Fallece Santiago Palomero, arqueólogo y director del Museo Sefardí de Toledo

(Foto Ví­ctor Ballesteros-La Tribuna de Toledo 23-03-2014 y 19-08-2019)

El que fue director del Museo Sefardí la última década y subdirector general de Museos Estatales en 2007, el historiador, arqueólogo y gestor cultural Santiago Palomero ha fallecido en Madrid a los 62 años. Tras conocer la muerte de Palomero, el ministro de Cultura y Deporte en funciones, José Guirao, ha destacado su altura humana y profesional.

​"España y su Cultura", ha dicho el ministro, pierden "a una auténtica referencia para el Museo Sefardí, a uno de sus mejores museólogos y a una de las personas más admiradas y queridas en el ámbito del patrimonio cultural".

Santiago Palomero, Licenciado en Historia y Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid, desarrolló su carrera profesional, su talento y su pasión en los Museos Estatales. Miembro del Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos, en 1985 ingresó en el Museo Sefardí de Toledo donde se especializó en el conocimiento y divulgación de la cultura judía como parte de la identidad histórica de España y de la ciudad de Toledo. "Se comprometió con la idea de Museo comunitario, abierto e inclusivo, cuya principal función es la justicia social", ha añadido Guirao.

En el año 2007, nombrado Subdirector General de Museos Estatales del Ministerio de Cultura, impulsó numerosos proyectos de gran importancia para el sector de los Museos en España como la creación en 2008 del Laboratorio Permanente de Público de Museos, un hito para los estudios de público y un instrumento fundamental para la mejora de la gestión; y el desarrollo en 2009 de la Red de Museos de España, plataforma de cooperación entre las Administraciones en materia museística.

Su actividad también fue muy intensa en el ámbito internacional y destaca su participación en la Declaración de San Salvador de Bahía en el 2007, una referencia mundial en materia de patrimonio histórico y el germen de la creación de Ibermuseos, programa intergubernamental dedicado al fortalecimiento de los museos iberoamericanos.

En el año 2010 volvió al Museo Sefardí, ahora ya como director, e impulsó la modernización e internacionalización del centro, situándolo como uno de los Museos Estatales más visitados en toda España.

Humanista y poeta militante, Palomero  acompañó su labor profesional con una fecunda reflexión intelectual. Sus diversas publicaciones, sus colaboraciones en medios de comunicación, cursos y programas de estudios, así como su contribución al debate académico le sitúan como uno de los autores clave para entender la museología en nuestro país.

Cueva Fantasma: un yacimiento para el siglo XXI

Excavación en la Cueva Fantasma. FUNDACIÓN ATAPUERCA

En el complejo arqueológico de Atapuerca, dirigido por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, están de estreno. La campaña de excavaciones de este verano ha iniciado la investigación de la Cueva Fantasma. Como otros yacimientos de Atapuerca se trata de una cueva que contiene sedimentos que se fueron acumulando en su interior, los restos fósiles que se encuentran son la base del trabajo de los arqueólogos. Tras la construcción de la cubierta, que protege el yacimiento de la lluvia, los expertos han iniciado su paciente búsqueda de nuestro pasado.

Durante la limpieza del yacimiento, previa al arranque de la excavación, apareció un parietal humano, que se cree que es de neandertal. Pero esto se tiene que determinar con el contexto de lo que aparezca en la excavación. “El yacimiento está dando mucho de sí. Confirma lo que que ya habíamos visto cuando se hizo la limpieza en este último nivel de la cueva, que es el primero que se está excavando, está completamente lleno de fósiles y ojalá podamos encontrar más restos humanos”, explica a El Independiente José María Bermúdez de Castro.

La campaña de excavaciones de este año ha contando con 283 personas de 22 nacionalidades distintas. “En esta primera excavación de la cueva ya estamos viendo que es un yacimiento riquísimo, contiene muchísimos restos de fauna. Ahora lo que tenemos que ver es si ese primer nivel que estamos analizando corresponde con el parietal que encontramos. Si coincide, ya tendremos una referencia en la fauna que acompaña a ese parietal humano y lo que queremos, y esperamos, es que aparezcan más restos humanos de este individuo”.

Bermúdez de Castro no duda en asegurar que la Cueva Fantasma es un “yacimiento para el siglo XXI”. “Va a dar para trabajar muchos años porque hemos hecho sondeos mecánicos y sabemos que a una profundidad de 15 metros, que es muchísimo ya que es la altura del edificio de tres plantas, apareció el resto de un herbívoro”.

La lógica del arqueólogo se traduce en que dado que los herbívoros no entran en las cuevas solos, o los meten los humanos o los meten los animales: “lo que quiere decir es que la cueva estaba abierta cuando entró ese herbívoro y hasta que podamos alcanzar esos 15 metros excavando pueden pasar varias décadas”.


Excavación en la Cueva Fantasma. FUNDACIÓN ATAPUERCA

Lo fascinante del complejo de Atapuerca es que la gran red de cuevas que sirvió de cobijo de nuestros antepasados, nos da información aun cuando no se encuentra nada. Es es caso del yacimiento de la Gran Dolina, que está en la fase final de su décimo nivel.

“Hemos descubierto que estuvo cerrada, ya lo teníamos previsto en hipótesis de algunos trabajos previos. Pero ya lo hemos confirmado, la cueva estuvo cerrada porque no se han encontrado restos de animales, ni de nada, incluso se formaron estalactitas y estalagmitas”.

Pero esa esterilidad, que no tiene información paleontológica o información arqueológica, posee “una historia muy interesante, sobre la formación de la cueva y sobre la evolución del yacimiento de la Gran Dolina. Información de cómo se formó la cueva, qué pasó, qué eventos ocurrieron dentro de la cueva. Sabemos que la cueva estuvo abierta en algunos momentos y cerrada en otros y eso explica la ausencia de homínidos en ese periodo, quizá no estaban aquí porque estaban en el Mediterráneo”, reflexiona De Castro. A pesar de no haber dado con ningún resto sin embargo aparecen nuevas nuevas y eso “es muy importante para conocer la historia de nuestro continente”.

Un agujero negro

De todas las preguntas que le rondan a Bermúdez de Castro, la que más ansía conocer su respuesta es saber qué pasaba en lo que hoy conocemos por Europa en la época que va desde el primer europeo que se encontró en Atapuerca, que tiene 1.200.000 años, hasta los 900.000 años que fue cuando apareció el Homo antecessor.

“Nuestra hipótesis de trabajo es que hay una discontinuidad en la población, es decir que esa mandíbula que apareció en Atapuerca [datando al primer europeo], pensamos que no está relacionada con el 'Homo antecessor', pensamos que el 'Homo antecessor' vino después. Es una especie de agujero negro del que no tenemos información. Es un vacío que tenemos en la secuencia de los siete millones de años, y hay más agujeros negros, pero éste es uno importante y ese agujero negro está en Atapuerca”, explica.

La clave que nos muestre la respuesta de ese agujero negro y que nos explique cómo fue el tránsito hacia el Homo erectus, puede estar en cualquiera de los yacimientos que hay abiertos por el mundo, o en España, o en Atapuerca. Quizá aparezca en la Cueva Fantasma.

Fuente: elindependiente.com | 18 de agosto de 20119

El dolmen de Bernardos (Segovia), una ventana de 6.000 años atrás en el tiempo

Hace seis mil años, en el Neolítico, la cultura megalítica imperaba en buena parte de Europa Occidental. De Inglaterra a Mallorca, de Bretaña a Galicia, son miles los vestigios de dólmenes, menhires y túmulos. Solo en la provincia de Burgos hay documentados sobre 200, en Segovia, en cambio, apenas hay dos documentados: uno en Castroserna, otro en Bernardos. Hay indicios de otros dos en La Cuesta, y otro en Sepúlveda. «No hay más porque no se han estudiado», explica el arqueólogo Raúl Martín Vela.

Al frente de Eresma Arqueólogica, Martín Vela ha dirigido en la presente campaña excavaciones en la Peña del Moro (Nava de la Asunción, Edad del Bronce), el Torrejón (Armuña, con ocupación celtíbera, romana y visigoda), la villa romana de Matabuey (Nava de la Asunción), y desde 2018, el dolmen de Santa Inés, en Bernardos, como decimos, el único dolmen segoviano en fase de estudio. Son excavaciones financiadas por el Ayuntamiento de Bernardos.

Organizada por la Asociación de Amigos de la Pizarra, el yacimiento recibió ayer una visita guiada. Al público en general la arqueología le pilla lejos. Es una disciplina muy técnica, poco espectacular visualmente (visto desde fuera, claro, una vez te pones…), son trabajos a largo plazo donde la paciencia no es una virtud sino condición de posibilidad. Así que sorprende sastisfactoriamente la multitudinaria aceptación de la propuesta. A las 10 de la mañana del sábado 17 de agosto, un centenar de vecinos se agolpaba por el camino a Santa Inés, dispuestos a saber de una vez por todas que están tramando en el fetosín. Hay que decir que quedaron encantados.

Pues lo que están tramando o destramando, más bien, es espectacular. Arrancando de la tierra datos de cómo eran los humanos del IV milenio a.C. Unos 4.000 años antes, en Oriente Próximo había surgido la agricultura y la ganadería, que gradualmente fue expandiéndose por Eurasia, se calcula que pastoreo y variedades de cebada ya modificadas por el hombre llegaron a la península sobre el VI-V milenio a.C. Así que lo que hay bajo el dolmen de Santa Inés son los restos de los primeros agricultores de la zona de Segovia.

Arriba, Vista desde el suelo. Sobre estas líneas, foto con dron.

Cómo reconocer un dolmen

¿Pero que es un dolmen? A grandes rasgos, el esqueleto de un túmulo. Lo que vemos en Bernardos es un círculo de unos 30 metros de diámetro poblado de grandes losas, piedras que en algunos casos rozan los mil kilos, junto a otras más pequeñas. Es los restos de un túmulo megalítico, es decir, un promontorio artificial que habitualmente se construía apilando losas encima de las cuales se iba acumulando tierra. El objetivo es doble, por un lado, construir una cámara subterránea que sirviera como cementerio colectivo, las piedras que vemos son las que a modo de vigas sustentaban y techaban la cámara y galería de acceso, así como las más pequeñas se disponían alrededor para fijar el suelo. En el centro, a modo de clave de bóveda, el dolmen en forma de mesa, sujetando todo el complejo. Visto desde fuera sería como una joroba horadada donde los coetáneos enterraban a sus muertos. Visto hoy, es como si todo el tejado de grandes piedras del túmulo se hubiera venido abajo (realmente fue así).


"Pensamos que lo que había por aquí eran pequeños asentamientos de ganaderos y agricultores de unas 20, 30 o 4o personas a lo sumo. Por entonces ya habían domesticado cerdos y ovejas y conocían la cebada", explica Martín Vela. Un primer dato que ya aporta información es el carácter colectivo del enterramiento. Todos los muertos en la misma fosa. ¿Qué quiere decir? Pues "que todavía no había jerarquías, todos cavaban, todos segaban, aunque sí que es cierto, tal como vemos en otros dolmenes, es que según pasan las generaciones se observa una cierta personalización de la sepultura", sigue el arqueólogo.

Sorprendentemente, sobre el 3.500 a.C. la cultura tumular megalítica se abandonó de golpe. Se supone que para entonces ya habían irrumpido las jerarquías guerreras, una organización de la producción basada en el caudillaje, que rompió con 2.000 años de enterramientos colectivos para entrar en la etapa de las sepulturas individuales, del cobre y del hierro, asociados a nuevas necesidades defensivas/ofensivas.

Notable participación popular en la visita.

Un mojón que sirve de calendario

Bien. Esta es la utilidad básica del dolmen, pero hay más. El dolmen de Santa Inés se ubica en el centro de un triángulo en el que destacan tres promontorios, San Isidro de Domingo García, el Tormejón de Armuña, y el castillo de Bernardos (hoy oculto por las escombreras de pizarra). ¿Qué quiere decir? Pues que era un punto de especial visibilidad. El túmulo no se hacía en cualquier parte, se levantaba en una zona visible desde muy lejos. Era una manera de decirle a nuestros vecinos: «Hey, aquí labramos nosotros». Era un enorme mojón.

Pero además con una orientación especial. Con la entrada de la galería en un eje de suroeste, noroeste, es decir apuntando a la salida del sol en los dos equinoccios, el de verano y el de invierno. Lo necesario para llevar la cuenta del calendario.

"Hay otros elementos que confirman esta hipótesis, por ejemplo, la disposición de piedras negras y grises con piedras blancas, en la zona que perimetraba el túmulo. Esto es, al incidir los rayos del sol, tenía que tener un efecto especial", explica Martín Vela. Así que el día que las piedras brillan al amanecer, las noches empiezan a menguar, y así hasta que vuelven a brillar, en que empiezan a crecer.

Posible menhir retirado de la zona por seguridad.

Grafitis neolíticos y un posible menhir

En 1992, una ortofotografía ponía sobre la pista a Cultura de la Junta de la posible existencia de un túmulo megalítico en la zona. Se puede aún ver por Googlemaps, junto a las escombreras de pizarra, a un centenar de metros de la barranca del Eresma, un promontorio circular con dos enormes piedras dispuestas en paralelo. Imposible que sea natural. Se daba la circunstancia de que el promontorio se enclava en medio de un fetosín, es decir, en terrenos municipales que desde tiempos inmemoriales se van asignando rotatoriamente entre los vecinos para su labranza (otro particularidad segoviana que pervive desde la reconquista y de las de quedarse ojiplático). Posiblemente este carácter público haya salvado el dolmen. En una explotación convencional, se pasa el tractor, se despejan los pedruscos y allá películas, porque lo cierto es que no siempre es fácil distinguir un vestigio megalítico de los restos de un chozo o una disposición aleatoria de piedras.

Ermita de Santa Inés.

Posible menhir retirado de la zona por seguridad.

En 2018 el Ayuntamiento de Bernardos financió la primera campaña. Ese año se decapó apenas el promontorio, confirmándose las sospechas, había indicios de galería, de cámara. A lo largo del verano de 2019 se ha seguido excavando hasta unos 40 o 50 cm. Ha aparecido la entrada a la cámara subterránea y losas totalmente características de un túmulo funerario. Huesos todavía no. Hay que llegar a una profundidad de 1,8o para llegar al nivel de enterramiento. Una de las grandes piedras tiene toda la pinta de haber sido un menhir, es decir, una gran piedra (una tonelada de peso) con carácter ornamental que se ponía encima del túmulo. Para prevenir actos vandálicos o robos, el consistorio retiró la piedra a principios de este verano para guardarla en almacenes municipales.

Pero la gran sorpresa fue el hallazgo de una losa en la que se encontraron petroglifos, círculos solares, algún animal, y un esquemático hombre con las manos alzadas en señal de ¿adoración? y con un gran falo. Bernardos linda con Domingo García, el gran museo al aire libre de petroglifos, y desde Santa Inés se divisa perfectamente San Isidro, donde se supone aguarda uno de los yacimientos del final del paleolítico más potentes de España. Los petroglifos de Domingo García podrían ser coetános del hallado en Bernardos, pero Martín Vela sugiere que no. «Son distintos, estos son totalmente esquemáticos, los de Domingo García son más realistas, más trabajados. Tenemos que hacer las pruebas y datarlos, ya veremos», dice.

Tanto Martín Vela como Jesús Pastor, de la asociación Amigos de la Pizarra, están convencidos de que Bernardos es el corazón de una zona dolménica, especialmente densa, que puede dar juego para dinamizar los atractivos de visita en la comarca. En septiembre se rematará la prospección 2019 del yacimiento de Santa Inés. Una lona verde tapará el conjunto para evitar que la maleza se instale y proseguir los trabajos en 2020. Vale la pena. En Bernardos justo acaban de abrir una ventana desde la que asomarse al principio de los tiempos, cuando se empezaron a arar los campos en Segovia, haces seis mil años.

Fuente: acueducto2.com | 18 de agosto de 2019

Mérida incorpora los restos del Templo de Culto Imperial romano a su circuito turístico

Cualquiera que pase por la calle Holguín puede descubrir el nuevo yacimiento arqueológico. J. M. Romero

El proyecto del recinto monumental que acoge un Templo de Culto Imperial en la calle Holguín fue, con 132 votos, el elegido por los Mecenas del Consorcio de la Ciudad Monumental para adecuar con la aportación de sus fondos. Lo prefirieron al arreglo de la casa romana de la Alcazaba o a la adecuación de la lavandería de Fernández López.
Ahora, año y medio después, los emeritenses y visitantes a la ciudad pueden disfrutar de este recinto monumental en todo su esplendor. Uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de Augusta Emerita que fue desmantelado, parcialmente, tras su abandono en el siglo V.
Con la apertura al público de este recinto, que integra los restos del templo de Culto Imperial en el urbanismo actual, se recupera uno de los símbolos del poder imperial. Constituyó un monumental edificio de 748 metros cuadrados de superficie y una longitud de 38 metros. Grandioso.

El recinto religioso en el que se enmarca el templo fue construido en un momento avanzado del mandato de Tiberio, que gobernó entre los años 14 y 37 de nuestra era. Su finalidad: el culto imperial. Un vehículo de propaganda para exaltar el poder del emperador y de su familia a través de la religión oficial romana. Era tan importante a nivel simbólico la creación de este espacio, que, para poder construir el recinto en el lugar elegido, los romanos no dudaron en derribar cuatro manzanas de viviendas.

Foto: La secretaria general de Cultura de la Junta de Extremadura, Miriam García Cabezas; el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, y el director del Consorcio de la Ciudad Monumental, Félix Palma, en la inauguración del recinto arqueológico.

Intervención de urgencia

Los restos del solar fueron descubiertos durante una intervención de urgencia a cargo de José María Álvarez Martínez, a principios de los años 80. Durante el año 2003, dentro de un proyecto de investigación en el que participaron varias instituciones, se documentó la secuencia estratigráfica del solar, la relación del templo con la plaza que presidía y se profundizó en el conocimiento de la arquitectura del edificio, visible desde la calle. Esta investigación culminó con la publicación, en 2007, del monográfico 'El Foro provincial de Augusta Emerita. Un conjunto monumental de culto imperial', editado por Pedro Mateos, investigador del CSIC en el Instituto de Arqueología de Mérida.

Con la adecuación que el Consorcio ha realizado en el solar, se recupera para la ciudad este testimonio de la ideología romana clásica.

Las estructuras conservadas forman parte del podio del templo, de más de 3 metros de altura, fabricado con hormigón y sillares de granito y revestido de mármol. Se conserva también el suelo de la plaza que presidía este templo, así como fragmentos de las cornisas y las columnas originales, que alcanzaron una altura de 14.25 metros.

El proyecto de adecuación integral, elaborado por la arquitecta Inocencia García Hidalgo y Emilio Ambrona Fernández-Tejada, museógrafo del Consorcio, contempla la consolidación de estructuras y la reintegración de piezas originales.

Foto: Imagen del Templo del Culto Imperial. - EFE

Se han adecentado medianeras, renovado el cierre, se ha ampliado el acerado para que los restos se contemplen desde la calle, se ha creado una pasarela para la visión detallada de los vestigios y se ha instalado un espacio interpretativo dedicado al Culto Imperial. Son algunos de los recursos empleados para garantizar la accesibilidad física y cognitiva a este lugar.

En total, 22 trabajadores del Consorcio han trabajado directamente en el proyecto. Concretamente han sido un museógrafo, una arqueóloga, un topógrafo, dos restauradoras, tres dibujantes, un encargado, un capataz, dos oficiales de mantenimiento, seis peones de mantenimiento y cuatro peones de arqueología, además de diversas empresas privadas especializadas.

La museografía se completa con paneles interpretativos, dotados de ilustraciones originales. Esto garantiza la comprensión del edificio en época romana y su evolución posterior.

El Departamento de Conservación ha llevado a cabo un trabajo global en los restos. La intervención comenzó con una limpieza general de las piezas localizadas en el solar, que han recuperado su posición inicial. También se limpiaron con agua a presión controlada los paramentos del podio.
La restauradora del Consorcio, Patricia Matamoros, ha coordinado los trabajos que garantizan el aislamiento y la protección de las superficies originales de manera previa a la colocación de recrecidos y réplicas. Esto facilita al público la lectura de este impresionante edificio.

Foto: Algunas personas observando el nuevo yacimiento arqueológico de la ciudad. Brígido

El suelo original

El suelo original de la plaza ha sido tratado mediante una limpieza mecánica y química antes de proceder a su consolidación. Se han utilizado refuerzos perimetrales de mortero de cal, ladrillo y terracota machacada que actuaba como solera de las placas de mármol que pavimentaban este espacio.

Estas placas, que se encontraban en algunas zonas muy fisuradas, han sido reintegradas en sus lugares originales. Para ello, se ha utilizado las fotografías de la excavación arqueológica de 2003, lo que garantiza la fidelidad de la correcta reubicación de estos fragmentos antes de su consolidación. Todos estos trabajos han tenido un coste de 104.620 euros. Algo más de la mitad ha sido financiado por las aportaciones de los mecenas. El resto lo sufragado el Consorcio.

El horario de apertura del recinto para la temporada estival será de 9 a 20.30 horas y se puede contemplar desde la calle en cualquier momento.

La adecuación del templo se ha completado con la iluminación, que facilita poder disfrutar de los detalles del edificio durante los paseos nocturnos por la zona.

Fuente: hoy.es | 18 de agosto de 2019

Los humanos modernos lograron llegar al norte de Asia (Mongolia) mucho antes de lo que se creía

Se hallaron herramientas líticas en el flanco occidental del valle de Tolbor (señalado por la flecha)

Herramientas de piedra descubiertas en Mongolia por un equipo internacional de arqueólogos indican que los humanos modernos viajaron a través de la estepa euroasiática hace unos 45.000 años, según un nuevo estudio de la Universidad de California, en Davis. Su datación es unos 10.000 años antes de lo que los arqueólogos creían anteriormente.

El yacimiento excavado también apunta a una nueva ubicación en la que los humanos modernos pudieron haberse encontrado por primera vez con sus misteriosos primos, ya extintos, denominados denisovanos, dijo Nicolas Zwyns (izquierda), profesor asociado de antropología y autor principal del estudio.

Zwyns dirigió excavaciones desde 2011 a 2016 en el enclave de Tolbor-16, junto al río Tolbor, en las montañas del norte de Hangai, entre Siberia y el norte de Mongolia.

Dichas excavaciones proporcionaron miles de artefactos de piedra: unos 826 asociados con la ocupación humana más antigua en el lugar. Constituyen cuchillas largas y regulares, las cuales se parecen a las que se han encontrado en otros sitios de Siberia y el noroeste de China, lo que indica una dispersión a gran escala de los humanos modernos en toda la región, señala Zwyns.

"Estas herramientas existían antes en Siberia, pero no con tal grado de estandarización", precisa Zwyns. "El aspecto más intrigante es que se realizaron de una manera complicada pero sistemática, y esa parece ser la firma de un grupo humano que comparte un fondo técnico y cultural común".

Tal tecnología, conocida en la región como correspondiente al Paleolítico Superior Inicial, llevó a los investigadores a descartar a los neandertales y a los denisovanos como los ocupantes del lugar. "Aunque no hemos encontrado restos humanos, las dataciones que obtuvimos coinciden en el tiempo con los primeros 'Homo sapiens' hallados en Siberia", dice Zwyns. "Después de considerar cuidadosamente otras opciones, sugerimos que este cambio en la tecnología ilustra los movimientos del 'Homo sapiens' en la región".


Mapa con la ubicación de los yacimientos del Paleolítico Superior Inicial en el Altai y el Baikal.
1. Kara-Bom, 2. Makarovo-4, 3. Khotyk, 4. Kamenka AC, 5. Podzvonkaya, 6. Dórólj-1, 7. Tolbor (T4, T15, T16, T21), 8. Orkhon (Orkhon-1, Orkhon-7), 9. Tsatsyn Ereg-2, 10. Tsagaan-Agui, 11. Chikhen-2, 12. Shuiddongou-1 y -2.

El resultado de su excavación ha sido publicado en un artículo en Scientific Reports.
La datación del yacimiento, determinada mediante luminiscencia de los sedimentos y mediante radiocarbono de los huesos de animales encontrados cerca de las herramientas, es aproximadamente 10.000 años anterior un trozo fósil craneal humano hallado en Mongolia, y aproximadamente 15.000 años después de que los humanos modernos abandonaran África.

Las evidencias sobre la evolución del suelo (hierba y otras materias orgánicas), asociada con las herramientas de piedra, sugiere que el clima se volvió más cálido y húmedo durante un determinado periodo de tiempo, haciendo que la región, normalmente fría y seca, se volviera más hospitalaria para el pastoreo de animales y para los humanos.

Una muestra de herramientas de piedra descubiertas en el sitio Tolbor-16 en Mongolia, con ejemplos de cuchillas triangulares largas (fila inferior, izquierda) y de doble filo (fila inferior, centro) que se parecen a las encontradas en otros sitios en Siberia y el noroeste de China. Las cuchillas más cortas, la fila superior, son ejemplos de tecnología de herramientas conocidas antes por los investigadores.

El análisis preliminar ha identificado fragmentos óseos de bóvidos grandes (ganado salvaje, bisontes) y medianos (ovejas, cabras salvajes) y caballos, los cuales frecuentaban la estepa abierta, los bosques y la tundra, durante el Pleistoceno, lo que es otro signo de ocupación humana del lugar.
Las dataciones de las herramientas de piedra también coinciden con las estimaciones obtenidas de los datos genéticos correspondientes al primer encuentro entre el Homo sapiens y los denisovanos.
"Aunque todavía no sabemos dónde pudo ocurrir tal hibridación, parece que los denisovanos transmitieron determinados genes que luego ayudarían al 'Homo sapiens' a poder establecerse a gran altitud y a sobrevivir la hipoxia en la meseta tibetana", dijo Zwyns.

"Desde este punto de vista, el yacimiento de Tolbor-16 es un importante enlace arqueológico que conecta Siberia con el noroeste de China, a través de una ruta donde el 'Homo sapiens' tenía múltiples posibilidades de conocer a poblaciones locales como los denisovanos".

Fuente: phys.org | 16 de agosto de 2019

Revelan que la población del sur peninsular casi no tiene ADN africano

Batalla de la Reconquista, miniatura de las Cantigas de Santa Maria - Wikipedia

Al-Ándalus nos ha dejado una gigantesca herencia cultural que pervive hasta nuestros días. Desde los miles de arabismos de la lengua española a la Alhambra de Granada, desde el gusto por las aceitunas o los escabeches al califato de Córdoba.

Sin embargo, poco corre en la sangre de los andaluces actuales de los árabes y africanos que ocuparon la Península ibérica durante más de 800 años. Un estudio genético realizado por investigadores de la Universidad de Granada ha demostrado que el legado genético de esos pobladores entre los habitantes del sur de la Península es comparable al de otras zonas donde su presencia fue menor, como Cantabria o Cataluña. Incluso al que existe hoy en día en otros países del Mediterráneo como Portugal o Italia.

La investigación, publicada en la prestigiosa revista Scientific Reports, se fija en los marcadores genéticos del cromosoma Y en individuos varones de las provincias de Granada, Málaga y Almería. El objetivo era determinar el posible legado genético de las poblaciones que formaron el antiguo Reino de Granada. Sin embargo, y en contra de lo que tradicionalmente se cree, los resultados muestran que los andaluces actuales tienen un componente muy bajo de ADN del norte de África, similar al que tiene un barcelonés o un romano. La población vasca, más aislada, recibió una herencia árabe ligeramente más pequeña.

El mapa de distancias genéticas entre la población de Granada, Málaga y Almería, y las poblaciones mediterráneas y del norte de África trazadas. El color azul oscuro corresponde a los valores más bajos de distancias genéticas y el rojo oscuro a valores más altos de distancias genéticas.

Una expulsión efectiva

¿Cuál es la razón? Parece difícil de creer si se compara con las grandes y vibrantes obras que en España ilustran el poderío de la cultura árabe. «La Reconquista fue muy efectiva. Las gentes del norte de África fueron expulsadas, no se las integró, y se repobló la zona con habitantes del resto de la Península», explica la autora principal del trabajo, María Saiz Guinaldo, del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR. «Genéticamente, es difícil identificar algún trazo del legado genético dejado por los antiguos pobladores», dicen.

Las similitudes entre la población de Granada, Málaga y Almería y la del resto de poblaciones españolas y algunas europeas hacen que las posibles diferencias existentes sean muy difíciles de identificar, a pesar de que el cromosoma Y es uno de los más pequeños del genoma humano, con un tamaño de unos 60Mb (millones de bases), y se hereda de forma directa de padres a hijos.

Los investigadores de la UGR que han realizado este trabajo. De izquierda a derecha, Juan Carlos Álvarez Merino, Luis Javier Martínez González, María Jesús Álvarez Cubero, José Antonio Lorente Acosta y María Saiz Guinaldo.

«Nuestros resultados revelan que ningún componente africano ha permanecido en la población del sur de la península ibérica, a pesar de haber estado ocupada por éstos durante 800 años. La presencia de haplogrupos típicamente africanos en la población de Granada, Málaga y Almería no es significativa cuando se compara con las frecuencias de éstos en poblaciones europeas, tanto mediterráneas como del norte de Europa», señala María Saiz.

Otros estudios previos han indicado un gradiente mayor de este legado en el norte de España, por ejemplo en Galicia, «pero las diferencias son mínimas. No se puede decir que los gallegos sean más africanos que los andaluces, no es una diferencia significativa», explica la investigadora.

Fuente: abc.es | 6 de junio de 2019