Un estudio internacional sugiere la existencia de sociedades antiguas integradas en una economía global

Nathaniel Kitchel (izquierda), un ex estudiante de doctorado de la Universidad de Washington en Antropología, y Maureen Boyle, arqueóloga de la Universidad Estatal de Utah, excavan en las cuevas de las montañas Bighorn en 2017. Los elementos recopilados en este enclave se utilizaron como parte de la base de datos de radiocarbono empleada en el documento de investigación publicado en PNAS el pasado 17 de septiembre. Crédito: Robert Kelly

Mediante la utilización del consumo de energía como medida, un equipo de científicos internacionales ha descubierto que las civilizaciones antiguas estaban involucradas en una globalización más acentuada de lo que se creía anteriormente, lo que sugiere que una economía global integrada no es nada nuevo y pudo haber beneficiado a las sociedades humanas durante siglos.
Esta investigación arqueológica es la primera de su tipo, porque en lugar de centrarse en regiones o culturas específicas, ha utilizado la datación mediante radiocarbono para examinar las sociedades humanas en una escala más amplia y a más largo plazo.

Los resultados del estudio fueron publicados en la revista PNAS por los autores Jacopo A. Baggio (izquierda), profesor asistente en el departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Florida Central, Jacob Freeman (derecha), profesor asistente en departamento de Arqueología de la Universidad Estatal de Utah, y Erick Robinson, asistente de investigación postdoctoral en el Departamento de Antropología de la Universidad de Wyoming.

El equipo investigador constató que las sociedades a menudo experimentaban auges y quiebras simultáneamente, un proceso conocido como sincronía.

Para su estudio utilizaron la datación de radiocarbono y los registros históricos para medir el consumo de energía a lo largo de un período histórico que abarca desde hace unos 10.000 años a 400 años d.C., un marco temporal que abarca una gran parte de la actual era del Holoceno. En este sentido, cuanto mayor es el consumo de energía, más probable es que una sociedad tenga una población y una actividad política y económica en auge. Algunas de las áreas examinadas incluyeron el oeste de los Estados Unidos, las Islas Británicas, Australia y el norte de Chile.

Respecto a las dataciones mediante radiocarbono, éstas provinieron de artículos orgánicos, tales como semillas, huesos de animales y madera quemada, conservados en antiguos depósitos de basura. La datación mediante radiocarbono mide la desintegración radiactiva del átomo carbono-14 para hallar la antigüedad de la materia orgánica analizada.

Los resultados y el análisis de los investigadores sugieren que la existencia de una globalización temprana fue posible como una estrategia que las sociedades llevaron a cabo para crecer a través de la migración, el comercio y el conflicto con otras sociedades distantes, cuando la 'capacidad de carga' de tales sociedades comenzaba a sobredimensionarse.

El profesor Baggio, coautor del estudio, utilizó el consumo de energía como una forma de ver las civilizaciones.

Baggio, quien también es miembro del Centro Nacional de Investigación Costera Integral y del grupo de investigación del Sistema Costero Sustentable de la UCF, dijo que es especialmente importante estudiar la capacidad de recuperación (resiliencia) de las sociedades, es decir, la capacidad de reponerse de un desastre a largo plazo, y en tal sentido la datación mediante radiocarbono es una herramienta útil para esta evaluación.

"La resiliencia es intrínsecamente dinámica", dice Baggio. "En consecuencia, se vuelve muy difícil comprender la resiliencia de una sociedad en un corto espacio de tiempo. En el estudio publicado tenemos la oportunidad de observar estas tendencias más largas y ver realmente cómo las sociedades reaccionaron y se adaptaron, y cuáles fueron los auges y desplomes de las mismas. Ojalá este estudio pueda enseñar algunas lecciones que aprender en la sociedad moderna de hoy en día".

Baggio subraya que el ascenso y caída de las sociedades parece ser una parte inherente de la civilización.

"La información obtenida en el estudio se detiene en hace 400 años, y ha habido un gran cambio en el trránsito de las economías orgánicas a las economías de combustibles fósiles. Sin embargo, las tendencias similares de sincronización continúan aún más hoy en día, dadas las interdependencias de nuestras sociedades", añade Baggio.

Freeman dijo que el nuevo estudio sugiere que la existencia de un proceso de sociedades que crean conexiones y se vuelven interdependientes, conocido como globalización, también se desarrolló entre las sociedades humanas de hace milenios. "Si cada cultura fuera única, no esperaría ver ninguna sincronía, o armonía, en los registros humanos del consumo de energía", dijo Freeman.

Foto: Erick Robinson, investigador postdoctoral de la Universidad de Washington, recoge una muestra de radiocarbono de 1.000 años de antigüedad en el Monumento Nacional de los Dinosaurios en Utah.

Robinson, por su parte, insiste en que es importante mirar no solo las culturas en momentos específicos, sino también a largo plazo. "Debemos movernos hacia adelante y hacia atrás entre las diferentes escalas espaciales y temporales para poder entender la imagen completa", afirma. "Cuando tomamos una perspectiva más amplia, seguimos siendo interdependientes con los demás, sin importar nuestras diferencias culturales".
Sin embargo, aunque la interconexión tiene ventajas para las sociedades, también puede haber caídas, sostiene Robinson.

"Cuanto más estrechamente conectados e interdependientes nos volvemos, más vulnerables somos a una gran crisis social o ecológica en otro país", dijo. "Mientras más sincronizados estamos, cuanto más ponemos todos nuestros huevos en una sola canasta, menos nos adaptamos a los cambios imprevistos que se vienen encima. La crisis financiera de 2007 a 2008 es un buen ejemplo reciente", concluye Robinson.

Fuentes: Universidad Central de Florida | PHYS.ORG | 18 de septiembre de 2018

Descubren enterramientos infantiles en recipientes cerámicos en Castillejo del Bonete (Ciudad Real)

El equipo de arqueólogos que excava este verano en Castillejo del Bonete, el yacimiento prehistórico de Terrinches (Ciudad Real) declarado Bien de Interés Cultural (BIC), ha hallado múltiples enterramientos infantiles al final de la galería 4, que se encontró el año pasado bajo el monumento tumular y en la que se centra la campaña de este año.

Aunque no es la primera vez que aparecen restos de niños en la cueva del centro ceremonial sí lo es el hallazgo de dos enterramientos depositados en el interior de pithoi (recipientes cerámicos). Se trata de restos que se encuentran en muy buen estado de conservación por lo que permitirán avanzar en el estudio de este centro ceremonial orientado a los solsticios y vinculado a una reli....
El hallazgo es “sorprendente”, a juicio del equipo que dirigen los profesores doctores, el arqueólogo Luis Benítez de Lugo (izquierda) y la arqueóloga forense María Benito Sánchez (derecha) que, a falta del estudio antropológico, consideran que la situación de los enterramientos infantiles podría indicar una sectorización del espacio cementerial, que dividiría la población entre adultos y subadultos.

La campaña de excavaciones 2018 finalizará en los próximos días y el primer balance no podría ser más exitoso, ya que además se han localizado huesos de al menos 20 individuos en el interior de la cueva. Así lo considera el alcalde de Terrinches, Nicasio Peláez, que recuerda que el año pasado el Plan Regional de Investigación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de Castilla-La Mancha permitió encontrar esta nueva galería subterránea que ha permanecido sellada desde la Prehistoria.

Restos óseos hallados en el Castillejo del Bonete.

Peláez explica que en la campaña de este año, cofinanciada por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Terrinches con 33.080 euros y en la que han participado alumnos de la Universidad Complutense de Madrid y trabajadores del Plan de Empleo del Ayuntamiento, ha sido muy fructífera. “Se han realizado numerosos hallazgos que permiten entender el ritual funerario y religioso practicado en Castillejo del Bonete dos mil años antes de Cristo, durante la Edad del Bronce”, afirma.

En la dirección de esta campaña de excavaciones han participado además las arqueólogas Inés Pérez Guzmán y Uxue Pérez Arzak, así como las antropólogas Alexandra Muñoz e Isabel Beltrán.

Trabajos en el yacimiento de Castillejo del Bonete.

Sobre Castillejo del Bonete

Castillejo del Bonete fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2014 y cuenta con financiación a través de la línea de ayudas a proyectos de investigación competitivos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Es un santuario solar compuesto por varios túmulos conectados entre sí mediante corredores. Todo el complejo monumental fue edificado sobre una cueva natural que consta de varias galerías. La cueva, que ha permanecido sellada desde la Prehistoria hasta su descubrimiento en 2003, está acondicionada mediante construcciones diversas. También cuenta con arte rupestre esquemático. Tanto su interior como los túmulos exteriores fueron empleados recurrentemente durante más de cinco siglos para enterrar personas, depositar objetos y realizar ritos de comensalidad.

Yacimiento funerario del Castillejo de Bonete.

Su origen data de la época del Bronce de La Mancha, la denominación historiográfica genérica de la subdivisión espacial y temporal de la Prehistoria en la península ibérica también conocida como Cultura de las Motillas. Grupos humanos sedentarios, que basaban su sustento en la ganadería y la agricultura, ocuparon el territorio actualmente conocido como La Mancha (gran parte de la provincia de Ciudad Real, prácticamente toda la de Albacete y parte de las de Toledo y Cuenca) a partir del Calcolítico, constituyendo uno de los sustratos indígenas que dio origen a la cultura íbera.

Fuente: elconfidencialdeciudadreal.com | 18 de septiembre de 2018

Desentierran en Parla (Madrid) el mayor cementerio prehistórico de España

Este cuerpo de una mujer de 35-45 años, con un lujoso ajuar funerario, es uno de los más información puede aportar a los arqueólogos. / Cedida por Rafael Garrido.

La gran dama descansaba en mitad de una tumba circular. Sola. Su cuerpo estaba recubierto con 15 pequeñas chapas de oro y su cuello rodeado de 48 cuentas marfil. Conservaba, además, los tres botones de perforación en uve que cerraban sus desaparecidos ropajes. La mujer es solo uno de los 160 cuerpos hallados en las excavaciones de Humanejos, en Parla (Madrid), y desenterrados por los expertos en los últimos diez años en el que está considerado “el cementerio prehistórico [entre el segundo y tercer milenio antes de Cristo] campaniforme más grande de la Península”, según adelanta hoy EL PAÍS.

A los restos se les está realizando actualmente pruebas de carbono 14 en la Universidad de Groningen (Holanda) para determinar la datación exacta, mientras que los análisis genéticos se están efectuando en los laboratorios de ADN de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y de Maguncia (Alemania). Trabajan, además de la Comunidad de Madrid que sufraga los costes, investigadores de las universidades Autónoma y Complutense de Madrid y de empresas privadas.

Plano del yacimiento de Humanejos (Parla, Madrid). En azul la zona intervenida, en rojo las tumbas campaniformes.

El yacimiento es descomunal en dimensiones y excepcional en hallazgos, que van desde el Calcolítico a la Edad Moderna. Comenzó con una extensión de 2,5 hectáreas y ya supera las 20. Se extiende, al menos, por los municipios de Parla y Torrejón de la Calzada y fue descubierto a finales del XIX por unos caminantes franceses que incluyeron en su libro de viajes un grabado de los restos de una iglesia mudéjar en mitad de la nada. En los años ochenta del siglo XX, la extinta Diputación de Madrid efectuó investigaciones previas, pero no fue hasta que se construyeron la autovía A-42 y el desarrollo del polígono industrial PAU-5 en 2008, cuando el yacimiento dejó boquiabiertos a los investigadores. Además del cementerio, se detectaron más de 2.000 estructuras domésticas en cuyo interior se encontraron cerámicas, animales, enseres y pertenencias.

Planta, sección y fotografía de la tumba nº 9 de Humanejos (Parla).

Raúl Flores Fernández, codirector de las excavaciones, habla de “impacto mundial” al referirse a unas investigzaciones que son sufragadas por los dueños de los terrenos recalificados, la Comunidad de Madrid y el Museo Arqueológico Regional, donde ya se han restaurado 110 objetos de cerámica, 56 de ellos campaniformes (del 2.500 al 2.000 antes de Cristo), y que conforman “la mayor colección de España” de este periodo.
Los datos hablaban por sí solos: 100 tumbas, 160 individuos, 2.000 estructuras (cabañas) y numerosos ajuares, que incluyen cientos de piezas prehistóricas, de hachas a collares, pasando por herramientas o puñales.

Cuerpo completo de la dama hallada en Humanejos.

La necrópolis de Humanejos -sin contar lo hallado de etapas históricas posteriores- incluye tres periodos fundamentales: Calcolítico precampaniforme (3300 a 2500 antes de Cristo), Calcolítico campaniforme (2500 al 2000) y Edad de Bronce (del 2000 al 1300 antes de Cristo). Los ajuares pertenecientes al precampaniforme están compuestos por cuentas de collares de variscita (procedentes de Zamora), además de hachas, puñales de cobre y 30 elementos metálicos, así como 110 objetos de cerámica.

Los ajuares campaniformes incluyen, por su parte, 56 piezas de cerámica, tanto decoradas como lisas, armas de cobre, más de 50 cuentas de marfil, puñales, puntas de lanza, punzones y hachas. A esta etapa corresponden también 19 chapas de oro, de las que 15 fueron encontradas en el cuerpo de la gran dama, el personaje principal femenino.

Vasija campaniforme hallada en Parla.

El cadáver de esta mujer fue descubierto dentro de una tumba circular de 2,8 metros de diámetro y 1,2 metros de altura. Rafael Garrido Pena, codirector del proyecto y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, sostiene que “el cuerpo corresponde a una mujer notable de la época”. "Lo demuestra el hecho de que su cadáver haya sido encontrado solo [lo normal es que se colocasen dos por tumba], así como el gran ajuar que la acompañaba".
Se sabe que la mujer fue enterrada con ropa, aunque no se han detectado restos de su vestimenta, ya que únicamente han aparecido los tres citados botones. No se conoce con exactitud con qué se cubrían los individuos pertenecientes a este periodo, aunque en el yacimiento suizo de Petit Chasseur se encontraron varias estelas funerarias que presentaban personajes que llevaban vestimentas con decoraciones idénticas a las exhibidas en las piezas cerámicas campaniformes.

Ajuares campaniformes de la tumba nº 9 de Humanejos (Parla).


Y es que el “enigma campaniforme” –los técnicos rechazan llamarle cultura o pueblo- se extendía de Marruecos a Dinamarca, y de España a Chequia. ¿Puede una comunidad ocupar toda Europa, no compartir el mismo ADN y, sin embargo, sí ciertos objetos de prestigio? Esta es una de las grandes incógnitas que los especialistas aún no han resuelto.

Las pruebas de ADN demuestran que los diversos pueblos que compartían estos elementos propios del campaniforme, no formaban una unidad racial, sino comercial. Es decir, había un trasiego de bienes entre las comunidades que compartían este tipo de bienes.
Una de las dagas desenterradas en la necrópolis.

Lo que sí está comprobado gracias a los descubrimientos recientemente publicados y otros en marcha es que "se produjeron numerosos movimientos de población a lo largo de este periodo en toda Europa, en el contexto de las relaciones sociales y comerciales que se establecieron entre las distintas comunidades de Europa Occidental. Recientes estudios han demostrado que en Reino Unido en torno al 90% de la población fue finalmente sustituida durante el periodo campaniforme por individuos venidos de Centroeuropa”.

Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, avanza que "el Gobierno prepara una "gran exposición con lo hallado en el Museo Arqueológico Regional" que dirige Enrique Baquedano. "Es algo que debe ser conocido por los ciudadanos y es una muestra perfecta de la colaboración entre entidades, universidades, mundo de la ciencia y particulares".

OBJETOS QUE RECORRIERON MILES DE KILÓMETROS HACE 4.000 AÑOS

Los primeros vestigios campaniformes fueron hallados en Ciempozuelos (Madrid) y Écija (Sevilla) en 1894 y 1888, respectivamente. Los prehistoriadores Bosch Gimpera y Alberto Castillo lanzaron las primeras hipótesis como una “cultura originada en la Península” en la década de los años veinte, que se plasmaron en el libro 'La Cultura del vaso campaniforme (su origen y extensión en Europa'. En la década de los cuarenta esta teoría se incluyó en el tomo de Prehistoria, de la célebre 'Historia de España' de Menéndez Pidal.


Tumba nº 2 de Humanejos (Parla), con detalle del agujero de poste en cuyo interior se recuperó el ajuar cerámico fragmentado.

Vaso campaniforme de la tumba nº 2 de Humanejos (Parla).

El franquismo aprovechó estos hechos para intentar divulgar que la cultura campaniforme, originaria de España, había llegado a dominar toda Europa, puesto que se han hallado objetos correspondientes a esta etapa (prácticamente iguales) desde Chequia a Portugal y desde las costas de Marruecos a Dinamarca.
No obstante, en los años sesenta, científicos holandeses determinaron que era mucho más probable que el origen de este misterioso fenómeno se encontrase en Centroeuropa, como una derivación de la llamada Cultura Cerámica Cordada. El inglés David Clarke impulsó, posteriormente, la teoría de que la supuesta cultura campaniforme no era otra cosa que un enorme intercambio comercial de “objetos de prestigio” entre los líderes dirigentes de la época.

Ahora bien, esta hipótesis abre una pregunta hasta ahora irresoluble: “¿Cómo se pudo transportar objetos a miles de kilómetros de distancia hace más de 4.000 años?" No hay respuesta. De momento, aunque esta puede hallarse en Humanejos.

Fuentes: elpais.com | researchgate.net | cadenaser.com | 15 de septiembre de 2018

Nace el primer premio nacional de Arqueología y Paleontología

Cuando tenía 19 años, Antonio Gallardo Ballart comenzó a sentir un genuino interés por el estudio del pasado gracias a unos talleres impartidos en el Museo Arqueológico de Cataluña (MAC). A pesar del paso del tiempo, y de sus obligaciones dentro del mundo empresarial, jamás perdió el gusto por disciplinas como la arqueología y, sobre todo, la paleontología. Tanto que, después de jubilarse, decidió poner en marcha la primera entidad privada destinada a apoyar las excavaciones de instituciones españolas públicas en el extranjero: la Fundación Palarq.

Ahora, más de dos años después del nacimiento de este entidad, Gallardo ha decidido impulsar el primer premio nacional de Arqueología y Paleontología de España, que será entregado el día 26 del próximo mes de noviembre en una ceremonia en el Museo Arqueológico Nacional (MAN).

«Hay que poner en conocimiento y dar valor a todos los estupendos proyectos que llevan a cabo los arqueólogos y paleontólogos españoles», dice a ABC el presidente de la Fundación Palarq, Antonio Gallardo (izquierda), sobre este premio.

La iniciativa, pionera en España, ha sido aplaudida con fervor entre los científicos españoles, que ven en este premio un justo y necesario reconocimiento a sus desvelos. «Me parece una fantástica iniciativa. Hay muchísima gente en España que se lo merece. Aquí hay una cantidad de gente enorme que realiza un trabajo estupendo y merece que este sea reconocido», afirmó en una entrevista con este diario hace poco más de un mes Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos.

El nacimiento de este premio también ha sido celebrado desde los distintos proyectos que la Fundación Palarq apoya económicamente. «La creación de este reconocimiento es una iniciativa maravillosa. Independientemente del vencedor, nos pone a los demás en el mapa. Es una grandísima noticia para todos los que nos dedicamos a la arqueología y la paleontología», dice a ABC la directora de la excavación del Museo Arqueológico Nacional en Heracleópolis Magna (Egipto), Carmen Pérez Die.

Necesidad

La Fundación Palarq se convirtió en febrero de 2016 en la primera entidad privada enfocada en exclusiva a dar solución a los problemas de financiación que sufren las distintas misiones arqueológicas nacionales en el extranjero. «Morimos de éxito», apunta a este diario la directora de esta fundación, Carolina Bähr (derecha). Y es que no son pocos los proyectos que, año tras año, solicitan apoyo a esta institución. Un órgano que en su primera convocatoria, en 2016, dio sustento económico a 22 proyectos paleontológicos y arqueológicos, un número que creció el año pasado hasta los 33 y que promete incrementarse todavía más en el futuro.

A la hora de otorgar ayudas, Palarq se ha centrado en dar sustento únicamente a las misiones españolas realizadas fuera de los límites de Europa. Como explica Bähr, «la fundación entiende que este tipo de proyectos son los que necesitan más apoyo». De este modo, la institución ha colaborado en el desarrollo de excavaciones nacionales en todo el mundo. Desde Eritrea, donde lleva ya dos años apoyando las investigaciones de la Fundación Atapuerca, hasta Tanzania, país en el que colabora con la Universidad Autónoma de Barcelona, pasando por Heracleópolis Magna, en Egipto.

La situación económica de las misiones españolas se ha agravado durante este 2018. La falta de aprobación de los Presupuestos del Estado, que todavía se están negociando, ha provocado el retraso en la convocatoria de las ayudas y subvenciones para financiar proyectos arqueológicos en el exterior. Para salvar esta situación, en el caso de Heracleópolis Magna se optó por realizar una campaña de mecenazgo en internet que resultó un éxito. «Las instituciones públicas no dan mucha financiación. Necesitamos fondos para aprovechar bien el tiempo», explicaba a ABC la egiptóloga Carmen Pérez Díe hace un mes.

La egiptóloga Carmen Pérez Die, directora de la excavación del MAN en Heracleópolis Magna (Egipto) - ABC

Un galardón dotado con 80.000 euros

El premio nacional de Arqueología y Paleontología tiene por finalidad reconocer la enorme labor que realizan los equipos científicos españoles, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Está dotado con 80.000 euros, los cuales se deben destinar integramente al desarrollo del proyecto vencedor. Cualquier equipo de investigación perteneciente a una institución pública española puede optar al premio, independientemente de la localización geográfica donde realice su labor. El jurado está conformado por especialistas de reconocido prestigio, como el paleontólogo Yves Coopens o el arqueólogo Andrew Selkirk.

Fuente: abc.es | 14 de septiembre de 2018

Hallan en Israel los restos de la cerveza más antigua del mundo

La investigadora Li Liu analiza los granos de almidón - LA Cicero

Antes que pan, al menos en algunos lugares, pudo haber cerveza. Un equipo de la Universidad de Stanford ha localizado en una cueva cerca de Haifa, Israel, residuos de la que puede ser la primera cerveza elaborada en el mundo, hace unos 13.000 años.

Estos antiquísimos maestros cerveceros pertenecían al pueblo natufiano, un grupo de cazadores-recolectores del este del Mediterráneo, y pudieron elaborar esta bebida para las fiestas rituales en las que veneraban a los muertos. Se trata, según explican los autores del estudio en la revista Journal of Archaeological Science: Reports, del registro más antiguo conocido de alcohol artificial. El hallazgo, además, antecede en varios milenios la aparición de cereales cultivados en el Cercano Oriente, por lo que respalda una hipótesis propuesta por los arqueólogos hace más de 60 años: que la cerveza pudo impulsar la agricultura.

Los investigadores analizaron residuos de morteros de piedra de 13.000 años de antigüedad encontrados en la cueva Raqefet, un cementerio natufiano, y descubrieron evidencias de una extensa operación de elaboración de cerveza. «Este descubrimiento indica que hacer alcohol no fue necesariamente el resultado de la producción de excedentes agrícolas, sino que se desarrolló para fines rituales y necesidades espirituales, al menos hasta cierto punto, antes de la agricultura», explica Li Liu, profesora en Stanford y responsable del estudio, en un comunicado.




Para Liu, fue una absoluta sorpresa encontrar la presencia de cerveza en las muestras de residuos que recolectaron. «No nos propusimos encontrar alcohol en los morteros de piedra, solo queríamos investigar qué alimentos vegetales podían haber consumido las personas porque había muy pocos datos disponibles en el registro arqueológico», reconoce.

El pan más antiguo del mundo fue recuperado recientemente de otro yacimiento natufiano en el este de Jordania. Sus restos podrían tener entre de 11.600 y 14.600 años. La cerveza del nuevo estudio tiene entre 11.700 y 13.700 años.

Un brebaje de gachas

«La cerveza antigua no se parece en nada a la que bebemos hoy. Lo más probable es que fuera un brebaje de ingredientes múltiples, como gachas o avena», explica Jiajing Wang (izquierda), coautora del artículo.

En la cueva Raqefet, Liu y Wang desenterraron restos de almidón y partículas microscópicas de plantas conocidas como fitolitos, que son típicas en la transformación del trigo y la cebada en alcohol. Los investigadores creen que los natufianos utilizaron un proceso de elaboración de cerveza en tres etapas.

Primero, el almidón de trigo o cebada se convertiría en malta. Esto sucede al germinar los granos en agua para luego drenarlos, secarlos y almacenarlos. Entonces, la malta se convertía en puré y era calentada. Finalmente, se dejaría fermentar con levadura silvestre al aire.
Para probar su hipótesis, los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos que recreaban cada paso que los natufianos habrían dado para preparar su cerveza. Esto permitió a los investigadores estudiar cómo los gránulos de almidón cambiaban durante el proceso de preparación y hacer comparaciones con lo que habían descubierto. Y, en efecto, todo encajaba.

Las huellas microscópicas de almidones antiguos extraídos de la Cueva Raqefet (izquierda) se comparan con las referencias que Liu y su investigación replicaron en sus experimentos de elaboración de cerveza. (Crédito de la imagen: Cortesía de Li Liu)

Al analizar los artefactos que fueron excavados en la cueva, los investigadores también se dieron cuenta de que las huellas dejadas en el antiguo mortero de piedra se parecían mucho a sus propios experimentos de laboratorio de machacar y triturar semillas de granos, un proceso requerido para la elaboración de la cerveza.

Para los autores, la elaboración de la cerveza era algo muy especial para los natufianos, algo que preparaban para sus rituales y banquetes, y que «suponía un mecanismo de regulación social en las sociedades jerárquicas», explica Wang, quien cree que el descubrimiento de la cerveza en el cementerio pone de relieve los lazos emocionales que los cazadores-recolectores tenían con sus antepasados.

De pie en la entrada de la Cueva de Raqefet, donde encontraron evidencias del alcohol artificial más antiguo del mundo, están, desde la izquierda, Dani Nadel, Li Liu, Jiajing Wang y Hao Zhao. (Crédito de la imagen: Li Liu).

Fuentes: abc.es | stanford.edu | shalomisrael.es | 22 de junio de 2018

Un «hashtag» de hace 73.000 años, el primer dibujo de la humanidad

El dibujo hecho con ocre, en una piedra de silcreta hallada en la cueva de Blombos, Sudáfrica - Craig Foster.

Un equipo internacional de arqueólogos ha descubierto en la cueva de Blombos, al sur de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), el que parece ser el primer dibujo de la humanidad. Se trata de un patrón de líneas cruzadas muy parecido a un hashtag trazado con un pequeño «lápiz» de ocre sobre una piedra de silcreta por uno de los nuestros, un Homo sapiens, hace unos 73.000 años.

El hallazgo, dado a conocer en la prestigiosa revista Nature, precede a las creaciones más antiguas conocidas hasta ahora en al menos 30.000 años. Los investigadores desconocen la intención de su autor, pero están convencidos de que el diseño se hizo a propósito, probablemente con un significado simbólico.

Foto: La cueva de Blombos (África del Sur).

Para descartar que las nueve líneas rojas -seis cruzadas por otras tres- fueran naturales, los investigadores examinaron la pieza con las tecnologías de espectroscopia más avanzadas y un microscopio electrónico. Tras confirmar que, en efecto, habían sido aplicadas, el equipo experimentó con varias técnicas de pintura y dibujo. De esta forma, comprobaron que los trazos fueron creados con un pedazo de ocre rojizo con una punta de entre 1 y 3 milímetros de grosor. Además, la terminación abrupta de las líneas en el borde de la piedra sugiere que el patrón se extendía originalmente sobre una superficie más grande y pudo haber sido más complejo en su totalidad.

«Es, sin duda, el primer dibujo conocido de la humanidad», asegura a ABC Francesco d'Errico, de la Universidad de Burdeos en Francia y coautor del estudio. «Existen patrones similares en zigzag más antiguos, como uno marcado en una concha de mejillón de hace 500.000 años hallada en Trinil (Java), atribuido al Homo erectus, pero están grabados, no dibujados» (derecha), aclara el investigador en referencia a un sorprendente descubrimiento dado a conocer en 2014 y en el que él mismo participó.

La pieza fue desenterrada en una capa de sedimentos de 73.000 años de antigüedad, en la que ya habían encontrado grabados, incluidos algunos con el mismo dibujo. "En estos casos son las capas arqueológicas las que se datan, no el objeto", explica Francesco d'Errico. "La pieza que hemos estudiado proviene de capas bien fechadas con dos métodos: uno sobre granos de cuarzo con luminiscencia ópticamente estimulada (OSL) y otro sobre rocas quemadas, con termoluminiscencia (TL)".


El exterior de la cueva de Blombos. Crédito: Magnus Haaland.

Pero, ¿con qué intención se llevó a cabo el dibujo de Blombos? ¿Intentaba comunicar alguna idea? «Es casi seguro que tuvo algún significado para el creador y probablemente formó parte del sistema simbólico común entendido por otros individuos del grupo», señala en un correo electrónico Christopher Henshilwood, de la Universidad de Bergen en Noruega y autor principal del estudio. A su juicio, «también evidencia la capacidad de los primeros humanos para almacenar información fuera del cerebro». Eso sí, ni D'Errico ni Henshilwood se atreven a llamarlo arte. Según investigaciones recientes, las muestras de arte rupestre más antiguas conocidas tienen unos 64.000 años, fueron encontradas en tres cuevas españolas y son atribuidas a otra especie humana, los neandertales.

El profesor Chris Henshilwood y su equipo trabajan detrás de escena en la cueva de Blombos (Imagen: Ole Frederik Unhammer / SWNS).

Como una cruz

Para ambos investigadores, la clave de la importancia simbólica del hashtag es que diseños similares se reproducen con diferentes técnicas en el mismo nivel arqueológico y en otros más antiguos de la cueva sudafricana.

Foto: Fragmento pétreo con ocre y grabados. Cueva de Blombos, Sudáfrica.

«Es lo que cabría esperar en una sociedad con un sistema simbólico. Es como encontrar una cruz en una iglesia, pero también en una casa o como un ornamento personal», explica D'Errico. «No creemos que haya sido un rasguño sin sentido, ya que el mismo diseño se reproduce desde hace 100.000 años en todos los continentes», añade Henshilwood.

La revolución cognitiva

El hallazgo demuestra que los primeros Homo sapiens en esta región de África utilizaron diferentes técnicas para producir signos similares en diferentes materiales, lo que apoya la hipótesis de que estas marcas cumplían una función simbólica. Precisamente uno de los elementos que hacen tan relevante la cueva de Blombos es que aporta datos de un momento clave en la evolución de la especie; el historiador Yuval Noah Harari (izquierda), entre otros científicos, sitúa en este periodo la revolución cognitiva que permite al Homo sapiens desarrollar una capacidad superior al resto de los homínidos. Así, hace 70.000 años los sapiens pudieron dejar África para comenzar a extenderse por el mundo.

Además los recientes descubrimientos arqueológicos en África, Europa y Asia sugieren que la creación y el uso de símbolos, elemento clave en la conducta moderna, surgieron mucho antes de lo que pensaba. "Sabemos que los autores eran 'Homo sapiens' anatómicamente modernos y que tenían una cultura material compleja", señala Karen Van Niekerk (derecha), una de las autoras del artículo, "que incluía el uso de adornos como cuentas de concha, la producción de herramientas óseas totalmente formadas, el calentamiento de la roca para producir puntas de piedra refinados y la producción de grabados en ocre y ahora también un dibujo".

En diciembre de 2011, una investigación publicada en Science demostraba que los ocupantes de la cueva de Sibudu, no lejos de Blombos, eran muy probablemente "químicos, alquimistas y pirotécnicos competentes" hace 70.000 años. Durante mucho tiempo, los arqueólogos estuvieron convencidos de que los primeros símbolos aparecieron cuando el Homo sapiens colonizó áreas del sur de Europa hace unos 40.000 años, en lo que sería un punto de inflexión tecnológico y cultural. Sin embargo, cada vez más pruebas apuntan a una importante evolución anterior en el sur del continente africano.

Fuente: abc.es | elmundo.es | 12 de septiembre de 2018