Hallan objetos desconocidos en la sepultura de un niño Selk’nam en Tierra del Fuego

Cráneo del niño. Aparece rota al haber aflorado de la tumba que se había erosionado / Foto cedida por Cedidas por Thierry Dupradou

El pueblo Selk’nam de Tierra del Fuego era una tribu que vivía en el extremo sur de América del Sur. Estaba formado por cazadores recolectores nómadas que subsistían en sus orígenes gracias a los guanacos salvajes, aves, roedores, marisco y pinnípedos (focas, lobos marinos y morsas) que cazaban. A principios del siglo XX, enfermedades infecciosas y un genocidio perpetrado por colonos británicos, argentinos y chilenos acabaron con la mayoría de ellos.

Junto a sus vecinos, los Haush, esta tribu era de los pocos grupos de cazadores recolectores en América cuyo sustento estaba restringido a una isla. Su registro arqueológico es abundante, sin embargo, poco se sabe sobre sus prácticas mortuorias.
Un estudio internacional, liderado por la Universidad de Magallanes en Punta Arenas (Chile), con participación del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC), ha descrito un entierro infantil de esta tribu con características únicas, localizado en Bahía Inútil. La datación por radiocarbono sitúa el entierro al comienzo del período postcolombino.

“Ni en Tierra del Fuego chilena o argentina se había hallado un ajuar parecido junto a restos humanos de cazadores recolectores terrestres. Los enseres eran mucho más sencillos, pero en general se trataba de enterramientos de adultos”, dice a Sinc Alfredo Prieto (izquierda), investigador de la Universidad de Magallanes, que lidera el estudio publicado en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology.

En el trabajo, Prieto y su equipo describen los materiales arqueológicos hallados junto al esqueleto de un niño muy bien conservado. Lo que llama la atención son los artículos funerarios que lo acompañan, inusuales en esta región.

“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos. Ni siquiera sabemos si se trata de copias o de herramientas en uso de la época. Podrían ser, por ejemplo, reproducciones de herramientas de madera que nunca perduraron. Tampoco podemos aventurar nada al respecto. Algunas de ellas simulan herramientas conocidas, como pinzas para el fuego. Otras, como unas bolas con surcos o herramientas de piedra sí sabemos que se usaban”, añade el científico.

Pares mandibulares de guanaco adulto que formaban parte del ajuar singular del enterramiento / Fotos cedidas por Thierry Dupradou.

Huesos agrupados por pares

Los restos del niño estaban acompañados por diseños únicos de artefactos óseos. En su mayoría eran fragmentos de picos de pingüino rey (el 75 % de los restos) y de las mandíbulas de guanaco organizadas en pares para que parezcan picos, algo inusual y no observado anteriormente en otras sepulturas. El pingüino rey forma parte de la mitología Selk’nam.
La abundancia, densidad y diversidad de las tumbas documentan un conjunto material y cultural complejo, además de una habilidad técnica que no se había descrito hasta ahora en este grupo de cazadores recolectores.

“Los pares de mandíbulas de guanaco son notables. Aparecieron juntos de a dos y uno tiene incluso evidencias de amarre. Por el tipo de corte y el tamaño parece que su función era utilizarlos como picos, algo muy extraño”, asegura Prieto. En la literatura arqueológica no se encuentra nada parecido en ninguna parte del mundo.
Hallaron también materias primas líticas, ligeramente grabadas, algo relativamente raro en estos yacimientos. Muchos de estos componentes no habían sido vistos nunca en el registro arqueológico ni etnográfico de la Tierra del Fuego.

“Una extraña pieza que evoca una lanzadera nos revelaría técnicas de tejido de redes, pero es el único fragmento cuya forma parece inducir una función. Además, la totalidad de las piezas son juegos por pares estructurales; entre lo puntiagudo y lo rajado, o entre lo abierto y lo cerrado, hechos de diversos materiales. Como perdemos la integridad de la colocación original, no sabemos bien si formaban parte de ‘mecanismos’ mayores”, continúa.
“Hay varios elementos misteriosos cuyo uso desconocemos", dice Alfredo Prieto.

Una genética particular

Hombres Selk'nam pintados con dibujos totémicos.

Según los registros arqueológicos, parece que la población Selk’nam apenas excedió las 1.500 personas, en un territorio de casi 48.000 km2. Además, hasta el momento los científicos no saben determinar si estos individuos fueron descendientes directos de los primeros grupos que poblaron la isla, o si llegaron más tarde.

Los restos humanos del niño revelan que perteneció a un joven de corta edad que tenía una dieta predominantemente terrestre. Los análisis osteológicos no mostraron problemas óseos o patologías, lo que sugiere que era un individuo sin ninguna anomalía. “Desconocemos las causas del fallecimiento”, añade el experto.
La información etnográfica señala que las muertes infantiles no debidas a accidentes eran incomprensibles para los Selk’nam, que generalmente culpaba de ello a un chamán de un grupo enemigo y promovían actos de venganza.

Otra particularidad de este hallazgo es que proporciona la primera evidencia genética del subhaplogrupo mitocondrial D1g5 en la población de Selk'nam en Tierra de Fuego. Este hecho podría indicar que sus orígenes están en la primera ola de colonización humana de América del Sur.

“El haplotipo mitocondrial D1g5 no fue descrito hasta 2012 y en parte es porque tiene una distribución bastante restringida al sur de Sudamérica. Localmente, en el sur de Chile y Patagonia puede ser bastante frecuente. Se le ha calculado una antigüedad de unos 15.000 años, es decir, resultado de la llegada de algunos de los primeros colonizadores de América y su subsiguiente dispersión por el cono sur”, explica a Sinc Carles Lalueza Fox (izquierda), investigador del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC) y coautor del estudio.

Es la primera vez que se describe en Tierra del Fuego, pero es coherente con la posibilidad de que hubiera contactos con poblaciones locales al norte del Estrecho de Magallanes. “También cuadra con indicaciones de restos marinos, ya que el niño se encontró en la costa del canal y aunque los Selk'nam eran cazadores recolectores terrestres, indicaría menos aislamiento del que se suponía por testimonios etnográficos y más contactos con poblaciones vecinas”, argumenta Lalueza Fox.
Actualmente su equipo está secuenciando algunos genomas de aborígenes de Tierra del Fuego para integrarlos en el contexto de la diversidad genómica del continente americano. “Es posible que podamos encontrar algunas evidencias de selección natural y adaptación al frío en algunos genes relacionados con el metabolismo”, concluye.

Tan solo otros cinco haplogrupos de ADNmt se han descubierto hasta ahora en muestras de poblaciones antiguas en esta región: la de este niño Selk’nam, dos Yamana y dos Kawesar.

Lugar del hallazgo junto a la costa de la Bahía Inútil, Tierra del Fuego / Universidad de Magallanes

Interacción con otras culturas

El entierro proporciona evidencia de interacciones de largo alcance con otras culturas tanto en el continente, como en otras partes de la isla. Sus vecinos inmediatos eran otros grupos nómadas, dos marítimos (Yamana y Kawesar) y dos terrestres (Haush en la isla y Aonikenk en el continente).
Los Selk’nam no eran navegantes, por lo que todos los artículos de este tipo que se encontraron en el enterramiento provendrían de fuera de Tierra del Fuego, obtenidos de sus vecinos cercanos.

Contactos directos e indirectos con estos grupos serían cruciales para obtener acceso a animales exóticos y materias primas, como por ejemplo, el ñandú de Darwin (Rhea pennata), la obsidiana verde o los restos de molusco D. magellanicum hallados en yacimientos de esta región.

El ñandú de Darwin se extinguió en Tierra del Fuego a finales del Pleistoceno, y su presencia entre las tumbas significa que probablemente fue traído de la estepa continental. La obsidiana ya se había descubierto previamente en Bahía Inútil, no muy lejos de este enterramiento. D. magellanicum habita las profundidades marinas de Magallanes y probablemente fue recogido por mar en botes. “Los Selk’nam no eran navegantes”, apunta Prieto.

Este entierro proporciona una ventana única para descubrir aspectos previamente desconocidos de la sociedad Selk'nam.

Fuente: agenciasinc.es | 23 de octubre de 2019

Hallazgos romanos cuestionan el origen árabe de Madrid

Reciente hallazgo del suelo de una casa romana en la Casa de Campo de Madrid. EFE

Los orígenes de Madrid se han vinculado tradicionalmente a una medina árabe, hecho que choca con los recientes hallazgos arqueológicos de la Casa de Campo, que se suman a las distintas zonas donde se concentran restos de dominación romana en la ciudad.

La Casa de Campo, enclave donde se ha encontrado recientemente el suelo empedrado de una casa, tejas, una moneda, parte de dos piscinas o depósitos de agua y restos de cerámica entre trincheras de la Guerra Civil que han sido asociados a un asentamiento romano del siglo II A.C., es el último descubrimiento de una región que cuenta con 533 yacimientos registrados por la Dirección General de Patrimonio Cultural.

Si bien es cierto que el grueso de los descubrimientos se encuentran a lo largo y ancho de la Comunidad, la ciudad de Madrid también cobija algunos vestigios de la época de la dominación romana, donde Carabanchel se erige como un ejemplo claro para entender la magnitud de la extensión del Imperio Romano hasta la capital.

La asociación Carabanchel Historia y Patrimonio tiene constancia de que, al menos desde el siglo XVIII, ya se conocía que la finca Eugenia de Montijo podría alojar un mosaico romano (abajo) y una Minerva de Bronce, objetos que se pueden encontrar en el Museo de los Orígenes de Madrid.

Restos en el Metro Marqués de Urquijo

“En Carabanchel se han encontrado restos en el Metro Marqués de Urquijo, donde la superficie que puede contener se distribuye desde el mosaico de la Villa de Carabanchel hasta las obras de Vía Carpetana, por lo que hay unos 500 metros de superficie que pueden esconder un yacimiento de grandes dimensiones”, aseguran desde la asociación Carabanchel Historia y Patrimonio.
La asociación sostiene que la obra “no interesa a nadie, ni a la Administración central, ni al Ayuntamiento ni a la Comunidad de Madrid”. “A la Administración no le interesa porque el terreno pertenece al Ministerio de Interior y, tras derribar la cárcel, se planteó que el terreno fuera urbanizable; al Ayuntamiento, porque afecta al trazado de una vía que quieren urbanizar; y a la Comunidad, por el gasto que supondría”, lamentan.

No obstante, y gracias a la “presión popular”, el Colegio de Arqueólogos se ha puesto manos a la obra y ha creado un grupo de expertos para estudiar la dimensión del yacimiento y solicitar la declaración del área como "Bien de Interés Cultural", lo cual supondría un impulso para una zona “abandonada”.
Foto: Ara del Puente de los Franceses. MAN.38.313
A principios de siglo fue descubierta esta ara en una huerta cercana al Manzanares, junto al Puente de los Franceses. Este pequeño monumento en granito corresponde a un sepulcro doble, donde fueron enterrados una mujer de nombre Emilia Heuticia y un niño de siete años, de nombre perdido. Posteriormente, en esta misma zona se encontraron cerámicas romanas y alguna moneda, lo que llevó a interpretar el conjunto como perteneciente a una necrópolis. Los más recientes hallazgos, en la cercana Ciudad Universitaria, de unos basureros romanos, podrían servir para reinterpretar esta lápida, relacionándola con un poblado o una explotación agraria situado en las inmediaciones.

Vicálvaro, otro foco de restos romanos

Vicálvaro es el otro foco principal de dominación romana que persiste en la actualidad, una zona cuya existencia se conocía desde finales del siglo pasado, pero que adquirió relevancia a partir de los trabajos arqueológicos realizados entre 2007 y 2010 por la investigadora Alexandra Uscatescu.
En concreto, las excavaciones sacaron a la luz “unas tres hectáreas de terreno” enmarcadas en la ermita Virgen de la Torre, en un llano cercano al Cerro Almodóvar, concretamente entre el arroyo de los Migueles y el Cerro de los Castillejos, según datos proporcionados por la asociación Vicus Albus y extraídos de una investigación llevada a cabo por Uscatescu.

En aquel trabajo arqueológico, Uscatescu constató que el asentamiento descubierto fue “una fundación ex novo” -esto es, que los primeros pobladores lo levantaron de la nada- datada entre los siglos I-II y asociada tanto a la dinastía Julio-Claudia como a un momento indeterminado del siglo II.
La autora destaca el hallazgo de decoración pintada en el interior de las casas, en las que también se encontraron cornisas molduradas además de signos de decoración con estucos en relieve, que albergaban “finos diseños de dientes de lobo” propios de la época Flavia.

Vasija romana decorada hallada en Vicálvaro (Ermita de la virgende la Torre)

Numerosos asentamientos en la Comunidad

Fuera de la ciudad, en distintos lugares de la Comunidad de Madrid, existen numerosos asentamientos romanos como la Ciudad Romana de Complutum, en Alcalá de Henares; el conjunto arqueológico de Dehesa de la Oliva, en Patones, las calzadas romanas de Cercedilla y Galapagar o el yacimiento de El Beneficio, ubicado en Collado Mediano.

La Dirección General de Patrimonio Cultural asegura que algunos de los hallazgos se han preservado como “reservorios de ciencia para las futuras generaciones”, mientras que “otros muchos están en fase de investigación y estudio”.


Detalle de la ciudad romana de Complutum

De entre todos los yacimientos descubiertos, destaca especialmente la Ciudad Romana de Complutum, en Alcalá de Henares, construida en la época de Augusto y reformada hacia el año 50 en la época del emperador Claudio Nerón, cuyo diseño urbano “se ciñe a un formato característico del urbanismo romano, una trama ortogonal con límites discernibles de más de 50 hectáreas”, según la Dirección General de Patrimonio Cultural.

En 2018, la Comunidad comenzó un proyecto de investigación, con la colaboración de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Educación a Distancia para “estudiar la Vía XXIV del Itinerario de Antonino e implementar una serie de visitas a algunos yacimientos romanos de Madrid para posibilitar el conocimiento de los ciudadanos de este importante legado cultural”.
“En la actualidad, se está estudiando la Vía XXIV del Itinerario de Antonino para que funcione como elemento vertebrador y permita comprender mejor y facilitar el recorrido por estos yacimientos visitables de la Comunidad de Madrid”, explica la directora general de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Elena Hernando.

Fuente: rtve.es| 24 de octubre de 2019

Fuertes tormentas de polvo de invierno pudieron haber causado el colapso del Imperio Acadio

Existe una clara correlación entre las antiguas anomalías climáticas de invierno (verde, azul y rojo) y el área de la civilización de Mesopotamia y el Imperio Acadio (negro) a través del tiempo, con el lado derecho del gráfico que representa la actualidad. Las anomalías están en relación con los valores actuales.

Los registros de corales fósiles proporcionan nuevas evidencias de que los frecuentes vientos shamal invernales, que producen grandes tormentas de arena, y una prolongada y fría estación invernal contribuyeron al colapso del antiguo Imperio Acadio en Mesopotamia, según un nuevo estudio.
El Imperio Acadio (siglos XXIV al XXII a.C.) fue el primer imperio unido en Mesopotamia y prosperó con el desarrollo de la irrigación. Sin embargo, los asentamientos parecen haber sido abandonados repentinamente hace unos 4.200 años, causando su colapso. La zona no se recuperaría hasta unos 300 años después.

Mapa en el que se señalan los lugares de las muestras obtenidas de corales fósiles (estrellas rojas) con respecto a Mesopotamia (puntos verdes) y la dirección del viento / foto Watanabe T.K. et al, The Geological Society of America.

Investigadores de la Universidad de Hokkaido, el Instituto de Ciencias de Arrecifes Coralinos KIKAI, la Universidad de Kyushu y la Universidad de Kiel realizaron reconstrucciones paleoclimáticas de la temperatura y los cambios hidrológicos de las áreas alrededor del yacimiento arqueológico de Tell Leilan, en Siria cerca del río Djarrah, considerado el centro del Imperio Acadio. Además examinaron seis corales fósiles Porites de 4.100 años de antigüedad procedentes del Golfo de Omán en la dirección del viento. Las muestras obtenidas fueron datadas por radiocarbono y analizadas geoquímicamente para confirmar que no estaban alteradas significativamente en su estado actual.

El Imperio Acadio en la época de Sargón I el Grande

Los datos de esos corales fósiles se compararon con muestras de coral modernas e información meteorológica. Aunque es normal que el área de estudio reciba una cantidad significativa de lluvia en el invierno, los datos de los corales sugieren que, durante el tiempo del colapso del Imperio Acadio, el área sufrió importantes períodos de sequía. Los datos anteriores y posteriores al colapso son, además, comparables a los datos modernos sobre los corales, por lo que los períodos de sequía habrían sido repentinos e intensos.

La evidencia fósil muestra que hubo una temporada prolongada de vientos shamal de invierno acompañada de días de shamal frecuentes. El impacto de las tormentas de polvo y la falta de lluvia habrían causado grandes problemas agrícolas, posiblemente conduciendo a la inestabilidad social y la hambruna, factores que anteriormente se habían asociado con el colapso del imperio.

Uno de los fósiles de 4.100 años de antigüedad / foto Hokkaido University

La evidencia fósil muestra que hubo una prolongada temporada de vientos shamal en invierno acompañada de frecuentes días de tormentas de arena. El impacto de estas tormentas y la falta de lluvias habría causado grandes problemas agrícolas que pudieron llevar a la inestabilidad social y al hambre, ambos factores que se han asociado previamente con el colapso del imperio.

"Aunque el momento oficial del colapso del Imperio Acadio es la invasión de Mesopotamia por otras poblaciones, nuestras muestras fósiles son ventanas en el tiempo que muestran que las variaciones en el clima contribuyeron significativamente al declive del imperio", dijo Tsuyoshi Watanabe del Departamento de Ciencias de Historia Natural de la Universidad de Hokkaido. "Una mayor investigación interdisciplinaria ayudará a mejorar nuestra comprensión de las conexiones entre el cambio climático y las sociedades humanas en el pasado".


Tsuyoshi Watanabe (centro) y sus colaboradores con el Mausoleo de Bibi Maryam en Qalhat en Omán en el fondo.

Fuente: Universidad de Hokkaido | 24 de octubre de 2019

Identifican veinte campamentos romanos a lo largo de Galicia y Asturias

Distribución de emplazamientos militares romanos en el noroeste de Iberia. En amarillo y numerados (ver tablas 1 y 2), los sitios estudiados en este trabajo. En rojo, otros sitios (cuadrado = campamento; círculo = castellum / puesto avanzado; cuadrado con cruz = fortaleza / fortaleza).

En la primavera del año 26 a. C., el primer emperador de Roma, César Augusto, abrió en persona las puertas del templo de Jano (el dios de las dos caras), todo un símbolo de la declaración de guerra. Se trataba de conquistar el último territorio independiente del poder imperial en la península Ibérica, las áreas de los cántabros y los astures, que mantuvieron un duro conflicto con los conquistadores que quedó para las crónicas de los historiadores. Más de 2.000 años después, una tecnología inimaginable entonces, fotografías aéreas combinadas con análisis por satélite, han permitido fijar a los investigadores toda una red de un total de 20 campamentos y fortificaciones romanas en el noroeste peninsular para asegurar el control militar de una zona tan compleja orográficamente.

La mayoría de ellos están en Galicia, y han servido también para ofrecer a los arqueólogos un nuevo enfoque sobre la entrada de las tropas romanas en las tierras de los galaicos. Publicado por los investigadores de Roman Army, el estudio parte de los trabajos de José Manuel Costa-García, de la Universidad de Santiago de Compostela; João Fonte, del CSIC; y Manuel Gago, también de la universidad compostelana. Han aprovechado imágenes obtenidas mediante la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite radiografiar zonas boscosas o de tupida vegetación para fijar en el mapa varias decenas de asentamientos romanos, lo que les ayudó a comprender la manera en la que los romanos fueron concretando su dominio sobre el noroeste de la península ibérica. De esta manera, los investigadores plantean la hipótesis de que los recintos estén relacionados con un episodio o escenario secundario del conflicto cántabro-astur (29-19 a.C.).

Recintos del grupo 1: O Penedo dos Lobos (A), Cova do Mexadoiro (B), O Coto do Rañadoiro (C), Alto da Pedrada (D). Visualización SAGA GIS Filtro de remuestreo. (Conrad et al., 2015).

El estudio destaca las muy escasas fuentes documentales sobre la invasión romana del territorio que en la actualidad comprende Galicia y el norte de Portugal, frente a los relatos sobre la conquista de los astures y los orígenes como fortificación militar de la capital astur en la meseta, Asturica Augusta, hoy Astorga. En este sentido apuntan que «aunque no cerramos la puerta a otras posibilidades interpretativas, planteamos la hipótesis de que estemos quizá ante recintos relacionados de algún modo con un episodio o escenario secundario del conflicto cántabro-astur (29-19 a.C.). Durante el mismo se buscaría asegurar dominio romano sobre unas áreas montañosas que en buena medida se encuentran todavía dentro de los límites de la Asturia histórica, lo que explicaría la ausencia de alusiones a los galaicos en las fuentes textuales que aluden a este conflicto».

Los arqueólogos destacaron que sus hallazgos se dividen en asentamientos de distinto tamaño. Así, los «pequeños» tendrían capacidad para entre dos o tres cohortes (entre 100 y 1.500 hombre) y se corresponderían con los identificados en O Penedo dos Lobos (Manzaneda), Cova do Mexadoiro (Trazo, A Coruña), Coto do Rañadoiro (Carballedo, Lugo) y Alto da Pedrada (Arcos de Valdevez, Viana do Castelo.

La siguiente modalidad son los campamentos «medianos», de entre 4 y 7 hectáreas y con alrededor de 4.000 legionarios. Se caracterizaban por estar en zonas con destacamentos que les permitieran defenderse con facilidad. Según lo observado, los investigadores los sitúan en Cabianca (Láncara), Campos (Vila Nova de Cerveira, Viana do Castelo), A Cortiña dos Mouros (Cervantes, Lugo / Balboa, León) y Santa Baia (A Laracha).

El tercer grupo aumenta la dimensión a las 15 hectáreas y la capacidad a 6.000 soldados. Se construyeron, en su mayoría, en la zona oriental de Galicia, en concreto en los montes de Chá, Medorra (Sarria) y Ventín (Pol), A Penaparda (A Fonsagrada, / Santalla d’ Ozcos, Asturias) y O Cornado (Negreira).

Los denominados de «enormes dimensiones» podían albergar hasta 14.000 legionarios. Se localizaban en Lomba do Mouro (Viana do Castelo, Ourense) y Chaira da Maza (Lobeira).
Mención aparte a los «castella» o fortificaciones pequeñas, que serían los campamentos encontrados en A Recacha (Navia de Suarna), Outeiro de Arnás (Verín), O Castrillón (Touro), Alto de la Cerca (Villa Real) y O Castelo (A Estrada).

Campamento de Santa Baia. Vistas oblicuas. Visualización SAGA GIS. Filtro de remuestreo (Conrad et al., 2015).

En el caso del hallazgo en Los Oscos se trata de uno de los grandes campamentos temporales (los romanos contaban entre sus tropas con especializas capaces de levantar fortificaciones en una jornada) y que podría acoeger a una legión, unos 6.000 soldados, con «gran independencia operativa, al modo de una brigada contemporánea». La descripción del terreno es de «una cima de suave pendiente desde la que se obtiene un notable control visual de los cordales próximos, pero su disposición general parece indicarnos que el recinto estaría orientado hacia el Sur. No es posible encontrar en el entorno inmediato poblados de tipo castro, ya que estos se encuentran en la comarca en terrenos de menor altitud, ocupando preferentemente elevaciones y espolones con un mejor control de los valles».

Los autores señalan que «resulta muy sugerente la hipótesis de que A Penaparda y los campamentos localizados en las sierras de Penouta-Ouroso conformen un conjunto que revele el uso estratégico por parte del ejército romano de un cordal montañoso, del mismo modo que ocurriría en áreas como La Carisa o La Mesa», un cerco de kilómetros para asediar los reductos de resistencia astur.



De la crudeza de las guerras cántabras y astures dieron cuenta los historiadores romanos. Los arquólogos han señalado que «en el ámbito astur, las fuentes indican que los romanos plantearon una estrategia militar similar, de modo que en la Meseta Norte y el piedemonte cantábrico se habrían desarrollado acciones a gran escala frente a un enemigo que parece haber mostrado una gran capacidad organizativa y de movilización de efectivos, así como una notable autonomía política».

Al norte de la cordillera, en la Asturias actual, la lucha tampoco fue sencilla: «la arqueología revela que el objetivo habría sido la división del ejército en fuertes columnas que avanzarían a un mismo tiempo siguiendo distintos cordales con el fin de controlar la totalidad del territorio y ahogar cualquier foco de resistencia».

Fuentes: lavozdegalicia.es | la vozdegalicia.es | 22 de octubre de 2019

Descubren una mochila de un guerrero de la Edad del Bronce preparado para una gran batalla

Algunos de los elementos encontrados en la mochila extraviada. Foto: Universidad de Greifswald.

Un revoltijo de herramientas en el barro: fragmentos cilíndricos de bronce, un cuchillo también de bronce, un punzón de bronce con mango de abedul, un cincel pequeño, tres alfileres y una espiral de bronce...
Todos estos artefactos fueron descubiertos en 2016 por un grupo de arqueólogos alemanes, dirigidos por Tobias Uhlig (izquierda), que excava desde hace diez años en las inmediaciones del río Tollense, una cinta estrecha de agua en el norte de Alemania, a 120 kilómetros de Berlín.

A pesar de que la bolsa que los contuvo se ha degradado, el barro ha conservado perfectamente todos estos objetos que cuentan una interesante historia. La historia de un guerrero que durante una cruenta batalla perdió –o se dejó– allí sus pertenencias.
Dicha bolsa contenía un cuchillo de bronce con una hoja curva, un punzón decorado con una escala y filas de triángulos, y un cincel de bronce, junto con una variedad de restos del mismo metal y pequeños lingotes. Las marcas de desgaste en el cincel sugieren que alguien probablemente lo usó para cortar fragmentos de bronce como los hallados. La hoja curva del cuchillo, con refuerzo estructural en la parte posterior, parece como si alguien hubiera reciclado una hoz para hacerlo. También había algunos tubos de bronce laminado que que funcionarían como una forma de monedas.

Cilindros de bronce. Foto: Volker Minkus, Copyright Agencia Estatal del Patrimonio Cultural en Mecklemburgo-Pomerania Occidental).

Esencialmente, este conjunto de elementos se parecería al tipo de cosas que uno llevaría si quisiera intercambiar o reciclar una pequeña cantidad de chatarra de bronce por otras cosas. La gente en Europa en aquellos tiempos aún no había comenzado a usar monedas, pero los lingotes y restos de bronce y cobre estaban empezando a convertirse en una forma temprana de moneda: la idea de usar pequeños trozos de metal para el intercambio se estaba imponiendo, pero aún pasarían siglos antes de que la gente decidiera estandarizarlos. Llevar algo de chatarra como medio de trueque probablemente no era inusual en ninguna parte de la Edad de Bronce en Europa, si bien el contenido de lo hallado sugiere que su propietario no era local.

Así se veían los restos del juego de herramientas y armas cuando los arqueólogos lo encontraron en el fondo del río. Fotografía de F. Nagel; dibujo de T. Uhlig.

La primera gran batalla de la historia... y una mochila perdida

En 1996, los arqueólogos descubrieron en esta zona las primeras pistas de una batalla de grandes dimensiones hacia el año 1250 a.C. Desde 2009, y a lo largo de las sucesivas campañas llevadas a cabo por arqueólogos del Departamento de Mecklenburg-Vorpommern de Preservación Histórica (MVDHP) y de la Universidad de Greifswald (UG), han salido a la luz 1.200 restos óseos pertenecientes a 140 individuos, además de numerosos restos de equinos, armas y objetos de bronce. Las fracturas que presentan los huesos hablan de un intenso combate cuerpo a cuerpo, y los investigadores piensan que en el conflicto participaron al menos 4.000 combatientes, de los que aún esperan encontrar más restos.

Según sus huesos, los muertos eran abrumadoramente masculinos, jóvenes y en buena forma. Para los arqueólogos, ese tipo de individuos sugiere fuertemente un grupo de soldados. Muchos de sus huesos muestran evidencias de fracturas y cortes óseos curados, lo que indica que muchos eran veteranos de otros conflictos en los que habían sobrevivido para acabar muriendo en esta batalla por el posible control de un cruce de ríos importante.

Los huesos estaban muy juntos en algunas partes de la excavación, tal como se ve en esta foto de 2013. Un área de 12 metros cuadrados contenía 1478 huesos, incluyendo 20 cráneos. FOTO: LANDESAMT FÜR KULTUR UND Denkmalpflege Mecklenburg-Vorpommern / LANDESARCHÄOLOGIE / C. HARTL-REITER.

La revista Antiquity acaba de publicar los resultados del estudio de los treinta y un objetos –perfectamente preservados– que aparecieron en el fondo del río Tollense, contenidos en la bolsa del guerrero desconocido, de la cual sólo se han conservado tres cilindros finos de chapa de bronce perforados con clavos, también de bronce, que aún estaban unidos en cada extremo y que parecen haber sido los cierres de esta especie de mochila.

Caja de cinturón (bronce) decorada con incrustaciones orgánicas. Foto: Joachin Krüger (Universidad de Greifswald).

Según los autores del estudio, los análisis de ADN realizados a los huesos y las pruebas con isótopos muestran que algunos de estos hombres no eran de la región, sino que llegaron de zonas muy alejadas.
El profesor Thomas Terberger, del Departamento de Historia Pre y Temprana de la Universidad de Gotinga, dice: "Este es el primer descubrimiento de pertenencias personales en un campo de batalla y proporciona información sobre el equipo de un guerrero. El bronce fragmentado probablemente se usó como una forma de moneda. El descubrimiento de este nuevo conjunto de artefactos también nos proporciona pistas sobre los orígenes de los hombres que lucharon en esta batalla y hay cada vez más pruebas de que al menos algunos de los guerreros vinieron del sur de Europa Central''.

Esta teoría quedaría confirmada con el hallazgo de este conjunto de artefactos, puesto que la similitud de los objetos de la bolsa con otros que se han descubierto en otros yacimientos del sur de Alemania y el este de Francia sugieren que, en efecto, algunos de estos guerreros recorrieron enormes distancias para participar en esta batalla. Esto demostraría que las sociedades de la Edad del Bronce europeo alcanzaron un grado de organización importante. Gracias a ello, los líderes de los distintos grupos eran capaces de movilizar a guerreros procedentes de tierras lejanas a pesar de la falta de una buena red de comunicaciones en este período.

Cráneo encontrado en el valle de Tollense con una herida mortal causada por una punta de flecha de bronce.

Una de las preguntas persistentes sobre el juego de elementos de bronce hallados, así como muchos de los huesos y armas encontrados en el fondo del río Tollense, es si estos elementos simplemente terminaron donde alguien los dejó caer en sus momentos finales o si los vencedores los arrojaron al río inmediatamente después de la batalla como ofrenda ritual. Téngase en cuenta que en los campos de batalla posteriores en el norte de Europa, la gente de la Edad del Hierro a menudo depositaba los huesos cuidadosamente preparados y las armas deliberadamente rotas de sus enemigos caídos en ríos, lagos y pantanos.

Fuente: nationalgeographic.com.es | arstechnica.com | eurekalert.org | 21 de octubre de 2019

La herramienta de hace 50.000 años que demuestra la inteligencia de los neandertales

Lasca de perdernal con alquitrán en su extremo (Rijksmuseum Van Oudheden).

Negro y espeso alquitrán y una lasca de pedernal (sílex). Esta herramienta hecha hace 50.000 años por neandertales puede parecer una construcción simple para los tiempos que corren -con superordenadores, exploración espacial...-, pero es en realidad la muestra de una inteligencia superior.
Apareció en 2016 en la playa artificial holandesa de Zandmotor, cerca de La Haya, la cual se había creado con arena dragada del fondo del Mar del Norte. El sitio se convirtió entonces en un tesoro para los arqueólogos por la gran cantidad de artefactos prehistóricos que comenzaron a aparecer. No es que surgieran por arte de magia. La tierra usada era parte de la estepa (Doggerland) que conectaba el Reino Unido y los Países Bajos durante la última glaciación.

Hallazgo

El utensilio no deja de ser lo que ya se ha visto muchas otras veces: un pequeño trozo de sílex con los bordes afilados. Hay, sin embargo, un elemento que lo convierte en excepcional. Unas cuantas gotas de alquitrán de abedul situadas en su extremo que, al endurecerse, permitió a los neandertales usar la herramienta como raspador para las pieles de animales o cuchilla para cortar fibra vegetal.
Los neandertales podrían haber usado el alquitrán de abedul para unir herramientas de piedra a mangos de madera, aunque esta en particular probablemente tenía un agarre hecho solo de alquitrán, ya que no hay huellas de un eje de madera o hueso, lo que habría permitido aplicar más presión al pedernal sin cortarse las manos.

Utensilio excepcional

“La producción de un adhesivo de este tipo fue un desarrollo tecnológico importante, que demuestra una tecnología compleja y una capacidad cognitiva avanzada. Los complejos conocimientos necesarios para su producción se mantuvieron en pequeños grupos con vidas altamente móviles del noroeste de Europa”, escriben los autores del estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).

El equipo liderado por Marcel Niekus (izquierda), un arqueólogo de la Foundation for Stone Age Research, es que los neandertales podían realizar tareas complejas y de varios pasos, algo que se apoya en otros descubrimientos recientes como el hecho de que hacían joyas, tenían un agarre de precisión e incluso pudieron haber pintado arte rupestre.

Tecnología compleja

La datación por radiocarbono indicó que la pieza tenía 50.000 años de antigüedad, remontándose a una época anterior a la llegada de los humanos modernos a la zona. El alquitrán, que se ha preservado gracias a las condiciones frías y sin oxígeno de los sedimentos del fondo del mar, podría haber sido un elemento esencial entre las herramientas de la Edad de Piedra.

Los investigadores trataron de recrear la fabricación del utensilio, recogiendo tiras de corteza de abedul, en un proceso que necesita al menos 40 kilos de madera. Amontonaron arcilla sobre ellas y le prendieron fuego para calentar la corteza hasta los 300 o 400 grados, suficientemente caliente como para producir alquitrán espeso, ya que la corteza resinosa se desintegró.

Al comparar la composición química del alquitrán moderno y sus impurezas con el alquitrán antiguo, los expertos descubrieron que los neandertales probablemente usaban el mismo procedimiento. Pero fabricar suficiente alquitrán para adornar una herramienta poco notable fue indudablemente difícil sin cerámica para recogerlo a altas temperaturas y almacenarlo.

Los humanos modernos de Sudáfrica utilizaban adhesivos desde hace 100.000 años (Rijksmuseum Van Oudheden)

“Esta es una pequeña pieza fea que ni siquiera fue retocada ni moldeada”, admiten los arqueólogos. “El hecho de que hayan usado este procedimiento en un objeto tan simple sugiere que usaron adhesivos de manera regular”, añaden. El alquitrán de abedul también se ha encontrado en otros restos neandertales de hace 200.000 años en Campitello (Italia) y en Königsaue (Alemania), donde las evidencias tiene alrededor de 50.000 años de antigüedad.

Los neandertales de Italia también podrían haber usado resina de pino hace unos 50.000 años. El problema de esta sustancia natural es que no es tan flexible, lo que hace que los investigadores piensen que el alquitrán de abedul probablemente fue su primera opción. También hay rastros de betún encontrados en contextos neandertales hace entre 42.000 y 70.000 años.

Para poner el hallazgo en contexto, hay que saber que los humanos modernos producían adhesivos en Sudáfrica desde hace aproximadamente 100.000 años. Debido a que tales hallazgos rara vez se conservan, “esto no prueba definitivamente que no haya adhesivos de humanos modernos o neandertales más antiguos. Simplemente no los hemos encontrado todavía”, concluyen los investigadores.


Fuente: lavanguardia.com | 22 de octubre de 2019