¿Fueron otros humanos víctimas de la sexta extinción masiva?

Cráneo de neandertal que muestra un traumatismo craneal debido a una acción violenta. Museo Nacional Smithsoniano de Historia Natural


Por profesor titular de Paleontología y Biología Evolutiva en la Universidad de Bath (Gran Bretaña).

Nueve especies humanas caminaron en la Tierra hace 300.000 años. Ahora solo hay una. Los neandertales, Homo neanderthalensis, eran cazadores fornidos adaptados a las frías estepas de Europa. Los denisovanos, relacionados con los neandertales, habitaban Asia, mientras que el Homo erectus, más primitivo, vivía en Indonesia, y el Homo rhodesiensis en África central.

Varias especies de pequeño tamaño y cerebro sobrevivieron junto a ellas: Homo naledi en Sudáfrica, Homo luzonensis en Filipinas, Homo floresiensis ("hobbit") en Indonesia, y la misteriosa gente de la cueva del ciervo rojo en China. Dada la rapidez con la que estamos descubriendo nuevas especies, es probable que haya más esperando a ser encontradas.

Hace 10.000 años, todas estas especies ya no estaban. La desaparición de las mismas se asemeja a una extinción masiva. Pero no hubo una catástrofe ambiental obvia -erupciones volcánicas, cambio climático, impacto de asteroides- que la impulsara. En cambio, el momento en que ocurrieron estas extinciones sugiere que fueron causadas por la propagación de una nueva especie que evolucionó hace entre 350.000 y 260.000 años en el sur de África: el Homo sapiens.

La propagación de los humanos modernos fuera de África provocó una sexta extinción masiva, un evento de más de 40.000 años que se extiende desde la desaparición de los mamíferos de la Edad del Hielo hasta la destrucción de las selvas tropicales por la civilización actual. ¿Pero fueron otros humanos los primeros damnificados?
Somos una especie singularmente peligrosa. Hemos cazado mamuts lanudos, perezosos y moas hasta la extinción. Hemos destruido llanuras y bosques para la agricultura, modificando más de la mitad de la superficie terrestre del planeta. Hemos alterado el clima. Pero somos más peligrosos para otras poblaciones humanas, dado que competimos por los recursos y la tierra.


La historia está llena de ejemplos de pueblos en guerra, desplazando y eliminando a otros grupos de sus territorios, desde la destrucción de Cartago por Roma hasta la conquista americana del oeste (Far West) y la colonización británica de Australia. También ha habido genocidios y limpiezas étnicas recientes en Bosnia, Ruanda, Irak, Darfur y Myanmar. Al igual que en el uso del lenguaje o de las herramientas, la capacidad y tendencia a participar en genocidios podría decirse que es una parte intrínseca e instintiva de la naturaleza humana. Hay pocas razones para pensar que los primeros Homo sapiens fueran menos territoriales, menos violentos, menos intolerantes, menos humanos.
Los optimistas han pintado a los primeros cazadores-recolectores como salvajes pacíficos y nobles, y han argumentado que nuestra cultura, no nuestra naturaleza, crea la violencia. Pero los estudios de campo, los relatos históricos y la arqueología muestran que la guerra en las culturas primitivas fue intensa, generalizada y letal. Las armas neolíticas como garrotes, lanzas, hachas y arcos, combinadas con tácticas de guerrilla, como incursiones y emboscadas, fueron devastadoramente efectivas. La violencia fue la principal causa de muerte entre los hombres de estas sociedades, y las guerras registraron niveles más altos de víctimas que las derivadas de la I y II Guerras Mundiales.

Los huesos y los artefactos del pasado muestran que esta violencia es antigua. El Hombre de Kennewick (derecha), en América del Norte, de 9.000 años de antigüedad, tiene una punta de lanza incrustada en su pelvis. El enclave de Nataruk, en Kenia, de 10.000 años de antigüedad, documenta una brutal masacre de al menos 27 hombres, mujeres y niños.

Es poco probable que las otras especies humanas fueran mucho más pacíficas. La existencia de violencia cooperativa entre los chimpancés machos sugiere que la guerra es anterior a la evolución de los humanos. Los esqueletos de neandertal muestran patrones de traumas consistentes con la guerra. Pero las armas sofisticadas probablemente le dieron al Homo sapiens una ventaja militar. El arsenal de los primeros Homo sapiens probablemente incluía armas de proyectiles como jabalinas y lanzas, palos y garrotes.

Las herramientas y la cultura complejas también nos habrían ayudado a cosechar eficientemente una gama más amplia de animales y plantas, alimentando a tribus más grandes y dando a nuestra especie una ventaja estratégica en número.

El arma definitiva

Pero las pinturas rupestres, los grabados y los instrumentos musicales, insinúan algo mucho más peligroso: una capacidad sofisticada para el pensamiento abstracto y la comunicación. La capacidad de cooperar, planificar, elaborar estrategias, manipular y engañar, puede haber sido nuestra arma definitiva.
El escaso registro fósil hace que sea difícil probar estas ideas. Pero en Europa, el único lugar con un registro arqueológico relativamente completo, los fósiles muestran que a los pocos miles de años de nuestra llegada, los neandertales desaparecieron. Los rastros de ADN neandertal en gentes de Eurasia demuestran que no solo los reemplazamos después de que se extinguieran. Los conocimos y nos apareamos con ellos.

En otras partes el ADN nos habla de otros encuentros con humanos arcaicos. Grupos de Asia oriental, Polinesia y Australia tienen ADN de los denisovanos. El ADN de otras especies, posiblemente de Homo erectus, se verifica en muchas personas asiáticas. Los genomas africanos muestran rastros de ADN de otras especies arcaicas. El hecho de que nos hayamos cruzado con estas especies distintas prueba que las mismas desaparecieron solo después de haberse encontrarse con nosotros.

Puntas de lanza de 13,000 años de antigüedad desde Colorado. Chip Clark, Institución Smithsonian

Pero, ¿por qué nuestros antepasados ​​eliminaron a sus parientes, causando una extinción masiva o, quizás con mayor precisión, un genocidio en masa?

La respuesta está en el crecimiento de la población. Los humanos nos reproducimos exponencialmente, como todas las especies. Históricamente, hemos duplicado nuestro número cada 25 años. Y, una vez que los humanos se convirtieron en cazadores cooperativos, no tuvimos depredadores. Sin una depredación que controlara nuestro número y con una escasa planificación familiar, que no va más allá del matrimonio retrasado y el infanticidio, la población crece y explota los recursos disponibles.

Un mayor crecimiento, o la escasez de alimentos causadas por sequías, inviernos severos o sobreexplotación de recursos, condujo inevitablemente a las tribus al conflicto por la comida y el territorio. La guerra se convirtió en un control del crecimiento de la población, quizás el más importante.

Nuestra eliminación de otras especies probablemente no fue un esfuerzo planificado y coordinado del tipo practicado por las civilizaciones, sino una guerra de desgaste. El resultado final, sin embargo, fue igual de definitivo. Asalto tras asalto, emboscada tras emboscada, valle tras valle, los humanos modernos habrían desgastado a sus enemigos y tomado su tierra.

Sin embargo, la extinción de los neandertales llevó mucho tiempo, miles de años. Esto se debió en parte a que los primeros Homo sapiens carecieron de las ventajas de conquista de las civilizaciones posteriores: grandes cantidades de gentes apoyadas por la agricultura y enfermedades epidémicas como la viruela, la gripe y el sarampión, que devastaban a sus oponentes. Pero aunque los neandertales perdieron la guerra, el haber aguantado tanto tiempo implica que debieron haber luchado y ganado muchas batallas contra nosotros, lo que sugiere un nivel de inteligencia cercano al nuestro.
Hoy miramos las estrellas y nos preguntamos si estamos solos en el universo. En nuestra fantasía y en la ciencia ficción nos preguntamos cómo sería conocer otras especies inteligentes como nosotros, pero no sobre las que hubo como nosotros. Es profundamente triste pensar que una vez pudimos hacerlo, y ahora, debido a todo lo anterior, ya se han ido.

Fuente: theconversation.com | 21 de noviembre de 2019

Descubren un depósito intacto de vasos prehistóricos funerarios en Menorca

Es la primera vez que se documenta este tipo de hallazgos (Museo de Menorca)

Un equipo de arqueólogos coordinado por el Museo de Menorca analiza el hallazgo de un depósito intacto con medio centenar de vasos prehistóricos en Sa Mola (Alaior), que, de confirmarse, sería el primero que se encuentra en la isla y que formaría parte de los rituales funerarios en cal.
La excepcionalidad del hallazgo, que todavía está en proceso de estudio, consiste en que, según la interpretación de los investigadores, este depósito de vasos formaría parte de los rituales funerarios de comensalidad vinculados a enterramientos en cal dispuestos dentro del hipogeo, un hecho nunca antes documentado en Menorca, y además son de un tipo exclusivo de la isla.
El depósito de medio centenar de vasos se ha hallado en buen estado de conservación, y acompañado de restos de huesos de animales.

El arqueólogo Octavio Pons ha destacado la importancia del hallazgo de estos restos datados entre los siglos III y II aC. «Hemos documentado por primera vez un ritual de comensalidad, hasta la fecha inédito en Menorca», ha asegurado en declaraciones a EFE.


Pons ha explicado que las investigaciones derivan de estudios realizados a principios del siglo XX por el arqueólogo Joan Flaquer Fàbregues (1887-1963). «Flaquer documentó cerca de 300 vasos con finalidades rituales del hipogeo de Sa Mola, pero nunca publicó los resultados de la excavación. Nosotros, simplemente, hemos continuado la investigación», ha remarcado.

El arqueólogo también ha enfatizado la relevancia de publicaciones de otros arqueólogos o amigos de Flaquer como Julio Martínez Santa-Olalla y Antoni Vives Escudero para poder continuar la investigación. «En una carta de 1917 aparecía un mapa con el depósito de los vasos en el exterior del hipogeo que, según parece, se trataría de un santuario dedicado a la diosa púnica Tanit», ha recordado.

La investigación comenzó con motivo de la próxima exposición que dedicará el Museo de Menorca a la figura de Flaquer y su colección particular, que está depositada en el museo desde 2017, ha explicado la institución en un comunicado.
A partir de sus investigaciones, los científicos supieron que gran parte de los vasos prehistóricos de la colección proceden de un hipogeo situado en Sa Mola, la mayoría están datados en el talayótico final y son de un tipo único y exclusivo de Menorca: el vaso de fondo alto, siempre relacionado con rituales.


Para retomar la investigación a partir del hallazgo realizado por Flaquer a principios del siglo XX, el equipo de arqueólogos del Museo de Menorca, formado por Montserrat Anglada, Octavio Pons y Bruno Parès, inició nuevas investigaciones en el yacimiento.
Una vez localizado el hipogeo, emprendieron dos tipos de trabajo documental para conocer cómo era la cueva en origen y cuál era su función.

Por un lado, se realizó una fotogrametría completa del hipogeo que debe permitir realizar su modelado 3D y, a la vez una reconstrucción hipotética de cómo era antes de las diversas modificaciones sufridas a lo largo del tiempo.

Por otra parte, se llevó a cabo un sondeo arqueológico en el llamado «patio delantero» del hipogeo, una cavidad de forma irregular trabajada en la roca situada frente a la puerta de entrada.
Además de localizar el lugar donde Flaquer excavó el famoso depósito, se realizó un hallazgo excepcional y se pudo documentar una parte de este depósito intacto.La agrupación de materiales está formada por un conjunto de unos 50 vasos prehistóricos en buen estado de conservación, acompañados de restos de huesos de cabra u oveja y de cerdo.

Aunque ya se han excavado este tipo de cavidades, algunas recientemente, nunca se había encontrado un conjunto de estas características.

Si bien el depósito de vasos fruto de rituales funerarios de comensalidad vinculados a enterramientos en cal es muy común en otros lugares del Mediterráneo durante la protohistoria y en época clásica, en Menorca es la primera vez que se documentan.

Fuentes: menorca.info| menorcaaldia.com| 19 de noviembre de 2019

El puente romano de Villa del Río (Córdoba), un «mestizo» sobre el Salado

Puente romano de Villa del Río sobre el arroyo Salado (Córdoba) - VILLADELRIO.ES

El puente romano de Villa del Río que hoy se conoce es un espejismo de la infraestructura construida durante la pertenencia de Hispania al Imperio Romano. Nadie cuestiona el origen y la naturaleza de esta pasarela, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1931, que perteneció a un tramo de la vía Augusta, tal y como demuestra los restos de la calzada romana. A lo largo de la historia también fue conocido como puente de Montoro, la antigua época del Imperio Romano, y más recientemente como puente de Ronda. Independientemente de cómo se le llamase, siempre ha tenido el sobrenombre de romano a pesar de no conservar a simple vista nada de la construcción por la que recibe tal título.

El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y autor de varias publicaciones sobre construcciones romanas, Manuel Durán Fuentes (izquierda), sostiene en su tesis doctoral que el puente pudo haber sido derribado por causas naturales, como un terremoto o crecida del arroyo, o por la acción del hombre, como es el caso de un escenario bélico o el expolio de los sillares tras su abandono y caer en declive las calzadas romanas.

La hipótesis de la avenida del arroyo Salado cobra más fuerza ya que es algo que ha ocurrido en la historia reciente. Como la riada de 2011 con el agua a punto de saltar por el pretil del puente. La última vez que se tiene constancia de que el caudal rebasó la infraestructura hidráulica fue el 3 de noviembre de 1997, cuando se llevó por delante los pretiles, tal y como apunta en su investigación Durán.

Que el puente hubiese sido borrado de la faz de la tierra durante sus más de dos mil años de existencia (se ha fechado en el siglo I aunque con dudas sobre su cronología exacta) no es algo improbable. La investigación del ingeniero gallego, considerado como el mayor experto en puentes romanos de España, apunta datos que avalan esta hipótesis. «La cimentación del puente es de construcción romana, eso no lo discuto, lo que sí cuestiono es la arquería». Así, señala que las piedras no tienen la misma talla, ni han sido labradas de la misma forma y presentan una disposición constructiva similar en arcos de ventanas y de puertas de entrada de mezquitas como la de Santa Sofía en Estambul o la Mezquita-Catedral de Córdoba.

La forma en la que están distribuidos los arcos del puente «tiene un parentesco más a construcciones de época califal, como las que se hicieron en Al-Andalus, u orientales», señala el ingeniero gallego. Otra de las singularidades que diferencian a este puente es la estrechez de uno de los apoyos de los desaguaderos de las pilas que enmarcan la bóveda principal, «que transmite a quien los observa una inhabitual sensación de inestabilidad, desconocida para las obras romanas», sostiene Durán en su tesis.


No hay que echar la vista muy atrás para comprobar que la teoría que mantiene Durán sobre el derrumbe del puente estuvo a punto de repetirse. El mal estado de conservación de la infraestructura motivó la inclusión de este monumento en la Lista Roja del Patrimonio, una iniciativa de la Asociación Hispania Nostra para dar a conocer y proteger el patrimonio cultural y natural en estado de abandono y que corren el riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Eso fue el 22 de agosto de 2012. Desde entonces, tras la creación de la Asociación Defensores y Amigos del Puente Romano de Villa del Río se han realizado algunas intervenciones, tanto en el puente como en su entorno, con la suficiente enjundia para sacarlo de la lista negra de monumentos en vías de extinción, algo que ocurrió el 21 de junio de 2018.

Aún así, los defensores de esta arquitectura de base romana y rediseño califal advierten de que aún no se han adoptado las medidas para proteger al monumento de las fuertes crecidas del arroyo Salado, que amenazan con repetir la historia y llevarse en una riada por delante todo el puente, a excepción de los cimientos que, tal y como sostiene Durán, son de construcción romana porque los ingenieros de la época de los emperadores «hacían obras contundentes, eran gente que hacían construcciones duraderas» con el objetivo de que se perpetuasen en el tiempo dejando a un lado la estética o la ornamentación de sus construcciones. En definitiva, un puente de raíz romana y vuelo oriental. Todo un mestizo sobre el arroyo Salado.


Fuente:abc.es| 18 de noviembre de 2019

La Universidad de Sevilla participa en las excavaciones de una mina de cobre prehistórica en las Islas Baleares

La US participa en las excavaciones de una mina de cobre prehistórica en las Islas Baleares / M. G.

Investigadores de la Universidad de Sevilla (US) y la Universidad de las Islas Baleares (UIB) han reanudado los trabajos en el yacimiento balear de Sa Mitja Lluna ( al este de Menorca), la única mina de cobre prehistórica documentada en las Islas Baleares. Estos trabajos contribuirán a ampliar los conocimientos de minería y arqueometalurgia relativos a la prehistoria.

La mina de cobre prehistórica de Sa Mitja Lluna es un yacimiento de especial interés, no solo por su excepcional conservación, sino también por ser actualmente la única mina prehistórica conocida en las Islas Baleares y una de las pocas excavadas en el sur de Europa. La mina está situada en la Illa d’en Colom (Isla de Colom) una pequeña isla de 59 hectáreas de superficie, de propiedad privada y actualmente deshabitada, situada al este de Menorca, en una zona de acantilado denominada Sa Mitja Lluna (la Media Luna), por la forma de la orografía costera. La isla se encuentra dentro del Parque Natural de S’Albufera des Grau, con grado máximo de protección ambiental como reserva natural; incluso el acceso al interior de la isla requiere autorización previa.

Después de su descubrimiento, en el año 2010 en una colaboración entre investigadores de la Universidad de Sevilla y del grupo Arqueo UIB de la Universidad de las Islas Baleares, el mismo equipo de arqueólogos dirigió dos campañas de excavación en los años 2012 y 2014. El registro arqueológico de los sondeos realizados durante estas campañas, así como las dataciones radiocarbónicas obtenidas, confirmaron el inicio de la explotación minera en la primera mitad del II milenio a.C., en la Edad del Bronce balear.

El equipo de arqueólogos realizando catas en la escombrera número 1, situada en la zona más próxima al mar - arqueobalear.


Después de un paréntesis en el que se han llevado a cabo análisis de laboratorio y estudios especializados, en agosto de 2019 se ha podido llevar a cabo una nueva campaña de excavación en este yacimiento excepcional, gracias a la financiación del Consell Insular de Menorca, al permiso del ente gestor del Parque Natural de S’Albufera des Grau y a la autorización de los nuevos propietarios de la isla.

Considerando los interesantes resultados obtenidos hasta ahora, que han permitido dar un considerable impulso en los estudios de minería prehistórica en las Islas Baleares, el equipo investigador está dispuesto a dar continuidad al proyecto con nuevos trabajos de campo. Desde entonces, a través de estudios parciales, se han podido establecer varias líneas de investigación, profundizando en aspectos básicos de tecnología y organización de las sociedades de la Edad del Bronce.

"Las campañas de excavación realizadas hasta ahora no han revelado la existencia de fases de explotación minera en épocas posteriores a la Edad del Bronce; es, así, un ejemplo extraordinario de la tecnología minera prehistórica empleada, sin prácticamente alteraciones antrópicas posteriores, algo que es muy poco común en este tipo de yacimientos mineros, caracterizados por la existencia de fases de explotación sucesivas en las que las posteriores van alterando o destruyendo las fases previas", explican los investigadores de la US.

Ortofoto con la localitzación del yacimiento

Esta conservación extraordinaria y la ausencia de trabajos mineros posteriores relevantes se debe en parte a tratarse de un depósito mineral pequeño (para parámetros de geología económica actuales), así como por su aislamiento, en una pequeña isla de propiedad privada de Menorca que, además, está protegida desde que pasó a formar parte del Parque de S’Albufera des Grau en el año 1995 gracias a las movilizaciones sociales que reclamaban la protección de la zona.

El proyecto de investigación arqueológica de Sa Mitja Lluna ha aportado importantes novedades en esta campaña de 2019, constatándose que el frente de trabajo que se intuyó en campañas anteriores corresponde a una labor en trinchera realizada para la explotación de un filón de mineral de cobre (calcopirita primaria y minerales de formación secundaria, óxidos y carbonatos). Esta labor quedó posteriormente colmatada por escombros generados por labores en áreas inmediatas.

El material arqueológico encontrado entre estos estériles son herramientas líticas utilizadas como mazas mineras y morteros para romper la roca y triturar el mineral, además de fragmentos de cerámica coherentes con las dataciones de C14 y restos de madera carbonizados. Algunos de los elementos recuperados ya se pueden ver expuestos en las salas del Museo de Menorca, en Mahón.


Concentración de fragmentos de mazas de minero / M. G.

Las herramientas de minero son muy numerosas, tanto en superficie como entre el material de las escombreras. Muchas de ellas cuentan, en mayor o menor medida, con muescas y modificaciones puntuales y poco definidas para su enmangue. La mayoría de estas herramientas están fabricadas a partir de cantos rodados seleccionados por su peso, su forma ligeramente ovalada y su textura granulométrica, de arenisca fina de cierta dureza. Los investigadores proponen que estos cantos rodados se habrían traído de una de las calas de la misma Illa den Colom, en concreto la conocida precisamente como Punta des Macs (Punta de los Cantos Rodados), a unos 750 m de Sa Mitja Lluna, en la que abundan este tipo de piedras, a las que ha "seleccionado" y dado forma la erosión marina. El utillaje lítico se complementa con percutores y con morteros de cazoleta, que habrían servido para triturar y seleccionar el mineral.

Mediante otra línea de investigación, la arqueométrica, los análisis de procedencia y distribución mediante Isótopos de plomo han permitido proponer posibles relaciones entre este depósito mineral y el metal depositado en los ajuares funerarios de cronología coincidente. En este sentido, aunque se trataría de una explotación local relativamente modesta, en la Edad del Bronce existe un gran movimiento de objetos y de personas, y hay indicios para proponer que el mineral extraído de Sa Mitja Lluna fué utilizado para elaborar instrumentos y objetos que se han encontrado no solo en Menorca, sino también en las otras islas del archipiélago Balear.

Los expertos aseguran que las investigaciones en este yacimiento podrán contribuir a responder muchas preguntas que se hacen actualmente los prehistoriadores especializados en temas de minería y arqueometalurgia, entre ellas si se ejercía un control directo de los recursos minerales, si la explotación era permanente o estacional y ponderar el nivel de importancia que el cobre tenía dentro de la comunidad y hasta qué punto determinaba aspectos de la vida cotidiana y de relaciones sociales o de organización.

Después del éxito de esta última intervención, todo parece indicar que las futuras intervenciones programadas por el equipo de arqueólogos arrojarán nuevos e interesantes datos que nos ayudarán a comprender el complejo mundo de la producción y movilidad de objetos metálicos en la prehistoria. La singularidad del yacimiento, que es sin duda un testimonio único, podrá además aportar un valor añadido a la candidatura de Menorca Talayótica como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Referencia bibliográfica

HUNT ORTIZ, M.A., LLULL ESTARELLAS, B., PERELLÓ MATEO, L., y SALVÀ SIMONET, B. (2014) Aprovechamiento de recursos cupríferos en la Edad del Bronce de Men.... CPAG, 24: 85-109.

Fuente: diariodesevilla.es | 14 de noviembre de 2019

Hallan restos romanos de casi 2.000 años de antigüedad en Cortijo de Acebedo, Mijas (Málaga)

Hallan restos romanos de casi 2.000 años de antigüedad en Málaga (Josele González, alcalde de Mijas)

Restos arqueológicos de procedencia romana de casi 2.000 años de antigüedad han sido hallados en Mijas (Málaga) en las nuevas excavaciones que se realizan en el yacimiento Cortijo de Acebedo, que se suman a los restos ya hallados en este enclave desde 2017.

El alcalde de Mijas, Josele González, ha informado este martes de los nuevos restos hallados y ha explicado a los periodistas que en las últimas excavaciones "se han descubierto varias habitaciones que formaban parte de un gran edificio”.

González ha afirmado que se va a actuar sobre dos cuadrículas más y los trabajos que se realicen permitirán “obtener más información” sobre las distintas estancias que componían el edificio termal, donde se conoció la existencia de una piscina de agua fría y unas letrinas.


Foto: Cuchara de bronce aparecida en restos arqueológicos en Cortijo de Acebedo de MijasAYTO MIJAS

Entre los utensilios que han aparecido como resultado de las últimas excavaciones destacan una cuchara de bronce -de entre los siglos I y III-, una ánfora localizada en el interior de la zona termal -siglo IV-, monedas, y elementos cosméticos y decorativos para la mujer de época romana.

La directora de la excavación, Desireé Piñero, ha declarado que es posible que se descubra la continuidad del edificio termal con otras estancias, como pueden ser otras piscinas, un posible vestíbulo y un patio que distribuía las distintas habitaciones, algo que espera “obtener en los próximos meses”.


Foto: Ánfora localizada en el interior de la zona termal, siglo IV d.C.

La edil de Patrimonio Histórico, Laura Moreno, ha informado de que “estas excavaciones han sacado a la luz numerosas piezas de distintos materiales y tipos” y que sobre estos materiales de cerámica y metal “se han efectuado labores de restauración y consolidación para su óptima conservación”.

Desde 2017, el Departamento de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Mijas desarrolla los trabajos de sondeo arqueológicos en la localidad, que pusieron al descubierto dos de los hornos del alfar de dicho yacimiento, en magníficas condiciones de conservación.


Fuente: lavanguardia.com | 19 de noviembre de 2019

Las huellas ‘fantasma’ de los humanos de hace 12.000 años

Las huellas fantasma de hace 12.000 años han reaparecido en el desierto del White Sands National Monument, Nuevo México. EE.UU. (Scientific Reports).

Es bien sabido que el Homo Sapiens interactuó en el pasado con la megafauna. Pero las huellas de esa vida en común entre humanos y mamuts o perezosos gigantes no son tan fáciles de detectar como parece. Encontrar esas evidencias era extremadamente raro porque quizás no se estaba buscando en los sitios adecuados.

Investigadores de la Cornell University han revelado que los entornos de playa antiguos son espacios propicios para hallar esos registros arqueológicos, aunque las impresiones pueden no ser visibles , según explican en un un estudio publicado en la revista Scientific Reports. Son “huellas fantasma” que en su mayoría permanecen inexploradas.

Mapa que muestra el Monumento Nacional de White Sands, Alkali Flat y el sitio de estudio

Algunas de esas marcas invisibles han permanecido ocultas desde el final de la última Edad de Hielo, hace unos 12.000 años. Una vez descubiertas, utilizando un nuevo tipo especial de radar que logra “penetrar en el suelo”, a los científicos les ha sorprendido no solo las pisadas si no, sobretodo, lo que había debajo.

”Nunca pensamos mirar debajo de las huellas”, explicó el autor principal del artículo, Thomas Urban. “Pero resulta que el sedimento en sí mismo tiene una memoria que registra los efectos del peso y el impulso del animal de una manera asombrosa. Nos da una manera de entender la biomecánica de la fauna extinta que nunca antes habíamos tenido”, añade.

El radar GPR ideado por los investigadores de la Cornell University (Scientific Reports)

Su análisis se llevó a cabo en el White Sands National Monument en Nuevo México (Estados Unidos). Utilizando un radar de penetración en el suelo (GPR), pudieron resolver el 96% de las huellas humanas en el área que estaban investigando, así como todas las marcas pertenecientes a vertebrados más grandes.

“La técnica podría aplicarse a muchos otros sitios de huellas fosilizadas en todo el mundo, incluidos los sitios donde se sabe que hay registros fósiles de dinosaurios. Ya hemos probado con éxito el método de manera más amplia en múltiples ubicaciones dentro de White Sands“, señala en un comunicado Urban.

(A) Las principales pistas y rastros observados en el sitio de estudio que se divide en Ubicación-1 y Location-2 (mostrado en la verdadera relación espacial). (B) Trozo de amplitud GPR (2,0 a 4,0 ns). Huellas humanas que fueron excavadas y que se utilizaron para el análisis se indican con (+), mientras que una línea de huellas de perezoso sin excavar (identificada en un trabajo de campo posterior) se indica con (x).

Más información

Estas huellas “fantasma” se pueden hacer visibles por un corto tiempo después de que caiga la lluvia sobre el lugar concreta y cuando las condiciones atmosféricas son las correctas. Pero ahora, utilizando métodos de geofísica, "se pueden registrar, rastrear e investigar en 3D para revelar interacciones, historia y mecánica animal y humana del Pleistoceno”, señala.

El GPR es un método no destructivo que permite a los investigadores acceder a información oculta sin necesidad de hacer una excavación sobre el terreno. El sensor, que es una especie de antena, se arrastra sobre la superficie y envía una onda de radio al suelo. La señal que se recupera da una imagen de lo que hay debajo de la superficie.

Las huellas de los humanos del Pleistoceno son casi imperceptibles a simple vista (Scientific Reports)

”La respuesta del radar sugiere que el sustrato que envuelve las impresiones contiene más humedad que el sedimento circundante, incluso en condiciones secas, algo que es evidente cuando se excavan las pistas”, escriben los autores. Estos efectos dan información sobre la presión y el impulso del pie y el cuerpo en las pistas, lo que da detalles sobre el tamaño y el movimiento del animal.

Además de datos biomecánicos, el GPR brinda a los investigadores una forma de aprender sobre lo que los humanos primitivos hicieron cuando no estaban en un espacio para acampar o cazar, los dos tipos de sitios arqueológicos más conocidos para este período de tiempo. ”Podemos ver cómo las personas rastrean animales o se mueven para otras tareas de la vida diaria”, concluyen.

Fuente: lavanguardia.com | 13 de noviembre de 2019

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Así cazaban los humanos a las grandes bestias del pleistoceno

Así cazaban los humanos a la megafauna del Pleistoceno (Science Advances / Wikipedia)

Los megaterios eran bestias fabulosas. Perezosos terrestres de gran tamaño que habitaron Sudamérica desde inicios del Pleistoceno (hace nos dos millones de años) hasta hace unos 8.000 años. Apoyándose sobre sus patas traseras, su altura -unos cinco metros- y volumen -podían alcanzar las cuatro toneladas- les convertían en una presa formidable, todo un desafío para los cazadores humanos y su rudimentario armamento.

Enfadado, moviendo sus enormes y peligrosas garras a un lado y a otro, no eran fáciles de atrapar. Hasta que alguien encontró una solución para obtener la ventaja definitiva en esa batalla entre el hombre y la bestia. El hambre agudiza el ingenio y la arqueología permite desentrañar secretos ocultos durante más de 10.000 años.

Porque fue por ese entonces cuando un grupo de cazadores se encontraban en lo que actualmente es el White Sands National Monument,en Nuevo México (Estados Unidos). Ese hermoso paraje, utilizado por los militares para desarrollar el programa espacial estadounidense o realizar innumerables pruebas con misiles, hay una gran playa de sal (lego seco) conocida como Alkali Flat y el campo de dunas de yeso más grande del mundo (en este sitio se han grabado películas como Transformerso, El Libro de Eli, por ejemplo).

En el apogeo de la Edad de Hielo, ese espacio estuvo ocupado por un gran Laho Otero. A medida que el clima se calentó, el lago se redujo. El lecho erosionado dio paso a las dunas y las salinas. La megafauna de esa época -entre la que s encontraba el perezoso gigante, dejó huellas en los sedimentos, igual que también hicieron los humanos que los cazaron.
Las marcas son notables y, aunque están situadas a escasos centímetros de la superficie, se han conservado de forma notable. Su estudio ha permitido a los investigadores narrar esta historia. Así fue como los seres humanos consiguieron cazar a los megaterios.

La zona estaba plagada de perezosos gigantes, mastodontes, mamuts, camellos o lobos horrendos (Canis dirus), muchos de los cuales se extinguieron al final de la Edad de Hielo. Los expertos no saben si la caza de estos presas fue exhaustiva, pero las huellas encontradas si indican algunos ejemplos de las técnicas que usaron para perseguir a estos animales gigantes.

El esqueleto de un megaterio (Wikipedia)

Un grupo específico de huellas humanas han aparecido junto a las impresiones de los megaterios. Los arqueólogos creen que esta era le técnica usada para acecharlos y finalmente matarles para comer. “También hemos identificado grandes ‘círculos agitados’ que indican que el perezoso se levantó sobre sus patas traseras y balanceando las delanteras, presumiblemente en un movimiento defensivo y de barrido para mantener a raya a los cazadores. A medida que se balanceaba, puso sus nudillos y garras hacia abajo para estabilizarse”, escriben.

Fuente: lavanguardia.com | 24 de abril de 2018