El sudeste asiático estaba lleno de grupos humanos arcaicos mucho antes de que apareciera el 'Homo sapiens' en la zona

La población ancestral de los humanos modernos parece haberse dividido a medida que se movía a través de Asia. Foto: Shutterstock

Por João Teixeira Universidad de Adelaida (Australia)
Hace unos 55.000-50.000 años, una población de humanos modernos abandonó África y comenzó una larga caminata que los llevaría por todo el mundo. Después de cruzar rápidamente Eurasia y el sudeste asiático, viajaron a través de las islas de Indonesia y, finalmente, hasta el continente de Sahul, la actual Australia y Nueva Guinea. Sus descendientes son las poblaciones humanas modernas que se encuentran en esta enorme región en la actualidad.

En una nueva investigación, publicada en Proceedings of the National Ademy of Sciences (PNAS), detallamos cómo, durante este extraordinario viaje, los ancestros de los humanos modernos se encontraron y se mezclaron genéticamente con una serie de grupos humanos arcaicos, incluidos los neandertales y los denisovanos, y muchos otros para los que actualmente no tenemos nombre. Las huellas de estas interacciones aún se conservan en nuestros genomas.
Por ejemplo, todas las poblaciones modernas no africanas tienen aproximadamente un 2 por ciento de ascendencia neandertal. Esta fuerte señal genética universal muestra que el evento original de hibridación con los neandertales debió haber ocurrido justo después de que la pequeña población fundadora saliera de África.

Incluso podemos emplear esta señal genética neandertal para datar cuándo dejaron África. El gran tamaño de los fragmentos de ADN neandertal en el genoma de un antiguo esqueleto del sur de Rusia, que tiene 45.000 años de antigüedad, muestra que, como máximo, de 230 a 430 generaciones podrían haber pasado desde el momento de la hibridación inicial (datada en hace unos 50-55.000 años).
Al analizar dónde se encuentran trazas genéticas arcaicas en la actualidad (derivado de estudios genéticos anteriores), y al utilizar mapas de paleovegetación que identifican hábitats favorables de sabana a lo largo de la ruta de expansión hace 55.000 años, hemos reconstruido las ubicaciones geográficas probables y el número de eventos de hibridación con homininos arcaicos.


Salida de África

Uno de los primeros eventos de hibridación, después de haberse producido con los neandertales, parece haber tenido lugar durante el movimiento de expansión por el sur de Asia. El grupo humano arcaico involucrado no fueron ni los neandertales ni los denisovanos, sino algo similar, y que actualmente no tiene nombre.

Las huellas genéticas de este grupo arcaico se pueden encontrar en las poblaciones modernas del Punyab y Bengala hasta Nueva Guinea y Australia. Como resultado, creemos que este evento de hibridación (marcado con el número 1 en el mapa) probablemente ocurrió en algún lugar del norte de la India, que es la posición más "hacia arriba" o hacia el oeste que se observa que aconteció por primera vez.

La población ancestral de los humanos modernos parece haberse dividido a medida que se movía a través de Asia, con un pulso que de dispersión hacia el norte, donde entra en contacto con un grupo de denisovanos (marcado con el número 2 en el mapa). Estos denisovanos eran genéticamente próximos a los que ya conocemos de las montañas de Altai (Siberia). Las huellas de este contacto se pueden ver en el este de Asia en la actualidad, y también en las poblaciones del América del Norte y del Sur, las cuales provienen del noreste de Asia.

Las islas del sudeste asiático ya estaban llenas

El otro pulso de expansión de los humanos modernos se dirigió hacia el sur, a la península de Malasia y hacia las islas del sudeste asiático, donde una gran sorpresa esperaba. Al llegar descubrieron que esa área ya estaba llena de diferentes grupos de humanos arcaicos, incluyendo especies completamente diferentes.

Hallazgos fósiles recientes de pequeños esqueletos han demostrado que parientes de Homo erectus (cuyos primeros fósiles son comunes en Java) habían sobrevivido en Filipinas y en la Isla de Flores (donde se les conoce como Homo floresiensis, apodados "hobbits") hasta hace unos 52.000 años, esto es, hasta que llegaron los humanos modernos.

Tras la entrada en el área de la población humana moderna, ésta contactó por primera vez e hibridó con parientes lejanos de los denisovanos, dejando una señal en los genomas de los australo-papúes y varias poblaciones de las islas del sudeste asiático. Estas señales son muy diferentes del evento de hibridación anterior en Asia Oriental, y en su lugar provienen de parientes denisovanos que se había separado genéticamente de los denisovanos de Altai (Siberia)/Asia Oriental hace unos 280.000 años. Este episodio de hibridación parece haber ocurrido en algún lugar alrededor del sur de Malasia/Borneo (marcado con el número 3 en el mapa).

Línea imaginaria de separación entre el Sureste Asiático y Oceanía

Aterrizaje en Australia

La ola de humanos modernos no parece haber esperado mucho para cruzar la denominada Línea de Wallace, la famosa barrera biogeográfica que marca el borde de las masas terrestres de las islas del sudeste asiático unidas durante los últimos períodos glaciares, cuando los niveles del mar eran hasta 120 metros más bajos.

Lo sabemos porque una aparición repentina de enclaves arqueológicos en Australia de hace unos 50.000 años indican que los humanos modernos habían cruzado rápidamente las brechas marítimas a través de las islas del sudeste asiático.

Aunque hay un yacimiento australiano mucho más antiguo, el refugio de roca Madjedbebe, en Arnhem Land, de entre 80.000 y 65.000 años de antigüedad, hay que tener en cuenta que es un lugar completamente aislado respecto del resto del registro arqueológico australiano y su datación se ha puesto en duda.

Mientras los humanos modernos se movían a través de las islas del sudeste asiático, entraron en contacto e hibridaron con dos grupos humanos más arcaicos. Las poblaciones de cazadores-recolectores de Filipinas conservan señales de otro momento de hibridación con los desinovanos (marcado con el número 4 en el mapa) después de que se hubieran separado de la ola principal de humanos modernos que se movían a través de las islas del sudeste asiático.

De manera similar, un estudio genético de la población moderna de corta estatura que vive alrededor de la cueva de la Isla de Flores, donde se encontraron los pequeños restos óseos de los "hobbits", identificó señales de ADN no de Homo erectus, que era el objetivo del estudio, sino una señal enigmática de algo más. La misma no procedía de los neandertales ni tampoco de los denisovanos, sino de algo de una antigüedad similar, es decir, de otro grupo arcaico actualmente desconocido (marcado con el número 5 en el mapa).


Los últimos supervivientes

Lo que nos dicen los diferentes estudios genéticos a lo largo de esta zona geográfica, es que los ancestros de los humanos modernos parecen haberse encontrado y mezclado con cuatro clases de homininos arcaicos diferentes en al menos seis momentos. Y todo esto sucedió en el breve lapso de tiempo que va entre la salida de África, hace 55.000-50.000 años, y la llegada a Australia y Nueva Guinea como máximo 5.000 años después.

Sorprendentemente, ninguno de estos eventos de hibridación genética parece haber involucrado a especies fósiles de las islas del sudeste asiático, las cuales sabemos que todavía existían cuando llegaron a esta área los humanos modernos, tal como el Homo luzonensis (Filipinas) y el Homo floresiensis de la Isla de Flores.

Las islas del sudeste asiático fueron claramente un lugar muy concurrido hace unos 50.000 años, ocupadas por muchos grupos humanos arcaicos diferentes en distintas islas. Pero poco después solo hubo unos supervivientes: nosotros.

Fuentes: theconversation.com | dailymail.co.uk | eurekalert.org | 15 de julio de 2019

Logran obtener ADN de fósiles neandertales hallados en Gibraltar

Cráneo de una mujer neandertal descubierto en la cantera de Forbes, Gibraltar.

Un nuevo estudio de colaboración -publicado en PNAS- dirigido por el Museo de Historia Natural de Londres y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leizpig, ha logrado extraer por primera vez ADN antiguo de fósiles neandertales hallados en Gibraltar. Dicho estudio ha podido confirmar el sexo de los cráneos y, en el caso del fósil descubierto en la cantera de Forbes, lo ha relacionado con neandertales situados más allá de Gibraltar.

Los fósiles neandertales de Gibraltar están entre los hallazgos más destacados en paleontología. Tales fósiles son algunos de los más históricos de su tipo, ya que uno de ellos (conocido como Gibraltar 1) fue descubierto en la cantera de Forbes (en el extremo norte del Peñón de Gibraltar) en 1848 y el otro (conocido como Gibraltar 2) en la Torre del Diablo (un refugio rocoso no lejos de la cantera de Forbes) en 1926. Los autores del nuevo estudio utilizaron un método de preparación del ADN que reduce la contaminación moderna antes de llevar a cabo su secuenciación y poder así aislar el componente genético neandertal.

Imagen en la que se señalan los distintos yacimientos neandertales en la zona de Gibraltar.

El profesor Chris Stringer (izquierda), del Museo de Historia Natural, dijo: " Durante mucho tiempo el cráneo hallado en la cantera de Forbes ha sido reconocido como uno de los fósiles neandertales más importantes, el primero que muestra la forma facial neandertal típica, caracterizada por una cara y nariz sobresalientes".

"Los análisis confirmaron que el niño de la Torre del Diablo era un varón, y el adulto de la cantera de Forbes era una hembra, la cual genéticamente es más similar a los neandertales anteriores (60.000-120.000 años) de Europa y Asia occidental que a los neandertales más recientes de España. Aunque Gibraltar es a menudo considerado como uno de los últimos refugios de los neandertales antes de su extinción, parece que el fósil de la Cantera de Forbes no se corresponde con un neandertal tardío".


El cráneo del niño hallado en la Torre del Diablo, Gibraltar. Imagen de Guérin Nicolas a través de Wikimedia Commons

Para poder investigar la conservación de ADN en los mencionados restos de neandertales, el genetista Lukas Bokelmann y sus colegas del Instituto Max Planck llevaron a cabo el análisis de 20 mg de polvo óseo del fósil hallado en la cantera de Forbes y 36 mg del fósil obtenido en la Torre del Diablo.

El genetista Lucas Bokelmann explicando la metodología empleada en la recuperación de ADN antiguo en la Universidad de Gibraltar en septiembre del pasado año.


La Dra. Selina Brace (derecha), coautora del artículo y miembro también del Museo de Historia Natural, señaló: "Actualmente es emocionante trabajar en el campo del ADN antiguo. Las mejoras metodológicas, como se demuestra en este estudio, nos permiten trabajar con algunos materiales realmente desafiantes. Obtener ADN del pasado siempre es complicado, pero debido a que estas muestras fósiles eran muy antiguas y habían estado en un clima cálido fueron especialmente difíciles de analizar".

El profesor Ian Barnes, igualmente miembro del Museo de Historia Natural, añadió: "Fue fantástico trabajar con el equipo de Leipzig en este proyecto, ya que ellos han investigado mucho para desarrollar el campo del ADN antiguo y en particular la genómica neandertal".

Los resultados muestran que ahora es posible obtener ADN de fósiles altamente contaminados procedentes de climas relativamente cálidos, lo que promete la posible recuperación y comparación de ADN antiguo de regiones como el norte de África, Oriente Medio y China.

Fuentes: phys.org | Natural History Museum | 16 de julio de 2019

Llíria (Valencia) ya tiene su mosaico romano ‘Los doce trabajos de Hércules’

Réplica del mosaico ‘Los doce trabajos de Hércules’.

Llíria (Valencia) ya tiene su propio mosaico romano ‘Los doce trabajos de Hércules’. La pieza original sigue estando colgada de las paredes del Museo Arqueológico Nacional, pero la réplica ya está terminada en el taller del escultor, pintor y fotógrafo Rodolfo Navarro, autor de la copia mimética de una de las joyas del patrimonio nacional que se encontró en Ca Porcar en el año 1917.
La réplica tiene las mismas dimensiones que el que confeccionaron en el primer tercio del siglo III los romanos, 25 metros cuadrados de superficie, y se han utilizado idénticas técnicas constructivas que entonces.

Las piezas, casi 300.000 teselas, que conforman las diferentes escenas y las figuras ornamentales han sido colocadas una a una a mano y pegadas con engrudo, a base de harina y agua, evitando colas y pegamentos sintéticos.
Una de las escenas del mosaico romano.

Coincidiendo con la conmemoración del centenario del hallazgo del mosaico en 2017, el Ayuntamiento de Llíria encargó una copia del mosaico para exhibirlo al público en su ubicación original, dado que era imposible lograr la cesión temporal del original por las dificultades del traslado desde Madrid.

Rodolfo Navarro (izquierda), el escultor valenciano afincado en la ciudad edetana, aceptó el reto de llevar a cabo la obra y tras un exhaustivo estudio previo de la pieza original en el museo, investigó las técnicas constructivas de los romanos y buscó los materiales más adecuados. «A pesar de que los romanos colocaban las teselas de sus mosaicos con la cara vista hacia arriba, puliendo luego imperfecciones o las diferentes alturas de las teselas, hoy en día tenemos la posibilidad de trabajar con más rapidez y eficacia dándole la vuelta a la imagen y colocando las teselas boca abajo», explica el escultor que ha ido divulgando a través de la redes el paso a paso del laborioso proceso desde el inicio.

Después un trabajo de casi un año, el mosaico está listo para su traslado a Ca Porcar. A lo largo de estos meses, el taller se ha abierto al público para dar paso a visitas guiadas, en la que los vecinos que han querido han podido comprobar el avance de la obra de la mano del propio autor.

Una vez concluida la obra, el Ayuntamiento tiene que llevar a cabo las obras de acondicionamiento de Ca Porcar con el derribo de una escalera falsa y la colocación de una plataforma para poder instalar el mosaico que será visible tanto desde dentro, como desde fuera del recinto a través de una valla.

Colocación y pegado a mano de las teselas una a una del mosacio.

El exconcejal de Cultura, Paco García, ha recordado que el proyecto de llevar a delante una copia mimética del mosaico pretende ser una experiencia cultural y turística que ha permitido a Llíria tener una pieza única en la península por sus dimensiones y su estado de conservación.
El edil ha valorado el resultado de los trabajos para poder disfrutar de la copia de esta obra única en su lugar original y que ha supuesto una inversión que ronda los 25.000 euros.

Fuente: infoturia.com | 10 de julio de 2019

Arranca una nueva campaña arqueológica en el yacimiento neandertal de Arén (Ribagorza, Huesca)

El yacimiento neandertal de Roca San Miguel, en la localidad ribagorzana de Arén, vivía este miércoles, 10 de julio, el inicio de una nueva campaña de excavaciones arqueológicas, que, como en años anteriores, dirigen por los investigadores del Campus oscense de la Universidad de Zaragoza, Lourdes Montes y Rafael Domingo.

Arqueólogos y estudiantes de la institución académica aragonesa, y de las universidades de Salamanca y Estatal de Novosibirsk (Rusia) participarán, hasta el viernes 26 de julio, en los trabajos que se realizarán en este campamento prehistórico que, por su ubicación estratégica, permitía a sus ocupantes -hace más de 100.000 años- controlar el paso por el valle del Noguera Ribagorzana de la fauna de la que se alimentaban.

Esta es la quinta campaña arqueológica que se realiza en este yacimiento -uno de los pocos al aire libre en los que se ha conservado bien la secuencia estratigráfica- desde que en 2013 se realizasen las primeras catas para valorar su potencial arqueológico y su grado de conservación. Desde entonces el grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro de la universidad pública aragonesa ha identificado y catalogado más de 5.000 piezas entre herramientas líticas y restos de los animales, y atesora una cantidad similar de fragmentos de huesos y piedras para clasificar.

Raederas, puntas, piezas con el filo denticulado a modo de sierra y otras herramientas de sílex -procedente probablemente del afloramiento de este material en Sopeira, apenas 7 kilómetros aguas arriba- o de cantos rodados del Noguera Ribagorzana de caliza o basalto, huesos de caballos, ciervos, cabras y grandes bóvidos -uros o bisontes- han sido localizados, entre otros elementos que han permitido reconstruir parcelas de la vida de sus habitantes, y que han de ofrecer todavía mucha más información.

Tras esta campaña, explica Rafael Domingo (izquierda), "Nuestra intención es detener durante un par de años los trabajos de campo y estudiar el material arqueológico recuperado que, por su abundancia, implica mucho trabajo de laboratorio".
El asentamiento de Roca San Miguel -correspondiente al periodo Musteriense, el del Homo neanderthalensis-, se ocupó temporalmente en varios periodos. "Tenemos varias fechas obtenidas mediante el estudio de la luminiscencia estimulada ópticamente de los sedimentos", señala el arqueólogo oscense, "que datan dos momentos de ocupación: uno hace unos 115.000 años, en un periodo cálido, interglacial, que conocemos como Estadio Isotópico Marino 5e, y otro hace unos 140.000 años, en un periodo glacial conocido como Riss o Estadio Isotópico Marino 6".
Allí, los neandertales cazaron y consumieron grandes animales, añade, cuyos huesos -troceados para extraer su médula- utilizaban como combustible en sus hogueras en este último periodo. Allí también realizaron otras actividades cotidianas, como la fabricación de herramientas o la gestión de las pieles, en torno a potentes hogueras que se encendían sistemáticamente en el mismo lugar.

Foto: Excavaciones arqueológicas en el yacimiento neandertal Roca San Miguel de Arén


Los neandertales pudieron aprovechar ese cerro como punto de acecho para la fauna que recorría el valle, explica Domingo, "dado que en ese lugar el río discurre por un estrechamiento, entre las peñas de San Miguel y Orrit", en un lugar situado, además, junto a la desembocadura de los barrancos de Sobrecastell y Orrit que aseguraban el tránsito hacia otros cursos fluviales.
El yacimiento de Arén destaca entre los enclaves musterienes del noreste ibérico, junto a otro también del oriente de la provincia de Huesca, el de la cueva de Gabasa, en la comarca de La Litera, el único con restos humanos de esa especie en Aragón. Junto a ellos se han datado en fechas relativamente próximas, en el entorno de hace 100.000 años, una docena de asentamientos localizados entre las cuencas de los ríos Cinca y Segre, que permiten documentar bien la presencia y la actividad humana en este territorio.

Foto

Como en los últimos años, la financiación de los trabajos de campo (alojamiento y manutención del equipo de excavadores) se puede realizar gracias al convenio suscrito con la Diputación Provincial de Huesca, que ha dedicado desde 2017 30.000 euros a la investigación arqueológica en ese lugar.
En Ribagorza los arqueólogos de la Universidad de Zaragoza han excavado también otros yacimientos prehistóricos, más recientes, como los de Forcas, en el entorno de Graus (que como la cercana cueva Alonsé de Estadilla corresponden al hombre de cromañón, en el Paleolítico Superior) o algunos conjuntos megalíticos como los de la sierra de Sis.

Fuente: diariodelaltoaragon.es | 12 de julio de 2019

Los humanos llegaron a América hace unos 15.000 años

Excavaciones realizadas en 2016 en el sitio de Debra L. Friedkin (Buttermilk Creek, Texas), de 15.000 años de antigüedad. CENTRE FOR THE STUDY OF THE FIRST AMERICANS, TEXAS A&M UNIVERSITY.

Los humanos llegaron desde Asia a América del Norte hace unos 15.000 años y, tras cruzar por el istmo de Panamá, su migración se bifurcó hacia la costa del Pacífico y la Amazonía en América de Sur, según un artículo científico divulgado este jueves en Science.

Aunque tradicionalmente se ha estimado que los humanos llegaron a América hace unos 13.000 años, con base al descubrimiento de puntas líticas pertenecientes a la cultura Clovis, Michael Waters (izquierda), director del Centro de Estudios de los Primeros Americanos en la Universidad A&M de Texas, concluye en su revisión que las investigaciones más recientes implican que "no pueden desecharse las evidencias de una ocupación más temprana".
"América del Norte y América del Sur fueron los últimos continentes explorados y colonizados por los humanos modernos al fina del Pleistoceno", escribe Waters.

"La información genética, obtenida de las poblaciones contemporáneas y de individuos de la antigüedad, muestra que los primeros americanos provinieron de Asia y, después de varias divisiones de la población, marcharon al sur de los mantos de hielo continentales que cubrían Canadá", añade.

Esta primera migración ocurrió entre 17.500 y 14.600 años atrás, y los datos genéticos y evidencias arqueológicas hasta ahora disponibles no sustentan la noción de que haya habido población humana en América antes de unos 17.500 años atrás.


Los datos arqueológicos prueban que hubo poblaciones humanas exitosas en múltiples sitios de América del Norte y América del Sur desde hace 15.500 a 14.000 años. Los complejos arqueológicos regionales surgieron hace al menos 13.000 años en América del Norte y 12.900 años en América del Sur.

Foto: Puntas Clovis de 13000 años de antigüedad halladas en Gault, Texas.

Estas poblaciones usaban puntas de lanza, flechas o armas cortantes con filo doble, hojas de un solo filo e instrumentos hechos de huesos.

Además del conocimiento obtenido en el registro arqueológico, los análisis genéticos más avanzados en los últimos años han permitido "trazar una historia coherente pero compleja de los primeros pueblos que entraron, exploraron y se asentaron en las Américas", señala Waters.
Estos estudios han demostrado que los ancestros de todos los pueblos indígenas contemporáneos descendieron de sólo cinco linajes maternales y dos linajes paternales.

"Los linajes también muestran que la población fundacional provino de Asia y experimentó un grave 'cuello de botella' genético, en el cual un pequeño número de personas con una diversidad genética limitada dio origen a todos los pueblos indígenas que ocupaban el continente antes de la llegada de los europeos", señala el investigador.

"Los estudios de ADN indican que la población original de la cual derivaron los primeros americanos había estado aislada de linajes asiáticos muy probabemente en Beringia oriental antes de disperarse al sur".


Recreación del yacimiento Page-Ladson (Florida), el más antiguo de América del Norte (14.500 años), en el que se hallaron artefactos como el cuchillo bifacial que figura en el recuadro. ART BY GREGORY A. HARLIN, NATIONAL GEOGRAPHIC IMAGE COLLECTION (Science)

Beringia es el nombre dado a un puente de tierra que existió desde el extremo occidental de Siberia al oeste de Alaska, antes de la formación del mar de Bering durante la última glaciación y que sirvió para que los humanos entrasen a América.

"Después de una estancia en Beringia, un pequeño grupo se escindió de esa población aislada, viajó al sur de los mantos de hielo que cubrían la mayor parte de Canadá y sus descendientes exploraron y poblaron las Américas", continúa Waters.

"Debemos tener siempre presente que investigamos los ancestros de pueblos indígenas contemporáneos y como tales deberíamos esforzarnos por incluir a los indígenas americanos en nuestros estudios como colegas en nuestra exploración de su pasado".

"La colaboración entre los científicos y los pueblos indígenas enriquecerá nuestro conocimiento de la historia de los primeros americanos", concluye Waters.

Fuentes: cronicadelquindio.com | cosmosmagazine.com | 11 de julio de 2019

Salen a la luz los restos de ‘Homo sapiens’ más antiguos de Europa

Reconstrucción por ordenador (izquierda y centro) de un fragmento de cráneo (unido a una porción de roca) de hace 210.000 años atribuido a un 'Homo sapiens' (derecha) hallado en la cueva griega de Apidima (Katerina Harvati / Universidad de Tubinga)


Un cráneo hallado hace 40 años en la cueva griega de Apidima pertenece a la especie Homo sapiens y tiene 210.000 años de antigüedad, según un nuevo análisis del fósil que se presenta en la revista Nature. De confirmarse estas conclusiones, sería el resto más antiguo de Homo sapiens hallado fuera de África y obligaría a reescribir la historia de los encuentros entre humanos modernos y neandertales en el sureste de Europa.

Un segundo cráneo hallado a 30 centímetros del primero, y que también se ha analizado de nuevo, corresponde a un neandertal y se le ha atribuido una antigüedad de 170.000 años. Esto sugiere que la primera llegada de Homo sapiens a la actual Grecia desplazó a los neandertales que vivían allí, pero que más tarde estos volvieron a ocupar el territorio.

Después, durante un periodo de unas 5.000 generaciones, sapiens y neandertales se fueron encontrando a lo largo de una frontera difusa que debió recorrer el sureste de Europa y Oriente Medio, con territorios ocupados alternativamente por una especie o la otra. Finalmente una oleada migratoria de humanos modernos que salió de África hace entre 50.000 y 70.000 años se extendió por toda Eurasia y redujo la herencia neandertal a un nivel residual.

“Lo primero que pensamos fue ‘esto es muy extraño’. No es algo que nos esperáramos”, declaró el lunes en rueda de prensa telefónica Katerina Harvati (izquierda), paleoantropóloga griega de la Universidad de Tubinga (Alemania) y directora de la investigación.

Hasta ahora se había asumido que los dos cráneos eran igual de antiguos, de entre 160.000 y 190.000 años, ya que se habían encontrado uno junto al otro. Se había asumido también que los dos eran de neandertales, ya que era la única especie conocida en Europa en aquel periodo.

Desde su descubrimiento a finales de los años 70, los fósiles se habían guardado en el Museo de Antropología de la Universidad de Atenas. Eran cráneos parciales y deformados, en los que era difícil separar los restos humanos de los sedimentos minerales incrustados. “Nunca se les había prestado mucha atención”, explicó Harvati, quien recuerda que “en Grecia no ha habido interés por la paleoantropología porque la arqueología ha tenido otras prioridades”.

Para determinar de qué especie son los cráneos, se ha hecho una reconstrucción virtual a partir de los fragmentos disponibles. El cráneo más completo, llamado Apidima 2, corresponde de manera inequívoca a un neandertal. Son reconocibles, por ejemplo, el arco óseo completo que recorre las cejas, la forma de las mejillas que parecen apuntar hacia adelante o las proporciones de la parte posterior del cráneo.

Reconstrucción virtual (izquierda) del cráneo de neandertal (derecha) de hace 170.000 años hallado en la cueva griega de Apidima (Katerina Harvati / Universidad de Tubinga).

Por el contrario, el cráneo menos completo, Apidima 1, no es de neandertal. No tiene, por ejemplo, la pequeña protuberancia ósea en forma de moño característica de esta especie. Tras analizar las proporciones de la parte posterior de la cabeza -la única que se ha preservado- los investigadores deducen que tiene que ser de un Homo sapiens.

"El aspecto redondeado de la parte posterior del cráneo es una característica exclusiva de los humanos modernos, que se cree que apareció relativamente tarde en su evolución. Sí, este sería el fósil humano más antiguo y sin distorsiones que muestra dicho perfil posterior del cráneo como el de un humano moderno", ha corroborado a EL MUNDO Katerina Harvati

Su antigüedad se ha calculado con una técnica de datación basada en la desintegración radiactiva del uranio, que ha ofrecido resultados diferentes para los dos cráneos. Los 210.000 años estimados para Apidima 1 superan al fósil de Homo sapiens más primitivo conocido hasta ahora fuera de África, una mandíbula encontrada en la cueva Misliya de Israel que tiene una antigüedad de entre 177.000 y 194.000 años.

El maxilar izquiero de Misliya conserva todos los dientes a excepción del incisivo central. La forma y estructura de los dientes y de la dentina proporcionó datos importantes con respecto a la definición de Homo sapiens. (Israel Hershkovitz, Tel Aviv University)

“Es una investigación de gran interés realizada por investigadores de prestigio que estimulará la búsqueda de más fósiles humanos en esta región tan importante en la expansión de los humanos modernos fuera de África”, declara en entrevista telefónica desde Atapuerca Carlos Lorenzo (izquierda), paleoantropólogo de la Universitat Rovira i Virgili y del instituto Iphes, que conoce los cráneos de Apidima.

Aun así, Lorenzo no está seguro de que Apidima 1 corresponda a un Homo sapiens, porque “es una hipótesis plausible, pero necesitamos más pruebas para afirmarlo de manera categórica; que no sea un neandertal no significa necesariamente que sea un 'Homo sapiens', y el fragmento de cráneo no es lo bastante completo para saber qué es exactamente”.

Los propios autores de la investigación se muestran cautos al presentar sus datos. "No tenemos el hueso frontal, el arco superciliar, la cara, los dientes o la región del mentón, cualquiera de los cuales podría tener una forma menos 'moderna'", ha advertido Chris Stringer (derecha), antropólogo del Centro para la Investigación de la Evolución Humana del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido) y coautor de este trabajo.

“Si nuestra interpretación es correcta indica que los humanos anatómicamente modernos se dispersaron fuera de África desde mucho antes, y llegando mucho más lejos, de lo que se pensaba hasta ahora”, escriben los investigadores en Nature.
Se trata de un descubrimiento importante pero que, en realidad, no va a sorprender a la comunidad científica. "La existencia de sapiens tempranos fuera de África ya se sospechaba por los enigmáticos signos de intercambio temprano de ADN entre poblaciones de neandertales y sapiens", ha explicado Stringer. "Muchos son ya los datos que poseemos sobre los cruzamientos de estas dos especies evolutivamente tan próximas, en distintos momentos de su coexistencia y que está demostrado que llegaron a tener descendencia, como apuntan diversos estudios de secuenciación genética".

"Faltan evidencias"

Sin embargo, todos los expertos consultados por Materia (El País) no aceptan las conclusiones del estudio. “Se trata de una afirmación extraordinaria, pero faltan evidencias para sostenerla”, opina Juan Luis Arsuaga (izquierda), codirector de Atapuerca. En 2017 este paleoantropólogo participó en la datación de isótopos de uranio del cráneo 2, el más completo, el cual arrojó una datación de al menos 160.000 años de antigüedad. El investigador dice que la morfología del cráneo 1 es totalmente compatible en realidad con la de un neandertal primitivo que aún no había desarrollado sus características típicas en la parte posterior del cráneo. “Que dos cráneos hallados a pocos centímetros uno de otro sean de dos especies diferentes separadas por más de 40.000 años es novelesco. No me creo los nuevos datos y vamos a replicar este estudio”, espeta el paleoantropólogo.

Warren Sharp (derecha), del Centro de Geocronología de Berkeley (EE UU), señala que la datación del cráneo 1 “no se sostiene”. “Las diferentes dataciones individuales obtenidas para este fósil divergen desde hace 335.000 años a 142.000 años, lo que sugiere que el fósil perdió parte del uranio que tenía originalmente. Esto implica que la edad que le dan es demasiado antigua”, explica.

Amélie Vialet (izquierda), investigadora del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, opina que “la explicación más plausible es que las dos calaveras quedaron atrapadas en los sedimentos de la cueva en la misma época y que ambos son neandertales”.

No obstante, estos resultados plantean muchas preguntas, la primera sobre su origen. ¿De dónde provienen los humanos de Apidima? "La ruta más probable desde África sería a través del Levante y Turquía", ha comentado Stringer. "Ahora nuestro escenario es que hay un grupo de humanos modernos en Grecia de hace 210.000 años, quizás relacionado con poblaciones comparables a las de Levante, pero que posteriormente fue reemplazado por una población neandertal (representada por Apidima 2) hace unos 170.000 años". El Levante al que se refiere Stringer no es el de nuestra costa mediterránea, sino la región de Oriente Próximo que comprende Israel, Jordania, Líbano, Siria y Palestina.

Foto: Apidima 1 fue descubierto frente a otro cráneo, bautizado Apidima 2, en una cavidad del macizo de Apidima, en el Peloponeso. Imagen tomada de www.nature.com.

La cueva griega de Apidima se localiza al pie de un acantilado junto al mar. Es un lugar de difícil acceso al que sólo se puede llegar usando una embarcación. Dentro, en una serie de cuevas, existe un yacimiento de complicado estudio por las características de fosilización de los restos, fuertemente incrustados en la matriz de roca. De momento no hay datos sobre otras especies animales, ni se han encontrado herramientas humanas que aporten contexto a la época en la que se formó, el Pleistoceno.
Tampoco se conocen, aún, las implicaciones de haber encontrado juntos estos dos restos fósiles. "No podemos decir que vivieran en la cueva al mismo tiempo", ha mencionado Harvati durante la rueda de prensa telefónica previa a la publicación del estudio. "Es posible que uno ya estuviera allí y llegara otro. También es posible que se encontraran, pero no tenemos respuesta para estas preguntas. Probablemente, como ocurrió en el Cercano Oriente, no fuimos capaces de competir con los neandertales, especialmente en el clima inestable que existía entonces en la región", dice Harvati.

Algunos de los primeros fósiles clave de Homo sapiens y especies relacionadas en África y Eurasia - Havarti et al.

"Desafortunadamente, no hay herramientas de piedra directamente asociadas con ninguno de los cráneos de Apidima para ayudar a establecer conexiones en otros lugares. Pero si hemos interpretado correctamente las pruebas de Apidima, la obra de estos primeros 'Homo sapiens' debe estar presente en otros lugares del registro europeo", ha indicado Stringer.
La primera dispersión fuera de África fue llevada a cabo por Homo erectus hace unos 2 millones de años. La segunda oleada ocurrió cuando la especie ancestral que dio origen a los neandertales pasó a Europa hace entre 800.000 y 600.000 años. Y el tercer grupo de migraciones fue la nuestra, como documenta el cráneo de este estudio y varios fósiles encontrados en Israel. Por ejemplo, los de la cueva de Misliya pueden tener hasta 194.000 años, así como los restos dentales hallados en la cueva Qesem los cuales ostentan unos 400.000 años. Y existe un cráneo hallado en el yacimiento de Zuttiyeh que está datado hace entre 500.000 y 200.000 años y que todavía no ha sido bien identificado, pero que podría ser un sapiens temprano.

Para descifrar todas estas incógnitas habrá que esperar a que aparezcan nuevos fósiles o a que, los que ya se conocen, puedan ser estudiados por su ADN antiguo o por modernas técnicas de análisis de proteínas. En este sentido, todos los expertos se ponen de acuerdo al constatar que la historia del hombre se completa con cada descubrimiento y apunta a un origen cada vez más heterogéneo y complicado.

Fuentes: lavanguardia.com | elmundo.es| elperiodico.com | abc.es | elpais.com | 10 de julio de 2019