El análisis de residuos en recipientes cerámicos revela la dieta de los habitantes de Çatalhöyük

Ejemplos de depósitos calcificados en recipientes cerámicos, antiguos y modernos, de Çatalhöyük. a) Ejemplo de una extensa acumulación de cal en una tetera moderna utilizada cerca de Çatalhöyük. b) Un primer plano de depósitos de cal en una muestra de cerámica antigua. c) Un recipiente relativamente intacto (no analizado en este estudio) que muestra la forma de un tazón. d) Una selección de 4 restos cerámicos analizados en el estudio que muestran calcificaciones adheridas en la superficie interior de los mismos.

Un equipo internacional liderado por investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de York, ha descubierto detalles sobre la dieta de los primeros agricultores del asentamiento de Çatalhöyük, en Anatolia central (Turquía).
Al analizar las proteínas de los residuos depositados en potas y jarras antiguas excavadas en este enclave, los investigadores pudieron encontrar evidencias de los alimentos que se consumían en el mismo. Aunque trabajos anteriores ya habían analizado residuos encontrados en recipientes de este yacimiento, este es el primer estudio en analizar las proteínas, las cuales permiten identificar plantas y animales de un modo específico, y a veces determinar, incluso, los tipos de especies.

Mapa de Çatalhöyük. a) Ubicación del sitio y b) plano del sitio de Çatalhöyük. Çatalhöyük consiste en dos montículos distintos; el montículo este, que data de alrededor del año 7100–5900 a.C., y el montículo oeste, que data de alrededor del año 6000–5600 a.C. (Jessica Hendy et al.)

Uno de los yacimientos clave de la agricultura temprana en el Viejo Mundo

Çatalhöyük fue un gran asentamiento habitado desde aproximadamente el 7.100 a.C. hasta el 5.600 a.C. por los primeros agricultores, y está ubicado en lo que ahora es el centro de Turquía. Dicho asentamiento presenta un diseño fascinante en el que las casas se construyeron directamente una al lado de la otra en todas las direcciones, y que destaca por la excelente conservación de los hallazgos. Después de más de 25 años de excavación y análisis, se considera uno de los asentamientos de agricultura temprana mejor investigados del Viejo Mundo.

Para este estudio, los investigadores analizaron fragmentos de vasijas del montículo oeste de Çatalhöyük, las cuales datan de un estrecho período de tiempo, de 5.900-5.800 a.C., esto es, hacia el final de la ocupación del lugar. Los recipientes analizados lo constituían cuencos y tarros abiertos, tal como se muestra en las reconstrucciones, los cuales tenían residuos calcificados en las superficies internas. En esta región, hoy en día, los residuos de cal en el interior de las ollas de cocinar es muy común. Los investigadores llevaron a cabo análisis avanzados de proteínas en los residuos depositados en los restos cerámicos hallados, a fin de determinar qué sustancias contenían los recipientes.

Reconstrucción de Ҫatalhöyük. Ilustración de John Swogger.

Proteínas alimenticias depositadas en recipientes cerámicos

El análisis reveló que tales recipientes contenían granos, legumbres, carne y productos lácteos. Se demostró que los productos lácteos provenían principalmente de ovejas y cabras, y también de la familia bovina. Si bien los huesos de estos animales se han encontrado en todo el yacimiento, y que los anteriores análisis de lípidos han identificado las grasas de la leche en los recipientes, esta es la primera vez que los investigadores han podido identificar qué animales se estaban utilizando para obtener leche.

En línea con los residuos de plantas encontrados, los cereales incluían cebada y trigo, y las leguminosas incluían guisantes y vezas. Los productos animales no lácteos, que podían incluir carne y sangre, provenían principalmente de cabras y ovejas, y en algunos casos de bovinos y ciervos. Curiosamente, muchas de las ollas contenían evidencias de múltiples tipos de alimentos en un solo recipiente, sugiriendo que los habitantes de Çatalhöyük mezclaban alimentos al cocinar, potencialmente papillas o sopas, o bien que algunos recipientes se usaron sucesivamente para diferentes alimentos, o ambas cosas a la vez.

Quesería temprana

Sin embargo, un recipiente en particular, un tarro, solo tenía evidencia de productos lácteos en forma de proteínas que se encuentran en el suero de la leche. "Esto es particularmente interesante porque sugiere que los residentes pudieron haber estado usando métodos de elaboración de lácteos en los que separaban de la leche fresca la cuajada y el suero. Tal circunstancia, también sugiere que tenían un recipiente especial para mantener el suero después, lo que significa que usaban el suero para propósitos adicionales después de que se había separado la cuajada", afirma Jessica Hendy (izquierda), autora principal del estudio y perteneciente al Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana. Estos resultados muestran que la producción de leche había estado en curso en esta área de Anatolia por lo menos desde el VI milenio a.C., y que se utilizaba la leche de múltiples especies de animales, incluyendo vacas, ovejas y cabras.

Sin embargo, los investigadores enfatizan que, según el registro arqueológico, probablemente se comía en Çatalhöyük una variedad aún mayor de alimentos, especialmente vegetales, que, o bien no estaban contenidos en los recipientes estudiados, o bien no están presentes en las bases de datos que se usaron para identificar las proteínas. Los enfoques proteómicos de "escopeta" utilizados por los investigadores dependen en gran medida de las bases de datos de secuencias de referencia, y muchas especies de plantas no están representadas o tienen una representación limitada. "Por ejemplo, solo hay 6 secuencias de proteínas para las vezas en las bases de datos, pero para el trigo hay casi 145.000", explica Hendy. "Un aspecto importante del trabajo futuro será ampliar estas bases de datos con más secuencias de referencia".


Foto: Restos de cebada hallada en Çatalhöyük

El potencial del análisis de proteínas en cerámicas arqueológicas

Otras técnicas moleculares aplicadas a la cerámica antigua pueden revelar amplias clases de alimentos -tal como evidenciar lácteos o grasa animal-, pero el análisis de proteínas permite obtener una imagen mucho más detallada de la cocina del pasado.

Los resultados de este estudio muestran el poder de los análisis de proteínas, los cuales pueden identificar los alimentos in situ hasta el nivel de especie, en muestras de hasta hace 8.000 años. En particular, los residuos en el interior de las cerámicas analizadas estaban excepcionalmente bien conservados y contenían una gran cantidad de información. La eliminación de estos residuos puede ser una práctica común entre los arqueólogos en el proceso de conservación y limpieza de los materiales hallados. "Estos resultados resaltan lo valiosos que pueden ser estos depósitos, y alentamos a los colegas a retenerlos durante el proceso de excavación y antes de llevar a término su posterior limpieza", declara Eva Rosenstock (izquierda), de la Universidad Libre de Berlín y autora igualmente del trabajo de investigación llevado a cabo.

Fuente: sciencedaily | 3 de octubre de 2018

Los muertos del Vesubio sufrieron más de lo que se creía: les hirvió la sangre y les estalló el cráneo

Incrustaciones minerales rojas y negras detectadas en los cráneos de las víctimas. A. Cráneo de niño que muestra un área redonda con gruesos residuos minerales rojos incrustados en el hueso parietal derecho; A1. Superficie ósea interna de un fragmento parietal con incrustación de residuos minerales rojos; B. Cráneo que muestra manchas oscuras y residuos negros incrustados (flecha blanca) en los huesos parietales y temporales; B1. Restos de un individuo adulto; C. Cráneo de un joven que muestra áreas manchadas oscuras y suturas abiertas carbonizadas (flechas negras); C1. Cavidad intracraneal que muestra un límite claro (flechas blancas y negras) entre una zona interna sin cambios de color (a) junto a una zona teñida en negro (b).


El desastre natural acaecido en Pompeya tras la erupción del Vesubio en el 79 a. C. ya fue señalado por Marco Valerio Marcial, pocos años después, en algunos de sus versos que incluía en «Epigramas»: «Todo yace sumergido en llamas y triste ceniza. Ni los dioses hubieran tenido poder para hacer algo parecido». Desde entonces, aquella catástrofe se ha contado innumerables veces e investigado otras tantas, apareciendo nuevos datos de cómo fueron las últimas horas en la antigua ciudad romana hasta épocas muy recientes.

El descubrimiento de esta ciudad en el siglo XVIII bajo metros de ceniza ya abrió una ventana inédita para conocer la vida cotidiana en la antigua República (509-27 a. C) y descubrir la capacidad de destrucción de los fenómenos naturales. Tanto impresionó su hallazgo que varios músicos, artistas, investigadores y escritores como Goethe, Stendhal, Picasso, Mozart, Cocteau, Klee y Freud viajaron hasta el sur de Italia para encontrar respuestas bajo la montaña asesina.

Un último descubrimiento ha sido publicado en la revista PLOS One. El estudio ha revelado que algunas de las víctimas sufrieron una muerte mucho más horrible de la que se creía. En concreto, un grupo de unos 300 habitantes que se refugió en 12 cámaras frente al mar cerca de la ciudad de Herculano. Ocurrió poco después de que comenzara la erupción entre las 11 y las 12 de la mañana del 24 de agosto con una pequeña explosión de vapor. Al principio, esta solo provocó una lluvia de ceniza fina al este del volcán que, probablemente, puso en alerta a las ciudades y las villas más cercanas.

"Últimos días de Pompeya", obra realizada por Karl Briulov entre 1830 y 1833. Óleo sobre tela de 456.5 x 651 cm. exhibido en el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, Rusia.

Aunque en un primer momento este grupo consiguió huir, todo cambió cuando se produjo la erupción principal al mediodía, con una explosión mucho mayor que lanzó una columna de piedra pómez hasta una altura de entre 15 y 30 kilómetros, sumiendo a los asentamientos ubicados bajo la nube en la más absoluta oscuridad. Tal y como contó Plinio el Joven, testigo ocular del desastre, en unas cartas dirigidas al senador Cornelio Tácito: «Recorrimos con ojos todavía atemorizados los objetos sepultados en una profunda capa de ceniza como si se tratase de nieve».

No fue solo Pompeya y sus 20.000 habitantes los que finalmente quedaron sepultados bajo aquel manto de piedra derretida. También sufrieron ese destino Oplontis, ciudad balnearia; Boscoreale, el pequeño puerto de Estabia y, por último, Herculano, la ciudad marítima de 5.000 habitantes situada más al norte.

Excavaciones de Pompeya en 2003 - ABC

Casi 2.000 años después, los restos de un centenar de aquel grupo de Herculano han sido analizados por un equipo de científicos italianos que han determinado cómo fueron sus últimos instantes antes de morir. Las investigaciones han sido realizadas por un equipo de arqueólogos de la Universidad Federico II de Nápoles, que determinaron que la avalancha de flujos piroclásticos que les cubrió —compuestos de material volcánico y gases venenosos con 1000 grados de temperatura, y que pueden alcanzar velocidades de hasta 700 kilómetros por hora tras la erupción— provocó que les hirviera la sangre y que sus cabezas explotaran.

Molde de uno de los fallecidos en Pompeya- ABC

Llegaron a esta conclusión tras el análisis de los huesos, cuyos resultado sugirió que en este centenar de víctimas se repitió, según refiere literalmente el informe, «un patrón generalizado de hemorragia inducida por el calor, aumento de la presión intracraneal y estallido del cráneo».

En los restos óseos descubrieron un detalle que otros investigadores anteriores habían pasado por alto: un polvo negro y rojizo que impregnaba los huesos. Investigaciones precedentes aseguraban que dicho residuo se genera al quemar huesos cerca de objetos metálicos, lo que coincidía con el hecho de que ese polvo albergara partículas de hierro.
El estudio posterior del material a través de una espectroscopía de plasma reveló, sin embargo, que los residuos estaban compuestos mayoritariamente de óxido de hierro, pero que los restos humanos no habían estado en contacto con objetos metálicos. Un dato importante al que se suman también las evidencias encontradas de que los cráneos acabaron reventados debido, probablemente, a la vaporización de la materia cerebral.

Pompeya

El estudio de la universidad napolitana también concluye que las primeras víctimas se produjeron en Pompeya como resultado del derrumbe de los techos y los pisos de las casa por la acumulación de piedra y cenizas en sus tejados. Una angustia que Plinio el Joven ya describió en sus cartas con pasajes tan detallados como este precisamente de Herculano, la ciudad donde falleció su tío Plinio el Viejo: «Una nube negra y espantosa, desgarrada por ardientes vapores que se retorcían centelleantes, se abría en largas lenguas de fuego, semejantes a los relámpagos, pero de mayor tamaño».

Arqueóloga limpiando un cráneo en Pompeya en agosto de 2018- ABC

O este otro que podía leerse a continuación: «Volví la vista atrás: una densa nube negra se cernía sobre nosotros por la espalda y nos seguía como un torrente que se esparcía sobre la tierra [...]. Podías oír los lamentos de la mujeres, los llantos de los niños, los gritos de los hombres. Unos llamaban a sus padres, otros a sus hijos, otros a sus mujeres, e intentaban reconocerlos por sus voces. Unos se lamentaban de su destino, otros del de sus parientes. Había algunos incluso que por temor a morir, pedían la muerte. Muchos rogaban ayuda a los dioses, otros, más numerosos, creían que ya no había dioses en ninguna parte y que aquella noche sería eterna, la última del universo».

Efectos térmicos sobre la cavidad craneal: A. Cráneo de un hombre adulto que muestra manchas oscuras en la zona ósea intracraneal. B. La superficie interna del hueso cambia progresivamente de amarillo pálido a negro (α – γ). C. Residuos pardos incrustados en los surcos vasculares.

La mayoría de aquellos habitantes de Herculano y los de las otras ciudades cercanas no pudieron huir a tiempo y fueron aplastados por las nubes piroclásticas. Sin embargo, según el investigador principal de la Universidad Federico II, la muerte de los habitantes de Pompeya fue «menos trágica». «En esta ciudad, ubicada a unos 10 kilómetros del volcán, la temperatura fue más baja, de entre 250 y 300 grados centígrados. Fue suficiente para matar a las personas al instante, pero no como para vaporizar la carne de sus cuerpos», explicó a la revista Newsweek.

Fuente: abc.es | 11 de octubre de 2018

¿Quién es el 'guardián de los secretos'? La extraña tumba encontrada en Egipto

Foto: Cámara funeraria con sarcófago. Instituto Checo de Egiptología, Facultad de Artes, Universidad de Charles.

Un equipo de arqueólogos de la República Checa ha llevado a cabo un importante descubrimiento en Egipto. Investigando y analizando las inmediaciones de una pirámide situada en Abusir, una necrópolis del Imperio Antiguo situada en la ribera occidental del río Nilo, un grupo de científicos checos se ha llevado una sorpresa al hallar un enterramiento plagado de lujos que no corresponde a un faraón: ¿quién es el 'guardián de los secretos' que allí descansa?

Los arqueólogos se encontraban inspeccionando la zona cercana a la pirámide que pertenece al faraón Neferirkara cuando se dieron de bruces con algo inesperado: a pocos metros, hallaban los restos muy bien conservados de una capilla, una tumba y una estatua. Tras analizar las inscripciones encontradas en una estatua, pronto se descubrió de quién era ese lugar de culto: se trataba de la zona de enterramiento de un sacerdote cuyo nombre era Kaires.


Una vista de primer plano que muestra la entrada a la capilla de la tumba en el complejo de la tumba de Kaires. Gran parte de la capilla de la tumba ahora está destruida. Fotografía cortesía del Instituto Checo de Egiptología.

Tal y como confirman los cartuchos encontrados en dicha estatua, este religioso era considerado como "el único amigo del Rey", además de ser "el guardián de los secretos". Pero, ¿qué significaba eso? Pues, ni más ni menos que se trataba del responsable de la 'Casa de la Mañana', el lugar en el que el faraón se vestía y desayunaba diariamente, por lo que se trataba de un funcionario muy cercano al faraón. O, mejor dicho, a varios faraones que reinaron en Egipto.

Foto: El hallazgo más importante es una estatua de granito que representa a Kaires sentado en una silla pequeña. Según los arqueólogos checos, esto demuestra que los antiguos egipcios colocaron estatuas en sus cámaras funerarias, una cuestión que han estado tratando de responder durante años. Czech Institute of Egyptology, Faculty of Arts, Charles University

Las inscripciones confirman que "era el inspector de los sacerdotes que sirven en los complejos piramidales", aunque lo más importante es que era el "encargado de la Casa de la Vida", una especie de biblioteca en la que se almacenaban los papiros más importantes sobre cualquier tipo de materia relacionada con el conocimiento. Sin embargo, no se ha podido saber a qué faraones sirvió Kaires, aunque se sospecha que el lugar del enterramiento no es casual.

Aunque no existe ningún dato que confirme a quién aconsejó exactamente, el hecho de que se encuentre en las inmediaciones de la pirámide de Neferirkara serviría para confirmar que fue su fiel ayudante. No en vano, se encuentra enterrado en un lugar reservado exclusivamente para miembros de la familia real, por lo que sería un hombre tomado en muy alta estima por este faraón que reinó en Egipto entre los años 2.446 y 2.438 a.C. Eso sí, es muy probable que también sirviera a los faraones anteriores a Neferirkara.

El cuerpo no se ha hallado

Además, un sencillo detalle confirmaría que tuvo que ganarse el favor de los reyes de Egipto: en la capilla que se encontró en su honor se hallaron restos de basalto en su base, un material altamente inusual en enterramientos que no pertenecían a faraones, al tratarse de un material exclusivo para la realeza. Como curiosidad, se encontró el sarcófago dentro de la tumba... pero no se halló la momia, por lo que las investigaciones continúan en ese sentido.

Otra característica única de la tumba es la construcción de la cámara funeraria, la cual se construyó en un pozo a cielo abierto. Una vez que se bajó el sarcófago y las paredes laterales se alinearon con bloques de piedra caliza, la cámara fue cerrada por varios bloques gigantes de piedra caliza en el techo, cada uno de los cuales pesaba al menos de ocho a nueve toneladas.



El descubrimiento no solo es importante por tratarse de un personaje relevante que, sin ser de la realeza, terminó ganándose la confianza de los responsables de gobernar el país hasta llegar a ser enterrado en una zona privilegiada, sino por la escasa información que se tiene sobre la época y sobre los sacerdotes más cercanos a los faraones. Un descubrimiento en el que trabajan tanto los responsables checos como el Ministerio de Antigüedades de Egipto.

El Instituto Checo de Egiptología tiene su sede en la Universidad Charles de Praga. La expedición de los arqueólogos a Abusir está dirigida por Miroslav Bárta, quien es profesor en el instituto. Las excavaciones se están llevando a cabo en cooperación con el Ministerio de Antigüedades de Egipto.

Fuentes: elconfidencial. com | radio.cz | cegu.ff.cuni.cz | livescience.com | 10 de octubre de 2018

La bodega fenicia de 2.300 años que languidece oculta en una sierra de Cádiz

Yacimiento arqueológico fenicio con instalaciones para producir vino, del siglo III antes de Cristo en la Sierra de San Cristóbal, Cádiz. IMÁGENES CEDIDAS POR DIEGO RUIZ MATA


Es la sierra de los misterios. Bajo su apariencia seca y estéril, pocos montes pueden presumir de esconder tantos secretos como la Sierra de San Cristóbal, en Cádiz. Lo que no está ahuecado en inmensas y fantasmagóricas canteras subterráneas abandonadas, es un rico manantial que surtió de agua a la cercana localidad de El Puerto de Santa María. Y lo que hoy no parece más que una cima de matorrales esconde la bodega completa más antigua de Occidente, unas instalaciones para producir vino del siglo III a.C., que, por los restos encontrados, también albergaba rituales religiosos en los que se utilizaba el vino para establecer contacto con las divinidades.

Sin embargo, tan valioso pasado, enclavado justo en el importante Marco del vino de Jerez, languidece hoy oculto bajo tierra desde que fue descubierto en 1991. “Aunque hay otros indicios arqueológicos anteriores, restos de lagares o pepitas en la zona levantina, San Cristóbal es una bodega completa de 2.000 metros cuadrados. Es única”, explica Diego Ruiz Mata (izquierda), arqueólogo y catedrático en Prehistoria.

Él fue quien lideró la excavación del espacio y el que pocos años después dio la alerta: “Aquello se convirtió en un motocross. Usaban los muros del yacimiento para pasar por encima, así que se tuvo que tapar”. Más de 20 años después, Ruiz Mata clama ahora por su recuperación como centro de interpretación arqueológico de la producción de vino.

De llevarse a cabo la idea —que el catedrático defiende públicamente en distintas conferencias y en un libro que está por publicar—, el complejo vitivinícola vendría a completar el importante pasado arqueológico que se puede visitar en la zona. En la falda de San Cristóbal se encuentra el enclave arqueológico de Doña Blanca, una ciudad fenicia que tiene su origen en el siglo VIII a.C. Aunque el consumo de vino surgió en Oriente en el Neolítico, fueron los fenicios quienes extendieron su uso por Europa.

Yacimiento arqueológico de San Cristobal (Cádiz), de época fenicia.

El yacimiento descubierto data del siglo III a. C., justo en la etapa púnica de la ciudad. En ese periodo también está fechada la ampliación del puerto, que llegó a ser el mayor de la zona y fue descubierto por científicos de la Universidadde Cádiz en el verano de 2017. Ambos testimonios permiten contextualizar la importancia que debió tener la urbe en su momento. De hecho, "la bodega se enclavaba dentro de un gran polígono industrial de la época que tenía al menos siete hectáreas”, como subraya Ruiz Mata. En él, hoy en parte destruido por las canteras, se producían salazones, tinte púrpura y otras actividades primarias.

En sus excavaciones, el arqueólogo localizó dos lagares para el pisado de la uva, otro para el vertido del mosto, hornos para calentar y producir vino dulce y almacenes con ánforas para su conservación. Aunque la bodega tenía un valor que iba mucho más allá de lo comercial. Ruiz Mata localizó hasta tres templos cercanos que hablan de los diferentes usos que por aquel entonces se le daban al vino.

Lagar del siglo IV o III a. C.

Caro y psicotrópico

“Además del uso social que hoy conocemos, [el vino] tenía su éxito porque era capaz de sumirte en un estado psicotrópico que te acerca a la divinidad”, detalla el arqueólogo. Uno de los templos contiene un foso para las ofrendas donde se hallaron multitud de vasos y ánforas que se arrojaban en banquetes rituales. En otro aparecieron betilos —piedras sagradas— y en otro más una pileta que se usaba para libaciones o aspersiones de líquidos a los dioses.

El vino era utilizado también como ofrenda a las divinidades por que, además de su carácter embriagador, tenía un gran valor, era un bien escaso. "Estaba considerada la bebida de los dioses”, añade Ruiz Mata. El amplio complejo arqueológico aportó más información, además de la extraída de los usos ritualísticos. La distribución espacial de las zonas de trabajo explica el mismo proceso de elaboración del caldo.

Piletas para decantar líquidos, Yacimiento Arqueológico Castillo de Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz)


Una vez pisado y convertido en mosto, los moradores de Doña Blanca mezclaban el vino con frutas y lo calentaban en hornos a 200 grados. Eso daba como resultado una bebida dulce, afrutada y espesa, a medio camino entre la sangría y el sirope. Es lo que en la antigüedad los romanos denominaron posteriormente como defrutum o vino cocido.

Aunque el Marco de Jerez —famoso en el mundo por sus manzanillas, finos u olorosos, entre otras variedades— dista mucho de esos vinos melosos del pasado, Ruiz Mata tiene claro que son las bodegas del presente las que están llamadas a rescatar el yacimiento.

“Su recuperación sería posible si se excava y restaura con la ayuda de empresarios del Marco de Jerez”, reconoce el catedrático. De ahí que abogue por una colaboración público-privada para conseguir crear un centro de explicación de la historia y cultura del vino. “Sería un polo de atracción muy valioso. Que no se nos olvide que esto no es la historia de mi pueblo, esto es historia universal”, remacha con orgullo Diego Ruiz Mata.

Fuente: elpais.com | 9 de octubre de 2018

De neandertales y sapiens: se aviva el debate sobre el origen del arte rupestre

Panel de las manos, en la cueva de El Castillo (Cantabria). Una de las siluetas de una mano tiene al menos, 37.300 años y un disco rojo, 40.800. Son las pinturas rupestres más antiguas de Europa.


Marcos García Diez es profesor e investigador de la Universidad Isabel I de Burgos. Sus áreas de investigación se centran en el origen del arte y de los lenguajes gráficos, en la definición de los territorios culturales de la Prehistoria a partir del arte, en la cronología del arte, y en la gestión y conservación de espacios subterráneos con arte prehistórico. Ha participado en trabajos de campo e investigación en España, Francia, Italia, Portugal y Timor.

En febrero de 2018, un estudio afirmaba que los primeros artistas del mundo fueron neandertales. El arte paleolítico más antiguo, hallado en cuevas españolas, era obra de nuestros primos extintos ibéricos hace 64.000 años. Hace unos días, un artículo de opinión en Science criticaba aquel trabajo. Ahora sus autores responden a las dudas en la misma revista y uno de ellos, Marcos García Díez, nos detalla sus argumentos.
Pared con motivos pintados en rojo en la cueva de La Pasiega (Cantabria). En el centro el signo escaleriforme compuesto por líneas horizontales y verticales fue trazado hace al menos 64.800 años.

La ecuación que se construyó hace más de un siglo era perfecta. El origen del arte rupestre, del lenguaje gráfico, tenía una antigüedad máxima de unos 42.000 años y su ejecución correspondía a poblaciones humanas de Homo sapiens. Es decir, nosotros, nuestra especie, construimos ese paradigma reservándonos la capacidad de construir lenguajes gráficos.

Este axioma, al que no se le requirió demostración alguna, hace casi un año se ha tambaleado. Un equipo internacional de físicos, geólogos, geocronólogos y arqueólogos, con una considerable representación española, lo hemos discutido con pruebas y datos científicos procedentes de una visión transdisciplinar de la ciencia y del conocimiento.

La aplicación de un método de datación con más de 40 años de desarrollo, las series del uranio, o U/Th, aportó casi veinte fechas en tres cuevas españolas (La Pasiega en Cantabria, Maltravieso en Cáceres y Ardales en Málaga), cuyos resultados concluyen que el arte rupestre paleolítico se inició al menos hace 65.000 años y que su ejecución correspondió a poblaciones humanas de Homo neanderthal.

En este punto cabe recordar que lo datado son formaciones de calcita que están en relación directa con las pinturas de las cuevas, por lo que las fechas ofrecen una edad anterior o posterior de la acción de pintar.

Estos resultados chocan frontalmente con el paradigma establecido en evolución humana. Pero también con una consideración filosófica y biológica que tenemos de nuestra especie.

Voces críticas

Podemos entender como normal que unas conclusiones científicas cuyos resultados rompen un límite sobrepasando una frontera del conocimiento establecido sean debatidos.

Se ha argumentado que las calcitas datadas no están relacionadas con pinturas en la cueva de Ardales, sino con depósitos de color rojo de origen natural (oxidaciones o formaciones biológicas). Pero los datos son concluyentes y justificados tanto por la historiografía y otras formas similares en otros conjuntos, como sobre todo por la arqueología experimental, que demuestra fehacientemente su ejecución antrópica. Es decir, datos empíricos y contrastados fundamentan el carácter humano.
También se ha puesto en solfa que el procedimiento de muestreo de las calcitas puede llevar a la confusión entre el carácter mínimo y máximo de la datación. Es decir, que hemos confundido cuándo la calcita estaba por encima de la pintura (fecha ante quem) o por debajo (fecha post quem). Creo que no es cuestionable la aplicación al caso concreto de estos adverbios (arriba y abajo).

El muestreo detallado y preciso, contrastado siempre al menos con seis ojos, y la observación detenida en el laboratorio de las muestras, hace caer por su propio peso la crítica. Más aun cuando se presentan a la comunidad científica fotos del proceso en la información suplementaria.

También se están cuestionado parte de los fundamentos básicos de la aplicación del método. Me refiero a las correcciones derivadas de posibles contaminaciones detríticas. Obviamente están pueden existir y existen, pero la mayor parte de las muestras analizadas presentan un bajo grado (en algunas insignificante) de contaminación y en el caso de algunas muestras se han aplicado los factores de corrección al uso utilizados por la comunidad científica.

Si queremos ser más restrictivos y forzar el factor de corrección (es decir, generar resultados más recientes), los datos siguen entrando plenamente en valores más allá de 42.000, es decir, correspondientes a momentos en que los Homo sapiens no había llegado a Europa y, en consecuencia, a no ser que se quiera criticar de un plumazo las ideas actuales sobre antropología, quienes estaban era solo humanos anatómicamente Homo neanderthal.

Por último, se puede producir un envejecimiento de las fechas por lo que se llama un “sistema abierto”. Pero la contrastación realizada lo niega rotundamente. Cada una de las calcitas fueron tomadas separadas y progresivamente, a fin de obtener el mayor número de dataciones de forma secuencial y contrastar la coherencia interna del proceso de formación de la calcita. Y así fue, por lo que argumentar esta problemática en este caso es más una cuestión de fe que de ciencia.

Resistencia al cambio

Continuamente nuestra sociedad se enfrenta a retos y desafíos que implican cambios tanto en la ciencia como en el conocimiento. Nos cuesta asumir ideas de nueva generación, pero más aún ideas que rompen con lo tradicional.

Cuestionar algunas bases de nuestro conocimiento no es ir en contra de nadie ni de nada, sino de plantearnos sobre qué base construimos nuestro pensamiento, la idea de nuestra sociedad y, más aún, de nosotros mismos. La crítica debe nacer de planteamientos sólidos y de datos contrastados, y no de campanas al vuelo, donde el debate parece hacerse en base a la resistencia al cambio.

Aceptar que nosotros, los Homo anatómicamente sapiens tenemos singularidades cognitivas respecto a otras especies humanas anteriores, hoy es un error. Al menos las poblaciones anatómicas de Homo neanderthal y Homo sapiens son plenamente humanos sapiens, humanos con una perfecta capacidad para construir lenguajes gráficos simbólicos.

La evidencia científica implica asumir que al menos hace 65.000 años nos comunicamos mediante símbolos y que estos se repitieron generación tras generación observando y transformando lo previo, y construyendo nuevas formas que hoy nos alteran cuando las vemos.

Fuente: SINC | 11 de octubre de 2018

Negar que las pinturas más antiguas del mundo son neandertales es un disparate


El arte de las cuevas de Ardales (Málaga), Maltravieso (Cáceres) y La Pasiega (Cantabria) tiene, por lo menos, 65.000 años, por lo que negar que esas pinturas son las más antiguas del mundo y fueron hechas por neandertales "es un disparate que carece de todo fundamento".

Así lo ha explicado a Efe el investigador de la Universidad de Barcelona y del ICREA, Joao Zilhão (izquierda), coautor de un estudio publicado el pasado febrero en la revista Science que desvelaba que, de acuerdo con las dataciones hechas en las tres cuevas, las pinturas fueron hechas por neandertales.

Las dataciones, lideradas por D.L. Hoffmann del Instituto Max Plank de Alemania, fueron realizadas con el método Uranio-Torio, que mide el tiempo tomando como base la desintegración radiactiva del uranio de las costras de calcita asociadas a las pinturas.
El método permitió a los científicos certificar que las pinturas de estas cuevas tenían una antigüedad insospechada en los orígenes de la actividad artística en el género humano.

En concreto, determinaron que una mano pintada en negativo en Maltravieso fue realizada al menos hace 66.700 años, que una formación de calcita fue cubierta de pintura hace al menos 65.500 años en la gruta de Ardales, y que un signo lineal con forma de escalera de la caverna de La Pasiega tiene cerca de 64.800 años.

El hombre moderno no llegó a Europa hasta hace unos 40.000 años, por tanto, el arte de las tres cuevas es neandertal.

Sin embargo, el pasado 21 de septiembre, Science publicaba un comentario que ponía en cuestión la antigüedad de las pinturas y proponía "poner en cuarentena las fechas a la espera de que estudios más profundos" aclarasen la autoría.

Hoy, Science publica una respuesta a este comentario que "zanja el debate y demuestra que las críticas no tienen fundamento", explica João Zilhão a Efe.
Sobre La Pasiega, detalla Zilhão, el comentario sostiene en primer lugar que las fechas no son exactas porque tienen una incertidumbre importante. Pero esto es perfectamente lógico y normal en arqueología y en paleontología, disciplinas en las que toda datación siempre viene asociada a un margen de error.

"Cuando hablamos de un rango de entre 65.000 y 85.000 años, eso significa que la edad exacta está dentro de ese intervalo y, por lo tanto, es con toda seguridad de por lo menos 65.000 años". Confundir margen de error con resultado cuestionable es una equivocación grave, advierte.
En segundo lugar, continúa el arqueólogo, la crítica olvida que, aun descartando ese resultado de 65.000 años, tomado de una muestra de calcita directamente sobre el pigmento, otra muestra de la calcita más reciente formada sobre la misma pintura da una edad mínima de 54.000 años. Aun si sólo aceptamos esta última "en ningún caso cambia la autoría porque hace 54.000 años solo había neandertales", subraya.

Por último, el comentario plantea como tercer argumento que, en realidad, las tres muestras de calcita tomadas sobre la pintura de La Pasiega deben de tener la misma edad porque, a pesar de su datación ser distinta, vienen todas de una misma concreción de calcita, y esta es del tipo coliflor, que se formaría muy rápidamente.

"Pero esto no lo demuestran, sino que lo asumen, lo que es un error básico y elemental. De hecho, las decenas de resultados que hemos obtenido a lo largo de una década en 40 cuevas de cuatro países demuestran lo contrario; las concreciones de tipo coliflor se desarrollan a lo largo de períodos de tiempo muy alargados".
"En lo que concierne a Maltravieso y Ardales, las críticas son aún más burdas". Concluye el arqueólogo portugués: "la crítica contiene errores garrafales, se equivoca de la primera a la última palabra y carece de base científica".

Fuente: eldiario.es| 11 de octubre de 2018

Arqueología biomolecular para saber qué comían los campesinos de la Alta Edad Media

La investigadora Maite Iris García Collado junto a los restos humanos hallados en el asentamiento de la Alta Edad Media en la aldea de Boadilla (Toledo). / Nuria González / UPV/EHU

Un equipo científico, en el que participa la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha llevado a cabo un estudio que aborda el conocimiento de la alimentación de la población que habitaba la aldea de Boadilla, un asentamiento de campesinos de época visigoda (siglos VI-VIII d.C.), en las afueras del actual municipio de Illescas, en Toledo. Los resultados se han dado a conocer en la revista Archaeological and Anthropological Sciences.

Según los autores, el análisis biomolecular permite no solo reconstruir la dieta de un grupo de población, sino que constituye una alternativa real para historiar conjuntos antropológicos que tendrían escaso potencial si solo se estudiaran mediante métodos tradicionales.
El objetivo del trabajo fue demostrar que las técnicas de arqueología biomolecular pueden ser una alternativa útil para obtener nuevos datos sobre diversos aspectos sociales y económicos de las sociedades rurales de la Península Ibérica en la Alta Edad Media y así devolver el valor histórico a esos conjuntos antropológicos.

Para ello, por un lado, se realizó un estudio antropológico tradicional con el fin de determinar el tamaño de la población enterrada en Boadilla y su perfil demográfico (edad y sexo), lo cual determinó que se trataba de una población estable en la que estaban representadas todas las categorías de edad. También se llevaron a cabo los análisis de isótopos estables de carbono nitrógeno de una parte de la población seleccionada aleatoriamente.
Según explica Maite Iris García Collado, investigadora de la UPV/EHU y primera autora del estudio, “Esta técnica se basa en la premisa de que la composición química de los alimentos que tomamos queda reflejada en la composición química de los tejidos de nuestro organismo. Por lo tanto, analizando la composición de los restos antropológicos de una población arqueológica, podemos conocer su dieta”.

Se sabe poco sobre los hábitats rurales de esa época porque las fuentes escritas apenas cuentan nada sobre ellos y los restos arqueológicos que dejaron son escasos y poco visibles. “En ese tipo de contextos son frecuentes los cementerios que ocupan grandes extensiones, con tumbas que forman hiladas irregulares, en las que se inhumaban una o varias personas sucesivamente, a menudo acompañadas de distintos tipos de objetos”, comenta la investigadora.

Sin embargo, el material antropológico procedente de esos cementerios, es decir, los huesos y los dientes de las personas que habitaron esas aldeas, no han recibido mucha atención, porque frecuentemente están fragmentados y mal conservados. Ello ha sido un obstáculo para el conocimiento de esas poblaciones, ya que se asumía que la información que se podía sacar de sus restos antropológicos era muy escasa.
Ahora, con esta investigación, ha quedado demostrado que la aplicación de ese tipo de análisis permite no sólo reconstruir la dieta de un grupo de población, sino que constituye una alternativa real para historiar conjuntos antropológicos que tendrían escaso potencial si sólo se estudiaran mediante métodos tradicionales, destaca el estudio.

Producción y el consumo de cereales

De acuerdo a los isótopos de carbono, la alimentación de la población enterrada en Boadilla estaba basada en cereales de invierno, una categoría que incluye el trigo, la cebada, el centeno o la avena. No obstante, los cereales de ciclo corto, que en esta cronología están restringidos al mijo y el panizo, también formaban parte importante de la dieta de esa comunidad.

“Esto es relevante porque este y otros estudios anteriores apuntan a que la producción y el consumo de esos cereales menores podría ser un rasgo característico de grupos de campesinos con cierta autonomía y control sobre su producción. En cuanto a las proteínas de origen animal (carne, huevos, leche, lácteos) que se han podido detectar a través de los isótopos de nitrógeno, su consumo sería limitado y ocasional. Asimismo, se ha podido descartar el consumo de pescado”.


Según los resultados de los isótopos de nitrógeno, los individuos más jóvenes (entre 2 y 8 años) eran los que menos productos de origen animal consumían. El consumo de carne, huevos, lácteos y otros productos derivados se incrementaba ligeramente entre los 8 y los 14 años, para ponerse a la misma altura que los adultos durante la adolescencia (a partir de los 14 años).

“Eso quiere decir que el acceso a ese tipo de productos estaba condicionado por la edad y que los individuos más jóvenes tenían un acceso muy restringido a ellos. Además, nos indica que era a partir de los 14 años aproximadamente cuando los adolescentes empezaban a ser tratados como adultos”, puntualiza.

Otra cuestión investigada fue la existencia de diferencias en la alimentación entre los individuos enterrados con objetos de adorno personal o herramientas de uso cotidiano y los que se enterraron sin nada de ello. “A menudo, se ha considerado que esos objetos, que en ocasiones se depositaban junto a los cuerpos, podrían denotar la posición social del individuo. No obstante, de ser así, no habría habido diferencias significativas entre la dieta de los individuos más y menos relevantes”, dice García Collado.

Por último, también se analizó un conjunto de muestras de animales domésticos, ya que determinar las pautas alimenticias de esos animales es útil para caracterizar la ganadería que se practicaba en esa aldea.

“El resultado más interesante es que se practicaban diferentes estrategias para cada especie. Las vacas, las ovejas y las cabras probablemente pastaban en tierras cercanas a la aldea, lo cual contribuía al abonado de los campos de cultivo. En cambio, seguramente los caballos eran enviados a pastos abiertos más alejados del asentamiento”, concluye la autora.

Fuente: SINC | 27 de septiembre de 2018