la revista Science repasan uno de los episodios de esta apasionante historia de la especie humana. Una investigación dirigida por Richard Potts, otra por Alison Brooks (izquierda, de la Universidad de George Washington) y una tercera por Alan Deino (derecha, del Centro de Geocronología de Berkeley) retratan cómo hace unos 300.000 años un cambio climático fue clave en un cambio cultural crucial para el hombre. Los investigadores adelantan a los 320.000 años de antigüedad el uso de sofisticadas herramientas y pigmentos para decoración, propios del Paleolítico Medio y del pensamiento simbólico, en un momento que coincide con la edad del fósil de Homo sapiens más antiguo conocido.

«Este cambio hacia unos comportamientos muy sofisticados que implicaron mayores capacidades mentales y vidas sociales más complejas pudieron ser la vanguardia que distinguió a nuestro linaje de otros humanos tempranos», dice Richard Potts.

Las conclusiones obtenidas por los investigadores adelantan en decenas de miles de años la aparición de herramientas sofisticadas, ciertos pigmentos y evidencias de actividades comerciales entre grupos humanos, prácticas propias del Paleolítico Medio. Y las sitúan en África Oriental, en concreto en la cuenca de Olorgesailie (Kenia), donde hay un registro de millones de años de evolución humana.

Algunas de las herramientas analizadas en el yacimiento de Olorgesailie (Kenia) - Humans Origins Program, Smithsonian.

La crisis que lo cambió todo

«Lo más relevante de los estudios es que ajustan muy bien la aparición de la cultura del Paleolítico Medio a un momento, situado en los 300.000 años de antigüedad, y en el mismo punto en que ocurrió una crisis climática», explica a ABC Carlos Varea (izquierda), profesor de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid.

De hecho, los análisis de isótopos en los sedimentos llevados a cabo en la investigación de Potts mostraron que a hace unos 800.000 años, la región sufrió cada vez cambios más drásticos en el clima: la meteorología llevó a que aparecieran de forma alternativa llanuras inundadas, planicies secas y a veces grandes praderas de hierba. Pruebas geológicas, geoquímicas, paleobotánicas y de fauna han mostrado que la región estaba marcada por las fluctuaciones hace 360.000 años.

En medio de estos cambios, muchos grandes animales, como caballos o elefantes, desaparecieron, y fueron sustituidos en la zona por criaturas más pequeñas. De hecho, el trabajo de Brooks ha analizado los restos animales en el yacimiento y ha confirmado que estos grupos humanos subsistieron a base de pequeñas piezas.

Esto tuvo una consecuencia directa para los ancestros del hombre. Aquellos que usaban herramientas del Paleolítico Inferior, como grandes hachas y bifaces, que constituyen la llamada cultura Achelense, se encontraron con que hacía falta algo nuevo para conseguir comida y sobrevivir. En opinión de Potts, no fue la aridez sino la fluctuación de los paisajes, la que supuso un reto para los pobladores de Olorgesailie. Tal como ocurrió entonces y en momentos anteriores, «la adversidad nos hizo inteligentes», resume Varea.

Yacmiento de Olorgesailie-Humans Origins Program, Smithsonian

Mangos, armas y bonitos pigmentos

Así fue cómo progresivamente fue apareciendo una nueva práctica cultural caracterizada por herramientas más sofisticadas y especializadas: algunas estaban diseñadas para adherirse a un mango, otras podían usarse como proyectiles, y había algunas que probablemente funcionaban como raspadores o punzones.

También cambiaron los materiales de elaboración de dichas herramientas. Mientras que antes estaban hechas de piedras de la zona, a partir de ese momento empezaron a aparecer útiles de obsidiana. De hecho, en Olorgesailie se encontraron pilas donde se almacenaban miles de piezas sin tallar. Dado que la fuente más cercana de este mineral está a 24 kilómetros, los autores han concluido que había redes de intercambio de materiales entre los grupos humanos, lo que es en sí mismo otra prueba de sofisticación social.

“Tal comportamiento significa que estos humanos primitivos en particular eran capaces de desarrollar y guardar un mapa mental de su entorno físico y social, algo que requirió señales simbólicas, posiblemente pintándose la piel o tiñéndose el pelo, para indicar alianzas y conexiones entre grupos”, sostiene Potts.

¿Cuándo ocurrió esto? El trabajo de Deino ha hecho un gran esfuerzo en la datación y ha concluido que pasó hace unos 305.000 o 320.000 años.

En la región no se han encontrado restos de los individuos que tallaron aquellas rocas y hasta hace poco no se conocían fósiles de Homo sapiens con la edad de esas herramientas. Sin embargo, el hallazgo de parte de un cráneo en el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, con 315.000 años de edad, puede dar una idea de quienes fueron los autores del cambio tecnológico descubierto en Kenia. Por aquellos vestigios “hay indicios de que la forma de la bóveda craneal está entre los homínidos del Pleistoceno medio, conocidos como Homo heidelbergensis y datados en unos 500.000 años, y los fósiles mucho más recientes de Homo sapiens de África oriental datados en 200.000 años y menos”, señala Mohamed Sahnouni (izquierda), paleontólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.

En aquel momento, también se usaban pigmentos: se han encontrado rocas verdes, marrones o blancas. Y, junto a estas, otras brillantes y exóticas, de color negro y rojo, que probablemente se usaban como señal de estatus o de identidad, según los autores de los estudios.
«No sabemos para qué se usaban los colores, pero este fenómeno es entendido por los arqueólogos como un rasgo de comunicación simbólica compleja», dice Potts. «Al igual que hoy se usan en las banderas o en la ropa para reflejar una identidad, estos pigmentos quizás ayudaron a las personas a comunicar su pertenencia a un grupo dentro de alianzas y para mantener uniones con grupos distantes».

“La implicación de estos nuevos descubrimientos en Olorgesailie, de hace más de 300.000 años, muestra que los signos de comportamiento moderno relacionados con actividades simbólicas como el uso de ocre rojo existían mucho antes de lo que se sabía”, apunta Sahnouni.
Carlos Varea destaca que estos estudios no hablan de un cambio repentino en la cultura del hombre, sino que «la transformación tecnológica fue resultado de un largo proceso que ocurrió hace unos 600.000 años».

Lo que parece claro, tal como explica Varea, es que en medio de un panorama difícil y fluctuante, donde los recursos no siempre estaban disponibles, cualidades como la inteligencia, la imaginación, la capacidad de anticipación o la movilidad resultaron muy ventajosos. El experto explica que fue así como junto a una climatología fluctuante se produjo una profunda transformación cultural y social que ocurrió a la vez que un importante cambio biológico: el que permitió el desarrollo de un versátil cerebro.

Parece ser que en Europa, tiempo después de este momento observado en el yacimiento de Olorgesailie, cambios drásticos similares impidieron a los neandertales salir adelante mientras que los sapiens sí lograban medrar.

Fuentes: abc.es | elpais.com | 16 de marzo de 2018

En el diario EL PAÍS, Manuel Domínguez-Rodrigo (izquierda), antropólogo de la Universidad Complutense, plantea algunas dudas sobre el relato presentado, y que conviene tener en cuenta:
Recuerda que hay otros yacimientos en África, como el tanzano de Ndutu, citado en uno de los artículos publicados hoy, en los que se encontraron herramientas de la Edad de Piedra intermedia aún más antiguos, de hasta 380.000 años. “Como son dataciones más antiguas, ponen en duda que sean buenas, pero creo que se deberían comprobar antes de afirmar que estas son [las herramientas de este tipo] más antiguas de África del este".

El investigador, con una amplia experiencia en yacimientos africanos, plantea también que la existencia de esta tecnología más avanzada en tiempos anteriores cuestiona que se asocie la aparición de Homo sapiens al cambio climático que se produjo hace 300.000 años. Incluso duda de que esta tecnología avanzada se deba asociar necesariamente a miembros primitivos de nuestra especie. “En los lechos de Ndutu hay tecnología MSA [de la edad de piedra intermedia] a Homo heidelbergensis”, asegura. Por último, señala que no se sabe si los pigmentos descritos en Science se usaban necesariamente de forma simbólica. “Estos pigmentos existen de forma natural asociados a sedimentos aluviales. Hay pigmentos de más de un millón de años en Olduvai y no podemos afirmar que se utilizasen de forma simbólica”, añade.

Las dudas de Domínguez-Rodrigo se deben en buena medida a la falta de piezas con las que reconstruir el rompecabezas del linaje humano. La aparición de nuevos fósiles y nuevas tecnologías han cambiado nuestra visión de los neandertales, que en pocas décadas han pasado de ser paradigma de brutalidad a convertirse en humanos de pleno derecho y parientes. El trabajo en África, la cuna de nuestra especie, excavando literalmente en nuestros orígenes, seguirá haciéndonos cambiar de opinión para conocer mejor quienes somos.