La última comida de Ötzi, 'el Hombre de los Hielos', fue muy grasa

Reconstrucción naturalista de Ötzi, diseñada por artistas basándose en la anatomía médica y conservada en el Museo Arqueológico del Tirol del Sur, en Bolzano (Italia). THILO PARG / WIKIMEDIA COMMONS.

La momia de Ötzi, el Hombre de los Hielos, de más de 5.300 años de antigüedad, ha sido objeto de todo tipo de estudios y el último se ha centrado en su estómago, para determinar que su última comida revela una dieta muy alta en grasas, complementada con carne de animales como la cabra y cereales. Ötzi, que fue descubierto en los Alpes italianos en 1991 por unos turistas alemanes, es la momia natural más antigua preservada en hielo de la que se tiene conocimiento.
Los investigadores realizaron, en un estudio publicado el pasado jueves en Current Biology, el primer análisis en profundidad delcontenido del estómago del 'Hombre de los Hielos', el cual ofrece una “mirada excepcional” de los hábitos alimenticios de nuestros ancestros.

El estudio, algunas de cuyas conclusiones fueron adelantadas ya en enero de 2017, proporciona importantes conocimientos sobre los hábitos alimenticios de los europeos hace 5.000 años, en la Edad de Cobre, así como claves sobre cómo preparaban el alimento.

Los expertos han logrado reconstruir la última comida del 'Hombre de los Hielos', que tenía un proporción notablemente alta de grasas en su dieta, complementada con carne de animales como el íbice, un tipo de cabra, y ciervo rojo, así como con un cereal llamado escanda y trazas de helecho tóxico, señaló Frand Maixner, del Instituto de investigación para el Estudio de Momias del Eurac, en la localidad italiana de Bolzano.

Buscando el estómago

Los expertos no habían podido realizar, hasta ahora, este análisis porque, en un principio, habían sido incapaces de encontrar el estómago del Hombre de los Hielos, ya que durante el proceso natural de momificación se había desplazado hacia arriba.

En 2009 lograron establecer la localización de ese órgano durante un revisión de las tomografías computerizadas que le habían realizado y entonces se lanzó el proyecto para analizar su contenido.
El material del estómago estaba, en comparación con muestras del intestino delgado analizadas con anterioridad, "extraordinariamente bien preservado”, señala el informe. Además, contenía grandes cantidades de biomoléculas únicas, por ejemplo lípidos, “que abrió nuevas oportunidades metodológicas para responder a nuestras preguntas sobre la dieta de Ötzi”, explicó Maixner.

Los investigadores combinaron la microscopía clásica con enfoques moleculares modernos para determinar la composición exacta de la dieta del Hombre de los Hielos antes de su muerte. El análisis identificó que la principal fuente de grasa era el tejido adiposo de íbice; de hecho, aproximadamente la mitad del contenido del estómago procedía de grasa adiposa.

En 2012 Albert Zink y sus colegas del Instituto Eurac para Momias y el Hombre de Hielo en Bolzano, Italia, publicaron el genoma completo de Ötzi.

Nutrientes contra el frío

Los expertos no esperaban encontrarse con una dieta tan grasa, sin embargo, consideran que “tiene todo el sentido” si se tienen en cuenta el ambiente alpino en que vivió y donde fue encontrado.

Un ambiente tan frío y alto supone un particular desafío para la fisiología humana que requiere de un suministro óptimo de nutrientes para evitar una rápida inanición y la pérdida de energía, explicó Albert Zink (izquierda), también del Eurac. “El Hombre de los Hielos parecía saber perfectamente que la grasa representa una excelente fuente de energía”, indicó.
El análisis indica que la carne de animal salvaje la consumió fresca o, “tal vez” seca, mientras que la presencia de partículas de helecho tóxico “es más difícil de explicar”. Por ello, consideran que tal vez Ötzi sufría de problemas intestinales relacionados con los parásitos que ya se habían encontrado en su intestino, aunque las hojas de helecho también las podría haber usado para envolver alimentos y esporas tóxicas ingeridas involuntariamente. Además, el análisis reveló restos de la comunidad bacteriana intestinal presente en el contenido intestinal de la momia.
Los investigadores se plantean ahora realizar más análisis con el objetivo de reconstruir la antigua microbiota del Ötzi y de otros restos humanos momificados.

Asesinado

Ötzi tenía aproximadamente 46 años y medía 160 centímetros cuando murió de forma violenta: tenía un profundo corte en la mano, fruto de un primer ataque, y después una herida de flecha, cuya punta fue encontrada bajo la axila derecha.

Foto: Punta de flecha de pedernal, alojada entre la clavícula y la espátula de su hombro izquierdo.

Cuando fue encontrado, el 'Hombre de Hielos' vestía unas calzas de piel de cabra y sombrero y junto a él había un hacha de cobre y un carcaj llenó de flechas. La momia fue descubierta en los Alpes de Ötztal, cerca de Hauslabjoch, en la frontera de Austria e Italia, a una altitud de 3.200 metros. Su apodo proviene de Ötztal (Valle de Ötz), el tramo de los Alpes italianos en el que fue descubierto.
Se trata de la momia humana natural más antigua de Europa, y ha ofrecido una visión sin precedentes de los europeos del Calcolítico (Edad de Cobre). Su cuerpo y pertenencias están expuestos en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur de Bolzano, Italia.

Fuente: planetaincognito.es | 13 de julio de 2018

El Museo Arqueológico de Murcia realiza visitas guiadas, a partir de este verano, para dar a conocer las más de 600 piezas de sus almacenes

Tras años escondidos en los almacenes del Museo Arqueológico de Murcia (MAM), este verano los visitantes tienen la oportunidad de ver más de 600 piezas de diferentes materiales que llevan siglos entre nosotros, pero que solo desde hace unas pocas semanas el MAM ha decidido presentar en exposición. La idea es que el público pueda disfrutar de piezas de igual valor arqueológico que las exhibidas, pero que por falta de espacio no pueden estar en ninguna de las zonas principales que componen el edificio.

Para explicar su singular valor, a lo largo de este verano -jueves y sábados- se han programado visitas guiadas al almacén, de manera que los espectadores conozcan a fondo 'lo que esconde' el museo.
Dos salas recogen esta inédita exposición, en las que se pueden encontrar piezas que no se habían expuesto hasta el momento. La primera, es un laboratorio que cuenta con microscopios, pinceles y diferentes herramientas arqueológicas a las que los jóvenes universitarios pueden acceder a través de la colaboración que mantiene el MAM con la Universidad de Murcia. Solo se necesita hacer una petición formal del espacio para poder disponer de este pequeño laboratorio, donde se pueden examinar con especial detenimiento réplicas de verdaderas piezas centenarias y milenarias.

Tras esta zona, unas puertas bien custodiadas encierran cuencos, ánforas, moldes para hacer ofrendas e incluso piezas pertenecientes a termas o telares. Utensilios de origen murciano que forman parte del stock del museo desde hace años. Un largo y estrecho pasillo conforma el antiguo depósito de materiales y tiene en sus laterales dos vitrinas de cristal de las mismas dimensiones que el largo del lugar. En estas, se hallan bien protegidas las diversas piezas del surtido que abarca desde la prehistoria hasta la edad contemporánea.


Destaca el contraste de piezas que se encuentran debidamente distribuidas, de las más antiguas a las más actuales. Muchas de ellas en buen estado de conservación, muestran la evolución de la humanidad a la hora de crear instrumentos y herramientas para sobrevivir. Así, podemos encontrarnos con molinos de mano, un utensilio para moler trigo perteneciente al Paleolítico y con una forma muy arcaica, en contraste con el torno alfarero, una herramienta traída por los fenicios a la Península y cuya forma es mucho más elaborada y pulida.

También destacan las pinturas que se pueden encontrar en los diferentes utensilios, que pasan de las más simples al representar líneas y figuras geométricas primitivas a las más avanzadas, que representan escenas de la vida cotidiana y de la caza. Por otra parte, el MAM cuenta con piezas pertenecientes a colecciones privadas de personajes como Diego Saavedra Fajardo y otras donaciones hechas al museo que se remontan a la época íbera, romana o la Guerra Civil. Entre todas estas piezas milenarias, destaca la colección de cerámicas contemporáneas realizadas por la fábrica cartagenera La Amistad. Son piezas mucho más elaboradas con diferentes calidades. En su pintura se puede apreciar por primera vez la técnica inglesa del estampado, que se volvió muy popular y apreciada en la península frente a la pintura alzada, que era la técnica habitual.


Además, todas estas piezas están debidamente protegidas mediante un sistema de imanes que las sujetan a los expositores sobre los que se encuentran. De esta manera, se pretende prevenir la fuerte actividad sísmica de la Región y proteger tan valiosas reliquias que son parte de la herencia cultural de todos los murcianos.

Todas estas obras, comentan los guías del MAM, están ahora a la vista de todos aquellos curiosos que quieran obtener una experiencia nueva y disfrutar de estos tesoros.

Visitas en julio y agosto durante los jueves y sábados

El Museo Arqueológico de Murcia se mantiene abierto durante el verano de martes a domingo de 10 a 14, pero el almacén solo se podrá visitar los jueves y los sábados, con visitas guiadas a las 11.30 horas. Asimismo, recuerdan que puntualmente no hay problema en visitar el almacén otros días siempre y cuandos se avise con antelación. El teléfono al que se tiene que llamar para solicitar la visita guiada es 968 23 46 02, o en la web reservamuseos.carm.es. Las visitas no tienen coste alguno y pueden ser para una sola persona o para grupos, sin ninguna limitación en la cantidad de gente. Además, se puede visitar tanto el almacén como el resto del museo el mismo día, aunque se recomienda hacerlo en días separados. En invierno el horario cambia, y el almacén se podrá visitar los miércoles por la tarde y los jueves y sábados por la mañana y por la tarde.


Fuente:laopiniondemurcia.es| 13 de julio de 2018

Cómo se usaban los raspadores de gran formato de hace 2,5 millones de años

Morfotipo de rascador de gran formato de piedra calcárea de Barranco León (Orce, Granada) - Foto: IPHES


Se sabe que hace más de 2,5 millones de años en África los homininos ya utilizaban herramientas de piedra de gran volumen, pero de algunas de ellas, como los raspadores de gran formato (heavy-duty scrapers), aún se desconoce toda la variedad de usos que tenían. Es por este motivo que un equipo del IPHES (Institut Català de Paleoecología Humana i Evolució Social) ha realizado una amplia revisión histórica y arqueológica, y ha experimentado a partir de piezas encontradas en Orce (Granada), con una antigüedad de sobre 1,3 millones de años.

Un rascador de gran formato es un útil que dispone de una extremidad convexa y muy abrupta, con rastros de uso, tales como marcas de trituración o retoques irregulares. Estas grandes herramientas podrían haber sido utilizadas para la carnicería u otros tipos de tareas diarias que incluyeran materiales como la madera, los tendones o las pieles.

Así lo explican en el artículo recientemente publicado en la revista Comptes Rendus Palevol: "Defining heavy-duty scrapers: their appearance and significance in ancient stone toolkits" (Definiendo los raspadores de gran formato: su aparición y relevancia en los conjuntos de herramientas de piedra antiguos) los miembros del IPHES Deborah Barsky, Josep Maria Vergès, Stefania Titton, Miquel Guardiola y Robert Sala, que han llevado a cabo la investigación en colaboración con Isidro Toro-Moyano del Museo Arqueológico y Etnológico de Granada.
Los raspadores de gran formato fueron interpretados como herramientas intencionalmente manufacturadas en los años 60 y 70 del siglo pasado. Después pasaron a ser contempladas como núcleos en estadios de explotación iniciales. Sin embargo, estas herramientas tienen estigmas y evidencias de utilización posterior. La publicación ofrece una visión global que contribuye a comprender el significado funcional de los raspadores de gran volumen, así como importantes nuevos resultados arqueológicos y experimentales sobre tecnologías de percusión durante el Pleistoceno inferior y medio, es decir, entre hace 2,5 millones de años y 100.000 años.

Los autores proporcionan una amplia revisión de la documentación que trata la renovación de la definición de los raspadores de gran formato como tipo de herramienta, de acuerdo con su representación cronogeogràfica en los principales yacimientos arqueológicos. Están documentados desde los inicios de la fabricación de herramientas de piedra, durante el periodo cultural Olduvayense, que comenzó en África hace unos 2,5 millones de años. Se caracterizan por su superficie plana, orientada perpendicularmente a un borde abrupto y convexo que muestra extracciones de lascas pequeñas, retoques y marcas de aplastar.

Esta investigación es fruto de un proyecto más amplio, que se está llevando a cabo desde el 2010, con respecto a la interpretación de herramientas de gran volumen que siempre están presentes en los conjuntos líticos muy antiguos. El objetivo es obtener información sobre los tipos de actividades que los primeros humanos llevaban a cabo cotidianamente.

Se han identificado piezas que coinciden con esta descripción en los yacimientos atribuidos al Olduvayense en África, por ejemplo, en el Bed I de Olduvai Gorge (Tanzania, 1,8 millones de años) y Fejej FJ-1a ( Etiopía, 1,9 millones de años), y también en yacimientos euroasiáticos como Dmanisi (1,8 millones de años, Georgia) o Barranco León y Fuente Nueva 3 (Orce, España, 1,4 y 1,2 millones de años, respectivamente), entre otros.

Arqueología experimental

Los resultados muestran que el morfotipo de rascador de gran volumen persistió a través del Olduvayense Evolucionado (aproximadamente 1.6-1.5 millones de años), por ejemplo en Koobi Fora, en Kenia, y en Ubeidiya, en Israel. Fue posteriormente reemplazado durante el período cultural del Achelense de grandes lascas (1,5 millones de años a 800.000 años), por los llamados raspadores masivos realizados sobre grandes lascas (inglés: massive scrapers), por ejemplo, los yacimientos del Bed II de Olduvai Gorge, en Tanzania o en Gesher Benot Ya'akov, en Israel. Durante el Achelense tardío, las herramientas más pequeñas hechas sobre núcleos y lascas regulares (francés: rabots) presentan características similares que, más tarde, a partir del Paleolítico medio, se fusionan con el grupo de herramientas retocadas de raspadores con borde abrupto (francés: grattoirs).

La arqueología experimental ha permitido a los miembros del equipo IPHES poner a prueba los usos posibles o probables de los raspadores de gran volumen para realizar diferentes tipos de actividades de percusión; incluyendo el trabajo de madera, de hueso, de carne y de tendones. Los experimentos han dado lugar a la hipótesis de que los raspadores de gran formato podrían haber servido de herramientas para trabajar materiales blandos (carne, tendones) sobre yunque de piedra.

Fuente: IPHES | 10 de julio de 2018

Cuando las cuevas no interesaban a los humanos

Inicio de la excavación en el nivel TE7 durante la campaña de 2018. Los excavadores trabajan a unos cuatro metros por debajo del antiguo trazado del ferrocarril minero que atravesaba el flanco noroeste de la sierra de Atapuerca. Foto del autor.

Las cuevas son frías y húmedas. Además, a poco que te adentres en una de ellas la oscuridad se torna absoluta. No puede extrañar que nuestros antepasados de hace miles y miles de años solo pisaran las entradas de las cuevas de manera esporádica, y solo por alguna razón muy específica. No, nunca hemos sido trogloditas. Las cuevas conservan muy bien los restos óseos y ese hecho resulta engañoso cuando pensamos que la mejor vivienda para un humano del Pleistoceno era una buena cueva. Y las cuevas tampoco están por todas partes.

En 2008, durante la exploración del yacimiento que rellena la cueva denominada Sima del Elefante de la sierra de Atapuerca, apareció el resto fósil humano más antiguo de Europa hasta entonces. La datación del nivel 9 (TE9) de este yacimiento se realizó con un nuevo método (núclidos cosmogénicos), cada vez más utilizado en yacimientos de cierta antigüedad. La datación de TE9 se cifró entre 1,1 y 1,3 millones de años (m.a.), con una edad promedio de 1,2 m.a. Los restos fósiles de las especies de diferentes vertebrados encontradas en TE9 son muy coherentes con esa antigüedad, que probablemente se acerca al momento de la primera colonización de Europa. Se encontraron algunas herramientas fabricadas en sílex, que alimentaron la esperanza del equipo de seguir encontrando más restos humanos. Pero el fragmento de mandíbula y una falange de mano encontradas ese año carecían de la información necesaria para determinar la especie humana a la que pudieron pertenecer los primeros europeos.

Así que se urdió un plan estratégico ambicioso y costoso para conseguir el objetivo de identificar a esa población colonizadora del continente europeo. El nivel TE9 se encontraba prácticamente a ras del suelo de la trinchera del Ferrocarril y a muy pocos metros del lugar por donde un día pasó el tren minero y por donde caminamos a diario para llegar a todos los yacimientos. Así que tendríamos que excavar por debajo del nivel de ese camino, al punto de que en la actualidad lo atravesamos por encima de un puente.

Los trabajos avanzaron relativamente deprisa, con un equipo muy numeroso y dispuesto al trabajo duro. Se extrajeron las tierras que cubrieron el antiguo trazado del ferrocarril, hasta que aparecieron algunas de las traviesas de madera de las antiguas vías. También se quitaron varias toneladas de roca para llegar a los sedimentos supuestamente ricos en fósiles. El esfuerzo fue impresionante. Pero la cantidad de restos fósiles de vertebrados hallados en el yacimiento no compensaron tanto trabajo. El hallazgo de alguna lasca de sílex nos animaba a seguir trabajando, con la esperanza de encontrar los restos de los humanos que las fabricaron. Pero cada vez estábamos más convencidos de que hace un millón de años las cuevas no formaban parte del interés de los primeros europeos. El hallazgo que aquellos restos y de algunas lascas de sílex pudo ser una cuestión meramente accidental. Quizá los humanos de hace un millón de años solo buscaban animales caídos dentro las cavidades. Las cuevas pudieron ser un recurso más a la hora de conseguir alimento. Ni tan siquiera las cuevas habrían sido un refugio contra las inclemencias del tiempo.

Es posible que las excavaciones de los niveles inferiores del yacimiento de la Sima del Elefante aun puedan dar alguna sorpresa. Pero las esperanzas se han ido desvaneciendo a medida que la parte del nivel TE9 accesible a nuestros ojos se ha excavado en su totalidad. El nivel inferior, TE8, es estéril y se ha eliminado definitivamente durante esta campaña. Carece de información tanto arqueológica como paleontológica. ¿Quizá la cueva estuvo cerrada durante algún tiempo? Es posible. Pero si es así, la cueva estuvo abierta al exterior en una época anterior. Lo demuestra el hecho de que el nivel TE7 contiene restos de animales. Todavía no hay rastro de los humanos de entonces, aunque acabamos de empezar a excavar ese nivel. Sería una noticia de alcance encontrar herramientas de piedra en TE7, o por lo menos alguna evidencia de la presencia de seres humanos, en una fecha que apunta a una antigüedad desde luego inferior a 1,3 millones de años.

La buena noticia es que la mayor parte del yacimiento de la Sima del Elefante sigue estando intacto. La zona excavada simplemente nos ha informado sobre las posibilidades de este yacimiento, que son muchas. Ahora toca excavarlo desde el nivel superior (TE16), donde aparecen abundantes restos de fauna y herramientas fabricadas por poblaciones seguramente muy relacionadas con los Neandertales. Pero este será ya un objetivo para la próxima década. Seguiremos añorando conocer el aspecto de los primeros europeos, que se buscan de manera incesante en otros yacimientos europeos al aire libre o en cueva. El yacimiento de Barranco León, en la cuenca de Guadix-Baza (Granada) puede tener esa antigüedad y hace pocos años describimos un diente de leche de un hominino. Tampoco es suficiente. Así que seguiremos insistiendo en nuestro interés por conocer el rostro de los primeros colonizadores de Europa. Queda una asignatura pendiente en la prehistoria de Europa occidental.

Fuente: quo.es | 10 de julio de 2018

Los Neandertales de Cueva Fantasma

Parietal humano de Cueva Fantasma, una vez limpio y preparado para su estudio. Pero antes de comenzar el estudio del parietal es necesario conocer su contexto estratigráfico, biocronológico y geocronológico. Es el objetivo para 2018. Foto del autor.

Poco tiempo después de publicar el hallazgo en la sierra de Atapuerca del resto humano fósil más antiguo de Europa los medios de comunicación preguntaban con insistencia sobre cuál sería el siguiente reto del Equipo Investigador. Mi colega Eudald Carbonell respondía enseguida que el objetivo era encontrar restos humanos de la población Neandertal del Pleistoceno Superior (o Pleistoceno Tardío, como se llama en la actualidad). Confieso mi escepticismo sobre este deseo de Eudald, puesto que los niveles más altos (y, por tanto, más recientes) de los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril se datan en más de 120.000 años. En esa fecha comienza precisamente el Pleistoceno Tardío, el período geológico en el que vivieron los llamados neandertales clásicos de Europa. Por descontado, estamos convencidos de que la genealogía Neandertal hunde sus raíces en épocas mucho más antiguas. Pero los neandertales más conocidos vivieron en Eurasia hace entre unos 120.000 y 50.000 años. Enterraron a sus muertos y nos dejaron un legado cultural extraordinario.

Es posible que el deseo de Eudald Carbonell fuera solo eso: un deseo romántico. O tal vez no, porque en la sierra de Atapuerca existen docenas de yacimientos sin explorar. Además, las herramientas de los neandertales han aparecido por doquier en docenas de yacimientos al aire libre. Así que solo era cuestión de dar con un yacimiento en cueva, donde se hubieran conservado los restos óseos de algún neandertal. Finalmente decidimos excavar un yacimiento que conocíamos desde hace muchos años: Cueva Fantasma. No teníamos ni idea de su potencial, puesto que el 95% del yacimiento estaba cubierto por varias toneladas de roca del techo de la cueva que rompieron los canteros durante la década de 1950. Las canteras de la sierra de Atapuerca, que cuenta con una roca caliza de primera calidad, vieron truncadas sus expectativas económicas con la llegada del ladrillo como elemento fundamental de la construcción. La que hoy denominamos Cueva Fantasma quedó olvidada y enterrada. Hasta que llegaron unos científicos extraños y tal vez un poco locos, buscando huesos fósiles y herramientas antiguas de piedra. Así se nos calificaba hace tan solo tres décadas.
Una parte mínima del enorme yacimiento de Cueva Fantasma se dejaba ver entre la hojarasca que crecía entre las rocas del antiguo techo de la cueva. Eudald y quién escribe estas líneas visitábamos todos los años el lugar, casi como un ritual. Apartábamos las ramas de carrascas y quejigos y finalmente dábamos con nuestro objetivo. Soñábamos con el día en el que se podría excavar aquel yacimiento. Era como una peregrinación en busca de un tesoro perdido. Hasta que un buen día descubrimos que no éramos los únicos visitantes de Cueva Fantasma. Alguien más había encontrado la cavidad y había realizado una excavación clandestina. Avisadas las autoridades de Cultura de la Junta de Castilla y León, la zona se cerró y el encanto de nuestro secreto mejor escondido desapareció por la ambición de los cazadores de tesoros arqueológicos.

Cuando los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril y de la Cueva Mayor estaban dando lo mejor de sus entrañas y la situación económica lo permitió, convencí a Eudald de la posibilidad de hacer nuestro sueño realidad: ¿por qué no explorábamos Cueva Fantasma? Así lo hicimos. Y pronto supimos que las rocas que pisábamos se correspondían con las del techo de la que un día fue una gran cavidad del karst de Atapuerca. Tras dos años de retirada de rocas apareció ante nuestros ojos el yacimiento más grande de la sierra. Y antes de que las labores de limpieza terminaran, el arqueólogo Pep Vallverdú encontró un parietal humano en un alarde de vista. Allí estaba, asomando en el nivel arqueológico más alto de la secuencia estratigráfica de Cueva Fantasma. Se habría perdido para siempre, si no es por la profesionalidad de nuestro compañero, encargado de vigilar las labores de limpieza.

Este año han comenzado las labores de cubrimiento y protección de Cueva Fantasma, que terminarán durante el mes de septiembre. Pero ya estamos realizando estudios geológicos preliminares de la secuencia estratigráfica y un sondeo arqueológico de un par de metros cuadrados. Los restos más recientes (y el propio parietal humano) apuntan a una época reciente, casi con seguridad del Pleistoceno Tardío. A primera vista, la morfología del parietal se corresponde con la de un neandertal clásico, cumpliendo así las predicciones y los deseos de Eudald. En efecto, el tesoro que buscábamos hace años estaba allí, esperando bajo toneladas de roca. Ahora, el yacimiento será explorado y estudiado por los científicos de la siguiente generación, a quienes legaremos el sueño de excavar uno de los yacimientos con más futuro de la sierra de Atapuerca.

Fuente: quo.es | 12 de julio de 2018

Un cráneo revela que los neandertales podrían haber tenido una mayor agudeza visual, según un estudio

Cráneos de Homo sapiens (izquierda) y Homo neanderthalensis (derecha) / Grupo de Paleoantropología (MNCN-CSIC)

El análisis de un hueso occipital de hace 49.000 años encontrado en la cueva de El Sidrón (Asturias) revela que los neandertales poseían una corteza visual primaria más extensa que la del Homo sapiens, lo que también podría suponer una mayor agudeza visual, según una investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

El estudio, publicado en Journal of Anatomy, proporciona información sobre el sistema visual de los neandertales al comparar el córtex visual primario –parte de la corteza cerebral ubicada en el lóbulo occipital, responsable del procesamiento de la información visual– con el de los humanos modernos.
“Hemos demostrado que el neandertal tiene un córtex visual primario más extenso que el humano moderno, por lo que es muy probable que también estuviera dotado de una mayor agudeza visual que nosotros”, explica Ángel Peña Melían, investigador del departamento de Anatomía y Embriología de la UCM. “Dicha extensión no se debe a la adaptación a regiones más frías y con menos luminosidad, como se pensaba hasta ahora, ya que el espécimen procede de una región al sur de Europa más cálida y luminosa que el norte del continente”, continúa el experto.

Moldes craneales en 3D

Debido a las excelentes condiciones de preservación del fragmento del fósil SD-2300, correspondiente a un hueso occipital, se han identificado unas huellas excepcionalmente marcadas de los surcos y giros de la región del cerebro relacionada con esa superficie endocraneal que corresponden al polo occipital del cerebro y zonas vecinas.
Para este estudio se realizaron moldes endocraneales tanto reales como virtuales (mediante la utilización de programas 3D de ordenador) y se compararon con las mismas regiones del cerebro humano moderno utilizando el material post mortem del Centro de Donación de Cuerpos y Salas de Disección de la UCM.

“Los resultados de esta comparación apuntan que el cerebro del neandertal en esa región era muy similar en cuanto a la dotación de surcos y giros a la del humano moderno. Sin embargo, se comprueba una mayor extensión del surco calcarino, situado en la cara medial del lóbulo occipital, en comparación con el humano moderno”, explica el investigador del MNCN, Antonio García-Tabernero. “Al ser el surco calcarino de mayor longitud, el córtex visual primario era también más extenso en el neandertal al compararlo con el humano moderno”, concluye el investigador del MNCN.

Los procesos de evolución cerebral de Homo neanderthalensis y Homo sapiens son hitos notables en la paleoneurología del género Homo. Ambos alcanzaron un grado muy alto de encefalización, pero a través de diferentes trayectorias evolutivas, produciéndose varios cambios, no solo en tamaño, sino también en forma y organización neurológica, como demuestra este nuevo hallazgo.

Fuente: SINC| 12 de julio de 2018