Relieves hallados en la ciudad hitita de Yazilikaya podrían representar un calendario lunisolar

Relieve correspondiente al eidificio Yazilikaya en el que se representa doce dioses del inframundo.

Yazılıkaya es un edificio de 3.200 años de antigüedad que se cree que desempeñó un importante papel religioso en la ciudad llamada Hattusa, capital del antiguo Imperio Hitita. Según una nueva teoría, las tallas o relieves que se han encontrado en ella pueden haber funcionado como un calendario lunisolar.

El arqueólogo francés Charles Texier exploró este edificio en 1834, y se sabe que unas pocas décadas antes de la caída del Imperio Hitita (alrededor del 1.190 a.C) sus albañiles crearon unos 100 relieves de personas, animales y quimeras míticas en los dos patios del complejo pétreo edificado. Los dibujos de Texier de estos relieves cautivó la imaginación de las gentes de su tiempo en Europa, ya que no se esperaba que ese tipo de arte distintivo hubiera emergido en la remota Anatolia central.

Yazılıkaya significa en turco simplemente "roca inscrita", y este gran emplazamiento de piedra caliza de la Edad del Bronce es tan misterioso como su nombre. Si bien las tallas halladas el sitio se han estudiado durante décadas, algunos expertos argumentan que se han pasado por alto aspectos claves sobre las mismas.

Los investigadores argumentan que algunas tallas descoloridas de deidades habrían sido representaciones que se añadían al número de días en un mes lunar. También hay marcas debajo de algunas de estas representaciones que parecen un intento de hacer un seguimiento de algo.


Siguiendo estas pistas los científicos leyeron numerosos tratados sobre la religión hitita y la astronomía babilónica, al tiempo que descubrían en Hattusa numerosas tablillas en las que se describían temas astronómicos y astrológicos de los que se cree son fruto de las influencias que los hititas recibieron de los sacerdotes mesopotámicos hace unos 3.000 años.

Eberhard Zangger (izquierda), presidente de Luwian Studies, una fundación internacional sin fines de lucro y su colega Rita Gautschy (derecha), de la Universidad de Basilea, piensan que una talla que contiene 12 deidades representa los meses de un año y otra que contiene 30 imágenes se corresponden con los días de un mes.

Arguyen que los antiguos hititas habrían marcado debajo de la primera de las 30 deidades el comienzo de un mes y luego retrocedían para hacer un seguimiento del tiempo. La importancia de la luna llena también está representada en algunas de las tallas.

El lugar es un gran santuario de piedra caliza.

La cantidad de deidades grabadas no se corresponde con la cantidad de días de un año, pero Zangger y Gautschy creen que la gente hitita habría tenido en cuenta esto agregando algunos meses adicionales durante un ciclo de 19 años.

La cámara 1 en la ciudad alta de Ḫattusa fue construida para captar la luz del Sol mientras se pone durante el solsticio de invierno. Foto tomada el 21 de diciembre de 2018 Crédito: © Luwian Studies

También se ha sugerido que otras estructuras hititas fueron construidas para marcar importantes eventos astronómicos, tal como los solsticios y equinoccios. Sin embargo, los críticos argumentan que el número de deidades solo corresponde a un calendario y no hay suficientes pruebas concluyentes para confirmar que estaba en marcha.

Relieve en la roca representando al dios Sarruma y al rey Tudhaliya IV que data de alrededor de 1250 - 1220 a. C.

Fuentes: archaeologynewsnetwork.com | laopinion.net | 27 de junio de 2019

Artículo relacionado: “Celestial Aspects of Hittite Religion: An Investigation of the Rock Sanctuary Yazılıkaya”, puede descargarse aquí.

Los filisteos, enemigos bíblicos de Israel, venían del sur de Europa, según un estudio de su ADN

En esta foto de archivo tomada el 28 de junio de 2016, un equipo de arqueólogos extranjeros extrae esqueletos en el sitio de excavación del primer cementerio filisteo que se encuentra en la ciudad costera israelí de Ashkelon. - Los antiguos huesos excavados en Israel y analizados en Alemania pueden haber roto el enigma de la procedencia de los filisteos y proporcionar por primera vez evidencia de los orígenes europeos del pueblo bíblico, dicen los investigadores. (Foto por MENAHEM KAHANA / AFP)

Un equipo internacional liderado por científicos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Expedición Leon Levy ha recuperado y analizado datos de todo el genoma de personas que vivieron durante la Edad del Bronce y del Hierro (hace aproximadamente entre 3.600 y 2.800 años) en la antigua ciudad portuaria de Ashkelon (Israel), una de las principales ciudades filisteas durante la Edad del Hierro.

El equipo descubrió que una ascendencia derivada de Europa se introdujo en Ashkelon en el momento de la llegada estimada de los filisteos, lo que sugiere que los ancestros de los mismos emigraron a través del Mediterráneo, llegando a esta ciudad a principios de la Edad del Hierro. Este componente genético europeo fue posteriormente diluido por el acervo genético local del Levante durante los siglos siguientes, lo que sugiere una mezcla intensiva entre poblaciones locales y extranjeras. Tales resultados genéticos, publicados en Science Advances, son un paso muy importante hacia la comprensión de los orígenes -largamente disputados- de los filisteos.

Una arqueóloga tomando notas en un antiguo cementerio filisteo cerca de Ashkelon, Israel

Los filisteos son famosos por su aparición en la Biblia hebrea como los archienemigos de los israelitas. Sin embargo, los textos antiguos cuentan muy poco sobre sus orígenes, aparte de un recuerdo posterior de que los filisteos procedían de Caphtor (un nombre de la Edad del Bronce para la isla de Creta; Amós 9:7). Hace más de un siglo, los egiptólogos propusieron que un grupo llamado Peleset en inscripciones jeroglíficas de finales del siglo XII a.C., fueron los mismos que los filisteos bíblicos. Los egipcios afirmaron que el grupo Peleset viajó desde "las islas", atacando lo que hoy es Chipre y las costas turca y siria, intentando finalmente invadir Egipto.

Estas inscripciones jeroglíficas fueron la primera indicación de que la búsqueda de los orígenes de los filisteos debería centrarse a fines del segundo milenio a.C. De 1985 a 2016, la Expedición Leon Levy, un proyecto del Museo Semítico de Harvard, inició la búsqueda de su origen en Ashkelon, una de las cinco ciudades filisteas según la Biblia hebrea. Dirigido por su fundador, el difunto Lawrence E. Stager, y luego por Daniel M. Master, autor del estudio y director de la Expedición Leon Levy en Ashkelon, el equipo encontró cambios sustanciales en las formas de vida durante el siglo XII a.C. que conectaban con la llegada de los filisteos. Sin embargo, muchos expertos argumentaron que estos cambios culturales eran simplemente el resultado del comercio o de una imitación local de estilos extranjeros, y no el resultado de un sustancial de un movimiento poblacional.

Este nuevo estudio representa la culminación de más de 30 años de trabajo arqueológico y de investigación genética utilizando tecnologías de vanguardia, y en el mismo se concluye que la llegada de los filisteos al sur del Levante involucró un movimiento de personas desde el oeste durante la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro.

La "herencia" genética de los habitantes de Ashkelon durante la Edad del Bronce (ASH_IA2), la Edad del Hierro Temprana (ASH_IA1) y la Edad de Hierro Tardía (ASH_LBA). El color lila marca el "legado" de los cazadores-recolectores europeos, el color azul marca los residentes del Levante, y el color verde marca los residentes del territorio del moderno Irán. M. Fieldd et al. / Science Advances, 2019

Discontinuidad genética entre la gente de la Edad del Bronce y del Hierro en Ashkelon
Los investigadores recuperaron con éxito los datos genómicos de los restos de 10 individuos que vivieron en Ashkelon durante la Edad del Bronce y del Hierro. Estos datos permitieron al equipo comparar el ADN de las personas en esa ciudad y determinar cómo se relacionaban. Los investigadores descubrieron que los individuos en todos los períodos de tiempo derivaban la mayor parte de su ascendencia del acervo genético local del Levante, pero que los individuos que vivieron en la Edad del Hierro temprana en Ashkelon tenían un componente ancestral de origen europeo que no estaba presente en sus predecesores de la Edad del Bronce.

"Esta distinción genética se debe al flujo genético relacionado con Europa e introducido en Ashkelon, ya fuera al final de la Edad del Bronce o al comienzo de la Edad del Hierro. Tal momento está de acuerdo con las estimaciones de la llegada de los filisteos a la costa del Levante con base en los registros arqueológicos y textuales", explica Michal Feldman (izquierda), del Instituto Max Planck y una de las investigadoras del estudio. "Si bien nuestro modelo sugiere un conjunto genético del sur de Europa como una fuente plausible, el muestreo futuro podría identificar con mayor precisión las poblaciones que introducen el componente relacionado con Europa en Ashkelon".

Impacto transitorio del flujo genético "relacionado con Europa"
Al analizar individuos de la Edad del Hierro en Ashkelon, los investigadores encontraron que ya no se podía rastrear el componente relacionado con Europa. "En no más de dos siglos, esta huella genética introducida durante la temprana Edad del Hierro ya no es detectable y parece estar diluida por un acervo genético local del Levante", afirma Choongwon Jeong (derecha), del Instituto Max Planck y uno de los autores correspondientes del estudio.
"Mientras que, según los textos antiguos, la gente de Ashkelon en el primer milenio antes de Cristo seguía siendo filistea para sus vecinos, el carácter distintivo de su composición genética ya no estaba claro, tal vez debido a los matrimonios mixtos con grupos levantinos de su alrededor", señala.

"Estos datos comienzan a llenar un vacío temporal en el mapa genético del sur del Levante", explica Johannes Krause (izquierda), del Instituto Max Planck y autor principal del estudio. "Al mismo tiempo, mediante el análisis comparativo ampliado del transecto de tiempo genético de Ashkelon, encontramos que las características culturales únicas de la Edad del Hierro temprana se reflejan en una composición genética distinta en las personas durante el desarrollo de la Edad del Hierro".

Fuentes: phys.org | nmas1.org | debate.com.mx | 3 de julio de 2019


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Hallan 11 nuevos cráneos alargados en una tumba de hace 12.000 años en China

Los cráneos de dos niños de 8 años comparados. El de la izquierda, sin modificar, y el de la derecha, alargado (American Journal of Physical Anthropology)

La modificación craneal intencionada (ICM) artificial no fue una práctica aislada. Ni tampoco se circunscribió en una única parte del mundo. La realizaron desde los Hunos y los Alanos hasta los Mayas y los Paracas (antiguos peruanos), pasando por las tribus Chinook y Choctaw (Norteamérica) los “cabezas alargadas” africanos y algunos pueblos de Tahití, Samoa, Hawai o Vanuatu.
Esta deformación artificial intencionada se realizaba durante la infancia, cuando el cráneo de los bebés aún es bastante blando y maleable y sus huesos no están fusionados. La cabeza se envolvía con un paño de tela o se usaban unas tablas de madera para que los huesos crecieran de forma aplanada y alargada. Se empezaba un mes después del parto y el proceso continuaba durante seis meses.

Una mujer Vanuatu sostiene a un bebé al que se ha aplicado un vendaje craneal para su deformación. Foto de Martin Johnson ... del Martin and Osa Johnson Safari Museum.

Los historiadores aún no saben por qué se realizaba esta práctica, aunque un grupo de investigadores de la Universidad de Jilin tiene esperanzas de encontrar una respuesta con su último hallazgo. En el sitio neolítico de Houtaomuga, en el noroeste de China, se han encontrado 11 individuos con el cráneo alargado, el más viejo de los cuáles vivió hace alrededor de 12.000 años.
La costumbre en este asentamiento se alargó durante miles de años, según indican los arqueólogos en el estudio que han publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology . “El inconveniente en la búsqueda del origen, la difusión y los significados de esta intrigante tradición es la falta de materiales tempranos para el examen científico”, escriben los expertos.

En las tumbas de Houtaomuga, en cambio, hay evidencias de esta práctica durante un largo periodo de hace 12.000 a 5.000 años. Los arqueólogos recuperaron 25 esqueletos durante la excavación, 11 de los cuáles presentaban signos de modificación craneal intencional. Según los expertos, este procedimiento, aunque pueda parecer los contrario, no tenía ningún impacto negativo sobre las capacidades cognitivas de las personas.

El descubrimiento de dos cráneos de neandertales, de hace 45.000 años, en Irak se consideró durante algún tiempo como el ejemplo más antiguo de ICM. Su estudio se publicó en 1982 y, desde entonces, los arqueólogos han cuestionado las evidencias. Más fiable parecen unas calaveras de entre 13.000 y 9.000 años de antigüedad encontradas en Australia.

Cráneos alargados hallados en Australia con una antigüedad entre 13.000 y 9.000 años.

Los investigadores de la Universidad de Jilin entienden que "el noreste de Asia posiblemente ha servido como punto central para la radiación de poblaciones humanas hacia territorios como China central, la península coreana, el archipiélago japonés, Siberia oriental y posiblemente los continentes americanos”.

Las razones para esta práctica parecen variar a nivel mundial a lo largo de la historia, usándose como marcador de estatus social o como efecto secundario de atar la cabeza blanda de un bebé para protegerla mientras crece. De los 25 cráneos excavados en Houtaomuga entre 2011 y 2015, solo 19 tenían cráneos en condiciones de ser examinados.

De esos, 11 individuos (cuatro hombres, una mujer y seis niños) entre los tres y los 40 años tenían modificaciones artificiales. El más antiguo era un hombre adulto que vivió hace unos 12.000 años, según han indicado las dataciones con radiocarbono. Las otras personas estaban repartidas en dos capas de sedimento distintas, una de hace 6.500 años y otro de hace 5.000.

Los arqueólogos han encontrado a 11 individuos con los cráneos alargados en Houtaomuga (American Journal of Physical Anthropology)

“Notamos que no todos los individuos tenían modificaciones craneales intencionadas, lo que indica que este podría ser un comportamiento cultural selectivo entre esta población”, escriben los arqueólogos. Todos los entierros se colocaron en el mismo tipo de tumba vertical, y no parecía haber preferencia por el sexo para los cráneos modificados.
Algunas de las sepulturas, como la del niño de tres años y la mujer adulta, fueron decoradas con objetos opulentos, lo que generalmente sirve como indicador de personas con un alto estatus. También había dos tumbas compartidas, una con un adulto y un niño (ambos con ICM) y otra con tres personas (con cráneos normales).

Ilustraciones de técnicas mayas de modificación del cráneo.

”Toda esta evidencia sugiere que la modificación craneal intencional fue un tipo de práctica cultural que solo se implementó en ciertos individuos”, afirman los investigadores. ”La distinción, quizás dependiendo de la afiliación familiar o el estatus socioeconómico, debe ser una de las principales razones para la deformación artificial”, añaden.

Las tomografías computarizadas revelaron que en este sitio del noroeste de China había tres tipos de patrones distintos de modificación y que la mayoría de ellos eran típicos de deformación fronto-occipital. En particular, hubo variaciones notables en la curvatura de la cabeza a lo largo de la sutura sagital (la línea central que conecta los dos huesos parietales del cráneo).

Fuente: lavanguardia.com | 5 de julio de 2019

Los neandertales de Cova Eirós (Lugo) comieron osos de las cavernas

Foto: Colmillo de oso, lasca y asta de rebeco hallados en Cova Eirós. USC

Hace entre 46.000 y 30.000 años, Cova Eirós sirvió de refugio a grupos nómadas de cazadores-recolectores de dos especies humanas diferentes. Los hombres neandertales y después los humanos modernos dejaron en esta cueva de Triacastela numerosas rastros que permiten reconstruir sus respectivos modos de vida.

Las diferencias y semejanzas entre las estrategias de supervivencia de unos y otros en un mismo territorio son analizadas en una tesis doctoral presentada recientemente en la Universidad de Santiago de Compostela por la arqueóloga Irene Valverde Tejedor (izquierda), integrante del equipo que investiga este yacimiento paleolítico desde el 2008 dentro del proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño».

Valverde señala que su tesis doctoral no solo es la primera que se dedica al yacimiento de Cova Eirós, sino también la primera que estudia en Galicia el período de transición entre el hombre Neandertal y el Homo sapiens. Su estudio se basa en el análisis de los numerosos fósiles de animales -muchos de ellos consumidos por los habitantes humanos- y de las industrias líticas que se descubrieron en la cueva entre el 2008 y el 2014. Entre las conclusiones generales de este estudio, la arqueóloga destaca que «las ocupaciones de la cueva por parte de los neandertales fueron más estables y de un tipo más doméstico que las del Homo sapiens». Los primeros estuvieron en la gruta durante períodos más prolongados y realizaron en ella actividades más diversificadas. «Las marcas de uso que dejaron las herramientas de piedra neandertales en los huesos de animales muestran que no solo los descarnaron para consumirlos, sino que también prepararon pieles y tendones para fabricar vestidos e instrumentos», dice Valverde. «También hay indicios de fabricación de arpones con astas de ciervo y huellas de hogueras», añade. Las ocupaciones de los humanos modernos, por el contrario, parecen haber sido más cortas y esporádicas. «Se puede decir que iban a Cova Eirós solo a cazar y comer para después marcharse», dice la arqueóloga.

Diferencias en la dieta


Foto: Colgante del colmillo de zorro. | USC

En Cova Eirós, dice por otro lado Inés Valverde, también se han detectado diferencias entre los modos de alimentación de neandertales y Homo sapiens. «Los primeros se alimentaban preferentemente de unas pocas especies de herbívoros, como los ciervos, los corzos y los rebecos», apunta. «En los Homo sapiens se ve una dieta algo más variada en la que también entraban otras especies, como por ejemplo los bóvidos», agrega.

En cuanto a la alimentación de los neandertales, Valverde indica, por otra parte, que los investigadores han hallado indicios de consumo esporádico del extinto oso de las cavernas, una especie herbívora de mayor tamaño que el oso pardo. «Las marcas que quedaron en los huesos señalan que fueron procesados para servir como alimento», explica. No se trata de un caso excepcional, agrega, ya que en otros yacimientos de ese período se han descubierto evidencias de caza y consumo de osos y diversas especies de carnívoros. «En Cova Eirós no se encontraron indicios claros de que el oso de las cavernas fuese cazado, como podría ser un hueso partido o una marca de punta de flecha, así que también pudo ser aprovechado después de haber muerto de forma natural», puntualiza la arqueóloga. «Pero en otros yacimientos neandertales, como en Alemania, sí hay pruebas de que los osos fueron una presa de caza», añade.

Por otro lado, Valverde dice que en los restos de hogueras de la época neandertal hallados en la cueva aparecieron numerosos huesos animales troceados. «Todo indica que quemaron esos despojos por motivos de higiene, además de usar los huesos como combustible», apunta.

Foto: Trabajos arqueológicos en Cova Eirós (Lugo).

Grupos nómadas con diferentes tipos de movilidad

Una diferencia entre las poblaciones de neandertales y de Homo sapiens de Cova Eirós, según Irene Valverde, consiste que los primeros parecen haberse desplazado por el territorio en menor medida que los primeros. «La fauna fósil del yacimiento no es toda local ni inmediata, lo que indica que los neandertales también se movían para buscar recursos, pero seguramente lo hacían con menos frecuencia y en áreas más reducidas», dice.

Valverde apunta por otro lado que -teniendo en cuenta la cercanía geográfica- los neandertales que pasaron por Cova Eirós probablemente se desplazaron también por otras zonas del sur lucense, como el valle de Lemos. Una huella de su paso es un pequeño yacimiento al aire libre descubierto en el 2006 en la parroquia monfortina de O Chao do Fabeiro, formado por unas pocas herramientas de piedra. Pero a diferencia de Cova Eirós, en Monforte no se pudieron hallar fósiles de animales consumidos por los neandertales.

Un aspecto de las excavaciones realizadas en Cova Eirós en la campaña arqueológica del 2018 ALBERTO LÓPEZ.

Refugio de humanos y animales

La tesis doctoral de Irene Valverde señala que las diferentes ocupaciones humanas en Cova Eirós se alternaron con etapas en las que la gruta permaneció abandonada y sirvió como cubil de diversas especies de animales. La arqueóloga indica que esto sucedió con más frecuencia en el Paleolítico Superior, cuando los neandertales ya habían desaparecido y el lugar era visitado por el Homo sapiens moderno. «Como las ocupaciones de esta especie fueron más cortas y esporádicas que las de los neandertales, los animales salvajes tuvieron muchas más ocasiones para usar la cueva como refugio cuando no se encontraban en ella los humanos», explica Valverde. A la izquierda, un colmillo de oso de la cavernas encontrado en las excavaciones que se llevaron a cabo en Cova Eirós en el 2018

Fuente: lavozdegalicia.es | 3 de julio de 2019

El MNAR acoge una muestra sobre el uso de yeso cristalizado en la antigua Roma

El artista Miguel Ángel Blanco expone en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR) dos intervenciones realizadas con lapis specularis (yeso cristalizado), un material que supuso «una revolución» en la vida cotidiana de la antigua Roma.

En esas dos intervenciones artísticas Blanco hace referencia a diversos usos de este material. Así, en la primera, ha situado un tondo realizado en hierro y lapis specularis sobre un ara procedente del Teatro de Mérida vinculada a un espacio dedicado al culto imperial.

En estos días en que se celebra en la ciudad el Festival de Teatro Clásico, Miguel Ángel Blanco rememora con esta intervención las ofrendas que se habrían hecho al ara, como expuso ayer el propio artista este miércoles en la inauguración de la muestra.

En la segunda actuación ha esparcido escamas de lapis specularis sobre la calzada romana sobrevolada por la pasarela de entrada al MNAR como recuerdo de la importancia de la red viaria romana en la industria y distribución del material.

Foto: Miguel Ángel Blanco (primero por la izquierda) en la presentación de la muestra en el MNAR.

Exposición temporal

Estas intervenciones forman parte de la exposición Lapis specularis. La luz bajo la tierra, que se inauguró ayer y que se podrá visitar hasta el 29 de septiembre.
La inauguración contó con la presencia del autor y de la directora del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, Trinidad Nogales, quien defendió la idea de «convivencia muy pacífica» entre las piezas clásicas que alberga el museo y esta exposición contemporánea.

Nogales agradeció tanto al artista como al personal del MNAR su trabajo e implicación en la organización de esta muestra, que también ha sido expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Por su parte, Miguel Ángel Blanco, mostró su emoción por exponer en Mérida.


Fuente: hoy.es | 4 de julio de 2019

La falta de maíz pudo haber contribuido al colapso de los mayas

Un aumento en la preferencia de las élites mayas por una dieta a base de maíz pudo haber hecho a esta cultura más vulnerable a la sequía, contribuyendo a su colapso social. Es la conclusión de un estudio publicado en Current Anthropology, que examinó el papel de la dieta en la habilidad de los antiguos mayas para soportar períodos de estrés climático severo.

"La expansión de la población y la degradación del ambiente antropogénico por la intensificación agrícola, junto con las preferencias alimentarias socialmente condicionadas, dieron como resultado un sistema menos flexible y menos resistente”, indicó Claire Ebert (izquierda), antropóloga de la Universidad del Norte de Arizona.

"Comprender los factores que promueven la resiliencia en el pasado puede ayudar a mitigar el potencial de cambios repentinos y dramáticos similares en nuestro mundo moderno cada vez más interconectado”.

El estudio se realizó utilizando los restos de 50 entierros humanos de la antigua comunidad maya de Cahal Pech, Belice. Utilizando la datación por radiocarbono de AMS, Ebert y sus colaboradores determinaron la antigüedad de los entierros humanos encontrados en Cahal Pech, tanto desde el núcleo del sitio como desde los asentamientos circundantes. Estos entierros datan desde el período Preclásico Medio, entre 735-400 a.C., y tan tarde como el Clásico Terminal, entre aproximadamente 800-850 de nuestra era.

En el Laboratorio de Paleoecología Humana y Geoquímica Isotópica en la Universidad de Penn State, Ebert midió los valores de isótopos estables de carbono y nitrógeno del colágeno óseo en los enterramientos para determinar las características de las dietas individuales y cómo cambiaron a través del tiempo. De particular interés fue el aumento de la proporción de plantas C4 en la dieta, que incluye el maíz de cultivo básico maya.


Patio principal de Cahal Pech.

Para los entierros que datan de los períodos Preclásico y Clásico Temprano, que representan a los primeros habitantes de Cahal Pech, los resultados de Ebert sugieren que tanto las elites como los plebeyos tenían una dieta diversa que, además del maíz, incluía plantas silvestres y animales adquiridos mediante la caza. Ebert sugiere que esta diversidad de alimentos proporcionó un amortiguador cuando una sequía de varios siglos impactó las tierras bajas de mayo entre 300-100 a.C.
"La resistencia de los sistemas sociales complejos en Cahal Pech desde el Preclásico hasta el Clásico Temprano dependía en parte de una estrategia de subsistencia amplia que ayudó a absorber los impactos a la producción de alimentos a base de maíz en el contexto de la sequía”, apuntó Ebert.

Las cosas cambiaron durante el período Clásico Terminal, entre 750 y 900 d.C., cuando el crecimiento de las jerarquías sociales y la expansión de la población condujo a la intensificación de la producción agrícola y al aumento de la dependencia del maíz. Durante este período de tiempo, Ebert descubrió que los humanos de los asentamientos circundantes en Cahal Pech tenían valores de carbono diferentes al centro del sitio, donde vivía la clase élite.

"Nuestros resultados muestran un patrón de isótopos estables y de nitrógeno altamente restringidos para los individuos de élite en el Clásico Tardío y Terminal, que corresponde a una dieta hiperespecializada basada en maíz y que persistió hasta el abandono final del sitio”, resaltó la antropóloga.

Las demandas de la élite sobre la población local para el aumento de la producción de maíz, y la preferencia por este cultivo intolerante a la sequía, probablemente fue un factor que contribuyó al fracaso del sistema sociopolítico de Cahal Pech frente a otra sequía severa al final de la Período Clásico Terminal.

"El estudio habla de la importancia de la dieta en la resistencia y el declive de las sociedades antiguas y contribuye a nuestra comprensión de la vulnerabilidad al cambio climático entre las comunidades agrícolas tradicionales modernas y las naciones industrializadas”, concluyó Ebert.

Fuente: noticiasdeyucatan.mx | 4 de julio de 2019