Agricultores neolíticos provenientes del Egeo reemplazaron a los cazadores-recolectores de la antigua Gran Bretaña

El esqueleto del llamado "Hombre de Cheddar". London Natural History Museum.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature, una oleada de emigrantes de lo que hoy es Grecia y Turquía llegó a Gran Bretaña hace unos 6.000 años y acabó reemplazando a la población de cazadores-recolectores existente.
Los científicos examinaron muestras de restos antiguos que datan del año 8.500 a.C., y encontraron que los cazadores-recolectores de piel oscura que habitaron las Islas Británicas desde la última Edad de Hielo habían dejado relativamente poco rastro en el registro genético después de la transición a la agricultura, lo que sugiere que no hubo mucho entrecruzamiento con los recién llegados alrededor del 4.000 a.C.

En contraste, los mismos emigrantes del mar Egeo se mezclaron ampliamente con las poblaciones locales cuando introdujeron la agricultura en Europa continental unos 1.000 años antes, según estudios de ADN anteriores.

"Es difícil decir por qué esto es así, pero puede ser que los últimos cazadores-recolectores británicos fueran relativamente pocos en número", dijo Mark G. Thomas (izquierda), profesor de genética evolutiva en el University College de Londres, y coautor del estudio. "Incluso, si estas dos poblaciones se hubieran mezclado completamente, la capacidad de los agricultores continentales y sus descendientes para mantener tamaños de población más grandes habría producido una disminución significativa de la ascendencia de los cazadores-recolectores con el tiempo".

"Nuestros análisis indican que la aparición de prácticas neolíticas y de domesticación en Gran Bretaña, alrededor del año 4000 a. C., estuvo mediada de manera abrumadora por la inmigración de agricultores de Europa continental, y hay que rechazar enérgicamente la hipótesis de la adopción de la agricultura por parte de los cazadores-recolectores indígenas como el proceso principal".
Localización de las muestras óseas de individuos neolíticos (círculos negros) y mesolíticos (círculos verdes) analizadas en el estudio. Créditos de la imagen: Brace et al / Nature.

Los investigadores de Gran Bretaña y Estados Unidos descubrieron que los restos de los primeros granjeros británicos eran genéticamente similares a los descubiertos en lo que hoy es España y Portugal, lo que indica que esta población viajó de este a oeste a través del Mediterráneo y luego hasta Gran Bretaña.

Sorprendentemente, los recién llegados parecen haber accedido primero a la costa occidental de Gran Bretaña, pera después extenderse a otras partes de la isla, lo que sugiere que no cruzaron el Canal de la Mancha por el rumbo más corto posible, sino que tomaron la ruta más larga y peligrosa del Atlántico.

"Esta ruta es una continuación de la dispersión costera por el Mediterráneo, pero sus características marítimas son, por supuesto, mucho más complicadas", dijo Carles Lalueza-Fox (derecha), del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, España.
Lalueza-Fox, que no participó en el estudio, dijo que los hallazgos coinciden con lo que se sabe sobre la propagación de estructuras megalíticas a lo largo de la costa atlántica de Europa. Quizás la más conocida de estas estructuras sea Stonehenge, en Gran Bretaña.

"Este trabajo resalta los complejos cambios de población que afectaron a un área marginal del noroeste de Europa, e indica la necesidad de investigar todas las regiones con datos antiguos para comprender mejor la configuración de la diversidad genética humana moderna", dijo Laluelza-Fox.

En su artículo, Thomas y sus colegas también subrayan la "considerable variación en los niveles de pigmentación cutánea en Europa" durante la Edad de Piedra, tal como se observa en las muestras genéticas que se examinaron.

Reconstrucción del llamado "Hombre de Cheddar". London Natural History Museum.


Mientras que los cazadores-recolectores salientes de Gran Bretaña, incluido el más antiguo conocido como "Hombre Cheddar", probablemente tenían ojos azules o verdes y piel oscura o incluso negra, se cree que las poblaciones agrícolas que emigraron a través de Europa tenían ojos marrones y piel menos oscura o intermedia.

Fuentes: phys.org | zmescience.com | 15 de abril de 2019

El misterio de los 7.000 años de vacío en la cueva neandertal de Ardales (Málaga)

Un grupo de investigadores en la cueva de Ardales. GARCÍA-SANTOS

Los neandertales frecuentaron la cueva de Ardales (Málaga) desde hace unos 80.000 años. Encontraron allí un buen lugar para refugiarse que, además, tenía cerca manantiales de agua. También valles, bosques y montañas donde vivía la fauna de la que se alimentaban. Fueron los autores de algunas de las muestras del arte más antiguas del planeta, no figurativas y datadas en algo más de 65.500 años, según una investigación cuyos resultados se publicaron como tema de portada de la revista Science en febrero de 2018. Los hombres volvieron a pintar puntos, rayas y líneas 20 milenios después, pero la huella de los neandertales se pierde hace 45.000 años. El siguiente grupo en aparecer, hace 38.000 años, es el Homo sapiens.

José Ramos Muñoz (izquierda), catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cádiz, explica que ambas especies “nunca coincidieron allí”. Pero quedaba una duda: ¿Qué pasó en esos 7.000 años? ¿Por qué no hay rastro de ningún homínido durante tanto tiempo?

Son dos de las preguntas que llevan haciéndole a la cueva durante los últimos seis años tanto el director del yacimiento prehistórico, Pedro Cantalejo (derecha), como investigadores de la Universidad de Cádiz y del Neandertal Museum alemán. Acaban de encontrar la respuesta: el clima es el principal responsable de que no haya restos humanos o arqueológicos en el interior de la cavidad.

A diferencia de otras zonas de Europa donde el frío llegó con fuerza, este rincón de la provincia de Málaga ha mantenido durante los últimos 100.000 años suaves temperaturas. “Bajo el paralelo 40 [que pasa por Valencia, Madrid y Lisboa] el clima estuvo siempre mucho más vinculado al norte de África. No hubo frío extremo. Y sí periodos de lluvia y aridez”, explica el profesor Ramos. “Y en esos siete milenios hubo una etapa de sequía”, añade Cantalejo, que explica que los grupos que habitaban el entorno de la cueva la abandonaron forzados por la falta de agua.

Para llegar a dicha conclusión, los científicos han realizado un estudio paleoecológico del entorno de la cueva malagueña. Al no haber restos en su interior durante esos 7.000 años, decidieron analizar el exterior para reconstruir el medio ambiente de esa página en blanco en la historia de la cueva. Han comprobado que en las épocas húmedas los bosques estaban formados por ejemplares de la familia Quercus (alcornoques, encinas o robles, entre otros), mientras que en las secas las masas forestales estaban formadas de pinos. Y cuando el agua escaseó, también lo hicieron cabras, caballos, ciervos y bóvidos, animales que conformaban la dieta de los neandertales. Como consecuencia, los pocos grupos de la especie que habitaban el entorno de la gruta se fueron.

Un investigador observa las paredes de la Cueva de Ardales. GARCÍA-SANTOS

El análisis se ha realizado de manera paralela en la sima de las Palomas, cavidad cercana de siete metros de profundidad donde han quedado al descubierto restos (los más antiguos, de hace 70.000 años) en diferentes estratos que permiten estudiar los modos de vida de las sociedades cazadoras recolectoras paleolíticas que las frecuentaron.

Cambio climático y movilidad

Los datos obtenidos han permitido conocer que la población neandertal en la comarca hace 45.000 años era muy escasa. Y que el cambio climático invitó a los pocos que quedaban a dejar la zona para encontrar un lugar con más agua y fauna. “Aunque también influyeron cuestiones sociales de los propios grupos neandertales, como su movilidad en el territorio”, añade el investigador José Ramos.

La hipótesis que se plantea es que dejaron la cueva para desplazarse unos ocho kilómetros al norte, al entorno del hoy llamado desfiladero de Los Gaitanes, que ahora recorre el sendero turístico del Caminito del Rey. Allí confluyen tres ríos (Turón, Guadalhorce y Guadalteba) que permitían disponer de agua incluso en épocas de larga sequía (hoy en el mismo lugar hay también tres embalses). “Por eso creo que el próximo paso debería ser estudiar bien las cavidades del desfiladero. Nos aportará nuevas respuestas a nuevas preguntas”, subraya Cantalejo, que cree que "dicho trabajo permitiría encontrar yacimientos con un gran potencial que quizás conserven la huella de esos 7.000 años de vacío”. Un periodo que, además, coincide con la extinción de la especie neandertal y la expansión del Homo sapiens por la península Ibérica.

Toma de muestras en la Cueva de Ardales. GARCÍA-SANTOS

Un nuevo cambio en el clima, que volvió a ser más húmedo, facilitó la instalación en Ardales de esta especie. Llegaron con un nuevo código artístico, el figurativo. Los cazadores representaron la fauna local, mientras que las mujeres se centraron en cuestiones como la reproducción o el control de la endogamia. Los Homo sapiens también se establecieron con nuevas herramientas como arcos y flechas, que les permitieron disponer de alimento diario.

La cueva de Ardales (que forma parte de un conjunto de cinco cavidades de gran importancia en la provincia de Málaga junto a La Pileta y El Gato (Benaoján), El Tesoro y La Victoria (Rincón de la Victoria) y la cueva de Nerja) conserva restos humanos, arqueológicos y artísticos, lo que la convierte en un gran yacimiento para estudiar la prehistoria. Contiene alguna de las pinturas más antiguas del planeta hechas por los neandertales y fechadas hace 65.000 años, aunque la misma especie volvió a dejar numerosas muestras de su arte 20.000 años después. Desde hace 38.000 y hasta hace 8.000, es amplio el legado pictórico del sapiens. En total, sus galerías contienen 1.010 pinturas prehistóricas.

Fuente: elpais.com | 19 de abril de 2019

Destacan papel que jugó la cerveza en la estabilidad de la sociedad Wari

Un grupo de arqueólogos descubrió la importancia que tuvo el suministro "constante" de cerveza durante la expansión del imperio Wari, en Perú. (18 de abril del 2019). Foto: Pixabay

Un grupo de arqueólogos descubrió la importancia que tuvo el suministro "constante" de cerveza durante la expansión del imperio Wari en la actual región del Perú, una civilización que duró desde el 600 hasta el 1100 d.C., según un estudio publicado este jueves (18 de abril del 2019) en la revista Sustainability.

"Este estudio nos ayuda a comprender cómo la cerveza alimenta la creación de organizaciones políticas complejas. Pudimos aplicar nuevas tecnologías para capturar información sobre cómo se producía la cerveza antigua y lo que significaba para las sociedades", apuntó el autor principal, Ryan Williams (izquierda), del Museo Field en Chicago.
El equipo de arqueólogos recreó antiguas técnicas de elaboración de cerveza para aprender cómo la bebida "mantenía a flote" el imperio Wari, que estuvo activo más de 500 años.

Hace casi dos décadas, Williams y su equipo descubrieron una antigua fábrica de cerveza Wari en Cerro Baúl, en las montañas del sur de Perú, que tenía lugares tipo tabernas justo al lado. Dado que la cerveza que elaboraban era una bebida ligera y ácida llamada chicha, solo era útil durante aproximadamente una semana después de su elaboración, por lo que no se enviaba lejos del lugar de producción. Por este motivo, la gente tenía que venir a los festivales del Cerro Baúl para beberla.

"Estos festivales eran importantes para la sociedad Wari: asistían entre una y doscientas élites políticas locales y bebían chicha de recipientes de cerámica de tres pies de altura decorados para parecerse a dioses y líderes Wari", indicaron los investigadores. "En resumen, la cerveza ayudó a mantener unido el imperio", agregó Williams.

Recipientes cerámicos analizados.

Para aprender más sobre la cerveza que jugó un papel tan importante en la sociedad Wari, analizaron piezas de recipientes de cerveza de cerámica del Cerro Baúl y utilizaron varias técnicas para descomponer sus moléculas. ​ Los autores averiguaron qué elementos atómicos formaban la muestra y cuántos, una información que sirvió para saber exactamente de dónde provenía la arcilla y de qué estaba hecha la cerveza.


Al observar la composición química de los restos dejados en los recipientes y la composición química de los propios recipientes de arcilla, el equipo encontró que estaban hechos de arcilla que venía de cerca y que la cerveza estaba hecha de bayas de pimienta, un ingrediente que puede crecer incluso durante una sequía. Ambas cuestiones ayudarían a lograr un "suministro constante" de cerveza, incluso si una sequía dificultaba el cultivo de otros ingredientes de chicha, como el maíz, o si los cambios en el comercio dificultaran la obtención de arcilla de muy lejos. Es por eso que los autores del estudio argumentan que este suministro firme de cerveza podría haber ayudado a mantener estable la sociedad Wari.

Fuente: elcomercio.com | 18 de abril de 2019

Nuevo hallazgo en Luxor: una tumba faraónica de 18 puertas y 450 metros cuadrados

Sarcófago hallado en la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

La árida colina de Dra Abu el Naga, en la sureña ciudad de Luxor, es un enorme queso gruyere, minado de oquedades. Uno de los recovecos acaba de surgir esta semana. Una misión de arqueólogos ha hallado en la ladera una tumba de grandes dimensiones que pertenecía a un noble faraónico. Un tesoro de 18 puertas con más de 3.500 años de antigüedad.

"Es la mayor tumba 'saff' descubierta en la necrópolis tebana", ha reconocido Mustafa el Waziri (izquierda), secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades. Una tumba "saff" ("hilera", en árabe) es un tipo de enterramiento horadado en la roca que se popularizó en la zona tebana, desde Dendera hasta Gebelein, desde el primer período intermedio hasta la dinastía XI.

La tumba que ha aflorado en la geografía de Dra Abu el Naga -a unos 600 kilómetros al sur de El Cairo- tiene 450 metros cuadrados a los que se acceden desde 18 puertas. Albergó el descanso eterno del noble Shedsu-Djehuty, un maestro de la corte encargado de velar por los conos funerarios del faraón.

Las entrañas del enterramiento, localizadas tras retirar los escombros acumulados por misiones extranjeras desde hace más de dos siglos, están decoradas con escenas que muestran al finado ante los dioses y arrojan luz sobre los quehaceres diarios. Los muros acogen dibujos de la fabricación de embarcaciones de madera y actividades cotidianas como la pesca y la caza.

Fachada de la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

La expedición también ha desenterrado un cartonaje de sarcófago antropomorfo, ushabtis realizados en fayenza, arcilla y madera [figurillas funerarias colocadas en las tumbas del Antiguo Egipto con la creencia de que sus espíritus trabajarían para el difunto en la otra vida] y vasos canopos, donde los egipcios almacenaban las vísceras de los difuntos.

La tumba posee, además, un enorme patio y coloridas baldosas. Según el ministerio de Antigüedades egipcio, el hallazgo es notable porque proporciona nuevos datos sobre una colina clave de la antigua Tebas. "Permite cambiar el mapa histórico y arqueológico del enclave y proporcionar una nueva comprensión de la arquitectura y el diseño de las tumbas individuales de Dra Abu el Naga", subraya El Waziri.

Algunos de los elementos encontrados (REUTERS)

La colina es una zona especialmente rica que ha protagonizado hallazgos desde hace años. En 2017 una misión de arqueólogos egipcios rescató la memoria de Userhat, un noble del Imperio Nuevo que hace más de tres mil años sirvió en los pasillos judiciales de Tebas. Un tumba en forma de T, como la de sus vecinas, que se inicia con un gran patio al aire libre, se interna en la roca con una primera habitación rectangular y discurre hacia la cámara funeraria a través de un angosto pasillo.

Dra Abu el Naga es también el promontorio en el que excava el proyecto español Djehuty, una de las expediciones con más solera de la Egiptología española. En 2017 la misión descubrió el jardín funerario construido delante de una gran tumba de la dinastía XII. "El jardín conserva en muy buen estado las semillas que en él se plantaron hace 4000 años, e incluso todavía en pie la parte inferior del tronco de un árbol, identificado como un tamarisco, que vivió al menos 24 años", relató a EL MUNDO recientemente el director del proyecto, José Manuel Galán.

Objetos hallados en la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

"El jardín promete ofrecer una información interesante y prácticamente única sobre el uso de las plantas con fines religiosos o funerarios e, indirectamente, sobre el medio ambiente en la antigua Tebas, información que se complementa con el registro de lluvias que acaecieron en la necrópolis entre el 2000 y el 1500 a.C. y que dejaron huella en el corte estratigráfico de la excavación del patio de entrada a las tumbas donde se encuentra el jardín", pronosticó el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Nuevas aristas de una porción de la necrópolis tebana repleta de misterios por resolver.

Fuentes: elmundo.es | infobae.com | 19 de abril de 2019

Cambios en el tamaño de las ratas revelan el hábitat del "Homo floresiensis"

En la cueva de Liang Bua, el paleoantropólogo Matthew Tocheri, a la izquierda, mide una rata gigante moderna con la ayuda de Bonefasius Sagut. A la derecha, una reconstrucción de 'Homo floresiensis' portando una rata gigante, realizada por el artista Peter Schouten.

Un estudio del cambio de tamaño del cuerpo de una rata en el tiempo permite vislumbrar el hábitat del misterioso homínido Homo floresiensis, apodado hobbit debido a su estatura diminuta. El Journal of Human Evolution publica un estudio basado en un análisis de miles de huesos de roedores, principalmente miembros anteriores y posteriores de la cueva indonesia donde se descubrió Homo floresiensis en 2003.
Los resultados indican que el hábitat local estaba principalmente compuesto de pastizales hace más de 100.000 años, pero comenzó a cambiar rápidamente a un entorno más cerrado hace 60.000 años.
"Nuestro estudio es el primero que conocemos que usa los huesos de las patas de las ratas para interpretar el cambio ecológico a través del tiempo, y proporciona nuevas pruebas sobre el medio ambiente local durante la época del 'Homo Floresiensis'", dice Elizabeth Grace Veatch (izquierda), de la Universidad de Emory (Atlanta, Georgia), y primer autor del estudio realizado.

Homo floresiensis tenía solo 1,10 metros de estatura y se sabe que vivió hace entre unos 190.000 a 50.000 años en la isla oceánica de Flores, en el este de Indonesia. El pequeño hominino compartió la isla con animales que podrían haber salido de las páginas de una novela de Tolkien, incluidos dragones gigantes de Komodo, cigüeñas de dos metros de altura, buitres con una envergadura de dos metros y estegodones pigmeos, herbívoros que parecían elefantes pequeños con colmillos de gran tamaño.

Sin embargo, fueron las ratas las que más interesaron a Veatch. Los múridos, como se conoce a la familia de las ratas, son taxonómicamente más diversos que cualquier otro grupo de mamíferos y se encuentran en casi todas las partes del mundo. "Exhiben una increíble variedad de comportamientos que ocupan muchos nichos ecológicos diferentes", dice Veatch. "Y como los pequeños mamíferos suelen ser sensibles a los cambios ecológicos, pueden decir mucho sobre lo que está sucediendo en un entorno".

El estudio se basó en restos recuperados en la cueva de piedra caliza conocida como Liang Bua, donde se han encontrado esqueletos parciales de Homo floresiensis, junto con herramientas de piedra y restos de animales, la mayoría de ellos ratas. De hecho, de los 275.000 huesos de animales identificados en la cueva hasta ahora, el 80 por ciento de ellos son de roedores.
Veatch vino a la Universidada de Emory para trabajar con la paleoantropólogo Jessica Thompson (derecha), una gran experta en el uso de la tafonomía, el estudio de lo que sucede con los huesos después de que se muere un organismo, con el fin de aprender más sobre la evolución de la dieta humana. Aunque Thompson ahora se ha mudado a la Universidad de Yale, ella continúa siendo mentora de Veatch en sus estudios de posgrado en la Universidad de Emory.

Veatch acabó convirtiéndose en parte del proyecto arqueológico de Liang Bua mientras realizaba una pasantía en el Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional de Historia Natural perteneciente a la Smithsonian Institution. Su mentor allí fue el paleoantropólogo Matthew Tocheri (ahora en la Universidad Lakehead, en Ontario) el cual comparte la primera autoría del trabajo de investigación con Veatch.

"Matthew me preguntó si quería analizar algunos huesos de ratas y dije: 'Claro'", recuerda Veatch. "No tenía idea de en qué me estaba metiendo".
El estudio abarcó alrededor de 10.000 huesos de rata de Liang Bua. Los restos abarcaban cinco especies con distintos tamaños, desde el Rattus hainaldi, del tamaño de un ratón, hasta el Papagomys armandvillei, del tamaño de un gato, comúnmente conocido como la rata gigante de Flores. Después de clasificar los huesos, los investigadores podían vincularlos directamente con las especies y los tipos ambientales.
Si bien las ratas pueden adaptarse a nuevos entornos, las morfologías de diferentes especies tienden a adaptarse a su entorno preferido. Por ejemplo, el hábitat de las Komodomys rintjanus de tamaño mediano, incluido en el estudio, se caracteriza principalmente por pastizales abiertos intermitentes con parches de bosque. En contraste, el pequeño Rattus hainaldi y el gigante Papagomys armandvillei prefieren hábitats boscosos más cerrados o semicerrados.

Gráfico de las especies de ratas incluidas en el estudio.

El seguimiento de la abundancia relativa de las diferentes especies de ratas a lo largo del tiempo indicó que la ecología local era en su mayoría pastizales abiertos hace 100.000 años, haciendo la transición hacia un hábitat boscoso más cerrado hace unos 60.000 años. Ese tiempo se corresponde, más o menos, con los elementos esqueléticos pertenecientes a Homo floresiensis, el Stegodon pigmeo, las cigüeñas gigantes, los buitres y los dragones de Komodo, ya desaparecidos de Liang Bua.
"La evidencia sugiere que 'Homo floresiensis' habría preferido hábitats más abiertos donde pudo haber sido parte de este ecosistema caracterizado por estegodones, cigüeñas y buitres", dice Veatch. "Creemos que cuando el hábitat cambió, volviéndose más boscoso, el 'Homo floresiensis' probablemente abandonó el área de Liang Bua para rastrear a estos animales en hábitats más abiertos en otros lugares de la isla".

Muchos más misterios permanecen con respecto a Homo floresiensis, dice Veatch, y los huesos de ratas hallados en Liang Bua pueden ayudarnos a resolver algunos de ellos. Una pregunta clave es si Homo floresiensis realizaba caza menor.

"Nuestros primeros ancestros se adaptaron para poder consumir grandes cantidades de grandes animales a través de la caza o el carroñeo, o ambos", dice Veatch. “La caza mayor, sin duda, se convirtió en una fuente importante de alimentos, lo que dio lugar a numerosas adaptaciones sociales y fisiológicas, incluida la cooperación social y la expansión del cerebro. Sin embargo, es mucho menos conocido el papel que pudo haber tenido la caza menor en nuestra evolución temprana, si es que la tuvo".

"Liang Bua ofrece una oportunidad ideal para estudiar lo que un hominino de cerebro pequeño, como Homo floresiensis, podría haber cazado si tuvo a su disposición ambas fuentes de caza, es decir, caza mayor de un Stegodon, por ejemplo, y caza menor como la rata gigante de Flores y otras especies de ratas", aduce Veatch.

Veatch estudia las pilas de sedimentos excavados en Luang Bua mientras los mismos se filtran utilizando el sistema de riego de un arrozal cercano a la cueva.

Veatch está realizando estudios de campo en la cueva de Liang Bua, incluyendo experimentos para determinar qué tan difícil habría sido capturar ratas salvajes de Flores. También está investigando en el Museo Pusat Penelitian Arkeologi Nasional (ARKENAS), en la capital indonesia de Yakarta, donde ahora se almacenan muchos de los huesos animales hallados en la cueva, a fin de determinar si alguno de los mismos tiene marcas de corte, lo que indicaría su caza y descuartizamiento con herramientas, o marcas de pico que indicarían que fueron digeridos por búhos u otras aves rapaces, los cuales los habrían depositado en la cueva.

"En Indonesia, mi apodo es 'Miss Tikus', que significa 'Miss Rat'", dice Veatch. "Estoy perfectamente bien con ello, porque las ratas son animales realmente inteligentes y extraordinarios. Las vemos a través de toda las secuencias arqueológicas de Liang Bua y continuaremos usándolas en estudios futuros para comprender más sobre lo que sucedió en esta cueva". Los co-autores del presente documento incluyen a Thomas Sutikna, E. Wahyu Saptomo y Jamiko, que son todos de ARKENAS y la Universidad de Wollongong en Australia; Kate McGrath de la Universidad de Burdeos, Francia; y Kristofer Helgen de la Universidad de Adelaide en Australia.

[Créditos de las fotos: Todas las imágenes son cortesía del equipo de investigación de Liang Bua. La foto de Veatch con calavera de un Homo floresiensis fue tomada por Kristofer Helgen. La foto de Veatch y los sedimentos fue tomada por Hanneke Meijer].

Fuente: Universidad de Emory | 13 de marzo de 2019

Hallan en la Font de la Figuera (Valencia) un fragmento de una escultura íbera que representa el cuerpo de un ave

Depósito de una escultura ibérica, hallada en la font de la Figuera, en el Museo de Prehistoria de Valencia.

Unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la calle Portal de València de la Font de la Figuera han descubierto un fragmento de una escultura de época ibérica que representa el cuerpo de un ave. La pieza ha sido depositada en el Museo de Prehistoria de Valencia para su análisis, estudio, catalogación y restauración, aunque previo al estudio, se cree que podría datar de entre los siglos VI y IV antes de Cristo.

La escultura representa un cuerpo de ave con las alas plegadas sobre una base que tiene en relieve las dos patas. En la parte frontal de la base hay grabado un animal, posiblemente un carnívoro. La cabeza y el extremo de la cola no se han conservado, ha informado la Diputación de Valencia en un comunicado.


Las esculturas de aves conocidas, hasta el momento, del periodo íbero son excepcionales. Así, en el suroeste peninsular sólo se conocen los ejemplares encontrados en la necrópolis del Corral de Saus (Moixent), muy cercana al hallazgo de La Font, y del Monastil d'Elda (Alicante).
"La escultura ibérica es un claro marcador social de las élites", han detallado desde la corporación. "Muestra el esfuerzo en la movilización de recursos y artesanos especializados para destacar y singularizar monumentos funerarios con animales y seres mitológicos, como las sirenas", han continuado.


El fragmento de la Font de la Figuera se podría vincular, pues, a un monumento funerario localizado en el entorno de La Cervera, donde ya se conocía un asentamiento que fue ocupado entre los siglos VI y IV antes de Cristo.

De forma paralela al estudio y publicación científica de la pieza, por parte de la dirección de las excavaciones, se pondrán en marcha los trabajos de restauración y catalogación por parte de los técnicos y las técnicas del Museo de Prehistoria de Valencia, con el objetivo final de la futura puesta en valor de la escultura en las mejores condiciones de conservación.


Al acto de depósito han asistido el diputado de Cultura, Xavier Rius; el alcalde La Font de la Figuera, Vicent Muñoz; el presidente de la Cooperativa la Vinya, promotora de las actuaciones arqueológicas, José Fita; el director de las excavaciones, realizadas por la empresa Estrats-Treballs d'Arqueologia, David López Serrano; la directora del Museo de Prehistoria, María Jesús de Pedro; y el conservador del museo, Jaime Vives-Ferrándiz.

El diputado de Cultura, Xavier Rius, ha anunciado que "a petición del alcalde, Vicent Muñoz, he dado instrucciones a los técnicos y técnicas del Museo de Prehistoria de Valencia de estudiar la viabilidad de, una vez la pieza esté restaurada, realizar una exposición alrededor de esta pieza tan importante y singular en el municipio de La Font de la Figuera".

Fuente: 20minutos.es | elperiodic.com |17 de abril de 2019